Menú
Capítulo
Punto 532
Santa Misa · Punto 532

¡Cómo lloró,
al pie del altar,
aquel joven
Sacerdote santo
que mereció martirio,
porque se acordaba
de un alma
que se acercó
en pecado mortal
a recibir a Cristo!
—¿Así
le desagravias tú?

Comentario

José María Somoano (Arriondas 1902- Madrid, 1932)

Texto escrito sobre una octavilla que pone en el dorso "Reemplazo".. En su guión sobre la Eucaristía que se acaba de citar, San Josemaría encontró este apunte telegráfico:

«La Sagrada Eucaristía: precede el lavatorio. –Somoano» [1]

Sobre esta base redactó este punto 532. Es un recuerdo que San Josemaría Escrivá tenía siempre vivo. Lo había escrito en su Cuaderno del año 1932 –que entonces estaba en un baúl en casa de su madre en Madrid–, en el que se lee:

«Día 18 de julio de 1932: El Señor se ha llevado a uno de los nuestros: José María Somoano, sacerdote admirable.

Murió, víctima de la caridad, en el Hospital del Rey (de donde ha sido Capellán hasta el fin, a pesar de todas las furias laicas) en la noche de la fiesta de N. Sra. del Carmen –de quien era devotísimo, vistiendo su santo escapulario–, y, como esta fiesta se celebró en sábado, es seguro que esa misma noche gozaría de Dios.

Hermosa alma: solamente el pensamiento de que había sacerdotes que subían al altar menos dispuestos, le hacía derramar lágrimas de Amor, de Reparación» [2].

Por esta nota de Apuntes íntimos sabemos que las lágrimas de José María Somoano eran en concreto por lo que sabía de algún sacerdote.

Al redactar el texto de Camino, San Josemaría vela lo del sacerdote y va a lo radical de aquellas lágrimas: recibir, sea quien sea y sin las debidas disposiciones, el Cuerpo de Cristo.

«Que mereció martirio». La reciente biografía sobre Somoano antes citada ha investigado el tema [3]. Es evidente que San Josemaría, al velar el nombre del sacerdote, no vela en cambio su convicción de que Somoano murió asesinado.

Arriondas, Asturias. Templo donde se encuentra
la tumba de José María Somoano



[1] Ejercicios Espirituales, Meditación «La Cena», Vitoria 22-VIII-1938; guión nº 110.

[2] Cuaderno V, nº 785. A continuación escribió el p/281.

[3] Vid José Miguel Cejas, José María Somoano y los comienzos del Opus Dei, Rialp, Madrid 1995, pg 182, que trabaja sobre el dictamen del médico forense.