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Capítulos de Camino
Infancia espiritual

 

Infancia espiritual

Este cap y el siguiente constituyen una unidad claramente delimitada. En Cec formaban un único cap, el de mayor extensión: cincuenta y tres puntos. El núcleo fuerte de esta unidad ya estaba formado en Cem32 con un bloque de treinta y cinco consideraciones (cd/139 a 173). Es, sin duda, el conjunto de textos más homogéneo, doctrinal y literariamente, de aquel primer esbozo de C, de manera que ofrece a Cec el cap prácticamente hecho.
El Autor, al preparar la edición de Cuenca, toma este bloque de Cem32 –del que elimina dos textos – y le agrega otras veinte consideraciones: ocho, sacadas de otros lugares del mismo fascículo; cuatro, procedentes de Cem33; y las otras ocho, copiadas directamente de los Cuadernos VI y VII. El conjunto de los textos es sometido a una intensa reordenación.
Al preparar C en Burgos, el Autor asume íntegro y por su orden todo este patrimonio, con una notable excepción, que ya hemos subrayado en el cap 39. Me refiero a la secuencia de cinco puntos que había añadido al construir el cap de Cec y que ahora retira de aquí para unir al nuevo cap «Cosas pequeñas» (vid Introd a cap 39). De esta manera, en Burgos restituye al cap la «pureza» temática de Cem32: infancia espiritual. Desde el punto de vista de nuevos contenidos, la labor de Burgos es mínima: tres puntos, que inserta en los lugares oportunos. Y, sin embargo, en Burgos habrá una importante novedad estructural: Escrivá divide en dos el cap único de Cec: retiene para el primero el título originario («Infancia espiritual») y titula el segundo «Vida de infancia». Los contenidos del primero parecen, en efecto, más definitorios de lo que «es» la infancia espiritual; el otro, en cambio, describe sobre todo su praxis. En todo caso, ese tránsito del ser a la vida no es fruto de la división del cap en dos: ya está presente en Cec, pues el orden interno de las consideraciones del cap único de Cuenca queda intacto en el doble cap de Burgos.


La temática de estos caps –y de muchos puntos repartidos a lo largo del libro– está pidiendo una investigación detenida de la doctrina de Josemaría Escrivá sobre la infancia espiritual; investigación que contemple su relación con la tradición que recibe, especialmente, con San Francisco de Sales y, sobre todo, con Teresa de Lisieux, a la que venera e invoca precisamente por razón de esta doctrina . La matriz existencial de ese caminar como un niño delante de Dios tiene una dimensión importante, según muchos testimonios, en su experiencia de Dios en el seno de su familia, en la vivencia del amor entregado de sus padres.


En la vida espiritual del Autor, tal como se refleja en sus Cuadernos de Apínt, hay un periodo de verdadera eclosión de la «infancia espiritual», que abarca desde el 2-X-1931 , tercer aniversario de la Fundación del Opus Dei, hasta finales de marzo de 1932, con un momento de especial intensidad durante la novena de la Inmaculada del 31 –con una especial intensidad la víspera de la novena, 29 de noviembre (vid com/853)–, que se prolonga hasta mediados de enero de 1932 . Este «tiempo de gracia» viene precedido y acompañado, en la historia personal del Autor, de una profunda y sobrenatural vivencia de la paternidad de Dios y de la consiguiente filiación divina del cristiano (septiembre-octubre de 1931) y del «descubrimiento» de la vida de infancia de Cristo . Son de esta época más de cincuenta anotaciones de Apínt que comienzan así: «Niño...» (entre ellas el punto primero de C).
El 13 de enero de 1932 escribirá en su Cuaderno (nº 560):
«Yo no he conocido en los libros el camino de infancia hasta después de haberme hecho andar Jesús por esa vía».

En efecto, ese mismo día 13 se había topado con un libro que había de leer con gran interés. Lo narra él mismo –inmediatamente después de escribir el p/862 de C– en un párrafo de denso contenido biográfico y espiritual:
«Ayer, por primera vez, comencé a hojear un libro que he de leer despacio muchas veces: «Caminito de infancia espiritual» por el P. Martin . Con esa lectura, he visto cómo Jesús me ha hecho sentir, hasta con las mismas imágenes, la vía de Santa Teresita. Algo hay anotado en estas Catalinas, que lo comprueba. Leeré también despacio la «Historia de un alma». Creo que ya la leí una vez, pero sin darle importancia, sin que, al parecer, dejara poso en mi espíritu. Fue primero Mercedes , quien hizo que yo comprendiera y admirara y quisiera practicar la síntesis de su vida admirable: ocultarse y desaparecer . Pero este plan de vida, que en ella era consecuencia, fruto sabroso de su humildad íntima y profunda, no es otra cosa, a fin de cuentas, que la médula de la infancia espiritual. Entonces, me tomó Teresita y me llevó, con Mercedes, por María, mi Madre y Señora, al Amor de Jesús. Y aquí estoy cum gaudio et pace, siempre llevado, porque solo me caigo y me ensucio, camino adelante, para creer, para amar y para sufrir. Que Santa María no suelte la cuerda del borrico de Jesús. Amen. Amen» .


Como digo, me parece del máximo interés la investigación sobre el tema, pero, ya desde ahora, puedo decir que la característica dominante en ambos caps –quizá en contraste con otras formas de «vivenciar» esta niñez ante Dios– es ésta, a mi parecer: la «infancia espiritual» que San Josemaría vive y propone a los lectores, no es sólo, ni ante todo, pequeñez, humildad de la criatura ante Dios, sino, radicalmente, gozo y seguridad ante la paternidad de Dios-Padre, y modo de vivir la filiación divina del «niño» , que ve en Jesús a su Hermano mayor, al «Amigo Grande» (vid supra nt 3). Es la lectura que Clemente de Alejandría hacía de Mt 18, 3: «Son verdaderamente niños los que no reconocen por padre más que a Dios; los que son sencillos, pequeños, puros: los creyentes en un solo Dios». El Logos –continúa– «les exhorta a poner su atención, imitando a los niños, solamente en el Padre». Y concluye: «el que cumple este precepto es realmente un párvulo y un niño para Dios» .
Ésta es, a mi entender, la característica fundamental de la manera propia que Escrivá tiene de comprender y vivir la vida de infancia. Este sentido de ser hijos de Dios en Cristo, definitorio de la fisonomía espiritual que extendió por el mundo, lleva a San Josemaría a sentir la paternidad de Dios con la ternura de un niño ante su padre. Pero ese tránsito es un don divino que interpela a la libertad humana. Vid, como prolongación de lo que decimos, el inmediato com/852.
Por lo demás, es claro que la «vida de infancia», en la experiencia espiritual del Autor, señala cotas muy altas en el itinerario del alma hacia Dios. Por eso la sitúa en esta Tercera Parte del libro . El filósofo de la Universidad de Sevilla Jesús Arellano, al comentar estos caps de C, ha dicho que «la vida de infancia espiritual es la forma suprema de la vida teologal» .


852* Procura conocer la «vía de infancia espiritual», sin «forzarte» a seguir ese camino. —Deja obrar al Espíritu Santo.


El primer punto de este cap 41 asienta el principio fundamental, según el Autor, en toda la materia: la libertad interior del cristiano, que es apertura a la acción del Espíritu Santo. Al hablar del «conocimiento y práctica de la vida de infancia espiritual, no es mi intención –puntualiza– uniformar las almas de los ‘hombres de Dios’» .
El punto de C recoge de manera sencilla la experiencia del Autor y las luces que le dio el Señor, reflejadas en el citado texto de su Cuaderno, que continúa así:
«Lo que veo es: 1º/ hay que dar a conocer a todos y cada uno de los socios la vida de infancia espiritual: 2º/ nunca se forzará a ningún socio a seguir este camino, ni ninguna otra vía espiritual determinada. Esta es la buena doctrina de la Obra de Dios».

A San Josemaría, Dios le llevaba claramente por el camino de infancia; pero él nunca quiso que esa vía, ni ninguna otra, fuera preceptiva para la vida de oración de los fieles del Opus Dei. Tres meses antes de escribir este punto había anotado en el Cuaderno IV, con ocasión del tercer aniversario de la fundación del Opus Dei:
«Indudablemente Santa Teresita –a quien invoco a diario tanto como a Mercedes – quiso anticiparme algo por su fiesta y logró de mi Angel Custodio que me enseñara hoy a hacer oración de infancia» .

Al entrar en estos dos caps, pasamos a una de las zonas de máxima intensidad en la experiencia cristiana del Autor, cuya vida espiritual está existencialmente fundida con su dedicación total a la tarea de hacer y configurar el Opus Dei. El texto que hemos transcrito más arriba muestra su esfuerzo de discernimiento y cómo veía claro que no se puede «forzar» a los cristianos a seguir el camino de infancia, ni ningún otro.
Asentado este principio de libertad, hay que decir a continuación que ambos caps, desde este primer p/852, constituyen una atractiva descripción y, con ella, una invitación y una incitación al lector a aventurarse por el camino de ser y vivir como un niño delante de Dios. Se percibe en cada punto cómo Josemaría Escrivá habla de lo que vive y cómo de continuo «tira» –del lector– hacia la «niñez» espiritual de los hijos de Dios.
Esta batalla por ser niño delante de Dios la combatió San Josemaría hasta el último momento. Tres meses antes de su muerte predicaba y hacía su oración personal:
«A la vuelta de cincuenta años, estoy como un niño que balbucea. Estoy comenzando, recomenzando, en cada jornada. Y así hasta el final de los días que me queden: siempre recomenzando. El Señor lo quiere así, para que no haya motivos de soberbia en ninguno de nosotros, ni de necia vanidad. Hemos de estar pendientes de El, de sus labios: con el oído atento, con la voluntad tensa, dispuesta a seguir las divinas inspiraciones» .
Juan Pablo II, en la Audiencia Pública que siguió a la Beatificación de Escrivá se hizo eco precisamente de estas palabras:
«Dio prueba –decía el Papa– de una humildad extraordinaria, hasta el punto de que, al final de su existencia, se veía ‘como un niño que balbucea’» .


853* Camino de infancia. —Abandono. —Niñez espiritual. —Todo esto no es una bobería, sino una fuerte y sólida vida cristiana.


La matriz de este punto se encuentra en el Cuaderno IV, nº 435, escrito y fechado en 30-XI-1931. No se trata de una máxima que copia luego en sus cuartillas, sino de un trozo de su vida que se reviste de singular importancia en la historia de su alma y es decisivo para comprender el presente cap. El Señor venía preparándole intensamente en la vida de infancia, como dije en la Introd al cap, pero parece como si todo tomara cuerpo en la experiencia que tuvo el día 29, la víspera de San Andrés, mientras atendía a los enfermos en el Hospital del Rey. Él mismo la relata al día siguiente, y la transcribimos a la letra, con sus puntos de humor:

«Día del Apóstol San Andrés, 1931: Ayer, en el ejercicio de la Congregación de S. Felipe, hube de ir llevando como hermano Obediencia —jefe del grupo— a un viejito ignorante y, al parecer, algo... tarara. En cada sala, al terminar nuestra labor, gritaba esta piadosa barbaridad: "Hermanos, que Dios les dé la salud del cuerpo... (aquí una gran pausa, y luego, todo seguido)... y la espiritual, si conviene". Y después, añadía despidiéndose: "Que el Señor nos haga gozar a todos de las auras celestiales" . Esto tan subido y aquella devota enormidad, de primera intención, me sublevaron. Luego, consideré el sentido fervor del pobre viejo. Consideré también que Jesús quiere que yo ande por caminos de infancia. Humillé, entonces, mi inteligencia y, como un chiquitín, sin atender al concepto, me fijé en el tono de voz, lleno de piadosa unción de caridad... Y vi que aquel grito, porque sonaría bien en los oídos de un nene, sutiles para conocer los afectos, indudablemente sonaría muy bien del mismo modo en los oídos de Dios. Y quedé edificado. Como quedé edificado también, cuando al bajar hacia nuestro oratorio, decía muy alto: ‘Hermano Fulano, eche su caridad una oración del Santo Sudario por quien quiera o tenga devoción’»20b.

En el nº 434 del Cuaderno sigue contando cosas de la jornada que no hacen a nuestro caso20c, y a continuación, en el nº 435, terminado el relato, viene su oración escrita sobre los acontecimientos de la víspera, la proyección de las luces de Dios sobre su propia vida. Aparece entonces el «hogar» del punto de C que presentamos:
«Camino de infancia. Abandono. Niñez espiritual. Todo esto que Dios me pide y que yo trato de tener no es una bobería, sino una fuerte y sólida vida cristiana. Por ahí voy, cuando, al rezar el rosario o hacer —como ahora en adviento— otras devociones, contemplo los misterios de la vida, pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, tomando parte activa en las acciones y sucesos, como testigo y criado y acompañante de Jesús, María y José. Ese camino de infancia me hace suspirar, a la vista de una iglesia o de una casa religiosa: Jesús, sé que estás ahí [en el Sagrario] y te amo».

A mi parecer, puede considerarse este punto como la síntesis que ofrece el Autor de su vivencia y de su propuesta acerca de la «infancia espiritual». El punto precedente establece, como se dijo en com/852, el principio de libertad en la vida según el Espíritu, de ahí su lugar como apertura del cap; pero, afirmada la libertad de seguir o no el «caminito», este p/853 lo describe en dos pinceladas (abandono en Dios a la manera de los niños en sus padres) y descarta que el no seguirlo pueda justificarse por ser la vida de infancia algo poco recio. Por otra parte, estamos ante el primero de los textos de su Cuaderno que pasa a estos dos cap de C: todos los demás que irá anotando le siguen como en cascada. Son explicitación de este punto, que implica una fuerte toma de conciencia en el Autor de su propia vida de infancia.

La mejor exégesis de esa autoconciencia es el párrafo primero que he copiado —«Humillé, entonces, mi inteligencia, etc.»—, que se prolonga en el párrafo final de esa jornada:
«Me duele anotar estos detalles, que podrían hacer pensar algo bueno, o menos malo, de mí. Estoy lleno de miserias. Cada día las veo más claras. Pero no me asustan…».
Este párrafo, que interrumpo aquí, puede continuarse leyendo en com/884. Él da origen al punto que tiene ese número.


854* En la vida espiritual de infancia las cosas que dicen o hacen los «niños» nunca son niñerías y puerilidades.


Texto del Cuaderno VI, nº 820, fechado en 5-IX-1932. Vid apcrít.


855* La infancia espiritual no es memez espiritual, ni «blandenguería»: es camino cuerdo y recio que, por su difícil facilidad, el alma ha de comenzar y seguir llevada de la mano de Dios.


Texto del Cuaderno VI, nº 438, precedido del p/870 y seguido del p/771, fechados los tres en 1-XII-1931. El texto comienza así:
«¡La infancia espiritual! La infancia espiritual no es, etc.» .

«Difícil facilidad». Modo de calificar la vida de infancia que se le viene de nuevo a la pluma pocos días después, a propósito del abandono en la oración:
«¿Por qué exponer los asuntos a mi Dios, y no pedir? Es camino de infancia, de difícil facilidad —como dije otro día—: en ocasiones, se me va por costumbre la petición; pero, me doy cuenta y rectifico al momento. El niño bueno se acerca a su madre y le dice: mira, me ocurre esto... y lo otro. Sin más. No pide, si es discreto. Sabe que su madre obrará siempre conforme a su bien y que conoce mejor ella que él mismo lo que a su pequeñez conviene»21b.


856* La infancia espiritual exige la sumisión del entendimiento, más difícil que la sumisión de la voluntad. —Para sujetar el entendimiento se precisa, además de la gracia de Dios, un continuo ejercicio de la voluntad, que niega, como niega a la carne, una y otra vez y siempre, dándose, por consecuencia, la paradoja de que quien sigue el «Caminito de infancia», para hacerse niño, necesita robustecer y virilizar su voluntad.


Texto del Cuaderno V, nº 477, fechado en 13-XII-1931. Refleja una conversación con Norberto Rodríguez, el primer sacerdote colaborador suyo de aquellos tiempos :
«Veíamos con D. Norberto –y ahora lo veo muy claro– que la infancia espiritual exige la sumisión del entendimiento, más difícil que la sumisión de la voluntad. Para sujetar el entendimiento, se precisa, además de la gracia de Dios, un continuo ejercicio de la voluntad, que niega, como niega a la carne, una y otra vez y siempre, dándose, por consecuencia, la paradoja de que quien sigue el Caminito de infancia, para hacerse niño, necesita robustecer y virilizar su voluntad».
Por el tenor del texto se ve con claridad que en la conversación se habla de algo conocido, que tiene su nombre en la espiritualidad: el «Caminito de infancia», ligado a la figura de Santa Teresita .

El 2-X-1930, en el segundo aniversario de la fundación del Opus Dei, San Josemaría anotaba en su Cuaderno (nº 89):
«Ahora, de un modo especial entre la juventud (ayer vi un semanario blasfemo, escrito por estudiantes para estudiantes), no es la carne solamente la que se subleva: es la rebelión de las inteligencias. A esa rebelión de los que se llaman intelectuales, a ese non serviam!, preciso es que otros intelectuales respondan con un decidido ¡serviré! ¡Te serviré, oh Dios!».
«Virilizar la voluntad»: vid com/19 con sus referencias.
«La sumisión del entendimiento». Hay, pues, que situarla en este contexto de la seria vida intelectual de un universitario que «piensa». La expresión, puesta en relación con la «sumisión de la voluntad», como se hace en el discurso de este punto, no es otra cosa, a mi parecer, que una consecuencia de la primacía total y absoluta que tiene la fe-confianza dentro del camino de infancia espiritual. Se trata, en efecto, del don de la fe que se expande en el sujeto y le lleva a la permanente conciencia de la infinita verdad de Dios –llena de bondad–, ante la que se rinde la inteligencia, incluso cuando no «entiende», porque en su no entender «sabe» que Dios «sabe más». La voluntad, por tanto, entra en el proceso de «sumisión» exactamente como entra en la génesis del acto de fe. De la fe en Dios, ciertamente, pues –como dice Josef Pieper – fe absoluta, fe en sentido pleno, sólo se puede tener en Dios: Él es la verdad, la veracidad y la bondad supremas, que ni se engaña ni nos engaña. En un hombre, en cambio, no puede ponerse una fe así: toda fe en el hombre está siempre intrínsecamente condicionada por la conciencia de su falibilidad.


857* Ser pequeño: las grandes audacias son siempre de los niños. —¿Quién pide... la luna? —¿Quién no repara en peligros para conseguir su deseo?
«Poned» en un niño «así», mucha gracia de Dios, el deseo de hacer su Voluntad (de Dios), mucho amor a Jesús, toda la ciencia humana que su capacidad le permita adquirir... y tendréis retratado el carácter de los apóstoles de ahora, tal como indudablemente Dios los quiere.


Es el primer punto escrito en el Cuaderno V (nº 450), que comenzó el mismo día que terminó el IV: el día de San Francisco Javier, 3-XII-1931 . Vid apcrít, que manifiesta una vez más el origen existencial de estos puntos .

858* Sé niño. —Más aún. —Pero no te me plantes en la «edad del pavo»: ¿Has visto algo más tonto que un chiquillo «hombreando», o un hombre «niñoide»?
Niño, con Dios: y, por serlo, hombre muy viril en todo lo demás. —¡Ah!: y deja esas mañas de perro faldero.


Éste es el único punto del presente cap que fue agregado en la redacción de Burgos. Fue redactado sin embargo en Honduras. Pertenece, en efecto, a la serie Lh, escrita en aquella Legación. Es de sumo interés este párrafo de la predicación en el refugio diplomático, que parece estar en el trasfondo de la dimensión «hombre niñoide» de este punto:
«Hemos sentido la atracción, en otro tiempo, del camino de infancia. Hemos buscado ser, sobrenaturalmente hablando, niños pequeños. Pero los obstáculos nos han descorazonado; nos desalentaron y nos apartaron de ese proyecto. Y es que –conviene decirlo en un paréntesis– el camino de infancia exige una voluntad especialmente viril y enérgica. No es senda para gente floja. El que desea ser niño ante Dios ha de tener, en el ejercicio de todas sus actividades en el mundo, una decisión, una santa desvergüenza, una reciedumbre a toda prueba. Abandonarse sobrenaturalmente en las manos de Dios, como un niño en las de su padre, excluye el comportarse como un niñoide en la conducta exterior. Cuanto más niño, más hombre, más recio, más varón, que viene de vis, fuerza: más fuerza en la voluntad» .

Pero la otra dimensión –el otro riesgo: el «chiquillo hombreando»– está ya presente en una nota de 1933, que pasó después a ser Forja 597:
«¿Puede darse algo más antipático que un niño haciéndose el hombre? ¿Qué simpatía tendrá delante de su Dios un pobre hombre –un niño–, haciéndose el grande, hinchado por la soberbia, convencido de su valer, confiando solamente en sí mismo?» .
Un niño haciéndose el hombre. Eso es exactamente el chiquillo «hombreando»28b.
Sobre el tema y la terminología varón, virilidad, vid com/19.


859* A veces nos sentimos inclinados a hacer pequeñas niñadas. —Son pequeñas obras de maravilla delante de Dios, y, mientras no se introduzca la rutina, serán desde luego esas obras fecundas, como fecundo es siempre el Amor.


Texto que arranca del Cuaderno V, nº 488, de fecha 17-XII-1931. En este pasaje de sus Apínt Josemaría Escrivá narra y medita la experiencia «infantil» que da origen al punto y que, lógicamente, silencia al escribir C . Incluso en su propio Cuaderno no habla en primera persona:
«A veces nos sentimos inclinados a hacer pequeñas niñadas: mientras esos actos no sean rutinarios, no son estériles. Un ejemplo: supongamos que un alma, que va por vía de infancia espiritual, se mueve a arropar cada noche, a las horas del sueño, a una imagen de madera de la Santísima Virgen. El entendimiento se rebela contra semejante acción, por parecerle completamente inútil. Pero el alma pequeña, tocada de la gracia, ve perfectamente que un niño, por Amor, obraría así. Entonces, la voluntad viril, que tienen todos los que son espiritualmente chiquitos, se alza obligando al entendimiento a rendirse... Y, si aquella alma infantil continúa cada día arropando la imagen de nuestra Señora, cada día también hace una pequeña obra de maravilla delante de Dios, y, mientras no se introduzca la rutina, será desde luego esa obra una obra fecunda, como fecundo es siempre el Amor» .
Años después mirará aquella experiencia en perspectiva:
«Día 2 de marzo de 1935.–Ya no visto de noche a mi Virgen de los Besos. Fue aquella temporada, en que arropaba la imagen de mi Madre, el aprendizaje de la vida de infancia. ¡Cuánto bien me hizo! Hoy sería rutina» .


860* Delante de Dios, que es Eterno, tú eres un niño más chico que, delante de ti, un pequeño de dos años.
Y, además de niño, eres hijo de Dios. —No lo olvides.


Texto procedente del Cuaderno VI, nº 953, 19-III-1933 . Vid apcrít.
Dije en la Introd al cap que este punto me parecía una expresa declaración de la manera propia que el Autor tiene de entender y vivir la infancia espiritual: «además de niño, eres hijo de Dios». Aunque utiliza las expresiones ser pequeño, alma pequeña, etc., lo que domina su experiencia espiritual en este campo es el sentido

gozoso de la paternidad de Dios: no es sólo ser «pequeño» ante la «inmensidad» de Dios, sino ser niño-hijo ante Dios, que es mi Padre. La dimensión «mariana» de la infancia espiritual es también muy característica de esta experiencia: vid especialmente p/900.


861* Niño, enciéndete en deseos de reparar las enormidades de tu vida de adulto.


Texto del Cuaderno V, nº 737, fechado en 26-V-1932 , con tenor literal idéntico al de C, pero precedido del nombre de la fiesta que era aquella jornada:
«Fiesta del Santísimo Corpus Christi».


862* Niño bobo: el día que ocultes algo de tu alma al Director, has dejado de ser niño, porque habrás perdido la sencillez.


Texto del Cuaderno V, nº 561, 14-I-1932 , con tenor literal idéntico al de C.
El original fue escrito en su Cuaderno el mismo día en que anotó las importantes declaraciones sobre la infancia espiritual que hemos recogido en la Introd al presente cap.
Vid p/56-65, especialmente p/64-65 y com.


863* Niño, cuando lo seas de verdad, serás omnipotente.


Punto procedente del Cuaderno V, nº 567, texto fechado en 18-I-1932. Este punto es el primero de la serie de ese día y dice así:
«Fiesta de la Cátedra de S. Pedro en Roma, 1932: Niño, cuando lo seas de verdad, serás invencible».
Ya en Cec cambió «invencible» por «omnipotente». No parece ser una corrección lingüística o de estilo, sino de propiedad en el mensaje espiritual. De hecho en p/875, que abre el cap «Vida de infancia», ya había dicho al hijo-niño –y esto desde Apínt y Cem–, «que el Amor te ha hecho omnipotente». El adjetivo invencible no aparece en C. Mi impresión es que el Autor no quiso que el lector pudiera pensar que ya no puede haber «caídas» en su vida cara a Dios. El regalo de la «omnipotencia» que Dios hace al niño es la omnipotencia del Amor, que atrae siempre la misericordia divina y el perdón.

864* Siendo niños no tendréis penas: los niños olvidan en seguida los disgustos para volver a sus juegos ordinarios. —Por eso, con el abandono, no habréis de preocuparos, ya que descansaréis en el Padre.


Texto procedente del Cuaderno IV, nº 445, fechado en 3-XII-1931 . El Autor anota un diálogo con la Virgen Santísima:
«Anoche, cuando hacíamos la novena a la Inmaculada, en la petición, le expuse que quiero ser muy niño. Al instante me hizo ver por qué, siendo niño, no tendré más penas: porque los niños olvidan en seguida los disgustos, aun los mayores disgustos, para volver a sus juegos ordinarios: porque, con el abandono, el niño no tiene que preocuparse, ya que descansa en su Padre».
Por la expresión –«anoche»– podría pensarse que con él hacían la novena a la Inmaculada su madre y sus hermanos. La familia vivía entonces en Viriato.


865* Niño, ofrécele cada día... hasta tus fragilidades.


Texto procedente del Cuaderno V, nº 566, fechado en 16-I-1932. El tenor literal del texto es idéntico al de C. Éste y el siguiente punto tienen tema y estructura literaria semejantes –«Niño, ofrécele»–, que encontramos también en Forja, 928. Ofrecer al Señor, sencillamente, la propia vida y la de los demás es una profunda dimensión de la vida de infancia.


866* Niño bueno: ofrécele el trabajo de aquellos obreros que no le conocen; ofrécele la alegría natural de los pobres chiquitines que frecuentan las escuelas malvadas...


Texto procedente del Cuaderno V, nº 574, fechado unos días después: 19-I-1932 . El tenor literal es idéntico al de C, con sólo variantes de puntuación.

Punto sin duda forjado en su experiencia de Capellán del Patronato de Enfermos, que le llevaba a colaborar en la catequesis y preparación de la Primera Comunión de los niños. Las Damas Apostólicas iban extendiendo por las barriadas más pobres de Madrid una red de colegios y escuelas que ponían de ordinario enfrente de las que iban poniendo algunas organizaciones de origen protestante o laicista . «No sólo era el problema de los protestantes. Nacía también la escuela laica que, en intención de Lerroux, formaría toda una generación de proletarios que serían mañana –decía– ‘los demoledores del dogma y de la Iglesia’» .

Las «escuelas malvadas». Otra terminología muy de época –inequívoca en el contexto católico español de aquellos años– para designar a las escuelas en las que los maestros atacaban a la Iglesia y procuraban apartar a los niños de la fe católica .
El Autor expresa su profundo dolor ante la situación de descristianización que se extendía en el mundo obrero y en las escuelas.


867* Los niños no tienen nada suyo, todo es de sus padres..., y tu Padre sabe siempre muy bien cómo gobierna el patrimonio.


Texto procedente del Cuaderno V, nº 639, copiado antes de transcribir el futuro p/229, fechados ambos en 8-III-1932. Tenor literal idéntico. Pero el texto del Cuaderno aparece introducido con el vocativo «Niño bobo». Como con tantos otros pasajes de esta época, el vocativo «Niño», con o sin adjetivo, manifiesta la intensidad de la vida de infancia del Autor. Vid Introd a este cap.


868* Sé pequeño, muy pequeño. —No tengas más que dos años de edad, tres a lo sumo. —Porque los niños mayores son unos pícaros que ya quieren engañar a sus padres con inverosímiles mentiras.
Es que tienen la maldad, el «fomes» del pecado, pero les falta la experiencia del mal, que les dará la ciencia de pecar, para cubrir con apariencia de verdad lo falso de sus engaños.

Han perdido la sencillez, y la sencillez es indispensable para ser chicos delante de Dios.


Punto procedente del Cuaderno V, nº 506, texto fechado en Navidad de 1931 y prácticamente idéntico al de C, con las variantes que se reflejan en el apcrít. El texto del Cuaderno se prolonga así: «Niño bueno: sé pequeño, muy pequeño». Y al final continúa con esta frase: «Jesús: quiero ser un nene de dos años, con ochenta inviernos de gravedad y siete cerrojos en mi corazón» . Vid apcrít.


869* Pero ¡niño!, ¿por qué te empeñas en andar con zancos?


Punto procedente del Cuaderno VI, nº 1136, texto fechado en 14-II-1934 . Vid apcrít.
Los zancos son cada uno de los dos palos altos y dispuestos con dos horquillas, en que se afirman y atan los pies, para atravesar zonas lacustres y para juegos de agilidad y equilibrio. «Andar con zancos», es decir, «en posición muy elevada o ventajosa comparada con la que antes se tenía». La expresión alude a la tentación del «niño» de «hacerse mayor», de «hombrear» de manera artificial y un tanto ridícula. Vid supra nt 2 otro uso de la expresión equivalente «ponerse zancos», que está en el original de este p/869.


870* No quieras ser mayor. —Niño, niño siempre, aunque te mueras de viejo. —Cuando un niño tropieza y cae, a nadie choca...: su padre se apresura a levantarle.
Cuando el que tropieza y cae es mayor, el primer movimiento es de risa. —A veces, pasado ese primer ímpetu, lo ridículo da lugar a la piedad. —Pero los mayores se han de levantar solos.
Tu triste experiencia cotidiana está llena de tropiezos y caídas. ¿Qué sería de ti si no fueras cada vez más niño?

No quieras ser mayor. —Niño, y que, cuando tropieces, te levante la mano de tu Padre-Dios.


Punto procedente del Cuaderno IV, nº 437, texto fechado en 1-XII-1931 , que suena así:
«Jesús: yo no quiero ser mayor. Niño, niño siempre..., aunque me muera de viejo. Cuando un niño tropieza... y cae, a nadie choca. Todo el mundo va a levantarle. Cuando el que tropieza y cae es el mayor, el primer movimiento es de risa. A veces, pasado ese primer ímpetu, lo ridículo da lugar a la piedad. Pero, los mayores se han de levantar solos. Jesús: mi triste experiencia cuotidiana está llena de tropezones y caídas. ¿Qué sería de mí, si no me hicieras cada vez más niño? Yo no quiero ser mayor. Niño, y que cuando tropiece me levantes Tú».

El Autor, una vez más, narra su propia oración en forma de consejo al lector. Nótese, cómo en el tránsito del Cuaderno a C, la redacción del texto pasa de la relación «fraternal» con Jesús a la relación «filial» con «tu Padre-Dios».


871* Niño, el abandono exige docilidad.


Punto procedente del Cuaderno V, nº 637, texto fechado en 7-III-1932. El tenor literal del texto es idéntico al de C.


872* No olvides que el Señor tiene predilección por los niños y por los que se hacen como niños.


Punto procedente del Cuaderno VI, nº 969, texto fechado en 25-III-1933 . Tenor literal casi idéntico, con este final: «O.c.P.a.I.p.M.» . Es éste, como puede verse, el punto en que recoge de manera explícita el fundamento bíblico de la infancia espiritual.


873* Paradojas de un alma pequeña. —Cuando Jesús te envíe sucesos que el mundo llama buenos, llora en tu corazón, considerando la bondad de Él y la malicia tuya: cuando Jesús te envíe sucesos que la gente califica de malos, alégrate en tu corazón, porque Él te da siempre lo que conviene y entonces es la hermosa hora de querer la Cruz.


Punto procedente del Cuaderno V, nº 498, texto fechado en 23-XII-1931, seguido en el Cuaderno del p/894.
Al preparar la edición de Cuenca, el Autor introdujo una pequeña modificación (vid apcrít) en el texto a velógrafo, idéntico al del Cuaderno: «conviene» en vez de «te conviene», pienso que para dejar todo de la manera más absoluta en manos de la providencia paternal de Dios. Vid una modificación equivalente en p/739.
«Alma pequeña» es terminología muy característica de Santa Teresita y del «Caminito de infancia».

El Autor la emplea también en otro texto citado en com/859, pero no es terminología suya habitual. No vuelve a aparecer en sus escritos.


874* Niño audaz, grita: ¡Qué amor el de Teresa! —¡Qué celo el de Xavier! —¡Qué varón más admirable San Pablo! —¡Ah, Jesús, pues yo... te quiero más que Pablo, Xavier y Teresa!


Punto fechado en 18-I-1932, día en que escribió seis puntos sobre «vida de infancia» . Dice así:
«Niño audaz, grita: ¡Qué amor el de Teresa! ¡qué celo el de Xavier! ¡Qué hombre, –¡perdón!– qué tío más admirable San Pablo! ¡Ah, Jesús, pues yo... te quiero más que Pablo, Xavier y Teresa!» .
Unos días antes había escrito: «Fe de Pedro. Amor de Juan. Celo de Pablo» y pedía a Jesús –para «el borrico» – «que le des más Celo que a Pablo, más Amor que a Juan, más Fe que a Pedro» . Vid p/402 y com.

El Autor escribe inserto personalmente en su vida de niño ante Dios, con la audacia y la desfachatez de los niños. Su audacia en este p/874 recuerda a Santa Teresita pidiendo tener «todas las vocaciones» . Y sin embargo, son dos actitudes de espíritu diversas: Teresa de Lisieux, monja carmelita retirada en su convento, ansía por amor tener todas las «misiones». Josemaría Escrivá, sacerdote diocesano con conciencia de su «misión» –en la Iglesia y en el mundo–, ansía realizarla (su misión) con el amor de todos los «santos»

 

 

Cem32/155, que pasará a ser C p/674 y Cem32/173, que será C p/269.
«Ser niño. El Borrico de Jesús quiere ser niño. Ha habido una temporada, en la que se ha puesto zancos. Y, ¡claro!, ha tenido muchos percances. Basta: niño otra vez, y niño para siempre. Sancta Theresia a Iesu Infante, ora pro me!» (Cuaderno VIII, nº 1348, 2-VI-1936). El «Borrico de Jesús» es el propio Autor. Sobre el tema del «borrico», vid com/420, 606 y 998. ―Vid infra nt 52.
Era el día de los Santos Ángeles Custodios (y víspera entonces de Santa Teresita). Cuenta en su Cuaderno algo de la oración de aquel día: «¡Qué cosas más pueriles le dije a mi Señor! Con la confiada confianza de un niño que habla al Amigo Grande, de cuyo amor está seguro: Que yo viva sólo para tu Obra –le pedí–, que yo viva sólo para tu Gloria, que yo viva sólo para tu Amor [...]. Y hubo afectos de amor para mi Madre y mi Señora, y me siento ahora mismo muy hijo de mi Padre Dios» (Apínt, nº 307).
De esta época son la casi totalidad de las consideraciones incluidas en la sección de Cem32 y otras muy numerosas también que se reparten por otros caps, como el lector puede ir comprobando en el apcrít. El primero de los puntos lo escribió el 30-XI-1931, primer día de la Novena de la Inmaculada, y desde entonces hasta el 19-I-32 escribió 26 de los 35 puntos de Cem32. Un día de la Novena, después de celebrar la Misa, dando gracias, escribió –«de una sentada», como solía decir– Santo Rosario, un opúsculo que es, todo él, fruto de la vida de infancia en la que le metió el Señor. Del prólogo son estas palabras: «Amigo mío: si tienes deseos de ser grande, hazte pequeño. Ser pequeño exige creer como creen los niños, amar como aman los niños, abandonarse como se abandonan los niños..., rezar como rezan los niños. Y todo esto junto es preciso para llevar a la práctica lo que voy a descubrirte en estas líneas: El principio del camino, que tiene por final la completa locura por Jesús, es un confiado amor hacia María Santísima».
El tema trasciende, como tantos otros, a la finalidad limitada de la presente edición. Cfr VÁZQUEZ DE PRADA, I, pgs 404-422.
Descubrimiento vinculado a la contemplación reiterada de una imagen del Niño Jesús que se guardaba en la Iglesia del Patronato de Santa Isabel (el «Niño de Santa Teresa», como le llamaba el Autor; el «Niño de Don Josemaría» le llamaban las monjas). Vid ibidem.
El caminito de infancia espiritual según la vida y escritos de la Beata Teresita del Niño Jesús, por el R. P. [Gabriel] MARTIN, de los Misioneros diocesanos de la Vendée, Librería Católica de Rafael Casulleras, Barcelona 1924, 124 pgs. El Autor recomendaba en aquellos años la lectura de este libro: «El domingo lo pasé de retiro; medité sobre el Caminito de Infancia Espiritual, la Pasión y con el librito de meditaciones sobre el juicio particular» (Carta de Isidoro Zorzano a Josemaría Escrivá, Málaga 24-X-1935; IZL, Epistolario, 105). Interesantes cotejos de textos de Santa Teresita y San Josemaría en F. GALLEGO LUPIÁÑEZ, «Influencia de Santa Teresita...», 2000, pgs 92-99.
Mercedes Reyna, vid com/152 nt 30, y también com/402, 662 y 852.
El Autor, entre los textos de Mercedes Reyna que transcribió en la estampa para la devoción privada, que le encargaron preparar, incluyó éste: «Quiero examinar mis actos y limpiarlos de amor propio, de propia complacencia y procurar rodearlos de silencio, para que no pueda recaer sobre mí ni la más pequeña partecita de una gloria que pertenece sólo a Dios; vivir una vida recogida, callada, ingeniándome en ocultarme y desaparecer (Apuntes espirituales, 1926)». La breve biografía de la estampa está firmada por «J. Mª. E. y A.» y fechada el 3 de julio de 1930.
Cuaderno V, nº 562, 14-I-1932. Para el tema del «borrico», vid com/420, 606 y 998.
Vid en este sentido p/860, que es definitorio.
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, El Pedagogo, I, 17, 1; Fuentes patrísticas 5, Madrid 1994, pg 109.
Vid IntrodGen § 11, 3, c.
Jesús ARELLANO, «Espíritu de abandono y vida de infancia espiritual», en Estudios sobre ‘Camino’, 1988, pg 167.
852 Apínt Cem32/239b Cec/81.1-Ceb/337 [En CemS el Autor separa las dos partes de la cd/239 y a la segunda, que corresponde a este punto, la llama 239bis; la primera pasa a C p/944]
Cuaderno V, nº 535, 2-I-1932. Ese día escribió también el p/100.
Mercedes Reyna. Vid com/152 nt 30, y también com/402, 662 e Introd a cap 41.
Cuaderno IV, nº 307, 2-X-1931. Era la fiesta de los Ángeles Custodios. El día 3 se celebraba entonces la memoria de Santa Teresa de Lisieux.
Notas de una meditación, Roma 27-III-1975, Jueves Santo; AGP, sec A, leg 51.
Juan Pablo II, Discurso, Audiencia, 18-V-1992; Insegnamenti di Giovanni Paolo II, XV,1 (1992), p. 1480.
853 Apínt Cem32/152 Cec/81.2-Ceb/338
En nota a pie de página 94r, de redacción prácticamente simultánea al texto, agrega: «Creo que era: ‘el Señor nos haga partícipes de las mansiones eternas’».
20b Cuaderno IV, nº 433.
20c Comienza así: «En la puerta del hospital me esperaban Adolfo y Pepe R. —Charlando, les recordé que hoy era la fiesta de San Andrés».
854 Apínt Cem32/139 Cec/81.3-Ceb/339 ||| infancia] infancia, Apínt Cec Txm || niñerías y] niñerías, ni Apínt Cec
855 Apínt Cem32/158 Cec/81.4-Ceb/340 ||| recio que] recio, que Apínt Cem || mano] mano misma Apínt
«Blandenguería». Según el corpus CORDE de la Real Academia de la Lengua, C es el primer testigo del uso literario de esta palabra. Ya la había usado Unamuno en una carta de 1919, que se publicó hace unos años (Epistolario inédito, Espasa-Calpe, Madrid 1991).
21b Apínt, nº 466; 10-XII-1931.
856 Apínt Cem32/159 Cec/81.5-Ceb/341 ||| entendimiento se] entendimiento, se Cec Txm || Caminito] caminito Cem
Sobre este sacerdote y su relación con el Autor, vid VÁZQUEZ DE PRADA, I, pgs 446-447, 534-542 y passim.
Vid supra texto de nt 10. En relación con el tema de este p/856 escribe Teresa: «Los bienes que vienen directamente de Dios, las intuiciones de la inteligencia y del corazón, los pensamientos profundos, todo eso constituye una riqueza a la que solemos apegarnos como a un bien propio que nadie tiene derecho a tocar...» (Ms/C fol 19r; MEC 5, 1996, pg 298). El Autor, lleno de celo apostólico, animaba por aquellos años a los sacerdotes a vivir una intensa fraternidad en torno a la celebración de la Santa Misa, fomentada por una Pía Unión de inspiración teresiana. Cuenta el Autor en sus «Apuntes» (Cuaderno V, nº 536, 2-I-1932) que «el 12 de marzo de 1929, día de S. Gregorio Magno, nos inscribieron en Lisieux en la Unión sacerdotal de hermanos espirituales de Santa Teresita, a D. Norberto y a mí». Vid VÁZQUEZ DE PRADA, I, pg 312.
Josef PIEPER, La fe, Rialp [«Patmos», 124] Madrid 1966, pgs 32-37.
857 Apínt Cem32/167 Cec/82.1-Ceb/342 ||| Ser pequeño] Ser pequeños Cem || peligros] peligros, Apínt Cec || «Poned»] Poned Apínt Cem || de los apóstoles de ahora] del socio de la Obra Apínt || los quiere] lo quiere Apínt
Futuros puntos de C transcritos ese día: 864, 430, 857.
«así»: adición interlineal en el Cuaderno.
858 Msb
PredicHond, «El que no se haga como un niño no entrará en el Reino de los Cielos», 27-VIII-1937, pg 254; XLII.
Cuaderno VI, nº 1057, 6-X-1933.
28b «Hombrear», con este significado, se encuentra, antes de C, en El Criticón de Baltasar Gracián (vid supra com/596).
859 Apínt Cem32/169 Cec/82.2-Ceb/343
Años después, la parte silenciada dará origen, también quasi in occulto, a Forja, 347.
Precede a este texto en el Cuaderno el que será p/564.
Cuaderno VIII, nº 1236. Sobre la «Virgen de los Besos» vid com/22; la cursiva es del original.
860 Apínt Cem33/311 Cec/82.3-Ceb/344 ||| pequeño] pequeñín Apínt Cec
Futuros puntos de C transcritos ese día: 453, 796, 913, 860, 410, que pasaron a las cuartillas a velógrafo.
861 Apínt Cem32/140 Cec/82.4-Ceb/345
Futuros puntos de C transcritos ese día: 861, 875, 407.
862 Apínt Cem32/146 Cec/83.1-Ceb/346
Futuros puntos de C transcritos ese día: 862, 220, 208, 270.
863 Apínt Cem32/151 Cec/83.2-Ceb/347 ||| omnipotente] invencible Cem
Ese día escribió seis puntos sobre «vida de infancia», por este orden: 863, 901, 882, 883, 876, 874.
864 Apínt Cem32/157 Cec/83.3-Ceb/348 ||| en seguida Apínt Txm C] enseguida Cem Cec || disgustos] disgustos, Cec Txm | seq , aun los mayores disgustos, Apínt Cem
Futuros puntos de C transcritos ese día: 864, 430, 857.
865 Apínt Cem32/154 Cec/83.4-Ceb/349
866 Apínt Cem32/166 Cec/83.5-Ceb/350 ||| obreros] obreros, Cec Txm || conocen;] conocen: Cec || chiquitines] chiquitines, Cec Txm
Precede en el Cuaderno el p/774.
Vid Emilio ITÚRBIDE, Luz Casanova, Marianas, Pamplona 1961, pgs 91-97; e IntrodGen § 1, nt 10.
Pedro Miguel LAMET, ‘Porque tuve hambre...’ Luz R. Casanova (1873-1949), Sal Terrae, Santander 1995, pgs 53s. Vid el testimonio de Pedro POVEDA, Itinerario pedagógico, Ángeles GALINO (ed.), 2ª ed, C.S.I.C., Madrid 1965, pgs 107-110.
El traductor alemán lógicamente ha buscado dar el sentido, algo «dulcificado», y se refiere a los pobres niños, «denen unser Glaube in der Schule vorenthalten wird». En la España de la época en las escuelas «malvadas» la fe católica les era ciertamente «retenida, ocultada», pero además positivamente atacada.
867 Apínt Cem32/171 Cec/83.6-Ceb/351
868 Apínt Cem32/164 Cec/83.7-Ceb/352 ||| Sé pequeño] Niño bueno: sé pequeño Apínt || pícaros] pícaros, Apínt Cec Txm || Han perdido la] Esos nenes no tienen Apínt || indispensable] indispensable, Apínt Cem || chicos] chiquitín Apínt Cem
En ese día escribió tres puntos: 402, 403, 868.
Para el tema de los «ochenta años» vid p/72. Sobre los «siete cerrojos» vid p/161.
869 Apínt Cec/84.1-Ceb/353 ||| andar con] ponerte Apínt
A continuación escribió el futuro p/529.
870 Apínt Cem32/165 Cec/84.2-Ceb/354 ||| Pero los] Pero, los Cec Txm || cotidiana Cem] cuotidiana Cec || tropiezos] tropezones Cec || de ti] de ti, Cec || Niño, y] Niño y Cem || Padre-Dios Txm] Padre Dios Cec
Futuros puntos de C transcritos ese día: 870, 855, 771.
871 Apínt Cem32/172 Cec/84.3-Ceb/355
872 Apínt Cem33/314 Cec/85.1-Ceb/356 ||| tiene] siente Apínt Cem Cec |||| 1 Mc 10, 13-16; Lc 18, 15-17; cfr Mt 19, 13-15
Futuros puntos de C transcritos ese día: 601, 678, 422, 21, 910, 872.
Sobre esta sigla vid com/11.
873 Apínt Cem32/28 Cec/85.2-Ceb/357 ||| Paradojas] Otra paradoja Apínt | Más paradojas Cem || conviene] te conviene Apínt Cem
«Oh, Jesús, Amado mío! ¿Quién podrá decir con qué ternura, con qué dulzura conducís a mi pequeña alma...?» (Ms/B fol 2r; MEC 5, 1996, pg 256). «Hay acaso un alma más pequeña, más impotente que la mía?» (Ms/B fol 3r; ibidem, pg 260). «¡Oh, Jesús, que no pueda yo revelar a todas las almas pequeñas cuán inefable es tu condescendencia!» (Ms/B fol 5v; ibidem, pg 267). «Ya veis, Madre amadísima, que soy un alma muy pequeña que sólo puede ofrecer a Dios cosas muy pequeñas» (Ms/C fol 31r; ibidem, pg 317). «Los grandes santos trabajaron por la gloria de Dios, pero yo que no soy más que un alma pequeñita, trabajo únicamente por complacerle» (A Sor María del Sagrado Corazón, 16-VII-1897; ibidem, pg 952).
874 Apínt Cem32/142 Cec/85.3-Ceb/358 ||| Xavier] Javier Cem
Son: 863, 901, 882, 883, 876, 874.
Cuaderno V, nº 571; cursiva del original.
Vid com/420, 606 y 998.
Cuaderno V, nº 518, 28-XII-1931.
«Todas las vocaciones»: Ms/B fol 2v; MEC 5, 1996, pg 258. «Jesús, Jesús, si quisiera poner por escrito todos mis deseos, necesitaría que me prestaras tu libro de la vida, donde están consignadas las hazañas de todos los santos, y todas esas hazañas quisiera realizarlas yo por ti...» (Ms/B fol 3r; ibidem, pg 260). —Vid sobre el tema com/811 nt 53.