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Capítulo
Punto 190
Mortificación · Punto 190

 Le hacía el Señor decir a un alma, que tenía un superior inmediato iracundo y grosero: Muchas gracias, Dios mío, por este tesoro verdaderamente divino, porque ¿cuándo encontraré otro que a cada amabilidad me corresponda con un par de coces?

Comentario

Isidoro Zorzano

Original manuscrito en Cuaderno VI, nº 1031, 7-VII-1933 [1]. Texto idéntico. Álvaro del Portillo anota el pasaje: «Si no recuerdo mal –escribe–, me dijo nuestro Padre que se trataba de Isidoro Zorzano».

No he encontrado la expresión en la correspondencia de Zorzano con San Josemaría. Podría ser algo que el ingeniero le contó personalmente.

La misma interpretación teológico-espiritual de la relación con el «jefe» –sin nombrarlo– la hace ya el propio Zorzano en esta carta de 1931:

«Por ahora no es probable que vaya a ésa y lo siento en todos conceptos, pues no me encuentro muy bien y desearía descansar unos cuantos días en mi casa; además, sigo bastante disgustado en la Oficina, haciéndoseme el trabajo insoportable; cuando se colabora con personas francamente odiosas, es el mayor castigo (expiación) que se puede imponer» [2].



[1] Futuros puntos de Camino transcritos ese día: 794, 400, 190, 840, 709, 684, 598, 926.

[2] Carta de Isidoro Zorzano a los fieles del Opus Dei en Madrid, Málaga 15‑IX‑1931; IZL Epistolario, 21; la cursiva es mía. J. M. Pero-Sanz, Isidoro Zorzano, 1997, pgs 131s aporta otros datos sobre las dificultades de Zorzano con su jefe en Málaga:

«Las relaciones de Isidoro con su jefe van de mal en peor. Anselmo Alonso, antiguo conocido de Madrid, trabaja en el mismo departamento y ve a su amigo pasar ‘un calvario’: broncas injustas, humillaciones... Recordará que Zorzano ‘no murmuraba de nadie’, aunque Alonso sabe ‘tantas cosas, que se podría escribir una novela’ [Anselmo Alonso Gómez, Testimonio, Madrid 15-II-48; IZL, sec T, exp 353]. El superior, tal vez debido a mala conciencia por el asunto de las electrificaciones, se muestra cada vez más grosero. Y Anselmo observa cómo Isidoro, pensando no ser visto se santigua disimuladamente antes de entrar al despacho del jefe».