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Cómo se hizo
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San Josemaría: su obra escrita
San Josemaría: su obra escrita
Pedro Rodríguez
Escrivá era un pastor de almas. Para él, el escribir, como el hablar, era una dimensión de ese pastoreo: predicar, enseñar, guiar.
Incluso su tesis doctoral en Derecho: La Abadesa de las Huelgas, que dio origen a una extensa monografía publicada en 1944, tiene esa intencionalidad de fondo .
En vida, publicó poco: no quería aparecer.
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Antes de la guerra civil, en 1934, dio a la imprenta, anónimos, dos opúsculos: Consideraciones Espirituales y Santo Rosario ; después, en 1939, Camino .
Simultáneamente a estas publicaciones, escribió y puso a circular a velógrafo un conjunto de textos que llamó Instrucciones, documentos para la formación de los fieles del Opus Dei. En los primeros años cuarenta –en la época de las contradicciones–, le aconsejaron no publicar y paró el proyecto de varios libros en los que trabajaba, entre ellos Forja. No conozco otra publicación suya en esos años cuarenta que la edición de la conferencia sobre Institutos Seculares que dio en Madrid, en la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, en 1948.
Pero seguía escribiendo –me llamo Escrivá, decía– con el ánimo de sacar textos a la circulación comercial: Surco, por ejemplo, que anuncia en 1950 para ser publicado en pocos meses. Pero, sobre todo, escribe pensando en la formación doctrinal, espiritual y apostólica de los fieles del Opus Dei de todos los tiempos. En efecto, durante los años cincuenta y sesenta trabaja a fondo otro «ciclo» de documentos –alguno de génesis más antigua– que llamó Cartas , con la idea de darlos a conocer a sus destinatarios en el momento oportuno.
Camino, cuyas ediciones se multiplicaban por todas partes, era en aquellos años –y en menor medida Santo Rosario– la presencia pública de Josemaría Escrivá en el campo bibliográfico. La expectación suscitada por el anuncio de Surco no se vio cumplida y la publicación se dilató sine die.
Por eso cobran, en este sentido, una especial significación los años 1966-1968, en los que el Fundador del Opus Dei concede una serie de largas entrevistas a importantes medios de comunicación internacionales, en las que se pronuncia sobre los más diversos temas de la vida de la Iglesia y del espíritu del Opus Dei y que luego aparecerán reunidas en un volumen bajo el título Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, 1968 . Como último cap de este libro figuraba –y figura– el texto de la homilía que el Autor pronunció en la Eucaristía celebrada en el Campus de la Universidad de Navarra el 8 de octubre de 1967, un texto de profunda significación teológica y espiritual que, pulcramente editado, fue repartido al terminar la Santa Misa del Campus. Tanto la homilía como el libro tuvieron una amplia difusión y son textos fundamentales para la comprensión del pensamiento de su Autor en aquellas fechas tan inmediatas al Concilio Vaticano II.
A partir de esa fecha, como puede verse por la bibliografía, Josemaría Escrivá empieza a dar a la imprenta –y se traducen a distintos idiomas– numerosas meditaciones y homilías, es decir, textos procedentes de su predicación oral. Aquí se impone una pequeña digresión.
Desde los primeros tiempos del Opus Dei, sus miembros tuvieron un gran interés en recoger y conservar las palabras del Fundador: del Padre, como se le llamaba ya desde los primeros años treinta. De ahí la gran cantidad de notas, fichas, apuntes que se conservan de meditaciones, homilías, charlas, tertulias, etc. Son textos que, con mayor o menor fidelidad, recogen su predicación y su conversación.
Del final de los años cuarenta se conservan dos meditaciones en cinta magnetofónica. Ya en Roma –años cincuenta– algunos empezaron a usar a este fin la taquigrafía y, más adelante, de forma discreta –pues no quería aparecer–, se grabaron bastantes tertulias y charlas. La última etapa en esta recogida es, también, consecuencia del «avance tecnológico»: la filmación y la toma televisiva de los grandes coloquios o tertulias con el Fundador, que tras muchos esfuerzos se consiguió que éste autorizara. El resultado de todo este trabajo fue el creciente acopio de materiales que testifican, de una u otra manera, su abundantísima predicación oral y que hoy se conservan en el Archivo de la Prelatura.
Escrivá predicaba de ordinario a partir de un pequeño guión –al principio tenía guiones más extensos, como los que se citan copiosamente en esta edición– o sencillamente con el Evangelio en la mano, sin papeles, hablando a partir de los textos de la Escritura, que comentaba.
Por eso, cuando en 1968, como he dicho, decidió publicar algunos textos de su predicación –meditaciones y homilías–, el trabajo de prepararlos para la imprenta estaba grandemente facilitado por el inmenso material al que me he referido. Las transcripciones le daban el cuerpo de cada meditación, que era sometido a una cuidadosa revisión con vistas al texto definitivo, reelaboración que incluía –así explicaba él en una ocasión su método de trabajo– «otras papeletas que son ya científicamente preparadas: de Padres de la Iglesia o de escritores eclesiásticos, etc.» y una reconsideración del tema –muchas veces predicado a los alumnos del citado Colegio Romano de la Santa Cruz– para extenderlo a lectores de todas las procedencias. Así fue dando a la imprenta de manera sucesiva un conjunto de 40 homilías que se ve responden a un plan muy concreto.
En efecto, entre noviembre de 1968 y marzo de 1973, fueron apareciendo dieciocho meditaciones sobre los momentos principales del Año litúrgico. Reunidas
después, constituyen el volumen titulado Es Cristo que pasa, publicado –así se lee en el colofón– el 19 de marzo de 1973 . Acabada esta primera serie, en ese mismo mes de marzo comienzan a editarse dos nuevas series de homilías: una, también de dieciocho textos, sobre las virtudes cristianas, y otra, más breve, con tres meditaciones sobre la Iglesia. La serie sobre virtudes queda interrumpida en agosto de ese mismo año, cuando iban publicadas ocho meditaciones, y ya no se reanudaría la edición hasta después de la muerte del Autor: en los años 76 y 77 salieron las diez homilías restantes en pequeños cuadernos, que, al final de 1977, fueron reunidos en el volumen proyectado: Amigos de Dios –así lo había titulado su Autor–, que apareció con presentación de Álvaro del Portillo. Las homilías sobre la Iglesia fueron publicadas, bajo el título Amar a la Iglesia, en 1986 .
También serían obras póstumas, publicadas igualmente en Rialp, Via Crucis (1981) , que los fieles del Opus Dei ya conocían a través de publicaciones que recibían; y sobre todo, Surco (1986) –que el Autor anunciaba, como dije, ya en 1950– y Forja (1987), cuyo primer diseño de portada es de 1940 : dos libros para la oración personal, que forman una trilogía con Camino, a cuyo género espiritual y literario responden.
A efectos de nuestro trabajo en la presente edición, es importante subrayar la gran importancia que tienen los citados materiales de la predicación oral de San Josemaría. No son, formalmente, «escritos» suyos. Son, como digo, notas y apuntes tomados por otros, palabra suya recogida y luego transcrita, pero que él no revisó y corrigió para publicación, como es, en cambio, el caso de las cuarenta meditaciones antes citadas, que son, en rigor, «escritos» propios. Por eso, a la hora de citar estas fuentes decimos: «Notas de...» o «Apuntes de...». Estamos ante el género literario de los Reportata o las Tischreden, que, en nuestro caso, tienen un alto grado de credibilidad, sobre todo, cuando proceden de la taquigrafía o de medios tecnológicos; su consulta nos ha sido del máximo interés. En los años posteriores a la muerte del Fundador parte de esos textos fueron, sucesivamente, dándose a conocer a los fieles del Opus Dei en ediciones provisionales. En AGP queda abundante material de este tipo, aún inédito.
Hay otro género de publicaciones en el que ahora no nos detenemos; simplemente, dejamos constancia: los discursos académicos en la Universidad de Navarra y otros discursos oficiales, artículos para la prensa, entrevistas (no recogidas en Conversaciones), etc. .
Este breve recorrido por la obra escrita de Josemaría Escrivá no ha pretendido en ningún momento lo que técnicamente se llama «establecer» la bibliografía de un autor. Su objeto ha sido sólo ilustrar bajo ese aspecto la figura del Autor de C y brindar así el marco biobibliográfico en que se sitúa el libro que es objeto de investigación y estudio en esta edición crítico-histórica.
La Abadesa de las Huelgas. Estudio teológico-jurídico, Madrid 1944; Rialp, 3ª ed, Madrid 1988.
1ª ed, Madrid 1934; 43ª ed, Rialp, Madrid 2000.
1ª ed, C.I.D., Valencia 1939; 70ª ed (castellana), Rialp, Madrid 2000.
Hay que distinguirlas claramente del Epistolario del Fundador (EF), que recoge la correspondencia activa cotidiana de Josemaría Escrivá.
Rialp, 1ª ed, Madrid 1968; 19ª ed, 1998.
Notas de una tertulia en la Residencia Universitaria Panamericana, México D.F., 31-V-1970; texto en AGP, sec A, leg 51.
En colecciones populares, de amplísima difusión, publicadas por Ediciones Palabra, Madrid.
Rialp, 1ª ed, Madrid 1973; 36ª ed, 2000.
Rialp, 1ª ed, Madrid 1977; 27ª ed, 2001.
Palabra, 1ª ed, Madrid 1986.
Rialp, 1ª ed, Madrid 1981; 28ª ed, 2000.
Rialp, 1ª ed, Madrid 1986; 17ª ed, 1999.
Rialp, 1ª ed, Madrid 1987; 10ª ed, 1992.
A propósito de Forja disponemos de este recuerdo: «A comienzos de 1944, justo después de Reyes, nos contó que el material para Forja estaba ya ordenado y casi a punto, y que quizá podría enviarlo a la imprenta antes de San José» (Francisco Ponz Piedrafita, Mi encuentro con el Fundador del Opus Dei: Madrid 1939-1944, Eunsa, Pamplona 2000, pg 107s).
Más todavía: un primer diseño para la cubierta de Forja se realizó en la Residencia de Jenner a principios de 1940: «Isidoro pinta unos dibujos para el alba que están haciendo, cuando no le dicta a Chiqui [José Mª Hernández Garnica] la traducción de los salmos para el libro de Devociones litúrgicas que tiene el Padre casi terminado. Miguel [Fisac] pinta la portada de otro libro, Forja, alternando con un mapa del siglo XVI que están haciendo para ponerlo en el hall» (Diario de Madrid, 1-I-1940). Vid infra § 6 nt 74.
Los Discursos académicos en la Universidad de Navarra y otros textos sobre la institución universitaria están agrupados en Josemaría Escrivá de Balaguer y la Universidad, Prólogo de Álvaro del Portillo, Eunsa, Pamplona 1993.
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