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Capítulo
Punto 67
Dirección · Punto 67

 No quiero
—por sabido—
dejar de recordarte
otra vez
que el Sacerdote
es «otro Cristo».

—Y que
el Espíritu Santo
ha dicho:
«nolite tangere
Christos meos»
—no queráis tocar
a «mis Cristos».

Comentario

camino 66

Esta octavilla y las dos siguientes parecen pertenecientes a la serie de puntos escritos en Madrid, durante la estancia de San Josemaría en la Legación de Honduras.

San Josemaría remacha aquí la identidad cristológica del sacerdote. Parece –por su tenor literal– que está redactada con la edición de Consideraciones Espirituales editadas en Cuenca delante y con el proyecto de insertarla en el lugar que ahora ocupa. ¿Quién no ve en este texto el hondo sufrimiento de San Josemaría ante el martirio de tantos sacerdotes en aquellos años de guerra civil en España?

Ya en 1934, en una Hora Santa que predicó en el Cerro de los Ángeles [1], abordó este tema en contexto de reparación al Corazón de Cristo.

«II. ¿Podemos nosotros reparar? Sigue la Pasión del Señor: mofa, salivazos, escarnio (insultos al sacerdote, que es otro Cristo...)» [2].



Cerro de los Ángeles, Madrid

En un guión de predicación de San Josemaría de enero de 1935 ya se lee:

«Sacerdote otro Cristo ... Como los hijos de Noé [3]. Nolite tangere» [4].

Una observación sobre el texto del salmo.. El versículo completo suena así: «Guardaos de tocar a mis ungidos, ni mal alguno hagáis a mis profetas» [5]. El salmo se refiere a la protección que Yaveh dispensa al clan descendiente de Abraham y a los movimientos nomádicos de los patriarcas hasta la llegada a Egipto de los hijos de Jacob: el clan –«pocos en número, casi como nada, y extranjeros» (v.12)– eran sin embargo, para Dios, «mis ungidos» (por la elección, Dios se los había consagrado) y «mis profetas» (porque recibían la palabra de Dios y la transmitían a otros).

Es evidente que San Josemaría escribió la «gaitica» citando de memoria el salmo 105 (no podía disponer de una Biblia en el encerramiento de la Legación de Honduras en Madrid). También es cosa clara que en las ediciones de la Vulgata que pudo usar se dice christos, con minúscula, no Christos, como él escribe. La mayúscula que introduce es una consciente proyección de la concentración cristológica de su lectura del texto de los «ungidos», en la que se inscribe el misterio del sacerdote como alter Christus, que es a donde quiere llevar al lector.

Esto se confirma en la línea siguiente, cuando al escribir la traducción del salmo puso el texto con la grafía normal: mis cristos, con minúscula, y la rectificó inmediatamente [6].



[1] Situado a pocos kilómetros de Madrid, en él se construyó el «Monumento al Sagrado Corazón de Jesús», solemnemente inaugurado por el Rey Alfonso XIII en mayo de 1919. Pasó a ser uno de los símbolos del catolicismo en España. Cfr Melchor FernAndez Almagro, Historia del Reinado de don Alfonso XIII, Montaner y Simón, 2ª ed, Barcelona 1934, pgs 357-358.

[2] Hora Santa, en el Cerro de los Ángeles, 17-II-1934; guión nº 50. El Autor, una vez más, expresaba una experiencia vivida día tras día por tantos sacerdotes en la España de aquellos años. Vid VAzquez de Prada, I, pgs 359ss.

[3] Sobre el tema vid com/75.

[4] Meditación «La Sagrada Eucaristía», Madrid enero 1935; guión nº 44. Forma parte de una serie completa de guiones de unos Ejercicios Espirituales predicados en esa fecha a mujeres.

[5] Sal 104, 15 (Vulgata): «nolite tangere christos meos et in prophetis meis nolite malignari».

[6] Este modo de expresión –los sacerdotes, «mis Cristos»– lo hizo célebre Santa Catalina de Siena: «Son mis ungidos y los llamo mis Cristos porque los he puesto para que me administraran a vosotros» (El diálogo, cap 113; BAC 143, 1955, pg 399). El tema llena los caps 113-115, y concluye: «Éstos son mis ungidos; por esto dije en la Escritura: 'No toquéis a mis Cristos'» (cap 115; pg 401s). Es la misma lectura que hace el Autor de Camino.