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Más de vida interior

 

Más de vida interior

Vid Introd al cap anterior («Vida sobrenatural»). Como allí dijimos, este cap es fruto de la acumulación de nuevos textos sobre la materia en el periodo redaccional de Burgos. «Vida sobrenatural» adquiría así una excesiva extensión y el Autor decide abrir este nuevo cap. No implicaba alteración alguna de la secuencia establecida de los textos, sino la sencilla agrupación de los 24 últimos puntos del cap único –todos de Burgos– en este nuevo, que titula de manera precisa: «Más de vida interior». Eso es lo que es: continúa el tema del cap precedente.


301* Un secreto. —Un secreto, a voces: estas crisis mundiales son crisis de santos.
—Dios quiere un puñado de hombres «suyos» en cada actividad humana. —Después... «pax Christi in regno Christi» —la paz de Cristo en el reino de Cristo.


Todo el cap, como dije, es de nueva creación en Burgos. El «más de vida interior» es, ya desde el principio, una insistencia en la correspondencia a la gracia –santidad– de aquellos que han tomado conciencia de la llamada de Dios. El punto primero está escrito sobre una octavilla Re, en Burgos. La doctrina de la santidad, que ha centrado el cap anterior, no es una idea atemporal, sino encarnada en el tiempo, en concreto, determinante de la solución de las «crisis mundiales». La idea, de una manera u otra, estaba presente en el fondo de toda la predicación de San Josemaría Escrivá. En la predicación de Honduras encontramos ya casi acuñada la fórmula:
«Si en cada nación hubiera un grupo de padres de familia santos, de médicos santos, de arquitectos santos, de obreros santos, estarían resueltos todos los problemas».
«Basta un puñadito de sal para sazonar la comida de muchos. Para conferir un nuevo sabor al mundo serán necesarios relativamente pocos; pero esos pocos, obedeciendo a la Voluntad de Dios, habrán de ser, efectivamente, sal que cura y que sazona [...] Si ejercemos nuestro apostolado, entonces cambiará el aspecto del mundo y, a este desorden y a estas miserias, sucederá la paz y la felicidad cristianas. Entonces, se extenderá la paz».

Al comenzar así este cap, el Autor descalifica toda concepción de la vida cristiana como intimismo que se ausenta de las «crisis mundiales» –equivocado sentido de la «vida interior»–, y pone en cambio la «vida interior» en estricta e interna relación con la «actividad humana», con los problemas de la sociedad humana. La cuestión de la paz, de la paz profunda en la sociedad, a la que tanto pueden contribuir las conferencias y congresos internacionales sobre el tema, aparece así como radicalmente dependiendo de la entrega real a Jesucristo –santidad– de unos hombres y mujeres concretos.
«Pax Christi in regno Christi». Expresión del Papa Pío XI, Sumo Pontífice entonces, muy conocida y citada en aquellos años, que condensaba el programa de su Pontificado, detenidamente descrito en su primera encíclica (1922): «Cuando el Papa Pío X se esforzaba por restaurar todas las cosas en Cristo, como por una inspiración divina, preparaba ya esta gran obra del restablecimiento de la paz, que había de ser el programa de Benedicto XV. Por lo que a Nos toca, insistiendo en la tarea que nuestros dos predecesores se propusieron, todos nuestros esfuerzos se concentran en realizar la paz de Cristo en el reino de Cristo, plenamente confiados en la gracia de Dios, que, al llamarnos al Supremo Pontificado, nos ha prometido su permanente asistencia». La encíclica había suscitado o reavivado numerosas iniciativas católicas en el terreno social y organizativo al servicio de una paz auténtica en los corazones y en la sociedad.

Josemaría Escrivá va a la raíz del problema, más allá de toda coyuntura social y política y de toda forma de organización católica: ve la paz como el resultado de la presencia de hombres y mujeres de Dios –santos– en todas las actividades humanas: la paz de Cristo, brotando desde dentro de la actividad humana.

El punto está escrito ciertamente en Burgos, pero, por decirlo así, su «teología de la paz» hay que ponerla en estrecha relación con una locutio divina más de un lustro anterior, que quedó grabada para siempre en su alma. Tuvo lugar el 7-VIII-1931. En sus Apínt, el Fundador del Opus Dei ha dejado el relato de esa intervención de Dios en su vida, escrito y fechado aquel mismo 7 de agosto, en el que la diócesis de Madrid-Alcalá celebraba la fiesta de la Transfiguración del Señor. Alude Josemaría Escrivá, con agradecimiento a Dios, al profundo cambio interior que se había obrado en su alma desde que llegó a Madrid en 1927. Y a continuación, refiriéndose a la celebración de la Santa Misa de ese día, escribe:
«Creo que renové el propósito de dirigir mi vida entera al cumplimiento de la Voluntad divina: la Obra de Dios. (Propósito que, en este instante, renuevo también con toda mi alma). Llegó la hora de la Consagración: en el momento de alzar la Sagrada Hostia, sin perder el debido recogimiento, sin distraerme –acababa de hacer in mente la ofrenda al Amor misericordioso–, vino a mi pensamiento, con fuerza y claridad extraordinarias, aquello de la Escritura: et si exaltatus fuero a terra, omnia traham ad meipsum (Ioh 12, 32). Ordinariamente, ante lo sobrenatural, tengo miedo. Después viene el ne timeas!, soy Yo. Y comprendí que serían los hombres y mujeres de Dios, quienes levantarán la Cruz con las doctrinas de Cristo sobre el pináculo de toda actividad humana... Y vi triunfar al Señor, atrayendo a Sí todas las cosas».

Josemaría Escrivá vivió esta experiencia sobrenatural, y así lo explicó numerosas veces, en un horizonte claramente fundacional, es decir, en estricta relación con el espíritu de la Obra que el Señor le había confiado. Por eso no es de extrañar que la teología de esa tractio divina que Cristo ejerce en su «exaltación» tuviera un fuerte impacto en muchos de sus textos posteriores. Son pasajes que muestran cómo aquella experiencia caló hondo y configuró su concepción de la existencia cristiana. Uno de ellos, que tiene carácter central en el decurso de C, es el punto que ahora comentamos: la tractio divina genera el reinado de Cristo y la paz propia de ese reino a través de la santidad personal de hombres y mujeres «suyos» (de Cristo). Otro punto emblemático en esta línea de Jn 12, 32 es el p/347 (vid com), ya en el cap dedicado al trabajo humano («Estudio»).


302* Tu Crucifijo. —Por cristiano, debieras llevar siempre contigo tu Crucifijo. Y ponerlo sobre tu mesa de trabajo. Y besarlo antes de darte al descanso y al despertar: y cuando se rebele contra tu alma el pobre cuerpo, bésalo también.


Octavilla Re, sin interrelación documental. El consejo del Autor, autobiográfico, refleja una praxis tradicional, que él vivía con devoción. Sabemos de un pequeño Crucifijo de madera que tuvo durante años. Nos habla de él en 1932:
«Tengo un pobre Crucifijo, que compró hace unos dieciocho años mi padre y que tuvo él entre sus manos hasta el momento de llevar su cadáver al cementerio. Este Crucifijo me acompañó en mis andanzas. Conmigo fue a Fombuena y conmigo vino a Madrid. […]. Desde hace unos días duermo abrazado al Santo Cristo. Sentí ese impulso una noche, al acostarme. De momento, pasó por mi imaginación que podría ser una irreverencia, pues quizá apareciera la imagen por la mañana a los pies de la cama. Quiero ser dócil a los impulsos del Espíritu Santo, y me dormí teniendo sobre mi pecho el Crucifijo. Así lo haré toda mi vida, si no me lo prohíbe mi Padre espiritual».

Ya antes lo había hecho alguna vez, según él mismo escribe, aunque no de esta manera habitual que ahora se propone:
«Esa noche [del 5 de mayo del 31] tuve que dormirme abrazado al Crucifijo. ¡Qué bueno eres, Señor, qué bueno!... Creo que, sin sensiblerías, me dio contrición».
«Y cuando se rebele contra tu alma el pobre cuerpo, bésalo también». No daba un mero consejo ascético, sino que ofrecía a los demás su propia experiencia. He aquí una nota de sus EjEsp del año 1935, en la que se manifiesta cómo vivía de Jesús y el amor y la fidelidad con que le seguía:
«La tentación contra la santa pureza vino, esta tarde, violenta. Ya pasó. Besé muchas veces el Crucifijo, sin calor, pero con eficacia de voluntad».

Por las notas de su Retiro espiritual de 1936 sabemos cómo acabó esta imagen de Cristo que tanta devoción le inspiraba:
«Ayer quemé el Crucifijo de mi padre (q.e.p.d.). Estaba hecho una pena, al cabo de los años de acostarme con él sobre el pecho. Ahora emplearé el del rosario, que tiene indulgencia plenaria cada vez que se besa».
Unos años después, en Madrid, acabada ya la guerra civil, y teniendo ya otro Crucifijo, escribió en su Cuaderno:
«Me acosté anoche pronto. Estoy con un catarrazo, y dormí poco: por eso, muchas veces pedí perdón al Señor por mis grandísimos pecados; le dije que le quería, besando el Crucifijo, y le di las gracias por sus providencias paternales de estos días. Me sorprendí, como hace años, diciendo –sin darme cuenta hasta después– «Dei perfecta sunt opera». A la vez me quedó la seguridad plena, sin género de duda, de que ésa es la respuesta de mi Dios a su criatura pecadora, pero amante. ¡Todo lo espero de El! ¡¡Bendito sea!!».
Vid p/775.
Debe subrayarse, dentro de la tradición de amor al Crucifijo, el consejo de San Josemaría de ponerlo sobre la «mesa de trabajo»: es una expresión emblemática de su doctrina sobre el trabajo como la cruz de cada día para la generalidad de los cristianos. Via Crucis, 11ª Estación, 5: «Antes de empezar a trabajar, pon sobre tu mesa o junto a los útiles de tu labor, un crucifijo»17b.


303* Pierde el miedo a llamar al Señor por su nombre —Jesús— y a decirle que le quieres.


Texto escrito también sobre una ficha Re. Sin interrelación documental. El original de la octavilla arrancaba de las muestras de amor al Crucifijo. Vid apcrít. Pienso que el Autor, al situar esta ficha detrás de la anterior, vio que se repetía el consejo de besar el Crucifijo y lo suprimió. Las modificaciones textuales en las octavillas de Burgos responden con frecuencia a este tipo de motivos.
El nombre de Jesús, como a todos los santos, cautivaba también a Josemaría Escrivá, que tenía como una de sus «jaculatorias favoritas» ésta: «Iesu, Iesu, esto mihi semper Iesus!», la jaculatoria en que se nombra tres veces a Jesús. El tema y las expresiones de este punto reaparecen –en contexto eucarístico– en Forja, 746, que concluye: «No tengas miedo a llamarle así –Jesús mío– y de repetírselo a menudo».


304* Procura lograr diariamente unos minutos de esa bendita soledad que tanta falta hace para tener en marcha la vida interior.


De nuevo una octavilla del tipo Re. El texto es simultáneo, muy probablemente, a la carta a José María Albareda en la que le anunciaba que deja el Hotel Sabadell:
«Esto no podía seguir así: ni trabajar, ni llevar nuestra correspondencia, ni tener con libertad una visita, ni dejar confiadamente los papeles de nuestros negocios [de la Obra] en la habitación..., ni un minuto de esa bendita soledad que tanta falta hace para tener en marcha la vida interior... Además: cada día gente distinta. ¡Imposible!».

Esa necesidad de un mínimo de «soledad», clásica en la tradición espiritual cristiana, es especialmente conveniente para los hombres y mujeres que buscan la santificación, la unión con Dios, a través de las realidades temporales. Vid p/281 y com y p/319: el Autor habla desde la propia experiencia y desde la citada tradición: hay una mutua implicación entre estos cuatro conceptos: soledad, silencio, recogimiento, oración. Y esto no es sólo cosa para monjes y almas retiradas, sino algo necesario para hombres y mujeres que buscan a Dios en medio del rumor del mundo.


305* Me has escrito: «La sencillez es como la sal de la perfección. Y es lo que a mí me falta. Quiero lograrla, con la ayuda de Él y de usted».
—Ni la de Él ni la mía te faltará. —Pon los medios.


Texto escrito sobre otra octavilla Re. El origen de este punto es prototípico de la parte de C redactada en Burgos, en la que hay una fuerte presencia de la relación epistolar (vid p/976) que Escrivá mantenía tanto con los fieles del Opus Dei como con gran cantidad de amigos que estaban dispersos por la guerra. El origen está en una carta de Vicente Rodríguez Casado.

La historia es divertida. San Josemaría tenía la costumbre, con los sacerdotes y los jóvenes que se dirigían con él, de sortear el último día del año papelitos en los que escribía –en cada uno– un santo patrono para el año entrante, una virtud que cultivar, un texto espiritual y una intención por la que rezar. Todavía subsistía en 1938, y el sorteo para 1939 está en la raíz de este p/305. El caso es que en los papelitos de ese año, escritos de su puño y letra, tomó los textos espirituales de las «gaiticas» que entonces estaba redactando.

El papelito de Vicente Rodríguez Casado no se conserva, y tampoco dice él en su carta de qué punto de C se trataba, pero parece claro por la explicación que veremos, que le tocó el p/932 (vid), que termina con estas palabras: «Ojalá no te falte sencillez». Después de recibir su «patrono», Rodríguez Casado escribió al Autor desde Zaragoza, 12-I-1939:
«Me ha venido como anillo al dedo la hojita del santo anual. Y es que es el concepto que estaba rumiando en las meditaciones de estos días. Que la perfección no es consecuencia directa de las virtudes en sí, sino de la mayor o menor sencillez».
La carta continúa diciendo que le había dado en el clavo:
«La sencillez es como la sal de la perfección. Y es lo que a mí me falta. Claro es que la sencillez la podemos convertir en niñada, si la miramos desde nuestro plano y no la miramos desde su plano. Quisiera este año, con su ayuda (la de El y de Vd.), alcanzarla. Y basta de escribir simplezas».
A Escrivá le gustó la reacción de Rodríguez Casado y la transformó en un nuevo punto de C. Es un caso único, me parece, dentro del libro: un punto que surge de la conversación epistolar sobre otro...


306* Que la vida del hombre sobre la tierra es milicia, lo dijo Job hace muchos siglos1.
—Todavía hay comodones que no se han enterado.


Texto sobre una octavilla Re. Escrita en Burgos, periodo final de redacción, posiblemente a partir de este apunte para una meditación:
«Militia est vita hominis super terram... La sala de batallas del Escorial».
Desde Job, pasando por la palabra de Jesús y todo el Nuevo Testamento, la doctrina que se recoge en este punto de C ha marcado con mayor o menor intensidad todas las épocas de la Iglesia. «No penséis –escribe San Juan Crisóstomo– que el combate al que se os llama es de poca importancia y que la causa que se os encomienda es exigua: Vosotros sois la sal de la tierra».
Erasmo (1467-1536), el humanista de Rotterdam, hizo del tema la clave de su célebre Enchiridion, cuyo cap I comienza así: «Lo primero que has de traer a la memoria una vez y otra es que toda la vida de los mortales no es más que una milicia, como lo afirma el muy ejercitado en ella y nunca vencido caballero Job (7, 1)». San Ignacio de Loyola, como es bien sabido, lo acentuó de manera muy peculiar en la época moderna. Es una irrenunciable dimensión de la vida cristiana, que se expresa de manera especialmente vigorosa en los escritos de San Pablo. El «paulinismo» de la «lucha» contra los «enemigos del alma» para llegar a la santidad tiene numerosas manifestaciones a lo largo del libro.


307* Ese modo sobrenatural de proceder es una verdadera táctica militar. —Sostienes la guerra —las luchas diarias de tu vida interior— en posiciones, que colocas lejos de los muros capitales de tu fortaleza.
Y el enemigo acude allí: a tu pequeña mortificación, a tu oración habitual, a tu trabajo ordenado, a tu plan de vida: y es difícil que llegue a acercarse hasta los torreones, flacos para el asalto, de tu castillo. —Y si llega, llega sin eficacia.


Octavilla 11 de la serie Lhz, escrita en Honduras, copiada del Cuadernito que anotaba en la Legación, hoja 23r, jueves 6-V-1937 (Apínt, nº 1377). Tenor literal idéntico, con alguna variante de puntuación.
El tema lo desarrolló en la predicación de esos días:
«¿Qué hacer para mantener sumiso al enemigo, para estar seguros frente a los ataques de las tres concupiscencias: la soberbia, la avaricia y la carne? Pues entretengámosle con pequeños combates lejos de los muros capitales de la fortaleza. Presentémosle escaramuzas en pequeños detalles: en la lengua, en la vista, en el trabajo, en el trato con los demás; descendamos al pormenor y cuidemos así de aplastar al enemigo. Seremos cien veces derrotados, pero ¿qué importa? Cada derrota nos enardecerá para la pelea siguiente. Además, ninguna de estas batallas, si planteamos la lucha en terreno tan distante de la fortaleza central que defiende nuestro corazón, permitirá al adversario atacar sus muros. Y si, por permisión de Dios, en algún momento llegase hasta ahí su embestida, agotado por las continuas y anteriores peleas, sería tan débil que, a pesar de nuestra flaqueza, sería vencido fácilmente».
«No olvidemos tampoco, en esta pelea, lo que pudiéramos llamar punto de vista estratégico. ¿Está planteado el combate en el campo que a nosotros nos conviene? ¿No nos hemos dejado arrastrar a un terreno en el que el enemigo tiene todas las ventajas? ¿No podemos presentar la batalla a nuestro contrario, en un flanco que le obligue a abandonar el frente donde nos ataca, y donde ya nos sentimos agotados?».


308* Me escribes y copio: «Mi gozo y mi paz. Nunca podré tener verdadera alegría si no tengo paz. ¿Y qué es la paz? La paz es algo muy relacionado con la guerra. La paz es consecuencia de la victoria. La paz exige de mí una continua lucha. Sin lucha no podré tener paz».


«Gaitica» escrita sobre una octavilla de la serie Ah, posterior por tanto al 20 de diciembre del 38. No se ha encontrado la carta a la que se refiere el Autor. Juan
Jiménez Vargas dice que era suya. Leemos en su escrito sobre C: «Esto es de una carta que escribí a Burgos durante la guerra. Viene a ser como una ficha para utilizar en una charla. Se comprende que el estilo es de circunstancias y da una idea del ambiente de la época: la paz era inconcebible sin la victoria».

La frase de Msb tachada en la octavilla («Después de la lucha, si he vencido, tendré la tranquilidad de la paz»: vid apcrít) es, probablemente, el final del párrafo de la carta, que el Autor no hace suyo. Para él, la paz, el «gaudium cum pace», no es «tranquilidad», ni viene propiamente «después» de la lucha, sino que se da en la misma lucha, «exige de mí una continua lucha». Lucha, victoria, paz, no es una secuencia cronológica en la vida cristiana, sino una implicación permanente hasta que el Señor nos llame a su presencia. Por eso lo grave es «conformarse», dejar de luchar. Vid cap «Lucha interior». Vid también los p/766-768, sobre todo este último.


309* ¡Mira qué entrañas de misericordia tiene la justicia de Dios! —Porque en los juicios humanos, se castiga al que confiesa su culpa: y, en el divino, se perdona.
¡Bendito sea el santo Sacramento de la Penitencia!


Texto escrito sobre una ficha Not, posterior por tanto a 6-XII-1938. Podría verse un punto de partida redaccional en este apunte de meditación:
«Cristo ¡qué bueno!: misericordia para compadecerse: bondad y caridad».
El apunte, en todo caso, no pasó de ser mera ocasión para introducir en el libro estos dos puntos sobre la confesión –éste y el siguiente–, que en realidad no tienen precedentes documentales31b. En este p/309 aparece la sensibilidad del Autor como jurista, que se prolonga en Surco, 763. Vid p/431 y 747.


310* «Induimini Dominum Jesum Christum» —revestíos de Nuestro Señor Jesucristo, decía San Pablo a los Romanos1. —En el
Sacramento de la Penitencia es donde tú y yo nos revestimos de Jesucristo y de sus merecimientos.


Una profunda pincelada teológica sobre el sacramento, escrita sobre una octavilla Bl, con una grafía muy semejante a la del punto anterior. Tiendo a pensar que ambos textos fueron muy próximos en su redacción. El p/309 es el momento «teo-lógico» (el sacramento como expresión de Dios Padre) y el p/310, el momento cristológico.
Interesante la lectura de Rm 13, 14 que propone el Autor, que ve en el Sacramento de la Penitencia la victoria sobre las obras de la carne.


311* ¡La guerra! —La guerra tiene una finalidad sobrenatural —me dices— desconocida para el mundo: la guerra ha sido para nosotros...
—La guerra es el obstáculo máximo del camino fácil. —Pero tendremos, al final, que amarla, como el religioso debe amar sus disciplinas.


Texto escrito sobre ficha Not, posterior a 6-XII-1938. Tiene una trastienda redaccional un tanto compleja. El documento más inmediato es una cuartilla autónoma, escrita por Pedro Casciaro, sin lugar ni fecha, pero anexa a las dos cartas que escribió al Autor el 2-I-1939. El texto comienza así: «Señor: ¡Con cuánta esperanza aguardamos el día de la paz!». La cuartilla es, evidentemente, un trozo de su oración personal –hecha escribiéndola– y enviada a San Josemaría. El pasaje que nos interesa es el último, que dice así:
«La guerra; la guerra... Juan dijo en cierta ocasión, que la guerra tenía una finalidad sobrenatural, desconocida para el mundo: la guerra ha sido para nosotros. ¡Qué verdad es! La guerra ha sido el obstáculo máximo del camino fácil. Pero tendremos, a su final, que amarla, como el religioso debe amar sus disciplinas».
Todo el texto respira el aire de impaciencia de esos meses finales del conflicto en los que ya todo está tan decidido que incluso escribe en pasado. El texto parece comentar una idea de Jiménez Vargas –«Juan»–, que Casciaro hace suya –«¡qué verdad
es!»– y que luego continúa desarrollando por su cuenta. Jiménez Vargas, en su escrito sobre C, ya varias veces citado, alude también a este punto: «Me parece que aquí se recoge algo que escribí en una carta de las que enviaba a Burgos durante la guerra. En el fondo está la visión del Padre –el omnia in bonum– y luego, una especie de entusiasmo, tratando de buscar las ventajas prácticas de la situación en relación con las actividades de apostolado». No he encontrado la carta citada.
Para dar forma a su mensaje, el Autor procede del siguiente modo: divide el punto en dos párrafos. El «me dices» queda vinculado al primero. En el segundo (vid apcrít) cambia el pasado (la guerra ha sido) por presente (es). Y esto no ya por fidelidad histórica (la guerra continuaba), sino para trascender el acontecimiento concreto y poder dar forma a su propio mensaje espiritual, que es el que capta el lector: la guerra de la que se habla en C no es ante todo el acontecimiento de la guerra civil española, sino todas las formas de contradicción, todo lo que nos flagela, lo que nos hace guerra, que hay que recibir con visión sobrenatural (vid p/279), pues tiene siempre valor de purificación y reparación, en última instancia como un don de Dios.

Este punto, como antes el p/308 y otros sembrados acá y allá en el libro, muestra con fuerza el sufrimiento de la guerra, la escondida fuerza purificadora que Josemaría Escrivá y los suyos descubrían en aquella hecatombe y el deseo incontenible de la paz para desarrollar el trabajo apostólico. Pero él siempre les hacía elevar la mirada hacia otra paz y... hacia otra guerra.
En marzo de 1938, a un residente de Ferraz, que le escribe con entusiasmo sobre el desarrollo de las operaciones en el frente de Aragón, le contesta San Josemaría:
«Encantado, con los avances formidables por ese bendito Aragón. Pero tú sabes bien que hay otros frentes... donde vencer»35b.

En abril de ese mismo año, unos meses antes de lo que narramos, escribía a otro del pequeño grupo, el arquitecto Ricardo Fernández Vallespín, Director de la Residencia de Ferraz, que, con sus prismáticos, en el frente de Madrid, podía contemplarla en ruinas:
«¡Tengo unas ganas de que se acabe esta guerra! Entonces comenzaremos, recomenzaremos, otra quizá más dura, pero más nuestra. Y pienso que quizá haya que volver a vivir aquellos años terribles de penuria. No importa: el Señor, con nuestro esfuerzo al máximo también, nos sacará de todo antes, más y mejor de lo que podemos soñar».
«La guerra ha sido para nosotros». La expresión ha hecho dudar a los traductores. A mi entender no es dudoso su sentido, aunque gramaticalmente pueda considerarse ambiguo: el «para nosotros» explicita la «finalidad», a la que se acaba de aludir. Pero el traductor francés no lo ha entendido así y ha visto en los puntos suspensivos más bien una perplejidad o una duda en el interlocutor del Autor: «pour nous, la guerre a été...» En cambio el traductor portugués explicita al máximo la frase: «a guerra foi feita para nós…».
Sobre las «disciplinas», vid com/200.


312* ¡Poder de tu nombre, Señor! —Encabecé mi carta, como suelo: «Jesús te me guarde».
—Y me escriben: «El ¡Jesús te me guarde! de su carta ya me ha servido para librarme de una buena. Que Él les guarde también a todos».


Octavilla Bl. Continúa el diálogo epistolar. El corresponsal del Autor era un estudiante de Ingeniería de Caminos, que frecuentaba Ferraz con Álvaro del Portillo. Escribe desde Extremadura en agosto de 1938:
«Muy queridos don José María y todos los demás: […] Le diré a Vd., Padre, que el ¡Jesús te me guarde! de su carta ya me ha servido para librarme de una buena. Que El les guarde también a todos».
Quizá es éste el momento de subrayar una idea apuntada en IntrodGen § 10: el empleo de los posesivos afectivos en C (y en toda la obra de San Josemaría). Testifican, evidentemente, afecto, ternura, auténtico interés personal por la otra persona. El «¡Jesús te me guarde!» de sus cartas, recogido en este p/312, es prototípico. Vid también el «no te me inquietes» de p/164 y el «no te me plantes» del p/858 o el «No te me aburgueses» de Forja 936. Pero detrás de esta costumbre del Autor hay mucho más: hay una teología de fuerte impronta cristológica. Porque en esa vivencia de la «mutua implicación» lo que hay en realidad es la convicción de que los demás, con su fidelidad, le sostenían a él, y de que él, con la suya, apoyaba a los demás: en definitiva, que es Cristo en todos el que sostiene a todos. Es el sentido de la comunión de los santos que gráficamente describe en p/462.


313* «Ya que el Señor me ayuda con su acostumbrada generosidad, procuraré corresponder con un ‘afinamiento’ de mis modos», me dijiste. —Y yo no tuve nada que añadir.


Texto escrito en una octavilla de la serie Bpr, ya al final de la redacción del libro. El que dice eso es un estudiante de Derecho, Enrique Alonso-Martínez, cuya unidad militar está en Alhama de Aragón, desde donde escribe a los amigos de Burgos:
«A mi vuelta a esta farmacia me he encontrado con un gran montón de cartas, que me compensan la falta anterior del género. Vuestras epístolas me han alegrado mucho, porque parece que D. Manuel nos ayuda con su proverbial generosidad, a la que debemos corresponder con un ‘afinamiento’ de nuestros ‘modos’».
Posiblemente el estudiante se hacía eco del lenguaje del Autor, que les hablaba de «afinar» en las virtudes.


314* Te escribí, y te decía: «me apoyo en ti: ¡tu verás qué hacemos...!» —¡Qué íbamos a hacer, sino apoyarnos en el Otro!


Octavilla Bl, trazos muy gruesos. Escrivá se dirigía frecuentemente con esta expresión –«me apoyo en ti»– a Ricardo Fernández Vallespín, sobre todo en el contexto de la reconstrucción de la Residencia de Ferraz, de la que Ricardo era Director al estallar la guerra (vid texto citado en com/311). Desde Ávila, agosto:
«Gaudium cum pace! Cúmpleme las Normas. Me apoyo en ti: tú verás qué hacemos. Te quiere mucho, Mariano».
Desde Burgos, en octubre:
«Dile a mi protector [el propio Ricardo] que me apoyo en él; pero que él se apoye de continuo en el Otro».
Y el 2 de febrero del 39, el día que terminó de escribir a máquina el manuscrito de C, le escribía:
«Por tu santo un abrazo fuerte, fuerte; la mejor de mis bendiciones; la petición a Dios de todas las gracias que necesitas, para tu labor... y la esperanza de que tu Padre se podrá siempre apoyar en ti, y los dos en El».


315* Misionero. —Sueñas con ser misionero. Tienes vibraciones a lo Xavier: y quieres conquistar para Cristo un imperio. —¿El Japón, China, la India, Rusia..., los pueblos fríos del norte de Europa, o América, o África, o Australia?
—Fomenta esos incendios en tu corazón, esas hambres de almas. Pero no me olvides que eres más misionero «obedeciendo». Lejos geográficamente de esos campos de apostolado, trabajas «aquí» y «allí»: ¿no sientes —¡como Xavier!— el brazo cansado después de administrar a tantos el bautismo?


Octavilla Bl, trazos muy gruesos. Desde los inmediatos sufrimientos de la guerra, al mundo entero como horizonte del Evangelio. San Francisco Javier, que era uno de los santos de su devoción, es el analogatum princeps de la doctrina de este número. Pero el mundo entero se hace realidad concreta –éste es el mensaje– en el aquí y ahora del trabajo y las responsabilidades de la vida ordinaria, que constituyen la «obediencia de fe» de los cristianos corrientes y el campo de su misión.

La célebre escena del brazo cansado la narra el mismo Javier:
«Estuve cuasi movido de escribir a la Universidad de París, a lo menos a nuestro Maestre de Cornibus y al doctor Picardo, cuántos mil millares de gentiles se harían cristianos, si hubiese operarios, para que fuesen solícitos de buscar y
favorecer las personas que non quaerunt quae sua sunt, sed quae Jesu Christi. Es tanta la multitud de los que se convierten a la fe de Cristo en esta tierra por donde ando, que muchas veces me acaesce tener cansados los brazos de bautizar, y no poder hablar de tantas veces decir el credo y mandamientos en su lengua de ellos, y las otras oraciones [...] Sobre todas las oraciones les digo muchas veces el credo y mandamientos; hay día que bautizo todo un lugar, y en esta costa donde ando, hay treinta lugares de cristianos».

El Autor de C, mientras redactaba este punto, escribía también a aquel alférez entusiasta citado en com/311, abriéndole, entre bromas, ese horizonte mundial de la misión que veía unido al trabajo:
«¿Puedes frecuentar los Sacramentos? ¿Tienes presente la Obra, en los momentos de esa otra lucha que no ven los hombres? Todos me preguntan por ti: les digo que, con tu práctica de radio, nos enseñarás a comunicarnos, cuando la gloria de Dios nos disperse: Madrid, Berlín, Oxford, París, Roma, Oslo, Tokio, Zurich, Buenos Aires, Chicago...»46b.
Sobre el tema «misión» y «misionero» vid p/812 y 848 y com.


316* Me dices que sí, que quieres. —Bien, pero ¿quieres como un avaro quiere su oro, como una madre quiere a su hijo, como un ambicioso quiere los honores o como un pobrecito sensual su placer?
—¿No? —Entonces no quieres.


Octavilla Bl, trazos muy gruesos. La «gaitica» se redacta, posiblemente, a partir de este apunte de meditación:
«¿Quiero seriamente? Como avaro, novio, madre, negociante?».
El tema tenía un fuerte desarrollo en la predicación de Josemaría Escrivá. El Cardenal Suquía, que asistió a los EjEsp de Vergara siendo todavía seminarista, dejó constancia, cuatro años después, de la impresión que le produjo oírle predicar este punto: «El amor a Cristo: Recuerdo aquel amor a Cristo que respiraban todas sus frases. Conservo imborrable recuerdo de aquellas palabras: ‘Amar a Cristo con locura, con enamoramiento, como un avaro su dinero, como un negociante
su negocio, como un amante a su amada, como un pobre desgraciado sus placeres sensuales’…».
En los años anteriores a la guerra, Escrivá tuvo una gran devoción al Amor Misericordioso y conoció los escritos de una de sus propagadoras, la Madre Marie Thérèse Desandais, que escribía con el pseudónimo de P. M. Sulamitis. En el punto de C puede haber una resonancia de este párrafo de P. M. Sulamitis: «Mirad cómo los avaros piensan sin cesar en enriquecerse; los que ambicionan honores, los buscan al precio de todas las bajezas; los que están hambrientos de placeres, hacen cuanto pueden por procurárselos; las madres, las esposas y los esposos fieles, los amigos, están pendientes de aquello que puede agradar a los que aman; los que se dedican al estudio aprovechan todas las ocasiones de adquirir conocimiento: el objeto que cada uno
tiene en su voluntad, le trae continuamente ocupado». Pero, en todo caso, el punto de C ofrece en la formulación del dilema una nota tajante que se expresa en la drástica y lapidaria conclusión final, «frase que no lleva signos de exclamación porque los contiene en sí y le sobrarían».
Las palabras y la experiencia de este punto de C emergían años después en Surco, 798:
«Todavía no quieres al Señor como el avaro sus riquezas, como una madre a su hijo..., ¡todavía te preocupas demasiado de ti mismo y de pequeñeces tuyas! Sin embargo, notas que Jesús ya se ha hecho indispensable en tu vida...
―Pues, en cuanto correspondas por completo a su llamada, te será también indispensable en cada uno de tus actos».


317* ¡Qué afán ponen los hombres en sus asuntos terrenos!: ilusiones de honores, ambición de riquezas, preocupaciones de sensualidad. —Ellos y ellas, ricos y pobres, viejos y hombres maduros y jóvenes y aun niños: todos igual.
—Cuando tú y yo pongamos el mismo afán en los asuntos de nuestra alma tendremos una fe viva y operativa: y no habrá obstáculo que no venzamos en nuestras empresas de apostolado.


Texto sobre octavilla Not, diciembre de 1938. Punto en íntima relación con el anterior y su contexto. Texto base en la plática preparatoria de los EjEsp en Vergara:
«El mundo exterior y nosotros... ―El afán de los hombres, por sus asuntos terrenos [ilusiones de honores, ambiciones de riquezas, preocupaciones de sensualidad: ricos y pobres, ellos y ellas, jóvenes, viejos, maduros y aun niños]. Nosotros, ahora..., ¡seriamente!...―¿Qué falta, pues?... Fe viva, operativa».


318* Para ti, que eres deportista, ¡qué buena razón es ésta del Apóstol!: «Nescitis quod ii qui in stadio currunt omnes quidem currunt, sed unus accipit bravium? Sic currite ut comprehendatis»1 —¿No sabéis que los que corren en el estadio, aunque todos corren, uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo ganéis.


Octavilla Bl, trazos fuertes. Texto redactado al releer en la fase final los guiones de predicación. En el guión 117 anotó ad litteram el texto de la Vulgata que da origen al punto.


319* Recógete. —Busca a Dios en ti y escúchale.


Texto escrito sobre ficha Re. Texto redactado al releer en la fase final los guiones de predicación:
«Recogimiento: buscar a Dios en mí: oírle, escucharle».
Parece como la resonancia de aquel antiguo consejo, que tan fuerte impacto tuvo en su vida. Le decía su confesor: «tenga amistad con el Espíritu Santo. No hable: óigale». Vid com/57.


320* Fomenta esos pensamientos nobles, esos santos deseos incipientes... —Un chispazo puede dar lugar a una hoguera.


Octavilla Bl, trazos fuertes. Texto redactado probablemente al releer en la fase final los guiones de predicación:
«Lo grande comienza por ser chico. Cosas pequeñas... Un chispazo, una hoguera. Vida interior. Tratarlo. Oración, oración y oración: de aquí todo».
Vid cap 39, «Cosas pequeñas». «Un chispazo puede dar lugar a una hoguera»: vid com/124.


321* Alma de apóstol: esa intimidad de Jesús contigo, ¡tan cerca de Él, tantos años!, ¿no te dice nada?


Texto sobre octavilla Bl. Punto claramente autobiográfico, procedente de las notas escritas sobre su Cuaderno durante los EjEsp en Pamplona, diciembre 1937. Es la segunda de esas notas que pasan a C, y dice así:
«Precisamente, cuando estoy en la Capilla de Palacio intentando hacer oración, entra el Sr. Obispo y administra las Ordenes Menores a un clérigo. Salen, y quedo solo deshecho en lágrimas: ¡tan cerca de Cristo, tantos años, y... tan pecador! La intimidad de Jesús conmigo, su Sacerdote, me arranca sollozos».
Al trasladar la experiencia al texto impreso, aparte del paso al «tú», el Autor radicaliza el panorama, que se hace más abarcante: el «sacerdote» es ahora el «alma de apóstol».


322* Es verdad que a nuestro Sagrario le llamo siempre Betania1... —Hazte amigo de los amigos del Maestro: Lázaro, Marta, María2. —Y después ya no me preguntarás por qué llamo Betania a nuestro Sagrario.


Texto sobre octavilla Bl. El tema está concentrado ya en el retiro de Salamanca, enero de 1938:
«¿Cosas nuevas? No: confidencias, como en Betania».
Más desarrollado, después, en los EjEsp de Vitoria:
«Aquellas estancias de Jesús en Betania!... María escoge la mejor parte... (Luc X, 38-42)...¡Qué buena, Marta!... ‘Porro unum est necessarium!’... Extática: oración... –Resurrección de Lázaro (Joann XI, 1-45). Amorosamente se queja a Jesús, Marta: ‘Domine si fuisses hic...’ Envía a su hermana este recado: ‘Magister adest et vocat te’...».

Sin embargo, el Sagrario como Betania no está en estos precedentes, aunque es muy posible que sobre el apunte del guión lo desarrollara en la predicación oral. En todo caso tenemos esta extensa nota de los EjEsp a los seminaristas de Valencia, dos años después:
«Erat autem quidam languens Lazarus a Bethania, de castello Mariae et Marthae sororis eius. ¡Qué alegría al contemplar a Jesús en Betania! ¡Amigo de
Lázaro, Marta y María! Allí va a reparar sus fuerzas cuando se ha cansado. Allí tenía Jesús su hogar. Allí hay almas que le aprecian. Hay almas que se acercan al Sagrario y, para ellas, aquello es Betania. ¡Ojalá lo sea para ti! Betania es confidencia, calor de hogar, intimidad. Amigos predilectos de Jesús. Lo es tuyo».


323* Tú sabes que hay «consejos evangélicos». Seguirlos es una finura de amor. —Dicen que es camino de pocos. —A veces, pienso que podría ser camino de muchos.


Octavilla Re. Consejos evangélicos: es la única vez que aparece la expresión en C. Escrivá prefería exponer la vida cristiana en términos de «virtudes», entre las que se encuentran –vid índice de caps del libro– las que se refieren a «los» consejos evangélicos.


324* «Quia hic homo coepit aedificare et non potuit consummare!»1 —¡comenzó a edificar y no pudo terminar!
Triste comentario, que, si no quieres, no se hará de ti: porque tienes todos los medios para coronar el edificio de tu santificación: la gracia de Dios y tu voluntad.


Texto escrito sobre octavilla Re. El punto de partida pudo ser uno de éstos:
«(Luc XIV, 25-35). Medios: edificar la torre ...hacer la guerra: ¡su gracia! Sí, pero con mi esfuerzo».
«(Luc XIV, 28-32) El edificio. La guerra. Quia hic homo coepit aedificare et non potuit consummare! Tenemos ‘sumptus qui necessarii sunt!... possumus occurrere ei!... sufficit tibi gratia mea! (II Cor XII, 9)».
La antropología de la libertad, subyacente a lo largo del libro, tiene aquí un momento de emergencia especialmente denso. El edificio de la santificación, es
decir,, de la plenitud de realización del hombre, es un don de la gracia que cuenta con «tu voluntad», con el ejercicio de la libertad personal. Una libertad que, a su vez, ha de ser donada a Dios («Hombre libre, sujétate a voluntaria servidumbre...»; vid p/761 y com), como se muestra por todas partes en el cap 37: «La Voluntad de Dios».
El cap termina así con este breve apunte sobre la interacción de gracia divina y correspondencia humana, que son las coordenadas de la santificación del cristiano.

 

 

Cap 13 13 [Msb: 102]. Más de vida interior [Msb: Más, de vida interior], p/301-324 [24 Msb] C || Cap nuevo
Parece que el Autor toma la decisión de hacerlo cuando está ya pasando a máquina el texto definitivo, que contemplaba todavía bajo un solo cap el conjunto de estos dos. Esto se ve por la portada de la carpeta correspondiente al nuevo cap, que está escrita y numerada a mano por el Autor (la de «Vida sobrenatural» está a máquina, como todos los caps de la secuencia originaria). Sobre el tema vid IntrodGen § 7, 2.
301 Msb ||| estas crisis mundiales son crisis Msb add] esta crisis mundial es una crisis Msb del || «suyos» Msb add] santos Msb del || humana.] + punto y aparte C8 C9 C10
PredicHond, «La gloria de Dios», 6-IV-1937, pg 23; I.
PredicHond, «Non serviam!», 28-VIII-1937, pgs 261-262; XLIII.
El Papa Juan Pablo II, en Audiencia del año 1993, citaba este punto de C y a continuación agregaba: «¡Cuánta fuerza tiene esta doctrina ante la labor ardua y, al mismo tiempo, atractiva de la nueva evangelización, a la que toda la Iglesia está llamada!» (Juan Pablo II, Alocución, 14-X-1993; Insegnamenti di Giovanni Paolo II, Librería Editrice Vaticana, XVI,2 [1993] 1015). Un detenido comentario a este punto de C puede verse en Álvaro del Portillo, «A modo de conclusión del Simposio», en Santidad y mundo, 1996, pgs 280-284.
Pío XI, Enc Ubi arcano, sobre la paz de Cristo en el reino de Cristo, de 23-XII-1922, n 20. El Papa había vuelto sobre el tema en la Enc Quas primas, sobre la fiesta de Cristo Rey, de 11-XII-1925, n 1. La institución de esta fiesta debía mantener vivo e impulsar el ideal de «la paz de Cristo en el reino de Cristo» que el Papa tenía en su Pontificado. En la Enc Divini Redemptoris, sobre el comunismo ateo, de 19-III-1937, n 81, el Papa se propone «apresurar la paz de Cristo en el reino de Cristo, por todos tan deseada». A Pío XII le tocó en su primera encíclica, después de estallar la segunda guerra mundial, comprobar cómo humanamente se venía abajo el ideal de su predecesor: «En medio de este mundo, que hoy ofrece un contraste tan estridente con la paz de Cristo en el reino de Cristo, la Iglesia y sus fieles atraviesan años de prueba» (Enc Summi Pontificatus, sobre las necesidades de la hora presente, de 20-X-1939, n 36).
El día 6, en el que la Iglesia Universal celebra la Transfiguración, estaba dedicado a los Santos Justo y Pastor, Patronos de la diócesis.
Apínt, nº 217. —Un estudio teológico sobre esta locución: Pedro Rodríguez, «La ‘exaltación’ de Cristo en la Cruz. Juan 12, 32 en la experiencia espiritual del Beato Josemaría Escrivá de Balaguer», en Biblia, exégesis y cultura, 1994, pgs 573-601; una primera fase de esta investigación puede consultarse en Romana, Bollettino della Prelatura della Santa Croce e Opus Dei, 7 (1991) 331-352.
Estudios sobre el tema: además del señalado en la nota anterior, vid Lucas F. Mateo-Seco, «Sapientia Crucis. El misterio de la Cruz en los escritos de Josemaría Escrivá de Balaguer», en Scripta Theologica 24 (1992) 419-438 y A. Aranda, ‘El bullir de la sangre de Cristo’, 2000, pgs 255-278.
302 Msb ||| besarlo ... al despertar C] al despertar y antes de darte al descanso besarlo Msb del | antes de darte al descanso y al despertar besarlo Msb add || besarlo] besarlo, Msb Txm || y cuando] y, cuando Msb Txm
Murió en Logroño, 27-XI-1924. Vid Vázquez de Prada, I, pgs 182-188.
Fombuena era el segundo pueblecillo a cuya parroquia enviaron a Josemaría Escrivá. Fue durante la Cuaresma y la Semana Santa de 1927, inmediatamente antes de su marcha a Madrid.
Apínt, nº 583, 24-I-1932.
Apínt, nº 198, 8-V-1931.
Nota escrita durante los EjEsp de 1935; Apínt, nº 1816. Vid en este contexto los p/138, 139 y 140.
Apínt, nº 1346, 2-VI-1936.
Vid com/596.
No consta en los Cuadernos esa locución. Debía ser anterior a marzo de 1930 y figuraría anotada en el Cuaderno I, el que quemó.
Apínt, nº 1595; Madrid, 13-IV-1939. Anotación hecha al comienzo de la segunda fase del Cuaderno VIII, que recupera en Madrid, donde se había conservado, custodiado por su madre. La anotación es posterior, claro está, a la redacción de C y es la matriz de Forja, 387.
17b También ve San Josemaría a la Virgen en la mesa de trabajo: «Pon en tu mesa de trabajo, en la habitación, en tu cartera..., una imagen de Nuestra Señora, y dirígele la mirada al comenzar tu tarea, mientras la realizas y al terminarla» (Surco, 531).
303 Msb ||| Pierde] praec A solas, besa tu Crucifijo, y pierde Msb del
304 Msb ||| lograr Msb add] tener Msb del || soledad] soledad, Msb Txm
Carta de Josemaría Escrivá a José María Albareda, Burgos 10-XII-1938; EF 381210-1; la cursiva es mía. Dos días después se trasladó a una pensión en la calle Concepción, 9. «Gente distinta»: en la habitación que tenían en el hotel quedaron dos camas libres al marcharse Pedro Casciaro a Calatayud y estar Albareda habitualmente en Vitoria; al no poder pagarlas el Autor y Francisco Botella, que son los que quedaron en Burgos, el dueño del hotel las alquilaba a huéspedes extraños que cambiaban cada día y que se metían, lógicamente, a ocupar su plaza en la habitación donde se alojaba San Josemaría; vid IntrodGen § 5, nt 27.
305 Msb ||| Quiero Msb] praec Quisiera lograrla Msb del || y de usted] y la de usted Msb || faltará] faltarán C32 C41
Escribe Álvaro del Portillo: «Se abandonó la costumbre de los Patronos anuales en el año 1938, último en que la hubo. El año 1939 decidió el Padre dejar sin uso esta práctica» (AGP, sec A, leg 50-2, carp 6, exp 11). «Me comentó el Padre que le hacía bien entonces esa práctica, aunque pareciera una niñería» (Álvaro del Portillo, nt 676 a Apínt).
Se conservan unos cuantos en el AGP, sec A, leg 54, carp 3, exp 2. Vid p/437, 622, 646, 648, 650, 934.
Carta de Vicente Rodríguez Casado a Josemaría Escrivá, Zaragoza 12-I-1939; AGP, sec N-2, leg 150, carp C, exp 1. Sobre Rodríguez Casado, vid IntrodGen § 4, nt 10.
306 Msb |||| 1 Jb 7, 1
EjEsp, Meditación «Dos banderas. Genio militar de San Ignacio», Vitoria 21-VIII-1938; guión nº 83. La «Sala de las Batallas», así llamada porque en ella se representan pintadas al fresco las más famosas batallas ganadas por los ejércitos castellanos y españoles en diferentes épocas, es un hermoso salón de estilo Renacimiento que da acceso al llamado «palacio del siglo XVI», donde están las habitaciones de Felipe II. Vid Matilde López Serrano, El Escorial, 13ª ed, Patrimonio Nacional, Madrid 1983, pgs 155-156.
San Juan Crisóstomo, Homilía 15, 6; BAC 141, 1955, pg 288.
Erasmo, Enchiridion, BAC minor 79, 1995, pg 55. El cap I se titula: «Vigilandum esse in vita» (hay que estar siempre en vela en esta vida). Sobre la lectura del Enchiridion por Ignacio de Loyola vid Ricardo García-Villoslada, Loyola y Erasmo: dos almas, dos épocas, Taurus, Madrid 1965.
Aspecto muy bien señalado en Camino/The Way, pg 118 nt 12.
307 Apínt Msb ||| luchas diarias Apínt add Msb add] pequeñas cosas Apínt del Msb del || habitual Apínt add Msb add] diaria Apínt del Msb del || flacos para el asalto] Apínt add || Y si] Y, si Apínt Msb Txm
El Autor añade en el Cuaderno las siglas que ya conocemos (vid com/11): «–O.c.P.a.I.p.M. –R.Ch.V. –D.O.G.».
Cfr 1 Jn 2, 16.
PredicHond, «Confusionismo», 15-V-1937, pg 73; X.
PredicHond, «Militia est vita», 21-VI-1937, pg 122; XIX.
308 Msb ||| alegría] alegría, Msb Txm || no podré tener paz Msb] seq . Después de la lucha, si he vencido, tendré la tranquilidad de la paz» Msb del
Relato del 77, pg 9.
309 Msb
EjEsp, Meditación «Rey temporal», Vitoria 20-VIII-1938; guión nº 105. Ya en 1934 una expresión semejante enmarcaba el tema del sacramento de la penitencia: «La Confesión. ¡Qué bueno es Dios N. Señor! Condiciones muy razonables» (Plática sobre la confesión, Madrid 19-III-1934; guión nº 9).
31b No es nueva esta forma de asombro ante la misericordia divina. Copio este poema del siglo XVII: «O Tribunal excelente, / donde la divina ofensa / no tiene mayor defensa / que acusarse el delinquente. / Quando el pecador fielmente / juzga su mismo pecado, / Christo se haze su abogado: / porque Juez sólo ai uno, / o el hombre en tiempo oportuno, / o después Dios enojado» (Antonio de Panes, Escala mística y estímulo de amor divino, ed. de Francisco Pons Fuster, Fundación Universitaria Española y Universidad Pontificia de Salamanca, Madrid 1995, pg 244; vid com/79 nt 77b).
310 Msb |||| 1 Rm 13, 14
311 Msb ||| la guerra es Msb add] la guerra ha sido Msb del
Cartas de Pedro Casciaro a Josemaría Escrivá, Calatayud 2-I-1939; AGP, sec N-2, leg 149, carp D, exp 4.
San Josemaría, para orientar a los fieles del Opus Dei en la vida de oración, les sugería en aquellos años que hicieran de vez en cuando la oración escribiendo. Algunos le enviaban esas notas para que él pudiera seguir el estado de su alma y aconsejarles. Parece que esta cuartilla de Pedro Casciaro responde a esto. Vid también algo parecido del propio Casciaro en com/111. En carta del 8 de enero, le decía al Autor: «Bueno, supongo que las tonterías que le mando de cuando en cuando, las romperá Vd. Nunca ha estado en mis cálculos escribir serafinillos ni cosa que se le parezca» (ibidem). La hoja está metida dentro de un sobre en el que San Josemaría había escrito «No leer» y debajo «Pedro». Al dorso se lee, también de mano del Autor en lápiz rojo: «Otra cosa para romper», y después, con el mismo lápiz, tachado.
«Omnia in bonum»: exclamación frecuentísima en boca de San Josemaría, síntesis del texto paulino «diligentibus Deum omnia cooperantur in bonum» (Rm 8, 28), que caló hondo en sus seguidores. El «omnia in bonum» está en el fondo del p/268 y es el tema del p/378. Vid.
Relato del 77, pg 10.
35b Carta de Josemaría Escrivá a Emiliano Amman, Burgos 21-III-1938; EF 380321-2.
Carta de Josemaría Escrivá a Ricardo Fernández Vallespín, Burgos 6-IV-1938; EF 380406-1. «antes, más y mejor»: expresión con muchas resonancias en la vida de San Josemaría; vid Surco, 462 y Forja, 284.
312 Msb ||| mi carta Msb add] la carta Msb del || carta ya] carta, ya Msb Txm
Carta de Antonio Martínez-Cattáneo a Josemaría Escrivá, Frente de Extremadura 30-VIII-1938; AGP, sec N-2, leg 149, carp A, exp 12. ―Antonio Martínez-Cattáneo Vivas (1914-1995), nacido en Madrid, ingeniero de Caminos, frecuentó desde el curso 1934-35 la Residencia DYA, en la calle de Ferraz. Allí conoció y trató al Autor. Durante la guerra volvió a tratarle visitándole en Burgos, o por correspondencia. Al terminar la contienda siguió manteniendo relación con los apostolados del Opus Dei.
313 Msb ||| acostumbrada Msb add] proverbial Msb del
El Autor decía a los que estaban dispersos que sus cartas las dirigieran a nombre de alguno de los que estaban en Burgos, no siempre a él, para no llamar excesivamente la atención en correos, en época de guerra, con aquel volumen de correspondencia.
Dios Nuestro Señor.
Carta de Enrique Alonso-Martínez a Francisco Botella, Alhama de Aragón 29-XII-1938; AGP, sec N-2, leg 147, carp A, exp 1.
Vid Surco, 337 y Forja, 561.
314 Msb ||| el Otro Txm] el Otro Msb
Carta de Josemaría Escrivá a Ricardo Fernández Vallespín, Ávila 13-VIII-1938; EF 380813-2.
Carta de Josemaría Escrivá a Ricardo Fernández Vallespín, Burgos 13-X-1938; EF 381013-1.
Carta de Josemaría Escrivá a Ricardo Fernández Vallespín, Burgos II-1939; EF 390200-2. Carta de Josemaría Escrivá a Miguel Sotomayor, Burgos 25-VII-1938; EF 380725-1: «Mucho te encomiendo. Me apoyo en ti: Mira que nos caeremos los dos... y no tienes derecho a tirarme». —Miguel Sotomayor Muro (1914-1962), natural de Algeciras (Cádiz). Ingeniero de Minas. Conoció al Autor en la Residencia DYA y comenzó a dirigirse espiritualmente con él y a frecuentar los medios de formación que allí se impartían. Al empezar la
guerra perdió el contacto con el Fundador del Opus Dei hasta el año 1938. Desde esa fecha hay intercambio abundante de correspondencia. San Josemaría fue a visitarle a Córdoba, donde estaba destinado, y Miguel se presentó en alguna ocasión en Burgos. Acabada la guerra, el trato se redujo, aunque siempre mantuvo la admiración y el afecto hacia el Autor.
315 Msb ||| campos] seq exóticos Msb del ||¿no sientes] seq , hijo mío, Msb
Vid com/250 nt 9.
Carta de San Francisco Javier a «los compañeros residentes en Roma», Cochín 15-I-1544; Cartas y escritos de San Francisco Javier, BAC 101, 1979, pg 116s. En Roma, en la Iglesia del Gesù, se venera como preciosa reliquia el brazo derecho de San Francisco Javier.
46b Carta de Josemaría Escrivá a Emiliano Amann, Burgos 7-IV-1938; EF 380407-1.
316 Msb ||| o como un pobrecito Txm] o un pobrecito Msb
EjEsp, Meditación «Dos banderas. Genio militar de San Ignacio», Vitoria 21-VIII-1938; guión nº 83.
Antiguo escrito del Cardenal Ángel Suquía sobre los EjEsp predicados por el Autor en Vergara, fechado en 26-II-1942; original en AGP, sec A, leg 4, carp 5, exp 9. —Posiblemente, algunos de los seminaristas mayores del Seminario de Vergara asistieron, efectivamente, a aquellos EjEsp. Vid. Ángel Suquía, «Un contemplativo itinerante», en La Razón (Madrid), 29-III-2002. El Card. Suquía, Arzobispo Emérito de Madrid, nacido en 1916, tenía entonces 22 años. Se ordenó sacerdote en julio de 1940.
En torno a la devoción al Amor Misericordioso surgen a comienzos de siglo en distintos puntos de Europa (Sor Benigna Consolata Ferrero, en Italia; Santa Faustina Kowalska, en Polonia; Marie Thérèse Desandais, en Francia; M. Esperanza Alhama, en España...) varios movimientos devocionales. El que propugnaba la M. Desandais tiene como objetivo central resaltar la Misericordia de Dios; y se presenta como complemento y desarrollo de la devoción al Corazón de Jesús y en sintonía con las enseñanzas de Santa Teresa de Lisieux: Dios, que sale al encuentro del pecador y busca su conversión, favoreciendo en el alma una actitud de confianza, abandono filial y correspondencia generosa a la gracia. No son ajenos a esta devoción otros aspectos como la infancia espiritual, la ofrenda de la propia vida, el valor de las pequeñas acciones hechas por amor, la oración por los sacerdotes y religiosos, etc. —En España cobra fuerza con el apoyo del dominico P. Juan González Arintero, que por medio de la revista La Vida Sobrenatural publicó los escritos de la salesa Marie Thérèse Desandais, bajo el seudónimo de Sulamitis, P.M. (Petite main). También se divulgaron en folletos y hojas volanderas, editados por personas del entorno del P. Arintero. Estos escritos tienen un contenido doctrinal –teológico y moral– profundo, y facilitan un trato afectivo con el Señor. Entre las prácticas devocionales sugeridas, destacan dos: la contemplación de la imagen de Jesucristo Amor Misericordioso, un Cristo vivo, y la oración de ofrenda al Amor Misericordioso. —Entre las personas donde se difundía el Amor Misericordioso en Madrid, en la década de los veinte, hasta la guerra, cabe destacar a la Madre Esperanza Alhama, que fundó las Esclavas del Amor Misericordioso, y a Juana Lacasa; y entre los lugares donde se vivía esta devoción –y en muchos casos, se difundía–, se encuentran el primer Monasterio de la Visitación, la Basílica de Atocha, la iglesia del Inmaculado Corazón de María, las Reparadoras de la calle Torija, las Esclavas de Martínez Campos, el Patronato de Santa Isabel, etc.; personas y lugares conocidos y frecuentados por el Autor. Sobre el tema vid Federico M. Requena, Espiritualidad en la España de los años veinte. Juan G. Arintero y la revista ‘La Vida Sobrenatural’ (1921-1928), Eunsa («Col. Historia de la Iglesia», 32), Pamplona 1999, pgs 166-177. Vid también, del mismo autor, «La ‘Obra del Amor Misericordioso’ (1922-1928): una aportación a la historia del asociacionismo devocional en la España contemporánea», en Hispania Sacra 55 (2003) 661-696.
P. M. Sulamitis, «La Gloria de Dios» (II), en La Vida Sobrenatural, 21 (1931) 94. Este artículo circuló también en un folleto: P. M. Sulamitis, La gloria de Dios, Obra del Amor Misericordioso, Edit. La Tipográfica, 3ª ed, Vergara 1935 (cita en pg 18). Por lo demás, la comparación con el avaro, el ambicioso y el lascivo para exhortar al sacrificio es clásica: «Que si consideramos lo que suda el avariento en su pozo, y las ansias con que anhela el ambicioso a su bien, y lo que cuesta de dolor al lascivo el deleite, no hay trabajo ni miseria que con la suya se iguale» (Fray Luis de León, De los nombres de Cristo, Cristóbal Cuevas (ed.), Cátedra [«Letras hispánicas», 59], 6ª ed, Madrid 1985, pg 232).
J. M. Ibáñez Langlois, Josemaría Escrivá como escritor, (2002), pg 38. Un jugoso comentario estilístico a este p/316 en G. Ortiz de Landázuri, «Aspectos literarios de ‘Camino’...», pg 15.
317 Msb ||| alma C] alma, Msb Txm || venzamos] venzamos, Msb Txm
EjEsp, «Plática preparatoria», Vergara 4-IX-1938; guión nº 97.
318 Msb ||| solo] sólo C63 || lo ganéis C32 ss] le ganéis Msb Txm C1-31 |||| 1 1 Co 9, 24
EjEsp, Plática «Espíritu de mortificación y penitencia», Vitoria 24-VIII-1938; guión nº 117.
319 Msb
EjEsp, «Plática preparatoria», Vergara 4-IX-1938; guión nº 97.
320 Msb ||| santos Msb add
EjEsp, Meditación «Amor de Dios», Vitoria 25-VIII-1938; guión nº 113.
321 Msb
Apínt. nº 1423, 19-XII-1937, segundo día de retiro en Pamplona. La anotación de los EjEsp pasará también, ahora casi literalmente, a Forja, 179. De las notas de ese día procede también el p/242.
322 Msb |||| 1 Mt 21, 17; 26, 6; Mc 11, 11s; Lc 14, 3; 19, 29; 24, 50; Jn 1, 28 | 2 Lc 10, 38-42; Jn 11, 1-45; 12, 1-11
Retiro espiritual, Plática «Vida sobrenatural», Salamanca 25-I-1938; guión nº 91.
EjEsp, Meditación «María de Magdala», Vitoria VIII-1938; guión nº 119.
EjEsp, Meditación 4.4ª, Valencia 6-XI-1940; notas tomadas por D. Vicente Moreno; AGP, sec A, leg 100-38, carp 1, exp 18.
323 Msb
Sobre el tema «consejos evangélicos» vid José Luis Illanes, Mundo y santidad, 1984, pgs 163-193.
324 Msb ||| Quia hic] praec Luc. XIV, 28 Msb || medios] medios, Msb Txm |||| 1 Lc 14, 30
EjEsp, Plática «Vida sobrenatural y espíritu sacerdotal», Vergara 6-IX-1938; guión nº 82.
EjEsp, «Plática de perseverancia», Vitoria 26-VIII-1938; guión nº 120.
«La libertad del cristiano era uno de sus temas predilectos», decía Cornelio Fabro («Un maestro de libertad cristiana», en L’Osservatore Romano, 2-VII-1977), que volvió sobre el
tema en «El temple de un Padre de la Iglesia», en Cornelio Fabro – Salvatore Garofalo – Maria A. Raschini, Santos en el mundo, Rialp, Madrid 1993, pgs 107-115 (orig. italiano: Santi nel mondo, Ares, Milán 1992). Vid también sobre el tema Antonio Millán Puelles, «Amor a la libertad», en AA. VV., Homenaje a Mons. Josemaría Escrivá, 1986, pgs 26-53 y Alejandro Llano, «La libertad radical», en Josemaría Escrivá y la Universidad, 1993, pgs 259-276.