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Capítulo
Punto 22
Carácter · Punto 22

 Sé recio.

—Sé viril.

—Sé hombre.

—Y después... sé ángel.

Comentario

camino 22

Anotado por San Josemaría en el Cuaderno VI, nº 905, el 9-I-1933, junto con otros dos puntos [1]. Era el día de su cumpleaños. Así comienza (nº 904) lo que escribió ese día:

«Día nueve de enero de 1933: ¡Treintaiún años!... Ya hablaré de esto luego. Ahora tomaré unas catalinas, que llevo anotadas».

Después de copiar los tres futuros puntos, habló en efecto del tema (nº 905):

«¡31 años! Dios mío: nunc coepi, nunc coepi!... Madre de los Besos [2], San José –Padre y Señor–, Angel de mi Guarda, Madre Teresa, Animas benditas..., santos y ángeles todos, sedme testigos: nunc coepi, nunc coepi!... –O.c.P.a.I.p.M.» [3].

El punto es idéntico al texto de Apuntes íntimos. El tema «sé ángel» merece un apunte, pues toda la espiritualidad de Camino, siendo tan radical en la exigencia cristiana, está pegada a la tierra, sin «angelismos».

De ahí comentarios como este otro, escrito dos años después:

«Es necesario advertirles que viven entre hombres; no entre ángeles. Que no se escandalicen, si ven algo menos edificante entre los buenos» [4].

Pero volvamos al texto, cuyo sentido no es inmediatamente obvio. Caben dos lecturas del mismo.

Según la primera, que apuntábamos en el comentario al punto 19, este punto 22 sería una autointerpelación de San Josemaría, que parece desplegar ante sí como una gradación cuasimetafísica del proceso de santificación y divinización del hombre.

En este caso no serían sinónimas las tres primeras apelaciones, sino de alguna manera diferenciadas, aunque las dos primeras sumamente próximas, pues el «sé viril» no es sino la concreción masculina del «sé recio» (vid el comentario al 19). No constituirían, por tanto, una única «etapa»: ser hombres, para pasar a la segunda: ser ángeles.

La gradación establecida sería: cultivo de las virtudes humanas (voluntad), primero, y, así, «ser hombre», con pleno desarrollo de la vida y conocimiento intelectual. Pero para el Autor no es suficiente ser hombre: y después ¿qué? Después... Los puntos suspensivos preparan en el texto la paradoja: después... «ser ángel». Ésta sería la tercera etapa.

La alusión al ángel aquí sería, como digo, una forma paradójica –tan frecuente en el libro– de aludir a una realidad más alta, que viene del Cielo y se mete en el hombre: vivir vida divina, vida de unión con Dios, la divinización de la criatura [5].

Pero también podría entenderse el punto 22 como una crítica aguda, incluso irónica, al «angelismo», es decir, como una forma de afirmar lo que de manera tan continua –incluso en la estructura misma del libro– sostendrá San Josemaría : que las virtudes humanas, y lo humano en general, son el «soporte» histórico de lo divino, en analogía con el misterio de la Encarnación y en contraste con ciertos «espiritualismos» de la época.

El carácter paradójico del punto se haría aún más evidente. Su sentido se podría explicitar así: ¿Sueñas con ser ángel? Bien. Pero, ante todo, sé hombre.

A otra tradición espiritual responde, según mi lectura de los textos, el tema «vivir como ángeles» en el punto 122 y su comentario



[1] Son: 708, 615, 22.

[2] Así llamaba San Josemaría a una pequeña imagen de la Virgen, en talla de madera, que tenía en su cuarto. Era su costumbre besarla al salir o al entrar en casa, y ante ella solía tener profundas expansiones del alma. Después estuvo colocada en el cuarto del Director de la Residencia de Ferraz 50, que era el que ocupaba San Josemaría. Desapareció durante la guerra civil española. Numerosas alusiones (nn 226, 239, 325, 488, 701 y 702 y nota 247 de Álvaro del Portillo a Apínt). Vid Vazquez de Prada, I, nt 199, pg 410.

[3] Es una de las abreviaturas ya mencionadas. Vid el comentario al punto 11. Nótese la intensa relación familiar con Santa Teresa de Jesús, «Madre Teresa».

[4] Instrucción, 9-I-1935, nº 223. El Fundador está dando criterios a los fieles del Opus Dei para realizar la labor apostólica con la juventud.

[5] En esta línea se mueve también la expresión del punto 367: «Seamos ángeles, para dignificar las ideas, al asimilarlas».