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Cómo se hizo
La redacción de Camino en la Legación de Honduras 1937 V

La redacción de Camino en la Legación de Honduras 1937. V


Pedro Rodríguez

En este bienio 1934-1936, tan absorbente, Josemaría Escrivá no paraba de escribir.

De sus diarios, de sus guiones de meditación, de sus cartas, de sus instrucciones, de su predicación en última instancia, saldrían, pasados los años, diversos tipos de libros de gran enjundia espiritual y teológica.

De manera inmediata, lo que escribía eran textos para la formación interna de los fieles del Opus Dei. Destaca entre esos escritos, por su incidencia en la redacción de C, la Instrucción para la Obra de San Rafael, de 9 de enero de 193
En todo caso, durante estos años no hay documentación de la que pueda deducirse que el Autor preparara otro libro de consideraciones o la ampliación del ya publicado en Cuenca.5 (1) .

 

 

En las primera planta de este edificio, en el paseo de La Castellana de Madrid se encontraba, durante
la guerra civil, la Legación de Honduras en España

En la literatura biográfica sobre San Josemaría suele decirse que este tema no reaparece hasta 1938, cuando el Autor llega a Burgos procedente de la zona republicana y reemprende una fuerte acción apostólica entre los jóvenes universitarios del entorno de la Academia DYA, que están en los frentes de guerra.

Sin embargo, una detenida consulta de las fuentes documentales me ha permitido confirmar ampliamente lo que ya se apunta en la Positio de la Causa de Beatificación: que el Autor de C ya lo planeaba y preparaba en Madrid el año 1937 (2) . El servicio tan patente que Cec había prestado a su tarea apostólica –y a la de los jóvenes miembros del Opus Dei de aquellos años treinta– impulsó a su Autor, en medio de la dramática situación que vivían en Madrid durante la guerra civil española, a continuar escribiendo en esa dirección. Este nuevo «periodo redaccional» de lo que sería C se sitúa en los meses de abril-julio de 1937, mientras el Autor estaba refugiado en la Legación de Honduras (3) .

La fuente primera de lo que decimos es el testimonio del propio Autor que, en carta de 5 de mayo de ese año, escribe:

«Algunos ratos me dedico a hacer consideraciones que cristalizan en cuatro líneas tajantes. Pienso que mis hijos y los hijos de mis hijos, han de sacar algún provecho de las elucubraciones de mi pobre caletre. Y, si no, como llevo una doble intención, nada se pierde» (4) .

El estilo y lenguaje del párrafo citado es el de las cartas que escribía durante la guerra para desorientar a la censura. El personaje que representaba en esas cartas es el de un abuelo, con la cabeza ya muy perdida, que escribe a los nietos diciendo cosas sorprendentes... Para los destinatarios, ese lenguaje –muy semejante al que ellos, por la misma razón, usaban en sus propias cartas– era nítido y tenía siempre un punto de humor que hacía especialmente divertida, en medio de tantas penalidades, la correspondencia.

Con todo, si sólo dispusiéramos de este texto no podríamos afirmar rigurosamente que se está refiriendo a un libro que prepara; aunque para los «nietos» era cosa clara que estaba escribiendo «consideraciones» como las del libro del mismo título. Pero el sentido de lo afirmado en esa carta se hace inequívoco en una anotación que Isidoro Zorzano había incluido diez días antes en su Diario, el 25 de abril de 1937. Escribe que, según costumbre, han venido, después de almorzar, Sainz de los Terreros y Miguel Bañón (5) . La conversación giró en torno a lo que habían de hacer para poner en práctica los encargos que Isidoro había recibido ese mismo día de San Josemaría. A continuación Zorzano escribe:

«Hemos hojeado los borradores o fichas que me entregó el Padre esta mañana para otro folleto de consideraciones» (6) .

No puede ser más clara la información. Zorzano hacía visitas muy frecuentes –en aquel mes al menos dos veces por semana– a la Legación de Honduras para llevar correo al Fundador del Opus Dei y recibir instrucciones (7) : cartas y, si era posible –no siempre lo era, porque no lo permitían las autoridades de la Legación–, charlar con él e informarle de palabra. Ese día, 25 de abril, pudo conversar largo con San Josemaría, que le explicó cómo habían de reclamar ante el Gobierno de la República –con toda urgencia– la indemnización por la incautación de la Residencia de Ferraz 16 (8) .

Fue entonces cuando le dio el material que nos interesa: unos «borradores o fichas» conteniendo futuros nuevos puntos de C. Si se toma a la letra la información de Zorzano, el Autor proyectaba no propiamente una reedición aumentada del libro anterior, sino «otro» texto, del mismo género, que había dado óptimo resultado. La rápida anotación de Isidoro no decide la cuestión.

Tenemos, pues, que diez días antes de la comunicación del Autor en su carta a Valencia, Isidoro y el grupo de Madrid disponía ya de una pequeña colección de textos del futuro libro. No sabemos el número de esas octavillas: técnicamente estamos ante los primeros pasos del «borrador» de C.

Por lo que dice Zorzano parece como si el Autor les mostrara efectivamente unos «borradores» para ver qué les parece. Lo mismo haría al año siguiente en Burgos, cuando los daba a leer a los que vivían con él. La realidad es que esos textos son –y así lo reciben ellos– para la oración personal del grupo. Esta entrega de las nuevas «consideraciones» a Isidoro parece inscribirse en un plan que San Josemaría se había trazado en la Legación de Honduras para mantener desde allí la formación y vida espiritual de los fieles del Opus Dei, que no debía interrumpirse ni siquiera en las circunstancias excepcionales de la guerra. En efecto, ya unos diez días antes había pasado a Isidoro amplios extractos de seis meditaciones que había dirigido al grupo refugiado en la Legación. Zorzano lo había anotado puntualmente en su Diario:

«Manolo ha almorzado conmigo; con este motivo, hemos estado leyendo unas cuartillas que el Padre me entregó hace varios días y que son el compendio de las meditaciones que realizan en común en la legación. He quedado en llevárselas a Bañón; Manolo y Albareda (9) se pasarán por mi casa a leerlas y con Vicente (10) las comento, ya que no conviene se las lleve»(11).

Estas meditaciones, que transcribía Eduardo Alastrué (12) , tienen una gran importancia a la hora de situar las «fuentes» inmediatas del texto de C y de ellas nos ocuparemos después detenidamente (13) . Baste ahora decir que San Josemaría las hacía circular de manera simultánea a las «octavillas» de que hablamos, que son no ya «fuente», sino «borrador» de C. Volvamos, pues, a éstas, que continuaba redactando en su refugio.

El tema de las nuevas consideraciones no vuelve a aparecer en las cartas que el Autor escribe desde la Legación, pero la producción continuaba en las semanas siguientes, según se desprende del Diario de Isidoro:

«El Padre me entregó una carta para Pedro (14) , más octavillas y un célebre dibujo esquemático de Juanito»(15)

Así cinco días después: el 30 de abril. Las octavillas o fichas son también aquí, con toda probabilidad, nuevas consideraciones redactadas posteriormente por el Autor. Lo corrobora Sainz de los Terreros, que ese mismo día por la tarde escribe a San Josemaría:
«Ah! todas las tardes, aquí en Serrano, leemos sus hojas, u octavillas, pasando media hora, que viene muy bien»(16) .

El 9 de mayo hay una nueva remesa y la correspondiente anotación en el Diario:

«El Padre me ha entregado un sobre con cuartillas(17) , octavillas y unas líneas de Juan; hemos quedado en volver por la tarde. […] Esta tarde ha coincidido con nosotros Albareda; se han quedado haciendo la meditación, mientras Ricardo y yo hemos estado en la Legación; el Padre no se encuentra bien; se ha levantado de la cama para estar con nosotros»(18) .

En el Diario de Zorzano no se vuelve a aludir a fichas u octavillas cuando describe el material que le entrega el Autor en la Legación de Honduras. Lo cual tampoco indica necesariamente que no hubiera nuevas entregas. Sucede aquí lo mismo que con las meditaciones que transcribía desde su memoria Eduardo Alastrué: que al hacerse habitual la entrega, dejan de anotarse. En todo caso las notas de Zorzano certifican de manera fehaciente la existencia de una actividad redaccional del Autor en Madrid durante la guerra y una primera «distribución» que, por las circunstancias de la época, no podía ser más elemental: fichas manuscritas.

Otro testigo de esta presencia de los futuros puntos de C en el Madrid de la guerra es Tomás Alvira(19) , que sería ilustre maestro de la pedagogía española. Recordando años después su relación con Isidoro Zorzano, escribe:

«En otra ocasión, el mismo año 1937, estuve en su casa [de Zorzano, Serrano 51] y lo encontré con unas octavillas en la mano. Estas octavillas tenían frases escritas por el Padre y de ellas me habló con mucho entusiasmo» (20) .

Mi composición de lugar es que esas octavillas fueron llegando a Isidoro, a partir del 25 de abril, en distintas remesas durante todo el tiempo que el Autor estuvo recluido en la Legación de Honduras (salió el 31 de agosto). Isidoro, después de meditarlas y darlas a conocer a los demás del pequeño grupo de Madrid, las devolvía al Autor (a la Legación) precisamente por su carácter de «borradores». Esas octavillas terminarían llegando hasta Burgos, y fueron parte material del borrador de Camino.

Antes de seguir adelante debemos traer aquí la información que ofrece Juan Jiménez Vargas, que estuvo también refugiado en la Legación de Honduras y fue testigo inmediato de esta actividad redaccional. A raíz de la muerte del Autor de C escribió:

«El Padre se dedicaba [en la Legación] a escribir. En aquellos días se escribió gran parte de lo que luego se publicaría en Camino. Alguna vez nos leía y comentaba algún punto, en que se veía reflejada su inspiración sobrenatural y una parte de su experiencia sacerdotal. Recuerdo que el P. Recaredo Ventosa, un religioso de los Sagrados Corazones refugiado en la Legación, con el que el Padre se confesaba regularmente en aquellos meses, se admiraba de aquellas ideas que consideraba la consecuencia lógica del espíritu de filiación divina del Padre» (21) .

Es el momento de adelantar que el borrador autógrafo de C (Msb, abreviatura de «manuscrito de Burgos») está compuesto por más de 550 octavillas que contienen los nuevos puntos que se agregarán a los de Cec para formar el libro que lleva como título definitivo C.

¿Qué parte de C debe ser situada en el «período redaccional» de la citada Legación? ¿Podemos identificar las fichas en cuestión? Podemos, en muy buena parte, gracias a la documentación que se ha conservado.

Las principales fuentes a estos efectos, aparte de los Diarios hasta ahora citados, son las siguientes:

a) Ante todo, un breve documento, que ya hemos mencionado (22) , de excepcional valor para nuestro tema. Se trata del pequeño Cuaderno de apuntes íntimos que el Autor llevaba durante su estancia en la Legación. De este Cuaderno de hojas numeradas en el anverso se conserva una mínima parte: las hojas 23 a 26, que cubren del 5 al 28 de mayo (23) . Precedían, pues, otras 22 hojas (numeradas), sin duda también con apuntes íntimos del Autor (24) .

No parece en cambio que continuara después de la hoja 26, que es, en la estructura de encuadernación, la última, a la que sigue una hoja de papel más grueso y la cubierta posterior del cuaderno (25) . Si esas hojas se perdieron o el Autor prefirió romperlas –me inclino por este último supuesto–, no lo sabemos. En todo caso, el cuadernito pertenece, sin duda, al bloque de documentos que al salir de la Legación se entregaron a la madre del Autor para que los conservara, como efectivamente hizo y se recuperaron al terminar la guerra civil.

Estas páginas responden totalmente al género de los Cuadernos que ya conocemos, en el que se entremezclan pequeñas noticias de la vida cotidiana y profundidades de la intimidad con Dios, junto con esas piezas «autónomas» que constituyen futuros puntos de C. Con esta peculiaridad: que ese pequeño conjunto de textos es testimonio del sufrimiento interior que embargó el alma de San Josemaría en aquellos meses, una auténtica noche oscura del alma, que, según los testigos (26) , externamente apenas se traslucía. En esas pocas páginas que se conservan se contienen literalmente siete futuros puntos de C (27) .

b) La correspondencia que salía desde la Legación para Zorzano y los demás miembros de la Obra, especialmente las cartas del Autor, que se conservan en una más que notable proporción(28) .

c) La predicación, casi diaria, de San Josemaría al grupo de miembros del Opus Dei refugiados en la Legación, recogida y transcrita sintéticamente: se conservan cincuenta de esas piezas, que se describen más adelante(29) .

Estos dos grupos b y c –sobre todo este último, por tratarse de predicación–, muestran una notable afinidad temática y literaria con determinados puntos de C. Esto, unido al estudio del papel, de la tinta, de las «octavillas», permite establecer con fundamento la hipótesis de qué textos fueron los redactados en la Legación de Honduras. Casi 100 puntos de C proceden, a nuestro parecer, de otras tantas octavillas redactadas allí. El pequeño bloque de fichas debió pasar a Burgos con el Autor y sus acompañantes. En este bloque hemos distinguido (30) , a su vez, dos series, que en nuestro Comentario se designan así: la primera, Lh (Legación de Honduras) y la segunda, Lhz (Legación de Honduras: Zorzano). Esta última es una serie de 25 fichas numeradas del 1 al 25 –con números de tamaño minúsculo– en el ángulo inferior izquierdo de cada ficha: podría ser el primer conjunto de «consideraciones» que el Autor de C entregó a Isidoro Zorzano en la Legación.


1. Texto autógrafo del Autor en AGP, sec A, leg 48, carp 2, exp 1; ejemplares a máquina en la misma carpeta. Citada: Instrucción, 9-I-1935 y el número marginal del texto impreso. En el ejemplar autógrafo se lee en la primera página: «Hoy, 15 de noviembre de 1935, me devuelve el P. Sánchez estas notas. JM». Texto impreso en AGP, sec A, leg 48, carp 3.

2. «Anche durante la guerra civile il Servo di Dio continuò ad annotare pensieri e considerazioni. Sia quando si trovava a Madrid, sia nel periodo di Burgos, dove riuscì infine a ordinare il materiale e a completarlo nei 999 punti di Cammino» (Positio super vita et virtutibus. Biographia documentata, Roma 1988, pg 630).

3. El 14 de marzo de 1937 varios miembros del Opus Dei, junto con San Josemaría, obtuvieron asilo en el Consulado de Honduras, Paseo de la Castellana, 51, que era también residencia de D. Pedro Jaime de Matheu Salazar, diplomático salvadoreño (Diario de Isidoro Zorzano, 14-III-1937). Esperaban encontrar allí facilidades para pasarse a la zona nacional. De hecho no las encontraron. —Un relato detallado de los meses vividos en la Legación de Honduras, en Vázquez de Prada, II, pgs 62-124.

4. Carta de Josemaría Escrivá a los fieles del Opus Dei en Valencia, Madrid 5-V-1937; EF 370505-4.

5. Miguel Bañón Peñalba (1913-1983). Natural de Madrid y médico de profesión, frecuentó la Residencia DYA de la calle de Ferraz, donde conoció y trató al Autor. La guerra le sorprendió en Madrid y mientras el Fundador del Opus Dei estuvo en la capital de España mantuvo contacto con él por medio de Isidoro Zorzano.

6. Diario de Isidoro Zorzano, 25-IV-1937; el subrayado es mío. Terreros anota en su Diario personal (casi telegráfico): «Compré 5 Kg. habas. A las 4 a casa de Isidoro con Miguel (hojas) y nota sobre notario (mucho quehacer)» (Manuel Sainz de los Terreros, Agenda diaria, 3ª parte: Del domingo 30 de agosto de 1936 al miércoles 6 de octubre de 1937. Anotación del 25-IV-1937; AGP, sec A, leg 4, carp 2, doc 9). Las «hojas» son las octavillas de consideraciones.

7. «No vengas a diario. Ven cada dos días, a no ser que haya alguna cosa urgente [Este párrafo está tachado en la carta] Todos me dicen que te diga que vengas cuando quieras» (Carta de Josemaría Escrivá a Isidoro Zorzano, Madrid 24-V-1937; EF 370524-1). Álvaro del Portillo escribe: «Dos veces a la semana se le permitía la entrada en la casa» (Relato testimonial, octubre de1944; IZL, sec T, exp 94).

8. Pocos días antes de comenzar la guerra civil, la Academia-Residencia se había trasladado de Ferraz 50 a otro inmueble de la misma calle, el nº 16, que reunía condiciones mejores y permitiría una ampliación de la labor con los estudiantes. La casa fue incautada por la CNT, que instaló allí la sede de una «de las checas más tristemente célebres por su actividad represiva» (Javier Cervera, Madrid en guerra. La ciudad clandestina, 1936-1939, Alianza editorial, Madrid 1998, pg 62). Allí estuvo la checa hasta el 16 de noviembre de 1936, en que por la proximidad del frente se trasladó a Serrano 14. Ferraz 16 fue saqueada en diversas ocasiones. También fue bombardeada por las fuerzas que asediaban Madrid.

9. José María Albareda Herrera (1902-1966) nació en Caspe (Zaragoza). Catedrático de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid, intervino activamente en la fundación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, del que fue Secretario General hasta su fallecimiento. Rector después de la Universidad de Navarra, se ordenó sacerdote en diciembre de 1959. Había conocido al Autor en 1935, presentado por don Sebastián Cirac. El 8 de septiembre de 1937 se incorporó al Opus Dei. En octubre de ese año salió de Madrid, para pasar a la zona nacional, a través de los Pirineos, junto con San Josemaría. Durante el resto de la guerra, residió con frecuencia en Burgos, teniendo un trato habitual con el Autor de C. Vid Enrique Gutiérrez Ríos, José María Albareda. Una época de la cultura española, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1970.

10. Vicente Rodríguez Casado (1918-1990), nacido en Ceuta, Doctor en Filosofía y Letras, catedrático de Historia Moderna en las Universidades de Sevilla y Complutense de Madrid, Fundador de la Universidad Hispanoamericana de Santa María de la Rábida, conoció al Autor en 1935, en la Residencia DYA, de la calle de Ferraz. Se incorporó al Opus Dei en 1936. Durante el primer año de la guerra civil estuvo refugiado en la Legación de Noruega y mantuvo el trato con el Fundador del Opus Dei a través de Isidoro Zorzano. En octubre de 1938, logró pasar a la zona nacional, llegando a Burgos y reanudando el trato personal con San Josemaría. Vid Fernando Fernández (dir.), El espíritu de La Rábida. El legado cultural de Vicente Rodríguez Casado, Unión Editorial, Madrid 1995.

11. Diario de Isidoro Zorzano, 18-IV-1937. Terreros –el Manolo citado por Isidoro– escribe ese día: «Comí en casa Zorzano, leí carta y cuartillas Mariano (formidable)» (Diario citado, 3ª parte: anotación del 18-IV-1937; AGP, sec A, leg 4, carp 2, doc 9). Mariano, su cuarto nombre de bautismo, fue el nombre que el Autor empezó a usar para firmar sus cartas a los fieles del Opus Dei. Continuó con esta costumbre hasta su muerte. En la guerra civil, por razón de la censura, era uno de los nombres con que se referían a él en papeles y cartas.

12. Eduardo Alastrué del Castillo (1913-1991), natural de Alcañiz (Teruel), ingeniero de Minas y catedrático de Geodinámica Externa en la Universidad Complutense desde 1969; antes, desde 1944, fue catedrático de Geología en Sevilla y en Zaragoza. Conoció al Autor en 1934, en Madrid, en la Residencia DYA, de la calle Ferraz, asistiendo a las clases de formación cristiana, dadas por San Josemaría. Durante la guerra, estuvo refugiado en la Legación de Honduras, donde coincidió unos meses con el Fundador del Opus Dei, hasta que éste dejó la Legación, el 31 de agosto de 1937.

Durante esos meses tuvo el encargo de transcribir las meditaciones predicadas por el Autor a los que le acompañaban en aquel refugio. En octubre de 1938 logró pasar a la zona nacional, a través de las líneas del frente, en Guadalajara, junto con Álvaro del Portillo y Vicente Rodríguez Casado, volviéndose a encontrar con el Fundador en Burgos.

Acabada la guerra, y hasta 1944 tuvo un trato casi diario con el Autor, pasando a ser más esporádico desde esa fecha, por su traslado a Sevilla. Declaró como testigo, en 1981, en el Proceso Cognicional celebrado en Madrid.

13. Vid infra § 7, 3, c.

14. Se trata de la Carta de Josemaría Escrivá a Pedro Casciaro, Madrid 29-IV-1937; EF‑370429‑1. ―Pedro Casciaro Ramírez (1915-1995), nacido en Murcia. Doctor en Derecho Canónico y en Ciencias Exactas. Conoció al Autor en enero de 1935, en Madrid, en la Academia Residencia DYA, de Ferraz 50. Se incorporó al Opus Dei en noviembre de 1935. Al comenzar la guerra se encontraba en Alicante, volviendo a encontrarse con San Josemaría en octubre de 1937, en Valencia. Le acompañó en el paso a la zona nacional por el Pirineo, siendo destinado por la autoridad militar a las pocas semanas a Burgos, donde convivió en el mismo domicilio que el Autor durante unos ocho meses. Se ordenó sacerdote en 1946. En 1948 partió hacia México –donde murió– para comenzar la labor apostólica del Opus Dei en tierras americanas.

   15. Diario de Isidoro Zorzano, 30-IV-1937. El subrayado es mío. «Juanito» es Juan Jiménez Vargas, que compartía el encierro en la Legación. ―Natural de Madrid, médico, catedrático de Fisiología, en la Universidad de Barcelona (julio de 1942), y en la Universidad de Navarra (1954), Jiménez Vargas (1913-1997) conoció al Autor en 1932. En enero de 1933 se incorporó al Opus Dei. A partir de esta fecha tuvo trato frecuente con el Fundador del Opus Dei, especialmente al estallar la guerra civil española, pues le acompañó en los distintos lugares donde tuvo que refugiarse en Madrid, y también en su paso a la zona nacional, desempeñando un papel capital en este viaje. Llegados a la otra zona de España, se incorporó al frente, manteniendo con el Autor intensa correspondencia y teniendo algunos encuentros en Burgos y en Teruel. Sus escritos y testimonios sobre el Autor de C son de gran importancia histórica.

16. Carta de Manuel Sainz de los Terreros a Josemaría Escrivá, Madrid 30-IV-1937; AGP, sec N-2, leg 146, carp C, exp 3; la cursiva es mía. En Serrano 51 vivía Isidoro Zorzano.

17. «Cuartillas». En la terminología del Diario, las cuartillas pueden ser tanto cartas (para enviar a los destinatarios) como meditaciones de San Josemaría. No siempre es seguro el significado. En este caso son muy probablemente las cartas que el Autor escribió la víspera a Sainz de los Terreros y al propio Zorzano (Madrid 8-V-1937; EF 370508‑1 y EF 370508‑2). La colección de meditaciones salta desde el 12 de abril al 11 de mayo. No es de suponer, por tanto, que estas cuartillas fueran meditaciones. Más adelante la entrega de meditaciones llega a ser casi diaria y Zorzano ya no las anota.

18. Diario de Isidoro Zorzano, 9-V-1937. El subrayado es mío.

19. Tomás Alvira Alvira (1906-1992) nació en Villanueva de Gállego (Zaragoza). Doctor en Ciencias, catedrático de Instituto y Director del Instituto «Ramiro de Maeztu», de Madrid. Conoció al Autor en septiembre de 1937, presentado por José María Albareda. Asistió al curso de retiro ambulante que Josemaría Escrivá predicó entonces en Madrid, y poco después le acompañó, a través de los Pirineos, en el paso a la zona nacional. Desde entonces mantuvo un trato asiduo con Josemaría Escrivá. Fue supernumerario del Opus Dei desde 1947. Cfr Antonio Vázquez, Tomás Alvira: una pasión por la familia, un maestro de la educación, Palabra, Madrid 1997.

20. Tomás Alvira, Relato testimonial, Madrid 5-I-1948; IZL, sec T, exp 199. El subrayado es mío. Zorzano había conocido a Alvira en casa de Albareda a finales de junio de ese año: «Me he alegrado de haber ido, porque, cuando llegué estaba haciendo la meditación con un amigo suyo, Tomás Alvira, que le ha pillado el movimiento [la guerra civil] haciendo los cursillos para cátedras de Instituto, precisamente del mismo ramo que Albareda –Agricultura–. Le he tanteado un poco y ha respondido admirablemente» (Diario de Isidoro Zorzano, 28-VI-1937). En el Diario dice por vez primera que Alvira fue a su casa el día 3 de agosto. La segunda vez es el día 14. También está anotada una visita el 9 de septiembre, habiendo ya salido San Josemaría de la Legación de Honduras.

21. Juan Jiménez Vargas, Relatos testimoniales, XI. El subrayado es mío. Por lo que dice Vargas, se ve que el Autor daba a leer estas consideraciones también a este sacerdote refugiado, el P. Recaredo Ventosa García (1900-1993), religioso de los Sagrados Corazones, ordenado presbítero en 1925. Licenciado en Ciencias Naturales, fue profesor de esta disciplina durante muchos años en el Colegio Nuestra Señora de la Paz, de Torrelavega (Cantabria). San Josemaría se confesaba semanalmente con él en la Legación. Sus recuerdos están recogidos en Testimonios sobre el Fundador del Opus Dei, 1994, pgs 419-424.

   22. Vid § 3, nt 4. Fue incluido por Mons. del Portillo en la edición de Apínt.

23. El original se encuentra en AGP, sec A, leg 47, carp 2, exp 7. Su transcripción está en Apínt, nn 1374 a 1394. Álvaro del Portillo lo describe así: «Hay en el Archivo unas notas escritas por el Padre en la Legación de Honduras. Las empezó a escribir en abril de 1937. Están numeradas, pero faltan las 22 primeras, de tal manera que se comienza en la página 23. Hay, además, dos octavillas sueltas. En la primera de estas octavillas sueltas, hay una lista de veinticinco nombres, casi todos de miembros de la Obra, que nuestro Padre escribió para encomendarlos nominalmente. Después hay dos listas más, de chicos de S. Rafael, escritas respectivamente por mí, la primera, y por Juan Jiménez Vargas, la segunda. Llevan estas listas las fechas de los días 9 y 10 de abril de 1937. Al inicio de este grupo de octavillas, nuestro Padre ha escrito: Las releo, por primera vez, hoy. Roma, 2 de septiembre, 1968» (Apínt, nt 1016). Debo agregar que estas octavillas, de las que habla Mons. del Portillo, son dos hojas sueltas –arrancadas- del mismo Cuaderno.

24. La primera de las que se conserva, la hoja 23, comienza con una frase partida, que enlaza a ojos vista con el texto (perdido) de la hoja 22. Se trata del futuro p/43 de C. Juan Jiménez Vargas, en su Relato del 77, pg 17, hace una interesante rememoración a propósito del p/697: «En los meses que estuvimos en la Legación de Hondu­ras, nuestro Padre en más de una ocasión, en tertulias o en meditaciones o círculos, hizo comentarios de este tipo. Me parece que este punto concreto nos lo dio a leer en uno de los cuadernos donde iba tomando las notas que luego salieron en Camino» (la cursiva es mía). El p/697 no está en las hojas que restan del Cuaderno de Honduras. Es muy posible que estuviera en las hojas que faltan. —El que llamamos Relato del 77 es un documento escrito en Pamplona, 1977, en el que su autor reúne sus recuerdos sobre el origen redaccional de algunos puntos de C. Se guarda en AGP, sec A, leg 54, carp 3, exp 7.

25. En el dorso de la hoja 26 se contiene la última anotación, que está perfectamente acabada y el resto de la página en blanco.

26. Cfr Álvaro del Portillo en sus anotaciones a los Apínt del Fundador, citadas en com/95 y 151.

27. Son los únicos que se pueden asignar con absoluta seguridad a la fase redaccional de Honduras. Interesante notar que la primera entrega a Zorzano de «borradores» es de 25 de abril, diez días antes de las anotaciones del cuadernito que se conservan. Mi composición de lugar es que en las 22 hojas precedentes estaba incluido, al menos, el manojo de fichas que dio a Isidoro ese día. Me inclino a pensar que Escrivá, en la Legación, procedía como en Madrid: escribía primero las consideraciones en su Cuaderno.

28. En la Legación no se llevaba Diario. Zorzano lamenta que Juan Jiménez Vargas, que hacía el Diario del Opus Dei en Madrid hasta el 28 de febrero de 1937 (original en AGP, sec A, leg 2, carp 5, exp 3-5), en que le sustituyó el propio Zorzano, no lo continuara dentro de la Legación de Honduras: «Creo que Juan no hace el diario de la vida en la Legación; es lástima, porque resultaría muy interesante; dice que son todos muy cotillas y porteras y es claro que, con esa vecindad, tenía motivo para sabrosos comentarios» (Diario de Isidoro Zorzano, 23-IV-1937). El Diario personal de Sainz de los Terreros, que no vivía en la Legación y trabajaba en la cárcel de San Antón, tiene un interés mucho menor, pues para nuestro asunto es deudor de la información que le daba Zorzano. Está en AGP, sec A, leg 4, carp 2, doc 9.

29. Vid § 7, 3, c.

30. Vid § 7, 2 (cuadro sinóptico).