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Capítulo
Punto 235
Examen · Punto 235

 Examen.
—Labor diaria.
—Contabilidad
que no descuida nunca quien lleva un negocio.
¿Y hay negocio
que valga más
que el negocio
de la vida eterna?
 

Comentario

Texto escrito por San Josemaría sobre una octavilla blanca. Procede un guión de una plática que dio en 1938 a los sacerdotes, en Vergara, duranye unos Ejercicios Espirituales. Allí se lee este apunte:

«Examen. Necesidad: los negocios serios de los hombres. Propia experiencia» [1].

Este enfoque del examen de conciencia y esta manera de hacer notar su importancia –la comparación con los negocios– responde a la más antigua tradición en la Iglesia.

San Juan Crisóstomo, por ejemplo, escribía:

«Examinemos nuestra conciencia siguiendo el ejemplo de los hombres de negocios, y hagamos nuestras cuentas para saber qué ganancia obtuvimos esta semana, cuál la semana pasada, y cuál la que debo obtener la semana próxima» [2].

En el pasado siglo encontramos esta comparación en la Exhortación Haerent animos, del Papa San Pío X:

«Sería una vergüenza que en esto [no hacer examen de conciencia] se cumplieran las palabras de Jesús: 'Los hijos de este siglo son más avisados que los hijos de la luz' (Lc 16, 8). Salta a la vista con qué cuidado administran sus negocios, la frecuencia con que revisan sus gastos y sus ingresos, la atención y el rigor con que llevan sus cuentas, cómo les duelen sus pérdidas y el enorme empeño que ponen en recuperarlas. Y nosotros quizá no pensamos más que en buscar honores, aumentar nuestro patrimonio, hacernos un nombre famoso por medio de la ciencia, descuidando con enorme negligencia el negocio más importante y más difícil: el de nuestra propia santificación» [3].

«Labor diaria». Ya San Agustín planteaba esa «labor»

: «cada día hemos de traer a examen nuestra vida» [4].

Vid el punto 205 y su comentario-



[1] Ibidem.

[2] San Juan Crisostomo, In Genesim 11, 2 (PG 53, 93); cfr ibidem 4, 6 y 23, 6 (PG 53, 45 y 206).

[3] San PIo X, Exhortación Haerent animos, al clero católico en el 50º aniversario de su ordenación sacerdotal, 4-VIII-1908 (Palabra, pg 354).

[4] «Necesse est ut per singulos dies vitam nostram ad judicium vocemus, et quid egimus per noctem et diem examinemus; et quanto ad bona facienda solito alacriores... Quisquis scilicet cor suum in hujusmodi studio exercet, audiat quid quidam sapiens dixit: 'scito te ipsum'» (San Agustín, De spiritu et anima, 51; PL 40, 817 B).