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Capitulos de Camino
Oración

 

Oración

No es difícil, cuando se estudia Cem32, identificar en la secuencia de sus números un bloque (Cem32/42-54) que es como la matriz del cap sobre la oración que encontraremos después en Cec y en C. Dentro del marco de la «guía espiritual» señalada en el cap precedente, C aborda, ante todo, la oración del cristiano. Precisamente el texto 44 de ese bloque («Frecuenta el trato del Espíritu Santo...», que será p/57 de C) lo tomó ya el Autor para situarlo, como hemos visto, en el comienzo del cap «Dirección» y fundamentar así teológicamente esa guía espiritual.


Ese conjunto de textos de Cem32 aunaba ideas y experiencias sobre «oración» y «presencia de Dios». Los que son propiamente «oración» en el sentido del presente cap (Cem32/46-54 ), dan la más primitiva estructura de éste: son ocho puntos (p/81-83, 98-101 y 115), en los que el Autor, cuando preparaba la edición de Cuenca, incrustó otros dos procedentes de Cem33 y cuatro más que sacó directamente de los Cuadernos: en total, los catorce puntos del cap en Cec.


Al disponer la edición definitiva, el Autor no altera el orden de las consideraciones de Cec, pero en el interior de la secuencia que forman va introduciendo los veintitrés puntos sobre el tema que tiene entre sus «gaiticas». Es de destacar que los tres primeros del cap (ya lo eran en Cec) no tienen estilo dialógico sino un lacónico carácter aseverativo: verdaderos «aforismos». Forman una radical unidad dentro de las convicciones más profundas del Autor. A continuación, con puntos procedentes de Burgos, comienza el habitual tono de conversación. Pero los tres primeros puntos muestran la estrecha unidad que se da entre este cap y los caps 6 («Mortificación») y 7 («Penitencia»), como veremos más despacio en Introd a cap 6.


81 La acción nada vale sin la oración: la oración se avalora con el sacrificio.


El punto está ya en Cem32: es la cd/46. Sin embargo, no he podido encontrarlo en los Cuadernos de Apínt –de donde procede la práctica totalidad de lo incluido en Cec–, ni en ningún otro documento. Esto lleva a pensar que el original estaba en el Cuaderno I . Ese cuaderno contenía textos, al menos desde el mismo año 1928, fecha de la fundación del Opus Dei.

Una de las primeras hojas del Cuaderno II nos brinda una idea muy próxima en clave formalmente apostólica:
«Sin la oración, sin la presencia continua de Dios; sin la expiación, llevada a las pequeñas contradicciones de la vida cuotidiana; sin todo eso, no hay, no puede haber acción personal de verdadero apostolado» .


Estamos ante una afirmación central de la economía salvífica –primero en Cristo, luego en los cristianos–, sobre la que el Autor volverá una vez y otra en C –y en todos sus escritos– y pasará a ser el nervio sobrenatural de su concepción práctica de la vida cristiana en el mundo. Aquí hay –no puede no ser así– una connatural afinidad con el sentir y vivir de los santos de todos los tiempos; por ej, Teresa de Lisieux, que exclama: «¡Ah! La oración y el sacrificio constituyen toda mi fuerza, son las armas invencibles que Jesús me ha dado» . Y esto explica que Josemaría leyera atentamente –y recomendara leer a quienes le seguían – El alma de todo apostolado, de Jean B. Chautard, que tanto eco tuvo en la vida espiritual de la primera mitad del siglo XX y que sostenía, con radicalidad, esta misma tesis central . Ecos de la lectura de este libro se encuentran en varios puntos de este cap.


Unos meses después reflexionaba en su Cuaderno sobre el futuro de la Obra que el Señor le pedía y lo veía pendiente de «la oración y la expiación», que son –escribía– «la fuerza necesaria para el apostolado de la acción». Y agregaba:

«Este, absolutamente dependerá de aquel otro apostolado oculto (orar y sufrir). Y así como toda la inmensa maquinaria de docenas de fábricas se para y queda sin fuerza cuando la corriente eléctrica se interrumpe, también en la Obra de Dios dejaría de ser fecundo el apostolado de acción sin la oración y la expiación de nuestros hermanos» .
En septiembre de 1931 escribía:
«La Santa Cruz nos hará perdurables, siempre, sin languideces, con el mismo espíritu inicial del Evangelio, que traerá el apostolado de acción como fruto sabroso de la oración y del sacrificio» .
En la Legación de Honduras volvía sobre el tema, sirviéndose ya de la fórmula de Cec, que pasará a C:
«Jesús mío –y éste será nuestro coloquio final–, no quiero dejar mi oración sin formular un propósito. ¡Cuánto me ha costado! La oración se avalorará así, con el sacrificio. Busquemos el detalle, la ocasión justa; pero que no nos quedemos sin ofrecer hoy por esta intención que tanto nos interesa –la de nuestra evacuación – una pequeña mortificación» .

Como se ve, las más antiguas formulaciones de esta tríada respondían al orden: Acción - Oración - Expiación, que expresaba San Josemaría en la abreviatura A.O.E . La exégesis de ese ordo es la que nos ofrece el punto que comentamos: la acción brotando de la oración apoyada en el sacrificio. Muy pocos meses después, para expresar mejor el mensaje que quiere transmitir, cambia el ordo: O.E.A. Es el tema del punto siguiente.

La tríada de que nos hablan este p/81 y el siguiente es la tríada central en la ascética cristiana desde el Sermón de la Montaña: oración, ayuno, misericordia, que se alimentan la una a la otra, como explican detenidamente los Padres de la Iglesia y sintetiza aquí de manera lapidaria Josemaría Escrivá.

82 Primero, oración; después, expiación; en tercer lugar, muy en «tercer lugar», acción.


Seguimos en el clima del p/81. El texto ahora sí está bien identificado. Con él se abre el Cuaderno III. Es el nº 111, de 18-XI-1930:
«Primero ORACION; después EXPIACION; en tercer lugar, muy en tercer lugar, ACCION» .
Al final de sus EjEsp en Segovia, octubre de 1932, San Josemaría anotó:
«Para terminar […] ratifico mi convencimiento de que los medios seguros de llevar a cabo la Voluntad de Jesús, antes que actuar y moverse, son: orar, orar y orar: expiar, expiar y expiar» .
El Autor escribirá en 1934, inculcando esta doctrina a los fieles del Opus Dei:
«Oración. Expiación. Acción. ¿Acaso ha tenido, ni puede tener jamás, otro modo de ser el verdadero apostolado cristiano?» .


83 La oración es el cimiento del edificio espiritual. —La oración es omnipotente.


Continúa formulando el gran tema de la vida humana y cristiana: la oración. El punto de C está redactado, sin duda, a partir de un texto del Cuaderno IV, nº 390, escrito en 14-XI-1931 :
«Estoy segurísimo del poder sin límites de la oración. Pero, si no estuviera seguro, me llevaría a esa seguridad lo que yo noto en mí, por la poca oración que hago y por la mucha que en mi favor se hace. La oración es el cimiento del edificio espiritual. La oración anticipará la hora (la hora de acabar la gestación) de la Obra de Dios. Porque la oración es omnipotente» .

La propuesta cristiana de Escrivá era una verdadera propuesta de santidad precisamente por esto: «por ser todo nuestro fundamento en oración», como decía Teresa de Jesús . Por otra parte, ante la tentación del desaliento, el Autor remite a la «omnipotencia» de la oración:
«De desaliento, por vernos tan miserables y pequeños..., tan sin medios. Después de la Santa Misa he estado unos veinte minutos en postración. Luego me he acercado al Sagrario y, con la frente pegada a la mesa del altar, vi que sabemos lo que El quiere... ¿No tenemos medios? La oración nos hará omnipotentes» .

También aquí estamos, evidentemente, ante el Evangelio y la gran tradición de experiencia espiritual de la Iglesia . El Autor de C quiere meter a los lectores del libro por los caminos de la oración (vid Prólogo), pero los lectores en los que piensa son fundamentalmente laicos. Por eso escribía en 1935, orientando el apostolado de los fieles del Opus Dei con sus compañeros de profesión y de estudio:
«Hacedles ver que orar no es ocupación de frailes –es corriente este prejuicio–, sino cosa propia de hijos que hablan con su Padre-Dios.
Tened especial interés en darles a conocer la vida de oración de los cristianos primeros: los Hechos son un arsenal encantador de noticias» .


84* «Domine, doce nos orare» —¡Señor, enséñanos a orar!1 —Y el Señor respondió: cuando os pongáis a orar, habéis de decir: «Pater noster, qui es in coelis...» —Padre nuestro, que estás en los cielos...2
¿Cómo no hemos de tener en mucho la oración vocal?


Texto escrito sobre una octavilla Bl. Primero de una serie de seis puntos procedentes de la reelaboración de Burgos. Segundo semestre del 38. Hay en uno de los guiones de Vitoria un apunte que podría estar en la base del texto:

«Oración vocal: el Pater noster, entre trigales: excelencia» .
El Padre nuestro, como oración «vocal», era para Josemaría Escrivá el camino para la oración «mental». Una joven de las que se dirigía con él en la iglesia del Patronato de Santa Isabel, 1934, escribe: «Otro día para ayudarme a hacer oración me decía: ‘Tú te pones a mirar al Sagrario y luego dices despacio el Padrenuestro. Con eso tienes bastante materia. Dices: Padre nuestro, que estás en los Cielos... Piénsalo despacio, machaca y verás como Dios te ayuda’» . Vid punto siguiente y com.


85* Despacio. —Mira qué dices, quién lo dice y a quién. —Porque ese hablar de prisa, sin lugar para la consideración, es ruido, golpeteo de latas.
Y te diré con Santa Teresa, que no lo llamo oración, aunque mucho menees los labios.


Octavilla Bl, como la anterior. Es uno de los pocos puntos de los que conservamos el apunte hecho sobre la marcha en la «cuartilla», que en este caso no es propiamente tal, sino un pequeño cuadernillo que contiene apuntes de julio-octubre de 1938. Allí se lee, sin fecha, pero en agosto:
«oración vocal de prisa = ruido, golpeteo de latas» .

En el guión de Vitoria citado en com/84, del que proceden varios textos de este cap, como tendremos ocasión de ver, escribió:
«Vocal y mental –¿como sonidos, ruidos de lata vieja? –Digne, attente, devote, ordinate, reverenter» .
El punto es todo él, en efecto, de matriz teresiana: «Porque a cuanto yo puedo entender, la puerta para entrar en este castillo es la oración y consideración; no digo más mental que vocal, que como sea oración ha de ser con consideración. Porque la que no advierte con quién habla y lo que le pide y quién es quien pide y a quién, no la llamo yo oración, aunque mucho menee los labrios [sic]» .
Ya antes Santa Catalina de Siena (es el Señor el que habla): «Debe, pues, ejercitarse en la oración vocal. Pero no debe practicarla sin la mental. Es decir, al mismo tiempo que ora con sus labios, procure elevar y dirigir su espíritu hacia mi amor» .


86* Tu oración debe ser litúrgica. —Ojalá te aficiones a recitar los salmos, y las oraciones del misal, en lugar de oraciones privadas o particulares.


Octavilla Re. Segundo semestre de 1938. Una dimensión del «movimiento litúrgico» –muy vivido por Josemaría Escrivá y su entorno–, que en él era un movimiento espontáneo de su espíritu, testificado desde los primeros documentos que se conservan.
Entre los papeles y notas que quedan de los años treinta hay muchos que demuestran la hondura bíblica y litúrgica de su oración. Los salmos, en concreto, llenaban su vida espiritual hasta el extremo que un día escribió en su Cuaderno:
«Ya no anotaré ningún salmo, porque habría de anotarlos todos, ya que en todos no hay más que maravillas, que el alma ve cuando Dios es servido» .
Anotar en su Cuaderno palabras del Evangelio podía llevarle a una «unión» que no podía controlar, como le ocurrió aquel mismo día que apuntó lo de los salmos:
«Después de considerar el Evangelio anotado anteriormente, me dio el Señor tal ímpetu, que anduve por la calle alabándole y en hacimiento de gracias por esos Santos Evangelios» .

Muchas veces, en efecto, esto era en él algo claramente sobrenatural, evidente don de Dios:
«26 de noviembre de 1931 –Después de la Sta. Misa, hoy, en la acción de gracias y más tarde en la iglesia de los Capuchinos de Medinaceli , el Señor me ha inundado de gracias. Se cumplió lo del Salmo ‘inebriabuntur ab ubertate domus tuae: et torrente voluptatis tuae potabis eos’ [Ps 35, 9]. Lleno de gozo con la Voluntad de Dios, siento que le he dicho con San Pedro [cfr Mt 19, 27]: ecce reliqui omnia et secutus sum te. Y mi corazón se dio cuenta del «centuplum recipies» [cfr Mt 19, 29]... Verdaderamente, he vivido el Evangelio del día» .
En el tenor literal de este punto puede haber una resonancia de este pasaje de Chautard: «La oración por excelencia, el canal preferido de la gracia, es la oración litúrgica, la oración de la misma Iglesia, más poderosa que la procedente de personas particulares […] San Alfonso de Ligorio prefería una oración del Breviario a cien oraciones privadas o particulares» . No olvidemos, por otra parte, que mientras escribía C en los meses finales de la guerra civil, el Autor preparaba otro libro dedicado a inculcar la piedad litúrgica en los fieles: el Devocionario litúrgico .


87* «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios», dijo el Señor1. —¡Pan y palabra!: Hostia y oración.
Si no, no vivirás vida sobrenatural.


Texto redactado en el segundo semestre de 1938, a la vez que el p/107 (octavillas idénticas, con la misma rotura en una esquina) y ambos puntos, lo mismo que el p/84, redactados a partir del guión de predicación nº 102:

«Non in solo pane vivit homo, sed in omni verbo quod procedit de ore Dei (Matth IV, 4). –Pan y palabra» .
Dos textos de la predicación en Honduras tienen ya la formulación de este p/87:
«Hay personas que rezan sin darse cuenta de lo que dicen, que recitan el Rosario y quizá comulgan todos los días, pero lo repiten rutinariamente, con poca piedad. No se dan cuenta de que los sacramentos no son un fin en sí mismos: son medios para unirse más y más a Dios. No sólo de pan vive el hombre, sino que es necesaria también la palabra, la oración, cuajada con las debidas condiciones» .
«Nosotros lo rozamos cada día en nuestros tiempos de meditación, que son un verdadero contacto con Nuestro Señor y, de modo aún más íntimo, también cada día, en la Sagrada Eucaristía. Pero tened en cuenta que hay quien se llena la boca, diciendo de una persona: «es de Comunión diaria». ¿Y qué? ¡Hay, por desgracia, personas que comulgan frecuentemente y no luchan contra sus muchos defectos! La Sagrada Comunión es un medio principalísimo para alcanzar la santificación. Debemos esforzarnos en ser santos y fieles; pero eso se consigue solamente con el amor, nacido del contacto con Jesús, no sólo en la Eucaristía, sino también en la oración: en el Pan y en la Palabra» .

Poco después de acabar C, el Autor escribía a una joven que se dirigía con él:
«Dime cómo va esa oración: persevera, aunque cueste y te parezca que no haces nada: verás cuánta fuerza sacas para lo sucesivo. Piensa que nuestra vida entera es una pelea, y no tenemos más arma que ésa de tratar a Dios en la Palabra y en el Pan» .
Vid sobre el tema «Pan y palabra» infra p/105.



88* Buscas la compañía de amigos que con su conversación y su afecto, con su trato, te hacen más llevadero el destierro de este mundo..., aunque los amigos a veces traicionan. —No me parece mal.
Pero... ¿cómo no frecuentas cada día con mayor intensidad la compañía, la conversación con el Gran Amigo, que nunca traiciona?


Octavilla 25 (la última) de la serie Lhz. Debió tener su original en las páginas perdidas del Cuaderno que el Autor redactaba en la Legación de Honduras. El clima de este punto se expresa en una carta escrita allí el día 21-IV-1937:
«Mi Amigo se porta estupendamente, a pesar de que en mi larga vida no correspondí muchas veces a su bondad. Amistades así no se pagan con nada: yo procuraré que todos mis hijos sepan ¡siempre! agradecerle estos favores» .

Podría haber en este punto una lejana huella del consejo recibido, en su época del Seminario de San Francisco de Paula, con ocasión de un lamentable incidente con otro seminarista. Su antiguo Director espiritual en Logroño, al que abrió su alma contándole lo sucedido, escribió (año 1923) a Josemaría:
«No debes hablar del asunto con otro que con Dios; con los hombres lo menos posible […] Date cada vez más a la piedad. […] Conque, querido José Mª, a poner inmediatamente un candado que cierre tus labios, tu memoria, tu imaginación, tu pensamiento y tu corazón y a hacer un propósito de aragonés de no abrirlo más que cuando hables con tu amigo, con tu único amigo verdadero, con Jesús, y a seguir en todo sus consejos» .
El pensamiento tiene resonancias teresianas, en concreto del famoso cap 22 de la Vida: «Es ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero ... es muy buen amigo Cristo, porque le miramos Hombre, y vémosle con flaquezas y trabajos y es compañía» .
Vid com/421, que es paralelo al p/88.



89* «María escogió la mejor parte», se lee en el Santo Evangelio1. —Allí está ella, bebiendo las palabras del Maestro. En aparente inactividad, ora y ama. —Después, acompaña a Jesús en sus predicaciones por ciudades y aldeas2.
Sin oración, ¡qué difícil es acompañarle!


Ficha Re. De la misma época que las anteriores, redactada a partir de un guión de la predicación de agosto en Vitoria:
«(María de Magdala) Toma lugar con sus discípulos (estado apostólico femenino), le sigue; le asiste con sus bienes. ‘Et factum est deinceps, et ipse iter faciebat per civitates et castella praedicans et evangelizans regnum Dei, et duodecim cum illo et mulieres aliquae... Maria, quae vocatur Magdalena...’ (Luc. VIII, 1-3) ¡Aquellas estancias de Jesús en Betania!... Escoge la mejor parte... (Luc. X, 38-42)... ¡Qué buena, Marta! ... Porro, unum est necessarium!... Extática...; oración...» .
El texto, por otra parte, se inscribe en el interior del tema «forzosa inactividad», de tanta vigencia en la vida espiritual de San Josemaría durante los años de la guerra civil española (vid p/294 y com). La expresión con la que describe la actitud de María de Betania aparece en el primer texto sobre el tema, escrito en Honduras:
«La consideración de esta realidad [la ayuda que prestan los que sufren persecución] nos impulsa a un detenido examen de nuestra conducta en este lugar, que es como una prisión para nosotros. Porque aquí, en esta aparente inactividad, contamos con la posibilidad de trabajar mucho por dentro, y acompañar a cada uno de vuestros hermanos en peligro, y velar por ellos» .


90* ¿Que no sabes orar? —Ponte en la presencia de Dios, y en cuanto comiences a decir: «Señor, ¡que no sé hacer oración!...», está seguro de que has empezado a hacerla.


Uno de los trece puntos que copió en su Cuaderno el 9-III-1933 (nº 945). Tenor literal idéntico con variantes de puntuación .
El Autor, como se ve, quiere por todos los medios poner a hablar con Dios a sus lectores. Vid com al punto siguiente.

91* Me has escrito: «orar es hablar con Dios. Pero, ¿de qué?» —¿De qué? De Él, de ti: alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles, preocupaciones diarias..., ¡flaquezas!: y hacimientos de gracias y peticiones: y Amor y desagravio.
En dos palabras: conocerle y conocerte: «¡tratarse!»


Punto redactado en una ficha Not y, por tanto, después del 6-XII-1938. La forma dialógica del texto se encuentra ya en la anotación que le sirvió de punto de partida, un guión del retiro que predicó ese año en Salamanca:
«–¿Qué es orar? Hablar: diálogo, o conversación con Dios. –¿De qué? Alegrías, tristezas, preocupaciones, acciones de gracias, peticiones, Amor, desagravios: conocerle y conocernos: ¡tratarse!» .
La expresión «me has escrito» podría ser en este caso –no es lo normal– un recurso para introducir el estilo dialógico del guión. El Autor predicaba a la gente joven sobre la oración con formas conversacionales semejantes:
«I. ¿Qué es orar? Levantar el corazón a Dios... petición, acción de gracias, conocerle y conocernos» .
«Qué es orar. Vocal y mental. No sé orar. Padre no sé hacer oración (el vestido completo). Cómo ha de hacerse (atención, confianza, perseverancia, en nombre de Jesucristo): sencilla, confiada; no sé qué pedir. Consuelos y sequedad» .


En la sencillez de este punto culmina la doctrina sobre la oración expuesta desde el p/88. Para el Autor de C oración e interioridad cristiana vienen prácticamente a identificarse. La «vida interior» del cristiano no es introspección, ni técnica, ni método –aunque todo esto pueda tener su sitio–, sino sencillamente «oración». Es decir, recogimiento esencialmente referido al Tú de Dios. Pero no es ante todo «pensar», «discurso» y mucho menos «discurso metódico», sino «hablar y escuchar»: diálogo, conversación, «trato» personal de Dios con el hombre y del hombre con Dios . Interesante notar también que, para Escrivá, esta «vida interior» –oración– no es «huida del mundo» sino atención a su realidad cotidiana, sopesada y cribada desde la conciencia del sujeto en diálogo con el Señor. Vid com/97.
«Tratarse». El progreso de la vida interior, según el Autor, no es sino el desarrollo de este «tratarse», que sintetiza, todavía más, el «conocerle y conocerte» en que ya lo había resumido todo (oración e interioridad), y en el que resuena el célebre «noverim me, noverim te» de San Agustín . Pero no sólo el tema agustiniano del «conocerse», sino el teresiano del «tratar de amistad» se encuentra en la matriz teológica y espiritual de este punto y, en general, de todo el cap: «que no es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» . Oración es, para Josemaría Escrivá, «la conversación con el Gran Amigo» (p/88).


92* «Et in meditatione mea exardescit ignis»1 —Y, en mi meditación, se enciende el fuego. —A eso vas a la oración: a hacerte una hoguera, lumbre viva, que dé calor y luz.
Por eso cuando no sepas ir adelante, cuando sientas que te apagas, si no puedes echar en el fuego troncos olorosos, echa las ramas y la hojarasca de pequeñas oraciones vocales, de jaculatorias, que sigan alimentando la hoguera. —Y habrás aprovechado el tiempo.


El sentido literal del salmo alude a la ‘consideración’ de la felicidad del impío que provoca el fuego de la indignación en el justo perseguido, que clama a Yavéh. El Autor, como se ve, acoge la lectura del Sal 39 (38), 4 que es común entre los espirituales .
Octavilla Bl, escrita probablemente en Burgos a partir de este apunte de la Vigilia de 29 de junio:
«Oración. Et in meditatione mea exardescit ignis» .
Ya antes, en la predicación en la Legación de Honduras había dicho:
«Et in meditatione mea exardescit ignis. En la oración se enciende el fuego de mi alma: que cada uno vierta sus afectos en Dios, pensando en la gran misión que nos ha confiado. Que cada uno piense cómo es su respuesta» .

«Cuando no sepas ir adelante...». A veces, si el fuego es débil, el alma debe tener la humildad de alimentarlo con pequeñas ramillas: «Pajas al fuego», como predicaba en otra ocasión , siguiendo a Santa Teresa:
«Parece también como un fuego que es grande y, para que no se aplaque, es menester haya siempre qué quemar. Así son las almas que digo. Aunque fuese muy a su costa, querrían traer leña para que no cesase este fuego. Yo soy tal que aun con pajas que pudiese echar en él me contentaría, y así me acaece algunas y muchas veces; unas me río y otras me fatigo mucho»55b.
Vid p/102 y 272


93* Te ves tan miserable que te reconoces indigno de que Dios te oiga... Pero, ¿y los méritos de María? ¿Y las llagas de tu Señor? Y... ¿acaso no eres hijo de Dios?
Además, Él te escucha «quoniam bonus..., quoniam in saeculum misericordia ejus»1: porque es bueno, porque su misericordia permanece siempre.


El p/93 fue dado a conocer por primera vez en el impreso de Cuenca. Su origen está sin duda en esta anotación de fecha 27-I-1934 , Cuaderno VII, nº 1124:
«Me veo tan miserable, que reconozco que no soy digno de que Dios me oiga... Pero, ¿y los méritos de María? ¿y las Llagas de mi Señor? Y... ¿acaso no soy yo hijo de Dios? Además, me oye, quoniam bonus..., quoniam in saeculum misericordia eius».
El texto del Cuaderno pone al desnudo el carácter autobiográfico de esta consideración. El lector se encuentra ante la oración personal de San Josemaría.
«La llagas de mi Señor». Sobre el tema en C vid además p/288 y 555 con sus com; también p/58. Vid. también Forja, 5, 98, 755 y 894; Via Crucis, passim.


94* Se ha hecho tan pequeño —ya ves: ¡un Niño!— para que te le acerques con confianza.


Octavilla Drv: es la mitad de una cuartilla con el dorso escrito a máquina, en el que se lee: «Vitoria, 6 de noviembre, 1938». Evidentemente, la «gaitica» es posterior.

Posiblemente el punto se redacta a las puertas de la Navidad de 1938, mientras escribe cartas y tarjetones a sus hijos que están en los frentes, como ésta a Miguel Sotomayor:
«Pediré al Niño Jesús –ya ves: ¡un niño!– que nos ayude a dejar «el hombre viejo» entre las nieves de este mes de diciembre. Si queremos, así será. Un abrazo fuerte y mi bendición. Mariano» .
El Autor, en este empujón final en la preparación del libro, tenía también a la vista su colección de guiones de predicación, ya tantas veces citada. En uno de ellos pudo leer:
«Como un niño corriente: humildad, abatimiento, necesitando de las criaturas... Padece frío, pobreza, desamparo, desprecios, luego, dolores y trabajos.– Para encenderse en Amor, ¡qué bueno es vivir con Jesús-Niño!» . «para que te le acerques». El te le, sobre todo el dativo le, expresa el profundo contenido afectivo de esta consideración. Vid IntrodGen § 10 in fine.


95* «In te, Domine, speravi»: en ti, Señor, esperé1. —Y puse, con los medios humanos, mi oración y mi cruz. —Y mi esperanza no fue vana, ni jamás lo será2: «non confundar in aeternum»!1


Punto de la serie Lh, redactado en la Legación de Honduras a partir de una de las anotaciones que se conservan (Apínt, nº 1379) del pequeño Cuaderno que usaba en la Legación. Está en la hoja 23v:
«Sábado – 8-V-37: Los días peores de esta temporada son los que paso en Honduras. –R.Ch.V. –No se me ocurre nada, nada: estoy entontecido. –Creo que pocas veces he sufrido tanto como ahora. –In te, Domine, speravi!... Non confundar!... –O, Domine!: tu scis, quia amo te» .

En medio de esta situación de sufrimiento y congoja –una verdadera «noche del alma»: vid com/151–, allí, en la misma Legación, predicaba a los suyos antes de celebrar la Eucaristía:
«Le repetiremos el Introito de la Misa: llénese mi boca de tus alabanzas, para que pueda cantar. Alleluya. ¡Y con qué firme esperanza, llena de alegría, añadimos: en Ti, Señor, espero, no sea yo confundido para siempre! ¿Cómo puede haber en nosotros la preocupación, la tristeza? Yo tengo en El la esperanza segura de que pronto estaremos sueltos, para trabajar por su gloria»

.
96* Habla Jesús: «Así os digo yo: pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá»1.
Haz oración. ¿En qué negocio humano te pueden dar más seguridades de éxito?


Octavilla Drv, con el dorso escrito a máquina en inglés. Pertenece al grupo de las «gaiticas» escritas en el periodo final de la redacción, muy probablemente a partir del guión 102 . El pasaje dice así:
«¡Gran promesa!, repetidas veces ratificada. –¡Acudamos!: petite, dabitur; pulsate, aperietur; quaerite, invenietis» .


97* No sabes qué decir al Señor en la oración. No te acuerdas de nada, y, sin embargo, querrías consultarle muchas cosas. —Mira: toma algunas notas durante el día de las cuestiones que desees considerar en la presencia de Dios. Y ve con esa nota luego a orar.


El manuscrito de Burgos reconecta ahora con la edición de Cuenca e incorpora los cinco puntos siguientes. El p/97 está en el Cuaderno VI, nº 958 y fue escrito en 22-III-1933, a la vez que otros cinco futuros puntos de C ; su tenor literal idéntico al de Cec y Txm (vid apcrít) .
Hemos aludido ya muchas veces a la «cuartilla» que Josemaría Escrivá llevaba en su bolsillo para apuntar ideas, luces de Dios, objetivos, propósitos, pequeños acontecimientos. Este p/97 parece arrancado de la experiencia espiritual de esa praxis. Tomaba notas en la oración –mientras oraba–, para proyectarlas en la vida ordinaria; y las tomaba también en las más diversas ocasiones de la vida –hasta por la calle– para «llevarlas» luego a su oración y sopesarlas . De todo este trasiego a lo divino, de esta «circularidad» de su vida en Dios salían los textos de los Cuadernos y, después, los puntos de C. Esto lo hizo hasta el final de su vida. En los años romanos usaba pequeñas semioctavillas que llevaba en su agenda. En temporadas rompió muchísimos papeles, una vez utilizados, pero queda una gran cantidad.


98 Después de la oración del Sacerdote y de las vírgenes consagradas, la oración más grata a Dios es la de los niños y la de los enfermos.


Original en el Cuaderno V, nº 524, escrito el 30-XII-1931 . Es exacto su tenor literal. Por el contexto se entiende que está hablando de la oración de petición. La alusión a la fuerza intercesora de la oración de los sacerdotes y de las vírgenes consagradas es sin duda una afirmación tradicional. Lo que más arriba dice el Autor del sacerdote como «alter Christus» (vid com/66) es en C, a mi parecer, la base teológica de esa primacía de la intercesión sacerdotal que sube al Cielo desde la tierra, especialmente en la Santa Misa. La colocación de las vírgenes «consagradas» a continuación se basa, supongo, en el excelso carácter que la tradición otorga al «status» eclesial de estas vírgenes . En todo caso, Escrivá buscó con ahínco la fuerza de esas plegarias. Hay testimonios de que paraba por la calle a compañeros sacerdotes, sin conocerlos, con el exclusivo objeto de pedirles que rezaran por una intención suya:
«Sigo pidiendo oraciones hasta a personas desconocidas, religiosas p.e., a quienes abordo en la calle, solicitando de su bondad la limosna espiritual de un ‘Padre nuestro’» .
Algunos de esos encuentros –en el Madrid de los años treinta– fueron el inicio de profundas amistades sacerdotales . A las monjas del Patronato de Santa Isabel las tenía rezando por intenciones suyas continuamente.

Si sacerdotes y vírgenes tienen esa prelación que podríamos llamar «institucional», los niños y los enfermos eran la debilidad «existencial» del Autor, a imitación del Maestro (vid p/419). Detrás de este punto está, en efecto, la experiencia de aquellos años en que confesaba a tantos niños en el Patronato de Enfermos y su labor con los enfermos en el Patronato y en los hospitales de Madrid:
«28 de abril de 1932: Continúo rezando cada día, con las niñas de Sta. Isabel que preparo para la primera comunión, una avemaría –les digo– por el santo a palos» .
Ya se ve lo que hay detrás de esta ingenua y –para las niñas, seguro– divertida oración. Don Josemaría les había dicho que había uno que tenía que ser santo, aunque fuera a palos, y que había que rezar por él. Unos días antes había hecho esta súplica al Señor, que quedó escrita en el Cuaderno V, nº 699, 15-IV-1932:
«Jesús: tu borrico cree en ti, te ama y espera. Hazme santo, mi Dios, aunque sea a palos» .
Sobre la intercesión de los enfermos, vid com/208. Fue, como he dicho, una de sus grandes experiencias durante su trabajo en el Patronato de Enfermos. Escrivá pensaba en la intercesión de aquellos que ayudó a bien morir:
«Pienso que algunos enfermos, de los que asistí hasta su muerte, durante mis años apostólicos (!) , hacen fuerza en el Corazón de Jesús...» .
No deja de ser interesante lo que se escribió en aquellos años acerca de quiénes «caben» y «no caben» en el Opus Dei:
«Caben: Los enfermos, predilectos de Dios, y todos los que tengan el corazón grande, aunque hayan sido mayores sus flaquezas» .


99 Cuando vayas a orar, que sea éste un firme propósito: ni más tiempo por consolación, ni menos por aridez.


Original en el Cuaderno V, nº 593, 4-II-1932. Vid apcrít.
La doctrina de este punto y los dos siguientes expresa con el estilo vivo, conciso e incisivo, tan característico del Autor, enseñanzas que son patrimonio de los buenos maestros de la oración.


100 No digas a Jesús que quieres consuelo en la oración. —Si te lo da, agradéceselo. —Dile siempre que quieres perseverancia.


Original también en el Cuaderno V, nº 534, redactado unas semanas antes (2-I-1932 ), en el mismo clima de íntima oración y vida de infancia.


101 Persevera en la oración. —Persevera, aunque tu labor parezca estéril. —La oración es siempre fecunda.


No salimos del Cuaderno V. El punto está en el nº 515 y fue escrito cinco días antes que el anterior: San Juan Evangelista, 27-XII-1931 . Josemaría Escrivá sigue siendo un niño ante Dios:
«Niño amigo: persevera en la oración. Persevera, aunque tu labor parezca estéril. La oración es siempre fecunda» .
A continuación de estas frases, y formando todo una única consideración, escribió en su Cuaderno el contenido de lo que pasaría a ser el p/891 (vid com) en el cap «Vida de infancia».


102* Tu inteligencia está torpe, inactiva: haces esfuerzos inútiles para coordinar las ideas en la presencia del Señor: ¡un verdadero atontamiento!
No te esfuerces, ni te preocupes. —Óyeme bien: es la hora del corazón.


Ficha de la serie Lh. Lo más probable es que fuera redactada en Honduras, en conexión con una anotación de su Cuaderno, ya citada:

«Los días peores de esta temporada son los que paso en Honduras. –R.Ch.V. –No se me ocurre nada, nada: estoy entontecido» .
La experiencia de la vida de oración que en este punto se recoge es muy próxima a la que hemos visto en el p/92. El texto completo del guión 102 allí citado dice así:
«Atontamiento.– Al leer sólo me acuerdo de... etc. etc. –No, cabeza, ¡corazón! –Pajas al fuego» .


103* Esas palabras, que te han herido en la oración, grábalas en tu memoria y recítalas pausadamente muchas veces durante el día.


La octavilla es una ficha Re. Segundo semestre de 1938. El Autor propone aquí a los lectores una práctica de alto valor espiritual, por lo demás bien conocida en la tradición, tanto oriental como occidental, de la oración cristiana. Nos «hiere» un versículo del Evangelio que meditamos, unas palabras de un libro de espiritualidad que leemos, etc. Memorizarlas o apuntarlas para recitarlas luego... pausadamente, dice. La «pausa» es la que da carácter meditativo, sabroso, a esta repetición vocal. Escrivá traslada con toda discreción su propia experiencia, que en su vida muchas veces era estrictamente sobrenatural. La palabra que le «hería», frecuentemente no la estaba leyendo, ni considerando, sino que le brotaba en el corazón sin saberlo ni pensarlo: como el Espíritu Santo que clama en el corazón (Rm 8, 26) –locución intelectual– y la palabra que viene a los labios . Estas palabras, casi siempre de la Escritura, con el mensaje espiritual que a ellas iba unido, quedaban no ya memorizadas, sino grabadas para siempre en el alma. Vid com/12 . Por lo demás, este punto hay que ponerlo en relación con la «cuartilla» de que se habla en com/97. Allí, ciertamente, se trata de la dificultad en la oración; aquí en cambio, de la oración «sabrosa». En ambos casos, San Josemaría se servía no sólo de la memoria, sino de la «cuartilla».

104* «Pernoctans in oratione Dei» —pasó la noche en oración. —Esto nos dice San Lucas, del Señor1.
Tú, ¿cuántas veces has perseverado así? —Entonces...


De nuevo una ficha Re. El punto pudo ser elaborado con ocasión de la vigilia que predicó a los Propagandistas y Consejo Central de Acción Católica la noche del 29 al 30-VI-1938, en la iglesia del Carmen, de Burgos, sobre el tema: «Pedro y Pablo, instrumentos». De esa predicación proceden varios puntos de C. En contraste con Pedro, que se duerme, señala el vigor de la oración del Maestro:
«Jesús y la oración: erat pernoctans in oratione...» .
Escrivá, después de la hora santa, se quedó en la Iglesia y pasó toda la noche en oración . El día 4 de ese mismo mes también hizo vigilia en la iglesia del Carmen . En ese contexto pudo brotar el punto de C. Aunque la redacción sobre la ficha Re viniera después, con ocasión de este otro apunte:
«¿Qué hacía Jesús? Pernoctans in oratione Dei» .


105* Si no tratas a Cristo en la oración y en el Pan, ¿cómo le vas a dar a conocer?


Texto del Cuaderno VI, 17-X-1933, nº 1063 .
En el p/87 el Autor ha puesto la Eucaristía y la oración como clave para la «vida sobrenatural». En éste aparecen como clave de toda acción apostólica: «dar a conocer a Cristo». Nótense los dos binomios de p/87 junto con el de este punto: Pan y palabra; Hostia y oración; Pan y oración. Es decir, Pan – Hostia / palabra – oración. En ambos p/87 y 105, de una manera casi lacónica, se concentra una dimensión fundamental del cristocentrismo de San Josemaría .


106* Me has escrito, y te entiendo: «Hago todos los días mi ‘ratito’ de oración: ¡si no fuera por eso!»


Texto de diciembre de 1938. Fruto inmediato del apostolado epistolar del Autor. En marzo de 1936, durante las vacaciones de Semana Santa, escribe unas breves líneas a un estudiante de Arquitectura que se dirigía con él:
«Jesús te guarde. He recibido tus cariñosas líneas. Todos, por aquí, te recuerdan con afecto y desean que vuelvas pronto a tu vida de trabajo. No me dejes tu ratito de oración y acuérdate de pedir por la Obra y por tu Cap[ellán], que te bendice, Josemaría» .

En una carta de junio del 38 San Josemaría vuelve al tema casi con la misma expresión:
«Frecuenta los Sacramentos cuanto puedas. Hazme el ratico diario de oración» .

El consejo perseverante –eco de otras muchas conversaciones personales– se le debió grabar al joven estudiante, pues en diciembre de 1938 escribía al Autor:
«Querido Padre: Hace tres días recibí las líneas de Paco [Botella] y la carta familiar de todos. Creo que es la vez que mejor recibimiento y más oportunamente llegó. Me cogió en unos días tristes, sin motivo alguno, y me animó extraordinariamente su lectura, sintiendo cómo trabajan los demás. Hago todos los días el «ratito», ¡si no es por él! –No sé si es el aislamiento, lo que deprime enormemente» .

107* ¿Santo, sin oración?... —No creo en esa santidad.


El Autor de C sigue recorriendo sus guiones sobre la oración:
«¿Qué hacen los santos?: ninguno, sin oración» .
La formulación «existencial» que el Autor hace en esta predicación a sacerdotes tiene este paralelo «doctrinal» en la Exhortación a los sacerdotes del Papa San Pío X: «Entre la santidad y la oración existe necesariamente una relación tal, que no es posible la una sin la otra» .
La «gaitica» fue escrita a continuación del p/87; vid com a este punto92b.


108* Te diré, plagiando la frase de un autor extranjero, que tu vida de apóstol vale lo que vale tu oración.


Ficha Re, también del segundo semestre de 1938. El Autor declara que su texto procede de otro autor. Se refiere al ya citado Jean B. Chautard y a su libro El alma de todo apostolado, Valladolid 1927. La frase se encuentra en pg 169; es el título de la sección «Un sacerdote vale lo que vale su oración» . En C Josemaría Escrivá recoge la idea, pero ahora el sujeto no es el sacerdote, sino «el apóstol»: todo cristiano empeñado en seguir a Cristo. Es una consecuencia patente de la centralidad que cobra en el libro la llamada universal a la santidad y al apostolado.


109* Si no eres hombre de oración, no creo en la rectitud de tus intenciones cuando dices que trabajas por Cristo.


Octavilla Re, redactada en Burgos 1938, en principio en el segundo semestre del año. No he encontrado relaciones documentales. El punto parece una consecuencia del punto anterior: esa acción apostólica exterior, si es que existe, no procede de una

limpia intención, es decir de Cristo: hay doble vida en el sujeto. El tema «rectitud o pureza de intención» es un tema fuerte en C. Vid entre otros com/788 y 792; y p/161, 287 y 826.


110* Me has dicho alguna vez que pareces un reloj descompuesto, que suena a destiempo: estás frío, seco y árido a la hora de tu oración; y, en cambio, cuando menos era de esperar, en la calle, entre los afanes de cada día, en medio del barullo y alboroto de la ciudad, o en la quietud laboriosa de tu trabajo profesional, te sorprendes orando... ¿A destiempo? Bueno; pero no desaproveches esas campanadas de tu reloj. —El Espíritu sopla donde quiere1.


Punto procedente del conjunto de notas —futuros puntos de C— incorporadas al Cuaderno VII en 5-I-1934 . El p/110, basta ver las fechas, no circuló en multicopia, sino que fue incluido directamente en el impreso de Cuenca. El nº 1098 del Cuaderno VII dice así:
«Me has dicho alguna vez que pareces un reloj que suena a destiempo: estás frío, seco y árido a la hora de tu oración, y, en cambio, cuando menos era de esperar, en la calle, entre el barullo y alboroto de la ciudad, o en la quietud laboriosa de tu trabajo profesional, te sorprendes orando ... ¿A destiempo? Bueno; pero no desaproveches esas campanadas de tu reloj. El Espíritu sopla donde quiere».

El punto, que refleja también experiencias de la numerosa dirección espiritual que llevaba –sobre todo de estudiantes y profesores universitarios–, tiene primariamente un carácter autobiográfico. Esa experiencia, incluso con una oración de alto contenido místico, es la propia del Autor, que él mismo, en diversas ocasiones, relata en sus Cuadernos . De 1932 son estas anotaciones:
«Es incomprensible: sé de quien está frío (a pesar de su fe, que no admite límites) junto al fuego divinísimo del Sagrario, y luego, en plena calle, entre el ruido de automóviles y tranvías y gentes, ¡leyendo un periódico! vibra con arrebatos de locura de Amor de Dios» .

Lo del periódico debió comenzar en esa época, pues del mes anterior es este texto:

«Quiero anotar, porque es algo raro, que Jesús suele darme oración cuando leo la prensa» .
Unos días después escribe:
«El sábado último me fui al Retiro, de doce y media a una y media (es la primera vez, desde que estoy en Madrid, que me permito ese lujo) y traté de leer un periódico. La oración venía con tal ímpetu que, contra mi voluntad, tenía que dejar la lectura: y entonces ¡cuántos actos de Amor y abandono puso Jesús en mi corazón y en mis labios!» .
«Darme oración». Expresión frecuente en los Apínt para designar la «visita» inesperada del Señor en el alma, que irrumpe y «pone» en el corazón «actos de Amor y de abandono».


111* Me has hecho reír con tu oración... impaciente. —Le decías: «no quiero hacerme viejo, Jesús... ¡Es mucho esperar para verte! Entonces, quizá no tenga el corazón en carne viva, como lo tengo ahora. Viejo, me parece tarde. Ahora, mi unión sería más gallarda, porque te quiero con Amor de doncel».


Texto de origen epistolar. Pedro Casciaro, uno de los miembros del Opus Dei que vivía en Burgos con el Autor, marchó en los primeros días de diciembre de 1938 a Calatayud, al trasladarse allí el Cuartel del General Orgaz, al que estaba adscrito . San Josemaría le había dicho, entre bromas y veras, que viviría muchos años, más de ochenta: ochenta y dos, le dijo en alguna ocasión. Así se entiende lo que Casciaro, con un pizzico de humor y un mucho de autenticidad, escribía al Autor –poco después de llegar a su nuevo destino– hablándole de su vida de oración:
«Esta tarde he hecho la oración en la Colegiata de Santa María. Solos el Señor y yo. Meditando sobre lo que allí he pensado, le digo que me parecen

muchos años, ochenta y dos, para esperar a verle. Entonces, quizá, no tenga el corazón en carne viva, como lo tengo ahora. Lo entiendo, pero la unión para entonces me parece tarde. Ahora sería más gallarda, porque yo le quiero con amor de doncel. Y le he dicho que la Comunión no me basta. Pedirle, no le pido más que perseverancia, pero deseo más» .
La carta pone de manifiesto la confianza con que trataban a Escrivá aquellos primeros de su entorno, abriéndole lo más profundo de su alma. La sonrisa del Autor ante la carta es paralela a la de tantos otros «golpes» de Perico Casciaro. Todo se explica bien leyendo su libro Soñad y os quedaréis cortos, en el que cuenta sus largos años de convivencia con San Josemaría. Al Autor de C le hizo gracia –y le edificó– la «ocurrencia» y decidió hacer con este motivo una «gaitica» ocultando, claro está, el nombre del protagonista, pero poniendo de manifiesto cómo el trato con Jesús provoca la impaciencia por contemplarle «facie ad faciem».
Cuando Casciaro leyó el libro y se encontró con este punto –es él quien lo relata– se «quejó» al Autor por sacar a la calle estas intimidades... . La realidad es que San Josemaría pedía al Señor –así lo contó muchas veces– que sus hijos murieran de viejos, después de una vida bien entregada al servicio de Dios: «exprimidos como un limón», decía con frase gráfica .


112* Me gusta que vivas esa «reparación ambiciosa»: ¡el mundo!, me has dicho. —Bien. Pero, en primer término, los de tu familia sobrenatural y de sangre, los del país que es nuestra Patria.


Texto redactado en una octavilla Not. Diciembre 1938. Redactado a partir de una meditación de los EjEsp de Vitoria:

«Reparación ambiciosa: el mundo. Sí, pero los propios, los de la familia sobrenatural y de sangre, los del país que es nuestra patria...» .
Siempre fue ése el método de Escrivá: responsabilidad empezando por los más próximos... Es algo que él vivió siempre en su propia carne, pero con una especial intensidad durante el encierro de Honduras, como expresaba en metáforas a Pedro Casciaro:
«No sé si sabrás que me metí, por la familia, que es siempre mi debilidad, en un lío económico: empeñado en pagar todas las deudas. No te digo más. Tú no puedes ignorar que también de deudas andaba yo bueno. Así es que se ha unido el hambre con las ganas de comer. Ahora es cuando me veo realmente viejo, sin fuerzas, y... pachucho en todo. Pero, lo dicho, dicho. No me vuelvo atrás. Compadécete tú –y lo mismo los otros nietos– y ayudadme como podáis. ¡Tendría poca gracia que mis ambiciones acabaran en un «crack», o, por lo menos, en una suspensión de pagos! Tiemblo: cuento –creo– con el esfuerzo y los sacrificios de toda mi gente» .
El Autor anticipa, en contexto de «reparación», el amor a la Patria, del que hablará de manera directa en p/525. Vid com.


113* Le decías: «No te fíes de mí... Yo sí que me fío de ti, Jesús... Me abandono en tus brazos: allí dejo lo que tengo, ¡mis miserias!» —Y me parece buena oración.


Al día siguiente de predicar la meditación que da base al punto anterior, allí, en el Palacio Episcopal de Vitoria, el Autor anotaba en su Cuaderno:
«Vitoria, 20 de agosto de 1938. Me veo tan miserable que muchas veces asomo la cabeza al oratorio, para decirle a Jesús: «no te fíes de mí... yo, sí que me fío de ti, Jesús... Me abandono en tus brazos: allí dejo lo que tengo, ¡mis miserias!» Si no lo hiciera de este modo, ante la turbamulta de cosas que llevo dentro de mí, creo que me volvería loco. Abandonarme en Jesucristo, con todas mis miserias. Y lo que El quiera, en cada instante, fiat!» .
Como en tantas otras ocasiones, utiliza el género «diálogo» para esconderse... Al terminar lo que sería este p/113 exclamó en su Cuaderno:
«Monstra te esse Matrem!».

El abandono en Dios de San Josemaría tenía siempre una dimensión mariana: abandono en los brazos de la Virgen Santísima. Vid cap sobre María y com/728 .
Desde allí mismo, desde Vitoria, escribe unos días después a Fernández Vallespín, que sufría una gran tribulación (era reciente la noticia del asesinato de su padre en la otra zona):
«Abandónate en manos de Dios –que te quiere mucho y sabe mucho– y verás, a su tiempo, cómo todas las penas son manifestaciones de su Amor Misericordioso»108b.


114* La oración del cristiano nunca es monólogo.


Un texto de la serie Lh, que puede haber sido escrito en Honduras. Decía en una de sus meditaciones en la Legación:
«No, la oración es una charla afectuosa, una confidencia amorosamente atendida; es un diálogo lleno de amor –nunca un monólogo– en el que Dios corresponde siempre...» .
También hay un texto de un retiro en Salamanca que recoge –o da base– a esta idea:
«¿Mi vocación, sin Vida sobrenatural?: Oración se hace monólogo» .


115 «Minutos de silencio». —Dejadlos para los que tienen el corazón seco.
Los católicos, hijos de Dios, hablamos con el Padre nuestro que está en los cielos.


Punto procedente de la edición de Cuenca. No hay texto en los Cuadernos. Podría proceder por tanto del primer Cuaderno, destruido por el Autor .

El Autor expresa su pena ante el fenómeno creciente de la descristianización cultural del país y la asepsia de los «minutos de silencio», que comenzaban a extenderse por la España de entonces. La presión en esta línea venía de «ateos, masones y protestantes», que era el tenor de este punto hasta la 13ª edición (vid apcrít); después el Autor cambió la redacción . El «ateísmo laicista», la «masonería secreta» y las «sectas», siempre han rechazado fuertemente a la Iglesia Católica, pero esa realidad se percibía de manera especialmente virulenta en la vida de la comunidad católica española de la época . Hoy los «minutos de silencio» han entrado en la mentalidad general. En aquella época significaban una crítica militante de la manera católica de oración por los difuntos. El mensaje del Autor es claro: durante los «minutos de silencio» que se queden callados los que tienen el corazón seco; los cristianos –y todo el que tenga jugoso el corazón– han de aprovechar esos minutos para rezar. Es éste un mensaje que debería entrar claramente en la catequesis cristiana de los niños.
«Corazón seco»: vid p/769 y Surco, 464 y 695.


116* No dejes tu lección espiritual. —La lectura ha hecho muchos santos.


El cap termina con dos puntos dedicados a la lectura espiritual: éste –que es el último de la edición de Cuenca–, y el p/117, redactado en Burgos. El original de este p/116, escrito el día que cumplía 32 años, 9-I-1934, está en el Cuaderno VII, nº 1110, con una redacción algo diversa:
«No dejes tu lección espiritual: la lectura ha santificado a muchos» .
Es la experiencia de la tradición espiritual cristiana, que puede considerarse compendiada en esta expresión del Crisóstomo:
«Es cosa evidente que la lectura espiritual santifica e infunde con abundancia la gracia del Espíritu Santo» .

117* En la lectura —me escribes— formo el depósito de combustible. —Parece un montón inerte, pero es de allí de donde muchas veces mi memoria saca espontáneamente material, que llena de vida mi oración y enciende mi hacimiento de gracias después de comulgar.


Es una ficha Re. El que escribe al Autor parece ser el Prof. Jiménez Vargas en una de sus numerosas cartas desde el frente de Teruel. Así lo recuerda él, aunque la carta no he podido encontrarla en la colección que se conserva en el AGP. Escribe en su ya citado «Relato», refiriéndose a este punto:
«Es de una carta que escribí al Padre durante la guerra. La insistencia del Padre en que cumpliésemos las Normas fue siempre igual. Y se comprende que en las cartas que le escribíamos, de una manera o de otra, fuésemos diciendo cosas en relación con el cumplimiento de las Normas. En esa carta, en concreto, le decía que venía comprobando la utilidad de la norma de la lectura espiritual» .
Es lo mismo que de alguna manera ya hemos visto en la carta de Pedro Casciaro citada más arriba. Vid com/111. Casciaro habla de su oración y Jiménez Vargas de la lectura espiritual. Vid también com/761.
La enseñanza de este p/117 –la lectura llena de vida la oración– hace eco al cabo de los siglos a esta sentencia de Máximo el Confesor:
«Es obra de la lectura y de la contemplación hacer espiritual al intelecto, y de esto viene el orar sin distracción» .