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Libros de San Josemaría
Portadas de libros de San Josemaría: Amigos de Dios

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Publicado por primera vez en 1977, es la primera obra póstuma de san Josemaría. Recoge 18 homilías pronunciadas entre 1941 y 1968. Su objetivo es ayudar a vivir la amistad con un "Dios cercano al lector" utilizando como punto de referencia una serie de virtudes humanas y sobrenaturales.

Son homilías en las que el autor toma las virtudes cristianas como hilo conductor de su coloquio filial con Dios. Del libro se han publicado hasta el momento 400.000 ejemplares. Existen ediciones en 13 lenguas. En la presentación del libro, Mons. Álvaro del Portillo precisa que estas homilías "contienen doctrina vivida, donde la hondura del teólogo va unida a la transparencia evangélica del buen pastor de almas".

"En este segundo volumen de homilías -continúa Mons. Álvaro del Portillo- recogemos algunos textos que se editaron mientras Mons. Escrivá de Balaguer se encontraba aún a nuestro lado, aquí en la tierra, y otros de los muchos que dejó para publicar más adelante, porque trabajaba sin prisa y sin pausa."

"Estas dieciocho homilías trazan un panorama de las virtudes humanas y cristianas básicas, para el que quiera seguir de cerca los pasos del Maestro. (...). Con Mons. Escrivá de Balaguer, la palabra se hace coloquio con Dios -oración-, sin dejar de ser una entrañable conversación en sintonía con las inquietudes y esperanzas de quienes le escuchan. Son, pues, estas homilías una catequesis de doctrina y de vida cristiana donde, a la vez que se habla de Dios, se habla con Dios: quizás sea éste el secreto de su gran fuerza comunicativa, porque se refiere siempre al Amor, en un mirar a Dios sin descanso y sin cansancio."

"Junto a la sencillez, resalta en estos escritos un constante contrapunto de amor apasionado, desbordante. El camino hacia la santidad que nos propone Mons. Escrivá de Balaguer está tendido con un profundo respeto a la libertad. Se deleita el fundador del Opus Dei con las palabras de San Agustín, con las que afirma el Obispo de Hipona que Dios "juzgó que serían mejores sus servidores si libremente le servían".