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Capítulo
Punto 360
Formación · Punto 360

¡Cómo te reías, noblemente,
cuando te aconsejé
que pusieras
tus años mozos
bajo la protección
de San Rafael!:
para que te lleve
a un matrimonio santo, como al joven Tobías, con una mujer
buena y guapa y rica —te dije, bromista.

Y luego,
¡qué pensativo
te quedaste!,
cuando seguí aconsejándote
que te pusieras también bajo el patrocinio de aquel apóstol adolescente,
Juan:
por si el Señor
te pedía más.

Comentario

Comienza así este nuevo capítulo, que San Josemaría redactó, casi de nueva creación, durante su estancia en Burgos. Pudo haberse inspirado este apunte que había escrito tiempo atrás en un guión de meditación para unos Ejercicios espirituales:

«Matrimonio. San Rafael y Tobías. Celibato: San Juan... Fecundidad de la pureza» [1].

El tema (San Rafael y San Juan, matrimonio y celibato apostólico) era sin embargo más antiguo, al menos desde los Ejercicios Espirituales que hizo San Josemaría en octubre de 1932 en Segovia, en los que vio que el Arcángel y el Apóstol tenían que ser los patronos de la labor del Opus Dei con la juventud.

La formulación literaria de las ideas está ya en un documento de 1935, llamado precisamente así, la Instrucción para la Obra de San Rafael (que no se puede descartar que lo tuviera en Burgos, por lo que pudo tomar el texto de allí). Allí se lee:

«Y se mueven a invocar a Santa María, Esperanza nuestra, Sedes Sapientiae: y a San Rafael y a San Juan, Patronos suyos.

San Rafael –decidles– para que os lleve, como a Tobías hijo, hasta un matrimonio feliz –si es Voluntad de Dios– con una mujer buena y guapa y rica... ¡Cómo se ríen los pobres muchachos! Y San Juan, el Apóstol virgen, amadísimo de Cristo, para que os enseñe el camino de un celibato apostólico fecundo..., si es ésta la particular vocación que el Señor se digna daros. –Ahora suelen quedarse muy serios, con gravedad impropia de los años mozos; y los Ángeles de la Guarda ponen, en más de un corazón, la semilla de un ideal nuevo» [2].

Me parece que es claro el sentido de este punto en la secuencia y tránsito del capítulo «Estudio» a éste que llama «Formación». San Josemaría tiene delante a esa juventud a la que ha invitado, en el capítulo precedente, a asumir con plena seriedad las responsabilidades académicas y profesionales «para que Cristo reine» (punto 347), y esto como llamada de Dios, como voluntad de Dios, como «vida de trabajo de Cristo» (punto 356).

Pues bien, a esa juventud San Josemaría le explica ahora que esa responsabilidad secular del trabajo se puede vivir en el matrimonio o en el celibato. Es una cuestión que se abre ante cada uno.

«... por si el Señor te pedía más». Más de lo que tú piensas, me parece que es el sentido. Ahora no trata de la cuestión «doctrinal» de matrimonio o celibato (punto 28), sino de la cuestión «existencial» del celibato apostólico como algo no «previsto» por el sujeto.

Es de notar el clima de «vocación cristiana» con que San Josemaría planteaba a los jóvenes ambas posibilidades (vid punto 27), a la vez que el buen humor con que hablaba del noviazgo y del matrimonio, y la «sorpresa» que provocaba presentar el celibato apostólico como una posibilidad cristiana normal, comprometedora para un estudiante y un profesional con deseo de santificar el trabajo. En este contexto de humor y de seriedad se inscribe también el tema «clase de tropa» y «estado mayor» del punto 28.

«Una mujer buena y guapa y rica». San Juan de Ávila tiene una expresión semejante en el Audi, filia: «buscan los hombres las esposas que sean buenas, hermosas y ricas» [3]. San Josemaría leyó mucho ese libro.


[1] Ejercicios Espirituales, Plática «Santa Pureza», Vergara IX-1938; guión nº 112.

[2] Instrucción, 9-I-1935, nº 123-124.

[3] Audi, filia, cap 69; BAC 302, 1970, pg 731, lín 7103s.