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Capítulos de Camino
Devociones

 

Devociones

El lector habrá observado que en el cap anterior, titulado «Comunión de los santos», ésta –la comunión– aparece como la fraternidad de los cristianos que «peregrinan en la tierra». La comunión total con los que, «ya difuntos, se purifican, mientras otros son glorificados, contemplando claramente al mismo Dios» , se aborda en el presente cap. El Autor trata ahora, primero, de nuestra comunión con «el hombre Cristo Jesús» (1 Tm 2, 5; p/554-557) y, a continuación, de la comunión con los hombres y mujeres que nos han precedido en la fe y con los ángeles: con la Virgen María (p/558) y con San José (p/559-561), con los Ángeles Custodios (p/562-570), con las almas del purgatorio (p/571). Pero Escrivá no se limita a la afirmación doctrinal de esta misteriosa «communio», sino que dialoga con los lectores sobre las tradiciones eclesiales y la praxis devocional –el cap se llama «Devociones»– que, según su experiencia, permiten expresar de manera sencilla y piadosa esas relaciones que se dan en el interior de la Iglesia .
El cap, que ya estaba en Cec, tiene veinticuatro puntos: los nueve que constituían el patrimonio de Cuenca más otros quince que se agregan en la redacción definitiva de Burgos. El Autor no sigue la manera habitual de integrar las dos series –primero la de Cuenca, luego la de Burgos–, sino que distribuye los puntos de esta última en el lugar que les pertenece dentro del orden ya claramente trazado en el cap de Cec.

551* Huyamos de la «rutina» como del mismo demonio. —El gran medio para no caer en ese abismo, sepulcro de la verdadera piedad, es la continua presencia de Dios.


Texto del Cuaderno III, nº 125, fechado en 9-XII-1930 . El texto del Cuaderno dice así:
«Los socios y asociadas huirán de la rutina como del mismo demonio; veo muy claramente que el gran medio, para no caer en ese abismo, sepulcro de la verdadera piedad, es la continua presencia de Dios» .
Como se ve, el Autor antepone, a cualquier otra consideración sobre devociones o prácticas de piedad, este principio fundamental: han de realizarse desde una autenticidad sobrenatural, que es fruto –dice– de la continua presencia de Dios. Lo contrario a esta autenticidad personal es el modo «rutinario» de realizarlas. Esta «rutina» de que aquí habla y que califica de «sepulcro de la verdadera piedad» parece muy próxima a la tibieza. Vid cap de este nombre, p/325-331.


552* Ten pocas devociones particulares, pero constantes.


Escribió este punto en su cuaderno, junto con otros seis , el 6-XI-1933. El tenor literal es idéntico .
Se conserva la «cuartilla» en la que el Autor escribió este brevísimo futuro punto de C. El texto está en el interior de un breve esquema de charla a un grupo de chicas jóvenes –como se deduce del texto–, que dice así:


«Un fin tienen estas charlas: que seáis piadosas, con piedad que no se acatarre...
–Manifestación exterior: entrar en la iglesia – santiguarse – Sagrario.
–Modo de rezar: sin molestar, ni llamar la atención, con pausa, si es vocal, y claridad. – Pocas devociones y constantes – Mejor, frecuencia de sacramentos – Rutina.
–Por eso, piedad interior: presencia de Dios
–Dios: Padre – Amigo – Señor poderosísimo, siempre dispuesto a oírnos y darnos.
Gracias: Fe – Amor» .

Este punto contiene, como el anterior, un criterio de fondo. Si el p/551 insistía en la autenticidad, este otro recomienda la sobriedad (que sean pocas las devociones) unida a la constancia. Y, sobre todo, la espiritualidad del Autor –por eso hemos transcrito íntegra la octavilla originaria– otorga la primacía, en la vida de piedad, no a las «devociones» sino a los «sacramentos», es decir, a la piedad que fluye de la esencia misma de la Iglesia y fecunda a esas otras devociones, «pocas y constantes». Es la misma actitud de espíritu que le llevó a señalar en el p/86 el primado de «los salmos, y las oraciones del misal», por encima «de oraciones privadas o particulares».


553* No olvides tus oraciones de niño, aprendidas quizá de labios de tu madre. —Recítalas cada día con sencillez, como entonces.


Punto escrito en la misma fecha que el anterior y transcrito en su Cuaderno exactamente a continuación.
Este criterio lo aplicó el Autor a sí mismo hasta el último día de su vida y lo recomendaba vivamente. Es una manifestación de la «vida de infancia espiritual», que abordará en los caps 41 y 42. Vid Surco, 473.


554* No dejes la Visita al Santísimo. —Luego de la oración vocal que acostumbres, di a Jesús, realmente presente en el Sagrario, las preocupaciones de la jornada. —Y tendrás luces y ánimo para tu vida de cristiano.


Original sobre una octavilla Re. No he encontrado interrelaciones documentales. Lo que aquí dice el Autor es pura consecuencia de la piedad eucarística que ha aparecido sobre todo en los caps sobre la Iglesia y la Santa Misa. Los años 20 y 30, en los que va madurando en su alma el estilo de su piedad, son años de fuerte recuperación de la vida eucarística en la Iglesia universal, a impulsos del magisterio de San Pío X. En España, la obra del beato Manuel González –el santo obispo de Palencia, al que el Autor se refiere en p/531 (vid com a este punto y com/87 nt 36)– difundió por todas partes un profundo amor a la Sagrada Eucaristía, con una peculiar espiritualidad del Sagrario y de la Visita al Santísimo Sacramento. El Autor recomienda vivamente esta práctica de piedad, a la que está dedicada una de las obras más difundidas de San Alfonso María de Ligorio: Visitas al Santísimo Sacramento .


555* ¡Verdaderamente es amable la Santa Humanidad de nuestro Dios! —Te «metiste» en la Llaga santísima de la mano derecha de tu Señor, y me preguntaste: «Si una Herida de Cristo limpia, sana, aquieta, fortalece y enciende y enamora, ¿qué no harán las cinco, abiertas en el madero?»


Original sobre una octavilla Re. Se trata de un episodio místico de la vida del Autor, aquí despersonalizado según su costumbre. Puede considerarse –la redacción de este punto– prototípica de la manera de narrar que le es propia cuando quiere desaparecer como sujeto del suceso y a la vez mantener el estilo dialógico del libro. En este caso tenemos toda la documentación deseable. Era en Burgos, 6-VI-1938. Iba hacia el Monasterio de las Huelgas, donde trabajaba en su tesis doctoral. Caminaba despacio, por la mañana, haciendo oración. Lo anotó telegráficamente por la noche:

«Lunes 6 de junio. Mi oración de la mañana camino de las Huelgas: guiado por S. José, me he metido, con luz del Espíritu Santo, en la Llaga de la mano derecha de mi Señor» .
El acontecimiento le dejó transido todo el día. Cuando por la noche escribe en el Cuaderno sigue en la Llaga de Cristo. Por la tarde escribió sobre el tema a Juan Jiménez Vargas, el más antiguo miembro del Opus Dei que estaba en la zona nacional, con el que hablaba con extrema profundidad de muchas cosas (en Burgos no tenía a nadie «mayor» con quien hablar y comunicar las cosas de Dios):

«Querido Juanito: esta mañana, camino de las Huelgas, a donde fui para hacer mi oración, he descubierto un Mediterráneo: la Llaga Santísima de la mano derecha de mi Señor. Y allí me tienes: todo el día entre besos y adoraciones.

¡Verdaderamente que es amable la Santa Humanidad de nuestro Dios! Pídele tú que El me dé el verdadero Amor suyo: así quedarán bien purificadas todas mis otras afecciones. No vale decir: ¡corazón en la Cruz!: porque si una Herida de Cristo limpia, sana, aquieta, fortalece y enciende y enamora, ¡qué no harán las Cinco, abiertas en el madero? ¡Corazón, en la Cruz!: Jesús mío, ¡qué más querría yo! Entiendo que, si continúo por este modo de contemplar (me metió S. José, mi Padre y Señor, a quien pedí que me soplara) voy a volverme más chalao que nunca lo estuve. ¡Prueba tú! [...] Un abrazo. Desde la Llaga de la mano derecha, te bendice tu Padre, Mariano» .
La gran tradición de la piedad cristiana, siguiendo a los grandes Santos, siempre ha «mirado» con amor a las llagas de Cristo y se ha «introducido» en ellas. Es numerosa la bibliografía sobre el tema12b. Escrivá, como tantos fieles cristianos a lo largo de siglos, recitaba cada día después de la Misa la oración En ego: «con gran amor y compasión voy considerando vuestras cinco Llagas», y pedía a Jesús: «dentro de tus Llagas ¡escóndeme!» . Impresiona la insistencia del Autor en que era la Llaga de la mano derecha13b. Copio aquí este texto de Santa Teresa:
«Aparecióme como otras veces y comenzóme a mostrar la llaga de la mano izquierda, y con la otra sacaba un clavo grande que tenía metido. Parecíame que a vuelta del clavo sacaba la carne. Víase bien el gran dolor, que me lastimaba mucho» .

La unión e identificación del Autor con Cristo en el misterio de la Cruz le lleva a esta expresión sorprendente: «¡Corazón, en la Cruz!: Jesús mío, ¡qué más querría yo!». Perderse con Cristo en la Cruz es, pues, para él, la máxima felicidad. Para la inteligencia del texto es necesario, me parece, ponerlo en relación con el p/163, escrito en la Legación de Honduras, y la exclamación allí contenida –como aquí–: «¡Corazón, en la Cruz!». Estas palabras y su contexto espiritual eran evidentemente conocidos por el destinatario, que estuvo refugiado en Honduras con San Josemaría, donde habría meditado la octavilla del futuro p/163. En la carta de 6 de junio hay un diálogo implícito con Jiménez Vargas a propósito de este punto, que tiene un fuerte contenido «ascético», a «contracorriente» de las pasiones, podríamos decir. Ahora, en cambio, el Autor ha tenido una renovada experiencia de la paradójica dulzura de la Cruz: tener el corazón en la Cruz no es «crucificarlo», sino meterlo a través del dolor en la alegría de Cristo resucitado.Viene a decir al joven alférez médico –que leerá la carta en el frente de Teruel– que ese «¡Corazón, en la Cruz!» del p/163, en la entera Cruz de Cristo, es la cumbre de la «mística», la felicidad total en Cristo: «Jesús mío, ¡qué más querría yo!». Es puro don de Dios. La purificación del corazón, a la que aspiraba en el p/163, es ahora una sencilla consecuencia.

La práctica de «meterse» en las llagas de Cristo venía de lejos en Josemaría Escrivá. De enero de 1934 es la consideración que da lugar al p/288 de C. Y de julio de ese año el deseo de cumplir el propósito «antiguo» de meterse cada día «en la Llaga del Costado de mi Señor». Vid textos en com/288. Dentro del camino hacia la santidad que el Autor señalaba, la contemplación de las Llagas de Jesús ocupaba un lugar importante en la vida de oración .


556* El Vía Crucis. —¡Ésta sí que es devoción recia y jugosa! Ojalá te habitúes a repasar esos catorce puntos de la Pasión y Muerte del Señor, los viernes. —Yo te aseguro que sacarás fortaleza para toda la semana.


Texto escrito sobre una octavilla Re, en Burgos. No hay interrelación redaccional conocida.
La devoción a recorrer en espíritu el camino de la Cruz, en cuanto meditación de la Pasión y Muerte del Señor, es tan antigua como el Cristianismo. Desde las primeras generaciones cristianas va tomando forma una práctica meditativa hasta llegar al actual «Via Crucis» de catorce estaciones, que permanece sustancialmente idéntico desde el siglo XVII .
La devoción al Via-Crucis la llevaba el Autor en el alma. En el primer cuadernillo de los que usó en Burgos a manera de agenda apuntó , recién llegado a la ciudad (enero de 1938), este recordatorio, para poderlo meditar en cualquier circunstancia:
«Via-Crucis
―1. Condenado. ― 2. La cruz.
―3. Primera caída. ― 4. Su Madre.
―5. El Cirineo. ― 6. La Verónica.
―7. Segunda Caída. ― 8. Las hijas de Jerusalén.
―9. Tercera caída. ― 10. Expolio. ― 11. Enclavado.
―12. Muerte. ― 13. Piedad. ― 14. Sepultura» .
También se encuentra en el Archivo un cuarto de octavilla –para poderlo llevar discretamente en la mano– que escribió por la misma época:
«1 condenado ― 2 cruz ― 3 caída ― 4 Madre ― 5 Cirineo ― 6 Verónica ― 7 caída ― 8 mujeres ― 9 caída ― 10 expolio ― 11 clavado ― 12 muerte ― 13 bajado ― 14 sepultado» .
El Autor, con el tiempo, expresó su contemplación de la Pasión y Muerte del Señor en un comentario de las catorce estaciones del Via Crucis, que se publicó como obra póstuma .

557* Devoción de Navidad. —No me sonrío cuando te veo componer las montañas de corcho del Nacimiento y colocar las ingenuas figuras de barro alrededor del Portal. —Nunca me has parecido más hombre que ahora, que pareces un niño.


Original sobre una octavilla Bl. No hay interrelación documental conocida. La devoción al «Nacimiento» se remonta a San Francisco de Asís, que, en Navidad de 1223, estando en Greccio, construyó el primero de que se tiene noticia .
Álvaro del Portillo dice, a partir de sus conversaciones con San Josemaría, que cuando el Autor escribía estas palabras estaba recordando escenas de su infancia, con su padre «construyendo» el Nacimiento en compañía de sus hijos.


558* El Santo Rosario es arma poderosa. Empléala con confianza y te maravillarás del resultado.


Texto escrito sobre una octavilla Drv, que tiene en el reverso, autógrafas, estas palabras después tachadas: «Me han dicho que tienes ‘gancho’. Es gracia es-». Como se ve es el «primer intento», desechado, de la «gaitica» que será p/803.


Josemaría Escrivá recorrió las calles de Madrid y de tantas ciudades de Europa y América con su rosario en la mano. Tenía la costumbre de rezar cada día los quince misterios . El primer escrito suyo que empezó a circular a velógrafo fue precisamente un comentario a esos quince misterios del Rosario. El ejemplar autógrafo de ese comentario lleva la fecha «diciembre de 1931» . Son quince cuartillas numeradas, que constituyen la base del texto impreso que se publicó en 1934 y del que se harían con el tiempo ediciones en numerosos idiomas.


559* San José, Padre de Cristo, es también tu Padre y tu Señor. —Acude a él.


Texto del Cuaderno VI, nº 944, fechado en 9-III-1933. Uno de los trece futuros puntos que escribió ese día . Tenor literal idéntico, con este colofón: «―O.c.P.a.I.p.M».
«Padre de Cristo». Ciertamente, no era padre según la carne, pero no es ésa la única paternidad. El Autor de C explicará el sentido de esta fuerte expresión en su homilía «El taller de José», basándose en un famoso sermón de San Agustín sobre el tema .

La expresión «mi Padre y Señor» –habitual en los labios y en la pluma del Autor para referirse a San José– debió tomarla de Santa Teresa, que como es bien sabido contribuyó de una manera notable a difundir en la Iglesia universal la devoción a San José. Cita a la Santa expresamente en el p/561. Así se lee en las primeras líneas de las Fundaciones:

«Comienzo en nombre del Señor, tomando por ayuda a su gloriosa Madre, cuyo hábito tengo, aunque indigna de él, y a mi glorioso padre y señor San José, en cuya casa estoy» .
El propio Autor explica el sentido de la expresión en la homilía que venimos citando:
«San José es realmente Padre y Señor, que protege y acompaña en su camino terreno a quienes le veneran, como protegió y acompañó a Jesús mientras crecía y se hacía hombre» .


560* Nuestro Padre y Señor San José es Maestro de la vida interior. —Ponte bajo su patrocinio y sentirás la eficacia de su poder.


Texto sobre una octavilla Bl escrito en Burgos. En uno de los cuadernillos que usó en Burgos hay un apunte, escrito en torno a febrero de 1938, que dice: «Proyectos», y en el que, bajo el nº 4, se lee:
«4) S. José, Patrono de nuestra vida interior» .
No sé qué puede significar este «proyecto»: ¿podría ser un libro sobre el tema? En los guiones de predicación de la época está anotado:
«San José, Padre y Señor, Patrono de la vida interior» .
En Noticias de abril de 1938, en la carta del Autor a sus jóvenes amigos, encontramos ya la expresión literal:
«Se celebró la fiesta de S. José, con el fervor de siempre. Vinieron algunos amigos y otros quedaron con ganas vivísimas de venir: todos estuvimos juntos en espíritu. ¡Debemos tanto a Nuestro Padre y Señor San José!»32b.

Es interesante notar el paso de «Patrono» a «Maestro» en C. Sentido de la expresión:
«Tratándole se descubre que el Santo Patriarca es, además, Maestro de vida interior: porque nos enseña a conocer a Jesús, a convivir con El, a sabernos parte de la familia de Dios» .


561* De San José dice Santa Teresa, en el libro de su vida: «Quien no hallare Maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo por maestro, y no errará en el camino». —El consejo viene de alma experimentada. Síguelo.


Original sobre una octavilla Re. Ahora, la fuente teresiana aparece de manera explícita y literal. La transcripción del texto que hace el Autor es exacta. El pasaje de la Santa se halla en el cap 6º del Libro de la Vida .

En las notas del Autor de las que sale el p/555 (vid), se asegura que «por este modo de contemplar me metió S. José, mi Padre y Señor, a quien pedí que me ‘soplara’» . Posiblemente el consejo que transmite a los lectores se lo aplicó, ante todo, a sí mismo.


562* Ten confianza con tu Ángel Custodio. —Trátalo como un entrañable amigo —lo es— y él sabrá hacerte mil servicios en los asuntos ordinarios de cada día.


Texto del Cuaderno V, nº 791, fechado en 22-VII-1932:
«Tened confianza con vuestro Angel Custodio. Tratadlo como un entrañable amigo –lo es– y él sabrá haceros mil servicios, en los asuntos ordinarios de cada día».
Con éste comienza la serie de nueve puntos (p/562-570) que se dedican al trato con los Ángeles Custodios, buena prueba del lugar que ese trato ocupaba en la vida del Autor . El tema merecería un estudio particularizado. Su biografía, en efecto, está llena de formas muy variadas de esa relación amigable con los Ángeles, que se refuerza de manera muy intensa a partir de la fundación del Opus Dei el 2-X-1928, fiesta de los Santos Ángeles Custodios; relación amigable que fomentaba y extendía . Los puntos que siguen proceden de esa experiencia.


563* Gánate al Ángel Custodio de aquel a quien quieras traer a tu apostolado. —Es siempre un gran «cómplice».

Texto del Cuaderno VI, nº 896, fechado en 27-XII-1932. Uno de los seis puntos que transcribió ese día . Dice así:
«Habéis de procurar ganaros al Angel Custodio de aquél, a quien queráis atraer, porque el Angel Custodio es siempre un gran cómplice. –Conozco casos verdaderamente hermosos» .
Los ángeles como «cómplices» eran tema habitual de la predicación del Autor sobre la «táctica» apostólica . Nótese en el apcrít la evolución textual, siempre en la línea de «comprometer» a todos los lectores.
Vid com/570.


564* Si tuvieras presentes a tu Ángel y a los Custodios de tus prójimos evitarías muchas tonterías que se deslizan en la conversación.


Texto del Cuaderno V, nº 488, fechado en 17-XII-1931 , que dice así:
«Debemos tener presentes a nuestros Angeles Custodios y a los de nuestros prójimos; así evitaremos muchas tonterías que se deslizan en la conversación».

565* Te pasmas porque tu Ángel Custodio te ha hecho servicios patentes. —Y no debías pasmarte: para eso le colocó el Señor junto a ti.


Texto escrito sobre una octavilla Re. El Autor, en la fase final de la redacción del libro, relee cartas y encuentra una suya, larga, en la que narra a los amigos que quedaron en Burgos su accidentado viaje a Andalucía, sin un céntimo, en aquellos trenes desvencijados, llenos hasta los topes, de la época de la guerra civil. Josemaría Escrivá no dudó en hacer aquella complicada jornada: un alma le necesitaba... De la carta-relato del viaje, costumbrista y llena de colorido, es este párrafo que parece brindar al Autor la experiencia –y los términos– con los que escribe este punto:
«A las seis de la tarde [21-IV-1938], en Utrera. Vuelta a la consigna. Y a hablar con el factor que expende los billetes: con todo interés, me dijo que todos los días le telegrafiaban, como es costumbre, dándole el número de billetes que podía vender, y casi todos los días sólo había primeras y segundas. Yo le explico mi caso. El, paciente y amablemente, me da la tarifa en 3ª, para la que tengo dinero; y en segunda, para la que no me llega el capital. Mira otra vez la tarifa, acortando el trayecto: en segunda, podría justamente llegar a Salamanca . Me conformo, si no hay otra salida, porque allí puedo acudir de nuevo a la bondad de Pepa . […] A las 8,25 estoy en la estación... El factor me ha reservado billete de 3ª, y dice –a mi Santo Angel Custodio lo encomendé– con pasmo: ‘hoy telegrafían que venda diecisiete billetes..., y ¡todos de tercera!’. Yo no me podía pasmar» .


566* ¿Que hay en ese ambiente muchas ocasiones de torcerse? —Bueno. Pero, ¿acaso no hay también Custodios?


Texto escrito sobre una octavilla Re. En Burgos por tanto y en la fase última. El Autor contempla las dificultades, las «tentaciones» contra el propio camino, que provienen muchas veces del ambiente –especialmente complicado durante la guerra civil– en que la vida sitúa de hecho a los cristianos. Cuando la situación no es evitable, el Autor se llena de fe y confianza que transmite a los demás: en el «ambiente» están también los Ángeles Custodios, a los que invocamos y que nos protegen.

Como siempre, el punto de C en cuestión parece tener un origen muy concreto. Se sitúa en el contexto de la operación en la que Josemaría Escrivá, con unos cuantos de sus hijos y amigos, se pasó de la zona republicana a la zona nacional. Juan Jiménez Vargas y San Josemaría fueron a Valencia camino de Barcelona, donde se organizaba el «paso» a través de los Pirineos.

El médico pudo darse cuenta de que Pedro Casciaro vivía en una pensión –a la que acudía también Francisco Botella para verse– que tenía un «ambiente» de bajos fondos: «un vecindario peligroso», explica Francisco Botella, que agrega: «era casi imposible elegir lugar apropiado en aquellos tiempos». Jiménez Vargas habló con San Josemaría –que no fue a la pensión– y le explicó el panorama. Volvió y les transmitió el mensaje: «Nos puso en claro, con realismo exento de eufemismo, el peligro que había allí, pero nos infundió fortaleza, que se apoyaba firme en la seguridad de que los Custodios estaban empeñados en que saliéramos indemnes». Francisco Botella concluye: «El punto 566 de Camino, que el Padre escribió luego en Burgos, se refiere a estas circunstancias» .

Pero hay otra fuente literaria –mucho más pegada a los hechos– de aquella peripecia. Me refiero al «Diario del paso de los Pirineos», que reconstruyeron cuidadosamente en los bosques de Rialp, turnándose, los miembros de la «expedición». El día en cuestión redacta el propio Jiménez Vargas, que describe su visita de contacto a Casciaro y a Botella, para que se incorporaran al grupo de fugitivos. «En esta casa –escribe con su estilo característico–, como es natural, hay su correspondiente rebaño de ‘vulpes levantinas’. No me llama mucho la atención porque ya estamos bastante acostumbrados a este ambiente. Pero, además: ¿acaso no hay Custodios?» . Esta última expresión es la que late en el punto de C, escrito, ya en Burgos, unos meses después.
Esta anécdota me lleva a copiar aquí un trozo de una carta de 1934, en la que narra Escrivá a los del Opus Dei que quedaron en Madrid el viaje que hacía a Aragón por asuntos familiares. Aparece como fondo el tren desvencijado –tema endémico en la España de entonces (vid com/565)– en que viaja:
«... esta mañana he rezado el Breviario con más solemnidad que en el coro de una Catedral: invité a cantar, conmigo, las alabanzas del Señor a todos los Custodios que venían en mi departamento. ¡Nunca me perdáis de vista a los Angeles, hijos míos!» .

El Autor siempre explicó que los Ángeles forman parte de los Hechos de los Apóstoles... Vid más abajo p/570.

567* Acude a tu Custodio, a la hora de la prueba, y te amparará contra el demonio y te traerá santas inspiraciones.


Texto escrito sobre una octavilla Re. No hay interrelación documental conocida.


568* Gustosamente harían su oficio los Santos Ángeles Custodios con aquella alma que les decía: «Ángeles Santos, yo os invoco, como la Esposa del Cantar de los Cantares, ‘ut nuntietis ei quia amore langueo’ —para que le digáis que muero de amor»1.


Texto escrito sobre una octavilla Re. Lo que «aquella alma» decía a los Ángeles está escrito ad litteram, sin palabras introductorias, en un guión de predicación:
«Angeles Custodios, yo os invoco, como la Esposa del Cantar de los Cantares, ‘ut nuntietis ei quia amore langueo’ (Cant. V, 8)» .
Desconozco quién pueda ser esa persona. Lo que en todo caso parece claro es que Josemaría Escrivá se fue despegando progresivamente de este lenguaje –«morir de amor»–, por otra parte tan habitual en la mística medieval y moderna, pero que no daba buena noticia del mensaje y el estilo de vida cristiana que el Señor le pedía que difundiera por el mundo. A raíz de su muerte se publicó este texto –la fuente no cita la fecha pero es de 1962:

«Para nosotros la muerte es Vida. Pero hay que morirse viejos. Morirse joven es antieconómico. Cuando lo hayamos dado todo, entonces moriremos. Mientras, a trabajar mucho y muchos años. Estamos dispuestos a ir al encuentro del Señor cuando El quiera, pero le pedimos que sea tarde.
Hemos de desear vivir, para trabajar por nuestro Señor y para querer bien a todas las almas: de todas las razas, de todas las lenguas, de todas las naciones. Somos todos hermanos, somos hijos de Dios y, por desgracia, hay tantos que, en lugar de sembrar amor, siembran el odio... ¿Veis la necesidad de que vivamos muchos años, sembrando siempre un gran amor a la convivencia?
En tiempos de Santa Teresa, los enamorados –tanto los místicos como los que cantaban el amor humano– solían exclamar, para demostrar la intensidad de su amor: que muero, porque no muero . Y una letrilla famosa, que conoceréis, decía:

Ven muerte, tan escondida,
que no te sienta venir,
porque el placer de morir
no me torne a dar la vida .
Yo disiento de esta manera de pensar, y digo lo contrario: que vivo porque no vivo, que es Cristo quien vive en mí (cfr Galat. II, 20).
Tengo ya muchos años y no deseo morir; aunque, cuando el Señor quiera, iré a su encuentro encantado: in domum Domini ibimus! (Ps. CXXI, 1), con su misericordia, iremos a la casa del Señor» .
Ya se ve que el fondo teológico –no podía ser menos– es el mismo en el Autor de C y en Teresa, pero San Josemaría no quiere escapar cuanto antes de esta tierra, sino gastar la vida en el servicio de Dios e impulsar a las gentes al encuentro con Cristo en la alegría y en el dolor de lo real y cotidiano del vivir en el mundo:
«Bueno, eso de que se muere de amor... De amor se vive. Quered mucho, quered con todo el corazón, que no os moriréis de amor. ¡Hala, a poner el corazón en el Señor, a quererlo de verdad! Amad a su Madre, a San José, y vivid con ellos en Belén, en Nazaret, en Egipto... Que os enamoréis de verdad, y que viváis de amor; que de amor no se muere, no: […] el amor da la vida; sin amor no se puede vivir. […] ¡Vivid de amor, hijos míos, aunque digáis, mintiendo, que morís de amor!» .
Josemaría Escrivá habla, como es tan habitual en él, extremando una contraposición –morir de amor, vivir de amor– para subrayar así el mensaje que quiere inculcar. Porque la expresión que emplea en C –y de la que se distancia después– admite ser entendida en el sentido que propone con «vivir de amor». Así el DRAE explica cómo la palabra «morir» se emplea para manifestar la fuerza con que se ama o la intensidad con que se desea algo: «me muero de ganas de...», «me muero de amor».

Vid p/743, en el que gravita muy especialmente este clima de «vivo porque no vivo». Ese vivir en Cristo, claro está, comporta una continua «mortificación». Vid p/187 y com.



569* Sé que te doy una alegría copiándote esta oración a los Santos Ángeles Custodios de nuestros Sagrarios:
Oh Espíritus Angélicos que custodiáis nuestros Tabernácu¬los, donde reposa la prenda adorable de la Sagrada Eucaristía, defendedla de las profanaciones y conservadla a nuestro amor.


Texto escrito sobre una octavilla Bl. No he encontrado entre los materiales de predicación o de estudio del Autor el lugar concreto de donde tomó esta invocación a los Ángeles. La fuente oficial, en todo caso, se encuentra en la Collectio precum, Romae 1929, pg 195, nº 205; Decr de 26-VII-1908. Tiene 300 días de indulgencia concedidas por San Pío X y en su original italiano dice así:
«O Spiriti angelici, che custodite i nostri Tabernacoli, ove riposa il pegno adorabile del divino Amore, difendetelo dalle profanazioni, e conservatelo al nostro amore» .

Como se ve por el apcrít, el Autor, al redactar la “gaitica”, se sintió libre para mo¬dificar el texto de la invocación: después de copiada (¿o traducida?), quiso explicitar que esa prenda adorable del Divino Amor era la Sagrada Eucaristía. Pienso que ésa es la razón de que no la ponga, como suele hacer, entre comillas. En todo caso, Mons. Escrivá mantenía viva en su memoria esta invocación, pasados los años. La hizo inscribir en el interior del Tabernáculo del oratorio del Santo Cristo, en la sede la Curia Prelaticia del Opus Dei en Roma y en el Sagrario del Oratorio de la Administración de «Villa delle Rose», una casa de retiros del Opus Dei en Castelgandolfo. Los altares fueron consagrados por San Josemaría, respectivamente, los días 5-III-1956 y 14-II-1963.


570* Bebe en la fuente clara de los «Hechos de los Apóstoles»: en el cap. XII, Pedro, por ministerio de Ángeles libre de la cárcel, se encamina a casa de la madre de Marcos. —No quieren creer a la criadita, que afirma que está Pedro a la puerta. «Angelus ejus est!» —¡será su Ángel!, decían1.

—Mira con qué confianza trataban a sus Custodios los primeros cristianos.
—¿Y tú?


Texto escrito sobre una octavilla Jef. El Autor introduce con desusada solemnidad el texto bíblico que va a comentar. Es, sin duda, por la frecuencia con que este pasaje de los Hechos aparece en su pluma y en su predicación, su lugar predilecto de la Escritura para inculcar el trato con los Ángeles Custodios. Lo mismo han estimado los estudiosos del tema . La anotación o referencia en sus guiones suele ser de este tipo:
«Devoción a los Santos Angeles: S. Pedro ad Vincula» .
Sobre un guión de Vitoria hizo un añadido (con otra tinta) en Vergara, para predicar a los sacerdotes. Dice así:
«Por el contrario: los Santos Angeles: S. Pedro ad Vincula... ¿ángel? ¿niño?: poder... repasar el tratado de angelis: propósito de tratar al mío: id. de propagar la devoción a los Custodios: ¡cómplices!» .

«San Pedro ad Vincula». Es el nombre de una basílica romana, edificada en el siglo IV en el lugar en el que según la tradición Pedro fue detenido; en ella se veneran las cadenas –vincula– con las que estuvo sujeto en la cárcel Mamertina . El Autor de C recuerda en sus guiones las cadenas de Pedro en Jerusalén con el nombre de la iglesia surgida de sus cadenas en Roma.
Sobre el tema «primeros cristianos» en C vid com/971 y lugares allí señalados.


571* Las ánimas benditas del purgatorio. —Por caridad, por justicia, y por un egoísmo disculpable —¡pueden tanto delante de Dios!— tenlas muy en cuenta en tus sacrificios y en tu oración.

Ojalá, cuando las nombres, puedas decir: «Mis buenas amigas las almas del purgatorio...»


Texto procedente del Cuaderno VI, nº 896, fechado en 27-XII-1932 . Vid apcrít.
Un año antes había escrito esta escueta e inequívoca declaración:
«Las ánimas benditas del purgatorio son ‘mis buenas amigas’» .

Este cariñoso apelativo es muy abundante en sus notas de la época y pasó a hacerse habitual en labios del Autor:
«Invoco a mis buenas amigas las Animas del Purgatorio, a fin de que pidan todo lo que necesita el Borrico de Jesús» .
«Día 22 de diciembre [de 1934] –Animas del purgatorio, mis buenas amigas, pedid por mí, pecador» .
Como se ve, no sólo profesaba la fe de la Iglesia en la eficacia de los sufragios ofrecidos por la almas del Purgatorio, sino que era un firme convencido, con la generalidad del pueblo cristiano, de la capacidad de intercesión que estas almas tienen ante Dios .

En conversación con Álvaro del Portillo y Javier Echevarría, Mons. Escrivá les hacía esta confidencia en 1967:
«Al principio sentía muy fuerte la compañía de las almas del Purgatorio. Las sentía como si me tiraran de la sotana, para que rezara por ellas y para que me encomendara a su intercesión. Desde entonces, por los servicios enormes que me prestaban, me ha gustado decir, predicar y meter en las almas esta realidad: mis buenas amigas las ánimas del Purgatorio» .


572* Me dices que por qué te recomiendo siempre, con tanto empeño, el uso diario del agua bendita. —Muchas razones te podría dar. Te bastará, de seguro, ésta de la Santa de Ávila: «De ninguna cosa huyen más los demonios, para no tornar, que del agua bendita».


Texto escrito sobre una octavilla Re. El texto de la Santa es del Libro de la Vida:

«No osava pedir agua bendita por no las poner miedo y porque no entendieran lo que era; de muchas veces tengo experiencia que no hay cosa con que huyan más [los demonios] para no tornar; de la cruz también huyen, mas vuelven» .
Ese uso diario de que habla el Autor es uno de los «ritos y usos» que señala la tradición en esta materia y toma con frecuencia la forma de santiguarse con agua bendita y bendecir con ella la habitación o el lecho .


573* Gracias, Dios mío, por el amor al Papa que has puesto en mi corazón.


Texto del Cuaderno VI, nº 1070, fechado en 31-X-1933. El tenor literal del texto es idéntico al de C.
La dimensión jerárquica de la Iglesia está en el sustrato de C, inserto en la imagen de la Iglesia-Madre (cap 22). Forma parte del marco cristiano de comprensión que el Autor presupone recibido en sus lectores, como ya se ha hecho notar (vid com/544). De la dimensión ministerial de la Iglesia emerge en el libro, sobre todo, el presbítero, el sacerdote, en cuanto representación, en la existencia cotidiana del cristiano, de la donación sacramental de la gracia. Lo que el Autor busca capítulo tras capítulo es «dinamizar» esa vida cristiana corriente –trabajo, familia, compañeros y amigos– desde dentro: es decir, desde el Pan y la Palabra, desde la oración y la Eucaristía con los demás sacramentos. Entonces se produce, en medio de la vida «civil», un «redescubrimiento» vital –no sólo estructural– de la Iglesia como «comunión de los santos» (vid cap 24), a la que se ama «de veras» (p/518), y empieza a crecer en el alma el «amor al Papa» de que habla este punto: al Papa, que la preside en la caridad, como don de Cristo a su Iglesia. En C –que es un libro para la oración y meditación de los fieles– predomina el «hacerse» cotidiano de la Iglesia en el mundo sobre la consideración de sus elementos estructurales. De una manera declarativa escribía a los fieles del Opus Dei en un importante documento de 1934:
«Cristo. María. El Papa. ¿No acabamos de indicar, en tres palabras, los amores que compendian toda la fe católica?» .

La dimensión mariana y la dimensión petrina de la Iglesia se fundían en su corazón a la hora de buscar a Cristo. Este proceso lo expresaba en perspectiva de misión con la fórmula que ya hemos encontrado muchas veces en sus notas:
«Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam» (O.c.P.a.I.p.M.) .


574* ¿Quién te ha dicho que hacer novenas no es varonil? —Varoniles serán esas devociones, cuando las ejercite un varón..., con espíritu de oración y de penitencia.


Texto escrito sobre una octavilla Drv, con dorso en el que se lee: «Vitoria 6 de noviembre» (a máquina). El tema –la claridad de ideas en este tema– le preocupaba desde años atrás:
«Vísperas de N. Sra. de la Merced – 1931: comienzo otra novena a la Ssma. Virgen. Parece algo femenina mi piedad, con estas devociones. Procuro que no sea así, dando a mis novenas, con permiso del padre [su confesor], una sólida virilidad. Desde luego, creo que la Sra. me las pide, porque necesito ser muy devoto suyo» .

En la «sociología» católica de la época las novenas, como tantas otras prácticas de piedad, aparecían predominantemente como «cosa de mujeres». Ésta era una deformación de la época: que lo que normalmente no hacían los hombres sino las mujeres era calificado despectivamente de «femenino». El Autor no tiene el menor reparo en asumir esas prácticas, pues piensa que tienen en sí mismas un valor cristiano común a mujeres y a hombres. Josemaría Escrivá integraba en su piedad personal, a la vez sentida y recia («piedad de niños y doctrina de teólogos», solía decir), un amplio espectro de realidades de vida cristiana que van desde el rigor de la Liturgia, con la Celebración eucarística y el rezo del Oficio divino en cabeza, hasta las prácticas más populares y «devotas», como el uso del agua bendita, las novenas a la Virgen y la invocación de las ánimas del purgatorio. Entre las muchas características de la vida cristiana –común a hombres y mujeres– que Escrivá admiraba especialmente en la mujer, está su «fe recia», que veía simbolizada en «la valentía de las santas mujeres» .

 

 

Cap 25 25 [Msb: 164]. Devociones, p/551-574 [9 de Cec + 15 de Msb] C || 16. Devociones cd/223-231 Cec
Con la «Iglesia triunfante» y con la «Iglesia purgante», en la terminología clásica. CONC VATICANO II, Const Lumen Gentium, n 49: «Así, pues, hasta cuando el Señor venga revestido de majestad y acompañado de todos sus ángeles (cfr Mt, 25, 3) y destruida la muerte le sean sometidas todas las cosas (cfr 1 Co, 15, 26-27), algunos entre sus discípulos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican, mientras otros son glorificados, contemplando claramente al mismo Dios, Uno y Trino, tal cual es; pero todos, aunque en grado y formas distintas, estamos unidos en fraterna caridad y cantamos el mismo himno de gloria a nuestro Dios. Porque todos los que son de Cristo y tienen su Espíritu crecen juntos y en Él se unen entre sí, formando una sola Iglesia (cfr Ef, 4, 16)».
Una excepción a esta división de la materia entre los caps 24 y 25 es el p/573, referente al «amor al Papa». Si se pone este número en relación con el 520 –ir a Roma «videre Petrum»– aparece el amor al Papa como expresión de la devoción a Simón-Pedro, tan característica del espíritu del Beato Josemaría, y del «misterio de Pedro». Vid com/573. Vid también p/898.
551 Apínt Cem32/33 Cec/54.1-Ceb/223 ||| Huyamos] Huye Cem || mismo demonio] demonio Cem
Futuros puntos de C transcritos ese día: 939, 128, 551.
Socios y asociadas. Ésta fue la terminología usada para designar la pertenencia al Opus Dei hasta que éste adquirió en 1982 su configuración definitiva como Prelatura personal de la Iglesia: ahora el término adecuado es «fieles» del Opus Dei o de la Prelatura del Opus Dei.
552 Apínt Cec/54.2-Ceb/224
Futuros puntos de C transcritos ese día: 471, 552, 553, 455, 23, 290, 942.
Cuaderno VI, nº 1075.
Esta «cuartilla» –en realidad «octavilla»– (AGP, sec A, leg 50-13, carp 2, exp 5) es el dorso de la descrita en com/172 nt 10.
553 Apínt Cec/54.3-Ceb/225 ||| cada día con sencillez] con sencillez cada día Apínt
«Todavía, por las mañanas y por las tardes, no un día, habitualmente, renuevo aquel ofrecimiento que me enseñaron mis padres: ¡oh Señora mía, oh Madre mía!, yo me ofrezco enteramente a Vos. Y, en prueba de mi filial afecto, os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón...» (Amigos de Dios, 296). En el AGP, sec A, leg 50-4, carp 1, exp 1 se conserva un pequeño calendario del Año Santo de 1933-34, en cuya hoja 3r se leen estos que parecen ser propósitos de vida espiritual: «Mis oraciones de niño, al levantarme y por la noche. — Trisagio — Los dos misereres — Terminar siempre el Santo rosario con un responso, por mis amigas [las almas del Purgatorio]. — Meterme cada día en una llaga de mi Jesús». —La oración de que habla San Josemaría ya estaba difundida en Europa en el siglo XVII y es la traducción del O domina mea, o Mater mea, del P. Nicola Zucchi S.J. (1586-1670). Vid SOMMERVOGEL, 8, 1528.
554 Msb ||| ánimo] ánimo, Msb Txm
BAC 78, 1952, pgs 955-1024. En el Colegio de los PP. Escolapios de Barbastro, donde estudió el Autor, se leía y usaba este libro. Vid testimonio del P. José Mur Cavero, Barbastro 9-IX-1976; AGP, sec A, leg 100-38, carp 3, exp 12. A Lola Fisac le recomendó leer Cándido ARBELOA S.J., Modos fáciles de hacer por sí los fieles sus Visitas al Santísimo, Seminario Conciliar, Pamplona 1934.
555 Msb ||| Verdaderamente] seq , qué Msb del || Te] praec Me Msb del
Cuaderno VIII dpdo, Apínt, nº 1576; la cursiva es del original.
Expresión popular que significa lo mismo que «loco», «chiflado», vocablos que ya hemos visto en boca del Autor.
Carta de Josemaría Escrivá a Juan Jiménez Vargas, Burgos 6-VI-1938; EF 380606-1.
12b Vid André DERVILLE, «Plaie», en DSp, XII-2, col. 1794. Sobre el origen y manifestaciones de esta devoción vid Louis GOUGAUD, Dévotions et pratiques ascétiques du moyen âge, Desclée, De Brouwer et Cie, Paris 1925, pgs 78-90 y 114-120. Estudio monográfico: Ignazio BONETTI, Le Stimmate della Passione. Dottrina e storia della devozione alle cinque Piaghe, Istituto Padano di Arti Grafiche, Rovigo 1952.
Missale Romanum, Gratiarum actio post Missam.
13b En torno a la imagen del Cristo de El Pardo –una célebre escultura de Cristo yacente, obra de Gregorio Hernández (1576-1636), que se conserva en el convento de los capuchinos de El Pardo, cerca de Madrid– surgió una práctica de adoración y contemplación de las Llagas de Cristo, que incluye esta oración a la Llaga de la mano derecha del Salvador: «Adórote, ¡oh Santísima Llaga de la mano derecha de mi Señor Jesucristo!, y os pido, Señor, por ella, me perdonéis cuanto os he ofendido con el mal empleo de mi memoria, entendimiento y voluntad». El texto se encuentra en una folleto titulado Novena al Santísimo Cristo de El Pardo, Madrid 1943, pg 17, y se remonta, al menos, a la edición de 1827, realizada en la Imprenta Real de Madrid. Agradezco estos datos al Dr. Cristino Solance (Carta, Madrid 16-VII-2003), que los conoce por tradición familiar.
Libro de la Vida, 39, 1; BAC 212, 8ª ed, 1986, pg 215; la cursiva es mía.
«Si queréis aprender de la experiencia de un pobre sacerdote que no pretende hablar más que de Dios, os aconsejaré que cuando la carne intente recobrar sus fueros perdidos o la soberbia –que es peor– se rebele y se encabrite, os precipitéis a cobijaros en esas divinas hendiduras que, en el Cuerpo de Cristo, abrieron los clavos que le sujetaron a la Cruz, y la lanza que atravesó su pecho. Id como más os conmueva: descargad en las Llagas del Señor todo ese amor humano... y ese amor divino. Que esto es apetecer la unión, sentirse hermano de Cristo, consanguíneo suyo, hijo de la misma Madre, porque es Ella la que nos ha llevado hasta Jesús» (Homilía «Hacia la santidad», 1967, en Amigos de Dios, 303). —Sobre el tema «llagas de Cristo» en C vid además p/58 y 93. También Forja, 5, 98, 755 y 894; Via Crucis, passim.
556 Msb ||| Vía Crucis] Vía-crucis Msb Txm || los viernes] praec todos Msb del || fortaleza] fortaleza, Msb Txm
El Via Crucis ha sido a lo largo del siglo XX uno de los ejercicios de piedad más familiares a los cristianos: asocia estrechamente el movimiento del cuerpo, de la imaginación y del corazón y se apoya sobre la fe y el amor, que se expansionan en el recorrido de la Cruz. Para la historia de esta devoción y su sentido teológico, vid Michel-Jean PICCARD, «Croix, Chemin de», en DSp, II, col. 2576-2606. El Beato Columba Marmion ha escrito: «Je suis convaincu qu’en dehors des sacrements et des actes de la liturgie, il n’y a pas de pratique plus utile pour nos âmes que le chemin de la croix fait avec dévotion» (Le Christ dans ses mystères, ch. 14; 10ª ed, Abbaye de Maredsous, Sté St-Augustin, Desclée De Brouwer et Cie, Namur 1923, pg 298). A esta expansión de la devoción del Via Crucis ha contribuido sin duda el hecho de que los últimos Papas lo realicen de forma tan solemne el Viernes Santo de cada año y su amplia difusión a través de los medios de comunicación social.
Cuadernillo-agenda 1º de Burgos, hoja 4.
Al concluir este cuadernito y comenzar el segundo, volvió a copiar (Cuadernillo-agenda 2º de Burgos, hoja 1) las estaciones del Via Crucis. Vid el texto en IntrodGen § 5, 1, b.
AGP, sec A, leg 50-4, carp 1, exp 14. El papel se encuentra junto a otro, también pequeño con esta oración (autógrafa): «Señor Dios, que nos dejaste las señales de tu Pasión en la sábana santa, en la cual fue envuelto tu Cuerpo santísimo cuando por José fuiste bajado de la Cruz: concédenos, ¡oh piadosísimo Señor!, que por tu muerte y sepultura seamos llevados a la Gloria de la Resurrección, donde vives y reinas con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amen».
Josemaría ESCRIVÁ DE BALAGUER, Via Crucis, Rialp, Madrid 1981. Numerosas ediciones y traducciones.
557 Msb ||| sonrío] sonrío, Msb Txm || ingenuas Msb add] de barro Msb del Txm
Cfr Tomás de CELANO, Vida de San Francisco. Vida primera, I, cap XXX; BAC 4, 1945, pgs 339-342; y Vida segunda, cap XXIII, nn 199-200, ibidem, pgs 504s; San BUENAVENTURA, Leyenda de San Francisco, cap X, ibidem, pgs 597-598. Todos estos textos también en BAC 399, 1978.
Vid Álvaro del Portillo, Declaración procesal, pg 46; Proceso Romano de Josemaría Escrivá, testigo nº 1. Interesante también en este sentido el testimonio de Lola Fisac, que pasó con doña Dolores Albás –la madre del Autor– la Navidad de 1939 en la Residencia de Jenner: «Los chicos de la Residencia ponían el nacimiento y, cada vez que alguno entraba para saludarla, le oí decirle a la Abuela eso que el Padre había dejado recogido en un punto de ‘Camino’: ‘Nunca me has parecido más hombre que ahora, que pareces un niño’». (María Dolores Fisac Serna, Relación Testimonial, Madrid 2-IX-1975; AGP, sec A, leg 100-21, carp 2, exp 1, pg 4). Se ve claro que el Autor había oído esa frase a su madre, dirigiéndose a su marido, cuando ponía el Nacimiento con los niños.
558 Msb ||| confianza] confianza, Msb Txm
Sobre el origen de esta devoción y su creciente desarrollo en los tiempos modernos, vid Albert ÉNARD, Le Rosaire: prier avec Marie, Cerf, Paris 1987 y André DUVAL, «Rosaire (Saint)», en DSp, XIII, col. 937-980. —El Papa Juan Pablo II, en su Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae, de 16-X-2002, ha incluido en el Santo Rosario otros cinco misterios –los misterios de luz o luminosos–, que corresponden a la vida pública de Nuestro Señor y se sitúan entre los gozosos y los dolorosos. Por tanto ahora los misterios del Rosario son veinte y no quince.
Se conserva en AGP, sec A, leg 58, carp 2, doc 1. «Día primero de 1932: Ayer estuve con el P. Sánchez. Me devolvió, acotadas, las cuartillas mías sobre el santo rosario» (Cuaderno V, nº 529). Un breve apunte sobre la redacción de este texto en AGP, sec A, leg 58, carp 1.
Portada: «SANTO ROSARIO, por José María. Con licencia eclesiástica. Imprenta Juan Bravo, 3. Madrid». Sin fecha (pero 1934). «El Sr. Vicario estuvo amable. Traté de estas cuestiones: [...] petición de censura para el ‘Santo Rosario’» (Cuaderno VII, nº 1186, 22-V-1934). El 28 de mayo escribe: «Me recibió el Sr. Vicario muy amablemente. [...] 5/ Me dijo que no deje de dar los retiros espirituales durante el verano. 6/ Me dijo también que ya tenía licencia para publicar el ‘Santo Rosario’». —La edición crítico-histórica de Santo Rosario está en preparación.
559 Apínt Cem33/297 Cec/54.4-Ceb/226
Son: 922, 522, 738, 258, 259, 941a, 949, 265, 80, 79, 189, 559, 90.
La homilía, de 19-III-1963, está incluida en Es Cristo que pasa, 39-56. El pasaje citado de S. Agustín, Sermo 51, 30; BAC 91, 1955, pg 40 termina así: «Y el Señor no nació del germen de José. Sin embargo, a la piedad y a la caridad de José, le nació un hijo de la Virgen María, que era Hijo de Dios».
«Desde hace muchos años, me gusta invocarle con un título entrañable: Nuestro Padre y Señor» (homilía «En el taller de José», citada en nt anterior, n 39). Vid Laurentino Mª HERRÁN, «La devoción a San José en la vida y enseñanzas de Mons. Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei (1902-1975)», en Estudios Josefinos 34 (1980) 147-189.
Fundaciones, prólogo, 5; BAC 212, 8ª ed, 1986, pg 675. Libro de la Vida, 6, 6; ibidem, pg 50s: «Y tomé por abogado y señor al glorioso San José y encomendéme mucho a él. Vi claro que así de esta necesidad como de otras mayores de honra y pérdida de alma este padre y señor mío me sacó con más bien que yo le sabía pedir». Libro de la Vida, 33, 12; ibidem, pg 182: «… me apareció san Josef, mi verdadero padre y señor, y me dio a entender...». Las páginas más ricas del Siglo de Oro español sobre San José están en el tratado sobre el Patriarca de Bernardino de Laredo, publicado como apéndice a la segunda edición de su Subida del Monte Sión. Sabemos que la Santa de Ávila lo leyó.
Es Cristo que pasa, 39.
560 Msb
Cuadernillo-agenda 1º de Burgos, hoja 6.
EjEsp, «Plática preparatoria», Vitoria 18-VIII-1938; guión nº 131. Lo mismo en guión nº 97.
32b «Noticias», Burgos, abril 1938; AGP, sec A, leg 3, carp 3.
Homilía citada, Es Cristo que pasa, 39.
561 Msb
Libro de la Vida. 6, 8; BAC 212, 1962, pg 30.
Carta de Josemaría Escrivá a Juan Jiménez Vargas, Burgos 6-VI-938; EF 380606-1.
562 Apínt Cem32/37 Cec/54.5-Ceb/227 ||| servicios] servicios, Cec
Sobre la teología y la devoción a los Ángeles, con especial referencia a los Ángeles de la Guarda, puede consultarse el extenso y documentado artículo de Joseph DUHR, «Anges (Saints)», en DSp t. I, col. 580-625.
«No olvido que los Santos Ángeles juegan un papel importantísimo en la Obra» (Carta de Eliodoro Gil Rivera a Josemaría Escrivá, León 8-V-1934; AGP, sec E, carp 553). Don Eliodoro Gil, que cultivaba mucho la Liturgia, debió hacer esa alusión a los Ángeles Custodios porque el 8 de mayo se celebra su fiesta en Oriente.
563 Apínt Cem32/224 Cec/54.6-Ceb/228 ||| aquel] aquel, Cec || tu apostolado] nuestra Obra Apínt | nuestra O. Cem | nuestro apostolado Cec
Son: 58, 563, 571, 674, 887, 890.
El texto se repite casi a la letra en la Instrucción, 1-IV-1934, nº 13.
Vid com/720. No sólo lo predicaba, sino que lo vivía.
564 Apínt Cem32/38 Cec/55.1-Ceb/229 ||| Si tuvieras … tus prójimos] Ten presentes a tu Ángel y a los de tus prójimos Cem || prójimos evitarías C ] prójimos, evitarías Cec Txm
A continuación escribió el texto que daría origen al p/859.
565 Msb
El Autor sólo llevaba el dinero justo para pagar un billete de tercera clase hasta Burgos. Si no ponían a la venta más que billetes de 1ª y de 2ª, podría llegar como máximo a Salamanca.
María Josefa Segovia. Era la Directora General de las Teresianas, a las que en enero había predicado un retiro espiritual en Salamanca.
Carta de Josemaría Escrivá a los fieles del Opus Dei en Burgos, 19-IV-1938; EF 380419-2. Empezada con esta fecha y escrita a lo largo del viaje y entregada en mano al volver a Burgos el día 23.
566 Msb ||| hay] hay, Msb Txm || ambiente] ambiente, Msb Txm
Francisco Botella, Relatos testimoniales, Madrid 1975-78, cap III, pgs 9-10.
Camino de Liberación: Año de 1937, Diario del Paso de los Pirineos, días 6 y 7 de octubre de 1937 (Juan Jiménez Vargas), pg 2. El Autor de C, estando en Burgos, pasó a máquina este relato. Original y mecanografía en AGP, sec A, leg 2, carp 2, exp 1 y 2.
Carta de Josemaría Escrivá a los fieles del Opus Dei en Madrid, 17-IX-1934; EF 340917-2.
567 Msb
568 Msb ||| Ángeles] praec Santos Msb del |||| 1 Ct 5, 8
EjEsp, Plática «Santa Pureza», Vitoria VIII-1938; guión nº 126.
Poesías, 2 («Muero porque no muero»); BAC 212, 8ª ed, 1986, pg 654.
El autor es el Comendador Joan Escrivá, cortesano de los Reyes Católicos, colaborador del Gran Capitán en Nápoles. El Autor de C en otra ocasión decía: es «un Escrivá de finales del siglo XV –pariente mío– que escribió una letrilla amorosa» (Tertulia, Roma 30-IV-1968). El poema es «el ejemplo clásico de la oposición y complementariedad de muerte y vida desde el punto de vista del conceptismo» (Francisco RICO, Mil años de poesía española. Antología comentada, Madrid, 2ª ed, 1996, pg 197) e influyó notablemente en las célebres coplas de Santa Teresa de Jesús (Aspiraciones de vida eterna) y de San Juan de la Cruz (Coplas del alma que pena por ver a Dios; BAC 15, 13ª ed, 1991, pgs 77-79) que tienen ambas como estribillo el «que muero porque no muero» (vid Torcuato LUCA DE TENA, La mejor poesía cristiana, Martínez-Roca, Barcelona 1999, pg 204; el texto del Comendador Escrivá puede verse ibidem, pgs 18-19, con esta variante para los versos 2 y 3: que no te sienta conmigo / porque el gozo de ir contigo).
AGP, sec P, leg 1, 1975, pg 764. Son notas de una meditación predicada en Roma en 1962.
Notas de una tertulia, La Lloma (Valencia) 7-I-1975; AGP, sec A, leg 51; también en AGP, sec P, leg 1, 1975, pg 152.
569 Msb ||| alegría] alegría, Msb Txm || Angélicos] Angélicos, Msb Txm || de la Sagrada Eucaristía Msb add] del Divino Amor Msb del || defendedla … conservadla Msb add] defendedlo … conservadlo Msb del
Collectio precum piorumque operum, quibus Romani Pontifices in favorem omnium Christifidelium aut quorumdam Coetuum personarum Indulgentias adnexuerunt ab anno 1899 ad 1928, Typis Polyglottis Vaticanis, Romae 1929, pg 195, nº 205. —La concesión general de la indulgencia a esta invocación se hizo por medio de un decreto de la S.C. Indulg. de 26-VII-1908. El expediente tiene el protocolo 724 de los despachados en la Congregación ese año, pero está traspapelado en el Archivo Vaticano y no he podido consultarlo. La concesión fue reno¬vada en 17-V-1927 por la Sagrada Penitenciaría Apostólica, en tiempos de Pío XI. —Agradezco al Dr. Laurent Touze haberme facilitado los datos de origen de esta invocación.
570 Msb ||| quieren Msb add] pueden Msb del |||| 1 Hch 12, 6-16 (v.15)
«Révélatrice de cette croyance est surtout l’exclamation toute spontanée des amis de Pierre, qui, ne pouvant s’imaginer que l’apôtre délivré frappait à la porte de la salle où ils priaient, s’écrièrent: ‘C’est son ange’» (Joseph DUHR, «Anges (Saints)», en DSp t. I, col. 585).
EjEsp, Meditación «Nacimiento de Cristo», Vitoria 21-VIII-1938; guión nº 127. Vid también Plática «Vida sobrenatural», Vitoria 21-VIII-1938; guión nº 121.
EjEsp, Meditación «Dos banderas. Genio militar de San Ignacio», Vitoria 21-VIII-1938; guión nº 83.
Cfr Margherita GUARDUCCI, «La data del Martirio di Pietro», en La parola del passato, Roma 1968, pgs 61-117; Stefania FALASCA - Giovanni RICCIARDI, O Roma felix. Luoghi della memoria cristiana a Roma, Trenta giorni, 2ª ed, Roma 1999, pgs 16-18.
571 Apínt Cem32/221 Cec/55.2-Ceb/230 ||| purgatorio] Purgatorio Apínt Cem || egoísmo] egoísmo Apínt Cem || muy en cuenta] muy presentes Apínt Cem || Mis] mis Apínt Cec || amigas] amigas, Apínt Cec
Futuros puntos de C transcritos ese día: 563, 571, 674, 890, 887, 58.
Apínt, nº 524, 30-XII-1931.
Apínt, nº 1296, 2-XI-1935. Para el tema del «borrico», vid com/420, 606 y 998.
Apínt, nº 1207.
Doctrina calificada en teología como «sentencia probable». Cfr Ludwig OTT, Manual de Teología Dogmática, Herder, 4ª ed, Barcelona 1964, pgs 480-83.
Javier ECHEVARRÍA, Memoria del Beato Josemaría Escrivá, 2000, pg 187. —También Santa Margarita María se refería a las almas del Purgatorio como sus «amigas». Vid Francisco GALLEGO LUPIÁÑEZ, «Santa Margarita Mª de Alacoque y San Josemaría Escrivá de Balaguer», Studium 43 (2003) 368s.
572 Msb ||| esta de] praec la que Msb del
Libro de la Vida, 31, 4; BAC 212, 8ª ed, 1986, pg 166. «Tenga agua bendita junto a sí, que no hay cosa con que más huya» (Carta 179, 13; ibidem, pg 1084).
Cfr Louis GOUGAUD, «Bénite (Eau)», en DSp, I. col. 1369s.
573 Apínt Cec/55.3-Ceb/231
Instrucción, 19-III-1934, nº 31. Vid supra Introd al cap, nt 2. —Forja, 135: «Hemos de pensar los católicos que, después de Dios y de nuestra Madre la Virgen Santísima, en la jerarquía del amor y de la autoridad, viene el Santo Padre».
Apínt, passim; vid com/11, 247 y 833. Sobre el tema, vid Cormac BURKE, «Una dimensión de su vida: el amor a la Iglesia y al Papa», en Mons. Escrivá de Balaguer y el Opus Dei, 1985, pgs 357-368. Un estudio a la luz de la enseñanza del Fundador del Opus Dei: Antonio MIRALLES, «El Papa en la vida del cristiano», en Romana, Bollettino della Prelatura della Santa Croce e Opus Dei, 6 (1990) 143-150.
574 Msb ||| Varoniles serán esas devociones, cuando las Msb add] Varonil será esa devoción, cuando la Msb del || de oración y de penitencia Msb add] de penitencia y de oración Msb del
Apínt, nº 297, 23-IX-1931.
Es Cristo que pasa, 101. Vid p/981 y 982 con sus com.