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Corazón

 

Corazón

Cap enteramente nuevo respecto de la edición de Cuenca: sus veintiséis puntos fueron redactados parte en la Legación de Honduras, parte en Burgos. El Autor lo situó a continuación de «Santa Pureza», pero el tema, aunque guarde estrecha relación con la castidad –como el propio cap hará patente–, es diverso y la trasciende. Es éste uno de los caps más característicos del libro, que revela una rara experiencia del ser humano y la hondura con la que el Autor penetró en el «misterio» del hombre en su relación con Dios: el corazón como centro de convergencia «amorosa» de las potencias y los sentidos, de la persona en última instancia . De esta forma, el patrimonio literario de este cap se constituye en parte central de la antropología de C .

Cap sumamente original, que brota de la experiencia personal y pastoral, a la vez que entronca con los análisis de la gran tradición ascética española (Francisco de Osuna, por ej ) y con determinados aspectos de la escuela francesa de espiritualidad . Escrito en la Legación de Honduras y en Burgos, sus raíces están ya en las anotaciones de los primeros Cuadernos de Apínt, como ésta:
«La guarda del corazón: Jesús, que mi pobre corazón sea huerto sellado: que mi pobre corazón sea un paraíso, donde vivas Tú: que el Angel de mi Guarda lo custodie, con espada de fuego, con la que purifique todos los afectos antes de que entren en mi pobre corazón» .

La experiencia espiritual de Escrivá en la Legación de Honduras, como muestran las notas y papeles que allí escribió, fue –me parece– el «hogar» en que se forjó este cap. Es, ciertamente, un tema viejo en la consideración del Autor, que tiene un crescendo constante en su vida personal. En julio de 1931 anotaba, con ocasión de dejar su cargo de Capellán del Patronato de Enfermos:
«bien puedo asegurar que tengo metido en esa casa Apostólica una buena parte de mi corazón... Y el corazón no es una piltrafa despreciable para tirarlo por ahí de cualquier manera» .

En su retiro de Segovia (1932) escribía:
«Mi pobre corazón está ansioso de ternura. Si oculus tuus scandalizat te... No, no es preciso tirarlo lejos: que no se puede vivir sin corazón» .
En 1935, en un documento ya varias veces citado, escribía:
«¡El corazón! Leía, en la Santa Misa de la Dominica IV después de Pascua, la oración correspondiente, y me apresuré a hacer una ficha, con el fin de repetirla más de una vez. Aquí está: ...da populis tuis id amare quod praecipis, id desiderare quod promittis: ut, inter mundanas varietates, ibi nostra fixa sint corda, ubi vera sunt gaudia; danos amar lo que mandas, desear lo que prometes: para que, en medio de las vicisitudes mundanas, allí estén fijos nuestros corazones donde están los verdaderos goces» .
Y desde Honduras, con ese humor tan característico de sus cartas en la guerra civil, escribía a Pedro Casciaro:
«¡Calma, pequeño! Mucha calma: «Alma, calma», se leía en el mote de un repostero. Y es un mote que te recomiendo. –Y a todos: siete cerrojos en el corazón. ‘¡Pobre corazón!’ ¿Pobre? ¡Que sufra y se fastidie! ¿Pobre corazón? ¡Traidor corazón! Que no se me olvide: para esto del corazón, el abuelo tiene experiencia (los años), y D. Manuel ... ¡tiene cada receta más eficaz!…» .

Son textos que señalan bien el horizonte de este cap, que, por otra parte, quedó ya dibujado con la canción de los corazones partidos (p/145), con la que se cierra el cap precedente.


146* Me das la impresión de que llevas el corazón en la mano, como ofreciendo una mercancía: ¿quién lo quiere? —Si no apetece a ninguna criatura, vendrás a entregarlo a Dios.
¿Crees que han hecho así los santos?


El cap se inicia con este punto que lo resume todo. Escrito en Burgos sobre una ficha Re, recoge lo que ya predicó en Honduras:
«Confusionismo en el corazón. Hay personas que parecen llevar su corazón en la mano y ofrecerlo a todo el que pasa, como diciendo: ¿Quién lo quiere? […] ¿O acaso piensas darle a Dios el corazón sólo cuando los otros lo hayan gastado y pisoteado y despreciado?» .
En C, la entrega a Dios del corazón –del centro de la persona– no puede ser nunca algo residual, sino primario. Y esto, en todos los cristianos –hombres y mujeres–, casados y solteros.


147* ¿Las criaturas para ti? —Las criaturas para Dios: si acaso, para ti por Dios.


Texto escrito en octavilla de la serie Lh, redactada en Honduras. Se trata de un viejo tema de la teología cristiana del hombre y de la creación; pero llama la atención la radicalidad de la fórmula. Gravita intensamente aquí el omniabarcante «Deo omnis gloria» de p/780 y todo el cap «La gloria de Dios». Esta radical toma de posición es la base teológica de la manera que el Autor tiene de recibir la tradicional doctrina del «desasimiento» y de la «guarda del corazón». Para Escrivá se trata de dimensiones esenciales de la existencia cristiana, y no sólo de algo propio de la vida religiosa y de la vida consagrada. Por eso las presenta en toda su exigencia a hombres y mujeres metidos a fondo en la gestión de las cosas humanas.

148* ¿Por qué abocarte a beber en las charcas1 de los consuelos mundanos si puedes saciar tu sed en aguas que saltan hasta la vida eterna2?


Otro punto de la serie Lh. A plantear esta cuestión va la meditación que predicó en Honduras el 10-IV-1937. Parte del episodio de la Samaritana y se detiene en Jn 4, 14: «el que beba el agua que yo le dé no tendrá jamás sed, porque el agua que yo le daré se hará en él una fuente que salte hasta la vida eterna». Al concluir, propone:
«Haced un propósito concreto: no desperdiciar ninguna ocasión de mortificarse en cosas determinadas; por ejemplo, no buscar consuelos humanos. Ya sé que cuesta, pues no me falta experiencia de esto, como vosotros contaréis con la vuestra» .


149* Despréndete de las criaturas hasta que quedes desnudo de ellas. Porque —dice el Papa San Gregorio— el demonio nada tiene propio en este mundo, y desnudo acude a la contienda. Si vas vestido a luchar con él, pronto caerás en tierra: porque tendrá de donde cogerte.


El texto manuscrito se encuentra en una ficha Drv: una media cuartilla que se ve, por las palabras del dorso, que es el comienzo de un guión desechado de una plática en Vergara. Sobre la otra media cuartilla está escrito el p/740 .
Entre los papeles de su predicación hay una ficha autógrafa que contiene ad litteram el texto de San Gregorio que aquí se comenta . Se trata, como vemos, de un pasaje de la Homilía 32 sobre los Evangelios que se leía en el III Nocturno del Común de un mártir fuera del Tiempo Pascual (II formulario) en el Breviario Romano de la época . También San Juan de la Cruz se sirve de esta idea de San Gregorio en la Subida al Monte Carmelo:
«Porque el demonio no puede (nada) en el alma si no es mediante las operaciones de las potencias de ella, principalmente por medio de las noticias, porque de ellas dependen casi todas las demás operaciones de las demás potencias. De donde, si la memoria se aniquila en ellas, el demonio no puede nada, porque nada halla de donde asir, y sin nada, nada puede»15b.


150* Parece como si tu Ángel te dijera: ¡tienes tu corazón lleno de tanta afección humana!... —Y luego: ¿eso quieres que custodie tu Custodio?


Otra octavilla de la serie Lh. No conozco interrelación documental. Interesante esta «entrada» del Ángel Custodio en la secuencia de C sobre el desasimiento. Debe ser comprendida a partir de la anotación del Cuaderno IV que hemos situado en la Introd a este cap 5 (vid nt 5; reléase ese apunte). Nótese el uso de términos parónimos en p/150 y el doble juego de palabras: «guarda del corazón - Ángel de la Guarda» y «custodiar el corazón - Ángel Custodio». Sobre el trato con los ángeles, vid dentro del cap «Devociones», los p/562-570.


151* Desasimiento. —¡Cómo cuesta!... ¡Quién me diera no tener más atadura que tres clavos ni más sensación en mi carne que la Cruz!


Octavilla de la serie Lh. Parece un texto que se forja en aquella «noche del espíritu» por la que atravesó San Josemaría en la Legación durante el mes de mayo de 1937; punto que hay que poner en íntima relación con el p/95 (vid). En su Cuaderno, con fecha domingo 9-V-1937, se lee:
«He sufrido esta noche horriblemente. Menos mal, que pude desahogarme, a la una y media o las dos de la mañana con el religioso que hay en el refugio . He pedido, muchas veces, con muchas lágrimas, morir pronto en la gracia del Señor. Es cobardía: este sufrir como cuando más, creo que no es otra cosa sino consecuencia de mi ofrecimiento de víctima al Amor Misericordioso . Morir –oraba–, porque desde arriba podré ayudar, y aquí abajo soy obstáculo y temo por mi salvación. En fin: de otra parte, entiendo que Jesús quiere que viva, sufriendo, y trabaje. Igual da. Fiat. –Ayer por la tarde avisó Isi que está R. : vendrán hoy» .

«Creo que pocas veces he sufrido tanto como ahora», había escrito el día anterior en el texto que da base al p/95. Álvaro del Portillo, que le acompañaba en la Legación de Honduras, anotando este pasaje de Apínt ha comentado en estos términos aquella «noche», a la que califica de «purgación pasiva»:
«En este número y en el anterior nuestro Padre describe el estado de su alma: que pocas veces ha sufrido tanto como esos días, que tuvo que desahogarse –de madrugada– con el religioso con el que se confesaba el tiempo en que estuvo refugiado en esa Legación, e, incluso, que ha pedido morir en la gracia del Señor, pues teme por su salvación. Después, durante su estancia en Burgos, nuestro Padre pasó otra temporada parecida (cfr nn. 1567, 1569 y 1589). Quiero señalar que quienes convivíamos con él –¡las veinticuatro horas del día!, pues estábamos encerrados en pocos metros cuadrados muchas personas– no nos dimos cuenta, en absoluto, de su estado interior. Al contrario: mientras la mayoría de los refugiados tenían los nervios rotos, y saltaban ante el más pequeño estímulo, nuestro Padre, con su trato, nos llenó de serenidad, de paz, de optimismo y de visión sobrenatural. Realmente –como también sucedió en Burgos–, si no lo hubiese escrito no lo habríamos sabido. Pienso que este estado interior se debía a una purgación pasiva muy fuerte: una prueba que el Señor le envió para purificarle y hacerle madurar aún más en su vida espiritual, tan rica –como se desprende también de la lectura de estos Apuntes–, quitándole todo tipo de consuelos humanos y dejándole en un estado de gran aridez: ‘no se me ocurre nada: estoy entontecido’, escribe el Padre. Prueba de que se trataba de un don de Dios, que le purificaba y le acercaba más a El, libre de cualquier atadura humana, pienso que es la paz, la alegría y el sentido sobrenatural que desbordaban de su persona y nos contagiaban: nuestro Padre hacía que aprovechásemos esas circunstancias para acercarnos más a Dios, para profundizar en nuestra vida espiritual –’crecer para adentro’–, hasta el punto de que –como ya he dicho– no podíamos ni imaginarnos las dificultades que atravesaba en su vida interior» .

Como vemos, la dura purificación pasiva continuaba al año siguiente en Burgos. De ella sólo sabemos lo que el propio Escrivá dejó anotado en sus Apuntes:
«Hoy ha venido D. Antonio Rodilla. ¡Qué buen amigo es! Le he dado cuenta de mi alma: desnudez de virtudes, un montón de miserias: no hago oración vocal, apenas: creo que no la hago mental: desorden . No sufro la oración vocal: hasta me duele la cabeza de oír rezar en voz alta. Desorden. Pero sé que amo a Dios. Sí: y que me ama. Soy desgraciado, porque soy pecador y desordenado y no tengo vida interior. Querría llorar, y no puedo. ¡Yo, que he llorado tanto! Y, a la vez, soy muy feliz: no me cambiaría por nadie. –Le conté esto y otras cosas a D. Antonio. ¡Ese cuarto de hora eterno de acción de gracias, mirando continuamente al reloj, para que se acabe! ¡Qué pena! Y, sin embargo, quiero a Jesús sobre todas las cosas. –Después dije a D. Antonio que me parecía que le engañaba y que me movía a hablar la soberbia. Me consoló y dijo que voy bien» .
Debió durar varios meses. En septiembre de ese año, durante su retiro espiritual, escribe de nuevo:
«Monasterio de Santo Domingo de Silos, vísperas de la Dedicación de San Miguel Arcángel, 28, sep. de 1938. Llevo tres días de retiro... sin hacer nada. Terriblemente tentado. Me veo, no sólo incapaz de sacar la Obra adelante, sino incapaz de salvarme –¡pobre alma mía!– sin un milagro de la gracia. Estoy frío y –peor– como indiferente: igual que si fuera un espectador de «mi caso», a quien nada importara lo que contempla. No hago oración. ¿Serán estériles estos días? Y, sin embargo, mi Madre es mi Madre, y Jesús es –¿me atrevo?– ¡mi Jesús! Y hay bastantes almas santas, ahora mismo, pidiendo por este pecador. ¡No lo entiendo! ¿Vendrá la enfermedad que me purifique?» .
«La enfermedad que me purifique»: vid com/175.
Sobre esta noche oscura o purgación pasiva, vid p/406, 416, 533, 702, 727 con sus com.

152* ¿No presientes que te aguarda más paz y más unión cuando hayas correspondido a esa gracia extraordinaria que te exige un total desasimiento?
—Lucha por Él, por darle gusto1: pero fortalece tu esperanza.


Octavilla de la misma serie Lh. El fondo de la expresión «dar gusto a Dios» y, sobre todo, el «clima» del punto son paulinos:
«Así pues, estamos llenos de buen ánimo y preferimos salirnos de este cuerpo y volver junto al Señor. Por eso, tanto ahora en el cuerpo como fuera de él, nos empeñamos en agradarle (, placere illi)» (2 Co 5, 8-9).
«Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús a que viváis como conviene que viváis para agradar a Dios (placere Deo), según aprendisteis de nosotros, y a que progreséis más. Sabéis, en efecto, las instrucciones que os dimos de parte del Señor Jesús» (1 Ts 4, 1s).
Este fondo bíblico, de raíz cristológica, explica por qué el tema, en su planteamiento de fondo, atraviesa toda la historia de la espiritualidad cristiana desde la época patrística25b y la tradición benedictina25c hasta nuestros días.

Pero «dar gusto a Dios», en su sentido familiar y coloquial, es expresión «moderna» en espiritualidad. La usaba ya San Alfonso María de Ligorio y, antes, en la mística española, Alonso de Madrid . Se encuentra con frecuencia en el Decenario de Francisca Javiera del Valle . «Dar gusto a Dios» se inscribe en el horizonte de la «vida de infancia» que vivió y predicó San Josemaría, aun antes de conocer los escritos de Teresa de Lisieux , de la que es muy característica esta expresión. Dios llevó siempre a Escrivá por este camino, pero de manera muy intensa en los años 1931-32 y en la Legación de Honduras. Algunos pasajes de los Cuadernos de esos años lo reflejan (en todos la cursiva es mía):
«Día 20 de marzo de 1931: ¿Todos esos pequeños consuelos del Amo, no serán para que yo me fije, sirviéndole, en las cosas pequeñas, ya que no soy capaz de servirle en las grandes? Santa Teresita y mi Santa Merceditas me ayuden a cumplir el propósito firme que hago, ahora mismo, de dar gusto al buen Jesús en los detalles minúsculos de la vida» .
Unos días después del pasaje que acabo de citar, escribía:
«Sobre estas consolaciones, voy a hacerme una advertencia. Las deseé... Ahora ya no. Si El las envía... vengan. No las pediré nunca. No quiero hacer nada –según la doctrina de Teresita y Mercedes– por ganar méritos, ni por miedo a las penas del purgatorio: todo, lo mínimo inclusive, quiero, desde ahora para siempre, hacerlo para dar gusto a Jesús» .
Y en noviembre de ese mismo año:
«Siento que el Señor me pide más oración: quiere, sin duda, que le dedique exclusivamente, ad hoc, más tiempo. Trataré de darle gusto» .

«No por soberbia, al sentir la falta de toda virtud en mí, sino por la pena de pensar que ni en eso sé dar gusto a Jesús» .
En 1938, en la predicación de Vitoria se encuentra este apunte:
«Santa Teresita: dar gusto a Jesús. Es cuestión de Amor. Reparación» .
En síntesis: el clima paulino y la vida de infancia dan, en efecto, el temple a este punto. Vid p/182.


153* ¡Anda!, con generosidad y como un niño, dile: ¿qué me irás a dar cuando me exiges «eso»?


Texto de la serie Lh, sin interrelación documental.


154* Tienes miedo de hacerte, para todos, frío y envarado. ¡Tanto quieres despegarte!
—Deja esa preocupación: si eres de Cristo —¡todo de Cristo!—, para todos tendrás —también de Cristo— fuego, luz y calor.


Texto probablemente escrito en Honduras (serie Lh), también sin interrelación documental conocida. El Autor concibe en C la vida como un proceso de cristificación (vid com/56 y 775), de transformación en Cristo –según la expresión de von Hildebrand –, que va tomando posesión de las distintas dimensiones de la personalidad: intelectuales, volitivas y también afectivas. En este p/154 San Josemaría va al núcleo de la cuestión del desasimiento y «niega la mayor»: si hay entrega a Jesucristo y unión con Él, está resuelto radicalmente el problema.


155* Jesús no se satisface «compartiendo»: lo quiere todo.


Texto también de la serie Lh y, como tantos otros de los escritos en Honduras, sin interrelación documental. Pienso, pues, que es anterior en su redacción a la anécdota de p/145, que se ilumina desde esta neta posición del Autor: el «corazón» –la persona, desde su centro existencial– es radicalmente para Jesús, sin «compartir». Este tema, que se acentúa desde Honduras y que predica constantemente en Burgos, ayuda a comprender el vuelco del «corazón» del joven arquitecto ante la canción de los «corazones partíos» y la especial emoción del Autor ante aquella carta. Vid com/145. El sentido de este compartir que «no satisface a Jesús», alude al reparto «mecánico» de cosas (afectos) para Dios y cosas (afectos) para las criaturas, y se explica –eso que no hay que compartir porque es sólo de Dios– en el p/161. Vid com.


156* No quieres sujetarte a la Voluntad de Dios... y te acomodas, en cambio, a la voluntad de cualquier criaturilla.


Octavilla nº 1 de la serie Lhz. Puede considerarse ejemplo del ilegítimo «compartir» del p/155, tan contrario a ese «compartir» de los cristianos con toda la humanidad que se propone como lema el Jueves Santo, «Día del Amor Fraterno».


157* No me saques las cosas de quicio: si se te da Dios mismo, ¿a qué ese apego a las criaturas?


Octavilla de la serie Lh, escrita en Honduras, sin interrelación documental. Estrechamente afín –por la temática del «compartir»– con los puntos anteriores.


158* Ahora son lágrimas. —¿Duele, eh? —¡Claro, hombre!: por eso precisamente te han dado ahí.


También de la serie Lh. Parece especialmente autobiográfico. Da luz para la comprensión de este punto, dentro del tema «Corazón», esta carta que a final de mayo de 1937 escribe a Francisco Botella:
«¿Quieres que te diga, Pacorro, lo que le pasa al abuelo? Te lo voy a decir, en parte: preocupaciones muy íntimas, muy... suyas (¡si no tengo nada mío!), en primer término; después, que le han dado donde más le duele, en los nietos. Y eso es casi todo. ¡Vaya confidencias, eh?» .

Evidentemente no explicita el fondo de lo que le pasaba en aquel mes de mayo. Vid el texto de Mons. del Portillo en com/151, donde se explica la hondura y el sufrimiento de estas «preocupaciones íntimas», que el autor aquí señala como lo que le pasa «en primer término». Pero lo que señala en segundo término es del máximo interés biográfico, porque muestra el «corazón» del Autor. Buena parte de su congoja estaba en la dispersión que la guerra había impuesto a los fieles del Opus Dei, casi todos jóvenes estudiantes, que apenas habían empezado a recibir la formación adecuada. Unos meses después, ya en la zona nacional, comprueba que allí ocurre lo mismo. En una anotación de Burgos, recién llegado a la ciudad, vuelve sobre el tema casi con las mismas palabras:
«Burgos, 13 de enero del 38: ¡Dios mío, Dios mío! Todos igualmente queridos, por Ti, en Ti y contigo: todos dispersos. Me has dado donde más me podía doler: en los hijos» .
La redacción del punto muestra la clara conciencia del Autor de que es el Señor quien le ha enviado ese sufrimiento y esa congoja y, por tanto, todo está atravesado de conformidad y alegría. Es lo que revela el animoso «¡claro, hombre!».


159* Flaquea tu corazón y buscas un asidero en la tierra. —Bueno; pero cuida de que el apoyo que tomas para no caer no se convierta en peso muerto que te arrastre, en cadena que te esclavice.


Texto probablemente escrito en la Legación (serie Lh). En la predicación de mayo del 37 se lee este pasaje, que se mueve en el mismo horizonte que la «gaitica»:
«Mi corazón es de carne y, en las personas que me rodean, puede haber algo imponderable, que subyugue mi ser, sin darme cuenta yo mismo...: un afecto indiscreto, una simpatía particular, una inclinación inmoderada. Soy de carne y se me pegan todas estas afecciones. ¿Y no veo nada? Entonces es que estoy ciego; debo insistir, hasta que distinga esa sutil atracción, esa imperceptible –ahora– desviación de mi camino, a la que me lleva ese también imperceptible afecto que se cuela insidiosamente en mi corazón» .
Vid com/160.

160* Dime, dime: eso... ¿es una amistad o es una cadena?


Octavilla Bl escrita en Burgos. No parece, por la grafía, que pueda situarse en Honduras, como las correspondientes a los p/159 y 170, con las que tiene fuerte afinidad temática. En todo caso, prolonga la consideración anterior –por eso sin duda la situó ahí el Autor–, y pudo ser redactada al encontrar este apunte en una meditación de Vitoria-Vergara:
«Examen. Propósitos. Cortar hilillo o maroma o cadena» .
El punto y el apunte de que procede, lo mismo que el p/159, tienen en su fondo el tema del «hilillo sutil» de p/170, de matriz sanjuanista. Vid com/170 nt 63.


161* Haces un derroche de ternura. —Y te digo: caridad con tus prójimos, sí: siempre. —Pero —óyeme bien, alma de apóstol—, es de Cristo, y sólo para Él, ese otro sentimiento que el Señor mismo ha puesto en tu pecho. —Además..., ¿no es cierto que al descorrer algún cerrojo de tu corazón —siete cerrojos necesitas— más de una vez quedó flotando en tu horizonte sobrenatural la nubecilla de la duda..., y te preguntas, atormentado a pesar de tu pureza de intención: no habré ido demasiado lejos en mis manifestaciones exteriores de afecto?


Texto sobre la octavilla nº 7 de la serie Lhz. Redactada en Honduras. Doctrina de la máxima importancia. Antes se dijo que no cabía partición «mecánica» entre cosas de Dios y cosas de las criaturas. Es semejante esta pareja de términos al binomio paulino «cosas de arriba – cosas de abajo»: la distinción no es material, sino valorativa o cualitativa: porque las criaturas, las cosas de la tierra («quae super terram»), y en primer lugar las personas, también son de Dios (vid p/147). La tesis del Autor es: no hay que despreciar, hay que querer a las personas y a las cosas de la tierra, que son de Dios, pero con un corazón entregado a Dios y «desprendido». Por tanto, no se debe esperar de las cosas de la tierra lo que ellas no pueden dar. Esto ocurre cuando uno las «quiere» con el afecto que sólo es de Dios. Aquí se inscribe el mensaje de este punto: en todo corazón humano, cualquiera que sea el ámbito de sus afectos, hay algo –«un sentimiento», dice el Autor– «que es de Cristo, y sólo para Él», puesto que el Señor mismo es el que lo ha metido en el corazón. Cuando ese sentimiento, que es sólo de Dios, se dirige a personas y cosas, la relación con «las cosas de la tierra», del mundo, se deforma, y cosas y hombres se hacen «mundanos», en el sentido que el término tiene en p/939, o «venenosos», como dirá el Autor poco después.

Clima de fondo de este p/161 es la vida en la Legación –meses y meses– de las mismas personas. Dos textos de la predicación del mes de Mayo de 1937 abordan este tema en términos clásicos, de fuerte exigencia cristiana:
«Corazón, tú has de ser siempre libre, esclavo sólo de tu Dios. Apégate firmemente a la obediencia, con voluntariedad, y ciérrate para siempre con cerrojos muy firmes contra las sugestiones venenosas, contra los afectos, las influencias, las seducciones mentirosas de las cosas mundanas. Guárdate todo para tu Dios y enciende para El, ¡sólo para El!, bien reunidas, todas tus llamas, que ahora están dispersas y solicitadas por bienes engañosos y pasajeros» .
«¿Adónde irás a parar con esa sensiblería loca, con esa poesía necia y ñoña que mueve a risa? ¿No es tu corazón de Jesucristo? Pues ciérralo bien, consérvalo sólo para El, firmemente guardado con siete cerrojos» .
El tema de los siete cerrojos –que enlazaba desde el principio con el tema «ochenta años de gravedad» (vid. supra p/72 y com/132 nt 40)– era ya entonces muy antiguo en las notas del sacerdote que predicaba en Honduras, que tenía 35 años. Cuando tenía 29 años escribía:
«Jesús: además de los ochenta años [de gravedad], pon también siete cerrojos en mi corazón» .
Vid p/188 y su com.


162* El corazón, a un lado. Primero, el deber. —Pero, al cumplir el deber, pon en ese cumplimiento el corazón: que es suavidad.


Otra octavilla probablemente escrita en Honduras. No conozco interrelación documental.
El «deber», es decir, la verdad existencial, el seguimiento de la Verdad que es Cristo. Estamos en el horizonte del «veritatem facientes in caritate» (Ef 4, 15), que San Pablo formula en clave de correspondencia humana, y que Agustín prolonga en clave de donación: «Parum est voluntate, etiam voluptate traheris» –no sólo me atraes con la voluntad sino con el afecto.

163* Si tu ojo derecho te escandalizare..., ¡arráncalo y tíralo lejos!1 —¡pobre corazón, que es el que te escandaliza!
Apriétalo, estrújalo entre tus manos: no le des consuelos. —Y, lleno de una noble compasión, cuando los pida, dile despacio, como en confidencia: «Corazón, ¡corazón en la Cruz!, ¡corazón en la Cruz!»


Serie Lh, Honduras. Vid p/555, escrito en Burgos, cuya redacción original –una carta del Autor al Dr. Jiménez Vargas– parece presuponer las expresiones de este punto, que serían conocidas por el destinatario (desde Honduras, donde estuvo con San Josemaría). La doctrina de Josemaría Escrivá es que la unión del corazón del hombre al Corazón de Cristo en la Cruz, realiza humana y cristianamente a toda persona, al purificarle su propio corazón y multiplicar su capacidad de «querer». Vid en p/58 y com el tema «llagado Corazón».
La última parte de este punto reaparece en el Via Crucis, cerrando la 5ª estación:
«A veces la Cruz aparece sin buscarla: es Cristo que pregunta por nosotros. Y si acaso ante esa Cruz inesperada, y tal vez por eso más oscura, el corazón mostrara repugnancia... no le des consuelos. Y, lleno de una noble compasión, cuando los pida, dile despacio, como en confidencia: corazón, ¡corazón en la Cruz!, ¡corazón en la Cruz!» .
Para la expresión «¡corazón en la Cruz!» vid com/555.


164* ¿Cómo va ese corazón? —No te me inquietes: los santos —que eran seres bien conformados y normales, como tú y como yo— sentían también esas «naturales» inclinaciones. Y si no las hubieran sentido, su reacción «sobrenatural» de guardar su corazón —alma y cuerpo— para Dios, en vez de entregarlo a una criatura, poco mérito habría tenido.
Por eso, visto el camino, creo que la flaqueza del corazón no debe ser obstáculo para un alma decidida y «bien enamorada».


Redaccionalmente y por el contenido parece este punto una continuación del anterior. Históricamente se forja a partir de la carta que San Josemaría escribió a un hijo suyo, que había decidido seguir el camino de la Obra en el celibato y que flaqueaba en aquellas circunstancias de la guerra:
«Hijo mío: ¿Cómo va ese corazón? Espero que me trates ese punto con detenimiento en tu próxima. Desde luego, no te inquietes, ¿oyes?, pero no te quepa

duda de que todos –¡yo también!– tenemos la natural inclinación al enamoramiento del sexo contrario.
Los santos –que no eran seres deformes, sino bien conformados, como tú y como yo– sentían esa «natural» inclinación. Y, si no la hubieran sentido, su reacción ‘sobrenatural’ de guardar su corazón –alma y cuerpo– para Dios, en vez de entregarlo a una mujer, ningún mérito habría tenido.
Por eso, visto el camino, creo –si no hay otros motivos: cuando nos veamos, charlaremos– creo que una cara bonita no debe ser obstáculo para un hombre decidido y bien ‘enamorado’» .
Interesante cómo el Autor reelabora su propio texto para pasar de la persona concreta a una situación universal. La última variante –«alma» en vez de «hombre»–, ya en las pruebas de imprenta, parece dirigida expresamente a que el punto «comprometa», en su estricto tenor literal, también a las mujeres. Sobre la «normalidad» de los santos, vid p/133 y com.


165* Tú... que por un amorcillo de la tierra has pasado por tantas bajezas, ¿de veras te crees que amas a Cristo y no pasas, ¡por Él!, esa humillación?


Texto de la subserie Ber, de probable redacción en Vitoria o en Burgos, sin interrelación documental. Vid com/161.


166* Me escribes: «Padre, tengo... dolor de muelas en el corazón». —No lo tomo a chacota, porque entiendo que te hace falta un buen dentista que te haga unas extracciones.
¡Si te dejaras!...


Texto escrito en una octavilla de la serie Bpr (16-XI-1938) en el periodo final de redacción en Burgos. No he encontrado en los legajos del AGP la carta a la que alude el Autor, pero debía ser anterior a los EjEsp en Vergara, pues allí utilizó la expresión en la apertura del Retiro:
«Dolor de muelas en el corazón (!)» .

La sorprendente expresión es del escritor y poeta alemán Heinrich Heine (1797-1856) en sus Reisebilder de 1826 . Pero quien la divulgó en España fue Ortega y Gasset, que la cita con frecuencia en sus escritos ya desde un artículo publicado en El Imparcial, 1910 . Por eso lo más probable es que el autor de la carta tomara la expresión no de Heine sino de Ortega, que la cita también, al menos, en otras dos ocasiones anteriores a C: en su comentario a Un pueblecito: Riofrío de Ávila, de Azorín y, sobre todo, en el célebre curso de 1929 ¿Qué es filosofía? .
Ya dije que no se conserva la carta a la que responde Josemaría Escrivá en este p/166, por lo que no conocemos en qué sentido emplea la expresión su interlocutor y qué es lo que está queriendo decir al Autor de C. Pero todo da a entender que es en el sentido orteguiano. Aquel joven está hablando a San Josemaría de que se encuentra mal en su vida de cristiano pero que no sabe lo que le pasa y emplea la expresión paradójica de Heine: ¡dolor de muelas en el corazón! Escrivá, que evidentemente conoce bien a su corresponsal, da la vuelta al sentido de Heine y de Ortega. Sí, es el corazón el que está enfermo y hacen falta unas «extracciones»...

167* «¡Ah, si hubiera roto al principio!», me has dicho. —Ojalá no tengas que repetir esa exclamación tardía.


Texto de la subserie Ber, de probable redacción en Vitoria o en Burgos. En un guión de Vergara se encuentra este apunte:
«exclamación tardía: ¡Ah, si hubiera roto al principio!» .
«Me has dicho». No se puede saber, a partir de la documentación, si se trata de una historia concreta o es una forma de expresar esa experiencia de la que tanto saben los directores de almas.


168* «Me hizo gracia que hable usted de la ‘cuenta’ que le pedirá Nuestro Señor. No, para ustedes no será Juez —en el sentido austero de la palabra— sino simplemente Jesús». —Esta frase, escrita por un Obispo santo, que ha consolado más de un corazón atribulado, bien puede consolar el tuyo.


Texto escrito sobre una octavilla Bl. A primera vista parece que el lugar más lógico para este punto hubiera sido el cap «Postrimerías». Leída despacio, se comprende por qué el Autor situó esta «gaitica» en el presente cap: es el tema de los «consuelos del corazón». Frente al «no busques consuelos humanos», el lugar del verdadero consuelo: Jesús, que es el Amor y la Misericordia de Dios hecho hombre. La carta es del Obispo de Ávila, don Santos Moro, que estimaba mucho a Josemaría Escrivá y era cordialmente correspondido . Se conservan las dos cartas.
De la carta del Autor:
«Vamos a terminar la primera mitad de nuestro décimo año de labor ‘silenciosa’ y ‘escondida’... ¡Qué cuentas me pedirá el Señor! Ayúdeme V. E. a rendirlas cum gaudio et pace» .

La carta del Obispo:
«Mi querido amigo: Con estas breves líneas acuso recibo de sus dos gratas, de Burgos y de Zaragoza, y le expreso mi cordial agradecimiento por las oraciones que se dignaba ofrecerme. A mi vez cumplo gustoso su encargo de tener presente en mis pobres oraciones a Vd. y a sus leales amigos y colaboradores […]. –Me hizo gracia que hable Vd. de la cuenta que le pedirá N. Señor. No, para Vds. no será Juez –en el sentido austero de la palabra– sino simplemente Jesús. Ojalá pudiera yo prometerme otro tanto trabajando como Vds., ya que no como Capitán, siquiera ‘sicut bonus miles Xti Iesu’. En fin, mi querido amigo, que la gracia de N. S. J. C. y la caridad de Dios Padre y la participación del Espíritu Santo sea con Vd. y los suyos. Afectuosamente le bendice su buen amigo y hermano in C. J. + Santos, Ob. de Avª» .
La carta llegaba al Autor en un estado de gran tribulación: enfermedad, soledad, y en el alma una verdadera purgación pasiva, que anotaría en su Cuaderno unos días después:
«Me veo como un pobrecito, a quien su amo ha quitado la librea. ¡Sólo pecados! Entiendo la desnudez sentida por los primeros padres. Y mucho he llorado: mucho he sufrido. Sin embargo soy muy feliz. No me cambiaría por nadie. Mi gaudium cum pace, desde hace años, no lo pierdo. ¡Gracias, Dios mío! ¿Quién quiere que este pecador le dé el secreto de la felicidad? Sí: se comprende que muchas veces hayan dicho –a mí, qué– que soy ‘hombre de paz’, ‘hombre que da paz’» .
El primer corazón atribulado que consoló el Obispo fue el del propio Escrivá. El agradecimiento del Autor a esta palabra de consuelo que el Cielo le había regalado lo comunica con alegría:
«¡Qué cosas más hermosas me ha escrito ese bendito Señor Obispo, que, hasta en el nombre, tiene la santidad en plural! ¿Pues, no me dice que el Señor, cuando nos pida a nosotros la cuenta, no será ‘juez’, sino ‘Jesús’? Aplíquese el dicho en todo, menos en lo de cuidarse: en esto le será juez» .
Todavía en octubre le consolaba la palabra del santo Obispo, como escribía a Casimiro Morcillo, buen amigo suyo, futuro Arzobispo de Madrid:
«Volví de mis ejercicios, después de pasar la semana en el ambiente monacal de Silos, para poder celebrar con los nuestros el día 2 -fiesta de los Santos

Angeles Custodios- el comienzo del año undécimo de labor... ¡Cuántos recuerdos y cuántas lágrimas y cuántas alegrías, en los diez años que pasaron! [1928-1938] Es verdad que pienso también en la cuenta que habré de rendir, a su hora. Pero, cuando viene a acongojarme ese pensamiento, me acuerdo de lo que, no hace mucho, me escribía un santo Obispo: ‘entonces –decía–, el Señor para V.V. no será Juez: será Jesús’. Y vuelvo a mi gaudium cum pace» .
Por la grafía, la frase del Obispo parece escrita sobre la «gaitica» inmediatamente después de recibida la carta: como un apunte para llevar a la oración. La segunda frase, en cambio, tiene tinta y rasgos muy distintos de la primera. El texto debió ser completado en la fase de redacción final.
La jaculatoria «Iesu, Iesu, esto mihi semper Iesus!», tan frecuente en labios de San Josemaría, ¿pudo surgir en relación con la experiencia espiritual reflejada en este punto? Era una de sus plegarias favoritas y en ella pide a Jesús precisamente lo que le aseguraba don Santos: que sería sencillamente «Jesús». Vid com/303. Por lo demás, las palabras de don Santos, como la reacción de San Josemaría, se mueven en la gran tradición patrística del «santo nombre de Jesús», que en Occidente tuvo como puntos culminantes a San Bernardo († 1153) y a San Bernardino de Siena († 1444) y que en la Iglesia de rito latino tiene su expresión litúrgica el 3 de enero .


169* Te acogota el dolor porque lo recibes con cobardía. —Recíbelo, valiente, con espíritu cristiano: y lo estimarás como un tesoro.


Ficha Jef. Punto sin interrelación documental, probablemente escrito en la fase final de preparación del libro. Aparte del p/166 –que va en otra línea–, es éste el único punto del cap «Corazón» en el que aparece el término «dolor». El dolor como tesoro es el gran tema de p/208. Vid com y también p/203.


170* ¡Qué claro el camino!... ¡Qué patentes los obstáculos!... ¡Qué buenas armas para vencerlos!... —Y, sin embargo, ¡cuántas desviaciones y cuántos tropiezos! ¿Verdad?

—Es el hilillo sutil —cadena: cadena de hierro forjado—, que tú y yo conocemos, y que no quieres romper, la causa que te aparta del camino y que te hace tropezar y aun caer.
—¿A qué esperas para cortarlo... y avanzar?


Octavilla de la serie Lh, que pudo ser redactada en la Legación o en Burgos. Las interrelaciones documentales precedentes o consecuentes son numerosas. En la predicación de Honduras está la base, como en todo el cap:
«Darse a Dios sin reservas, sin que quede para nosotros el menor rincón, el menor detalle; pertenecerle enteramente, renunciar a sí mismo con tanta verdad que no nos embarace ni el hilillo más sutil, ¡eso sí que es difícil, eso sí que se ve raras veces!» .
Al mismo corresponsal del p/164, le escribe al mes siguiente:
«Y vamos a la cuestión de nuestro amigo: dile que no me sea flojo. Ayuda de Dios no le falta. El camino es claro: ¡evidente!» .
Y en la predicación de Vitoria-Vergara encontramos estas anotaciones:
«cortar hilillo o maroma o cadena» .
«el hilo de seda – maroma – esposa – grillete – cadena – tela de araña» .
El tema del «hilillo sutil» es de clara raigambre sanjuanista y, radicalmente, agustiniano . Lo veremos reaparecer, casi como una exégesis de este punto de C, en Forja, 486:

«Un corazón que ama desordenadamente las cosas de la tierra está como sujeto por una cadena, o por un “hilillo sutil”, que le impide volar a Dios».


171* El Amor... ¡bien vale un amor!


Con este texto se cierra el cap «Corazón» y queda plenamente sintetizado su sentido: el corazón está hecho para amar. El drama de la existencia humana es dónde está la fuente del amor y dónde se pone el amor...
El texto aparece perfectamente anotado, con letra caligráfica, en el cuadernito 2º de Burgos, sin fecha, pero –como veremos– se sitúa a primeros de mayo del 38.
Estamos ante la sentencia lapidaria con la que el Autor cierra el cap «Corazón» y que hay que poner en relación íntima con este otro aforismo: «¡No hay más amor que el Amor!», anterior 7 u 8 años en el tiempo, con el que se abrirá el cap «Amor de Dios». La interrelación de ambos, no ya doctrinal o espiritual sino histórica y biográfica, podría haber sido ésta. Durante los EjEsp que, en soledad y retiro personal, hizo en Navidad de 1937 en el Palacio episcopal de Pamplona, San Josemaría dedicó la tarde del 20 de diciembre a una meditación que en sus apuntes tiene como título «El amor y el Amor». Las notas de desarrollo son en esta ocasión mínimas. Sólo éstas: «Non est amor nisi AMOR!» –tenor literal latino del viejo p/417 (vid com), con el que ya se abría el cap «Caridad» en Cec– y que volvió a apuntar en la pequeña agenda que comenzó esos días en Pamplona . Hacia junio-julio del 38, ya en Burgos, comienza una nueva agenda y en la hoja primera copia de nuevo, en latín, el p/417. Y a continuación aparece el que será nuestro p/171:
«¡El Amor bien vale un amor!» .
Lo que era claridad en su vida personal, ahora pasa a una fórmula lapidaria, casi normativa. Debió ser una de esas palabras que le venían golpeando en la oración. Pero antes de apuntarla de forma tan solemne en ese cuadernito, la había ya la había transmitido a otros como un mensaje operativo:
«El Reino de Dios padece violencia: no lo logra sino el que lucha. El Amor bien vale un amor» .

«Oye: dile, de mi parte, a Federico, que el Amor bien vale un amor. ¡Duro, con esa gente, candidata al manicomio!» .
En la primera carta anima a su corresponsal a luchar para defender el «camino». En la segunda exhorta a José María Albareda a que explique a esos amigos suyos que «compensa» darse del todo al Señor, aunque eso –si Dios así lo pide– lleve consigo renunciar a un amor humano... Sobre «el manicomio» vid com/808.
La meditación que predica en agosto sobre «Amor de Dios» termina con estas palabras:
«Coloquio con la Trinidad Beatísima: ¿amor? ¡AMOR!» .
Ya en varios puntos ha aparecido la palabra Amor, con mayúscula . En el libro aparece así 65 veces (otras 25 con minúscula). Es una de las palabras y de las grafías más intencionadas y abundantes que el Autor usa en este libro. En este brevísimo p/171 está la más sintética expresión de esa intención. De alguna manera resume a la totalidad, como lo expresa el último punto, con su último mensaje: «Que cuál es el secreto de la perseverancia? El Amor». Hay en esta palabra una concentración polivalente de significados, que se van percibiendo a lo largo de la lectura del libro y que permiten al Autor sintetizarlo todo ahí. «Amor» en C es, ante todo, el don de Dios al hombre, la autodonación de Dios y, en este sentido, el Espíritu Santo presente en el alma, que –como hemos visto– nos «cristifica» (vid com/56). Pero inseparablemente de ese Don y como efecto suyo, «Amor» connota el surgir desde la fe¬, en el corazón humano, de un amor agradecido al Padre y a su Hijo Jesús –¡que nos dan su Espíritu!–, que es también «Amor»: «Enamórate, y no ‘le’ dejarás» (p/999). Amor, con mayúscula, es una manera de comprender a Dios y la relación del hombre con Dios: es Dios mismo –Padre, Hijo, Espíritu– en cuanto presente en nosotros, y la gracia del Espíritu Santo que transforma en Amor el amor del hombre.
Tomando estos tres puntos de C, se diría que la concatenación del pensamiento de Josemaría Escrivá es ésta: como no hay más amor que el Amor (p/417), el Amor bien vale un amor (p/171): enamórate, y no le dejarás (p/999). Vid también com/668.

 

Cap 5 5 [Msb: 42]. Corazón, p/146-171 [26 de Msb] C || Cap nuevo
Vid José MORALES, «Introducción» a Estudios sobre ‘Camino’, 1988, pg 28-32, y José Mª YANGUAS, «Amar ‘con todo el corazón’. Consideraciones sobre el amor cristiano, en las enseñanzas del Beato Josemaría Escrivá», en Romana, Bollettino della Prelatura della Santa Croce e Opus Dei, 14 (1998) 144-157.
Vid Dietrich VON HILDEBRAND, El corazón. Un análisis de la afectividad humana y divina, Palabra, Madrid 1997.
Francisco de OSUNA, Tercer abecedario espiritual, BAC 333, 1972, pg 196: «Para darse el hombre a la oración, de que este Tercero alfabeto trata, es cosa muy esencial ceñir y apretar y encarcelar el corazón, y hacerle una jaula de perpetuo silencio donde le encerremos para evitar vagueaciones suyas, según aquello del Sabio: Guarda tu corazón con toda guarda, porque de él procede la vida (Pr 4, 23)».
Es el tema de la «guarda del corazón». Vid por ej, J. B. CHAUTARD, El alma de todo apostolado –tan apreciado por el Autor de C (vid com/81 nt 5 y com/108 y 961)–, que tiene un importante cap titulado así: «La guarda del corazón» (ed 1927, pgs 227-238).
pescado bueno a un perrote, mientras muchos hombres comen –beben– unos cazos de agua con arroz? El Dr. Manuel nos libre ¡siempre! de los desarreglos del corazón: porque ofuscan la cabeza y enturbian la conducta. Eso, sí: con muchas razones... sofísticas» (Carta de Josemaría Escrivá a los fieles del Opus Dei en Valencia, Madrid 26-V-1937; EF 370526-1).
Cuaderno IV, nº 397, 17-XI-1931; el texto es la base de Forja, 412.
Cuaderno IV, nº 207, 15-VII-1931.
9-X-1932, día 6º día del retiro de Segovia; Apínt, nº 1658.
Instrucción, 9-I-1935, n 247; la cursiva es del original.
Dios Nuestro Señor.
Carta de Josemaría Escrivá a Pedro Casciaro, Madrid 19-V-1937; EF 370519-1. La reflexión en torno al misterio del corazón humano era especialmente viva, en el Autor, en el periodo de Honduras. Otra carta de entonces, que toma ocasión de una escena vivida en la Legación: «¿Os explicáis el desorden moral que supone dar huevos frescos a una gata, y
pescado bueno a un perrote, mientras muchos hombres comen –beben– unos cazos de agua con arroz? El Dr. Manuel nos libre ¡siempre! de los desarreglos del corazón: porque ofuscan la cabeza y enturbian la conducta. Eso, sí: con muchas razones... sofísticas» (Carta de Josemaría Escrivá a los fieles del Opus Dei en Valencia, Madrid 26-V-1937; EF 370526-1).
146 Msb ||| ofreciendo Msb add] quien ofrece Msb del
PredicHond, «Confusionismo», 15-V-1937, pg 72; X.
147 Msb
148 Msb ||| mundanos] mundanos, Msb Txm |||| 1 cfr Jr 2, 13 | 2 cfr Jn 4, 14
PredicHond, «Confianza en Dios», 10-IV-1937, pg 44; V.
149 Msb ||| criaturas] criaturas, Msb Txm || dice Msb add] te diré con Msb del || acude a la contienda Msb add] va a la lucha Msb del || tendrá Msb add] tiene Msb del
En el dorso de la cuartilla, centrado se lee: «Correspondencia a la vocación (Plát.) [Debajo:] Espíritu de mortif. y penitencia». El Autor debió preferir titularla directamente: «Espíritu de mortificación y penitencia (Plát.)», que es el título del guión nº 117.
AGP, sec A, leg 50-15, carp 1, exp 1, doc 1, se lee: «Ad se autem venientibus Dominus praecepit ut renuntiemus nostris, quia quicumque ad fidei agonem venimus, luctamen contra malignos spiritus sumimus. Nihil autem maligni spiritus in hoc mundo proprium possident: nudi ergo cum nudis luctare debemus. Nam, si vestitus quisque cum nudo luctatur, citius ad terram dejicitur, quia habet unde teneatur. Quid enim sunt terrena omnia, nisi quaedam corporis indumenta? Qui ergo contra diabolum ad certamen properat, vestimenta abjiciat, ne succumbat (S. Gregorii Papae, Homilia 32 in Evang.)». San GREGORIO I, Homilia 32 in Lucam (9, 23-27), habita ad populum in basilica sanctorum Processi et Martiniani die natalis eorum (PL 76, 1233B).
Vid tertia editio typica, Romae MCMXVII, pg 1502. La ortografía de la ficha escrita por el Autor lleva a pensar que la tomó del Breviario y no del Migne. ―En el Oficio Divino se
leía esa homilía en tres ocasiones: 16 de enero, San Marcelo, Papa y Mártir; 9 de agosto, víspera de San Lorenzo; 16 de diciembre, fiesta de San Eusebio, Obispo y Mártir. Parece lógico que tanto la ficha como el punto de C (de idéntico trazado caligráfico) hayan sido escritos al leer el oficio de San Lorenzo, cuando el Autor estaba en Ávila preparando las tandas de EjEsp que daría días después en Vitoria y Vergara. El texto de San Gregorio, no obstante, no aparece recogido en los guiones de predicación.
15b Subida al Monte Carmelo, 3, 4, 1; BAC 15, 13ª ed, 1991, pg 244.
150 Msb
151 Msb ||| clavos] clavos, Msb Txm
Se trata del P. Recaredo Ventosa García (1900-1993), religioso de los Sagrados Corazones, que escribió un testimonio, recogido en Testimonios sobre el Fundador del Opus Dei, 1994, pgs 419-424.
El propio Autor, con fecha 2-IX-1968, escribió al margen: «fue coacción del buen D. Norberto: a mí, me repugna». Pienso que se refiere no al acto en sí de ofrecimiento, que fue espontáneo, como él mismo dejó escrito en 1932 –vid com/175 nt 15–, sino al clima de «victimismo» –vid ibidem– que este buen sacerdote quería introducir en el Opus Dei. Vid sobre este sacerdote y su relación con el Autor, IntrodGen § 3 nt 112 con las referencias allí citadas, y VÁZQUEZ DE PRADA, I, pg 310. —Vid com/316, 533, 711 y 813.
Avisó Isidoro Zorzano que había llegado a Madrid Ricardo Fernández Vallespín, que hizo una escapada desde el frente de Teruel, donde estaba
Cuaderno de Honduras, nº 1380.
El anterior es el que da lugar al p/95 de C. Vid allí el texto.
Álvaro del Portillo, nt 1023 a Apínt. El subrayado es mío.
Comenta Álvaro del Portillo: «Estaba realmente haciendo oración mental todo el día, y llevando a Dios montones de almas, con un apostolado incesante que no era sino una consecuencia de su amor a Dios» (nt 1168 a Apínt).
Cuaderno VIII dpdo, nº 1569, 21-III-1938.
Cuaderno VIII dpdo, nº 1588. Este texto es la matriz de Forja, 251. —Para estos tiempos de purificación pasiva de la Legación de Honduras y de Burgos, vid VÁZQUEZ DE PRADA, II, pgs 95-106 y 262-270.
152 Msb ||| unión] unión, Msb Txm |||| 1 Cfr 2 Co 5, 9; 1 Ts 4, 1-2
Que también aparece en el p/182, procedente de Cec. Vid también p/669, redactado en Burgos.
25b Un texto entre muchos: «Trátate duro… Comenzarás a agradar a Dios (placere Deo), si te tratas duro en lo que sabes que le desagrada» (San AGUSTÍN, Enarraciones sobre los salmos, 58, 1, 13; BAC 246, Madrid 1965, pg 473).
25c De San Benito dice Gregorio Magno que planteó su vida «soli Deo placere desiderans…» (San Benito: su vida y su Regla, BAC 115, 2ª ed, 1968, pg 158). Vid sobre la tradición benedictina del placere Deo Jean LECLERCQ, «Études sur le vocabulaire monastique du moyen âge», en Studia Anselmiana 48 (1961) 29-30.
«No basta hacer obras buenas, es preciso hacerlas bien. Y para que nuestras obras sean buenas y perfectas, es necesario hacerlas con el solo deseo de dar gusto a Dios: col puro fine di piacere a Dio» (San ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, Pratica di amar Gesù Cristo, VII, 3). «La única y más agradable ocupación de todos los santos ha sido el desear ardientemente padecer toda suerte de trabajos, y desprecios y dolores, para dar gusto a Dios» (San ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, Reflexiones devotas sobre diversos puntos de vida espiritual para guiar a las almas devotas que desean progresar en el amor divino, El Perpetuo Socorro, Madrid 1932, pg 207).
«Y para declarar esto es de notar que el siervo de Dios que a su señor desea placer debe plantar en su alma una fuerte voluntad o hábito de querer, engendrado de muchas veces quererlo la voluntad […] Y entonces el gozo de Dios está en nosotros, como San Agustín declara, cuando le servimos como El quiere, y ninguna manera hay que tanto le contente como ésta que ahora
acabamos de decir. Y es que el siervo de Dios quiera tanto lo que Dios quiere, y quiera tanto emplear todo lo que es y puede, y todas las fuerzas interiores y exteriores en servicio de su Dios, que en cada obra que hiciere no sienta otro fin que le mueva sino querer placer a Dios» (Fray ALONSO DE MADRID, Arte para servir a Dios, 1521, I, Notable 2; Neblí 25, 1960, pgs 43s).
«Hasta el respirar sea por su amor y por darle gusto y contento en todo» (Decenario al Espíritu Santo, Día 2º, Instrucción; Patmos 35, pg 55; Logos 52, pg 97. Vid también Advª 3ª, Obseq. 4º y 7º; Patmos 35, pg 29, 78, 105; Logos 52, pg 68s, 121, 153).
Vid Introd a cap 42: «Vida de Infancia». Vid F. GALLEGO LUPIÁÑEZ, «Influencia de Santa Teresita...», 2000, pgs 91-108.
Apínt, nº 177. También este texto pasará a Forja (nº 203). La cursiva de Santa es del Autor, la otra es mía. «Merceditas» es Mercedes Reyna O’Farrill, Dama Apostólica del Sagrado Corazón. Nació en La Habana el 11-IX-1889, de antigua familia profundamente cristiana, que se trasladó a Madrid a raíz de la pérdida de Cuba. En 1925, por consejo de San José María Rubio S.J, Mercedes se unió al grupo de señoras que preparaban la futura Congregación de Damas Apostólicas del Sagrado Corazón, fundada por Luz Rodríguez-Casanova, y que llevaban el Patronato de Enfermos. Tomó el hábito la víspera de Navidad de 1928 y entregó su alma al Señor un mes después, 23-I-1929, en olor de santidad. Josemaría Escrivá, capellán entonces del Patronato, que la conoció profundamente en vida y la atendió en el lecho de muerte, le tuvo una gran devoción personal. Él preparó los textos que figuran en la estampa para la devoción privada. Sobre Mercedes Reyna, vid com/402, 662, 852 e Introd a cap 41 nt 8; VÁZQUEZ DE PRADA, I, pgs 313-315 y 419 nt 215; y, sobre todo, Asunción MUÑOZ GONZÁLEZ, «Testimonio», en Testimonios sobre el Fundador del Opus Dei, 1994, pgs 371-378.
Apínt, nº 185, 25-III-1931.
Apínt, nº 380, 4-XI-1931.
Apínt, nº 399, 18-XI-1931.
EjEsp, Meditación «Tres binarios», Vitoria 22-VIII-1938; guión nº 103.
153 Msb ||| dar] dar, Msb Txm
154 Msb
Dietrich VON HILDEBRAND, Nuestra transformación en Cristo, Rialp («Patmos», 19-20), Madrid 1954.
155 Msb
156 Msb
157 Msb
158 Msb ||| eso precisamente] eso, precisamente, Msb Txm
Carta de Josemaría Escrivá a los fieles del Opus Dei en Valencia, Madrid 30-V-1937; EF 370530-1. ―«Pacorro»: diminutivo familiar de «Paco», que es a su vez nombre familiar por Francisco.
Apínt, nº 1484.
159 Msb ||| corazón] corazón, Msb Txm || apoyo] apoyo, Msb Txm || caer] caer, Msb Txm
PredicHond, «El verdadero Amor», 13-V-1937, pgs 66-67; IX.
160 Msb
EjEsp, Meditación «Rey temporal», Vitoria 20-VIII-1938; guión nº 105.
161 Msb ||| ¿no es cierto Msb C2-C19] no es cierto Txm C1 C20ss || no habré ido Msb C2-C9] ¿no habré ido Txm C10ss
PredicHond, «El verdadero Amor», 13-V-1937, pg 69; IX.
PredicHond, «Confusionismo», 15-V-1937, pg 72; X.
Cuaderno V, nº 463, 9-XII-1931. Vid Surco, 834.
162 Msb
San AGUSTÍN, Tratados sobre el Evangelio de San Juan, 26, 4; BAC 139, 1955, pg 658s: «Es poco decir que eres atraído voluntariamente; eres atraído también con mucho agrado y placer».
163 Msb |||| 1 cfr Mt 5, 29; 18, 9; Mc 9, 46
Via Crucis, 5ª Estación.
164 Msb ||| Y si no] Y, si no Msb Txm || alma decidida y «bien enamorada»] hombre decidido y «bien enamorado» Msb Txm
Carta de Josemaría Escrivá, Burgos 8-IV-1938; EF 380408-7.
165 Msb ||| que por] que, por Msb Txm || tierra] tierra, Msb Txm || Cristo] Cristo, Msb Txm
166 Msb
EjEsp, «Plática preparatoria», Vergara 4-IX-1938; guión nº 97.
«Madame, Sie wissen gewiß ein Mittel gegen Zahnweh? Ich aber hatte Zahnweh im Herzen» (Heinrich HEINE, Reisebilder II – Ideen. Das Buch Le Grand, 1826, cap XX; Werke, II, Insel Verlag, Frankfurt am Main 1994, pg 235).
«Tengamos una sublime lealtad: declaremos que no podemos señalar con exactitud el lugar de nuestro mal, y que, como decía Heine, nos quejamos de dolor de muelas en el corazón. En esta tierra, donde sinceramente somos cada uno enemigo de los demás, nadie encuentra su enemigo particular» («Sencillas reflexiones», en El Imparcial, 22-VIII-1910; José ORTEGA Y GASSET, Obras completas, X, Alianza Editorial/Revista de Occidente, Madrid 1983, pg 163).
«Como nos han predicado tanto que debe preocuparnos más que nada el Progreso, la Humanidad y la Democracia, hemos llegado a creer de buena fe que, en efecto, son tales esquemáticos objetos lo que más nos importa sobre la Tierra. Pero esto es una ilusión que respecto a nosotros mismos padecemos. Como Heine escribía, ‘no sabemos a menudo qué es lo que nos duele. Nos quejamos de un lado y es el otro el que sufre. ‘¡Señora, yo tengo dolor de muelas en el corazón!’ Así es frecuente que ululemos por la Democracia cuando, en verdad, sentimos una ambición insatisfecha o una pena de amor» («Azorín: Primores de lo vulgar», en El Espectador, junio de 1916; Obras completas, II, pg 160).
«Si a mí me parece que me duelen las muelas es incuestionable que el hecho llamado ‘dolor de muelas’ existe en el Universo, porque basta que exista absolutamente, que exista para sí, que se parezca a sí mismo existir. Que haya o no muelas en el Universo es ya cuestionable; por eso el poeta Heine hacía notar a una dama que a veces nos quejamos confundiendo el origen de nuestros males, aunque estos mismos sean certísimos: ‘Señora, le digo a usted que tengo dolor de muelas en el corazón’» (Obras completas, VII, 368s). — Agradezco al Dr. Eduardo Peláez, estudioso de García Morente, el haberme hecho notar este pasaje de Ortega en relación con p/166.
167 Msb
EjEsp, Plática «Santa Pureza», Vitoria VIII-1938; guión nº 126.
168 Msb ||| Esta frase, escrita por un Obispo santo, que ha consolado Msb add] Estas palabras, escritas por un Obispo santo, que han consolado Msb del
Santos Moro Briz (1888-1980) nació en Santibáñez de Béjar (Salamanca). Se ordenó sacerdote en 1911. Obispo de Ávila desde 1935. Conoció al Autor antes de ser nombrado Obispo de Ávila, a través de la amistad que les unía con San Pedro Poveda. En los largos años de trato, trabaron una intensa amistad. El Fundador del Opus Dei se alojó en el Palacio episcopal de Ávila en diversas ocasiones, entre ellas en agosto de 1938, preparando los EjEsp que iba a dirigir a sacerdotes de Vitoria. Al terminar la guerra, le encargó una tanda de EjEsp al clero de la diócesis, en julio de 1940. Mons. Moro conservó un buen número de las cartas que recibió del Autor, especialmente en los años de la guerra civil. Sus recuerdos están publicados en Testimonios sobre el Fundador del Opus Dei, 1994, pgs 245-255.
Carta de Josemaría Escrivá a Santos Moro, Zaragoza 23-II-1938; EF 380223-5.
Carta de Santos Moro a Josemaría Escrivá, Ávila 27-II-1938; AGP, sec E, carp 506; la cursiva es mía.
Apínt, nº 1567; Burgos, 7/10-III-1938. Vid com/151 y 696. El texto del Cuaderno es la base de Forja, 174.
Carta de Josemaría Escrivá a Josefa Segovia Morón, Directora General de la Institución Teresiana, Burgos 3-III-1938; EF 380303-4. Copia en el AGP. Vid el texto de la carta también en Baldomero JIMÉNEZ DUQUE, Don Santos Moro Briz, Institución Gran Duque de Alba, Ávila 1993, pg 68. Jiménez Duque agrega: «Es una pequeña muestra de la espiritualidad de Santos».
Carta de Josemaría Escrivá a Casimiro Morcillo, Burgos 4-X-1938; EF381004-1.
Inocencio XIII en 1721 autorizó para la Iglesia universal la Misa del «Santísimo nombre de Jesús», que celebraban los franciscanos». En el siglo XVI San Felipe Neri rezaba: «Giesù, sii per me Giesù» (vid Alberto VENTUROLI, Il profeta della gioia. La mistica di San Filippo Neri, Jaca Book, Milano 1999, pgs 56-57) y el P. La Puente escribía: «Oh dulce Jesús, sed Jesús para mí en todas mis potencias» (L. DE LA PUENTE, Meditaciones, Parte II, Meditación 21, punto 3º; AP, II, 1950, pg 504).
169 Msb
170 Msb ||| claro] claro, Msb Txm || patentes] patentes, Msb Txm || armas] armas, Msb Txm || esperas] seq , hijo, Msb
PredicHond, «Ideas madres», 26-VIII-1937, pgs 249-250; XLI.
Carta de Josemaría Escrivá, Burgos 2-V-1938; EF-380502-7; la cursiva es mía.
EjEsp, Meditación «Rey temporal», Vitoria 20-VIII-1938; guión nº 105.
EjEsp, Meditación «Dos banderas. Genio militar de San Ignacio», Vitoria 21-VIII-1938; guión nº 83.
El Santo de Fontiveros escribe en la Subida al Monte Carmelo: «Estas imperfecciones habituales son: como una común costumbre de hablar mucho, un asimientillo a alguna cosa que nunca acaba de querer vencer, así como a persona, a vestido, a libro, celda, tal manera de comida y otras conversacioncillas y gustillos en querer gustar de las cosas, saber y oír, y otras semejantes. Cualquiera de estas imperfecciones en que tenga el alma asimiento y hábito, es tanto daño para poder crecer e ir adelante en virtud, que, si cayese cada día en otras muchas imperfecciones y pecados veniales sueltos, que no proceden de ordinaria costumbre de alguna mala propiedad ordinaria, no le impedirán tanto cuanto el tener el alma asimiento a alguna cosa. Porque, en tanto que le tuviere, excusado es que pueda ir el alma adelante en perfección, aunque la imperfección sea muy mínima. Porque eso me da que una ave esté asida a un hilo delgado que a uno grueso, porque, aunque sea delgado, tan asida se estará a él como al grueso, en tanto que no le quebrare para volar. Verdad es que el delgado es más fácil de quebrar; pero, por fácil que es, si no le quiebra, no volará. Y así es el alma que tiene asimiento en alguna cosa, que, aunque más virtud tenga, no llegará a la libertad de la divina unión» (Subida del Monte Carmelo, I, 11, 4; BAC 15, 13ª ed, 1991, pg 284; la cursiva es mía).
«Sic aegrotabam et excruciabar accusans memetipsum solito acerbius nimis ac volvens et versans me in vinculo meo, donec abrumperetur totum, quo iam exiguo tenebar. Sed
tenebar tamen» (Confessiones, lib 8, 11, 25; BAC 11, 4ª ed, 1963, pg 324; traducción y cursiva mía).
171 Pp Msb ||| El Amor... ¡bien] ¡El Amor bien Pp
Cuadernillo-agenda 1º de Burgos, hoja 2v.
Cuadernillo-agenda 2º de Burgos, hoja 22. La frase va precedida de otras dos, igualmente caligráficas: «Non est amor nisi Amor!» (vid p/417) y «Ut jumentum!...». Más información en IntrodGen § 5, 1, b.
Carta de Josemaría Escrivá, Burgos 2-V-1938; EF-380502-7. El texto bíblico es Mt 11, 12.
Carta de Josemaría Escrivá a José María Albareda, Burgos 4-V-1938; EF 380504-1; cursiva del Autor.
EjEsp, Meditación «Amor de Dios», Vitoria 25-VIII-1938; guión nº 113.
p/16, 24, 77, 91, 111, 139.