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Capítulo
Punto 168
Corazón · Punto 168

 «Me hizo gracia
que hable usted de la ‘cuenta’ que le pedirá Nuestro Señor.
No, para ustedes
no será Juez —en el sentido austero
de la palabra— sino simplemente Jesús». —Esta frase, escrita
por un Obispo santo,
que ha consolado
más de un corazón atribulado, bien puede consolar el tuyo.

Comentario

Pantocrator, de Tai

A primera vista parece que el lugar más lógico para este punto hubiera sido el capítulo «Postrimerías». Leída despacio, se comprende por qué San Josemaría situó esta «gaitica» en el presente capítulo : es el tema de los «consuelos del corazón».

Frente al «no busques consuelos humanos», indica el lugar del verdadero consuelo: Jesús, que es el Amor y la Misericordia de Dios hecho hombre.

La carta es del Obispo de Ávila, don Santos Moro, que estimaba mucho a San Josemaría y era cordialmente correspondido [1]. Se conservan las dos cartas.

De la carta de San Josemaría:

«Vamos a terminar la primera mitad de nuestro décimo año de labor «silenciosa» y «escondida»...

¡Qué cuentas me pedirá el Señor! Ayúdeme V. E. a rendirlas cum gaudio et pace» [2].

La carta del Obispo:

«Mi querido amigo: Con estas breves líneas acuso recibo de sus dos gratas, de Burgos y de Zaragoza, y le expreso mi cordial agradecimiento por las oraciones que se dignaba ofrecerme.

A mi vez cumplo gustoso su encargo de tener presente en mis pobres oraciones a Vd. y a sus leales amigos y colaboradores […].

Me hizo gracia que hable Vd. de la cuenta que le pedirá N. Señor. No, para Vds. no será Juez –en el sentido austero de la palabra– sino simplemente Jesús.

Ojalá pudiera yo prometerme otro tanto trabajando como Vds., ya que no como Capitán, siquiera 'sicut bonus miles Xti Iesu'. En fin, mi querido amigo, que la gracia de N. S. J. C. y la caridad de Dios Padre y la participación del Espíritu Santo sea con Vd. y los suyos.

Afectuosamente le bendice su buen amigo y hermano in C. J.

+ Santos, Ob. de Avª» [3].

Autógrafo de la carta de Mons. Santos Moro

 

San Josemaría se encontraba entonces en un estado de gran tribulación: enfermedad, soledad, y en el alma una verdadera purgación pasiva, que anotaría en su Cuaderno unos días después:

«Me veo como un pobrecito, a quien su amo ha quitado la librea. ¡Sólo pecados! Entiendo la desnudez sentida por los primeros padres. Y mucho he llorado: mucho he sufrido. Sin embargo soy muy feliz. No me cambiaría por nadie. Mi gaudium cum pace, desde hace años, no lo pierdo. ¡Gracias, Dios mío! ¿Quién quiere que este pecador le dé el secreto de la felicidad? Sí: se comprende que muchas veces hayan dicho –a mí, qué– que soy «hombre de paz», «hombre que da paz» [4].

El primer corazón atribulado que consoló el Obispo fue el del propio San Josemaría, que comunica con alegría y agradecimiento esta palabra de consuelo que el Cielo le había regalado :

«¡Qué cosas más hermosas me ha escrito ese bendito Señor Obispo, que, hasta en el nombre, tiene la santidad en plural! ¿Pues, no me dice que el Señor, cuando nos pida a nosotros la cuenta, no será «juez», sino «Jesús»? Aplíquese el dicho en todo, menos en lo de cuidarse: en esto le será juez» [5].

Todavía en octubre le consolaba la palabra del santo Obispo, como escribía a Casimiro Morcillo, buen amigo suyo, futuro Arzobispo de Madrid:

«¡Cuántos recuerdos y cuántas lágrimas y cuántas alegrías, en los diez años que pasaron! [1928-1938] Es verdad que pienso también en la cuenta que habré de rendir, a su hora. Pero, cuando viene a acongojarme ese pensamiento, me acuerdo de lo que, no hace mucho, me escribía un santo Obispo: «entonces –decía–, el Señor para V.V. no será Juez: será Jesús». Y vuelvo a mi gaudium cum pace» [6].

Por la grafía, la frase del Obispo parece escrita sobre la «gaitica» inmediatamente después de recibida la carta: como un apunte para llevar a la oración. La segunda frase, en cambio, tiene tinta y rasgos muy distintos de la primera. El texto debió ser completado en la fase de redacción final.

La jaculatoria «Iesu, Iesu, esto mihi semper Iesus!», tan frecuente en labios de San Josemaría, ¿pudo surgir en relación con la experiencia espiritual reflejada en este punto?

Era una de sus plegarias favoritas y en ella pide a Jesús precisamente lo que le aseguraba don Santos: que sería sencillamente «Jesús».

Vid comentario al punto 303. San Felipe Neri rezaba: «Giesù, sii per me Giesù» [7].



[1] Santos Moro Briz (1888-1980) nació en Santibáñez de Béjar (Salamanca). Se ordenó sacerdote en 1911. Obispo de Ávila desde 1935. Conoció a San Josemaría antes de ser nombrado Obispo de Ávila, a través de la amistad que les unía con San Pedro Poveda. En los largos años de trato, trabaron una intensa amistad. El Fundador del Opus Dei se alojó en el Palacio episcopal de Ávila en diversas ocasiones, entre ellas en agosto de 1938, preparando los Ejercicios Espirituales que iba a dirigir a sacerdotes de Vitoria. Al terminar la guerra, le encargó una tanda de Ejercicios Espirituales al clero de la diócesis, en julio de 1940. Mons. Moro conservó un buen número de las cartas que recibió de San Josemaría, especialmente en los años de la guerra civil. Sus recuerdos están publicados en Testimonios sobre el Fundador del Opus Dei, 1994, pgs 245-255.

[2] Carta de San Josemaría Escrivá a Santos Moro, Zaragoza 23-II-1938; EF 380223-5.

[3] Carta de Santos Moro a San Josemaría Escrivá, Ávila 27-II-1938; AGP, sec E, carp 506; la cursiva es mía.

[4] Apuntes íntimos, nº 1567; Burgos, 7/10-III-1938. Vid com/151 y 696 .

[5] Carta de San Josemaría Escrivá a Josefa Segovia Morón, Directora General de la Institución Teresiana, Burgos 3-III-1938; EF 380303-4. Copia en el AGP. Vid el texto de la carta también en Baldomero JimEnez Duque, Don Santos Moro Briz, Institución Gran Duque de Alba, Ávila 1993, pg 68. Jiménez Duque agrega: «Es una pequeña muestra de la espiritualidad de Santos».

[6] Carta de San Josemaría Escrivá a Casimiro Morcillo, Burgos 4-X-1938; EF381004-1.

[7] Vid Alberto Venturoli, Il profeta della gioia. La mistica di San Filippo Neri, Jaca Book, Milano 1999, pgs 56-57.