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Punto 376
Formación · Punto 376

«¡Influye tanto el ambiente!», me has dicho. —Y hube de contestar: sin duda. Por eso es menester que sea tal vuestra formación, que llevéis, con naturalidad, vuestro propio ambiente, para dar «vuestro tono» a la sociedad con la que conviváis.
—Y, entonces, si has cogido ese espíritu, estoy seguro de que me dirás con el pasmo de los primeros discípulos al contemplar las primicias de los milagros que se obraban por sus manos en nombre de Cristo1: «¡Influimos tanto en el ambiente!».

Comentario

Estamos ante la ficha 15 de la serie de apuntes redactados por San Josemaría durante su estancia como refugiado en La legación de Honduras en Madrid.

Trata ahora de utro obstáculo, esta vez externo: el «ambiente» [1]. Decía durante una meditación que predicó a los que le acompañaban en aquella Legación, durante la guerra civil::

«No prestes oídos al sembrador de la mentira. ¡Dejarse llevar por el ambiente, permitir que el ambiente te sofoque! Los hijos de Dios hemos de llevar con nosotros nuestro propio ambiente. Ese ambiente se ha de imponer, con la gracia de Dios, a pesar de los pesares. Sí, hay que proclamar, sin miedo, la fecundidad de la virtud, de la conducta recta, del apostolado perseverante.

¿Que no ha de producir frutos mi ejemplo, mi modo de obrar y de comportarme? No es verdad: basta acudir a la experiencia. Contemplaré entonces cómo los que están en contacto conmigo mejoran, gracias a la influencia de la salud que yo despido. Esto es lo que he de poner por obra: estar en medio del mundo para limpiarlo, para vivificarlo» [2].

«El pasmo de los primeros discípulos». Se refiere a Lc 10, 17: «Regresaron los 72 llenos de alegría, diciendo: Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre».



[1] Sobre el ambiente en la Legación de Honduras, leer el comentario al punto 44.

[2] Predicación de San Josemaría durante su estancia en la Legación de Honduras en Madrid, «El trigo y la cizaña», 20-VII-1937; XXXV, pg 217.