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Capítulo
Punto 332
Estudio · Punto 332

 Al que pueda ser sabio no le perdonamos
que no lo sea.

Comentario

Punto procedente del Cuaderno IV, nº 234, 19-VIII-1931, en que San Josemaría había escrito [1]:

«Una frase, muy hermosa, del P. Sánchez, para los miembros de la Obra de Dios: Al que pueda ser lumbrera, no se le perdona que no lo sea».

Bien clara queda, pues, la paternidad del punto en cuestión. La conversación fue en «Chamartín» [2], como el propio San Josemaría Escrivá anotó al margen de la consideración 243 del libro Consideraciones Espirituales en el ejemplar que entregó al P. Sánchez [3].

Al pasar esta consideración al velógrafo y al impreso, aparte de convertir en criterio general lo que el P. Sánchez decía de los miembros de la Obra, San Josemaría rebaja la «lumbrera» a «sabio». El espíritu con que todo esto fue vivido y predicado por San Josemaría se expresa bien en este documento de 1933:

«Aquí sí que harán un gran papel los sabios; sin embargo, se harán indispensables, en mayor número, los hombres modestos, que se sacrifiquen pasando oscuros. ¿Desprecio de la ciencia? De ningún modo. ¡Ojalá todos fueran talentos extraordinarios! Pero, afirmando que 'al que pueda ser sabio, no le perdonamos que no lo sea', quiero estar en la realidad de las cosas y digo: 'no queremos tontos: todos han de ser cultos en su profesión: y los que puedan, sabios'» [4].

El tema reaparece, más detenidamente, en la segunda Instrucción de 1934:

«Indudablemente son necesarios hombres cumbres. Siempre la ciencia, el estudio, será indispensable para formar a los nuestros y para desarrollar el apostolado que Jesús nos pide.

Pero, con lumbreras sólo, no hacemos nada. Tanto o más necesarios son los talentos medios [5], para ocupar muchos cargos de nuestra organización interna, y muchos otros puestos de actividades profesionales que hemos de desarrollar.

No quiero detenerme –no sería discreto–, detallando la labor maravillosa de estos hombres modestos. Pero tampoco paso de aquí sin levantar mi corazón a Dios y a Santa María, invocando a los Santos Ángeles Custodios nuestros, en petición de almas apostólicas, de hombres y mujeres, ¡no sabios!, cultos, santos, discretos, obedientes y enérgicos, que son quienes sacarán adelante la Obra, como premio de su humildad» [6].

En el Cuaderno de Apuntes íntimos el texto que da origen a este punto 332 va seguido del que da lugar al punto 946. Leídos conjuntamente estos dos puntos, se comprende el sentido del «para ellos», que figuraba en Consideraciónes espirituales de 1932, del que prescindió San Josemaría ya en en la edición de Consideraciones espirituales de 1934.



[1] Futuros puntos de Camino transcritos ese día: 367, 332, 946, 398.

[2] Una Residencia de la Compañía de Jesús en las afueras del Madrid de entonces.

[3] Y que éste le devolvió. Se conserva en AGP, sec A, leg 54, carp 1, exp 2.

[4] Carta Circular de 30-X-1933; AGP, sec A, leg 50-2, carp 7, exp 7.

[5] Talento medio no significa medianía. Para ver lo que San Josemaría entiende con esta expresión, vid lo que sigue.

[6] Instrucción, 1-IV-1934, nn 66-68.