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Capítulo
Punto 27
Carácter · Punto 27

 ¿Te ríes porque te digo que tienes «vocación matrimonial»?

—Pues la tienes:
así, vocación.

Encomiéndate
a San Rafael,
para que te conduzca castamente
hasta el fin del camino, como a Tobías.

En la Sagrada Escritura se narra la historia del joven Tobías. Su padre era un hombre piadoso que confiaba en Dios y se había quedado ciego. Creyendo que estaba próxima su muerte le pidió que fuera a cobrar una deuda a un poblado lejano.

El joven Tobías, deseando cumplir cuanto antes la petición de su padre, buscó un guía, y encontró a otro joven, llamado Rafael ,que estaba dispuesto a acompañarle en su viaje. Ambos emprendieron el camino. Durante el viaje Rafael aconsejó a Tobías que guardase ciertas sustancias de un pescado para curar la ceguera de su padre. Después, le propuso conocer a Sara: una mujer piadosa, buena y hermosa. Tobías se enamoró de ella y pidió a sus padres que le dejaran contraer matrimonio. Sus padres accedieron. Rafael, mientras tanto, fue a cobrar la deuda pendiente.

Cuando regresaron a casa del padre de Tobías, siguiendo el consejo de Rafael, Tobías aplicó el ungüento en los ojos de su padre, que recuperó la vista. El joven Rafael les reveló en ese momento quien era realmente: “Yo soy el ángel Rafael, uno de los siete que asistimos delante del Señor” (Tob. 12, 15). Toda la familia dió gracias a Dios por haberlos socorrido en sus necesidades.

Comentario

camino 27

 

Si el punto 26 contiene un «criterio», el punto 27 que ahora comentamos refleja una continuada «experiencia» de San Josemaría,, ya narrada en un documento de 1935 [1], del que este punto de Camino es como una nueva versión.

La experiencia a la que aludo es la del desconcierto que su conversación y su predicación producía en aquellos años treinta cuando hablaba de «vocación matrimonial». En este punto 27 el desconcierto se expresa en la risa juvenil: creían que San Josemaría hablaba en broma.

«Vocación» era entonces, prácticamente, igual a «vocación religiosa» o a «vocación sacerdotal». «Tener vocación» era –y todavía lo es en la mentalidad de muchos– irse a un convento o a un seminario. La gente corriente dice (o piensa) que no tiene vocación [2].

Ya era sorprendente para el interlocutor que aquellos compañeros de la Universidad, con los que compartía afanes e ilusiones y que sabía entregados a Dios en el celibato apostólico, tuviesen una verdadera vocación. Pero ¿tener vocación al matrimonio?... San Josemaría: «Pues la tienes: así, vocación». Habla incluso de una especial vocación:

«Hacedles ver el noble derrotero de un cristiano padre de familia; y cómo se precisan padres de familia virilmente piadosos; y cómo se necesita, sin duda, una especial vocación para ser padre de familia –muchos nunca habrán oído hablar así–; y cómo ellos parecen llevados por Dios por ese camino, si procuran luchar, y ennoblecer con esa lucha su conducta...» [3].

Para el tema de San Rafael y Tobías en relación con la vocación al matrimonio, vid el punto 360.

Tomás Alvira y su esposa Paquita Domínguez. Su Causa de Canonización se abrió en el año 2009. En los comienzos del Opus Dei San Josemaría le hablaba a Tomás Alvira de la vocación matrimonial como camino de santidad.



[1] Instrucción, 9-I-1935, nº 124.

[2] El tema tenía tal trascendencia pastoral que San Josemaría en aquellos años evitaba, en lo que podía, la palabra «vocación» –a pesar de ser un concepto bíblico fundamental (vid voz «Vocación» en Xavier LÉon-Dufour, Vocabulario de Teología Bíblica, Herder [Biblioteca Herder, 66], 10ª ed, Barcelona 1978, pgs 962-964; y José Morales, «La vocación en el Antiguo Testamento», en Scripta Theologica 19 [1987] 11-62)– por la connotación casi exclusiva que entonces tenía, entre la juventud universitaria, de «vocación religiosa» o «vocación sacerdotal». Leer la Introducción al capítulo 44.

Aquí emplea la expresión vocación matrimonial, como se ve, con voluntad de provocar un inicial desconcierto que lleve a descubrir el horizonte neotestamentario de la «vocación cristiana». Vid en P. Rodriguez, Vocación, trabajo, contemplación, 1986, los caps I («Sentido de la vocación cristiana») y II («El mundo como tarea moral»). Sobre trabajo y vocación vid el comentario al punto 359.

[3]En la Instrucción, 9-I-1935, nº 237 escribía San Josemaría:«Una especial vocación divina». Eran palabras realmente nuevas para muchas personas, al menos en la España de entonces.