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Capítulo
Punto 394
El plano de tu santidad · Punto 394

La transigencia
es señal cierta
de no tener la verdad. —Cuando un hombre transige en cosas de ideal, de honra o de Fe, ese hombre es un... hombre sin ideal,
sin honra y sin Fe.
 

Comentario

El original de este punto se encuentra también en el Cuaderno V de Apuntes íntimos. Es el nº 502, escrito por San Josemaría el 24-XII-1931 [1]:

«La transigencia es señal cierta de no tener la verdad. Cuando un hombre transige, en cosas de ideal, de honra o de fe, ese hombre es un rufián sin ideal, sin honra y sin fe».

Desde el punto de vista literario hay que notar la modificación del texto al pasar a las cuartillas a velógrafo: el «rufián» del Cuaderno pasa a ser «un... hombre». Ante la triste figura claudicante que ha descrito, San Josemaría contiene su indignación, que ahora se expresa en unos puntos suspensivos.

La doctrina sobre la «intransigencia» se hace especialmente comprensible en el contexto cultural y social de la época, especialmente en los países latinos (no sólo en España, sino también en Francia e Italia).

Véase, por ejemplo, con qué fuerza se explicaba Juan Bautista Montini, el futuro Pablo VI, orientando a los universitarios de la FUCI en aquellos mismos años:

«Nosotros creemos –escribía en Azione fucina [2] en 1929– que la verdadera posición para influir positivamente en el mundo es la de una neta intransigencia de ideas y costumbres: ya se trató con suficiente abundancia en el pasado número. Pero téngase bien en cuenta que esta intransigencia no es otra cosa que la pureza de la doctrina y de la práctica cristiana, la cual, como primer testimonio de sí misma, debe presentar la caridad, es decir, la preocupación solidaria y colectiva por el bien de todos, y especialmente de aquellos que no la viven» [3].

Pablo VI

Henri de Lubac, por su parte, escribía durante la guerra mundial:

«Dado el estado actual del mundo, el cristianismo viril y fuerte debe llegar a convertirse en un cristianismo heroico […]. Consistirá, precisamente, en resistir con todo coraje, frente al mundo y quizá frente a sí mismo, ante los influjos y las seducciones de un falso ideal para mantener firmemente en su paradójica intransigencia y con humilde fiereza, los valores cristianos amenazados y escarnecidos» [4].

De Lubac

San Josemaría es bien consciente de que la santa intransigencia es difícil de vivir bien, e incluso, viviéndola bien, puede ser mal interpretada. Así lo explicaba cuando predicada a los que le acompañaban durante su estancia en la Legación de Honduras:

«De las tres virtudes que determinan el plano de nuestra santidad, la santidad que Dios quiere de nosotros –la santa intransigencia, la santa desvergüenza, la santa coacción–, la intransigencia es la que más trabajo cuesta practicar, pues puede presentar como cerril a quien la ejerce» [5]

 

San Josemaría


[1] Sigue el texto que dará origen al punto 947.

[2] FUCI: Federación de Universitarios Católicos de Italia. Azione fucina era la revista de la Federación.

[3] G. B. Montini, «La distanza dal mondo», en Azione fucina, 10 febraio 1929, n 3.

«La intransigencia de la Iglesiaya había escrito en 1927es la seguridad de la verdad. Admitir que la Iglesia pueda hacer pactos sobre la integridad de la fe es suponer que la Iglesia haga pedazos la túnica inconsútil de su doctrina divina»

(G. B. Montini, «La Chiesa una», en La Sapienza, 1927, n 2 (15 gennaio). Vid Angelo Maffeis, «Giovanni Battista Montini e il problema ecumenico», Brescia 25-IX-1998, Istituto Paolo VI, pgs 5 y 9.

[4] Henri de Lubac, El drama del humanismo ateo, Epesa, Madrid 1949, pg 92 (original francés de 1944).

—Es interesante notar que un joven y ya prestigioso escritor español haya podido expresarse en estos términos:

«Hay que empezar a reivindicar la intransigencia como virtud; porque la transigencia ha dejado de ser aquella capacidad para consentir en parte con lo que se cree justo, razonable y verdadero, y se ha convertido en sinónimo de tragaderas, de lasitud ideológica, de sincretismo moral, de mistificación y endeblez, de papanatismo y sumisión a las modas que convienen»

(Juan Manuel de Prada, «Adecuarse a los tiempos», en ABC, Madrid, 12-V-2001).

[5] Predicación de San Josemaría en la Legación de Honduras, «La santa intransigencia», 12-V-1937, pg 60; VIII.