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Capítulo
Punto 430
Amor de Dios · Punto 430

Jesús, que sea yo
el último en todo...
y el primero
en el Amor.

Comentario

 

Este es el último punto anotado en el Cuaderno IV, nº 447, fechado por San Josemaríaen 3-XII-1931 [1]. El tenor literal del texto es idéntico al de Camino. La contraposición y la paradoja, incluso el ritmo y la cadencia y, sobre todo, la temática, son los mismos que en el punto 427 (leer), que escribió tres días después.

Pero esas identidades que se repiten expresan, a mi parecer, la vivencia que dominaba su espíritu en aquella novena de la Inmaculada de 1931. Todo se había forjado en aquella «pleamar de afectos filiales» [2] de septiembre y octubre: un sentido desbordante de la paternidad de Dios –de su filiación divina, por tanto– y de ser un niño en los brazos de su Padre. Vid los comentarios a los puntos 267 y 435.

El primer día de esa novena escribió San Josemaría en su Cuaderno lo que sería luego el p/853 de C: «Camino de infancia. Abandono. Niñez espiritual. Todo esto que Dios me pide y que yo trato de tener no es una bobería, sino una fuerte y sólida vida cristiana».

Todo parece indicar que fue en uno de los días de esa novena cuando escribió la primera redacción del Santo Rosario [3], que explicita pausadamente y en contexto mariano esa vivencia de Dios como Padre.



[1] Futuros puntos de Camino transcritos ese día: 864, 430, 857. Este último punto corresponde ya al Cuaderno V, que comenzó también el día de San Francisco Javier.

[2] Vid comentario al punto 435. Cfr VAZQuez de Prada, I, pgs 379-94.

[3] El texto de ese día 30-XI-1931 continúa así:

«Por ahí voy, cuando, al rezar el rosario o hacer –como ahora en adviento– otras devociones, contemplo los misterios de la vida, pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, tomando parte activa en las acciones y sucesos, como testigo y criado y acompañante de Jesús, María y José»

. Ése es el clima de su comentario al Santo Rosario, que escribió en la acción de gracias después de la Misa, de «un tirón», solía explicar. Sabemos que el día 7 de diciembre ya estaba escrito y lo leyó a dos jóvenes en la sacristía de Santa Isabel (cfr Cuaderno V, nº 454).