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Cómo se hizo
La redacción de Camino en Burgos (1938-39) VI

La redacción de Camino en Burgos (1938-39). VI

Pedro Rodríguez

1. La elaboración del texto

a. De Pamplona a Burgos

 

El día 31 de agosto de 1937 Josemaría Escrivá salió de la Legación de Honduras con la idea de preparar las cosas para evadirse de la zona republicana .

La aventura y el drama de la evasión –similar en tantos aspectos a la que vivieron muchos españoles en aquellos años de guerra civil– le condujo, junto con un grupo de miembros del Opus Dei y otros amigos , a través de los Pirineos, primero a Andorra; luego, pasando por S. Gaudens y Lourdes, a Irún, Fuenterrabía y San Sebastián, a

 

Vista de Burgos, con el Río Arlanzón desde la ventana del Hotel Sabadell, donde se alojó San Josemaría en Burgos y últimó
la redacción de Camino.

donde llegó con los demás del grupo el 11 de diciembre de 1937. El 17 se traslada a Pamplona para hacer lo que más deseaba: un retiro espiritual en total soledad, lo que fue posible gracias a la hospitalidad de su gran amigo el salesiano don Marcelino Olaechea, Obispo de Pamplona . Ese mismo día comenzó su retiro, que duró hasta la noche de Navidad.

Los acompañantes de San Josemaría fueron inmediatamente «incorporados» y la mayoría repartidos por los cuarteles de instrucción y los frentes . Terminado el retiro espiritual, los días de Pamplona se prolongaron hasta el 7 de enero, «coaccionado» por Mons. Olaechea, que quería retenerlo junto a sí . Pero don Josemaría había visto muy claro en su retiro que tenía que ponerse inmediatamente al trabajo para el que Dios le llamaba. Para ello debía situarse en Burgos, punto de paso obligado –por su situación geográfica y por estar allí la capital provisional– para los que estaban en los distintos frentes y destinos militares; y para él, un buen punto de partida para los frecuentes viajes que había decidido emprender: no quería esperar a que la gente viniera; quería buscarlos sobre el propio terreno... Le urgía reconectar con toda aquella juventud que había tratado intensamente en los años de la Academia DYA, y ver la manera de mantener y avivar en ellos el ideal de vida cristiana, tan amenazado por el terrible conflicto bélico y las difíciles circunstancias –espirituales, morales, humanas– en que estaba envuelto.

Escrivá llegó a Burgos el 8 de enero del 38. Le esperaban dos de los compañeros del paso de los Pirineos: Albareda y Jiménez Vargas. Este último salió inmediatamente para el frente de Teruel. Josemaría Escrivá se hospedó en la pensión donde vivía Albareda, en la calle Santa Clara . No mucho después se incorporaban al Cuartel del General Orgaz, en Burgos, los que habían quedado en el cuartel de Pamplona: Francisco Botella , que llegó primero, y más tarde Pedro Casciaro . El Autor, desde la pensión en que vivían, comenzó a desarrollar una actividad incansable : estudiar e investigar (su tesis doctoral sobre la Abadesa de las Huelgas) y, sobre todo, la actividad pastoral, centrada en la atención a los primeros fieles del Opus Dei y a la juventud universitaria en general: charlas y conversaciones de dirección espiritual con los que venían a Burgos, viajes para hablar con los que no venían, una continua correspondencia con más de doscientos estudiantes y profesores . A la vez atendía a chicas jóvenes y a señoras en Burgos . Y, junto a esto, predicación y retiros espirituales donde se terciara: sacerdotes, religiosas, Acción Católica, Propagandistas, Institución Teresiana, etc. Éste era el clima en que se forjaba Camino.

Tres domicilios tuvo el Autor en Burgos: primero, como dije, una pensión en la calle Santa Clara 51 . El 29 de marzo ya estaban viviendo en el Hotel Sabadell, un hotel modesto, pero digno, frente al Arlanzón, calle Merced 32, donde residieron la mayor parte de su estancia en aquella ciudad. Finalmente, al trasladarse Albareda a Vitoria y Casciaro a Calatayud –nueva sede del Cuartel General de Orgaz–, el Autor y Francisco Botella pasaron a vivir –desde el 13 de diciembre– en un par de habitaciones alquiladas en una pensión de la calle Concepción 9. Aquí estuvo alojado hasta el 27 de marzo, ya al final de la guerra, en que salió para Madrid . Y aquí, en la calle Concepción, es donde tendría lugar la definitiva redacción de C, ya comenzada en el Hotel Sabadell. Y así, dos estudiantes de Matemáticas y Arquitectura –Casciaro y Botella– y un joven profesor de Edafología –Albareda– van a ser, a través de sus cartas y del Diario de Burgos , en cuya redacción los tres se turnaban, la fuente más importante para conocer la historia de la redacción del libro .

b. Comienza la redacción

¿Qué sabemos, pues, de este tema, en la época de Burgos? El Autor, como hemos visto, tenía la idea de ampliar Cec al menos desde su estancia en la Legación de Honduras. Sin embargo, hasta muy entrado el año 1938, no hay documentos que hablen del proyecto. Nos encontramos, para esta fase de Burgos, en situación semejante a la que ya pudimos conocer en relación con Cec antes de la guerra civil: el Autor no deja el menor rastro del tema en sus Apínt, ni en su correspondencia . Sólo cuando esté en fase muy avanzada el trabajo –prácticamente terminándose–, se encuentra alguna alusión en sus cartas. Lo mismo sucede en la correspondencia de los que convivían con él en Burgos y en el Diario que escribían: hasta las fechas que diremos –muy avanzado el año–, ni una palabra sobre el libro.
Naturalmente esto no significa que el Autor no estuviera escribiendo «consideraciones»; trabajaba con el estilo de trabajo tan peculiar que tenía la preparación de C: un libro que, como ya hemos ido viendo, surgía al correr de los días, y no tanto del propósito de escribirlo como de la realidad cotidiana de la vida espiritual y apostólica de su Autor, de su meditación del Evangelio, que quedaba prendida en notas, pequeñas fichas, apuntes de agenda, guiones de predicación.
Las primeras noticias documentales en la línea del «proyecto» de libro me parece encontrarlas en dos notas del Autor escritas en un cuadernito que hacía las veces de agenda y que deben datarse en julio de 1938 . El «marco general» de esas anotaciones es la hoja 1ª del cuaderno. El Autor la escribió con letra casi caligráfica: normativa, podríamos decir. Comienza con estas dos expresiones:
«Non est amor nisi AMOR!
Ut jumentum!...».
A continuación, en cinco líneas, una breve memoria de las estaciones del Via Crucis:
«1.Condenado.       2.La Cruz.                            3.Prª Caída.
4. Su madre.            5. Cirineo.                             6. Verónica.
7.Segª Caída.          8.Hijas de J.                         9.Terª Caída.
10.Expolio.              11.Enclavado.                     12.Muerte.
13.Piedad.               14.Sepultura».
Debajo, un pensamiento que está en la base del p/171 de C:
«¡El Amor bien vale un amor!».
Finalmente un conjunto de tareas de diversa entidad y naturaleza:
«1) Adición al Misal. 2) Nota Pepis. 3) María, Pedro, Pablo, Juan. M[iguel]. G[abriel]. R[afael]. 4) Comentarios. 5) Lectura despaciada del N.T. 6) Meditaciones. 7) Cursillos. 8) Huelgas» .
Estas anotaciones parecen las típicas de la primera hoja de una agenda, que se estrena en la presencia de Dios y a su servicio, y recoge el mensaje y síntesis del cuaderno anterior a la hora de comenzar el nuevo. De ahí que, en contraste con las anotaciones subsiguientes, tenga esa cuidada caligrafía, propia no de un apunte provisional sino de algo muy abarcante y pensado.
En el marco de esta primera hoja hay que considerar las dos anotaciones referentes al trabajo sobre C. Se encuentra la primera en la hoja 2 del Cuadernito, dentro de un plan esquemático de objetivos que el Autor califica de «trabajo inmediato»:
«Trabajo inmediato: 1/ Correspondencia al día. 2/ Devocionario litúrgico. 3/ Meditaciones. 4/ Consideraciones. 5/ Comentarios. 6/ Fichas de cartas. 7/ id. para libros» .
Esta anotación tiene para el estudioso el valor de ver el proyecto de C –que casi hasta el final figurará con el título antiguo, abreviado– designado formalmente por el Autor en julio del 38 como una de sus tareas inmediatas. Los nn. 6 y 7 de su plan son muy importantes para nuestra investigación. El nº 6 indica a mi entender su decisión de releer la abundante correspondencia recibida hasta entonces y redactar fichas que recojan tantos aspectos de la batalla por servir a Dios que se reflejan en esas cartas: el intercambio epistolar de esta época va a ser, en efecto, una de las fuentes características de la fase redaccional de C en Burgos. El nº 7 alude a sacar fichas para los libros que proyecta y que figuran entre los objetivos. Consideraciones aparece en cuarto lugar. Antes ha nombrado un Devocionario litúrgico (nº 2) –del que volveremos a hablar– y después, en quinto lugar, unos Comentarios, que sabemos por otras fuentes que eran comentarios del Santo Evangelio. Las Meditaciones de que se habla en el nº 3 no pienso que sean un proyecto de libro, sino la preparación de la predicación para las tandas de EjEsp –una de ellas para sacerdotes– que predicaría no mucho después en Vitoria y Vergara. De hecho fueron el «trabajo inmediato» que realizó, trasladándose para ello a Ávila del 8 al 14 de agosto. Los guiones de aquellos EjEsp serán una fuente importante para la redacción final de Camino.

Precediendo a todo, entra en su plan tener al día aquella inmensa correspondencia que entraba y salía del Hotel Sabadell y que incluía la preparación de una carta mensual multicopiada, llamada «Noticias», en la que hacía llegar, a todos, eso: noticias de unos y de otros . Los libros proyectados, lo mismo que la correspondencia, todo estaba focalizado en un único objetivo: ofrecer a aquella juventud el panorama del seguimiento de Cristo en medio del mundo y una guía para llevarlo a la práctica.
El segundo apunte del cuadernito referente a la preparación de C es una anotación rápida y sobre la marcha, casi telegráfica; dice:

«Sacar fichas de cartas y apuntes» .

Entiendo la anotación como un subrayar los puntos 6 y 7 del plan de trabajo: «fichas de cartas» y «fichas para libros». Lo primero –las fichas de cartas– ya sabemos lo que es. Los «apuntes» de que habla en la misma anotación estimo que son eso: brevísimas notas –a veces un par de palabras– que tenía diseminadas por cuadernos, agendas, cuartillas, etc. El Autor de Camino, ve que se le acumula material –oración, labor apostólica, experiencias propias y ajenas–, que debe ser transformado en «consideraciones» concretas y en material para los libros que proyecta. Esos «apuntes» me parecen algo paralelo a la «cuartilla» del bolsillo de la sotana, de que nos hablaba antes de la guerra.

Con todo, la dedicación del Autor a la preparación del libro en Burgos –ya lo hemos apuntado– era hasta entonces una actividad colateral, en ratos sueltos: notas de agenda, apuntes en la oración, fichas. Y, cada cierto tiempo, hacer recuento de las octavillas redactadas, agruparlas por materias, corregirlas. El Autor de C, en lo que estaba metido hasta el fondo y de lo que hablaba en su correspondencia y con los fieles del Opus Dei que le acompañaban, no era de libros sino de almas. En estos primeros meses de Burgos, y en medio de aquella guerra fratricida, todas las energías del Fundador estaban concentradas en lo que era para él explícita voluntad de Dios: hacer el Opus Dei y, para ello, reconstruir el «pusillus grex» disperso, atender a unos y a otros, animar, exhortar, servir como el Buen Pastor. Digo esto porque, en estas fechas, del proyecto de libro no se habla para nada en esa correspondencia ni tampoco –lo que es más significativo– en el Diario que, por indicación de San Josemaría, día tras día iban escribiendo (señal de que el Autor no les habla del tema).

Mi impresión, a la vista de la documentación disponible, es que el Autor continuaba trabajando, como hasta entonces, en lo que sería C –redactando consideraciones y, de vez en cuando, ordenándolas – hasta que, en un determinado momento, se mete a fondo con el libro. Esta decisión «operativa» hay que situarla en el último mes del Hotel Sabadell –noviembre y primera mitad de diciembre del 38– y tiene un crescendo, ya en la pensión de Concepción 9, en torno a Navidad y Epifanía y su culminación el 22 de enero del año 39. El 2 de febrero pone la fecha al libro ya mecanografiado. El gran estirón en la redacción de C coincide, pues, con el traslado desde el Hotel Sabadell a la pensión citada.

c. «Una nueva edición aumentadísima»

En todo caso, el primer documento que nos habla de Josemaría Escrivá trabajando en C es una página del Diario de Burgos, escrita por Pedro Casciaro y fechada el 25 de noviembre de 1938. Anota que «todos estos días» el Autor trabaja leyendo las cartas recibidas y acotando frases «para él redactar consideraciones espirituales» .

 

Estamos, pues, ante una de las metodologías de redacción que se propuso en julio y sobre la que volveremos en el lugar oportuno. A continuación, Casciaro agrega:
«Tiene pensamiento de publicar para la venta (cuando se pueda) una nueva edición aumentadísima de ‘Consideraciones’ y este ‘cuando se pueda’ parece ser que tendría realidad cuando cobrase lo que en el Ministerio le deben de lo de Santa Isabel» .
Casciaro escribe, es evidente, lo que el Autor les ha contado: su propósito no era escribir un nuevo libro, sino ampliar –notablemente: una «edición aumentadísima»– el de Cuenca y publicarlo con el mismo título . Pocos días después Casciaro se traslada con el General Orgaz a Calatayud y deja de ser testigo directo de la redacción de C, que después de su marcha entra por derroteros de gran envergadura, que veremos a continuación .


La situación del pequeño grupo quedaba así: Albareda estaba en Vitoria desde octubre, atendiendo sus clases en el Instituto, y Casciaro, como dije, destinado en Calatayud. Quedan en Burgos Josemaría Escrivá y Francisco Botella. El Autor de Cve insostenible –económica y humanamente– la nueva situación en el Hotel. Las dos camas que dejaban vacantes los dos que se marcharon tenían que pagarlas o el dueño metía –en la misma habitación– nuevos huéspedes, como efectivamente sucedió. El 10 de diciembre San Josemaría escribe a Albareda:
«Ayer, como sabes, decidí ponerme en campaña para resolver el asunto de la casa. […] Esto no podía seguir así: ni trabajar, ni llevar nuestra correspondencia, ni tener con libertad una visita, ni dejar confiadamente los papeles de nuestros negocios [de la Obra] en la habitación..., ni un minuto de esa bendita soledad que tanta falta hace para tener en marcha la vida interior... Además: cada día gente distinta [en las dos camas vacantes]. ¡Imposible!» .
La «campaña» dio su fruto: apareció el par de habitaciones de la calle Concepción –casa vieja, sin calefacción, sin cuarto de baño– y allí se trasladaron –día 13 de diciembre– el Autor y Botella . Y allí se terminaría el libro proyectado.
Después del fallecimiento de San Josemaría, Botella rememora el estilo de vida en aquellas habitaciones. Él se iba temprano al cuartel y vuelve una vez que ha comido:

«Después de comer nos reunimos en el cuarto de estar a trabajar. Yo quedo encargado de escribir a los de San Rafael, como hacíamos en el Hotel Sabadell. El Padre está terminando los puntos de Camino y pasa enseguida a pasar a máquina todo el material, piensa dejarlo listo para la imprenta pronto» .
Jiménez Vargas da una visión positiva de la casa, en la que estuvo ya en enero:
«Mariano [el Autor] se dedica a escribir intensamente. Esto se va acercando a la normalidad. Ya no estamos en el antipático hotel de antes. En las habitaciones que hay aquí se tiene más independencia para trabajar» .
Álvaro del Portillo y Eduardo Alastrué, que estaban en la Academia de Ingenieros de Fuentes Blancas, a las afueras de Burgos, venían con frecuencia y colaboraban en la redacción del Diario. Eran ocasiones de convivencia intensa con San Josemaría. Botella lo dejó escrito:
«En casa nos espera Álvaro. Hacemos la oración de la tarde juntos. Unos libros que el Padre quiere utilizar son escamoteados por Álvaro, y sustituidos por el Evangelio: el Padre habla. Hemos hecho juntos la oración: ¡qué pocas veces, durante los años de prueba que se pasan, hemos coincidido unos cuantos para ello!» .

d. Objetivo: 999

El crescendo –el «acelerón final»– de la redacción comienza en la tercera decena de diciembre, ya en vísperas de la Navidad. El Diario y las cartas siguen siendo la fuente:
«Álvaro tarda algo en venir, porque ha ido a dejar la maleta en casa de su familia. Se trabaja en silencio. El Padre escribe –no nos quiere enseñar el qué– a máquina. Paco –inútil decirlo– contesta cartas. Yo leo alemán. Viene Álvaro. […] Antes el Padre nos había mostrado algunas fichas con otras tantas Consideraciones para el futuro libro a editar» .

El mismo día Botella escribe a Miguel Fisac:
«Estoy en casa con el abuelo [el Autor], escribiendo estas líneas, mientras él va haciendo menor el número de consideraciones que han de completar una cifra elegida como tope: novecientos noventa y nueve – ¡999!» .
Es la primera vez que aparece en la documentación el número de puntos de C. El Autor acumula octavillas y habrá que pararse en algún momento. Cem (la edición a velógrafo) tenía 333 consideraciones. Decide de nuevo la simbólica espiritual de los números: serán 999. También ahora por amor a la Trinidad, como explicó tantas veces . La decisión hay que situarla, a mi parecer, entre la fecha de esta carta y el recuento de los últimos días de noviembre del que nos ha hablado Casciaro.
El día siguiente a Navidad es el propio Autor de C el que escribe el Diario (Botella había ido a Calatayud a pasar la fiesta con Pedro Casciaro):
«Vida normal. Escribir muchas cartas y recibir pocas, porque los correos del frente están detenidos, para mejor guardar el secreto de las operaciones militares. Paciencia. –Por la tarde, más cartas y unas octavillas para las ‘Consideraciones’. –Acabo el día pensando en la bondad de Dios –sin límites– que me aguanta» .
El tema del libro irrumpe ya habitualmente en las páginas del Diario y en las cartas. ¡Habla de él incluso el Autor...! El Prof. Albareda, que ha venido a Burgos para las vacaciones de Navidad, va a pasar a ser nuestro principal informador sobre la redacción de C en aquellos días. Él es quien escribe el Diario y numerosas cartas. Su escueta información del día 27 es de la máxima importancia para calibrar en qué punto se encontraba entonces la redacción del libro:
«Las octavillas de las Consideraciones aumentan hasta pasar de 999 menos trescientas y pico a 999 menos doscientas y pico» .
La compleja expresión del sabio edafólogo merece ser analizada. Da la impresión de que, al fijar el número de 999 para los puntos de C y hacer el recuento de cuántos llevaba escritos, vio el Autor que le faltaban «trescientos y pico». No sabemos la fecha de ese recuento, pero todo hace pensar que no fue muchos días antes, probablemente al reemprender el trabajo después del traslado a Concepción 9. En el siguiente cómputo, que es el que Albareda anota como noticia, ya sólo faltan «doscientos y pico». En el entretanto el Autor había escrito, pues, unos cien puntos deC.

Pero hagamos otro cálculo, ahora por nuestra cuenta. La edición de Cuenca tenía 435 puntos. Si se fija como cifra convencional para el pico 25, en el primer cómputo el Autor comprueba que le faltan 325 puntos. Es decir, que lleva escritos, además de los de Cuenca, 239 puntos nuevos. Si se tiene en cuenta que en la fase de la Legación de Honduras el Autor pudo escribir unos 100, resulta que en Burgos, antes del crescendo de la calle Concepción, el Autor había escrito unos 139 puntos, repartidos a lo largo de casi un año. Los otros «doscientos y pico», que ahora le quedan, los escribirá en un mes: prácticamente entre el 20-XII-1938 y el 20-I-1939.

Albareda, que sigue redactando el Diario, no oculta su asombro:

«Hoy ha sido considerable el número de consideraciones . La índole de la materia hace impropia la palabra ‘record’. Sigue la llegada de cartas. Hay dos de Juan. Por la tarde, una del Sr. Obispo de Madrid» .

Eran éstos, sin duda, para Escrivá, días intensos de trabajo, pues ha decidido terminar el libro en tiempo breve. Y Albareda el día 30 deja testimonio en el Diario:
«El Padre sigue avanzando en escribir las Consideraciones, que acabará pronto» .
En los días siguientes comenta en sus cartas este gozoso avance, que seguían con gran interés:
«El Padre está escribiendo vivísimas consideraciones que, añadidas a las anteriores, darán un volumen de gran valor y eficacia» .
«El Padre escribe nuevas consideraciones. Formarán un volumen con 999. Tiene otras publicaciones muy provechosas en preparación. Cuando vengas saborearás las consideraciones. [...] Pensamos que llegarás pronto y coincidirás aquí con Ricardo y con Juan» .

También a Isidoro Zorzano, que sigue en Madrid, llega una carta de Albareda con las «claves» habituales:
«El abuelo [el Autor] trabaja mucho, escribe mucho, va a publicar algunos libros de mucho meollo. Está ampliando aquella enjundiosa y modesta publicación, llena de acertadas y prácticas consideraciones sobre la organización de la industria» .

Ya de vuelta en Vitoria Albareda quiere confirmar las noticias que le llegan sobre la marcha del libro. Con fecha 11 de enero escribe al Autor:
«Querido Padre: Llegué bien con D. Emiliano [...] A estas horas unos habrán marchado y otros llegado. ¿Lo de Paco? ¿Faltan 66 consideraciones?» .

e. «Es cosa de días»

Las «doscientas y pico» que faltaban el día 27 se habían reducido drásticamente en menos de quince días. Pero detengámonos un momento para contemplar cómo trabajaba el Autor.
«¿Le ayudó alguien a escribir Camino?». La respuesta a esta pregunta, que le hicieron en un coloquio el año 1970, nos introduce en el tema:
«No, nadie... Bueno, me ayudaron los amigos para ordenar las fichas, encima de la cama» .

La situación tan pintoresca e insólita, en la que por falta de medios la cama se transforma en mesa de trabajo, quedó viva en el Autor y en los colaboradores. El hijo de este don Emiliano, al que se refiere Albareda, cuenta un recuerdo suyo de esta época que debemos transcribir:
«En aquellas visitas mías al Padre en un piso cerca del Hotel Sabadell [es decir, en Concepción 9], donde se alojó durante una temporada en la ciudad castellana, recuerdo que alguna vez le ayudé a ordenar las fichas que luego compondrían Camino. Extendíamos sobre la cama en una habitación aquellas fichas, ordenándolas con arreglo a los criterios que el Padre nos daba» .
Ya antes, en el Hotel Sabadell, un joven ingeniero de Caminos, José Luis Múzquiz, había sido testigo –¡no colaborador!– de una escena similar:
«Un día al salir del mirador y pasar por el dormitorio, vi que las camas estaban cubiertas con montoncitos de fichas, y uno o dos de Casa estaban trabajando en clasificarlas. El Padre, con su espíritu de laboriosidad, a pesar de tratarse de los años de incertidumbre e inquietud de la guerra, trabajaba intensamente y hacía trabajar a los demás. Pienso que esas fichas eran puntos de Camino» .

Los testimonios sobre el método se completan con este divertido recuerdo de Casciaro, también del Hotel Sabadell:
«Al volver un día Francisco Botella y yo de Los Pisones , encontramos que el Padre había ordenado por materias todas sus ‘gaiticas’. Con sus montoncitos de octavillas había ocupado nuestras dos camas y la de Albareda. La mesa-escritorio que teníamos en la habitación era pequeñísima. Por eso, mientras recogía sus papeles de nuestras camas, le oí comentar: ‘tengo ganas de poder disponer de una mesa tan grande como tres camas’. Alguna noche después, con ganas de bromear, dije que yo tenía ganas de tener una cama tan grande como tres mesas,‘como dice el Padre’. ‘¡Chico! –protestó– yo no he dicho nunca tal cosa: he dicho una mesa como tres camas’» .

La escena, que, como vemos, se repite con frecuencia, aparte de ser divertida, nos muestra el método de trabajo del Autor. Por una parte, la elaboración de las «gaiticas» , que va haciendo a partir de su oración y sus notas; después, la ordenación y distribución de los materiales acumulados: cada cierto tiempo despliega los montones de fichas por caps o conceptos y va distribuyendo las nuevas octavillas, o relee las ya escritas para una mejor ubicación de los textos. Interesante que Casciaro, Múzquiz y Amann refieren modos diversos de trabajo: el Autor, trabajando sólo sobre los «montones» (Casciaro); el Autor, junto con sus «colaboradores» (Amann); los «colaboradores», trabajando mientras el Autor está hablando con Múzquiz. Era en realidad una forma de implicar en el trabajo a los «chicos» que, como Amann, iban a estar un rato con él y que, una vez atendidos, no le dejarían trabajar si no hacía que le ayudaran. Esta praxis de «implicación» en el trabajo la había cultivado siempre en su labor pastoral.

Pero volvamos al punto en que nos quedamos: el 11 de enero. Una carta del Autor de esa misma fecha nos da no sólo la respuesta a la pregunta de Albareda, que ha quedado en el aire, sino que nos sitúa ya en los planes concretos para la edición del libro. Escribe a Pedro Casciaro:
«Convendrá que pidas un permiso y te vengas. Me gustaría que te encargaras tú de la impresión de mi libro: ¿hay ahí [Calatayud] imprentas, para eso? Sólo me faltan ochenta Consideraciones: es cosa de días» .

La anotación de Botella en el Diario al día siguiente es sobria en cuanto a lo del número:
«Falta menor número de consideraciones, para completar la cifra marcada» .
Los días 13 y 14 el Autor estuvo en Valladolid, al parecer haciendo alguna gestión para obtener los sueldos que le debían como Rector del Patronato de Santa Isabel, a los que ya nos hemos referido, con los que pensaba costear la edición del libro. Así lo escribe Botella:
«... conviene su marcha inmediata [del Autor] a Valladolid para arreglar el asunto de Santa Isabel. Serán las pesetas necesarias para la impresión del libro de

Consideraciones, que prepara» .
El día 15 se lee esta anotación en el Diario:
«Permanecemos todo el tiempo en casa: escribiendo el Padre las últimas consideraciones, y llenando unas cuartillas yo, para los nuestros que no anunciaron próximo permiso. Cenamos juntos en Venancia» .

El avance de la redacción es constante. El martes 17 Botella puede anotar:
«Hemos escrito bastantes cartas. Sólo quedan veintitrés consideraciones» .

Un primer comentario del Autor –brevísimo– sobre el libro que prepara lo encontramos en una carta de ese mismo día:
«Pronto llevaré un libro a la imprenta; después, casi a la vez, otro . El Amo de la mies haga que sean buenos medios de recolección! Lo hará, si tú y yo nos empeñamos... y le mareamos desde ahora» .

De la misma fecha también es una breve carta del Autor a Albareda –que seguía con tanto interés la marcha del libro–, en la que se lee esta postdata:
«También el papel se las trae. Faltan ‘27’».

2. Hacia la edición del nuevo libro

a. 22 de enero: punto final

Las alegres noticias se suceden en la correspondencia. El 20 de enero de 1939 es un día señalado. Dos cartas de Botella, de las varias que escribió ese día –¡siempre escribiendo cartas!–, nos dan la secuencia de esa jornada. Él, con sus cuartillas y, enfrente, el Autor redactando sus consideraciones.

Dice a Casciaro:
«El libro de las consideraciones quiere el abuelo [el Autor] que se haga bajo la dirección tuya, urge. Faltan tan sólo unas cuantas, que se ultimarán en una hora de trabajo. Dice el abuelo que veas si en ésa se puede editar. Y condiciones que presentan» .

A Vicente Rodríguez Casado, ese mismo día, estima que puede decirle:
«Las consideraciones están finalizadas. Pedro se va a encargar de la edición del libro» .
No hay que tomar a la letra lo que se dice en ambas cartas: a Casciaro le escribe para urgirle en sus gestiones y a Rodríguez Casado –que seguía el tema de lejos– podía darle ya por hecho lo que todavía no lo estaba pero iba a estarlo enseguida. Merece más crédito que estas cartas lo que el propio Botella escribe en el Diario, que tiene un cierto carácter de «escrito para la historia». Nada dice sobre el tema en las anotaciones del día 20 y 21. En cambio, el día 22 escribe:
«El Padre ha terminado las Consideraciones. Mañana empezará a escribirlas a máquina» .
El dato exacto –propio de un matemático: Botella sería catedrático de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Madrid– lo ofrece en la carta que el día siguiente escribe a Álvaro del Portillo:
«Ya se acabaron las Consideraciones; ayer por la noche terminó el abuelo [el Autor] la que hace el nº 999 . Ahora está pasándolas, debidamente ordenadas, a máquina y pronto irá a Vitoria para enseñárselas a D. Xavier» .

No cabe, dentro de la brevedad, mejor información. El domingo 22 de enero debe, pues, ser retenido como el día en que el Autor terminó la «redacción» de C, o más exactamente, completó el fondo manuscrito del libro: las octavillas, el «borrador» de los 999 puntos . Él, personalmente, se encargará de pasarlo a máquina, lo que Botella confirma seguidamente:
«Continúa el Padre pasando a máquina las Consideraciones [...] Hago la oración mientras el Padre ordena las octavillas de las Consideraciones» .

En carta a Casciaro nos proporciona valiosas informaciones de los planes y deseos del Autor:
«El abuelo [el Autor] no quiere ir a Vitoria hasta que tenga ya ultimado el libro de Consideraciones. Ayer me dijo que va a encargar la copia de las secciones que interesen para el segundo libro, Devocionario Litúrgico, y previo comentario suyo saldrá al mismo tiempo que el primero. No creo tarde más de una semana en acabar todo esto. De todas formas, cuando venga Juan [Jiménez Vargas] seguramente irán a Vitoria» .

A continuación, en la misma carta, hay información interesante acerca de la marcha de lo que será C:
«Va resultando formidable todo el conjunto de consideraciones que, unidas según el tema, impresionan más aún.

Cuando le escribas al abuelo [al Autor] háblale de las gaiticas. Así denomina a las octavillas que encierran una consideración. ¿Cuántas gaiticas faltan? 25, contesta....» .
Pedro Casciaro se hace eco de la sugerencia de Botella escribiendo directamente a San Josemaría, con su habitual desenfado:
«Hoy le escribiré a Álvaro. Tengo mucho trabajo. ¡Olé por las 999 gaiticas! Espero hablar por teléfono con Jorge para concretar un poco más sobre todo» .
La noticia se extiende entre los jóvenes relacionados con el Autor de C, que se comunican la alegría por la próxima publicación del libro:
«Espero con verdadera necesidad esas 999 consideraciones. Un fuerte abrazo, Miguel» .
«Me entero de las noticias: Pedro, a Barcelona; las 999 redondeadas, acabadas. ¡Qué falta me están haciendo!...» .
«Las gaiticas, aunque creo que lo sabes, están ya terminadas, y la mayor parte escritas a máquina» .
Vale la pena que nos detengamos en la expresión «gaiticas», que acaba de aparecer y que será muy popular en el ambiente en torno a San Josemaría. Es sorprendente que Botella «explique» a Casciaro lo que son las «gaiticas», pues ambos habían convivido estrechamente con el Autor en todo el período anterior de Burgos y Casciaro debería por tanto saberlo perfectamente. ¿Puede esto significar que el Autor comenzó a llamar «gaiticas» a las consideraciones en la época final de la redacción, en la calle Concepción, cuando Pedro Casciaro ya no estaba en Burgos? Me inclino a pensar que es así. Hasta que llegamos a la carta de Botella, la palabra «gaitica» no asoma por ninguna parte en la documentación. A partir de este momento, como comprobará el lector, aparece de continuo en la correspondencia. Es una palabra que ilustra acerca del sentido de esos papelicos que el Autor va escribiendo, es decir, nos dice mucho del sentido de C. Botella en su carta da una definición muy sobria: «Así denomina a las octavillas que encierran una consideración». Cada octavilla es una «gaitica». El Autor al cabo de los años, rememorando aquellas tareas, explicaba:
«Yo, a todos los pensamientos que están en Camino, y a otros muchos, que hay montones, cuando tenía treinta años, los llamaba ‘gaiticas’, mis ‘gaiticas’. ¿Por qué les llamaba así? Porque como no soplen, no pitan. Cada uno las puede hacer pitar según su arte» .
Ya se ve que Mons. Escrivá está aludiendo a cómo cada punto, cada octavilla de aquellas que iba elaborando –hay montones, dice: piénsese en Surco y en Forja–, es para meditarla personalmente, haciéndola resonar en el alma; y si se utiliza en la predicación o en la dirección espiritual, hay que «soplar» en ella y sacarle partido. Porque, como seguía diciendo con su gracejo habitual:
«no basta tener un ‘chuflo’ en la mano: hay que soplar. Vosotros tenéis todas las ‘chuflainas’ que os dé la gana –en aragonés os hablo–, pero hay que hacer el esfuerzo de soplar» .
Como se ve, no estamos ante una mera designación humorística de los puntos de C. Las «gaiticas» son un modo de concebir y designar, más que un «género» literario, un «estilo» de proposición de la verdad cristiana, que es esencialmente dialógico.

b. El índice de conceptos

El 24 de enero llega a Burgos Ricardo Fernández Vallespín y el 26 Juan Jiménez Vargas . Eran los dos mayores entre los fieles del Opus Dei que estaban en la zona nacional. El Autor de C deseaba siempre tenerlos junto a sí para consultar con ellos planes apostólicos y decisiones para el futuro. Ahora, aprovechando el permiso de que gozaban, los «implica» en la recta final del libro y les encarga una primera tarea, que comparten con Botella: preparar el índice de conceptos. Para su trabajo pueden disponer de la parte del libro ya mecanografiada y de las «gaiticas» correspondientes; mientras tanto el Autor persevera incansable en su trabajo sobre la máquina. Así lo hace constar Botella en el Diario:
«Continúa el Padre escribiendo a máquina; iniciamos nosotros [Juan, Ricardo, Paco] un índice por materias, que no sé si cuajará» .

El «optimismo» de Paco Botella se terminará demostrando fundado. De momento da tema para las cartas de los días 27 y 28:
«Hemos estado trabajando –qué eufemismo– alrededor de la única mesa que tenemos. El abuelo escribe a máquina el libro. Nosotros hemos estado tratando de hacer un índice un poco minucioso por tratados de las consideraciones. Se han quedado, cuando yo he venido, clasificando las gaiticas» .
«Hoy hemos estado haciendo un proyecto de índice para las consideraciones. Resulta un poco difícil, porque hay que resumir lo ya exprimido. Los otros libros también se preparan» .
Este enfoque de la carta a Alastrué es el que quedará ese día en el Diario:
«Continuamos nosotros el índice, que se resiste. Es difícil extractar lo ya extractado. El Padre escribe a máquina» .
Al día siguiente se verifica un crescendo en el «optimismo» de Botella:
«Estamos toda la mañana, a la vista de un buen número de gaiticas, extendidas sobre la mesa, pequeña, llena de chismes, que hace desear al Padre aquella mesa como tres camas, que le espera . Van saliendo con dificultad los extractos que formarán el índice..., si no se deja por imposible» .
Y finalmente el «éxito» de la operación. De nuevo es el Diario el que nos informa:
«El Padre ha decidido que dejemos el duro trabajo del índice para las gaiticas: respiramos...» .

Dejan, pues, el tema de los índices. Pero a continuación el Autor les da un nuevo encargo a Vargas y Vallespín, que consta también en el Diario de ese día:
«Juan y Ricardo están leyendo las consideraciones por si en algunas de ellas se transparenta algo de lo nuestro. Escribimos unas cartas; con la máquina pequeña se van preparando los sobres, que llevarán las cuartillas de este mes a los de San Rafael» .
Interesante el sentido de esta tarea. Se trata de una lectura detenida de las cuartillas de C para comprobar que el Autor ha realizado lo que ya le hemos visto hacer cuando preparaba la edición de Cuenca : retirar de las consideraciones las posibles alusiones directas al Opus Dei o a cosas más directamente vinculadas a su praxis, porque el libro se dirigía no sólo a los miembros de la Obra y personas relacionadas con sus tareas apostólicas, sino a todos los cristianos, sacerdotes y laicos.

El original para la imprenta

José María Albareda, que sigue con especial interés el trabajo de San Josemaría como escritor, escribe impaciente desde Vitoria:
«Acabados –pienso– los 999, ¿está en el telar –lo del telar, más que metáfora es proximidad a los carretes– la revisión, o algo nuevo? Supongo llegaría mi carta de anteayer. Muchos abrazos» .
Los puntos estaban acabados, ciertamente, pero el Autor seguía pasándolos a máquina y no a manera de mero mecanógrafo –esto es imposible para el autor de un texto–, sino haciendo efectivamente una revisión y reordenación del texto mientras tecleaba. Escrivá copia y reforma. El Diario del día 2 de febrero da noticia cronológica del final definitivo. Botella narra la jornada del día 1, al final de la noche:
«Cuando vuelvo [el día 1], oigo, antes de entrar en nuestras habitaciones particulares, el tableteo de la máquina de escribir. Está el Padre acabando las gaiticas, que hoy terminará a las dos de la mañana [del día 2]» .
En efecto, con esta fecha el Autor termina de escribir –a máquina– el «original» del libro, o más exactamente «el libro», como él mismo dice y hace constar en el «manuscrito» para la imprenta y en la edición príncipe:
«Se acabó de escribir este libro en Burgos, día de la Purificación de la Bienaventurada Virgen María, año 1939, III Triunfal» .
El jueves 2 de febrero no es, pues, una fecha convencional, elegida para manifestar su amor a la Virgen, sino la mismísima fecha en que el libro se acabó de escribir: en las primeras horas del día, precisa el Diario de Burgos.

d. El prólogo de Lauzurica

En los días finales de la redacción decidió el Autor dedicar el nuevo libro –todavía con el título antiguo: Consideraciones Espirituales– a Manolo Aparici, Presidente de la Juventud de Acción Católica . Así quedaba la hoja 1 del libro:

c o n s i d e r a c i o n e s     e s p i r i t u a l e s.

A Manolo Aparici,
que tanto sabe
de juventud vibrante
y de apostolado .

El Autor estaba muy interesado en que Mons. Lauzurica hiciera el prólogo (o presentación) de C, para lo cual quería viajar a Vitoria y entregarle en mano el manuscrito . Tenía hablado el tema con José María Albareda, que residía en Vitoria, y que con alguna frecuencia se encontraba con el Obispo. El 26 de enero el Autor y Albareda hablaron por teléfono. El mismo día el profesor encontró en la Catedral al Secretario de Lauzurica:
«Me preguntó inmediatamente por Mariano. Esta mañana –le dije– he hablado con él, porque marcho a Barcelona. Y me encargó [el secretario] que no dejase de ver, antes de salir, a su señor, preocupado al no saberse nada de Mons. Irurita. Quedamos en que iría el viernes a las cuatro.
Cordialísimo [Lauzurica]. Estuvimos paseando por la galería. Que le telegrafiase si podía yo ver a Mons. Irurita. Me dijo que qué hacía Mariano, pues había pasado mucho tiempo sin verle. Le hablé de que le pediría unas líneas [prólogo] para las 999. Y dijo unas palabras muy sentidas (bastante entusiasmado) y muy cariñosas; añadió: es un hombre de Dios...» .
Al día siguiente Botella anota en el Diario:
«Dentro de pocos días, dice [el Padre] que irá a Vitoria ya probablemente con las Consideraciones terminadas» .
Efectivamente, el Autor prepara las cosas para pasar una semana en Vitoria. Está trabajando ya de tiempo atrás, como se ve por la correspondencia, en la preparación de otro libro –en sus primeras notas lo llamaba Adición al Misal y después Devociones litúrgicas o Devocionario Litúrgico–, que alternaba con la preparación de C y al que, terminado éste, se dedicaba intensamente . Quería trabajar ahora en Vitoria con las excelentes fuentes litúrgicas que había en la Biblioteca del Seminario. Por otra parte, el desarrollo de la contienda bélica tocaba a su fin. Se había tomado Barcelona y el desmoronamiento de los frentes republicanos era completo. No se hablaba ya de otra cosa que de la fecha de entrar en Madrid. La provisionalidad en la población flotante de Burgos era total. Josemaría Escrivá hacía gestiones para obtener un salvoconducto que le permitiera entrar en Madrid desde el primer momento. Por eso impresiona su intenso trabajo intelectual en estos momentos de nerviosismo generalizado, en los que él y Botella iban, a la vez, empaquetando cosas para estar expeditos en el momento del «salto». El plan que había hecho, gracias a su amistad con el Obispo de Ávila, era enviar a don Santos los paquetes con todos los materiales acumulados, especialmente los libros y objetos de culto para el futuro oratorio, para que los custodiara hasta que se trasladaran a Madrid.
El día 11 de febrero San Josemaría parte para Vitoria. Se lleva el manuscrito de C y los materiales del otro libro en proyecto . En Vitoria se hospedaba en el palacio Episcopal. Lauzurica le recibió con su habitual afecto y leyó el manuscrito. Quedó en hacer el prólogo. El día 13 el Autor escribe a Casciaro:
«¿Cómo va la cubierta del libro? Urge. Al Sr. Obispo [Lauzurica] le gusta el libro: ayer me hablaba de hacer una gran tirada» .
El Autor esperaba regresar a Burgos con el prólogo ya escrito; al menos es lo que había comentado con Botella, que así se lo escribe a Casciaro . De hecho volvió sin el prólogo. Esto significaba que el manuscrito se quedaba en Vitoria en manos del Sr. Obispo .

Desde el 18 de febrero estaba Escrivá de nuevo en Burgos, dedicado a fondo al devocionario, según escribe Francisco Botella:
«El Padre trabaja con intensidad en la preparación del libro de Devociones litúrgicas. Los libros, que ocupan la mesa en su totalidad, son recortados, para confeccionar rápidamente el original. Será cuestión de dos días: ¿podrá acabarlo en Burgos, o será en Madrid?» .
Pero el prólogo se demoraba en contraste con la «urgencia» que sentía el Autor. Albareda seguía el tema en Vitoria:
«Al amigo de Mariano le visité hace dos días. En realidad no tenía otro objeto real que el prólogo, y le nombré las Consideraciones, pero no me dijo nada. Sólo al final, aunque no nombró el libro, creo se dio cuenta de que la visita era un recordatorio. Hablamos del almuerzo del lunes ahí» .
A la vez, los pensamientos de todos estaban fijos, como ya he dicho, en el final de la contienda:
«Estamos preparando todo para llegar a Madrid. Mariano, Paco y yo pensamos ir juntos enseguida. Y allí nos iremos reuniendo pronto todos, que esto se acaba del todo. D. Manuel vendrá enseguida . – Ya tiene D. Javier [Lauzurica] las 999 consideraciones para prologarlas. Y ya va muy avanzado el segundo libro» .
De lo del almuerzo a que alude Albareda no queda constancia en las fuentes. En todo caso, Lauzurica fue a Burgos el 9 de marzo y allí tuvo una larga entrevista con el Autor en el Palacio Episcopal , en la que le pidió que predicara EjEsp a los seminaristas de Vitoria. Al día siguiente San Josemaría –que había aceptado el encargo– escribe una carta al Obispo diciéndole que, pensadas las cosas mejor, cree que no debe aceptar. Hacia el final de la carta escribe:
«Voy a terminar con un sablazo: ¡que me haga el prólogo, para mi libro, cuanto antes!» .
D. Xavier Lauzurica responde a vuelta de correo:
«Recibí tu carta y con ella tus calabazas. Me doy cuenta de todo y... te absuelvo. [...] El prólogo está en marcha» .
Pocos días después el texto de Lauzurica, que ha acompañado siempre a las ediciones de C –excepto a la vigesimosexta (vid § 9, nt 4)–, estaba en manos del Autor. Lleva fecha de 19 de marzo. Lo trajo personalmente el Obispo en una visita a Burgos. De ella nos habla Botella cuarenta años después:
«Vino por casa más tarde D. Javier, cuando estábamos en Concepción 9. Allí lo encontré con el Padre en febrero o marzo, al volver un día del Cuartel de Orgaz, después de comer. Estaban sentados alrededor de la mesa camilla y el Padre me dijo que me quedara un poco allí. Le recordó que yo había ido a verle de parte suya en las Navidades de 1935, cuando llevaba pocas semanas en la Obra. Era entonces D. Javier Obispo Auxiliar de Valencia y Rector del Seminario.
Recuerdo sobre la mesa camilla el original de Camino, escrito a máquina allí mismo por el Padre. D. Javier traía las líneas que acababa de escribir y que le enseñó al Padre por si le parecían bien» .

e. Proyectos de diseño y edición

El Autor, mientras acababa el libro y gestionaba el prólogo, tenía urgencia en su inmediata edición. El libro sería de distribución comercial, como ya vimos en la primera noticia documental sobre el proyecto . Contaba, para sufragar los gastos, con que se arreglara el asunto de Santa Isabel . Ya el 11 de enero el Autor había escrito a Pedro Casciaro:
«Me gustaría que te encargaras tú de la impresión de mi libro» .
Casciaro, todavía estudiante de Arquitectura, tenía una notable sensibilidad cultural y artística, y el Autor apreciaba mucho sus ideas y sugerencias. Comienza así todo un conjunto de gestiones –mientras el libro se acaba: «es cosa de días»– encaminadas a su inmediata edición. La aceptación de Casciaro es también inmediata:
«Encantado de cuidar la impresión de su libro, pero lo del permiso se complica, como ahora le contaré» .
El día 24 se recibe en Concepción una carta en la que se expresa más detenidamente:
«Respecto a la impresión del libro de las Consideraciones en Calatayud, lo veo difícil, pero lo gestionaré. En todo caso podría hacerse en Zaragoza, o tal vez, si yo fuera a Barcelona, allí mismo, que hay material de sobra y en los primeros momentos se ha de trabajar muy barato, por el interés de hacerse con dinero nacional. Además Jorge estaba muy metido en Editoriales Católicas y sin que él supiera una palabra podría ponerse en relación con una de ellas. Si Vd. piensa editarlo en Zaragoza podemos ponernos de acuerdo para coincidir allí un par de días» .
El Autor, metido a fondo en su trabajo, le responde a través de Botella:
«La edición del libro no cree conviene imprimirla en Zaragoza. En Barcelona –como dices tú– o en Bilbao» .
Josemaría Escrivá vuelve sobre el tema, una vez que ha terminado el manuscrito del libro. Y se pone en marcha. Ahora el asunto es el diseño de la cubierta del libro. Botella lo adelanta en el Diario:

«Mañana irán el Padre y Juan a Calatayud. [...] Llevará las Consideraciones porque Pedro ha de proyectar una portada repleta de nueves» .
Tras las notas de Paco Botella en el Diario se adivinan los ratos de conversación con el Autor a la vuelta del cuartel y las «noticias» que éste le da, al final de la jornada, sentados uno frente a otro en la pequeña mesa-camilla de la habitación . Aparece aquí, por primera vez, el tema de los «nueves» como motivo para el diseño de la cubierta, que lo será, efectivamente, en la edición primera de C.
El Autor y Jiménez Vargas, como estaba previsto, viajaron el domingo a Calatayud. La conversación de Escrivá con Casciaro debió estar llena del humor con que ambos se expresaban. Sabemos de ella lo que el Autor, a su vuelta , contó a Paco Botella y, éste, a su modo, fue relatando en sus cartas a unos y a otros. En sustancia: a Casciaro le pareció bien la idea del «nueve» como motivo de diseño, pero una cubierta «repleta de nueves» –cuenta San Josemaría que le dijo– «es más propio de un libro de recetas culinarias». Una salida típica del «artista», como le llamaba Albareda. El Autor se debió reír con ganas, como con todas las cosas de Pedro Casciaro. Quedaron en mantener el tema de los nueves, pero como fondo de la cubierta . De la conversación de Calatayud salió un título más breve para el libro: sencillamente «Consideraciones», como de hecho se le llamaba en la conversación. Sobre el tema volveremos cuando nos ocupemos directamente del título del libro (§ 6, 1). En todo caso, el Autor, al regresar a Burgos, elimina la hoja primera del manuscrito y la sustituye por esta otra con el nuevo título y la dedicatoria:

 

c o n s i d e r a c i o n e s.

A Manolo Aparici, que tanto
sabe
de juventud vibrante
y
de apostolado .

Después de su conversación con San Josemaría, Botella transmite sus instrucciones a Pedro:
«Voy a concretar las últimas recomendaciones del abuelo antes de marchar. El dibujo para la portada del libro de las gaiticas, que se ultime» .
Durante su estancia en Vitoria para trabajar en las Devociones litúrgicas, el Autor recuerda el tema a Casciaro . En realidad, su carta se cruza con la de éste, que va dirigida a Burgos:
«Recibí el libro de Íñiguez. Hoy estoy muy ocupado y por eso no escribo a Mariano. Lo haré dentro de esta semana. Envío un proyecto de la portada de Consideraciones. No me convence mucho. Por eso, haré uno o dos más. Si le parece a Mariano, puede enviarme el nombre ‘Consideraciones’ escrito por él mismo para ser reproducido en la tapa, ya sea en negro o en rojo. Esta semana no he tenido correspondencia más que la vuestra de Burgos. ¿Se ha recibido el giro? Recuerdos y abrazos. Pedro» .
Botella le contesta enseguida para decirle que Albareda se llevó a Vitoria ese mismo día el proyecto de cubierta. «¡Ya dirá el abuelo!» –dice–, pero agrega su opinión personal:
«Me parece –¡artista!– que esa idea y composición, con un poco más de contraste, puede resultar bien» .

No se conserva ese primer boceto de cubierta, ni sabemos nada de su planteamiento. En cambio, aparece en esta breve misiva un tema que llegará hasta la cubierta definitiva del libro: el empeño de Casciaro de que el título del libro aparezca en la tapa autógrafo del Autor. La batalla de Perico Casciaro va a ser conseguir que San Josemaría escriba en un papel la palabrita. Botella se había olvidado de decirlo a Albareda y rectifica al día siguiente en carta al Autor:
«Escribí a Pedro diciéndole que el proyecto de portada se lo llevaba José María a ésa. No sé si me acordé de decir a José María que Pedro quiere, si le parece a Vd. bien, que la letra de ‘Consideraciones’, en la portada, sea suya. Si es así puede enviarlo escrito y pasado mañana saldrá hacia Calatayud» .
Casciaro continúa deliberando sobre el enfoque temático de la cubierta, ahora con la colaboración de Miguel Fisac, también estudiante de Arquitectura, que aparece y desaparece con su compañía de automovilismo:
«No he vuelto a ver a Miguelito. Debe haber recibido la orden de marcha. Estuvimos pensando sobre la portada de Consideraciones» .
Finalmente, respuesta del Autor, al que también ha gustado el boceto:
«Me gustó la cubierta del libro: te haré unas indicaciones, cuando sepamos el tamaño, para que dibujes la definitiva» .
Mientras tanto Casciaro y Fisac han elaborado en Calatayud una cubierta alternativa:
«Miguel [Fisac], supongo que tendría que salir imprevistamente, porque no se despidió de mí. Por cierto que me iba a dejar dinero para que lo girase a Burgos. Quedamos en que él tomaría una fotografía de una carretera en que figurase un kilómetro 999, o por lo menos otro número parecido de fácil transformación en el mismo. Dicha fotografía, muy velada, podría servir como fondo a la portada de Consideraciones, sobre la que iría en blanco el título y el nombre del autor, ya fuera en letras clásicas o en la caligrafía –íes y eses unidas– del mencionado autor. Espero, por tanto, de una parte la fotografía de Miguel, y de otra la palabra Consideraciones escrita, para componer definitivamente la portada. Si no le convence esta idea ni la que le mandé, puedo ensayar otras. De todas maneras necesito la palabra consideraciones» .

Josemaría Escrivá regresó de Vitoria y hubo de trasladarse al día siguiente a Valladolid. En el entretanto Paco Botella cuenta a Casciaro las impresiones que trae sobre el tema:
«El abuelo, muy contento [...] La idea que enviaste de la portada le parece muy bien. El Obispo de Tortosa, y su hermano el de Vitoria, quedaron muy bien impresionados e hicieron elogios episcopales. Aunque, hasta que no quede en definitiva fijado el tamaño, no se puede hacer el proyecto último, dice el abuelo que la última idea que con Miguel forjaste, podéis llevarla a la práctica. Luego veremos qué tal resulta.
No quería que su letra apareciese en el libro. Pero después de la insistencia natural, me dice que te comunique para tu tranquilidad que, en cuanto llegue de Valladolid, escribirá unas letras gordas, que formen la palabra Consideraciones. El problema está en conseguir la pluma» .
Por su parte, Casciaro, que ya ha recibido la carta del Autor desde Vitoria, promete seguir sobre el proyecto y reclama de nuevo la palabra autógrafa , que finalmente se le envía en varios ensayos:
«Va la palabra Consideraciones, que se escribió, ni qué decir tiene, en un santiamén» .
Las dos cuartillas con la palabra en cuestión, escrita en grandes letras por el Autor, se conservan en el Archivo de la Prelatura . Por lo demás, esta carta de Botella es la última noticia que tenemos sobre las gestiones de edición del libro en la época de Burgos. La inminencia del final de la guerra paralizó las gestiones de Casciaro y sus diseños. Al menos nada se conserva de todo aquello: ni cartas, ni bocetos. Una pregunta de Alastrué desde Lora del Río queda abierta, sin respuesta:
«¿Y el libro del abuelo?» .
El abuelo, en el mes de marzo, tenía ya el libro dispuesto para la imprenta. Estaba ya en sus manos el prólogo de Lauzurica y, con él, había recuperado el manuscrito del libro. Faltaban los índices, que quedaron empantanados. El 23 de marzo escribía a Albareda:
«José María: Paco te escribirá con detalle: yo, sólo decirte que creo que me voy a marchar pronto camino de Casa, para estar cerquita cuando la puerta se abra. Llevaré la comida que tenemos preparada. Tú habrás de procurar traer el fichero y la máquina de escribir» .
En aquel mes de marzo Josemaría Escrivá no se encontraba bien . Todo está preparado para salir hacia Madrid . El día 26 de marzo fue su última jornada en Burgos. Diario de ese día:
«A pesar de la nieve, y no obstante el mal tiempo, el Padre está mejor. Pasamos la mañana en casa, charlando. Después de comer, intentamos dar un paseo, pero la pierna del Padre se resiente: vamos a casa. Leemos durante un buen rato las Consideraciones; el Padre va eligiendo las más adecuadas...» .
La velada de aquel último día en Burgos transcurrió haciendo oración el Autor sobre aquel manuscrito. Es todo un símbolo del futuro de aquel pequeño gran libro; un libro, en efecto, para hacer oración y meterse en Cristo. La paz de aquella tarde contrasta con la tensión del momento histórico. Estaban en vísperas del «salto» a Madrid. Finalmente, el día 27 se presentó la oportunidad que esperaba. Fue aquél un día emocionante para Botella, que lo recuerda bien al cabo de los años:
«Estamos en los últimos días de marzo. Todas las maletas están preparadas para tomar el camino de Madrid. El día 27 de marzo, por la tarde, me llamó por teléfono el Padre y me dijo que salía para Madrid, que el camión que le llevaba estaba delante de Concepción 9. Salí de la oficina sin más –yo tenía guardia–, y fui corriendo a despedir al Padre. Llegué cuando ya el Padre estaba sentado al lado del conductor de aquel camión grande. Me vio llegar desde lejos. Me despedí del Padre. Me dijo que las maletas estaban cargadas en el camión» .
Interesante notar que la última noticia sobre nuestro asunto hace referencia al título del libro. Cuando el Autor sale para Madrid el 27 de marzo, su libro se llamaba así: Consideraciones. Para la cubierta, había dejado escrita la palabra con letras firmes y enérgicas. En Madrid, en el mes de mayo, el libro se llamará ya con el nombre con el que se ha extendido por el mundo: Camino. Pero esto es adelantarnos en la historia. Ahora, lo que interesa retener es que, en el camión que lo conduce a Madrid, Josemaría Escrivá lleva el manuscrito de su libro.


Viajó a Valladolid el 31 de enero y regresó al día siguiente. Volvió al frente el 5 de febrero. No había estado en Burgos desde el 5-IX-1938.

Diario de Burgos, 27-I-1939; Francisco Botella; la cursiva es mía. «Ya están las consideraciones que ahora el abuelo pasa a máquina. Prepara más libros para publicar

    inmediatamente» (Carta de Francisco Botella a Miguel Fisac, Burgos 26-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4).
Carta de Francisco Botella a Pedro Casciaro, Burgos 27-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4. El subrayado es mío. Botella escribe la carta desde el cuartel. Por eso el «se han quedado» (Vargas y Vallespín) en Concepción con San Josemaría.

Carta de Francisco Botella a Eduardo Alastrué, Burgos 28-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4. El subrayado es mío.

Diario de Burgos, 28-I-1939; Francisco Botella. El subrayado es mío.

Vid supra nt 50.

Diario de Burgos, 29-I-1939; Francisco Botella. El subrayado es mío. Rodríguez Casado, que estuvo esos días en Burgos, escribe: «Juan y Paco se han dedicado a ir sacando una especie de índice de materias, que aunque resulta muy pesado será provechoso. Aunque es muy difícil salga bien dado el poco tiempo que tienen» (Carta de Vicente Rodríguez Casado a Eduardo Alastrué, Burgos 1-II-1939; AGP, sec N-2, leg 150, carp C, exp 1).

Diario de Burgos, 30-I-1939; Francisco Botella. Era sin duda un aplazamiento y Botella, ya avanzando febrero, tiene todavía sus temores y así lo comunica a uno de los «artífices» del primer intento: «El abuelo no ha vuelto a hablar del índice de las Consideraciones: respiro» (Carta de Francisco Botella a Ricardo Fernández Vallespín, Burgos 7-II-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4).

Las «cuartillas de este mes» son las «Noticias» de febrero (AGP, sec A, leg 3 carp 3). La máquina pequeña es la «Corona» que compró el Autor recién llegado a Burgos. Josemaría Escrivá mecanografiaba el manuscrito sobre la «máquina buena», que les trajo de América Ginés Albareda, según explica el Autor en carta a Enrique Alonso-Martínez, Burgos 26-VII-1938; 380726-1.

Vid en § 3, 5, a, cómo procedió el Autor para aquella edición.

Carta de José María Albareda a Francisco Botella, Zaragoza 1-II-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp B, exp 1.

Diario de Burgos, 1-II-1939; Francisco Botella.

Original de C (Txm), pg 174. «III Triunfal», es decir, tercer año triunfal; expresión que durante la guerra civil se hizo prácticamente obligatoria a la hora de fechar los documentos. Alude a que se estaba en el tercer año («triunfal») de la guerra civil. A partir de 1º de abril ese año 1939, el III Triunfal se convertirá en el «Año de la Victoria», término que figurará también en todo tipo de impresos y papeles.

Manuel Aparici Navarro (1902-1963) nació en Madrid. Hombre abnegado y piadoso, de fe profunda, se confesaba con el Autor ya desde antes de la guerra y continuó haciéndolo en Burgos y después. Presidente de la Juventud de Acción Católica en los difíciles años que preceden y siguen a la guerra civil. Ordenado sacerdote en 1947 (vid en AGP, sec A, leg 50-5, carp 1, carta invitando al Autor a su ordenación), fue nombrado Consiliario de la JAC. Promovió la famosa peregrinación a Santiago de Compostela de 1948, cuya «mística del peregrinante» Aparici plasmó en el lema «peregrinar es caminar hacia el Padre». Murió en olor de santidad. Está en marcha el proceso de canonización. –En los días de la redacción de C visitaba frecuentemente a San Josemaría y a los que le acompañaban (Diario de Burgos, 20-I-1939; Francisco Botella: «Llega Ricardo Fernández Vallespín, que mañana se va a San Sebastián. Por la tarde viene Aparici. Estos días viene con frecuencia»).

Botella da noticia de la dedicatoria en el Diario de Burgos del 4 de febrero: «Ha dedicado el libro al joven-viejo Aparici». Una broma de Paco Botella, que tenía 22 años y le parecía muy viejo, como representante de los jóvenes, un hombre de 37. Efectivamente, en el texto mecanografiado terminado el 2 de febrero el libro aparece con la dedicatoria en la portada. En Madrid el Autor cambió de opinión y le pareció mejor que el libro saliera sin dedicatoria alguna, y así fue efectivamente. Esta hoja nº 1 del manuscrito de C con la dedicatoria a Aparici se encuentra en AGP, sec A, leg 50-4, carp 5, exp 4, doc 2.

Xavier de Lauzurica y Torralba (1892-1964), natural de Yurreta (Vizcaya), doctor en Filosofía, Teología y Derecho Canónico, se ordenó sacerdote en 1917. Fue canónigo de la Colegiata de Logroño y Director de disciplina del Seminario, donde conoció a San Josemaría. Obispo Auxiliar de Valencia en 1931, fue nombrado Administrador Apostólico de Vitoria en 1937, Obispo de Palencia en 1943 y Arzobispo de Oviedo en 1949. Falleció en Madrid.

Carta de José María Albareda a Francisco Botella, Zaragoza 29-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp B, exp 1. El subrayado es mío. —Manuel Irurita Almandoz (1876-1936), Obispo de Barcelona desde 1930, fue detenido el día 1 de diciembre de 1936 por una patrulla de Control del Poble Nou. El día 3 de diciembre fue fusilado, junto con los hermanos Tort, que lo habían escondido, y un grupo de religiosos y seglares. Todos ellos fueron sepultados en una fosa común. Descubiertos sus restos el 4 de junio de 1940, fueron trasladados solemnemente a la Catedral de Barcelona. Durante toda la guerra civil se mantuvo la duda sobre la suerte que había corrido el prelado de Barcelona. La noticia fidedigna de su muerte no se conoció en la zona nacional hasta acabada la guerra, y se pensaba que estaba escondido o detenido. Así se explica la preocupación de Lauzurica.

Diario de Burgos, 30-I-1939; Francisco Botella.

Este proyecto, al que ya hemos aludido, lo dejó, a finales de 1940, aunque, como hemos visto, lo tenía prácticamente acabado. Parece que, en torno a 1943, retomó los materiales: «En abril de 1944 nos habló de otra posible publicación, que podría titularse Devociones Litúrgicas, un libro breve que recogería salmos del Breviario, para ayudar a hacer oración sobre textos litúrgicos; apuntaba la posibilidad de que pudiera estar listo para el año

    siguiente» (Francisco Ponz Piedrafita, Mi encuentro con el Fundador del Opus Dei: Madrid 1939-1944, Eunsa, Pamplona 2000, pg 108). De hecho el proyecto no fue adelante y el dossier se encuentra en AGP. ¿Pudo gravitar en su decisión su preocupación de dejar bien claro que el Opus Dei no tiene liturgia propia, sino, sencillamente, la de la Iglesia? —Después de la 1ª edición se corrobora esta hipótesis: «A mediados o a finales de los años 60, cuando era Director Espiritual central [del Opus Dei] Carlos Cardona, habían preparado [para uso de los fieles del Opus Dei, se entiende] un libro (o folleto) recogiendo oraciones como el Cántico Trium puerorum, el himno Adoro te devote, etc. Es decir, un devocionario litúrgico. Y nuestro Padre, en una reunión con la Comisión permanente del Consejo General, dijo que no quería que se hiciera ese libro, porque en la Obra no tenemos una liturgia propia y deseaba evitar que pareciera que la teníamos» (Carta de Fernando Valenciano a Pedro Rodríguez, Estocolmo 4-VII-2002).
Ese mismo día se anota en el Diario: «Los libros de la biblioteca están en los cajones, ya clavados» (Diario de Burgos, 11-II-1939; Francisco Botella).

Carta de Josemaría Escrivá a Pedro Casciaro, Vitoria 13-II-1939; EF 390213-3.

«Vendrá con el prólogo hecho por D. Xavier [Lauzurica]» (Carta de Francisco Botella a Pedro Casciaro, Burgos 17-II-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4).

En Vitoria encontró también al Obispo-Administrador Apostólico de Tortosa, Mons. Félix Bilbao Ugarriza, que era además Consiliario General de la Acción Católica, con el que había hecho buena amistad en otros encuentros y con el que habló nuevamente de sus proyectos y, en concreto, de la preparación del libro Devociones Litúrgicas. El Obispo quiso hacer el prólogo:

    «El domingo 12 de febrero, el Señor Obispo de Tortosa se compromete a hacerme el prólogo de Devociones Litúrgicas» (Octavilla del Autor en el dossier AGP, sec A, leg 50-4, carp 5). El prólogo, escrito y firmado, se encuentra en el mismo dossier. En otra ficha autógrafa del mismo dossier se lee: «El 18 de febrero el Obispo de Tortosa da su conformidad para que se anuncie el libro con el prólogo». Así se hizo efectivamente en la edición de Valencia de Santo Rosario.
Diario de Burgos, 25-II-1939; Francisco Botella. «No quiero ir tarde al comedor, porque después salgo muy tarde –hay que esperar...– y el abuelo se harta de meterse con la máquina. Ahora hace, prepara, el nuevo libro ‘Devociones litúrgicas’» (Carta de Francisco Botella a Pedro Casciaro, Burgos 24-II-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4). Sin embargo, no se conserva mecanografía de este proyecto de libro, sino texto manuscrito de San Josemaría (AGP, sec A, leg 50-4, carp 5).

Carta de José María Albareda a Francisco Botella, Vitoria 25-II-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp B, exp 1. Escribe en sábado. El almuerzo será el lunes 27.

D. Manuel es Dios Nuestro Señor. Alusión a que cuando pusieran la Residencia de Estudiantes en Madrid tendrían Oratorio con la Reserva del Santísimo Sacramento. Para eso habían ido reuniendo ornamentos sagrados y mandado hacer un modesto sagrario, y estaba todo depositado en el palacio Episcopal de don Santos Moro, en Ávila.

Carta de José María Albareda a Eduardo Alastrué, Vitoria 26-II-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp B, exp 1.

Diario de Burgos, 9-III-1939; Francisco Botella.

Carta de Josemaría Escrivá a D. Xavier de Lauzurica, Burgos 10-III-1939; EF 390310-1. Interesantes las dificultades que señala para asumir el encargo: «1/ La necesidad de estar en Burgos el día de San José, por las razones que V. conoce. Hay bastantes que vienen con un permiso «extraordinario» de veinticuatro horas, sin tiempo material de llegar a Vergara. 2/ La posibilidad, llena de probabilidades, de que se tome Madrid, mientras yo estuviera dando la tanda de ejercicios. 3/ En el caso de que se tomara Madrid y yo no acudiera en el primer momento, faltaba a mi deber estricto de recuperar Santa Isabel, como Rector que soy de aquel Patronato (cosa que procurarían algunas personas hacer resaltar), y a un doble deber –muy sobrenatural el uno, y el otro de sangre– con la Obra y con mi madre, que me esperan sin dilaciones».

Carta de Xavier de Lauzurica a Josemaría Escrivá, Vitoria 12-III-1939: AGP, sec E, carp 499, exp 4. El subrayado es mío.

Francisco Botella, Relatos testimoniales, Madrid 1975-78, cap V, pg 64. Como se ve, Botella no puede precisar la fecha.

Vid supra nt 24.

Vid ibidem.

Carta de Josemaría Escrivá a Pedro Casciaro, Burgos 11-I-1939; EF 390111-1.

Carta de Pedro Casciaro a Josemaría Escrivá, Calatayud 16-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp D, exp 6.

Jorge Claramunt, seudónimo de Diego Ramírez, tío de Casciaro, como sabemos.

Sin decirle nada sobre el tema por el momento.

Carta de Pedro Casciaro a Josemaría Escrivá, Calatayud sin fecha, pero recibida en Burgos el 24 de enero; AGP, sec N-2, leg 149, carp D, exp 6. Se ha recibido «...carta quilométrica de Pedro. Nos cuenta sus gestiones para la impresión del libro que prepara el Padre» (Diario de Burgos, 24-I-1939; Francisco Botella). La carta es un montón de cuartillas, ciertamente, pero lo relativo al tema es sólo el párrafo transcrito.

Carta de Francisco Botella a Pedro Casciaro, Burgos 24-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4. Lo de Bilbao lo apunta el Autor, sin duda, porque Jorge Claramunt, el tío de Casciaro, estaba allí muy bien relacionado.

Diario de Burgos, 4-II-1939, sábado; Francisco Botella.

Botella, al recordar esta época muchos años después, hace esta descripción del final de una jornada: «Por la noche, cuando vuelvo a casa, está el Padre en el cuarto de estar y hacemos un poco de tertulia. Luego, me recuerda que hay que hacer el diario y llevar las cuentas. Es todo muy rápido, porque los gastos son mínimos. Le pregunto al Padre lo que le parece que ponga en el diario y ya nos acostamos» (Francisco Botella, Relatos testimoniales, Madrid 1975-78, cap V, pg 56).

El lunes día 6 de febrero regresó el Autor a Burgos, mientras Jiménez Vargas continuaba hacia su destino militar.

En las cartas del día 7 cuenta la anécdota: «el artista Perico cree que es más propio de un libro de recetas culinarias, que de la categoría que tiene el recién terminado. No obstante no se abandonan los nueves, que tendrán un lugar secundario en el fondo (Carta de Francisco Botella a Álvaro del Portillo y Vicente Rodríguez Casado, Burgos 7-II-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4). «El artista, como denomina José María [Albareda] a Pedro, cree que es más propio de un libro de recetas culinarias, que del tema en cuestión. Aparecerán los nueves, pero en segundo término [...] (Carta de Francisco Botella a Ricardo Fernández Vallespín, Burgos 7-II-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4).

Vid supra nt 89.

Esta hoja se encuentra en AGP, sec A, leg 50-11, exp V, doc 49. Es el dorso del documento en cuestión. Esta portada es, sin duda, la que formaba parte del manuscrito que el Autor entregó a Lauzurica para hacer el prólogo.

Carta de Francisco Botella a Pedro Casciaro, 7-II-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4. El subrayado es mío.

Carta de Josemaría Escrivá a Pedro Casciaro, Vitoria 13-II-1939; EF 390213-3.

Carta de Pedro Casciaro a Francisco Botella, Origen 13-II-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp D, exp 6. El subrayado es mío. El giro es alguna cantidad que enviaba para ayudar al sostenimiento de las labores apostólicas. «Origen»: era una forma que tenían los que escribían desde los frentes de no decir dónde se encontraba la unidad de combate en la que estaban. Era exigencia de la Autoridad militar.

Carta de Francisco Botella a Pedro Casciaro, Burgos 14-II-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4. Tres días después vuelve a lo mismo: «Se llevó José María el proyecto de portada. Ya dirá el abuelo lo que decide» (Carta de Francisco Botella a Pedro Casciaro, Burgos 17-II-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4).

Carta de Francisco Botella a Josemaría Escrivá, Burgos 15-II-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4. El subrayado es mío.

Carta de Pedro Casciaro a Francisco Botella, Calatayud 13-II-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp D, exp 6. El subrayado es mío.

Carta de Josemaría Escrivá a Pedro Casciaro, Vitoria 18-II-1939; EF 390218-2. El subrayado es mío.

Carta de Pedro Casciaro a Francisco Botella, Estafeta 25, 19-II-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp D, exp 6. El subrayado es mío.

Carta de Francisco Botella a Pedro Casciaro, Burgos 21-II-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4. El subrayado es mío.

«Aprovecharé cualquier rato libre para hacer nuevos proyectos de portadas. Espero la palabra ‘Consideraciones’. Recibí la carta del Padre y de Álvaro desde Vitoria» (Carta de Pedro Casciaro a Francisco Botella, Calatayud 22-II-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp D, exp 6).

Carta de Francisco Botella a Pedro Casciaro, Burgos 24-II-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4.

Una está centrada en una cuartilla, que luego desechó y aprovechó para escribir en ella la que sería hoja 23 de la Introducción a Devociones Litúrgicas (AGP, sec A, leg 50-4, carp 5). La otra es ya la que envió a Casciaro: una cuartilla en la que escribió cinco veces la palabra para que pudieran elegir la mejor. Está escrita con pluma de trazo grueso y tinta negra.

Carta de Eduardo Alastrué a los de Burgos, Lora del Río (Sevilla) 25-II-1939; AGP, sec N-2, leg 146, carp A, exp 2.

Carta de Josemaría Escrivá a José María Albareda, Burgos 23-III-1939; EF 390323-2. El subrayado es mío. San Josemaría había reunido varias cajas con alimentos para llevar a los de la Obra que vivían en Madrid, donde había una escasez total de víveres. La máquina a que se refiere es la máquina con la que se escribió C (vid § 8, 1). El fichero es el de las direcciones de toda aquella juventud que se movía en torno al Autor, con las fechas de sus cartas, etc. Lo llevaba San Josemaría ayudado por Albareda. Se conserva en AGP, sec A, leg 12, carp 2.

«En aquellas últimas semanas, hasta que se acabó la guerra, el Padre estaba muy cansado y cuando yo volvía de cenar, estaba en la cama. Sería porque no comía, salvo cuando venía Álvaro [del Portillo] de Cigales o alguno de Casa. Las cuentas hablaban claro: el Padre comía poquísimo» (Francisco Botella, Relatos testimoniales, Madrid 1975-78, cap V, pg 66). Las cuentas las llevaba Botella, que comía en el cuartel y comprobaba que el Autor apenas gastaba en comer.

«El Padre, que quiere entrar enseguida en Madrid, consigue un puesto en uno de los camiones de abastecimiento que tienen preparados. Habla con el Coronel Lahuerta para que me proporcione a mí medio de trasladarme pronto a Madrid, cuando se rinda» (Francisco Botella, ibidem, pg 67).

Diario de Burgos, 26-III-1939; Francisco Botella. El subrayado es mío.

Francisco Botella, Relatos testimoniales, Madrid 1975-78, cap V, pg 67s. En esas maletas iban el manuscrito de C, las «gaiticas», etc.: el material desde el que hemos podido escribir estas páginas.

 


Ibidem, 23-XII-1938; Eduardo Alastrué.

Carta de Francisco Botella a Miguel Fisac, Burgos 23-XII-1938; AGP, sec N-2, leg 147, carp B, exp 3. —Miguel Fisac Serna (1913) nació en Daimiel (Ciudad Real). Arquitecto, conoció al Autor en la Residencia DYA, de la calle de Ferraz, durante el curso 1935-36. En el tiempo de la guerra, acompañó al Autor en el paso por los Pirineos a la zona nacional y, luego, tuvo trato frecuente ya por visitas a Burgos, ya por correspondencia.

Vid infra § 6, nt 76-80.

Diario de Burgos, 26-XII-1938; Josemaría Escrivá.

Ibidem, 27-XII-1938; José María Albareda.

Tiendo a «considerar» que el «considerable», calificando a las «consideraciones», es un rasgo de humor de Albareda, que se proyecta también en la siguiente frase.

Diario de Burgos, 28-XII-1938; José María Albareda.

Ibidem, 30-XII-1938; José María Albareda.

Carta de José María Albareda a José Ramón Herrero Fontana, Burgos 5-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp B, exp 1.

Carta de José María Albareda a Miguel Fisac, Burgos 6-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp B, exp 1. Interesante la alusión a los otros libros que prepara el Autor. Como veremos, trabajaba simultáneamente en el Devocionario litúrgico, al que se refirió ya en su plan de «trabajo inmediato» (vid supra § 5, 1, b; pg 65).

Carta de José María Albareda a Isidoro Zorzano, San Juan de Luz (en realidad, Burgos) 6-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp B, exp 1. «La organización de la industria»: forma divertida de referirse a la vida cristiana y a la misión apostólica. El domingo 8 regresó Albareda a Vitoria: «Marcho a Vitoria el domingo, pues el lunes se reanudan las clases» (Carta de José María Albareda a Juan Jiménez Vargas, Burgos 6-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp B, exp 1).

D. Calixto Emiliano Amann Amann, arquitecto de Bilbao, padre de Emiliano, un estudiante de arquitectura del mismo nombre, residente de Ferraz, que había ido a visitar a su hijo, que desde enero hacía el Curso para Alféreces Ingenieros en Fuentes Blancas (Burgos). El día 9 el Autor había almorzado con padre e hijo y Paco Botella. Albareda aprovechó el regreso a Bilbao de D. Emiliano para volver a Vitoria tras las vacaciones de Navidad.

Carta de José María Albareda a Josemaría Escrivá, Vitoria 11-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp B, exp 1. Unos días después escribe: «Durante los días de Navidad, Mariano [el Autor] avanzó mucho en las consideraciones; a estas horas debe estar finalizando. Y además planeó otros libros muy necesarios» (Carta de José María Albareda a Vicente Rodríguez Casado, Vitoria 14-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp B, exp 1).

Notas de un Coloquio en Roma, con estudiantes franceses, ingleses, irlandeses y norteamericanos, 28-III-1970.

Emiliano Amann, Relación Testimonial, Bilbao 16-VI-1978; AGP, sec A, leg 100-02, carp 4, exp 7; la cursiva es mía. Amann venía con mucha frecuencia a visitar a San Josemaría, como testifica el Diario de Burgos. —Emiliano Amann Puente (1919-1980), nacido en Bilbao, arquitecto, conoció al Autor en 1935, por vivir en la Residencia DYA, de la calle de Ferraz. Durante la guerra, cuando Josemaría Escrivá llegó a Burgos, le visitó en diversas ocasiones y, sobre todo, mantuvo abundante trato epistolar. Finalizada la contienda, vivió en la Residencia de la calle de Jenner. En 1948 contrajo matrimonio en Algorta (Vizcaya), oficiando San Josemaría. Poco después se incorporó al Opus Dei como supernumerario.

La habitación, compartida normalmente por varias personas, tenía un amplio mirador al Arlanzón, a donde se retiraba San Josemaría para salvaguardar la intimidad de los que querían hablar con él sobre temas de dirección espiritual. Cerraba el panel que daba a la habitación, que se quedaba sin luz diurna. «Buenas noches», solía decir Paco Botella mientras encendía la bombilla.

José Luis Múzquiz, Relato testimonial cronológico, pgs 35-36; AGP, sec A, leg 100-39, carp 1, exp 1. —José Luis Múzquiz de Miguel (1912-1983), nacido en Badajoz, ingeniero de Caminos, conoció al Autor en la Residencia de Ferraz, en 1935. Desde esa época comenzó a dirigirse espiritualmente con él. La guerra le sorprendió en Alemania. Cuando regresó a España, estableció contacto con el Fundador del Opus Dei en Burgos. Poco después se incorporó a la Obra. Se ordenó de presbítero en 1944, siendo uno de los tres primeros sacerdotes del Opus Dei.

Nombre del edificio en el que estaba el cuartel del General Orgaz.

Pedro Casciaro, Relación testimonial, 26-VI-1979, Parte II, cap 2, pg 147, que continúa: «En realidad mi comentario era una velada alusión a «la cama del Padre», ya que frecuentemente dormía en el suelo, en el lugar que quedaba entre su cama y la pared».

Sobre la expresión «gaiticas» vid infra § 5, nt 68-74.

Carta de Josemaría Escrivá a Pedro Casciaro, Burgos 11-I-1939; EF 390111-1; la cursiva es mía.

Diario de Burgos, 12-I-1939; Francisco Botella. El Diario continúa: «El Padre ha escrito una carta circular, que no danzará por los frentes esta vez: será leída cuando vengan a ésta con permiso». Vid Carta circular de Josemaría Escrivá a los fieles del Opus Dei, Burgos 9-I-1939; EF 390109-1. Ya había escrito otra el año anterior en la misma fecha.

Diario de Burgos, 13-I-1939; Francisco Botella. Parece que la gestión fue esperanzadora, pues al día siguiente, después de regresar a Burgos el Autor, anota: «También la cuestión económica, que Santa Isabel promete arreglar, marcha» (Diario de Burgos, 14-I-1939; Francisco Botella). «Reigón, si le nombran y le dicen que vea el modo de levantar las cargas eclesiásticas, hará lo que deseamos» (Carta de Josemaría Escrivá a José María Albareda, Burgos 17-I-1939; EF 390117-1).

Diario de Burgos, 15-I-1939; Francisco Botella. «Venancia» era una modesta casa de comidas próxima.

Diario de Burgos, 17-I-1939; Francisco Botella.

El Devocionario litúrgico, sobre el que estaba ya trabajando.

Carta de Josemaría Escrivá a Amparo Rodríguez Casado, Burgos 16-I-1939; EF 390116-1; subrayado del original. ―Amparo Rodríguez Casado (1914-1992) nació en Madrid y era hermana de Vicente Rodríguez Casado, uno de los primeros miembros del Opus Dei. Conoció al Autor en Burgos, en 1938. Formó parte del grupo de jóvenes a las que el Fundador, en Burgos, daba formación doctrinal y espiritual con intención de desarrollar la Obra entre las mujeres. («Tuve el círculo de estudios con las chicas. Vienen siete»; anotación de San Josemaría en Cuaderno VIII dpdo, nº 1575, 5-VI-1938). Josemaría Escrivá tenía una gran amistad con la familia del Coronel Rodríguez Rodríguez, que residía también en Burgos y se dirigía espiritualmente con él. Con el tiempo, y con el consejo de San Josemaría, Amparo comprendió que Dios la llamaba a la vida religiosa, ingresando en las Adoratrices del Santísimo Sacramento.

Carta de Josemaría Escrivá a José María Albareda, Burgos 17-I-1939, EF 390117-1. En el cuerpo de la carta había escrito: «Perdona los borrones: esta pluma tiene incontinencia».

Carta de Francisco Botella a Pedro Casciaro, Burgos 20-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4.

Carta de Francisco Botella a Vicente Rodríguez Casado, Burgos 20-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4. El subrayado es mío.

Diario de Burgos, 22-I-1939; Francisco Botella.

Entiéndase: no se refiere al actual p/999 de C sino a la octavilla que completaba la cifra propuesta: 999. No sabemos cuál era.

Carta de Francisco Botella a Álvaro del Portillo, Burgos 23-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4. El subrayado es mío. La fecha se confirma en carta del día siguiente: «Anteayer escribió la consideración número 999. Ahora ya está pasándolas a máquina, y por cierto

    muy rápidamente» (Carta de Francisco Botella a Pedro Casciaro, Burgos 24-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4). Ese mismo día Albareda también hablaba del tema a Álvaro del Portillo, pero con información más atrasada: «Espero a Mariano [el Autor] con... no sé! Parece se retardan los permisos. De todos modos, si esta semana no vienen, a fin de semana iré a Burgos. Creo que estarán los novecientos noventa y nueve, pues el diez y siete faltaban veintisiete» (Carta de José María Albareda a Álvaro del Portillo, Vitoria 23-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp B, exp 1).
En el Cuaderno VIII dpdo, nº 1594, el Autor escribió lo que sigue: «Día 23 de enero de 1939: Ayer hacía diez años que decía yo a Mercedes Reyna, moribunda: ‘¡Si no he de ser un sacerdote, no bueno, ¡santo!, di a Jesús que me lleve cuanto antes!’ Y tuve, como recordatorio, un disgusto regular, que me vino muy bien». Fue el día que acabó C, de lo cual no dice una palabra. En aquella temporada apenas si anotaba en su Cuaderno. El apunte anterior es de 26 de diciembre y el anterior de 11 de noviembre. Vivía siempre de cara a la eternidad. Sobre Mercedes Reyna, vid com/152 nt 30.

Diario de Burgos, 23-I-1939; Francisco Botella.

Carta de Francisco Botella a Pedro Casciaro, Burgos 24-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4. El subrayado es mío. En AGP, sec A, leg 50-4, carp 5 se conserva un dossier con los materiales que restan de este proyecto de Devocionario Litúrgico, que el Autor interrumpió en estado muy avanzado: era, como su nombre indica, un libro de formato muy manejable en el que después de una introducción –bastante extensa: se conserva casi íntegra, manuscrita del Autor– ofrecería, bilingüe, el ordinario de la Misa, una selección de oraciones del Misal, el esquema de Laudes y Vísperas, y un conjunto de salmos y de devociones e himnos eucarísticos.

Ibidem.

Carta de Pedro Casciaro a Josemaría Escrivá, Calatayud 26-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp D, exp 6; la cursiva es mía. «Jorge» es un tío de Pedro Casciaro, periodista de «El Correo Español» de Bilbao. Se llamaba Diego Ramírez Pastor y firmaba con el pseudónimo «Jorge Claramunt».

Carta de Miguel Fisac a Francisco Botella, 30-I-1939; AGP, sec N-2, leg 150, carp A, exp 6. El subrayado es mío.

Carta de Eduardo Alastrué a los de Burgos, Sevilla 1-II-1939; AGP, sec N-2, leg 146, carp A, exp 2. A la vez escribía a los de Madrid (a través de Francia, de ahí la ciudad de la datación): «Ah, se me olvidaba la gran noticia. El abuelo ha escrito un libro. A ver si lo leéis pronto. 999 consideraciones –ni una más ni una menos– fruto de su experiencia, escritas pensando en nosotros. Yo ya he leído muchas. Aparecerá muy pronto. Bien me vendría leerlo aquí, lejos de su compañía» (Carta de Eduardo Alastrué a Isidoro Zorzano, Burdeos 3-II-1939; AGP, sec N-2, leg 146, carp A, exp 2).

Carta de Vicente Rodríguez Casado a Eduardo Alastrué, Burgos 1-II-1939; AGP, sec N-2, leg 150, carp C, exp 1.

Apuntes tomados en una reunión familiar, Roma 10-XI-1963.

Ibidem.

 


Diario de Isidoro Zorzano, 31-VIII-1937. —Un relato pormenorizado de los acontecimientos ocurridos desde la salida de la Legación de Honduras, evasión por el Pirineo de la zona republicana, y llegada a Pamplona, en Vázquez de Prada, II, pgs 125-232.

Eran José María Albareda, Tomás Alvira, Francisco Botella, Pedro Casciaro, Miguel Fisac, Juan Jiménez Vargas y Manuel Sainz de los Terreros.

En la capital de Navarra y al comenzar su retiro espiritual estrenó también un nuevo Cuaderno de Apuntes íntimos (el VIII dpdo), en el que anotó su oración en aquellos EjEsp, de la que saldrían varios puntos de C. —Vid Vázquez de Prada, II, pgs 232-237.

Albareda y Alvira, que eran Profesores de Instituto, fueron destinados a la enseñanza: Albareda en Burgos, y Alvira en Gijón. Los demás, al Ejército: Vargas, como alférez médico, al frente de Teruel; Fisac, a automovilismo; Terreros, a fortificaciones. En un cuartel de Pamplona estaban Pedro Casciaro y Francisco Botella.

También porque se daba cuenta del lamentable estado físico en que llegaba: sus amigos no le reconocían (había perdido treinta kilos).

Albareda, después del paso de los Pirineos, se presentó en Burgos a la «Junta», que lo adscribió a la Secretaría de Cultura, con residencia en la misma ciudad. Vid Enrique Gutiérrez Ríos, José María Albareda. Una época de la cultura española, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1970, pgs 135-144. —En Vázquez de Prada, II, pgs 240-343, hay un extenso relato de la estancia y actividad de San Josemaría en Burgos.

Francisco Botella Raduán (1915-1987) nació en Alcoy (Alicante). Catedrático de Geometría Analítica y Topología de la Facultad de Ciencias, de la Universidad Complutense de Madrid. Ordenado sacerdote el 29 de septiembre de 1946. Conoció al Autor al comenzar el curso 1935-36, en la Residencia de Ferraz 50, en Madrid, cuando estudiaba Matemáticas y Arquitectura. Asistió a unos círculos de formación dados por Josemaría Escrivá y el 23 de noviembre de 1935 se incorporó al Opus Dei. El 3 de julio de 1936 partió para Valencia. Al estallar la guerra civil española mantuvo contacto epistolar con el Autor hasta octubre de 1937, en que se unió al Fundador del Opus Dei para llegar a la zona nacional a través del Pirineo. En febrero de 1938 fue destinado a un cuartel de Burgos, donde convivió con el Autor hasta el final de la guerra, como en Madrid en los años posteriores.

Ambos habían sido declarados aptos para «servicios auxiliares»: Botella destinado en el MIR (Jefatura de Movilización, Instrucción y Recuperación), sección de Recuperación: «papeleo de hospitales y escribir mucho a máquina», dirá después el propio Francisco Botella, Relatos testimoniales, Madrid 1975-78, cap V, pg 14. Pedro Casciaro venía destinado a la Secretaría de Orgaz y después al equipo encargado de «cifrar» la correspondencia (gabinete de Cifra). Los dos comían y cenaban en el cuartel, pero dormían en la pensión Santa Clara.

«Trabajar sin descanso» fue uno de los propósitos de su retiro espiritual en Pamplona. Vid com/373.

En el cuadernillo-agenda 1º de Burgos, hoja 3, estando todavía en Pamplona, apuntó este panorama de trabajo, encuadrado bajo la expresión «trabajar sin ruido»: «1) Ver a los nuestros. 2) Estar dispuesto a acudir a ellos, donde sea, inmediatamente que me llamen. 3) Discreta relación epistolar. 4) Apeadero: lugar de refugio, para todos. 5) Reducidas tandas de ejercicios. 6) Proselitismo con estudiantes soldados. 7) Catedráticos que colaboren.

    8) Tesis de Derecho. 9) Libros: biblioteca. 10) Encargar trabajo a nuestros soldados. 11) ¿Los nºs 4 y 5, en Burgos?» Que el «apeadero» estuviera en Burgos lo decidió ya en Pamplona. Las «reducidas tandas de ejercicios» no llegaron a realizarse, por la imposibilidad práctica de reunir varios días a gente que estaba militarizada. San Josemaría, durante aquel año, tenía con los estudiantes –fueran o no del Opus Dei– como actividad fundamental conversaciones de dirección espiritual y «tertulias», coloquios familiares en los que les exponía, respondiendo a sus preguntas, el panorama de la santificación en medio del mundo y la misión del Opus Dei en la Iglesia. Todos los demás puntos de este plan de acción fueron efectiva realidad en aquel año 38.
Vid infra nt 58.

Con él vivían Albareda y, desde el 25 de enero, Botella. El 8 de marzo se incorporó también a Santa Clara Pedro Casciaro.

Una interesante descripción del hotel y del «ambiente» de la habitación que ocupaban, puede verse en P. Casciaro, Soñad, 11ª ed, 1999, pgs 142-145. Lo mismo, para Concepción 9, en Francisco Botella, Relatos testimoniales, Madrid 1975-78, cap V, pgs 54-57. Botella, que seguía destinado en Burgos, se quedó en la pensión cuando el Autor se trasladó a Madrid.

Son tres cuadernos –del tipo de los que usaba Escrivá para sus Apínt– en los que iban anotando la vida cotidiana y familiar del pequeño grupo. Se conservan en AGP, sec A, leg 2, carp 4, exp 2. Cito los Diarios haciendo constar el día y el nombre del que ese día lo anotó.

Las extensas relaciones testimoniales de Casciaro y Botella, escritas tras el fallecimiento del Autor (Albareda había muerto en 1966), son también fuentes imprescindibles de información, aunque deben ser contrastadas, como es lógico, con los documentos contemporáneos a la redacción del libro.

En el epistolario del Autor se encuentra una carta a don Santos Moro, Obispo de Ávila, sin fecha, pero que, al ordenar las cartas en AGP, se le ha adjudicado –en mi opinión por error– la de abril de 1938 (EF 380400-1). En ella San Josemaría responde, entre otras cosas, a una invitación de don Santos para que vaya una temporada a Ávila, y agrega: «Tengo en marcha dos libros: cuando hayan salido a luz, encantado iré con mi D. Santos» para pasar unos días en Ávila. El estudio de la correspondencia entre el Autor y don Santos, que se conserva en AGP, permite darle su fecha correcta. La carta en cuestión es la respuesta, punto por punto, de San Josemaría a la que don Santos Moro le escribe con fecha 27-XII-1938 (AGP, sec E, carp 506), que es a su vez respuesta a la felicitación de Navidad que el Autor le mandó el día 24 (EF 381224-2). Estamos, pues, como muy pronto, en 31 de diciembre de 1938. En esta fecha C estaba acabándose y, como veremos en el lugar oportuno, comienzan las gestiones de edición. El otro libro en el que el Autor trabajaba entonces era, según la documentación, Devociones Litúrgicas: «Ayer me dijo [San Josemaría] que va a encargar la copia de las secciones que interesen para el segundo libro, Devocionario Litúrgico, y previo comentario suyo saldrá al mismo tiempo que el primero [C]. No creo tarde más de una semana en acabar todo esto» (Carta de Francisco Botella a Pedro Casciaro, Burgos 24-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp C, exp 4; la cursiva es mía). No es pues la carta que comentamos una excepción al silencio del Autor al que aludimos en el texto.

Las anotaciones de este cuaderno cubren los meses de julio a octubre o noviembre. Lo designamos como Cuadernillo-agenda 2º de Burgos, porque utilizó, al menos otro, anterior, comenzado en Pamplona, que llamamos Cuadernillo-agenda 1º de Burgos. Se encuentran ambos en AGP, sec A, leg 50-3, carp 2, exp 1, doc 1 y 2. En Apínt, Cuaderno VIII dpdo, nº 1592, hace una referencia al cuardenito 2º: «Voy mirando unas notas, que llevo en un pequeño cuaderno, para apuntar [en el Cuaderno grande], sin orden cronológico, lo que me parece apuntable» (11-XI-1938); subrayado en el original.

Cuadernillo-agenda 2º de Burgos, hoja 1. ―«Pepis»: apelativo familiar de Pepe Isasa, que se dirigía espiritualmente con el Autor, muerto en el frente en 1937. No consta que el Autor llegara a escribir la nota necrológica a que se refiere. En todo caso no se conserva.

Cuadernillo-agenda 2º de Burgos hoja 2v. El subrayado es mío. En la hoja 1v (es decir en el dorso del «marco general») sólo hay este apunte: «22 de julio de 1938». En la hoja 3 hay una nota en la que se señala la fecha de una visita que realizó el Autor: 28 de julio. Queda pues situada la datación –día más día menos– de este plan. Es interesante notar que, al hacer la lista de «trabajo inmediato» del segundo semestre del año, no incluye «Huelgas» –su tesis doctoral sobre la Abadesa de este Monasterio–, quizá porque la tenía más avanzada que las otras cosas, o la veía menos urgente en la situación en que se encontraba.

Aquí entraba la fundamental colaboración de Casciaro y Botella, y también de Albareda, que escribían a los amigos y ayudaban en la preparación de «Noticias». La colección de «Noticias» se encuentra en AGP, sec A, leg 3, carp 3 (las de 1938) y carp 4 (las de 1939).

Cuadernillo-agenda 2º de Burgos, hoja 22. En la hoja hay también estas dos anotaciones: «D. Gregorio Modrego O[bispo] A[uxiliar] de T[oledo]» – «No pensar en lo que dicen los hombres, ni inquietarse por lo que dicen. Piensa en lo que diga Dios». Observación interesante: a pesar de la distancia en el cuadernillo, estimo que ambas anotaciones (el «plan inmediato» de hoja 2 y el «apunte» de la de hoja 22) son muy próximas en la fecha: julio de 1938, incluso la segunda puede preceder a la primera. Josemaría Escrivá tenía la costumbre, al manejar estas pequeñas libretas, de escribir en ellas avanzando simultáneamente y en sentido opuesto desde la primera y última página hasta encontrarse en el centro. Es decir, el cuaderno tiene dos primeras páginas, depende de por dónde se abra. Utilizaba estos cuadernitos en viajes y desplazamientos, haciendo antesala, etc., escribiendo en posturas forzadas y a veces en la primera página que encontraba libre. ―El plan de trabajo de esta segunda anotación (sacar fichas de cartas y apuntes) pienso que es algo anterior en el tiempo al «plan inmediato» de hoja 2. Me parece como un pequeño complemento del «marco general» que se señala en la hoja 1 de la agenda. En todo caso ambas anotaciones, en el contexto del marco general, dan una idea de cómo el Autor de C enfocaba su tarea para el segundo semestre.

Vid infra § 5, e.

«Todos estos días». Casciaro en las notas de ese día se remonta a la actividad que el Autor venía desarrollando desde un cierto tiempo atrás. ―El Autor dedicó especial atención a las

    cartas de Juan Jiménez Vargas, que escribía dos o tres veces por semana a San Josemaría y era el más antiguo miembro del Opus Dei en la zona nacional. De ello se hacen eco en el Diario: «Estábamos después de comer –esto de comer no es verdad, rigurosamente– en el consabido mirador, escribiendo el Padre a máquina unas cuartillas, cuyo contenido es de Juan, y yo terminando con las cartas de este mes...», es decir las cartas personales que acompañaban a «Noticias» (Diario de Burgos, 7-XII-1938; Francisco Botella). «Por la mañana –escribe Botella en el Diario al día siguiente– leímos unas cuartillas a máquina, que el abuelo [el Autor] se ha encargado de confeccionar primorosamente, con el contenido de las cartas de Juan. […] Hablamos de la estancia en la zona roja: leemos cartas allí escritas, que trajimos al pasar: Rafael [Calvo Serer]...; Chiqui [José María Hernández Garnica]...». El Autor de C puso a máquina en aquella época diversas relaciones, escritas a petición suya: por ej, el relato del paso a la zona nacional de Álvaro del Portillo, Eduardo Alastrué y Vicente Rodríguez Casado escrito por Álvaro del Portillo, bajo el título: De Madrid a Burgos pasando por Guadalajara; AGP, sec B-1, leg 50, carp 3.
Diario de Burgos, 25-XI-1938; Pedro Casciaro; la cursiva es mía. El Autor estaba haciendo gestiones para conseguir que le pagasen su sueldo de Rector del Real Patronato de Santa Isabel, que no cobraba desde que estalló la guerra civil. Con ese posible ingreso pensaba sufragar los gastos de la edición (pero no lo cobraría hasta años más tarde; vid infra § 6 nt 23). —Eran aquellos días, en que trabajaba fuerte en C, días de sufrimiento espiritual para el Autor. Al día siguiente de este apunte de Casciaro era el propio Josemaría Escrivá el que escribía la página del Diario: «se me hace la tarde eterna, pido a Dios Nuestro Señor que acorte la prueba». Parece que esta expresión de San Josemaría debe ponerse en relación con la dura «purgación pasiva» –así la califica Álvaro del Portillo, nt a Apínt nº 1381– que pasó en Burgos durante varios meses. Ya el año anterior, en la Legación de Honduras, había atravesado –hemos aludido a ello (supra § 4 nt 26)– una situación semejante. Sobre el tema vid com/151 y a las referencias que allí se indican.

Unos días después es Botella el que habla del libro al propio Casciaro, que estaba ya destinado en Calatayud: «Ahora espera Mariano que lo de Santa Isabel se solucione satisfactoriamente, y así podría editarse el libro que prepara» (Carta de Francisco Botella a Pedro Casciaro, Burgos 4-XII-1938; AGP, sec N-2, leg 147, carp B, exp 3).

Casciaro sólo volvió a Burgos una vez acabada la guerra civil, y no estuvo nunca –según sus propias palabras– en la pensión de la calle Concepción, de la que hablaremos enseguida. Así lo dice en sus notas de 1992, escritas con ocasión de un artículo aparecido en la

    revista Tiempo (Pedro Casciaro, Relación testimonial, 26-VI-1979, Parte II, cap 2, apéndice de 1992; AGP, sec A, leg 100-13, carp 1, exp 1). Es interesante hacerlo notar porque, cuarenta años después, al escribir su valiosísimo testimonio de esta época, a Casciaro, en mi opinión, se le difuminan en este punto los planos y las fechas. «El Padre –dice– escribió Camino en nuestro cuarto del Hotel Sabadell. Él lo ha contado muchas veces y yo mismo le vi hacerlo. Fue pasando a máquina aquellas gaiticas en trozos de papel ya más homogéneos» (Pedro Casciaro, Relación testimonial, 26-VI-1979, Parte II, cap 2, pg 144s). «Camino estuvo listo mucho antes de que yo saliera para Calatayud» (ibidem, pg 148). «Mucho antes de salir yo para Calatayud, ya tenía prácticamente acabado el libro. Es más, hizo algunas gestiones para su publicación. La falta de medios económicos, la escasez de papel que había en aquellos tiempos, etc., le hicieron ver que era irrealizable su deseo de publicarlo. No obstante, seguía escribiendo gaiticas» (Observaciones de Pedro Casciaro al capítulo V de la Testimonial de Francisco Botella, pg 8: nota a la pg 57, §§ 2-3; AGP, sec A, leg 100-08, carp 1, exp 1). Conceptos similares se encuentran en P. Casciaro, Soñad, 11ª ed, 1999, pgs 169-170. Casciaro, al escribir esto, no recuerda lo que estampó en el texto del Diario arriba citado, ni que las gestiones para la edición son las que él mismo haría precisamente, pero desde Calatayud y ya en 1939, como veremos. Sobre la expresión «gaiticas» vid infra § 5, nt 68-74.
Carta de Josemaría Escrivá a José María Albareda, 10-XII-1938; EF 381210-1; la cursiva es mía. Nótese que de la carta a Albareda saldrá el p/304 de C.

«Nos trasladamos a Concepción 9-3º izq. No hay mucho que cambiar, lo poco que tenemos para el traslado lo prepara el Padre, y le ayudamos. Tenemos algunas cosas que el Padre embala con más cuidado: los recuerdos de la Eucaristía y de todo lo que ha servido para la Santa Misa y para la Comunión en el tiempo de la zona roja. Y la rosa de Rialp. Y los cuadernos de diarios de nuestra vida en estos tiempos. Muchas pequeñas cosas, además, que ocupan poco, pero son parte de nuestra vida de familia» (Diario de Burgos, 13-XII-1938; Francisco Botella).

Francisco Botella, Relatos testimoniales, Madrid 1975-78, cap V, pg 56.

Carta de Juan Jiménez Vargas a Enrique Alonso-Martínez, Burgos 3-II-1939; AGP, sec N-2, leg 150, carp B, exp 1. ―Enrique Alonso-Martínez Saumell (1915) nació en Madrid. Durante el curso 1933-34, mientras estudiaba la carrera de Derecho, frecuentó la Academia DYA, de la calle de Luchana, y al curso siguiente la Residencia de la calle de Ferraz, participando en los medios de formación que allí se impartían. Se dirigía espiritualmente con el Fundador del Opus Dei. Le sorprendió la guerra en La Granja y fue destinado a Alhama de Aragón como sanitario en la farmacia militar. Cuando el Autor llegó a Burgos, se inició un intenso trato epistolar. También se vieron, ya en Burgos, ya en Alhama, en más de una ocasión. Acabada la guerra, continuó la amistad y el trato.

Diario de Burgos, 18-XII-1938; Francisco Botella.