Menú
Capítulos de Camino
Vida de infancia

 

Vida de infancia

Vid Introd al cap precedente: «Infancia espiritual».


875* No olvides, niño bobo, que el Amor te ha hecho omnipotente.


Original en el Cuaderno V, nº 737, texto fechado en 26-V-1932 . El tenor literal del texto es idéntico al de C. Al final del texto añade: «–D.O.G.» .
Hay que poner en relación este punto con el p/863, escrito en enero de ese mismo año (junto con el p/876). Incluso el «no olvides» es una forma literaria de referencia a ese texto, de idéntica doctrina.


876* Niño: no pierdas tu amorosa costumbre de «asaltar» Sagrarios.


Punto procedente también del Cuaderno V, nº 571, fechado en 18-I-1932 , y con tenor literal idéntico al de C.
El Autor usaba esta terminología en los contextos más diversos. Así escribía a una comunidad religiosa de Gijón:
«Habiendo tenido la alegría de conocer a D. José , y por él el espíritu de esa venerable Comunidad, estoy cierto de que no querrán perder la ocasión de contribuir con sus oraciones a la santificación de un grupito escogido de almas varoniles de apóstoles. Sepan que hemos de ser ‘hombres de Eucaristía’. (...) Yo corresponderé en lo que pueda. Voy a contarle un secreto: Dos noches, desde mi celda de Madrid, he asaltado el Sagrario de mis Madres de Gijón. Pero estuve muy torpe; no supe decirle nada. Hija mía: yo insistiré...; probablemente, estaré también premioso y tartamudo. Díganle ustedes a Jesús todas estas cosas y aquellas otras que El pondrá en el corazón y en los labios de sus vírgenes» .
Vid p/270 y com.


877* Cuando te llamo «niño bueno» no pienses que te imagino encogido, apocado. —Si no eres varonil y... normal, en lugar de ser un apóstol serás una caricatura que dé risa.


Primero de los tres puntos agregados en Burgos a este cap. Texto sobre una octavilla Bl, letra gruesa. Es una idea repetida una vez y otra por el Autor. Vid com/858.
«Si no eres varonil». Vid sobre el tema p/4 y com con las referencias allí señaladas. Vid también com/19, 22 y 888.


878* Niño bueno: dile a Jesús muchas veces al día: te amo, te amo, te amo...


Punto procedente del Cuaderno V, nº 543, fechado en 4-I-1932 y con tenor literal idéntico al de C.

879* Cuando te apuren tus miserias no quieras entristecerte. —Gloríate en tus enfermedades, como San Pablo1, porque a los niños se les permite, sin temor al ridículo, imitar a los grandes.


Punto procedente del Cuaderno V, nº 768, fechado en 1-VII-1932 . No es un «pensamiento» copiado luego en el Cuaderno, sino un texto autobiográfico, que dice así:
«Ando apurado con mis miserias. No quiero entristecerme. Expiar. Amar... Y gloriarme en mis enfermedades, como San Pablo, porque a los niños se les permite, sin temor al ridículo, imitar a los grandes. San Pedro y San Pablo: Rogad por mí y por la Obra de Dios».


880* Que tus faltas e imperfecciones, y aun tus caídas graves, no te aparten de Dios. —El niño débil, si es discreto, procura estar cerca de su padre.


Punto procedente del Cuaderno VI, nº 887, texto fechado en 2-XII-1932. El tenor literal del texto es idéntico al de C.
«Y aun tus caídas graves». Expresión audaz que invita a una profunda reflexión teológica sobre el tema.


881* No te apures, si te enfadas, cuando haces esas pequeñas cosas que Él te pide. —Ya llegarás a sonreír...
¿No ves con qué mala gana da el niño sencillo a su padre, que le prueba, la golosina que tenía en sus manos? —Pero, se la da: ha vencido el amor.


Punto procedente del Cuaderno VII, nº 1152, texto fechado en 11-III-1934. Pequeñas variantes textuales en apcrít .



882* Cuando quieres hacer las cosas bien, muy bien, resulta que las haces peor. —Humíllate delante de Jesús, diciéndole: ¿has visto cómo todo lo hago mal? —Pues, si no me ayudas mucho, ¡aún lo haré peor!
Ten compasión de tu niño: mira que quiero escribir cada día una gran plana en el libro de mi vida... Pero, ¡soy tan rudo!, que si el Maestro no me lleva la mano, en lugar de palotes esbeltos salen de mi pluma cosas retorcidas y borrones que no pueden enseñarse a nadie.
Desde ahora, Jesús, escribiremos siempre entre los dos.


Otro de los seis textos sobre «vida de infancia» fechados en 18-I-1932 . Éste (Cuaderno V, nº 569) tiene variantes textuales que hacen preferible transcribir el original:
«Niño bobo: cuando quieres hacer las cosas bien, muy bien, resulta que las haces peor. Humíllate delante de Jesús, diciéndole: ¿Has visto cómo todo lo hago mal? Pues, si no me ayudas mucho, ¡aún lo haré peor! Ten compasión de tu niño: mira que quiero escribir cada día una gran plana, en el libro de mi vida... Pero, ¡soy tan borrico! que, cuando el Maestro no me lleva la mano, en lugar de palotes esbeltos, salen de mi pluma cosas retorcidas y borrones, imposibles de enseñar a nadie. Desde ahora, Jesús, escribiremos siempre... entre los dos».
Nótese que el Autor se corrigió ya en Cem: cambió «borrico» por «rudo». Su cariño al borrico no le permitía emplear el término en forma peyorativa. Para el tema del «borrico», vid com/420, 606 y 998.


883* Reconozco mi torpeza, Amor mío, que es tanta..., tanta, que hasta cuando quiero acariciar hago daño. —Suaviza las maneras de mi alma: dame, quiero que me des, dentro de la recia virilidad de la vida de infancia, esa delicadeza y mimo que los niños tienen para tratar, con íntima efusión de Amor, a sus padres.


El tenor literal del texto es idéntico –con sólo variantes de puntuación– al que se lee en el Cuaderno V, nº 570. Está situado a continuación del futuro p/882 y es un desarrollo del mismo tema. En el Cuaderno, comenta al día siguiente la petición que hizo en este p/883:
«Cuando, en la página anterior, pedí delicadeza en el Amor, no podía suponer que, en la lección del mismo día en ‘El caminito de infancia’, iba a encontrarla como una característica de esta vía espiritual. Con esto me confirmo más y más en lo hermoso y suave que es este camino, porque lleva a los pecadores a sentir como los santos han sentido» .

La anotación es del máximo interés. Escrivá, leyendo el libro del P. Gabriel Martin , se ve confirmado en su vida de infancia. Percibe que su estilo «infantil» de oración –que Dios mismo le ha ido metiendo en el alma– es, en efecto, una característica de «esta vía espiritual» (el caminito de infancia) . Lo que al Autor le maravilla es que Dios lleve «a los pecadores –así se considera él– a sentir como los santos han sentido» .


884* Estás lleno de miserias. —Cada día las ves más claras. —Pero no te asusten. —Él sabe bien que no puedes dar más fruto.
Tus caídas involuntarias —caídas de niño— hacen que tu Padre-Dios tenga más cuidado y que tu Madre María no te suelte de su mano amorosa: aprovéchate, y, al cogerte el Señor a diario del suelo, abrázale con todas tus fuerzas y pon tu cabeza miserable sobre su pecho abierto1, para que acaben de enloquecerte los latidos de su Corazón amabilísimo.


Punto procedente del Cuaderno IV, nº 435, texto fechado en 30-XI-1931 . El estilo dialógico del texto es la reelaboración de esta reflexión y oración personal:
«Estoy lleno de miserias. Cada día las veo más claras. Pero no me asustan. El sabe bien que yo no puedo dar otro fruto. Mis caídas, como las de los niños, involuntarias –cada día, Señor, han de ser con tu ayuda más involuntarias, porque cada día quiero ser más niño– hacen que mi Padre-Dios tenga más cuidado de mí y que mi Madre María no me suelte de su mano amorosa: yo quiero aprovecharme, Jesús, y, al cogerme Tú a diario del suelo, te abrazaré con todas mis fuerzas y pondré mi cabeza miserable sobre tu pecho, para que me acaben de enloquecer los latidos de tu dulce Corazón».
Sobre el Corazón de Cristo, vid p/58 con su com. Vid también p/230 y 259 y Forja, 529.


885* Un pinchazo. —Y otro. Y otro. —¡Súfrelos, hombre! ¿No ves que eres tan chico que solamente puedes ofrecer en tu vida —en tu caminito— esas pequeñas cruces?
Además, fíjate: una cruz sobre otra —un pinchazo..., y otro..., ¡qué gran montón!
Al final, niño, has sabido hacer una cosa grandísima: Amar.


Éste es el segundo texto de Burgos. Escrito sobre una octavilla Bl, subserie Ber. Las correcciones en la octavilla son de pluma gruesa, en la redacción final. No hay interrelación documental conocida. Es la segunda y última vez que se emplea en el libro la palabra «caminito». El tema parece, en efecto, inspirado en el «caminito» de Teresa de Lisieux y en su «martirio a alfilerazos» .


886* Cuando un alma de niño hace presentes al Señor sus deseos de indulto, debe estar segura de que verá pronto cumplidos esos deseos: Jesús arrancará del alma la cola inmunda, que arrastra por sus miserias pasadas; quitará el peso muerto, resto de todas las impurezas, que le hace pegarse al suelo; echará lejos del niño todo el lastre terreno de su corazón para que suba hasta la Majestad de Dios, a fundirse en la llamarada viva de Amor, que es Él.


Punto procedente del Cuaderno V, nº 495, texto fechado en 21-XII-1931. El tenor literal es idéntico al de C, con sólo variantes de puntuación.
Nótese la expresión empleada para designar a Dios: «llamarada viva de Amor», en la que resuena la mística «llama de amor viva» de San Juan de la Cruz.El tema del indulto reaparece en su Cuaderno unos días después:
«Yo quiero que Jesús me indulte... del todo» .
El contexto metafórico de este p/886 –aunque no lo nombra– es el vuelo del ave hasta las alturas, que ya ha aparecido en otros lugares (vid p/7) y que es tan clásico en la espiritualidad cristiana. El punto guarda interna relación con p/991, escrito en la época de Burgos, que prolonga esta consideración. Vid también Forja, 39.


887* Ese descorazonamiento que te producen tus faltas de generosidad, tus caídas, tus retrocesos —quizá sólo aparentes— te da la impresión muchas veces de que has roto algo de subido valor (tu santificación).
No te apures: lleva a la vida sobrenatural el modo discreto que para resolver conflicto semejante emplean los niños sencillos.
Han roto —por fragilidad, casi siempre— un objeto muy estimado por su padre. —Lo sienten, quizá lloran, pero van a consolar su pena con el dueño de la cosa inutilizada por su torpeza..., y el padre olvida el valor —aunque sea grande— del objeto destruido, y, lleno de ternura, no sólo perdona, sino que consuela y anima al chiquitín. —Aprende.


Punto procedente del Cuaderno VI, nº 898, texto fechado en 27-XII-1932 . El tenor literal es idéntico al de C, con la breve variante señalada en apcrít.
Vid p/880 y com. Este p/887, escrito siete días después, parece un desarrollo y explicitación de lo allí afirmado.


888* Que vuestra oración sea viril. —Ser niño no es ser afeminado.


Punto procedente del Cuaderno VI, nº 946, fechado en 10-III-1933 . El tenor literal del texto es idéntico al de C. Vid com/4, 19, 22 y 877. El punto pide una lectura analógica por parte de las lectoras.

889* Para el que ama a Jesús, la oración, aun la oración con sequedad, es la dulzura que pone siempre fin a las penas: se va a la oración con el ansia con que el niño va al azúcar, después de tomar la pócima amarga.


Punto procedente del Cuaderno V, nº 469, fechado en 10-XII-1931. Es el tercero de los cuatro que transcribió ese día . El tenor literal del texto es idéntico al de C. Forja, 756 vuelve sobre esta idea, con cadencia semejante:
«La oración es indudablemente el ‘quitapesares’ de los que amamos a Jesús».


890* Te distraes en la oración. —Procura evitar las distracciones, pero no te preocupes si, a pesar de todo, sigues distraído.
¿No ves cómo, en la vida natural, hasta los niños más discretos se entretienen y divierten con lo que les rodea, sin atender muchas veces los razonamientos de su padre? —Esto no implica falta de amor, ni de respeto: es la miseria y pequeñez propias del hijo.

Pues, mira: tú eres un niño delante de Dios.


Punto procedente del Cuaderno VI, nº 897, fechado en 27-XII-1932 . El tenor literal del texto es el que se refleja en el apcrít.


891* Cuando hagas oración haz circular las ideas inoportunas, como si fueras un guardia del tráfico: para eso tienes la voluntad enérgica que te corresponde por tu vida de niño. —Detén, a veces, aquel pensamiento para encomendar a los protagonistas del recuerdo inoportuno.
¡Hala!, adelante... Así, hasta que dé la hora. —Cuando tu oración por este estilo te parezca inútil, alégrate y cree que has sabido agradar a Jesús.


Texto fechado exactamente un año antes que el anterior: 27-XII-1931, y precedido del que sería p/101 (vid), con el que forma una unidad redaccional, una única «consideración», que es la siguiente:

«Niño amigo: persevera en la oración. Persevera, aunque tu labor parezca estéril. La oración es siempre fecunda. Haz circular las ideas inoportunas, como si fueras un guardia del tráfico: para eso tienes la porra de la voluntad enérgica, que te corresponde por tu vida de niño. Detén, a veces, aquel pensamiento, para encomendar a los protagonistas del recuerdo inoportuno. Hala, adelante... Así, hasta que dé la hora. Cuando tu oración, por este estilo, te parezca inútil, alégrate y cree que has sabido agradar a Jesús» .


Cuando el Autor decide incluir el texto en las cuartillas a velógrafo y dividirlo en dos, para suplir al que será p/101 redacta en Cem esa entrada: «Al estar en la oración...» que luego en Cec cambia por: «Cuando hagas oración...».
Como se ve, el Autor había pasado en el Cuaderno del «guardia de tráfico» al «guardia de la porra», la figura tan popular y castiza de la vida madrileña de aquella primera mitad de siglo XX. En el punto de C sólo queda el guardia de tráfico.


892* ¡Qué buena cosa es ser niño! —Cuando un hombre solicita un favor, es menester que a la solicitud acompañe la hoja de sus méritos.
Cuando el que pide es un chiquitín —como los niños no tienen méritos—, basta con que diga: soy hijo de Fulano.
¡Ah, Señor! —díselo ¡con toda tu alma!—, yo soy... ¡hijo de Dios!


Punto procedente del Cuaderno VII, nº 1114, texto fechado en 19-I-1934 . Vid apcrít.
Un pequeño suceso de su historia personal pudo ser lo que le llevó a expresarse así en la oración. Sabemos que en esos días estaba en gestiones para obtener el uso de la vivienda de los Capellanes del Patronato de Santa Isabel y le debieron pedir, formando parte del papeleo correspondiente, la «hoja de méritos»... Como era habitual en él, todas estas pequeñas cosas de la vida le llevaban a una profunda contemplación. El 24 de enero, unos días después de escribir este punto, presentó la instancia al Ministerio de Trabajo. Las gestiones fueron rápidas: el 31 de enero le fue concedido el uso .
«¡hijo de Dios!». Vid p/274 y com.

893* Perseverar. —Un niño que llama a una puerta, llama una y dos veces, y muchas veces..., y fuerte y largamente, ¡con desvergüenza! Y quien sale a abrir ofendido, se desarma ante la sencillez de la criaturita inoportuna... —Así tú con Dios.


Punto procedente del Cuaderno VI, nº 917, texto fechado en 5-II-1933 .
El punto relata una de tantas cosas de los niños, pero se diría que el Autor construye sobre la matriz de la parábola evangélica del amigo inoportuno (Lc 11, 5-8). Aquí el que porfía en llamar y más llamar es un niño, y el amigo, nuestro Padre-Dios. Por lo demás, el fondo teológico proviene de la seguridad de la palabra divina: «Llamad y se os abrirá» (Mt 7, 7).


894* ¿Has presenciado el agradecimiento de los niños? —Imítalos diciendo, como ellos, a Jesús, ante lo favorable y ante lo adverso: «¡Qué bueno eres! ¡Qué bueno!...»
Esa frase, bien sentida, es camino de infancia, que te llevará a la paz, con peso y medida de risas y llantos, y sin peso y medida de Amor.


Texto tomado del Cuaderno V, nº 498, y fechado en 23-XII-1931, precedido del p/873.
Vid com/427. El consejo que el Autor da a los lectores –esa frase que, «bien sentida, es camino de infancia»– arranca de su experiencia personal, como parece deducirse de estas palabras suyas, de una meditación de 1940, que recogió un sacerdote valenciano:
«Un día estaba un sacerdote delante del Santísimo, se fijó en la Hostia Santa, recordó el montón de sus miserias y no se cansó de decir: ¡qué bueno eres, Señor! Este es, pues, el Señor que te llama. ¿Te resistes?» .

Posiblemente San Josemaría tenía en su mente, mientras predicaba, la escena que él mismo anotó en una de las primeras páginas de su Cuaderno II:
«Ayer, seis de abril de 1930, al recibir una carta, que iba a resolver algo muy importante para mi vida, creí, cuando comencé a leerla, que no resultaba el asunto como yo deseaba y pedía al Señor. Entonces pensé ir en seguida a la iglesia de esta Casa Apostólica a decir al Amo expuesto en la Custodia: ¡Hágase, Señor, ahora y siempre tu Voluntad! –Seguí leyendo y el asunto marcha, al parecer, favorablemente. Subí, rezamos mamá y yo tres avemarías a la Ssma. Virgen. Volví a la iglesia y sólo supe decir muchas veces, porque soy un miserable: ¡Señor, qué bueno eres! ¡qué bueno! –Y es que verdaderamente no puedo entender cómo El no me ha dado, ¡asqueado!, un golpe definitivo, en lugar de ayudarme y bendecirme tan amorosa y paternalmente como lo hace. Pienso que quizá me ayude así, por mi madre y mis hermanos: y también porque me quiere para su Obra» .
La expresión pasó a ser habitual en los labios de San Josemaría. La encontramos, primero, en el texto de 1931 citado en com/302 nt 12. Posteriormente:
«Día 10 de enero de 1936. Muchas cosas, en esta última temporada. ¡Qué bueno es Dios, nuestro Señor! Esta exclamación la he repetido mil veces, al considerar la hermosura de su Obra, que tantas almas va a salvar y a santificar. Se sufre, al ver todo lo que queda por hacer, hasta el punto de doler la cabeza» .
«Domingo 27 de febrero [de 1938]. ¡Qué bueno eres, Jesús, qué bueno eres! –Esta es la exclamación que repito cien veces, cuando veo lo que haces con mis hijos» .

Los que trataban a fondo al Autor en aquellos años la tenían también en el corazón, como se deduce de este texto de Álvaro del Portillo, que con ocasión de describir unos momentos duros de su vida durante la guerra civil, se refiere:
«... a la confianza y la paz que el Señor ha querido infiltrar en nuestros corazones. Estamos paladeando la verdad de la frase que alguna vez hemos oído al Padre: «¡Qué bueno es Dios!» .
La exclamación era también habitual en Santa Teresa: «¡Oh Señor mío, qué bueno sois!» ; y en Santa Teresita: «¡Qué bueno es el Señor...! Él acompasa siempre sus pruebas a las fuerzas que nos da» . «¡Qué bueno es el Señor, que hizo crecer a mi alma y le dio alas...!» ; y en toda la tradición cristiana. En realidad todo es como la resonancia en el alma agradecida del niño del «quam bonus Israel Deus!» del salmo 72.
Vid com/427 y 430.


895* El trabajo rinde tu cuerpo, y no puedes hacer oración. Estás siempre en la presencia de tu Padre. —Si no le hablas, mírale de cuando en cuando como un niño chiquitín... y Él te sonreirá.


Punto procedente del Cuaderno VI, nº 1018, texto fechado en 1-VI-1933 , en plena actividad para montar la Academia DYA, que comenzaría en diciembre siguiente. No es difícil ver detrás el agotamiento físico del propio Autor . Las dos primeras frases son idénticas. La tercera tiene en el Cuaderno esta otra redacción:
«Como los niños chiquitines, si no puedes hablarle mucho, mírale de cuando en cuando... y El te sonreirá».


896* ¿Que en el hacimiento de gracias después de la Comunión lo primero que acude a tus labios, sin poderlo remediar, es la petición...: Jesús, dame esto: Jesús, esa alma: Jesús, aquella empresa?
No te preocupes ni te violentes: ¿no ves cómo, siendo el padre bueno y el hijo niño sencillo y audaz, el pequeñín mete las manos en el

bolsillo de su padre, en busca de golosinas, antes de darle el beso de bienvenida? —Entonces...


Punto procedente del Cuaderno VI, nº 1082, texto fechado en 30-XI-1933 y último de los siete transcritos ese día . He aquí su tenor literal:
«¿Que, en tu hacimiento de gracias, al recibir a Jesús, lo primero que acude a tus labios, sin poderlo remediar, es la petición?...: Jesús, dame esto: Jesús, aquella alma: Jesús, aquella empresa?... No te preocupes, ni te violentes: ¿no ves cómo siendo el padre bueno y el hijo niño sencillo y audaz, el pequeñín mete las manos en el bolsillo de su padre, en busca de golosinas, antes de darle el beso de bienvenida? Entonces...».

El párrafo segundo, según Vázquez de Prada, recoge un recuerdo infantil del Autor en relación con su padre .


897* Nuestra voluntad, con la gracia, es omnipotente delante de Dios. —Así, a la vista de tantas ofensas para el Señor, si decimos a Jesús con voluntad eficaz, al ir en el tranvía por ejemplo: «Dios mío, querría hacer tantos actos de amor y de desagravio como vueltas da cada rueda de este coche», en aquel mismo instante delante de Jesús realmente le hemos amado y desagraviado según era nuestro deseo.
Esta «bobería» no se sale de la infancia espiritual: es el diálogo eterno entre el niño inocente y el padre chiflado por su hijo:
—¿Cuánto me quieres? ¡Dilo! —Y el pequeñín silabea: ¡Mu-chos mi-llo-nes!


Punto procedente del Cuaderno V, nº 468, texto fechado en 10-XII-1931, primero de los cuatro escritos ese día . El texto también parece evocar recuerdos de su infancia .

898* Si tienes «vida de infancia», por ser niño, has de ser espiritualmente goloso. —Acuérdate, como los de tu edad, de las cosas buenas que guarda tu Madre.
Y esto muchas veces al día. —Es cuestión de segundos... María... Jesús... el Sagrario... la Comunión... el Amor... el sufrimiento... las ánimas benditas del purgatorio... los que pelean: el Papa, los sacerdotes... los fieles... tu alma... las almas de los tuyos... los Ángeles Custodios... los pecadores...


Texto procedente del Cuaderno V, nº 531, fechado en 1-I-1932 . El tenor literal es idéntico al de C. En el Cuaderno venía introducido por la expresión «Niño bueno», que, al publicarlo, se cambia por «Si tienes ‘vida de infancia’».


899* ¡Cuánto te cuesta esa pequeña mortificación! —Luchas. —Parece como si te dijeran: ¿por qué has de ser tan fiel al plan de vida, al reloj? —Mira: ¿has visto con qué facilidad se engaña a los chiquitines? —No quieren tomar la medicina amarga, pero... ¡anda! —les dicen—, esta cucharadita, por papá; esta otra por tu abuelita... Y así, hasta que han ingerido toda la dosis.
Lo mismo tú: un cuarto de hora más de cilicio por las ánimas del purgatorio; cinco minutos más por tus padres; otros cinco por tus hermanos de apostolado... Hasta que cumplas el tiempo que te señala tu horario.
Hecha de este modo tu mortificación, ¡cuánto vale!


Punto procedente del Cuaderno VII, nº 1087, fechado en 14-XII-1933, idéntico en su tenor literal .
«Cilicio» . Origen bíblico: «cubrirse de cilicio y de ceniza». El cilicio era originariamente un vestido rudo de piel de cabra o de camello que, adherido al cuerpo, era un verdadero instrumento de penitencia. Llamado así porque la materia provenía especialmente de Cilicia. El cilicio en uso como mortificación en tiempos posteriores –una cadena o collar metálico con puntas– parece que proviene de Santa Catalina de Siena .

En este punto de C el Autor presupone –como en el p/200 a propósito de las «disciplinas»– que el lector conoce –¡y tal vez usa!– un cilicio. Es, en efecto, una mortificación no infrecuente entre personas piadosas, no sólo entre monjes. «Una mirada a las vidas de los santos modernos lleva a afirmar –concluye L. Gougaud– que no estamos en manera alguna ante una mortificación périmée» . Vid com/200.


900* No estás solo. —Lleva con alegría la tribulación. —No sientes en tu mano, pobre niño, la mano de tu Madre: es verdad. —Pero... ¿has visto a las madres de la tierra, con los brazos extendidos, seguir a sus pequeños, cuando se aventuran, temblorosos, a dar sin ayuda de nadie los primeros pasos? —No estás solo: María está junto a ti.


Punto procedente del Cuaderno VII, nº 1113, texto fechado en 19-I-1934 . El tenor literal es idéntico al de C, con sólo variantes de puntuación. Vid lo que se dijo en p/860 sobre la dimensión mariana de la infancia espiritual. Vid p/884 y p/898.


901* Jesús: nunca te pagaré, aunque muriera de Amor, la gracia que has derrochado para hacerme pequeño.


Procedente del Cuaderno V, nº 568, fechado en 18-I-1932 . Tenor literal idéntico al de C, pero introducido con la expresión «Niño, di». El Autor, al terminar la sección sobre «infancia espiritual», expresa su agradecimiento al Señor por haberle llevado por este camino.
Sobre «morir de Amor», vid com/568 y 743.