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Capítulo
Punto 208
Penitencia · Punto 208

Bendito sea el dolor. —Amado sea el dolor. —Santificado sea
el dolor...
¡Glorificado sea
el dolor!

Comentario

Este punto inicial tiene detrás una historia que se grabó profundamente en el alma de San Josemaría y de la que habló muchas veces a lo largo de su vida. El texto lo escribió en el Cuaderno V (nº 563) el día 14-I-1932 [1] y es de tenor literal idéntico al de Camino, sin los guiones, como de ordinario.

En 1935, sin duda rememorando el suceso, apuntó en un guión de predicación:

«Frente al Dolor, ¡bendito sea, amado, santificado, glorificado! No, el dolor de los estoicos, sino el dolor cristiano...» [2].



Hospital del Rey, en Madrid, donde San Josemaría atendió sacerdotalmente a numerosos enfermos -en su mayoría aquejados de tuberculosis- durante los años treinta.

He aquí algunos textos en los que San Josemaría rememora aquella historia. El primero es un coloquio en Lisboa en el año 1972:

«Me has hablado de Camino. No me lo sé de memoria, pero hay una frase que dice: bendito sea el dolor, amado sea el dolor, santificado sea el dolor, glorificado sea el dolor. ¿Te acuerdas? Eso lo escribí en un hospital, a la cabecera de una moribunda a quien acababa de administrar la Extremaunción [3].

¡Me daba una envidia loca! Aquella mujer había tenido una gran posición económica y social en la vida, y estaba allí, en un camastro de un hospital, moribunda y sola, sin más compañía que la que podía hacerle yo en aquel momento, hasta que murió.

Y ella repetía [4], paladeando, ¡feliz!: bendito sea el dolor –tenía todos los dolores morales y todos los dolores físicos–, amado sea el dolor, santificado sea el dolor, ¡glorificado sea el dolor! El sufrimiento es una prueba de que se sabe amar, de que hay corazón» [5].

La segunda ocasión –con constancia documental– es en América, del año 1974, en Lima:

«Era una pobre mujer perdida, que había pertenecido a una de las familias más aristocráticas de España. Yo me la encontré ya podrida; podrida de cuerpo y curándose en su alma, en un hospital de incurables. Había estado de carne de cuartel, por ahí, la pobre. Tenía marido, tenía hijos; había abandonado todo, se había vuelto loca por las pasiones, pero luego supo amar aquella criatura. Yo me acordaba de María Magdalena: sabía amar.

Un día hube de administrarle la Extremaunción. Era en el año 1931 [6], mal tiempo ya en España. Y al ver la alegría de su alma, que consideraba que estaba cerca de Dios, le hice decir: bendito sea el dolor, y ella lo repetía a voz en grito; amado sea el dolor; santificado sea el dolor; ¡glorificado sea el dolor! Poco después moría, y en el Cielo está, y nos ha ayudado mucho» [7].

Como vemos, la primera vez que aparece esta exclamación en Apuntes íntimos, lleva la fecha de 14-I-1932 y la frase está escrita sin referencias a ningún hecho particular, escuetamente. Son los relatos posteriores de San Josemaría –cuando rememora el suceso años después– los que vinculan el origen de este punto a una experiencia concreta, nacida de su trabajo sacerdotal en los hospitales de Madrid, durante los años treinta.

Por otras fuentes sabemos que San Josemaría se sirvió de estas palabras en más de una ocasión para consolar a los enfermos moribundos que atendía durante esos años en los Hospitales de Madrid. No es posible precisar con exactitud quién fue la primera persona que escuchó estas palabras de consuelo.



[1] Futuros puntos de Camino transcritos ese día por San Josemaría : 862, 220, 208, 270.

[2] Meditación «Amor a la Sagrada Eucaristía», noviembre 1935; guión nº 59.

[3] El texto base de este p/208 es del 14 de enero, lunes. En el Cuaderno, la anotación anterior es de fecha 9 de enero. Sabemos que San Josemaría, a partir de noviembre de 1931, hacía visita ordinaria a los enfermos del Hospital General en la tarde de los domingos. Es, pues, casi seguro que escribió el texto sobre su «cuartilla» el domingo día 13.

[4] San Josemaría se lo iba diciendo y ella lo repetía gozosa.

[5] Notas de un coloquio de San Josemaría en Lisboa, 3-XI-1972; AGP, sec P, leg 4, 1972, pg 349; la cursiva es del original.

[6] San Josemaría no precisó bien la fecha al recordar la historia. Vid supra nota 3.

[7] Coloquio de San Josemaría con sacerdotes, en Larboleda (Lima), 26-VII-1974; AGP, sec P, leg 4, II-1974, pg 406; la cursiva es del original.