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Capítulo
Punto 427
Amor de Dios · Punto 427

Señor: que tenga
peso y medida
en todo...
menos en el Amor.

Comentario

Texto del Cuaderno V, nº 457, fechado San Josemaría en 7-XII-1931 [1]. El original está dirigido a Jesús.

En su retiro espiritual de 1934 (julio) San Josemaría esta vieja aspiración de su alma salta de nuevo, impetuosa, a sus papeles:

«Sábado 21. El Amor de Dios: Non est amor nisi Amor! ¡Qué ansia, qué hambre, que ambición sin medida!» [2].

El tema del Amor sin peso y medida, que era algo muy vivo para San Josemaría, se mueve en el contexto de la «vida de infancia» y se refleja también en el punto /894 (escrito quince días después): «con peso y medida de risas y llantos, y sin peso y medida de Amor».

Es un pensamiento y una vivencia que se prolonga hasta la época que pasó en Roma –en realidad durante toda su vida–, como se ve en esta homilía de 1967:

«La caridad con el prójimo es una manifestación del amor a Dios. Por eso, al esforzarnos por mejorar en esta virtud, no podemos fijarnos límite alguno. Con el Señor, la única medida es amar sin medida» [3].

El tema tiene honda tradición en la cultura cristiana, con expresiones célebres en San Bernardo:

«Causa diligendi Deo, Deus est; modus, sine modo diligere» [4].

«El fruto que esperamos de nuestro amor es exactamente el que Aquel que amamos prometió: una medida –decía– plena, colmada, rebosante será derramada en vuestro regazo (Lc 6, 38). Esta medida, así lo entiendo, será sin medida: mensura ista, ut audio, erit sine mensura» [5]

Leer en este sentido el comentario al punto 430.



[1] Va precedido del que sería el punto 28 de Camino.

[2] Apínt, nº 1775; la cursiva es del original.

[3] Amigos de Dios, 232.

[4] De diligendo Deo, 1, 1 (PL 182, 974); BAC 444, 1993, pg 300.

[5] In Canticum, 11, 4; BAC 491, 1987, pg 174. «El único límite de la perfección es lo ilimitado (th`" de; ajreth`" ei\s o´ro" ejsti; to; ajovriston)» (San Gregorio de Nisa, De vita Moysis, I, 5 [PG 44, 300]; Sobre la vida de Moisés, I, 8; Biblioteca de Patrística 23, Madrid 1993, pg 124; citado en el Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2028).

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