Un punto profundamente autobiográfico, escrita en una octavilla de la serie que San Josemaría redactó en la Legación de Honduras, en Madrid, a partir de su experiencia personal. En abril de 1937 escribía:
«Tengo paz. Estoy con exterior gravedad, pero alegre. Y, con mi alegría, –los años, los recuerdos, el pensamiento de posibles peligros para mis hijos y mis nietos, y por alguna otra razón de disculpable egoísmo–, es raro el día que no lloro más de la cuenta también» .
En 9 de mayo (vid comentario al punto 151) anotaba en su pequeño Cuaderno (hojas 23v-24r; nº 1380):
«He pedido, muchas veces, con muchas lágrimas, morir pronto en la gracia del Señor».
La anotación va describiendo la congoja y el sufrimiento de aquella noche del 8 al 9 de mayo. Fueron, ésa y las siguientes, noches de lágrimas y duras pruebas. Leer en este sentido el comentario al punto 151.
San Josemaría y los que le acompañaban dormían en colchonetas en una habitación. De la congoja y las lágrimas del Fundador se dio cuenta su hermano Santiago Escrivá, que no debió comprender el motivo de esas lágrimas..
Este croquis de idea de la penosa situación material
en la que vivía San Josemaría en la Legación
de Honduras en Madrid. La habitación no tenía muebles,
salvo las colchonetas que extendían en el suelo
para dormir por la noche. Junto a San Josemaría dormía su hermano Santiago
Pocos días después escribía San Josemaría a Pedro Casciaro con el estilo tan característico de las cartas escritas desde la Legación, llenas de humor (en medio del sufrimiento) y con expresiones singulares para evitar la censura::
«¡Qué voy a hacer! No tengo ganas de enfadarme: así y todo, hace unas noches, sobre las dos de la mañana o por ahí, se despertó vuestro tío Santiago , que usufructúa con Jeannot y conmigo dos colchones, y me gritó: ‘¿qué haces, hombre? ¿estás... llorando?’.
Y después ha tenido la frescura de decir que paso la madrugada dedicado al cante jondo. La verdad: no sé a qué carta quedarme: a lo mejor –¡viejo, viejo, abuelo!– es que canto y lloro. Pero, eso sí, siempre con una alegría muy, muy honda y esperanzada: que no es jonda, ni tiene nada que ver con la ópera flamenca» .
Entre bromas y veras, algo se atisba del drama interior de San Josemaría Escrivá en aquellos meses. En junio le llegó una noticia desoladora: la muerte de José María Isasa en un frente de guerra.
Él mismo comunica la dolorosa noticia a los demás:
«Pepe –¡dichoso, dichosísimo Pepe!– cayó en el frente vasco, al parecer . El abuelo casi no sabe deciros nada. Un encargo os hice, que también Ignacio [Isidoro Zorzano] os daría: rosas –tres ramos–, sobre su sepulcro : y que visitarais a D. Manuel. ¡A Don Manuel! ¡Qué agradecido le estoy! Mis lágrimas –no me da vergüenza decir que he llorado– no son protesta, por la muerte de mi nieto queridísimo: la acepto; pero os ruego que, conmigo, recomendéis a mis peques para que no se me vaya ninguno más» .
Vid comentario al punto 406, 416, 533, 702, 727.
Carta de San Josemaría Escrivá a los fieles del Opus Dei, Madrid 30-IV-1937; EF 370430-2.
Santiago Escrivá, hermano pequeño de San Josemaría , era entonces un joven de 18 años, que se encontraba refugiado también en la Legación de Honduras.
Carta de San Josemaría Escrivá a Pedro Casciaro, Madrid 19-V-1937; EF 370519-1.
La noticia le había llegado a San Josemaría dos días antes. Luego se supo que falleció en Pinto, en el frente de Madrid,el 23-IV-1937.
—José María Isasa Navarro, estudiante de Arquitectura. Había conocido a San Josemaría en la Residencia DYA, de la calle de Ferraz. Fue miembro del Opus Dei desde abril de 1936.
Pide a los miembros del Opus Dei que en sufragio de su alma recen las tres partes del Santo Rosario y hagan intensa oración. «Don Manuel»: Dios nuestro Señor.
Carta de San Josemaría Escrivá a los fieles del Opus Dei en Valencia, Madrid 15-VI-1937; EF 370615-1.