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Punto 1
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Carácter · Punto 1
Que tu vida —Sé útil. —Deja poso. —Ilumina, con la luminaria de tu fe Borra, —Y enciende
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Comentario
David Koff, Japón: el primer punto de Camino
El punto número 1 de Camino ocupa ese lugar desde los primeros esbozos del libro por parte de San Josemaría. El punto es transcripción casi literal de un texto que había escrito en el Cuaderno V[1]:
La palabra que introduce el texto en Apuntes íntimos –«Niño»–, que no pasará al texto impreso, muestra el carácter autobiográfico y contemplativo del pasaje, que se sitúa en el clima espiritual de «vida de infancia», tan marcado en los Cuadernos que escribió San Josemaría en 1931 y 1932. Es ante todo su propia vida la que San Josemaría Escrivá desea que responda a estas coordenadas. Contempla, en un «crescendo» antropológico y cristológico, el sentido de su vida y de toda vida cristiana y, más específicamente, el sentido cristiano del tiempo, del tiempo personal, del tiempo «disponible», sólo inteligible para el Autor en la perspectiva de la misión, de lo que él llamará el «mandato imperativo de Cristo» (leer en este sentido el punto 942). Desde el principio del libro se anuncian sus grandes temas: la Fe, el Amor, el corazón, los caminos de la tierra, el apostolado, servir, el fuego de Cristo... Este punto primero –y sus formulaciones– ha pasado a ser emblemático del estilo espiritual del libro e incluso del mensaje que su Autor extendió por el mundo, como se refleja en la oración pública oficial a San Josemaría, donde se pide a Dios que sepa –el que ora– «convertir todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte […], iluminando los caminos de la tierra con la luminaria de la fe y del amor». El «fuego de Cristo» con el que culmina este punto hay que ponerlo en relación con el texto de Lc 12, 49 citado en el punto 801.
La crítica textual ofrece una información de singular interés redaccional: «los sembradores impuros del odio» de que habla el texto aparecen en Consideraciones Espirituales (edición de 1932) y por supuesto en el original del Cuaderno, con la sorprendente fórmula «los caracoles impuros y llenos de odio». En el ejemplar de Consideraciones Espirituales de 1932 que San Josemaría mostró al P. Sánchez Ruiz en julio de 1933 ya aparece –en corrección autógrafa– el cambio, que pasará a la edición de Cuenca y al texto definitivo [2]
. [1] Cuaderno V, nº 586, hoja 45v, redactado el 26-I-1932. [2] El Dr. Julio González-Simancas, al conocer el aparato crítico de este punto, me brindó la hipótesis que expongo a continuación. Es posible que, en el background literario del texto, especialmente en la expresión «caracoles impuros», haya resonancia de este pasaje de los Episodios Nacionales (aunque San Josemaría no tenía ninguna especial simpatía a Pérez Galdós, tan fuertemente anticlerical):
(Benito PErez GaldÓs, Tormentas del 48, cap VI, 2° párrafo; Historia 16, Madrid 1995, pgs 46s: subrayados míos; es el primer tomo de la Cuarta Serie de los Episodios Nacionales). Es posible, ciertamente, que el texto galdosiano suscitara en el autor de Camino la fórmula originaria, basada en la huella de los caracoles, que tachó y cambió después.
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