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Capítulos de Camino
Humildad

 

Humildad

Después de la fe, la humildad: las dos virtudes «fundantes» . Cap segundo de la serie sobre virtudes. El Autor lo construye en Burgos desglosando, del cap único de Cec («Virtudes»), la parte que trata sobre la humildad (catorce puntos) –que ya estaba allí situada a continuación de la fe– y añadiéndole otros once de nueva redacción.

La temática también se encontraba perfectamente identificada en Cem: los nueve primeros puntos del cap provienen del bloque sobre humildad del primer fascículo (Cem32/109-121), los cuatro siguientes de otro bloque del segundo (Cem33/301-305) y el último punto de Cec fue tomado directamente del Cuaderno VII. La secuencia de Cem pasa, pues, a C, como el lector puede comprobar en el apcrít. Para los puntos que agrega en Burgos, el Autor se sirve de los guiones de predicación de Vergara y Vitoria, en los que expuso una profunda doctrina acerca de la humildad. Cap sumamente anclado en la gran tradición católica, se expresa en él una fuerte conciencia de la «nada» del hombre ante Dios y, a la vez, de los dones que Dios –«el soplo del Espíritu Santo»– pone en nuestra vida. El discurso de este cap es existencial: el «hombre viejo» anidando en el hondón del alma, y ésta, a la vez, transformada por la gracia. El Autor subraya la importancia del «propio conocimiento» para ganar en humildad.


589* Cuando percibas los aplausos del triunfo, que suenen también en tus oídos las risas que provocaste con tus fracasos.


Texto del Cuaderno V, nº 469, fechado en 10-XII-1931. El tenor literal es idéntico al de C. Es el último de los cuatro futuros puntos que el Autor copió ese día . Fueron

escritos ese mismo día o el anterior. Los cuatro están situados al final de un conjunto de anotaciones sobre la «infancia espiritual» que procuraba vivir el Autor en su relación personal con el Señor. Vid com/52.


590* No quieras ser como aquella veleta dorada del gran edificio: por mucho que brille y por alta que esté, no importa para la solidez de la obra.
—Ojalá seas como un viejo sillar oculto en los cimientos, bajo tierra, donde nadie te vea: por ti no se derrumbará la casa.


Texto del Cuaderno II, nº 92, fechado en 2-X-1930 . El punto procede de una reflexión que Josemaría Escrivá anotó en su Cuaderno a propósito del Opus Dei naciente y de su proyección en el futuro. Como tantas otras veces, al reelaborar el texto para publicación, tomó el núcleo de esa reflexión, quitando los contextos más personales e inmediatos:

«Vengo considerando –y lo pongo aquí, porque luego, leyéndolo, se graba más en mí y me hace bien– que los edificios materiales, en su construcción, tienen gran semejanza con los espirituales. Y así como aquella veleta dorada del gran edificio, por mucho que brille y por alta que esté, no importa para la solidez de la obra, mientras, por el contrario, un viejo sillar oculto en los cimientos, bajo tierra, donde nadie lo ve, es de importancia capital para que no se derrumbe la casa..., aunque no brille, como el pobre latón dorado allá arriba... Así, en ese gran edificio, que se llama ‘la Obra de Dios’ y que llenará todo el mundo, no hay que dar importancia a la veleta brillante. ¡Eso ya vendrá! Los cimientos: de ellos depende la solidez toda del conjunto. Cimientos hondos, muy hondos y fuertes: los sillares de ese cimiento son la oración; la argamasa que unirá estos sillares tiene un nombre solamente: expiación. Orar y sufrir con alegría. Ahondar mucho: pues, para un edificio gigante, se precisa una base gigante también» (cursiva del original).

El tema edificio y cimientos es de raigambre evangélica (cfr Mt 7, 24-27): vid com/756, especialmente nt 13. El Autor tenía una ficha autógrafa con la reflexión de San Agustín en un sermón sobre Mt 11, 25-29 . He aquí la traducción de la BAC:

«¿Quieres ser grande? Comienza por lo ínfimo. ¿Piensas construir una gran fábrica en altura?

Piensa primero en el cimiento de la humildad. Y cuanta mayor mole pretende alguien imponer al edificio, cuanto más elevado sea el edificio, tanto más profundo cava el cimiento. Cuando la fábrica se construye, sube a lo alto; pero quien cava fundamentos se hunde en la zanja. Luego la fábrica se humilla antes de elevarse y después de la humillación se remonta hasta el remate» .
Si se compara el texto de C y el del Cuaderno, podrá comprobarse que, aparte del paso al estilo dialógico, hay un desplazamiento en la interpretación de la parábola del gran edificio. En C los sillares son las personas –«tú»–; en el Cuaderno «son la oración». Así lo explicaba ya a Isidoro Zorzano en una carta del año siguiente:
«¿Nuestra labor actual? Cada uno de nosotros somos un sillar de los cimientos. A adquirir vigor espiritual, a prueba de pruebas, para poder resistir el ingente peso de la Obra de Dios. Orar. Expiar» .

Quiere, pues, el Autor, desde el principio del cap, situar al lector ante la «eficacia» –eficacia cristiana, eficacia apostólica– de la humildad. Humildad aquí es tratar de pasar oculto, buscar no aparecer, ni ser honrado y reconocido . Una de las dimensiones de la humildad que más cultivó en su vida personal. Vid p/647 y com.


591* Cuanto más me exalten, Jesús mío, humíllame más en mi corazón, haciéndome saber lo que he sido y lo que seré, si tú me dejas.


Texto del Cuaderno V, Epifanía del Señor de 1932. No es una «consideración» autónoma, sino una nota a propósito de la oración de aquella jornada . Cuenta el Autor que por la mañana las monjas de Santa Isabel le habían regalado «una reliquia, con su auténtica, de San Juan de Dios»8b y después visitó la casa del Amor Misericordioso. Allí hizo su oración –«postrado de bruces, con la frente en el suelo»– pidiendo al Señor los regalos de Reyes, que enumera. He aquí el pasaje conclusivo del relato:
«Y además otro regalo: Amor..., un Amor que me deje limpio. Y otro regalo, aún: Conocimiento propio, para llenarme de humildad. Finalmente, con la reliquia de San Juan de Dios en la mano –mi patrono, con la Ssma. Virgen, durante el año 32 – le dije: quiero amarte más que éste , quiero ser más humilde que éste: cuanto más me exalten, Jesús mío, humíllame más en mi corazón, haciéndome saber lo que he sido y lo que seré, si tú me dejas» .
Aquella oración en postración, con la reliquia de San Juan de Dios en la mano, terminó, como vemos, en una petición a Jesús que es la que da lugar a este punto de C. Vid la segunda frase del p/595. Por lo demás, aquí comienza el tema central del «propio conocimiento» («saber lo que he sido...»). Vid com/593 y 609.


592* No olvides que eres... el depósito de la basura. —Por eso, si acaso el Jardinero divino echa mano de ti, y te friega y te limpia... y te llena de magníficas flores..., ni el aroma ni el color, que embellecen tu fealdad, han de ponerte orgulloso.
—Humíllate: ¿no sabes que eres el cacharro de los desperdicios?1


Texto del Cuaderno V, nº 554, fechado en 8-I-1932 (dos días después del punto anterior). «Lo que he sido y lo que seré», es el tema del punto anterior. Ahora se nos describe el presente: «lo que eres». Tenor literal idéntico, con diferencia en la primera frase, que dice así:

«Niño: no olvides que eres... el recipiente de la basura» .

Ésta, como tantas otras consideraciones procedentes de Apínt –especialmente, las que comienzan: «Niño...»–, es un trozo de su oración personal, y de su «vida de infancia». El Autor se hace a sí mismo –con la luz del Espíritu Santo– la consideración aquí contenida: el cacharro de los desperdicios es, ante todo, él, viéndose en la presencia de Dios. Sólo en un segundo momento, al publicarla, la extiende a los demás, pues ésa es la condición de la criatura humana caída y redimida: un misterio de pecado y de gracia.

A esta consideración sigue en el Cuaderno, inmediatamente, esta otra, que prolonga el pensamiento dentro del mismo «clima», igualmente personal (y que pasará con los años a Forja, 330):
«Niño, pobre borrico : si, con Amor, el Señor ha limpiado tus negras espaldas, acostumbradas al estiércol, y te carga de aparejos de raso y sobre ellos pone joyas deslumbrantes, ¡pobre borrico!, no olvides que puedes, por tu culpa, arrojar la hermosa carga por los suelos... pero tú solo no puedes volvértela a cargar».

En el p/592 hay un profundo conocimiento de eso que Pascal llamaba «ce vilain fond de l’homme» , pero sin la ironía pascaliana: el discurso se mueve, todo él, en lo que podríamos llamar «humildad ante Dios»: un «reconocerse» que está ya atravesado por el Amor. El presente cap de C refleja una «experiencia» de la seriedad de la relación con Dios, común a la tradición de los grandes santos. Desde ella puede también comprenderse, en su ambivalencia, el drama de Lutero, a la vez que se descarta toda concepción, podríamos decir, «apolínea» de la vida espiritual. Vid com/599. En última instancia, el fondo teológico sobre el que está meditando el Autor en ambos puntos es la doctrina de San Pablo en Rm 9, 20-24, incluso con sus imágenes: vasos in honorem y vasos in contumeliam (vid también 2 Tm 2, 20) para que aparezcan los «vasos de misericordia que de antemano preparó para su gloria».
En un texto de los años setenta –la Carta 14-II-1974, n 7– continúa el diálogo comenzado en este p/592:
«Comprende que eres de barro de botijo y no te asustes, nunca más, de topar dentro de ti con abismos de vileza. Clama, ruega, recorre las etapas del hijo pródigo. Tu Padre Dios sale a tu encuentro apenas te confiesas pecador, en aquello que la soberbia te ocultaba como pecado. Comienza para ti una gran fiesta –la profunda alegría del arrepentimiento– y estrenas un traje limpio: una caridad más honda, más divina y más humana, porque cuentas ya con la seguridad de haber aceptado humildemente la poquedad de tu condición».

Detrás de estas expresiones de 1932 y 1974 está una viva conciencia de la teología paulina y agustiniana de la gracia:
«Oportet ut oderis in te opus tuum, ut ames in te opus Dei» .
Como en tantas otras ocasiones, una vivencia semejante a la del p/592 se encuentra en Teresa de Jesús, que explica así por qué aceptó escribir el Libro de su vida:
«Sea bendito por todo, y sírvase de mí, por quien Su Majestad es; que bien sabe mi Señor que no pretendo otra cosa en esto, sino que sea alabado y engrandecido un poquito de ver que en un muladar tan sucio y de mal olor hiciese huerto de tan suaves flores. Plega a Su Majestad que por mi culpa no las torne yo a arrancar y se torne a ser lo que era» .


593* Cuando te veas como eres, ha de parecerte natural que te desprecien.


Texto del Cuaderno V, nº 771, fechado en 11-VII-1932. El tenor literal del texto es idéntico al de C.

Este punto, como los dos anteriores, comienza también situándonos ante el «propio conocimiento», que es principio y fuente del camino de la humildad. El Autor lo dirá formalmente en el p/609 (vid com). Pero no es todavía la humildad, sino su principio, como ya decía San Bernardo: «humilitas, quam nobis veritas parit» . Avanza desde este principio y acepta como cosa lógica y consecuente el ser despreciado. Del entendimiento –vernos como somos– pasa el Autor a la voluntad, que acepta, desea y ama. Este esquema de comprensión (entendimiento y voluntad) está presente en casi todos los puntos de este cap.


594* No eres humilde cuando te humillas, sino cuando te humillan y lo llevas por Cristo.


Texto del Cuaderno V, nº 676, fechado en 30-III-1932. También aquí el original comienza así: «Niño, no eres humilde etc.».

Es otro aspecto de la doctrina clásica de la humildad que tiene una importancia muy singular en la predicación y en la praxis de Josemaría Escrivá. Lo que el Autor afirma aquí es un momento decisivo del patrimonio de experiencia cristiana en la materia. Escribe San Anselmo: «los que quieran subir al monte de la verdadera humildad y se juzgan a sí mismos despreciables, deben tolerar también que otros, al juzgarlos, les desprecien» .

La frase «no eres humilde cuando te humillas» no es sólo un contrapunto a la segunda parte del texto; tiene su peculiar consistencia y su propio mensaje. En la experiencia y praxis espiritual del Autor, ciertos actos exteriores de humillación eran muy sospechosos de inautenticidad, de «falsa humildad». En efecto, quiere que se evite de raíz todo lo que parezca mera exterioridad –«así, tan humildico» (p/603)–, que sería ajeno y opuesto a la naturalidad de la vida cristiana en el mundo que predica. Así, no se encontrará en C –por seguir con los ejemplos de arriba– insistencia alguna en el «segundo grado» de humildad que profesa San Juan de Ávila: «Este menosprecio muestra (el hombre) exteriormente en el hábito y en el andar» . Por lo demás el contrapunto entre los dos miembros de la frase, unido al explícito contenido cristológico con que el Autor plantea la recepción de las humillaciones, tiene una fuerte capacidad de situar al lector ante la cuestión existencial de la humildad.


595* Si te conocieras, te gozarías en el desprecio, y lloraría tu corazón ante la exaltación y la alabanza.


Texto del Cuaderno VI, nº 888, fechado en 3-XII-1932. Las modificaciones textuales fueron ya introducidas en las cuartillas a velógrafo. El original dice así:
«Si te conocieras, te gozarías en el desprecio, y lloraría tu corazón apenado ante la alabanza y la exaltación. –D.O.G.» .
Otro aspecto radical de la humildad cristiana, que el Autor recibe de la tradición. Los dos elementos que integran este punto corresponden a dos de las dimensiones de la humildad, tan sutilmente analizadas por los espirituales, que ofrecen distintas propuestas de comprensión.
Gozarse en el desprecio. San Anselmo dice de los que desean ser humildes: «ha de serles cosa familiar, al ser injuriados, recibir la afrenta con paciencia, como un gran regalo que se les hace» . San Juan de Ávila: «Que en este menosprecio el hombre se alegre» . Y antes, el gran maestro, San Bernardo, que hablando de «la otra manera de humildad» –para la primera cfr p/593–, escribe: «Si ilustrado por el esplendor de la verdad, que te hizo a ti mismo patente ante ti, fueses ahora captado por el Amor, desearías sin duda que todos tuvieran de ti la misma opinión que tú posees, pues responde a la verdad» . Ese deseo es ya gozarse en el desprecio .

Llorar ante la exaltación y la alabanza. «No holgarnos –dice un autor del siglo XVII– ni tomar contentamiento cuando somos alabados y estimados de los hombres» . El Autor de C es más radical: no ya no alegrarnos, sino que llore el corazón .
El punto de partida es, siempre, el «propio conocimiento» (vid p/609).


596* No te duela que vean tus faltas; la ofensa de Dios y la desedificación que puedas ocasionar, eso te ha de doler.
—Por lo demás, que sepan cómo eres y te desprecien. —No te cause pena ser nada, porque así Jesús tiene que ponerlo todo en ti.


Texto del Cuaderno IV, nº 399, fechado –junto con otros tres puntos – en 18-XI-1931. El texto no es una «consideración» sino una nota de examen personal de la que brotará el punto de C. Estamos ante un caso prototípico del paso del «yo» de la anotación en Apínt en diálogo íntimo con el Señor, al «tú» de C, en que el Autor conversa con el lector del libro . Leemos en los Apínt:

«Hoy mismo, después de una conversación como tantas otras, me dio el Señor luces, para comprender mi miseria. Me dejó, como otras veces también, muy mal sabor de boca. No por soberbia, al sentir la falta de toda virtud en mí, sino por la pena de pensar que ni en eso sé dar gusto a Jesús. Agradezco a mi Dios ese chispazo de conocimiento propio, de mi nada... No me duele que vean mis faltas; la ofensa de Dios y la desedificación que puedo ocasionar, eso me duele. Por lo demás que sepan cómo soy y me desprecien. No me causa pena ser nada, porque así Tú tienes que ponerlo todo en mí».

Una consideración, pues, que sale directamente de su oración y de su combate espiritual; véase el texto de San Anselmo citado en com/594 y este otro de San Juan de Ávila: «Que de todo corazón desee ser menospreciado de todos» . Para el Autor de C el punto de partida es la patencia de sus propias faltas, lo que le lleva a esa importante distinción entre el desprecio merecido por ellas –que desea– y la desedificación del prójimo que ellas provocan, que es lo que le duele.

Como se ve, a pesar de la finura de espíritu y del amor a Dios que manifiestan estos textos –o quizá precisamente por ello–, el Autor se consideraba ante el Señor un miserable (p/176, 446, 475, 884), lleno de miserias y «grandísimos pecados» (com/302, 714, 884), que ha sufrido «grandes y numerosas» derrotas, un borrico sarnoso (p/420 y 493: com), nada y menos que nada (p/432). Es algo que ha salido ya por todas partes en los puntos de C y en su substrato literario. Daba de sí mismo esta definición, que expresa toda la paradoja cristiana: «un pecador, que ama con locura a Jesucristo» . Esta conciencia de pecador invadido por la gracia de Dios, de fuerte raigambre paulina, es una característica de los grandes santos.

«No te cause pena ser nada, porque así Jesús tiene que ponerlo todo en ti». Esta frase, conclusiva del punto que nos ocupa, es como una síntesis, en diálogo con el Señor, de los célebres versos de 2 Co 12, 9-10: «Me gozo en mis debilidades y miserias para que habite en mí la fuerza de Cristo».
El Autor, casi un año después, subrayaba la siguiente frase de Francisca Javiera del Valle en el Decenario: «si hay algo en mí, que no es pecado, de Él es; y si hay algo que merezca alabanza, Él me lo ha dado; yo de Él lo he recibido; yo nada mío tengo, porque soy la misma nada». Y la prolongaba con este comentario:
«Menos que la nada, menos que la negación, porque hay un positivo de maldad en mí» .
Vid en com/691 la nota que escribe para su confesor en 1934.

«Desedificación». La palabra sólo está testificada, antes de C, en El Criticón, de Baltasar Gracián (ed. Santos Alonso, Cátedra, Madrid 1993, pg 644), aunque con significación diversa. En cambio, con el sentido mismo de C empleaba ya el verbo (no todavía el sustantivo) Fray Bartolomé de las Casas, 1527-1561, Historia de las Indias, ed. Paulino Castañeda Delgado, Alianza Editorial (Madrid), 1994, pg 2366: «dixo que le había desedificado aquella manera de proceder en la predicación evangélica porque mostraba pretender». Son, como de ordinario, datos del corpus CORDE de la Real Academia.


597* Si obraras conforme a los impulsos que sientes en tu corazón y a los que la razón te dicta, estarías de continuo con la boca en tierra, en postración, como un gusano sucio, feo y despreciable... delante de ¡ese Dios! que tanto te va aguantando.


Texto del Cuaderno IV, nº 239, fechado en 23-VIII-1931. También aquí el Autor escribe en primera persona, desde su experiencia espiritual, sopesando su vida ante Dios:
«Si obrara conforme a los impulsos de mi pobre corazón y a los que la razón me dicta, estaría de continuo con la boca en tierra, en postración, como un gusano sucio, feo y despreciable... delante de ¡ese Dios!, que tanto me va aguantando».

El propio Autor, inmediatamente después de escribir esto en su Cuaderno, «reacciona» allí mismo ante lo escrito y continúa:
«El borrico sarnoso [vid com/420 y 493] esta vez, Señor, rebuznó con verdadera necesidad de decir lo que tenía dentro de su piel de tambor: miseria, soberbia: soberbia, miseria.
Ave María, Virgen de los Besos, Madre, Señora,... Esperanza: que tu Hijo, mi Dios, vuelva a nosotros sus ojos de amor misericordiosos... y me dé su gracia […]».

El p/597 se inscribe en el conjunto de textos de este cap sobre el «propio conocimiento» que lleva a la humildad. El Autor, tiene –y presupone siempre– una concepción positiva, optimista, de la naturaleza humana y de la vida humana: la razón es un «chispazo del entendimiento divino» (p/782), y el corazón, el preciso lugar donde Cristo ha puesto «los mandatos sublimes» (p/493) y «la gloriosa esperanza del Cielo» (p/668). San Josemaría ve al apóstol de Cristo «cabeza y corazón borrachos de Dios» (p/688) . Ahora, en este punto, se sitúa no a nivel ontológico, sino existencial y con terminología de la Escritura y de la tradición espiritual , refleja esa otra dimensión de la experiencia cristiana acerca del hombre que Pablo de Tarso formuló en términos de «hombre viejo» (Rm 6, 6) y «hombre nuevo» (Ef 2, 15). En contraste con toda visión ingenua, rousseauniana del ser humano, el Autor de C constata, ante todo en sí mismo, que hay en el hombre concreto, histórico –en el hombre caído y redimido, también en el cristiano– impulsos del corazón y de la razón que degradan, pues son fruto del fomes peccati, y necesitan ser rectificados con la ayuda divina. «Sufficit tibi gratia mea», dirá con San Pablo (2 Co 12, 9) en el p/707, que es como la prolongación de éste que comentamos. Para el sentido teológico del texto, vid también com/207.


598* ¡Qué grande es el valor de la humildad! —«Quia respexit humilitatem...». Por encima de la fe, de la caridad, de la pureza inmaculada, reza el himno gozoso de nuestra Madre en la casa de Zacarías:
«Porque vio mi humildad, he aquí que, por esto, me llamarán bienaventurada todas las generaciones»1.


Texto del Cuaderno VI, nº 1034, fechado en 7-VII-1933 . El tenor literal del texto es idéntico al de C.
El Autor traduce a la letra el «humilitatem» de la Vulgata, que tiene el sentido, también en el punto de C, no de humildad-virtud, sino de humildad objetiva: nuestra «nada» ante Dios. La Virgen María se consideraba nada y lo proclama (éste es el acto de humildad-virtud) y por eso afirma que el Señor vio la humildad –la bajeza– de su esclava. Sin duda no gustaba al Autor esta palabra, común en las traducciones españolas (Scio, Petisco, Torres Amat): «bajeza» tiene como primera acepción en el DRAE la que lo es, en efecto, en el lenguaje corriente: «hecho vil o acción indigna». Prefirió «humildad» (en la 2ª acepción del DRAE). Pero en Surco, 289, donde cierra el cap sobre «Humildad» invocando a la Virgen, vuelve al célebre texto de San Lucas, que ahora traduce con la tradición: «porque vio la bajeza de su esclava».

599* Eres polvo sucio y caído. —Aunque el soplo del Espíritu Santo te levante sobre las cosas todas de la tierra y haga que brille como oro, al reflejar en las alturas con tu miseria los rayos soberanos del Sol de Justicia1, no olvides la pobreza de tu condición.
Un instante de soberbia te volvería al suelo, y dejarías de ser luz para ser lodo.


Original en el Cuaderno VI, nº 824, fechado en 13-IX-1932 . Transcribimos el texto:
«D.O.G. –Eres polvo sucio y caído. Aunque el viento del Espíritu Santo te levante sobre las cosas todas de la tierra y haga que brilles como oro, al reflejar en las alturas con tu miseria los rayos soberanos del Sol de Justicia, no olvides la pobreza de tu condición. Un instante de soberbia te volvería al suelo, de donde procedes, y dejarías de ser luz para ser lodo».

Como se indica en el apcrít, el Autor escribió en C «que brille» en vez de «que brilles», que es lo que se lee en Cem, Cec y en el Cuaderno. Evidentemente, en la redacción de Burgos quiso subrayar que lo que brilla no eres «tú», sino «el polvo» que eres «tú» .

Pero la anotación del Cuaderno es ante todo oración personal acerca de la propia vida, como se ve en esta nota, escrita unos días después en el retiro de Segovia, en la que vuelve sobre el tema:
«La humildad de Jesús: ¡qué vergüenza para mí, polvo de estiércol, que El —porque quiere— ha levantado, haciendo rebrillar a veces, siempre misericordioso, las luces del Sol de la gracia en mi vileza, gratuitamente ensalzada! ¡Cuántas veces he disfrazado mi soberbia, so capa de dignidad, de justicia!... Y ¡cuántas ocasiones de seguir al Maestro he perdido, o no he aprovechado, por no sobrenaturalizarlas!»38b.

El pensamiento tiene afinidad con este de Teresa de Lisieux: «Mi alma os parece resplandeciente y dorada, porque está abierta a las miradas del Amor. Si el sol divino dejara de enviarme sus rayos, me volvería enseguida oscura y tenebrosa» .

El p/599 conecta de manera clara con el p/592: el mismo fondo a través de dos comparaciones diversas: la basura, el jardín, las flores y el Jardinero, allá; el polvo, la luz, el viento y el Sol de Justicia, aquí. Ambos puntos se mueven en la esfera del «propio conocimiento», que es «conocimiento de fe»: conocimiento por la gracia del misterio del hombre, que es misterio de pecado y de gracia .


600* ¿Tú..., soberbia? —¿De qué?


Texto del Cuaderno VI, nº 985, fechado en 18-IV-1933 . El tenor literal del texto es idéntico al de C. En su brevedad, el punto resume lo hasta ahora adquirido.


601* ¿Soberbia? —¿Por qué?... Dentro de poco —años, días— serás un montón de carroña hedionda: gusanos, licores malolientes, trapos sucios de la mortaja..., y nadie, en la tierra, se acordará de ti.

Texto del Cuaderno VI, nº 968, fechado en 25-III-1933 . El tenor literal del texto es idéntico al de C. Las modificaciones de puntuación fueron ya introducidas en las cuartillas a velógrafo.
Vid p/742, que tiene una proximidad en las imágenes y en el vocabulario .


602* Tú, sabio, renombrado, elocuente, poderoso: si no eres humilde, nada vales. —Corta, arranca ese «yo», que tienes en grado superlativo —Dios te ayudará—, y entonces podrás comenzar a trabajar por Cristo, en el último lugar de su ejército de apóstoles.


Texto del Cuaderno VII, nº 1089, fechado en 19-XII-1933 . Tenor literal idéntico, con esta diferencia al final: «y entonces comenzarás a trabajar por Cristo, en el último lugar de su ejército de apóstoles».

Interesante la autocorrección que el propio Autor hizo en su Cuaderno mientras escribía el texto transcrito. Escribió primero: «y entonces podrás trabajar», que corrigió así en el propio Cuaderno: «y entonces comenzarás a trabajar». Y al pasar al texto impreso, la última corrección: «y entonces podrás comenzar a trabajar». Una forma de señalar la radicalidad con que se opone al seguimiento de Cristo el «yo» engreído: impide el propio conocimiento y, por tanto, la humildad. El tema de «el último» –frecuente en C (vid p/365, 430)– tiene aquí su lugar específico.


603* Esa falsa humildad es comodidad: así, tan humildico, vas haciendo dejación de derechos... que son deberes.


Éste es el primero de los puntos agregados en Burgos a este cap. Estamos, pues, de nuevo ante las octavillas o «gaiticas» que el Autor redacta con la intención de añadirlas al futuro libro. El texto está escrito sobre una octavilla Bl. Pudo actuar como recordatorio del tema esta anotación de su predicación:
«Huyamos de la falsa humildad, que es comodidad» .

Pero es más que probable que la ficha estuviera redactada, ya antes de predicar en Vergara, a partir de lo que escribió en su Cuaderno de Apuntes donde anotó los EjEsp que hizo en Pamplona, recién llegado a zona nacional, Navidad de 1937. Allí se lee, con fecha 21 de diciembre:
«¡Humildad, humildad, cuánto cuesta! Es falsa humildad la que lleva a hacer dejación de los derechos del cargo. No es soberbia, sino fortaleza, hacer sentir el peso de la autoridad cortando, cuando así lo exige el cumplimiento de la santa Voluntad de Dios» .


604* Reconoce humildemente tu flaqueza para poder decir con el Apóstol: «cum enim infirmor, tunc potens sum»—porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.


Texto escrito sobre una octavilla Re. No conozco interrelación documental.


605* Padre: ¿cómo puede usted aguantar esta basura? —me dijiste, luego de una confesión contrita.
—Callé, pensando que si tu humildad te lleva a sentirte eso —basura: ¡un montón de basura!—, aún podremos hacer de toda tu miseria algo grande.


Texto escrito sobre una octavilla Re. Tampoco hay interrelación documental conocida.
El lenguaje de este punto ilumina el sentido del «depósito de la basura» del p/592. El hombre, como dice por todas partes el Autor, es criatura de Dios y, por la gracia cristiana, nada menos que hijo de Dios. De ahí que el cristiano mire el orden de la Creación y de la Redención y se quede extasiado ante tanta bondad: «dale gracias por todo, porque todo es bueno» (p/268). Pero el misterio del pecado anida allí mismo donde se da la bondad ontológica del ser humano, que «se siente» un montón de basura (un montón de pecados), y a la vez –mediando una «confesión contrita»– se dispone a ser «algo grande» por el agradecimiento y la alabanza, como decía Agustín de Hipona: «In confessione sui accusatio Dei laudatio est» .


606* Mira qué humilde es nuestro Jesús, ¡un borrico fue su trono en Jerusalén!...


Texto escrito, sobre una octavilla Bl. Reaparece el tema del borrico, que tiene numerosas variaciones en los escritos del Autor, que desde mucho tiempo atrás se consideraba el borrico de Jesús . Todo hace pensar que esta ficha la escribió recordando un momento culminante de esa experiencia, grabado en su alma, que él mismo dejó escrito el año 1932:
«Esta mañana, como de costumbre, al marcharme del Convento de Santa Isabel, me acerqué un instante al Sagrario, para despedirme de Jesús diciéndole: Jesús, aquí está tu borrico... Tú verás lo que haces con tu borrico... –Y entendí inmediatamente, sin palabras: «Un borrico fue mi trono en Jerusalén» .

Pocos días después anotaba:
«Jesús, puesto que soy tu borrico, dame la tozudez y fortaleza del borrico, para cumplir tu amable Voluntad» .

Desde la Legación de Honduras escribía en una carta:
«En ascuas ando, por no saber noticias de mis hijos de fuera: pero siempre con la misma esperanza de abrazar a todos, cuando la guerra termine. De Josemaría quiero contarte que asegura que, en estos tiempos de desconcierto, es cuando más concertado está con su amigo de quien es borrico, pues lo lleva mucho encima. Yo no lo entiendo. Un abrazo muy fuerte de Mariano» .


607* La humildad es otro buen camino para llegar a la paz interior. —«Él» lo ha dicho: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón... y encontraréis paz para vuestras almas».


Texto escrito sobre una octavilla Bl. El tipo de papel y la señal de una grapa aúnan en un pequeño bloque redaccional este punto y los dos siguientes (608 y 609), que el Autor escribe con toda probabilidad a partir del guión 118. Este p/607 se redacta desde esta anotación bíblica:
«Discite a me quia mitis sum et humilis corde... et invenietis requiem animabus vestris (Matth. XI, 29)» .


608* No es falta de humildad que conozcas el adelanto de tu alma. —Así lo puedes agradecer a Dios.
—Pero no olvides que eres un pobrecito, que viste un buen traje... prestado.


Vid com/607. Aquí la nota del guión dice así:
«Verdadera humildad: Humildad y verdad. –humildad de garabato –humilis mente (qui gloriatur, in Domino glorietur [1 Cor 1, 31]). Llevar vestido ajeno» .

Hay una afinidad temática entre el guión y el punto de C con la nota de su Cuaderno, varios meses anterior, citada en com/168, que copio de nuevo:
«Me veo como un pobrecito, a quien su amo ha quitado la librea. ¡Sólo pecados! Entiendo la desnudez sentida por los primeros padres. Y mucho he llorado: mucho he sufrido. Sin embargo soy muy feliz» .


609* El propio conocimiento nos lleva como de la mano a la humildad.


Vid com/607. El apunte del guión, que tiene idéntico tenor literal , está al comienzo del mismo. Al final del guión se lee (cursiva del original):

«Como fruto del conocimiento propio, busquemos y pidamos la humildad. Así... et invenietis requiem animabus vestris [Mt 11, 29]».
En la formulación de los puntos de C puede decirse que ésta, la del propio conocimiento, es la verdadera prioridad. El Autor que, como dije, no habla de grados, ni tiene preocupación «sistemática», sí quiere dejar claro al lector este radical comienzo. En los puntos procedentes de la redacción de Cuenca, el tema y su carácter de presupuesto de todo el camino salían indirectamente aquí y allá (vid p/591: «saber lo que he sido»; p/593: «cuando te veas como eres»; p/595: «si te conocieras»). En la redacción definitiva es objeto de esta explícita declaración, ya hacia el final del cap, recogiendo el camino andado en los puntos anteriores.

Como ya dijimos en com/593, es la doctrina del propio conocimiento algo de radical importancia antropológica, reconocida por los filósofos paganos y la tradición cristiana . Vid p/91, donde el Autor explica cómo el propio conocimiento tiene su hogar nativo en el diálogo de la oración. Este «conocimiento» lleva a la humildad porque es, ante todo, un «reconocimiento» de las propias miserias (p/242, 283, 473, 475, 595, 604).


610* Tu reciedumbre, para defender el espíritu y las normas del apostolado en que trabajas, no debe flaquear por falsa humildad. —Esa reciedumbre no es soberbia: es virtud cardinal de fortaleza.


Texto escrito sobre una octavilla Jef, también a partir del guión citado en com/607:
«Falsa humildad. Virtud de fortaleza. Derechos personales, derechos del cargo» .

Detrás había una larga experiencia personal de la tensión entre ambas virtudes. En los EjEsp de Navidad de 1937, mirando hacia atrás, escribe:
«Humildad y Fortaleza: ¡Qué falta me hace la verdadera humildad! Pero, paralelamente, ¡qué falta me hace también la virtud de la fortaleza! –Con esta virtud hubiera podido evitar una buena parte de los disgustos que me dieron algunos sacerdotes santos» .

Ya en 1935 había escrito en su Cuaderno:
«Jesús: humildad es fortaleza» .


611* Por soberbia. —Ya te ibas creyendo capaz de todo, tú solo. —Te dejó un instante, y fuiste de cabeza. —Sé humilde y su apoyo extraordinario no te faltará.


Texto escrito sobre una octavilla Drv, en cuyo dorso se lee (con letra de Álvaro del Portillo): «Querido Miguel: te escribo ... las vacaciones de Navidad» (de 1938). Posterior es por tanto la redacción de la «gaitica». En Honduras había predicado una meditación titulada «Militia est vita...», de la que son estas palabras:
«Esta es, muy a menudo, la causa de nuestros fracasos: la soberbia. Nos lanzamos a combatir, sin contar con Dios, fiados sólo de nuestras propias fuerzas. Es lógico, entonces, que la derrota venga a traernos a la realidad, a recordarnos que sin El nada somos ni nada podemos» .

Aparece en este punto con toda claridad el carácter de fundamento que tiene la humildad. Vid Introd al cap. Ella es «fundamento», «apoyo» del edificio, bien entendido que, como dice aquí el Autor, apoyo en sentido propio sólo es Dios: la humildad lo es en cuanto don de Dios.


612* Ya puedes desechar esos pensamientos de orgullo: eres lo que el pincel en manos del artista. —Y nada más.
—Dime para qué sirve un pincel, si no deja hacer al pintor.


Texto escrito sobre otra octavilla Drv, en cuyo dorso se lee: «ad (plat.)». Ya se ve que es el final del título de un guión de plática. Escrita con pluma muy fina –de las que no gustaban al Autor–, casi con toda seguridad en Vitoria, mientras predicaba. En el guión 122 hay esta anotación:
«Los instrumentos: el pincel y el pintor» .
Y en la plática «Sumisión» hay este apunte:
«Pincel, en manos del artista ¡Qué bueno es ser instrumentos!» .
De una meditación en la Legación de Honduras:
«¿Desde cuándo se queja la cepa –como dicen los labradores– al ser podada por su dueño? ¿Desde cuándo el pincel se lamenta y pide razones de su proceder a la mano que lo maneja? ¿Qué somos nosotros más que instrumento –muy vil, muy indigno– en la mano del Señor, para la ejecución de su Obra?» .


613* Para que seas humilde, tú, tan vacío y tan pagado de ti mismo, te basta considerar aquellas palabras de Isaías: eres «gota de agua o de rocío que cae en la tierra, y apenas se echa de ver».


Texto escrito sobre una octavilla Bl. Procede sin lugar a dudas de este apunte de un guión de predicación:
«Las gentes son como si no fuesen, ‘gota de agua o de rocío que cae en la tierra, y apenas se echa de ver’ (Isai. XL, 17)» .
Desde este precedente textual hay que reconsiderar el texto bíblico que da base a este punto. El Autor, como digo, tiene delante el guión 129 de su colección de pláticas y meditaciones, lo que es evidente por la frase común ‘y apenas se echa de ver’. El problema es que, en su literalidad, la frase bíblica pertenece al libro de la Sabiduría (11, 23), y no al de Isaías. Aunque la cosa no es tan simple. Podemos seguir la peripecia estudiando el guión que sirve de base . Para construir ese texto utiliza –así lo anota al comienzo de su escrito–, entre otras fuentes, las célebres «Meditaciones» del jesuita Luis de la Puente, un clásico del XVII.

La frase que hemos copiado del guión sintetiza esta otra de La Puente:
«[Consideraré] lo que las criaturas son en comparación de Dios, ante quien, como dice Isaías, ‘las gentes son como si no fuesen, son como nada y como cosa vacía de ser (Is. 40, 17), como son una gota de agua o del rocío de la mañana que cae en la tierra (Sap. 11, 23) y apenas se echa de ver’...» .
Como se ve, Escrivá apuntó en su guión la referencia del Profeta y no la del Sabio , aunque en la frase del guión había texto de uno y otro. Es digno de notarse esto porque aquella colección de guiones de predicación es un arsenal de textos bíblicos, bien citados y referenciados. El caso es que la parte del apunte que pasaría a C es la del Libro de la Sabiduría, no la de Isaías. Cuando el Autor en diciembre del 38 relee los guiones de agosto, entendió que el tema de la «gutta» era de Isaías y lo puso en boca del Profeta como solía hacer con frecuencia: como traducción libre y paráfrasis. No obstante, desde el punto de vista crítico la frase bíblica citada en este p/613 hay que asignarla no a Isaías sino al Libro de la Sabiduría, cerrando las comillas después de «tierra». La frase ‘y apenas se echa de ver’ es una paráfrasis.

 

Cap 27 27 [Msb: 18]. Humildad, p/589-613 [14 de Cec + 11 de Msb] C || Cap nuevo [+ ex 17. Virtudes, cd/231-252] Cec
La cuartilla que abarca el bloque de octavillas tiene escrita a máquina la palabra HUMILDAD y tiene en su dorso, con letra de Álvaro del Portillo, la datación de una carta al estilo de la época: «Burgos, 4 Enero 1938». Pienso que el error que lleva a empezar de nuevo la carta es que el año no es 1938 sino 1939.
589 Apínt Cem32/111 Cec/57.2-Ceb/239
Son: 897, 757, 889, 589.
590 Apínt Cem32/112 Cec/57.3-Ceb/240 ||| tierra,] tierra Cem

A continuación transcribió el futuro p/969.
La ficha est en latín: «Magnus esse vis? a minimo incipe. Cogitas magnam fabricam construere celsitudinis? de fundamento prius cogita humilitatis. Et quantam quisque vult et disponit superimponere molem aedificii, quanto erit majus aedificium, tanto altius fodit fundamentum. Et fabrica quidem cum construitur, in superna consurgit; qui autem fodit fundamentum, ad ima deprimitur. Ergo et fabrica ante celsitudinem humiliatur, et fastigium post humiliationem erigitur». Ésta es la referencia que escribió: «S. Augustini (Sermo 10 de Verbis Domini)». Se encuentra en AGP, sec A, leg 50-4, carp 1, exp 19, ficha 12. El legajo reúne textos sobre «cosas pequeñas». Vid com/418 y cap 39 (especialmente p/813 y com).
San AGUSTÍN, Sermón 69, 2; BAC 441, 1983, pg 294.
Carta de Josemaría Escrivá a Isidoro Zorzano, Madrid 3-IX-1931; EF 310903-1.
La doctrina clásica lo expresaba así: «no desear ser honrado y estimado de los hombres, antes huir de todo lo que dice honra y estimación». Así, el P. Alonso RODRÍGUEZ, Ejercicio de perfección, Parte 2, tratado 3º, cap 14; AP, 1950, pg 900, que llama a esta dimensión de la humildad «primer escalón de la humildad».
591 Apínt Cem32/113 Cec/57.4-Ceb/241
Es decir, el texto no se encuentra en el nivel d, sino b de los Apínt (vid IntrodGen § 3, 1, b; pg 24).
8b Cuaderno V, día de Reyes de 1932, nº 546.
Alusión a los patronos de que se habla en com/305. Acababa de ser en Santa Isabel el de 1932 (Cuaderno V, 1-I-1932, nº 532).
San Juan de Dios.
Cuaderno V, nº 547, 6-I-1932. La cursiva es mía.
592 Apínt Cem32/114 Cec/57.5-Ceb/242 |||| 1 cfr Rm 9, 20-24; 2 Tm 2, 20
En el Cuaderno decía primero: «recipiente». La modificación fue ya introducida en las cuartillas a velógrafo.
El «borrico», en los Cuadernos, es siempre el Autor. Para el tema del «borrico», vid com/420, 606 y 998.
Blaise PASCAL, Pensées, 453; Léon BRUNSCHVICG (ed.), Librairie Générale Française, Paris 1972, pg 209.
San AGUSTÍN, Tratados sobre el Evangelio de San Juan, 12, 13; BAC 139, 1955, pg 314s.
Libro de la Vida, 10, 9; BAC 212, 8ª ed, 1986, pg 69. La cursiva es mía.
593 Apínt Cem32/116 Cec/57.6-Ceb/243 ||| como] cómo Cem
San BERNARDO, In Canticum, sermo 42, 6; BAC 491, 1987, pg 572-3.
594 Apínt Cem32/117 Cec/58.1-Ceb/244
San ANSELMO, De similitudinibus, cap 106; PL 149, 668 A. San Anselmo llama a esta actitud cristiana quinto grado de humildad. La misma doctrina en los autores posteriores: por ej –entre los clásicos españoles–, San Juan de Ávila, que formula así el tercero de los cinco grados de humildad que establece: «(que el hombre) cuando es menospreciado de otros, tenga paciencia» (Cinco grados de humildad; BAC 324, 1971, pg 505, lín 6); y el P. Alonso Rodríguez describe así su «segundo escalón» de la humildad: «sufrir con paciencia ser despreciado de otros: que cuando se os ofreciere alguna ocasión, que parezca que es menoscabo y desprecio vuestro, lo llevéis bien» (Ejercicio de perfección, Parte 2, tratado 3º, cap 14; AP, 1950, pg 901). El Autor de C se desinteresa –en su pedagogía pastoral, podríamos decir– por la clasificación y la sistematización de los grados de la humildad, escalones de la humildad, etc., tan frecuente en los autores; lo mismo que por las etapas de la oración, de la contemplación, etc. Distinciones y sistematizaciones que evidentemente conoce, pero que se «salta» con toda naturalidad, por lo que prescinde de esa terminología. Se diría que él, con los puntos de C sobre la humildad, busca remover la experiencia cristiana del lector y provocar una nueva comprensión y una nueva experiencia personal en su combate interior.
Cinco grados de humildad; BAC 324, 1971, pg 505, lín 6.
595 Apínt Cem32/118 Cec/58.2-Ceb/245
Sobre esta sigla, vid com/11.
Sexto grado de humildad según San ANSELMO, De similitudinibus, cap 107; PL 149, 668 B.
Cinco grados de humildad; BAC 324, 1971, pg 505, lín 4. Es el cuarto grado de humildad del Maestro Ávila.
In Canticum, sermo 42, 6; BAC 491, 1987, pg 573s.
Vid Alonso RODRÍGUEZ, Ejercicio de perfección, Parte 2, tratado 3º, cap 15; AP, 1950, pg 905-910: «Del cuarto escalón, que es desear ser despreciados y tenidos en poco y holgarnos con ello».
Ibidem, cap 14; pg 903, que llama a este aspecto el «tercer escalón».
Un apunte de su Cuaderno de unos meses después muestra cómo este consejo era realidad en la vida del Autor: «... con este motivo, fui a ver a D. P. Poveda [vid IntrodGen § 7, 3 b], tan bueno, tan hermano siempre conmigo, y me dijo que ayer se reunieron los Rectores de todos los Patronatos que han pasado a la jurisdicción ordinaria. Y sucedió que, como trataran del personal, el Sr. Vicario de Madrid (Morán), que presidía, hizo de este pobre borrico un elogio tal que D. P. Poveda se quedó encantado. Cuando salí de la Institución Teresiana y cogí el 48 [el tranvía que iba desde Atocha, cerca del Patronato de Santa Isabel y de la casa de las teresianas, hasta la Glorieta de Quevedo, muy cerca de donde vivía el Autor], ¡qué vergüenza, qué pena más honda me hizo sentir el Señor, por esos elogios del Vicario! [Al borrico] Le faltó poco para llorar» (Cuaderno VI, nº 994s, 30-IV y 1-V-1933).
596 Apínt Cem32/120 Cec/58.3-Ceb/246 ||| Jesús] el Señor Cem
Futuros puntos de C transcritos ese día: 187, 596, 443, 762.
Es decir, el texto no se encuentra en el nivel d, sino en el b de los Apínt (vid IntrodGen § 3, 1, b; pg 24).
Las modificaciones textuales fueron ya introducidas en las cuartillas a velógrafo.
Cinco grados de humildad; BAC 324, 1971, pg 505, lín 8-9.
Yo, personalmente –creo que todos los que han convivido con él podrían decir lo mismo–, le he oído en diversas ocasiones, de una manera o de otra, esta autodefinición de su vida, que ya había dado en 1940 a un ilustre periodista español, D. Manuel Aznar, que fue Director de La Vanguardia, de Barcelona, y le manifestó el deseo de escribir su biografía. Vid un detenido relato en Álvaro DEL PORTILLO, Entrevista, pg 207. Pocos meses antes de su muerte lo decía con palabra fuerte y desconcertante humildad, conversando con los miembros del Consejo General del Opus Dei: «¿El Padre? Un pecador que ama a Jesucristo, que no acaba de aprender las lecciones que Dios le da; un bobo muy grande: ¡esto era el Padre! Decidlo a los que os pregunten, que os lo preguntarán» (Notas de una tertulia, Roma 5-IV-1975; AGP, sec A, leg 51; también en AGP, sec P, leg 1, 1977, pg 12). —En una conversación de San Josemaría, en los primeros años cuarenta, con Fray José López Ortiz, futuro Obispo de Tuy-Vigo, y según el testimonio de éste, el Autor de C le decía: «No te preocupes, Pepe, porque todo lo que dicen aquí, gracias a Dios, es falso: pero si me conociesen mejor, habrían podido afirmar con verdad cosas mucho peores, porque yo no soy más que un pobre pecador, que ama con locura a Jesucristo». Fray José López Ortiz, según cuenta Álvaro del Portillo, que asistió a la entrevista, había entregado al Autor de C una copia de un «dossier reservado» sobre la Obra y su Fundador: los servicios de información de la Falange lo habían hecho llegar a las autoridades locales, y a López Ortiz se lo facilitó una persona de su confianza. Aquel documento rebosaba calumnias y significaba el comienzo de otra campaña difamatoria contra el Fundador. Recogía todas las maledicencias divulgadas con anterioridad. San Josemaría dijo la frase transcrita cuando terminó la lectura del dossier, al ver la pena y preocupación de Fray José (Vid Álvaro DEL PORTILLO, Entrevista, pgs 118s; y José LÓPEZ ORTIZ, «Testimonio», en Testimonios sobre el Fundador del Opus Dei, 1994, pgs 241-242).
Glosas marginales al Decenario 1932, pg 109; Patmos 35, pg 119; Logos 52, pg 170.
597 Apínt Cem32/121 Cec/58.4-Ceb/247 ||| que sientes en tu corazón] de tu pobre corazón Cem || Dios!] Dios!, Msb Txm
Vid también p/40, 378, 988.
Vid por ej, Sal 22 [21], 7: «yo soy un gusano y no un hombre»; Santa TERESA, passim, por ej Libro de la Vida, 19, 2; BAC 212, 8ª ed, 1986, pg 104: «¡Seáis alabado, oh regalo de los ángeles, que así queréis levantar un gusano tan vil!».
598 Apínt Cem33/301 Cec/58.5-Ceb/248 ||| humilitatem] humillitatem Cec C1 || «Porque] «porque Cec |||| 1 Lc 1, 48
Futuros puntos de C transcritos ese día: 794, 400, 190, 840, 709, 684, 598, 926.
599 Apínt Cem33/303 Cec/59.1-Ceb/249 ||| brille] brilles Cem Cec |||| 1 cfr Ml 4, 2: nomen meum sol iustitiae
Futuros puntos de C transcritos ese día: 429, 599, 495.
«Deo omnis gloria», como bien sabemos. Vid com/11.
Predicaba en 1958: «Suelo contar esa anécdota que tantas veces me habéis oído, y que es tan clara: la del polvo que es elevado por el viento hasta formar en lo más alto una nube dorada, porque admite los reflejos del sol. De la misma manera, la gracia de Dios nos lleva altos; y reverbera en nosotros toda esa maravilla de bondad, de sabiduría, de eficacia, de belleza, que es Dios» (Notas de una meditación, Roma 2-XI-1958; AGP, sec A, leg 51).
38b Apínt, nº 1651, sábado 8-X-1932 (5º día del retiro). Este texto da entrada a p/533 en las notas de Segovia y es la matriz de Forja, 56.
Citado en Juan GONZÁLEZ ARINTERO, «Vida mística de la Beata Teresita», en La Vida Sobrenatural, nº 53, 1-V-1925, pg 298. Escribe el P. Tomás Álvarez OCD: «Este texto se halla en «Novissima Verba» (Derniers entretiens), en el día 25 de julio de 1897, nº 5, pero ya no se halla en las presentes ediciones, ni españolas ni francesas, por corresponder al «Novissima Verba» editado algo apresuradamente por M. Inés en 1926. Creo que normalmente pasase de la edición de M. Inés a las traducciones españolas de Historia de un Alma» (Carta del P. Tomás Álvarez OCD a Pedro Rodríguez, Burgos 23-I-2001; se lee todavía en la edición de las Obras Completas, versión castellana a cargo de Fr. Emeterio García Setién, Monte Carmelo, Burgos 1964, pg 1137). El P. Arintero, según Álvarez (ibidem), pudo tener acceso al manuscrito de M. Inés antes de su publicación. El «textus receptus» de ese pasaje proviene de María del Sagrado Corazón y dice así: «En me penchant un peu, je voyais par la fenêtre le soleil couchant qui jetait ses derniers feux sur la nature, et le sommet des arbres paraissait tout doré. Je me disais alors: Quelle différence si on reste à l’ombre ou, qu’au contraire, on s’expose au soleil de l’amour. Alors on paraît tout doré. C’est pour cela
que je parais toute dorée. En réalité je ne le suis pas et je cesserais de l’être immédiatement si je m’éloignais de l’amour» (TERESA DE LISIEUX, Œuvres complètes, Cerf 1992, pg 1169; Obras completas, MEC 5, no recoge este pasaje). El artículo de Arintero fue leído como «lectura espiritual» en el retiro que San Josemaría predicó a los universitarios de Ferraz en 18-VIII-1935; AGP, sec A, leg 47, carp 3, exp 6.
Comentario estilístico en J. M. IBÁÑEZ LANGLOIS, Josemaría Escrivá como escritor, 2002, pgs 35-36.
600 Apínt Cem33/304 Cec/59.2-Ceb/250
Futuros puntos de C transcritos ese día: 929, 600, 842.
601 Apínt Cem33/305 Cec/59.3-Ceb/251
Futuros puntos de C transcritos ese día: 601, 678, 422, 21, 910, 872.
Son las palabras duras, fuertes, de la tradición espiritual: San BERNARDO, Formula honestae vitae. Utile monitum de consideratione mortis, PL, 184, 1170D: «quomodo componantur in tumulo, quomodo pulvere contegantur, quomodo vorentur a vermibus, quomodo quasi saccus putrefactus consumantur»; Alonso RODRÍGUEZ, Ejercicio de perfección, Parte 2, tratado 3º, cap 6; AP, 1950, pg 866: «materia hedionda y sucia... un vaso de estiércol... manjar de gusanos».
602 Apínt Cec/59.4-Ceb/252 ||| humilde,] humilde Cec || superlativo] superlativo, Cec
Futuros puntos de C transcritos ese día: 919, 334, 602.
603 Apínt Msb ||| derechos] praec tus Msb del
EjEsp, Plática «Humildad de los Apóstoles», Vergara 5-IX-1938; guión nº 124. —Este apunte, que fue recordatorio para este punto de C, sirvió después de falsilla para Surco, 265. —Falsa humildad = comodidad también en Surco, 627. «Falsa humildad» es concepto muy presente en la predicación del Autor. Vid p/610; Forja, 246 y 473; Es Cristo que pasa, 159.
Cuaderno VIII dpdo, nº 1436. De las notas anteriores de ese mismo día procede también el p/804. El texto arriba transcrito dará lugar a Forja, 884.
604 Msb ||| Reconoce] praec Reconócete Msb del || flaqueza] flaqueza, Msb Txm |||| 1 2 Co 12, 10
605 Msb ||| —me dijiste, Msb Txm] —me dijiste—, C || que si] que, si Msb Txm
San AGUSTÍN, Sermón 67, 2; BAC 441, 1983, pg 268.
606 Msb |||| 1 Mc 11, 2-7; Jn 12, 14-16
Sobre el tema vid com/57, 80, 98, 176, 420 y 493 (borrico sarnoso), 571, 592, 596, 677, 691, 729, 731, 801, 852, 874, 882, 933, 998.
Texto del Cuaderno V, nº 543, 4-I-1932.
Cuaderno V, nº 596, 5-II-1932.
Carta de Josemaría Escrivá a Francisco Botella, Madrid 28-III-1937; EF 370328-1. Es «cuando más concertado está con su amigo de quien es borrico»: un giro para expresar su unión con Jesucristo en medio de esos sufrimientos.
607 Msb ||| camino] camino, Msb Txm |||| 1 Mt 11, 29
EjEsp, Plática «Espíritu de humildad», Vitoria VIII-1938; guión nº 118.
608 Msb
Ibidem; la cursiva es del original. –«Humildad de garabato»: expresión clásica castellana para designar los gestos inauténticos de humildad; «humildad afectada», señala MOLINER, I, pg 1516; voz «humildad».
Cuaderno VIII dpdo, nº1567; Burgos, 7/10-III-1938. Cfr Forja, 174.
609 Msb
EjEsp, Plática «Espíritu de humildad», Vitoria VIII-1938; guión nº 118.
Para Anselmo es éste el «primer grado» de la humildad: «primus gradus in monte humilitatis, cognitio sui» (San ANSELMO, De similitudinibus, cap 101; PL 149, 665C). Santa Catalina de Siena: «En cuanto el alma se conoce a sí misma, encuentra la humildad» (El diálogo, cap 7; BAC 143, 1955, pg 191). El P. Alonso RODRÍGUEZ, Ejercicio de perfección, Parte 2, tratado 3, cap 5; AP, 1950, pg 865, resumía así la tradición: «Todos convenimos en que el conocimiento propio es el principio y fundamento para alcanzar la humildad y tenernos en lo que somos».
610 Msb
EjEsp, Plática «Espíritu de humildad», Vitoria VIII-1938; guión nº 118.
Cuaderno VIII dpdo, nº 1435, 21-XII-1937. Esos sacerdotes intentaron vincularse al Opus Dei, pero no entendieron su espíritu. Fue aquélla, para el Fundador, una experiencia personal dolorosa. Por «falsa humildad» –estimaba el Autor– no les hizo notar, con la suficiente claridad, que la Obra no la tenían que inventar ellos, sino que era de Dios y que el Señor se la había hecho ver a él, que era un pobre pecador, pero que era el único a quien correspondía definir su espíritu. Al rememorar los hechos ahora –en su examen de conciencia del retiro– concluye que debió haber empleado más la fortaleza cristiana. Sobre el tema vid VÁZQUEZ DE PRADA, I, pgs 533-642.
El contexto es el mismo que el del pasaje citado de los EjEsp del 37. San Josemaría anota en su Cuaderno la conversación con uno de esos sacerdotes: «Aproveché para decir que en la Obra no hay más cabeza que yo (Jesús: humildad es fortaleza), y que yo consultaré lo que quiera, y dejaré de consultar lo que me parezca: porque en la Obra no hay más que un camino: obedecer o marcharse. Todo esto, dicho muy afectuosamente. Lo cierto es que a todos debo agradecimiento» (Cuaderno VIII, nº 1303, 25-XI-1935; vid com/941 nt 30). Como dice Álvaro del Portillo (nota al pasaje transcrito), estaban ya bien vencidas las tentaciones de «falsa humildad» que sufría.
611 Msb ||| todo, Txm add autogr] todo Msb Txm del
PredicHond, «Militia est vita...», 21-VI-1937, pg 120; XIX.
612 Msb
EjEsp, Plática «Espíritu de obediencia», Vitoria 19-VIII-1938; guión nº 122.
Plática titulada «Sumisión», sin fecha ni lugar, pero 1938; está, fuera del legajo de guiones, en AGP, sec A, leg 50-13, carp 2, exp 10. Es el esquema de plática o meditación que predicó en varias ocasiones, durante esa época, a las teresianas.
PredicHond, «Unión y obediencia», 29-VI-1937, pg 164; XXVI.
613 Msb |||| 1 cfr Sb 11, 23
EjEsp, Meditación «Pecados. Repetición», Vitoria 19-VIII-1938; guión nº 129.
El Autor preparó estas meditaciones para los EjEsp de Vitoria y de Vergara en Ávila, donde era huésped del Obispo don Santos Moro, en los primeros días de agosto de 1938. Vid IntrodGen § 7 nt 21.
L. de LA PUENTE, Meditaciones, Parte I, Meditación 4, punto 3º («De la gravedad del pecado, por la vileza del hombre que ofende a Dios y por la nada que tiene de su cosecha»); AP, I, 1950, pgs 91-94.
Vulgata Is 40, 17: «Omnes gentes quasi non sint, sic sunt coram eo, et quasi nihilum et inane reputatae sunt ei».
Vulgata Sb 11, 23: «(Ante te orbis terrarum) tanquam gutta roris antelucani quae descendit in terram».
Tal vez tenía en la mente la frase de Isaías, próxima a la de Sb 11: «ecce gentes quasi stilla situlae».