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Capítulo
Punto 111
Oración · Punto 111

 Me has hecho reír
con tu oración... impaciente.
—Le decías: «no quiero hacerme viejo, Jesús... ¡Es mucho esperar
para verte!
Entonces,
quizá no tenga
el corazón
en carne viva,
como lo tengo ahora. Viejo, me parece tarde. Ahora, mi unión
sería más gallarda,
porque te quiero
con Amor de doncel»..

Comentario

Este es un punto de origen epistolar.

Pedro Casciaro, uno de los jovenes miembros del Opus Dei que vivía en Burgos con San Josemaría, marchó en los primeros días de diciembre de 1938 a Calatayud, al trasladarse allí el Cuartel del General Orgaz, al que estaba adscrito [1].

San Josemaría le había dicho, entre bromas y veras, que viviría muchos años, más de ochenta: ochenta y dos, le dijo en alguna ocasión. Así se entiende lo que Casciaro, con un pizzico de humor y un mucho de autenticidad, le escribía –poco después de llegar a su nuevo destino– hablándole de su vida de oración:

«Esta tarde he hecho la oración en la Colegiata de Santa María. Solos el Señor y yo. Meditando sobre lo que allí he pensado, le digo que me parecen muchos años, ochenta y dos, para esperar a verle. Entonces, quizá, no tenga el corazón en carne viva, como lo tengo ahora. Lo entiendo, pero la unión para entonces me parece tarde. Ahora sería más gallarda, porque yo le quiero con amor de doncel. Y le he dicho que la Comunión no me basta. Pedirle, no le pido más que perseverancia, pero deseo más» [2].

Pedro Casciaro
Murcia, 16-IV-1915 - México, 25-III- 1995.

La carta pone de manifiesto la confianza con que trataban a San Josemaría Escrivá aquellos primeros de su entorno, abriéndole lo más profundo de su alma.

La sonrisa de San Josemaría ante la carta es paralela a la de tantos otros «golpes» de Perico Casciaro. Todo se explica bien leyendo su libro Soñad y os quedaréis cortos, en el que cuenta sus largos años de convivencia con San Josemaría. Al Autor de Camino le hizo gracia –y le edificó– la «ocurrencia» y decidió hacer con este motivo una «gaitica» ocultando, claro está, el nombre del protagonista, pero poniendo de manifiesto cómo el trato con Jesús provoca la impaciencia por contemplarle «facie ad faciem».

Cuando Casciaro leyó el libro y se encontró con este punto –es él quien lo relata– se «quejó» a San Josemaría por sacar a la calle estas intimidades... [3]. La realidad es que San Josemaría pedía al Señor –así lo contó muchas veces– que sus hijos murieran de viejos, después de una vida bien entregada al servicio de Dios: «exprimidos como un limón», decía con frase gráfica [4].



[1] Vid P. Casciaro, Soñad, 11ª ed, 1999, pgs 179-181.

[2] Carta de Pedro Casciaro a Josemaría Escrivá, Calatayud 18-XII-1938; AGP, N-2, leg 147, carp C, exp 2.

[3]

«Le hice, en efecto, ese comentario a nuestro Padre. Incluso se lo dije confidencialmente. Y recuerdo que, estando a solas con él, le protesté cariñosamente, cuando vi redactada una «gaitica», que luego apareció publicada en el número 111 de ‘Camino’»

(Observaciones de Pedro Casciaro al capítulo V de la Testimonial de Francisco Botella, pg 6: nota a la pg 40, § 3; Botella había escrito allí: «Cada uno de nosotros, decía el Padre, tiene que trabajar de firme para 'sacar la Obra adelante'. Y Pedro le decía, riéndose, al Padre que no se sentía con fuerzas para vivir tantos años»). La «gaitica» la debió ver en Valencia, en el manuscrito para la imprenta, no antes. Vid com/311.

[4] Por ej: «En Madrid hay un modo de decir —se ha ganado el cielo de rositas—, que significa que se ha ganado el cielo fácilmente. En la Obra hemos de trabajar, hemos de morir viejos, exprimidos como un limón, en servicio de los demás, para hacerlos felices» (Notas tomadas en una tertulia con mujeres, Roma 6-IV-1971; AGP, sec P, leg 2, V-71, pgs 82-83). (Para la expresión «de rositas», vid Moliner, II, pg 986).