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Capítulo
Punto 830
Cosas pequeñas · Punto 830

 No me seas... tonto:
es verdad que haces
el papel —a lo más— de un pequeño tornillo en esa gran empresa
de Cristo.
Pero, ¿sabes lo que supone que el tornillo no apriete bastante
o salte de su sitio?:
se aflojarán piezas
de más tamaño
o caerán melladas
las ruedas.
Se habrá entorpecido
el trabajo. —Quizá
se inutilizará
toda la maquinaria.
¡Qué grande cosa es ser un pequeño tornillo!



Comentario

Texto escrito en Burgos sobre una octavilla, con tinta negra fuerte y rasgos intensos. El tema, la imagen del tornillo y la gran máquina, era muy del gusto de San Josemaría. Durante su estancia en la Legación de Honduras en Madrid la había desarrollado detenidamente:

«Vemos una maquinaria grande, maravillosa, que funciona regularmente; pero si un diente de un engranaje se rompe, aunque sea tan pequeño, todo el trabajo del conjunto se resiente y corre el riesgo de bloquearse.

Aquella actividad, aquella maquinaria marchaba con un orden admirable, que era goce de la inteligencia; con su rumor, recreo del oído, hecho de golpeteos poderosos, revelador de una vida sana y normal. Pero en un lugar secundario tenía... nada, un tornillito que empezaba a aflojarse.

Un día el tornillo se desprende y viene a caer entre dos ruedas delicadas que, al engranar, se encuentran con ese obstáculo inesperado; un chasquido, una ruptura, y toda aquella maquinaria maravillosa se descompone, su marcha queda paralizada, y se hace necesario un trabajo largo y penoso, para reparar el daño causado por el descuido en el detalle» [1].

En este punto que cierra el capítulo, San Josemaría pasa de las «cosas» (pequeñas) que llenan la vida de hombres y mujeres en el ordinario día tras día, a la consideración de las «personas»: es la persona misma la que aparece ahora como «un pequeño tornillo» en la gran empresa de la Redención.

Pienso que el tema algo tiene que ver con la expresión «almas pequeñas», de Santa Teresita. La tesis de San Josemaría, aplicada a la persona, es la misma que la que dice de las pequeñas tareas, acciones y sacrificios cotidianos: «qué grande cosa...». Hay aquí una proximidad temática a las «paradojas de un alma pequeña» (leer, en este sentido, el comentario al punto 873).



[1] Predicación de San Josemaría en la Legación de Honduras en Madrid, «Cosas pequeñas», 19-VI-1937, pg 113s; XVIII.