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Punto 833
Táctica · Punto 833
¡Caudillos!... |
Comentario
Es éste el cuarto punto de Camino en antigüedad documentada. Su texto está en el Cuaderno II, nº 47, fechado por San Josemaría el 16-VI-1930 y dice así.
La expresión de Camino: «Si eres generoso..., si correspondes», de carácter más ascético, tiene en el texto original este otro tenor: «Si somos verdaderos hijos de Él», de Dios, que pone en el centro de la «táctica» apostólica la ontología de la gracia, la realidad vivida de la filiación divina, que es tan decisiva en el libro y tendrá fuertes desarrollos en la espiritualidad del Beato Josemaría Escrivá. La frase introductoria («¡Caudillos!... Viriliza tu voluntad para que Dios te haga caudillo») no es del Cuaderno, sino que la escribió al trasladar el texto a las cuartillas a velógrafo de 1932. Sobre el tema «caudillos», consultar el comentario al punto 16. Sobre «Viriliza tu voluntad», leer el comentario al punto 19 con sus referencias. Las duras palabras relativas a las «sociedades secretas» reflejan la reacción de los católicos en general y del Magisterio del Papa y de los Obispos en aquellos años de fuerte persecución a la Iglesia, especialmente en países de profunda tradición católica, como era el caso de España [1]. San Josemaría no juzga a las personas y exhorta a ser amigo de todos, como se lee en el punto 838, pero contempla el daño que se hace a las almas. La alternativa que propone a los lectores es llenar el mundo de Amor, es decir, de «la Palabra de Dios, bendita mil y mil veces», que genera en la historia un oleaje de santidad. Hay que notar que a muchas de las sectas que se desarrollan hoy en los países de antigua tradición cristiana encajan claramente en la descripción de este punto y reactualizan su enseñanza. «Omnes cum Petro ad Jesum per Mariam». Según nos dice San Josemaría en este punto 833, ésta sería su fórmula eclesiológica para expresar el Reinado de Cristo. El reinado de Cristo, según lo que leemos en este punto, es una realidad eclesial –no una realidad política–, vinculada a la convergencia sobrenatural de «todos» en la «unidad católica» (omnes cum Petro), entendida ésta –la unidad eclesial– no como fin en sí misma, sino de manera dinámica (ad Iesum: para la íntima comunión con Dios, para la misión) y, siempre, mariológica (per Mariam). Consultar la Introducción al presente capítulo y los comentarios a los puntos 11, 247, 495 y 573. San Josemaría explica condensadamente que esa dinámica es la de la santidad: «con tu santificación personal, obtendrás la de los demás». Nos ayuda a comprender el sentido de esta expresión un párrafo de Francisca Javiera del Valle, que anotó San Josemaría en el Decenario:
Esa cadena de todos, todos, todos inmersos, por el Espíritu Santo, en el conocimiento y el Amor de Dios le lleva a acotar fuertemente el párrafo con un trazo enérgico y a cruzarlo con el lema que comentamos, en abreviatura:
Es el fin escatológico del «omnes cum Petro»: la santidad, la plena comunión con Dios [4]. Nótese que San Josemaría ha pasado en este punto del «videre Petrum» de punto 520, que es «ir a Roma», al «centrum unitatis», a la expansión apostólica desde el centro del mundo: «omnes cum Petro». [1] En España tuvo un fuerte impacto, y continuaba teniéndolo, la Encíclica Humanum Genus, sobre la masonería y otras sectas, del Papa León XIII, 20-IV-1884, que describía con dureza la actividad de las sociedades secretas; y la Carta Apostólica Praeclara gratulationis, sobre la unidad de la Iglesia, 20-VI-1894, en cuyo nº 24 se refiere a «la Masonería, cuya funesta fuerza hace ya tanto tiempo que pesa sobre las naciones, singularmente sobre las católicas (cita en especial Francia e Italia)». Vid la voz «Masonería Española» en el Diccionario de Historia Eclesiástica de España (Quintín Aldea – Tomás Marín – José Vives [eds.]), III, Madrid 1973, pgs 1445-47. [2] Decenario al Espíritu Santo, 1932, pg 93; Patmos 35, pg 103; Logos 52, pg 151; la cursiva es mía. [3] Glosas marginales al Decenario 1932, pg 93. [4] Exactamente la misma reacción tuvo San Josemaría al leer el último párrafo de la «Oración final» para cada día, que dice: «Ven, Consolador divino […] para tener el consuelo en esta vida de verte conocido, amado, servido de todas tus criaturas, para que en todos se cumplan tus amorosos designios, y todos los que ahora existimos en la tierra y los que han de existir hasta el fin del mundo, todos te alabemos y bendigamos en tu divina presencia por los siglos sin fin. Así sea» (Decenario al Espíritu Santo, 1932, pg 33; Patmos 35, pg 47; Logos 52, pg 90). La cadena de todos, en contexto de plenitud escatológica, llevó sin duda a San Josemaría a escribir a continuación, con letra grande y clara: «Omnes, cum Petro, ad Jesum per Mariam» (Glosas marginales al Decenario 1932, pg 33). |