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Capítulo
Punto 12
Carácter · Punto 12

 Crécete ante los obstáculos.

—La gracia del Señor no te ha de faltar: «inter medium montium pertransibunt aquae!» —¡pasarás a través de los montes!

¿Qué importa que
de momento
hayas de recortar
tu actividad
si luego,
como muelle que fue comprimido,
llegarás
sin comparación
más lejos que nunca soñaste?

punto 12

Comentario

Hasta aquí, Camino reproduce el texto de Consideraciones Espirituales. El punto 12 es el primero que no procede de la edición de Cuenca, sino de la ampliación realizada por San Josemaría en el periodo 1936-1939. Es una octavilla con el dorso en blanco, escrita en el período que pasó en Burgos..

En el punto pueden distinguirse dos partes, que corresponden a los dos párrafos. Detrás de la segunda está, según Juan Jiménez Vargas, la inmediata experiencia del clima de los refugiados en las embajadas durante la guerra civil, con «la inactividad forzosa de los meses de encierro en Madrid en 1937», que aparecían como un obstáculo insalvable [1].

Jiménez Vargas continúa: «Lo que está claro es que la primera parte: ‘inter medium montium...’, tenía ya desde mucho antes un profundo significado sobrenatural: que no habría obstáculos que pudiesen detener el apostolado de la Obra» [2].

San Josemaría y Juan Jiménez Vargas

En la historia espiritual de San Josemaría hay, efectivamente, que remontarse más atrás. El primer documento sobre el tema que he podido encontrar es este pasaje de Apuntes íntimos, escrito el domingo 13-XII-1931 [3]:

«Ayer almorcé en casa de los Guevara [4]. Estando allí, sin hacer oración, me encontré –como otras veces– diciendo: «Inter medium montium pertransibunt aquae» (Ps. 103, 11).

Creo que, en estos días, he tenido otras veces en mi boca esas palabras, porque sí, pero no les di importancia. Ayer las dije con tanto relieve, que sentí la coacción de anotarlas: las entendí: son la promesa de que la Obra de Dios vencerá los obstáculos, pasando las aguas de su Apostolado a través de todos los inconvenientes que han de presentarse».

El evento, no único en la vida de San Josemaría, debe ser notado: textos de la Escritura Sagrada que se le vienen al corazón y a la boca (vid el comentario al punto 103). Sin estar haciendo oración –subraya–, en conversación familiar con los amigos.



San Josemaría y Álvaro del Portillo

En sus notas a Apuntes íntimos (nt 1346), Álvaro del Portillo califica el fenómeno como «locución intelectual», que comporta un «oír dentro de su alma»; y en otro lugar menciona lo que le dijo, a este propósito, el Fundador: «sin ruido de palabras, pero que permanecían grabadas a fuego en mi alma» [5].

Evidentemente así lo sentía San Josemaría –«las entendí»–, como se deduce también de este pasaje de su predicación –seis años después– en la Legación de Honduras de Madrid:

«Dios mío, ¿me habré yo desgajado de ti? Pero esto no es posible, Señor; yo no quiero abandonarte y yo sé que Tú no me abandonas. Aún recuerdo la voz que, en días de borrachera de gracia, decía: Inter medium montium pertransibunt aquae!, que es como señalar: las aguas de mi Obra sobrepasarán los montes» [6].

La inteligencia espiritual del verso que le es concedida presupone la lección pertransibunt. En efecto, en contraste con las ediciones usuales de la Escritura en castellano, el tiempo futuro que domina este salmo en la Vulgata –ya lo hacía la versión de los Setenta y se mantiene en la Neovulgata– invita a leer el texto en sentido espiritual, trascendiendo en clave escatológica la inmediata contemplación de la belleza y el orden de la Creación.

Por eso la Iglesia lo utiliza en la solemnidad de Pentecostés para mostrar en las aguas la efusión del Espíritu, que todo lo supera y transforma [7]. «Las aguas pasarán»: son estas aguas –dice San Jerónimo– «las obras santas de los justos» [8].

Este verso del salmo será en adelante una piedra miliar en la vida de San Josemaría y un leit motiv de su predicación. He aquí un texto de abril de 1934 dirigido a los entonces jóvenes miembros del Opus Dei:

«Para pegar tu locura a otros apóstoles, no se me ocultan los obstáculos que encontraréis. Algunos podrán parecer insuperables..., mas inter medium montium pertransibunt aquae (Ps CIII, 10): y el espíritu sobrenatural de la Obra y el ímpetu de vuestro celo pasarán a través de los montes, y venceréis esos obstáculos» [9].

El punto, tal como lo leemos en Camino, podría haber sido redactado ya en junio-agosto de 1937, durante el refugio en la Legación de Honduras. Sin embargo, me inclino a pensar, desde el análisis de la documentación, que fue escrito al año siguiente en Burgos. En el material de meditaciones para los Ejercicios Espirituales que predicó en el Palacio Episcopal de Vitoria, agosto de 1938, hay un guión –el nº 111– en el que se lee:

«Crecerse ante los obstáculos: inter medium montium... (Ps CIII, 10): el muelle».

Con este guión delante, a mi parecer, escribió en Burgos la redacción definitiva –la «gaitica»– del punto 12 (y de otros muchos, que iremos señalando, que pasaron desde estos guiones a Camino.

La segunda parte del punto (el «muelle que fue comprimido») refleja su predicación desde febrero de 1935, cuando hubieron de dejar por falta de medios uno de los pisos que integraban la Residencia de Estudiantes de Ferraz 50 y temía San Josemaría que cundiera el desánimo [10]. Isidoro Zorzano, desde Málaga, escribe a Madrid, después de conocer el «retroceso», apoyando su decisión:

«Por vuestra detallada carta entérome de las novedades habidas en este mes; también yo he considerado el asunto y me adhiero en todo a la determinación que habéis adoptado; es una medida de prudencia que encaja perfectamente con nuestro espíritu y el de la Obra: nos comprimimos ahora para que, en este periodo embrionario, adquiramos la elasticidad necesaria, a modo de muelle, y dar, a su debido tiempo, el gran salto de tigre» [11].

La imagen del muelle, muy de ingeniero, debió gustar a San Josemaría , que la utiliza en su predicación y la retiene al redactar este punto de Camino.


[1] Jiménez Vargas compartía con San Josemaría y otros el «encierro» de que habla, en la Legación de Honduras de Madrid.

[2] Juan Jiménez Vargas, Relato del 77, pg 2.

[3] Cuaderno V, nº 476. Las anotaciones de ese día comienzan así: «Dominica III de Adviento. Gaudete in Domino semper: iterum dico gaudete... Et pax Dei, quae exuperat omnem sensum, custodiat corda vestra et intelligentias vestras in Christo Iesu Domino nostro. ¡Qué cosas tan hermosas dice San Pablo!».

[4] Socorro Travesedo y García Sancho, Marquesa de Guevara, estaba casada con Florentín Rodríguez-Casanova, hijo de la marquesa de Onteiro y hermano de Luz, Fundadora de las Damas Apostólicas del Sagrado Corazón de Jesús. Los marqueses vivían en la calle de Alcalá Galiano, n 3, en el edificio contiguo a la residencia de la Marquesa de Onteiro (vid com/980 nt 63).

Edificio contiguo -y de arquitectura similar- al edificio
donde residia doña Socorro Travesedo, ya desaparecido

[5] Álvaro del Portillo, Entrevista, pg 217. No locuciones «físicas», o no sólo, o no siempre locuciones físicas: la locución «intelectual» es la voz que resuena en el «hondón del espíritu» llevando a una inteligencia clara e indubitable del «sentido» espiritual del texto bíblico en el momento actual de la relación entre el alma y Dios, es decir, del «mensaje» que con el texto bíblico Dios quiere comunicar al alma, que queda grabado a fuego. La distinción es paralela a la que hace Santa Teresa de Jesús a propósito de las «visiones»: ella da mucha importancia al paso de las visiones físicas –que nunca tuvo– o de las imaginarias –percibidas «con los ojos del alma» (Libro de la Vida, 30, 4; BAC 212, 8ª ed, 1986, pg 159)– a las «intelectuales» (así las llama en las Sextas Moradas 3, 12; 4, 5; 4, 9, etc.; ibidem, pgs 534-538; y especialmente en el cap 8 de esas Moradas sextas, desde el epígrafe del cap, ibidem, pgs 552-555), que son señal de mayor perfección e intimidad con Dios: es también garantía de que es don divino y no engaño del demonio o del propio sujeto. Vid Libro de la Vida, cap 27; ibidem, pgs 142-148.

[6] Predicación en la Legación madrileña de Honduras, «Afán de almas», 28-VI-1937, pg 163; XXV. Precisamente en aquellos días de la Legación de Honduras en Madrid, a la vez que mantenía, con su predicación vibrante y confiada, la entrega y el entusiasmo del pequeño grupo que le acompañaba, atravesaba en su vida interior –como muestra la documentación disponible– una verdadera noche oscura del alma, en la que se enfrentaban la Luz y las tinieblas.

En esa contienda emergía el salmo 103. Vid comentario al punto 151. ―En 1962, predicando San Josemaría en el Colegio Romano de la Santa Cruz, hizo una nueva referencia velada a la locución de diciembre de 1931:

«yo recuerdo el consuelo de un alma que tenía que hacer algo que estaba por encima de las fuerzas del hombre y oyó decir allá en la intimidad de su corazón: Inter medium montium pertransibunt aquae; no te preocupes, las aguas pasarán a través de los montes»

(citado en J. Echevarría, Memoria del Beato Josemaría Escrivá, 2000, pg 183).

[7] Spirito Rinaudo, I salmi preghiera di Cristo e della Chiesa, Elle Di Ci, 7ª ed, Torino 1987, pgs 555-563. La lectura castellana que tenía disponible en la Biblia de Petisco y Torres Amat («Haces brotar las fuentes en los valles y que filtren las aguas en medio de los montes»), como las posteriores (Nácar-Colunga: «Haces brotar en los valles los manantiales, que corren luego entre los montes»; Biblia de Jerusalén: «Haces manar las fuentes en los valles, entre los montes se deslizan»), orientan el pensamiento, más que a la superación transformadora, hacia la contemplación de la armonía en la obra de la Creación, fruto del poder de Dios. La Biblia de Felipe Scio, que depende de manera directa de la Vulgata, traduce en futuro: «que haces salir fuentes de los valles: por medio de los montes pasarán las aguas».

[8] «Secundum trophologiam autem, sancta opera iustorum significat» (Tractatus de Psalmo CIII, en S. Hieronymi presbyteri opera, CCL, LXXVIII, pg 184, lín 88-89).

[9] Instrucción, 1-IV-1934, nº 7; la cursiva es del original.

[10] Vid AGP, sec P, leg 3, 1979, pg 454.

[11] Carta de Isidoro Zorzano a los fieles del Opus Dei en Madrid, Málaga 27-II-1935; IZL, Epistolario, 84.