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Capítulos de Camino
Dirección

 

Dirección

El Autor, sentado en el cap primero el horizonte cotidiano del vivir humano en Cristo, aborda en el cap 2, bajo el título «Dirección», la necesidad que el hombre cristiano tiene de ser guiado en el camino hacia Dios: esa guía es, ante todo, la acción del Espíritu Santo en el alma y, con ella, las formas de mediación y acompañamiento que se dan en la Iglesia: el magisterio eclesiástico, el ministerio sacerdotal, la dirección espiritual en un contexto de plena apertura y sinceridad.

En el cap se descubren tres series de puntos:

a) la primera (p/56-65) es la que responde propiamente a esa guía espiritual mencionada y está integrada por la secuencia inicial de Cec, a la que se agregan dos puntos de Burgos (p/63 y 64). Aquí se encuentra la fundamental doctrina acerca de la necesidad de la dirección espiritual personal para la «reforma» descrita en el primer cap, entendido el Director espiritual como el que secunda la obra del Espíritu Santo en el alma.

b) En la segunda serie (p/66-75, parte de Cuenca, parte de Burgos), el Autor presenta la figura del sacerdote, que, sea quien sea, es otro Cristo. Interesante notar que los puntos de Cec sobre el sacerdote se encuentran en Cem32 ya muy avanzado el fascículo, formando una unidad con los referentes a la Santa Misa. Escrivá, al planear Cec, decide adelantarlos a este cap, situándolos en el contexto de la dirección espiritual.

c) La tercera y última parte (p/76-80), también con textos de ambas fases de la redacción, está dedicada a subrayar la necesidad de un «plan de vida» que sea como el marco de la guía espiritual y el entramado que aúna cristianamente la jornada.

Esta estructura es la que ya tenía el cap de Cec y permanece inmodificada al revisarlo y desarrollarlo en Burgos.
De los veinticinco puntos que integran el cap, catorce son los que ya lo formaban en Cec; los otros once proceden de la redacción en Burgos. Los puntos del impreso de Cuenca proceden a su vez: siete de Cem32 (muy salteados), cuatro de Cem33 y tres directamente de Apínt. Ya se ve que en Cem no puede hablarse de un esbozo del presente cap.


56 Madera de santo. —Eso dicen de algunas gentes: que tienen madera de santos. —Aparte de que los santos no han sido de madera, tener madera no basta.

Se precisa mucha obediencia al Director y mucha docilidad a la gracia. —Porque, si no se deja a la gracia de Dios y al Director que hagan su obra, jamás aparecerá la escultura, imagen de Jesús, en que se convierte el hombre santo.
Y la «madera de santo», de que venimos hablando, no pasará de ser un leño informe, sin labrar, para el fuego... ¡para un buen fuego si era buena madera!


Los p/56 a 62, los primeros de este cap, son, como ya se ha dicho, los siete primeros de la edición de Cuenca, también por su mismo orden. El contexto de todo el cap es la llamada del hombre al seguimiento de Cristo y la santidad entendida como «cristificación» (San Cirilo de Jerusalén ), como reproducción de «la imagen de Jesús» en el hombre cristiano; dimensiones que se dibujan ya en este punto primero. La imitación de Cristo, exigida por el seguimiento, no es, para Josemaría Escrivá, la reproducción de un modelo externo, sino interna acción del Espíritu que «cristifica» al alma. Es el «Maestro interior» de que hablaban Agustín y Tomás , que se sirve en la Iglesia de un «maestro exterior»: se trata de dejar «a la gracia de Dios y al Director que hagan su obra».

El texto original del p/56 está en una anotación del Cuaderno V, nº 667, de 17-III-1932 . El texto, que pasó primero a la multicopia y después al impreso de Cuenca, es casi literal, con las habituales diferencias de puntuación. En Cem32 lo situó muy al principio (nº 10) y en Cec eligió este punto para abrir el cap que entonces construía.


57 Frecuenta el trato del Espíritu Santo —el Gran Desconocido— que es quien te ha de santificar1.
No olvides que eres templo de Dios2. —El Paráclito está en el centro de tu alma3: óyele y atiende dócilmente sus inspiraciones4.


Las notas escritas en el Cuaderno VI el martes 22-XI-1932 son cuatro consideraciones trasladadas después a la edición a velógrafo. Las dos últimas corresponden a los dos párrafos de este p/57 . En las cuartillas multicopiadas eran todavía dos consideraciones autónomas (cd/44 y 45), pero, al preparar Cec, el Autor las refundió, invirtiendo el orden de los párrafos, que es el que pasó a C. He aquí el texto del Cuaderno:
«No olvides que eres templo de Dios. El Espíritu Santo está en el centro de tu alma: óyele y atiende dócilmente sus inspiraciones.
Frecuenta el trato del Espíritu Santo –el Gran Desconocido– que es quien te ha de santificar».
A lo largo del año 1932 asistimos a un fuerte desarrollo de la devoción al Espíritu Santo en San Josemaría, según muestran sus Apínt. He aquí dos anotaciones de su preparación a Pentecostés, que ese año fue el 15 de mayo:
«Estamos dentro de la novena al Espíritu Santo: ¡Dios mío!, ¿cuándo quitarás de mí ese cúmulo de pequeñas vilezas?» .
«Mientras cerraba el tabernáculo, comenté con este afecto, por estar dentro de la novena al Espíritu Santo: Que el fuego de tu Espíritu me llene» .

En junio ya tenía un ejemplar del ya citado Decenario al Espíritu Santo de Francisca Javiera del Valle , que comenzó a leer y a anotar. En septiembre se forja el p/599 que contempla «el viento del Espíritu Santo» levantando «el polvo sucio y caído». Y, desde los EjEsp que hizo en Segovia a principios de octubre de ese año, junto al sepulcro de San Juan de la Cruz, el tema del Espíritu Santo se proyecta con fuerza renovada sobre sus consideraciones, como puede verse en el texto citado en com/58 y com/755. De regreso a Madrid, y unos días antes de escribir este p/57, fue a visitar a su Director espiritual (practicando, dicho sea de paso, la doctrina que inculca en el presente cap). La conversación debió girar sobre la acción del Espíritu Santo en el alma, tema que San Josemaría, como vemos, tenía especialmente vivo. Hubo una llamarada de luz, ante un consejo sencillo y profundo. Al volver a casa escribió inmediatamente en su Cuaderno (nº 864):
«Octava de todos los Santos – martes – 8-XI-32: Esta mañana, aún no hace una hora, mi P. Sánchez me ha descubierto ‘otro Mediterráneo’. Me ha dicho: ‘tenga amistad con el Espíritu Santo. No hable: óigale’. Y desde Leganitos, haciendo oración, una oración mansa y luminosa, consideré que la vida de infancia, al hacerme sentir que soy hijo de Dios, me dio amor al Padre; que, antes, fui por María a Jesús, a quien adoro como amigo, como hermano, como amante suyo que soy... Hasta ahora, sabía que el Espíritu Santo habitaba en mi alma, para santificarla..., pero no cogí esa verdad de su presencia. Han sido precisas las palabras del P. Sánchez: siento el Amor dentro de mí: y quiero tratarle, ser su amigo, su confidente..., facilitarle el trabajo de pulir, de arrancar, de encender... No sabré hacerlo, sin embargo: El me dará fuerzas, El lo hará todo, si yo quiero... ¡que sí quiero! Divino Huésped, Maestro, Luz, Guía, Amor: que sepa el pobre borrico agasajarte, y escuchar tus lecciones, y encenderse, y seguirte y amarte . –Propósito: frecuentar, a ser posible sin interrupción, la amistad y trato amoroso y dócil del Espíritu Santo. Veni Sancte Spiritus!...» .
Toda la vida trinitaria en el alma... La anotación de Josemaría Escrivá es de una claridad meridiana. A raíz de la visita al confesor comienza una intensa relectura del libro de Francisca Javiera del Valle sobre el Espíritu Santo. Transcribe en el Cuaderno VI frases de la costurera de Carrión y el ejemplar del libro se llena de nuevas anotaciones –marginales e interlineales, a lápiz– de extraordinaria riqueza espiritual , anotaciones que tienen el estilo literario y el clima de entusiasmo desbordante del apunte del Cuaderno que acabamos de transcribir .
Esta larga digresión nos ha parecido necesaria porque es en medio de esa lectura y de ese «Mediterráneo» donde se forja el punto que comentamos. Éste es el mensaje: no sólo actitud agradecida ante la «acción» del Espíritu en el alma, sino «trato» personal con el Paráclito, con el «Gran Desconocido», para que deje de serlo. En 1934 compuso esta oración, que parece la secuencia entre el consejo recibido –«¡óigale!»– y la experiencia sobrenatural –«He oído tu voz»:
«Ven, ¡oh Santo Espíritu!: ilumina mi entendimiento, para conocer tus mandatos: fortalece mi corazón contra las insidias del enemigo: inflama mi voluntad... He oído tu voz, y no quiero endurecerme y resistir diciendo: después..., mañana. Nunc coepi! ¡Ahora!, no vaya a ser que el mañana me falte.
¡Oh, Espíritu de verdad y de Sabiduría, Espíritu de entendimiento y de consejo, Espíritu de gozo y de paz!: quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero como quieras, quiero cuando quieras...» .
«El Gran Desconocido». En este punto y en su original del Cuaderno VI aparece por primera vez esta expresión para designar al Espíritu Santo, que será característica en el lenguaje espiritual del Autor. Vid la homilía que tiene ese título . Esa designación tiene su matriz en la Escritura y pudo forjarse en la meditación del Decenario .

«… está en el centro de tu alma». Esta expresión, que en los Cuadernos de Apínt aparece sólo en este lugar, reaparece en Forja en tres ocasiones. Interesante contrastarlas con C. ¿Quién está en el centro del alma? En el punto de C es el Espíritu Santo, pero en Forja es «Dios» (nº 932), «tu Padre-Dios» (nº 538), «Jesús … este Dios Nuestro» (nº 1016). En el centro del alma están las Tres divinas personas: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y en él haremos morada» (Jn 14, 23). Es la teología de la circuminsessio –de la mutua inmanencia de las Tres personas– la que está detrás de este coloquio amigable que San Josemaría propone a sus lectores. En una tertulia en torno a 1959 se expresaba así:
«Yo ya voy siendo viejo, y los viejos vamos dejando como accidentales cosas que antes, de jóvenes, parecían muy importantes. Yo me voy quedando con lo esencial, voy llegando a una síntesis. Y esa síntesis es: en lo humano, omnia in bonum16b y en lo sobrenatural, hablar con el Padre, hablar con el Hijo, hablar con el Espíritu Santo. Lo demás no tiene importancia»16c.


58 No estorbes la obra del Paráclito: únete a Cristo, para purificarte, y siente, con Él, los insultos, y los salivazos, y los bofetones..., y las espinas, y el peso de la cruz..., y los hierros rompiendo tu carne, y las ansias de una muerte en desamparo...
Y métete en el costado abierto de Nuestro Señor Jesús hasta hallar cobijo seguro en su llagado Corazón.


Día de San Juan Evangelista, 27-XII-1932. Ese día el Autor escribió en el Cuaderno VI, nº 899, éste y otros cinco futuros puntos de C : por la fecha son los últimos incorporados a las cuartillas tiradas a velógrafo. Tenor literal idéntico, con las variantes señaladas en apcrít.

De este pasaje de Apínt se conserva –es ciertamente uno de los pocos casos– la «cuartilla» en que lo escribió antes de transcribirlo en el Cuaderno . Acababa de leer una carta de un Padre capuchino y, al dorso, escribió el texto en cuestión .

Para el Autor la «obra» del Espíritu Santo en el alma es inequívoca: la cristificación. Ya lo había visto con toda claridad en los EjEsp de Segovia . En el contexto del cap, que se llama «Dirección», el mensaje es claro, también para los que tienen oficio de orientar y aconsejar a los fieles en los caminos del Señor. En esa «dirección» sopla siempre el Espíritu...

Interesante notar la introducción del término «llagado» en el texto impreso . Ese cambio llevó a que en C no aparezca la expresión «Sagrado Corazón», de cuya devoción –que tenía tanta fuerza en aquellos años y que siempre mantuvo viva y operante el Autor– es de lo que en realidad se está hablando en éste y otros lugares del libro. Con este motivo, dos revistas muy conocidas en España se enfrentaron en su valoración de C. La «ausencia» provocó una fuerte reserva ante el libro en la revista Razón y Fe . La Ciencia Tomista, por su parte, defendía al libro de estas incomprensiones .
La mística del «costado abierto» y del «corazón» de Cristo reaparece en p/884. Allí el «Corazón llagado» es el «Corazón amabilísimo». Vid también p/230 y 259.


59* Conviene que conozcas esta doctrina segura: el espíritu propio es mal consejero, mal piloto, para dirigir el alma en las borrascas y tempestades, entre los escollos de la vida interior.

Por eso es Voluntad de Dios que la dirección de la nave la lleve un Maestro, para que, con su luz y conocimiento, nos conduzca a puerto seguro.


Asentada la doctrina sobre el Espíritu Santo y el caminar del cristiano, C comienza en este punto a tratar de la colaboración humana en la «dirección espiritual». Josemaría Escrivá fue siempre, a lo largo de toda su vida sacerdotal, un incansable predicador de la conveniencia, más aún, de la necesidad de la dirección espiritual personal para avanzar en el seguimiento de Cristo. El hecho de que esta doctrina esté situada nada más comenzar el libro (cap 2) habla claro sobre el tema, como ya pusimos de manifiesto en IntrodGen § 11, 3 en IntrodGen § 11, 3 in initio. La experiencia enseña que incluso aquellos que son buenos consejeros para los demás son malos pilotos para la propia nave... Es la doctrina de la tradición, que tiene su testigo clásico en San Juan Clímaco .

El punto está incluido entre las notas del Cuaderno VI fechadas en 21-X-1933 , nº 1068. Fue, pues, directo al impreso de Cuenca, sin tener vida previa a velógrafo. Vid apcrít.

En la «imaginería» del punto está, claramente, el clima evangélico de Jesús y la barca de los Apóstoles, con la tempestad calmada y el Maestro en la barca (Mt 8, 23-27)... Ahora, el Maestro de Nazareth envía su Espíritu a la Iglesia y al alma, y se sirve como instrumento del hermano que nos aconseja y nos guía, al que se referirá en el punto siguiente.


60* Si no levantarías sin un arquitecto una buena casa para vivir en la tierra, ¿cómo quieres levantar sin Director el alcázar de tu santificación para vivir eternamente en el cielo?


El punto retoma con un nuevo símil la fundamental doctrina del punto anterior: de la nave y el piloto pasamos al arquitecto y la casa. El texto procede del Cuaderno VI, del nº 932, escrito en 14-II-1933, del que saldrán dos puntos de C. Con la primera parte del texto el Autor construye el p/62. El punto que comentamos, el p/60, es la frase final del párrafo:
«¿Si no levantarías, sin un arquitecto, una buena casa, para vivir en la tierra, cómo quieres levantar, sin Director, el alcázar de tu santificación para vivir eternamente en el cielo?».

Ahora, como vemos, la doctrina se apoya en la imagen bíblica de la casa (cfr Lc 14, 28s; 1 Co 3, 10) .


61 Cuando un seglar se erige en maestro de moral se equivoca frecuentemente: los seglares sólo pueden ser discípulos.


La idea proviene del P. Sánchez, confesor de Escrivá, y así lo anotó éste en su Cuaderno, día 15-X-1931, nº 329 :
«Oí decir al p. Sánchez que, cuando un seglar se erige en maestro de moral, se equivoca siempre. Los seglares –añadió– sólo pueden ser discípulos».
Al preparar el texto impreso, el tajante siempre del P. Sánchez se transformó en frecuentemente. La formulación del pensamiento hoy nos puede parecer chocante. Pero el mensaje de este punto se entiende bien situándolo en su contexto histórico. La teología moral que el P. Sánchez y Josemaría Escrivá habían estudiado era la propia de la época, casuística y orientada a la confesión sacramental y a preparar confesores; una teología que, por su propio método, presupone en el docente la «experiencia» del confesor. Es evidente que el criterio aquí asentado no excluye que seglares puedan –incluso deban– estudiar, escribir y enseñar, desde una perspectiva académico-científica, sobre cuestiones de ética, de moral, de doctrina social de la Iglesia, de bioética, etc.


62* Director. —Lo necesitas. —Para entregarte, para darte..., obedeciendo. —Y Director que conozca tu apostolado, que sepa lo que Dios quiere: así secundará, con eficacia, la labor del Espíritu Santo en tu alma, sin sacarte de tu sitio..., llenándote de paz, y enseñándote el modo de que tu trabajo sea fecundo.


Para la situación de este punto en el Cuaderno VI, vid com/60. Ahora se comprende bien por qué situó las dos partes de la misma «catalina» en orden inverso. La primera, que es la que pasa a este punto sintetiza la doctrina hasta ahora presentada en el cap: Director, sí; pero Director que secunde la acción del Espíritu Santo, que es quien dirige. El pasaje original suena así:

«Director. Lo necesitas. Para entregarte, para darte..., obedeciendo. Y Director, que sea de la Obra, conocedor de lo que Dios quiere: así secundará, con eficacia, la labor del Espíritu Santo en tu alma, sin sacarte de tu sitio..., llenándote de paz, y enseñándote el modo de que tu apostolado sea fecundo» .

Es interesante el tenor de este texto (vid apcrít), en el que se ve que, cuando escribe, está pensando en la Obra que el Señor le ha encargado realizar. Para el Autor, el criterio es que, a la hora de elegir Director espiritual, el sujeto debe buscar a alguien que conozca bien las circunstancias de apostolado y de trabajo en que esa persona se mueve. Por eso aconseja a los fieles del Opus Dei que tengan un Director espiritual que sea de la Obra. Al escribir C, lógicamente no alude a la Obra, pero el criterio que ofrece es el mismo.

La carga de este punto está en la clara «relativización» del Director espiritual, como figura humana, ante la acción soberana del Espíritu Santo (vid p/57). El Director no «impone», «secunda». Y en ese secundar –«acompañando», como hoy es frecuente decir– está su autoridad y su fuerza. Es el Espíritu el que se «impone» a las almas que le dejan actuar («no estorbes la obra del Paráclito», p/58). Ésta es la «obediencia» de que se habla en este punto: la obediencia de fe .


63* Tú —piensas— tienes mucha personalidad: tus estudios —tus trabajos de investigación, tus publicaciones—, tu posición social —tus apellidos—, tus actuaciones políticas —los cargos que ocupas—, tu patrimonio..., tu edad, ¡ya no eres un niño!...
Precisamente por todo eso necesitas más que otros un Director para tu alma.


Antes de terminar el bloque de consideraciones procedentes de Cec, el Autor, al preparar la edición definitiva, introduce dos puntos redactados en Burgos: éste y el siguiente. El p/63 refuerza la necesidad de la dirección espiritual saliendo al paso –no sin un punto de humor– de una objeción, inconfesada pero frecuente en el ambiente universitario y académico.

La «gaitica» es una ficha Re, de trazos gruesos; segundo semestre de 1938 o enero de 1939, en principio. No he visto contextos redaccionales precedentes. En esta línea se mueve este apunte del verano de 1939, que puede ser ya un eco de este punto:
«Soberbia son también esos pujos de independencia, ese no querer dejarte influir por los demás, ni por el ambiente. ¡Tienes tanta personalidad! Y así basta que te digan una cosa para que hagas la contraria» .

Este p/63, redactado en Burgos, muestra a su Autor, lo mismo que antes en DYA y Ferraz, en relación pastoral con personas ya situadas en la vida profesional y social, más allá de los jóvenes universitarios de los que hablaba en la «Advertencia preliminar» de Cec .


64* No ocultes a tu Director esas insinuaciones del enemigo. —Tu victoria, al hacer la confidencia, te da más gracia de Dios. —Y además tienes ahora, para seguir venciendo, el don de consejo y las oraciones de tu padre espiritual.


Octavilla Re, de las mismas características que la anterior. Antepone el Autor este nuevo texto, redactado en Burgos, al que sigue, procedente de la edición de Cuenca. Ambos tocan un aspecto muy destacado en la predicación de Josemaría Escrivá: la sinceridad en la dirección espiritual, tema del que habló y escribió extensamente, y que aquí –y en el p/65– sintetiza en dos trazos inequívocos.
«La confidencia». Señala la dimensión de confianza que tiene la apertura del alma –con plena sinceridad– que se hace en la dirección espiritual y la natural y sobrenatural reserva que comporta en el que recibe esas comunicaciones espirituales.


65* ¿Por qué ese reparo de verte tú mismo y de hacerte ver por tu Director tal como en realidad eres?
Habrás ganado una gran batalla si pierdes el miedo a darte a conocer.


Vid com/64. Este nuevo texto se basa en el séptimo de los once futuros puntos de C que el Autor transcribió en el Cuaderno VII el día 5-I-1934. Pasó unos meses después al texto impreso. Aparte cuestiones de puntuación, el texto de C es idéntico al de Cec. No así al original del Cuaderno VII, nº 1100, que dice así:
«Falta de humildad. Falta de humildad y de sencillez es ese miedo tuyo a verte tú mismo y a hacerte ver por tu Director tal como en realidad eres. Habrás ganado una gran batalla, si pierdes el miedo de darte a conocer» .

Por esas mismas fechas, en el guión de un círculo de formación que dirigió en la Academia DYA se lee:
«Miedo de conocerse y miedo de darse a conocer.– ¡Director!» .

Vid en el cap 27 («Humildad») el tema «propio conocimiento».


66 El Sacerdote —quien sea— es siempre otro Cristo.


Después de tratar de la dirección espiritual y del director espiritual, comienza con este punto –como dijimos en la Introd– una serie de diez dedicados a la figura del sacerdote, que es al que de ordinario acuden los fieles en busca de ese consejo para su vida cristiana. La perspectiva en que el Autor se sitúa es muy determinada: que los fieles capten el «misterio» del sacerdote en la Iglesia, y actúen en consecuencia, con respeto y veneración al sacerdote. Son puntos escritos para los fieles.

Por eso es interesante ver lo que decía a los sacerdotes –o a los futuros sacerdotes– a la vez que escribía estos puntos de C. Pedro Casciaro es el que declara:
«Consideró su sacerdocio, desde que tomó tal resolución, como una misión de servicio a Dios, a la Iglesia y a los hombres. Podría resumirlo en lo que me dijo cuando, por primera vez, me preguntó si estaría dispuesto yo a ser sacerdote, señalándome la modesta alfombra roja que cubría la tarima del altar y el presbiterio del oratorio de la residencia de Ferraz 50, en Madrid. Me comentó: ‘Date cuenta que ser sacerdote es ser como esa alfombra, estar muy cerca del sagrario, pero estar dispuesto para que los demás pisen blando y no quejarse por ello’» .
Este p/66 es normativo para el conjunto de los diez, tanto que estimará necesario repetir el «alter Christus» en el punto siguiente. El texto procede del Cuaderno VI, nº 874:
«Día de San Juan de la Cruz, 24-XI-32: El sacerdote –quien sea– es siempre otro Cristo» .

En realidad Escrivá no hace sino recoger la doctrina y la terminología acerca del sacerdote que configuraba la tradición católica (en el punto siguiente dirá que es cosa «sabida») y la espiritualidad sacerdotal. El Papa San Pío X en 1908 expresaba esa tradición con concisas palabras:
«Si el sacerdote se llama y es otro Cristo (alter Christus) por la potestad que se le ha comunicado, ¿no deberá hacerse y ser considerado tal también por la imitación de sus obras?» .

El Cardenal Mercier, en 1919, durante su Retraite prêchée à ses prêtres, se pronunciaba sobre el tema en estos términos:
«La tradition chrétienne l’a bien compris et a traduit son sentiment dans cette formule devenue un sorte d’adage théologique: Sacerdos alter Christus, le prêtre est un autre Christ» .
Los demás Papas del siglo XX han usado también con frecuencia este adagio tradicional.

La expresión tiene dos sentidos en la literatura espiritual y teológica, perfectamente recogidos en el texto de San Pío X. El Autor la utiliza aquí (y en el punto siguiente) en el sentido que podríamos llamar «indicativo» o «teológico-sacramental», que es el primero en el texto del Papa y al que volverá Pío XI , escrito ya el punto de C; y, para subrayar este sentido sacramental, agrega entre guiones: «quien sea», es decir, no depende el «alter Christus» (en este primer sentido) del grado de santidad del sacerdote .

Pero los autores espirituales y el Magisterio ulterior utilizan también el adagio sacerdos alter Christus en sentido derivado, que es el segundo en el texto de San Pío X y que podríamos llamar «imperativo» o «teológico-espiritual»: exigencia en el sacerdote de ser y vivir como Cristo, de «ser otro Cristo» para los demás. Es claro que el sentido imperativo tiene su fundamento en el indicativo.
Todo esto, que el Autor tenía muy vivo ya desde el Seminario, sentía la necesidad de transmitirlo a los fieles, especialmente el sentido teológico-sacramental, porque les ayudaría a comprender y respetar a los sacerdotes, incluso a los que fueran personalmente poco dignos . Pero esta urgencia de transmitir a otros el misterio del sacerdote hay que ponerla en relación, me parece, con la renovada autoconciencia de su propio sacerdocio, que le fue concedida en los EjEsp que hizo en Segovia el mes anterior a nuestro texto, donde sacó este propósito (el noveno de una lista de once):
«Recordar frecuentemente que soy... ¡alter Christus!» .

Este sentido del respeto al sacerdote, fundado en el objetivo misterio sacramental que porta consigo, aparecía ya, con otra formulación, en esta nota de dos años antes, cuyo fundamento es éste: todos los sacerdotes son uno y el mismo: Cristo:
«Porque ésa será otra característica de la Obra de Dios: la profunda veneración y respeto que todos sus miembros manifestarán, de palabra y obra e interior sentir, a todos los sacerdotes, de cualquier familia religiosa que sean, de cualquier nación, de cualquier raza: porque el sacerdote –a fin de cuentas– es siempre el mismo y uno: Cristo» .
En sus EjEsp de 1933, en Madrid, anotó:
«Fin del sacerdote: Alter Christus..., en la Cruz. Salvar almas» .
Siempre, la tradición católica del sacerdocio: la realidad sacramental en cuanto que fundamenta y exige la entrega apostólica.
Josemaría Escrivá, profundizando en el sentido originario del Bautismo, configurador de toda la existencia cristiana, llegó más tarde –como hemos apuntado en com/2– a la conclusión de que el «alter Christus», tanto en el sentido sacramental (indicativo) como en el espiritual (imperativo), era también válido para el cristiano ut talis. El tema se incoa en el propio C, en la fase redaccional de Burgos (1938) –vid p/687, que se mueve en el ámbito del sentido teológico-espiritual–, y se hace patente en los escritos posteriores:
«La llamada de Dios, el carácter bautismal y la gracia, hacen que cada cristiano pueda y deba encarnar plenamente la fe. Cada cristiano debe ser alter Christus, ipse Christus, presente entre los hombres» .

Y, en su homilía titulada Vocación cristiana, esta doctrina es como la síntesis de esa vocación. Así acaba la homilía:
«Nuestra Señora, Santa María, hará que seas alter Christus, ipse Christus, otro Cristo, ¡el mismo Cristo!» .
Nos ofrece incluso una fórmula de comprensión de la diferente forma de ser «alter Christus» que se da en el sacerdote y en los demás fieles:
«Algunos se afanan por buscar, como dicen, la identidad del sacerdote. […] ¿Cuál es la identidad del sacerdote? La de Cristo. Todos los cristianos podemos y debemos ser no ya alter Christus, sino ipse Christus: otros Cristos, ¡el mismo Cristo! Pero en el sacerdote esto se da inmediatamente, de forma sacramental» .
El «alter Christus» del sacerdote es ante todo, para Escrivá, la configuración sacramental que es efecto del Sacramento del Orden:
«Soy, por un lado, un fiel como los demás; pero soy, sobre todo, ¡Cristo en el Altar! Renuevo incruentamente el divino Sacrificio del Calvario y consagro in persona Christi, representando realmente a Jesucristo, porque le presto mi cuerpo, y mi voz y mis manos, mi pobre corazón, tantas veces manchado, que quiero que Él purifique» .
Vid p/947, donde el Autor incoa también la temática ipse Christus, identificación con Cristo.


67* No quiero —por sabido— dejar de recordarte otra vez que el Sacerdote es «otro Cristo». —Y que el Espíritu Santo ha dicho: «nolite tangere Christos meos» —no queráis tocar a «mis Cristos»1.


Esta octavilla y las dos siguientes parecen pertenecientes a la serie Lh, escrita en la Legación de Honduras. Se remacha aquí la identidad cristológica del sacerdote. Parece –por su tenor literal– que está redactada con la edición de Cuenca delante y con el proyecto de insertarla en el lugar que ahora ocupa. ¿Quién no ve en este texto el hondo sufrimiento del Autor ante el martirio de tantos sacerdotes en aquellos años de guerra civil en España?

Ya en 1934, en una Hora Santa que predicó en el Cerro de los Ángeles , abordó este tema en contexto de reparación al Corazón de Cristo.
«II. ¿Podemos nosotros reparar? Sigue la Pasión del Señor: mofa, salivazos, escarnio (insultos al sacerdote, que es otro Cristo...)» .
En un guión de predicación de enero de 1935 ya se lee:
«Sacerdote otro Cristo ... Como los hijos de Noé . Nolite tangere» .

Una observación sobre el texto del salmo (vid apcrít). El versículo completo suena así: «Guardaos de tocar a mis ungidos, ni mal alguno hagáis a mis profetas» . El salmo se refiere a la protección que Yaveh dispensa al clan descendiente de Abraham y a los movimientos nomádicos de los patriarcas hasta la llegada a Egipto de los hijos de Jacob: el clan –«pocos en número, casi como nada, y extranjeros» (v.12)– eran sin embargo, para Dios, «mis ungidos» (por la elección, Dios se los había consagrado) y «mis profetas» (porque recibían la palabra de Dios y la transmitían a otros). Es evidente que el Autor escribió la «gaitica» citando de memoria el salmo 105 (no tenía Biblia en Honduras). También es cosa clara que en las ediciones de la Vulgata que pudo usar se dice christos, con minúscula, no Christos, como él escribe. La mayúscula que introduce es una consciente proyección de la concentración cristológica de su lectura del texto de los «ungidos», en la que se inscribe el misterio del sacerdote como alter Christus, que es a donde quiere llevar al lector. Esto se confirma en la línea siguiente, cuando al escribir la traducción del salmo puso el texto con la grafía normal: mis cristos, con minúscula, y la rectificó inmediatamente .

68* Presbítero, etimológicamente, es tanto como anciano. —Si merece veneración la ancianidad, piensa cuánto más habrás de venerar al Sacerdote.


Como hemos dicho, la octavilla pertenece a la serie Lh. En julio de 1937 predicaba al pequeño grupo que le acompañaba en Honduras:
«¡Cómo resplandece aquí el respeto de Jesús hacia el sacerdote!, aunque eran sacerdotes de la Ley Antigua, servidores de un Arca Santa que era tan sólo una figuración de nuestros Sagrarios. ¿Qué consideración habremos de mostrar nosotros hacia los sacerdotes de la Ley Nueva, que poseen el poder de cambiar el pan en la misma Carne de Cristo? ¡Cómo debemos extremar con ellos la comprensión, cubriendo sus miserias y flaquezas de hombre con la capa de la caridad!» .
En la predicación de agosto de 1938 en Vitoria se lee:
«Dignidad del sacerdote. Veneración que le debemos. Noé y sus hijos: no como Cam, mal hijo... [vid p/75] Buena labor: orar, sufrir, expiar pro sacerdotibus» .


69* ¡Qué poca finura de espíritu —y qué falta de respeto— supone dedicar bromas y vayas al Sacerdote —quien sea— bajo ningún pretexto!


Octavilla Lh, como las dos anteriores. Ya en 1931 había escrito en el Cuaderno III el criterio claro para los miembros del Opus Dei:
«El respeto de éstos [los fieles laicos de la Obra] hacia aquéllos [los sacerdotes] les vedará permitirse con los socios sacerdotes bromitas o vayas de ningún género: 22 de marzo –1931» .

70* Insisto: esas bromas —burlas— al Sacerdote, con todas las circunstancias que a ti te parezcan atenuantes, son siempre, por lo menos, una ordinariez, una chabacanería.


La octavilla manuscrita pertenece a la serie Not; escrita por tanto después del 6-XII-1938. Parece ser que la ocasión que dio lugar a esta octavilla fue una broma de mal gusto que hicieron al Autor el día de Inocentes de 1938, después de celebrar la Santa Misa. Vid lo que se dirá en com/73.


71* ¡Cómo hemos de admirar la pureza sacerdotal! —Es su tesoro. —Ningún tirano podrá arrancar jamás a la Iglesia esta corona.


Texto escrito sobre una octavilla Bl. Parece redactada a partir de un guión de predicación de los EjEsp de Vitoria-Vergara. Hablando de la pureza del sacerdote escribe:
«–El corazón ha nacido para amar...: Cristo, la Señora, el Papa, la Iglesia, las almas...–Ningún tirano podrá arrancarnos esa corona. –Los pueblos dicen: es ‘agarrao’..., es de mal genio, es... pero ¡es bueno!» .


72* No me pongas al Sacerdote en el trance de perder su gravedad. Es virtud que, sin envaramiento, necesita tener.
¡Cómo la pedía —¡Señor, dame... ochenta años de gravedad!— aquel clérigo joven, nuestro amigo!
Pídela tú también, para el Sacerdocio entero, y habrás hecho una buena cosa.


Texto manuscrito en una ficha Jef, segundo semestre de 1938. El clérigo joven es el propio Autor. La gravedad sacerdotal y la petición de los «ochenta años» es un viejo tema en la oración y en la preocupación de Josemaría Escrivá, que entre bromas y veras, hablaba con frecuencia y escribía sobre ello y, sobre todo, lo pedía al Señor. He aquí un apunte de 1931:
«Señor Dios, pon ochenta años de gravedad y experiencia encima de mi pobre corazón, demasiado joven» .

Éste es el más antiguo testimonio autógrafo de lo que fue, como dice Álvaro del Portillo , una oración de toda su vida: «¡Dame, Señor, ochenta años de gravedad!» .
En 1941, envuelto en un mar de calumnias y de contradicción, escribía al final de su retiro espiritual de aquel año:
«Este es el gran Mediterráneo que he descubierto: soy naturalmente alegre y optimista. Sin embargo, tantos años de lucha y de sufrimientos de todo género me han modificado el carácter, sin yo darme cuenta hasta ahora. Y me cuesta sonreír . Tengo aquella gravedad de ochenta años –que pedía al Señor, a los veintiséis– y mucha amargura […] Propósito: sonreír, sonreír ¡siempre! por Amor de Jesucristo. Madrid – Casa de los P.P. Paúles (F[ernánde]z. de la Hoz), noviembre de 1941» .
Lo más patente en San Josemaría Escrivá, para todos los que le conocían, era –hasta el mismo día de su muerte– su contagiosa y sobrenatural alegría. Ya se ve que era un don de Dios en medio del dolor.


73* Te ha dolido —como una puñalada en el corazón— que dijeran de ti que hablaste mal de aquellos sacerdotes. —Y me alegro de tu dolor: ¡ahora sí que estoy seguro de tu buen espíritu!


Texto manuscrito sobre una octavilla Re, Burgos, segundo semestre de 1938. A éste y al p/70 podría aplicarse efectivamente lo que escribe el Prof. Jiménez Vargas en un borrador de su escrito testimonial: «Hay puntos de Camino, entre los dedicados a los sacerdotes, escritos durante la guerra, que están inspirados en casos concretos (por ej p/69-75 ). […] El capellán castrense –el ‘pater’ como se le llamaba hasta en papeles burocráticos– en acciones de guerra, en general, era valiente, y no pocas veces heroico, pero otras raras veces ponía a prueba la paciencia del que mandaba en el puesto de socorro. En tales casos, los que más acusaban los fallos eran los de sanidad –oficiales y soldados– que no se perdían ni una, y había quien cuando llegaba a Burgos iba rabiando por contar algo que le había ocurrido con su ‘pater’. El Padre por sistema cortaba en seco la conversación antes de que se deslizaran palabras irrespetuosas para el clero. Pero al escribir era inevitable soltar, con toda crudeza, relatos de hechos vividos unas horas antes, cuando a uno se le habían muerto heridos sin los últimos auxilios espirituales porque el ‘pater’ no estaba en su puesto. El Padre no se guardó la contestación –cariñosa pero fuerte– que se merecía la carta. Hubo quien fue destinatario de varias cartas de este estilo, reiterativas, porque con la primera no había conseguido nada y además lo remachaba de palabra a la primera ocasión, y dejaba impacto. Ya sabía uno a qué atenerse sin disculpas. Si el ‘pater’ por un momento de cobardía había experimentado un encontronazo con el mando, la conducta a seguir era la que después apareció en un punto de Camino» .


74 Amar a Dios y no venerar al Sacerdote... no es posible.


Este conjunto de pensamientos sobre la veneración y respeto a los sacerdotes acaba con los p/74-75, ya presentes en la edición de Cuenca. El p/74 está en Cuaderno VI, nº 874, 24-XI-1932 . El paso al texto impreso no tiene la menor variante respecto del original de los Apuntes. Interesante subrayar, con la edición bilingüe Camino/The Way, la íntima relación, que el Autor de C manifiesta en este punto, entre el amor a Dios y el amor a la Iglesia (maternidad de la Iglesia, estructura ministerial de la Iglesia).


75 Como los hijos buenos de Noé1, cubre con la capa de la caridad las miserias que veas en tu padre, el Sacerdote.


Texto procedente del Cuaderno VI, nº 873, fechado en 22-XI-1932 , dos días antes que el punto anterior. El Autor no es un «idealista»: conoce muy bien la realidad del sacerdote como hombre de carne y hueso y sabe lo que puede pasar. Por eso pide a los fieles que tengan con él, si llegara el caso, la actitud de «los hijos buenos de Noé» ante su padre, embriagado y desnudo, perdido el sentido. Sem y Jafet, en contraste con Cam, cuidaron de su padre con delicadeza: «tomaron el manto –dice el texto bíblico (Gn 9, 23)–, se lo echaron al hombro los dos, y andando hacia atrás, vueltas las caras, cubrieron la desnudez de su padre sin verla». Vid p/67 y 68.

76* Si no tienes un plan de vida, nunca tendrás orden.


El texto procede, a la letra, de las anotaciones del Cuaderno VI, escritas en 10-III-1933, nº 946 .
Comienza aquí el último conjunto de consideraciones de este cap 2. Son cinco puntos dedicados a poner de relieve la significación que adquiere en la praxis cristiana –en la reforma de vida propuesta en el cap 1– la decisión de tener lo que el Autor llama un «plan de vida» . Por la situación del tema en la secuencia del libro, es evidente que Escrivá consideraba el «plan de vida» como un aspecto importante de la dirección espiritual. «Plan de vida», cuando el Autor escribe estos puntos, es un concepto de patrimonio común, ampliamente recibido en las escuelas de espiritualidad y de teología espiritual. Interesante en este sentido esta anotación del día 14-II-1933:
«Quiero hacer un plan de vida, al que nos sujetemos todos los de la Obra, para que oficialmente nos obliguemos a cumplirlo desde el día de Nuestro Padre y Señor San José, en este año» .
Como se ve, Josemaría Escrivá trataba de dar estructura formal al conjunto de actos de piedad y de vida cristiana, extendidos entre los fieles cristianos corrientes y que, de un modo o de otro, ya vivían personalmente todos los miembros de la Obra, como consecuencia de la dirección espiritual que les impartía. En este contexto adquiere una notable importancia cotidiana la virtud del orden, que una vez y otra pedía al Señor y encarecía a las almas que se acercaban a su apostolado. En las primeras páginas de su Cuaderno II se lee:
«¡Señor! Dame la virtud del orden. (Creo que es virtud y fundamental, por eso la pido.)» .
La «virtud» del orden, pedía San Josemaría, no la «manía» o el mecanicismo del orden. El orden en la actividad y en las cosas exteriores, facilitado por el «plan de vida» espiritual, es ejercicio de la libertad llena de Amor, o, como dice el Autor, «reflejo de la paz y el orden de tu espíritu» (p/3). En este p/76 ambas magnitudes («plan de vida» y «orden») aparecen en inmediata relación. El sentido y la dinámica de este «plan de vida» se comprende bien a la luz del cap «Cosas pequeñas», que Josemaría Escrivá creó ex novo en la fase redaccional de Burgos (vid Introd a cap 39).

77* Eso de sujetarse a un plan de vida, a un horario —me dijiste—, ¡es tan monótono! Y te contesté: hay monotonía porque falta Amor.


Octavilla Bl escrita en Burgos. Probablemente redactada a partir de este texto de los EjEsp en Vitoria 1938:
«Plan de vida: ¿monotonía? Los mimos de la madre, ¿monótonos? ¿No se dicen siempre lo mismo los que se aman? –El que ama está en el detalle» .
Ya en los p/16 y 24 ha aparecido la palabra Amor, con mayúscula. Es, así, una de las palabras más intencionadas y abundantes que el Autor usa en este libro. Sobre el sentido de «Amor», con mayúscula, vid com/171. En el contexto de este p/77 es fundamental el citado cap «Cosas pequeñas», de nueva inserción en Burgos.


78* Si no te levantas a hora fija nunca cumplirás el plan de vida.


Ficha Re. El Autor baja hasta detalles aparentemente pequeños. La experiencia le hizo saber que se trataba de un «detalle» de la máxima importancia en la reforma de vida emprendida: llamaba a ese momento de la jornada el «minuto heroico»... Vid p/206. Del guión de una meditación predicada en la Residencia de Ferraz:
«Petición: gracia para cumplir mi plan de vida de tal modo que aproveche bien el tiempo. ¿Por qué me acuesto y me levanto fuera de hora?» .


79* ¿Virtud sin orden? —¡Rara virtud!


El original es el décimo de un conjunto de trece puntos que pasarían todos a Cem33 y después al texto impreso. Están transcritos en el Cuaderno VI, día 9-III-1933 . Nuestro punto se encuentra en el nº 944. En su concisión incisiva, es la síntesis de una tesis fundamental de la teología moral «de virtutibus»: que las virtudes están ordenadas entre sí y que hay un orden en el ejercicio de cada virtud: hasta la caridad, la «forma» de todas las virtudes, ha de estar «ordenada»77b.

80* Cuando tengas orden se multiplicará tu tiempo, y, por tanto, podrás dar más gloria a Dios, trabajando más en su servicio.


Es el punto noveno del conjunto que acabo de citar (Cuaderno VI, nº 944, 9-III-1933).
Esta consideración arranca de la experiencia y de la lucha personal de San Josemaría, que se veía desbordado por las tareas apostólicas y las obras de misericordia. Su impresión, en aquellos primeros años treinta, es que tenía mucho desorden en su vida. La realidad es que iba traído y llevado de un punto a otro de Madrid por razón de su actividad pastoral y no daba abasto . Notas de sus Cuadernos:
«Por mi desorden, ayer a las 11 ¼ todavía me faltaba el rezo del Santo rosario» .
«[…] he visto que, con motivo de la mudanza de domicilio, tengo más desorden en todo y menos oración... y sentí –con el pequeño milagro (¡grande!), tan minuciosamente narrado– el amoroso reproche de Jesús, diciéndome: ¿no ves, pobre borrico mío, niño loco, cuánto caso hago de la oración? Propósito firme (con tu ayuda, Dios mío): nunca dejar las dos horas de oración mental al día, por lo menos. Gracias a Dios» .
«[…] no sé cómo me arreglo, pero ando siempre atropelladísimo de tiempo... y suspirando por una soledad y un orden que son, para mí, necesarios y, hasta hoy, imposibles. Dios mío: arregla mis cosas de modo que solamente me ocupe de tu Obra» .
«Día de la Ascensión del Señor – 25-V-33: Tengo mucho que anotar. Me falta tiempo. No paro y... ¡no puede ser! Hay que frenar» .
El cap, como se ve, acaba con la concatenación «teo-lógica» de las consideraciones precedentes: la dinámica del «plan de vida» es la gloria de Dios: el tiempo es gloria (vid p/355), «Deo omnis gloria» (vid p/780).

 

Cap 2 2. Dirección, p/56-80 [14 de Cec +11 de Msb] C || 2. Dirección, cd/28-41 Cec
56 Apínt Cem32/10 Cec/11.1-Ceb/28 ||| Eso] Esto Apínt || gentes Apínt add] personas Apínt del || los santos no han] no han Apínt || Director y mucha] Director —lo veo— y mucha Apínt || fuego si] fuego, si Cec Txm
«Cuando participamos de la Eucaristía, escribe San Cirilo de Jerusalén, experimentamos la espiritualización deificante del Espíritu Santo, que no sólo nos configura con Cristo, como sucede en el Bautismo, sino que nos cristifica por entero, asociándonos a la plenitud de Cristo Jesús» (Catequeses, 22, 3; citado en Es Cristo que pasa, 87).
San AGUSTÍN, De magistro, cap 12 y 14 (BAC, 21, pgs 629-632, 635-637); Santo TOMÁS DE AQUINO, De Veritate, q. 11 (Marietti, 1964).
Futuros puntos de C transcritos ese día: 222, 686, 56.
57 Apínt Cem32/44.45 Cec/11.2-Ceb/29. ||| Paráclito Txm add autogr] Espíritu Santo Apínt | Paracleto Cec Txm del |||| 1 1 P 1, 2; Rm 15, 16; 1 Co 6, 11 | 2 1 Co 3, 16; 6, 19; 2 Co 6, 16 | 3 Jn 14, 17; Rm 8, 9 | 4 Rm 8, 14; Mt 10, 18-20
Cuaderno VI, nº 873. Las otras dos consideraciones son, por este orden, los futuros p/364 y 75.
Cuaderno V, nº 717, 10-V-1932.
Cuaderno V, nº 724, 13-V-1932.
Decenario, o sea, modo de honrar al Espíritu Santo durante diez días, por la sierva de Dios Francisca Javiera DEL VALLE, editado por el P. Marcelino GONZÁLEZ, S.J., Imprenta Comercial Salmantina - Prior 19, Salamanca 1932, 134 pgs. El libro ya estaba en las librerías en marzo de ese año. No se reeditará hasta 1954. En esa fecha y por consejo de Josemaría Escrivá lo edita Ediciones Rialp, que lo incluye en su prestigiosa colección «Patmos», de libros de espiritualidad. El libro, que reproduce el original de 1932, tiene un éxito espectacular y son continuas las reediciones: Francisca Javiera DEL VALLE, Decenario al Espíritu Santo, presentación de Florentino PÉREZ EMBID, Rialp («Patmos», 35), Madrid 1954, 146 pgs. En 1994, un estudioso de la vida y obras de Francisca publica una edición anotada a partir de los manuscritos originales: Francisca Javiera DEL VALLE, Decenario al Espíritu Santo, Manuel DIEGO SÁNCHEZ (ed.), Espiritualidad («Logos», 53), Madrid 1994, 232 pgs. Citamos el Decenario poniendo siempre la página de la edición de Salamanca y después las referencias a Patmos 35 (10ª ed, 1987) y Logos 53. —En abril de ese año 1932 había leído el Autor de C (en un día, según el mismo nos dice) una biografía de esta santa mujer: Marcelino GONZÁLEZ, Vida de la sierva de Dios Francisca Javiera del Valle, Imprenta Comercial Salmantina, Salamanca 1932, 350 pgs. «El libro –escribió San Josemaría en su Cuaderno (Cuaderno V, nº 688, 7-IV-1932)– es la historia admirable de una hermosa alma contemplativa. Me hizo bien». Probablemente ya conocía el Decenario, que salió prácticamente al mismo tiempo. —Sobre el tema, vid Nilton Mariano DE SOUZA FILHO, Francisca Javiera del Valle e o ‘Decenario al Espíritu Santo’ no seu contexto histórico-espiritual, Tesis doctoral, pro manuscripto, Pamplona 2003; especialmente el apartado titulado As relações entre ‘Decenario’ e ‘Caminho’, pgs 255-272.
«El pobre borrico»: vid p/606 y 998 con sus com. Este largo texto de Apínt es la matriz de Forja, 430.
Leía pocos días después este pasaje del Decenario al Espíritu Santo, 1932, pg 52 [Patmos 35, pg 102; Logos 52, pg 151]: «Lo que mucho vale, ¡mirad a Jesucristo cuánto le cuesta! Es el don sobre todo don lo que desea alcanzar para nosotros; y antes de dárselo, le cuesta un sufrimiento sobre todo sufrimiento. ¡Oh lo que costó a Jesucristo alcanzarnos de Dios su Santo y Divino Espíritu!». Lo acotó con rasgos intensos y escribió debajo, lleno de compunción: «Y ¡no Le trataba!» (Glosas marginales al Decenario 1932, pg 52). En Forja, 430 se recoge casi a la letra el pasaje del Cuaderno VI arriba transcrito, que ha sido estudiado y comentado por José Luis ILLANES, «Trato con el Espíritu Santo y dinamismo de la experiencia espiritual. Consideraciones a partir de un texto del Beato Josemaría Escrivá», en Pedro RODRÍGUEZ (dir.), El Espíritu Santo en la Iglesia, Actas del XIX Simposio Internacional de Teología de la Universidad de Navarra, Pamplona 1999, pgs 467-479.
La primera, dos días después del punto que comentamos, jueves 24-XI-1932 (nº 875): «Tanto tendrás de santidad cuanto tengas de mortificación (Decenario de Fca.)». La segunda, el lunes siguiente, 28-XI-1932 (nº 882): «Del Decenario de Fca. Xaviera: Pues, a echar a un lado los goces; que, para gozar, una eternidad de sólo goces nos está preparada; a padecer y más padecer, por amor de Aquel que dio la vida por nosotros». La tercera, el viernes 2-XII-1932 (nº 887): «El barro fue mi principio y la tierra es la herencia de todo mi linaje. ¿Quién, si no es Dios, merece alabanza? (Decenario)». Corresponden a las pgs 63 [«Tanto tendré de santidad cuanto tenga de mortificación»], 95 y 109 de la primera edición, la de Salamanca de ese año; 77, 105 y 119 de Patmos 35; 120, 154 y 169s de Logos 53. Estos tres textos pasarán a ser, respectivamente, los puntos 72, 70 y 115 de Cem. No pasarán a Cec ni a C, pero el 72 y el 115 serán recuperados en Forja, 1025 y 1053.
Nos referiremos a esos textos con el nombre de Glosas marginales. El ejemplar de que hablamos se conserva en AGP. Lleva fecha autógrafa de 1-VI-1932. La primera lectura y las primeras anotaciones hay que situarlas lógicamente a continuación.
Una entre muchas. Dice Francisca Javiera: «Este Divino Maestro pone su escuela en el interior de las almas que se lo piden y ardientemente desean tenerle por Maestro. Ejerce allí este oficio de Maestro sin ruido de palabras y enseña al alma a morir a sí misma en todo, para no tener vida sino en Dios» (Decenario al Espíritu Santo, 1932, pg 57 [Patmos 35, pg 71; Logos 52, pg 113]). San Josemaría acotó y escribió debajo: «¡Quiero!» (Glosas marginales al Decenario 1932, pg 57), como haciendo eco al «¡que sí quiero!» de su Cuaderno.
Texto autógrafo en AGP, sec A, leg 50-4, carp 1, exp 12. Acaba así: «(Rezar siete padrenuestros, y terminar, diciendo:) | Santa María, Esperanza nuestra, Asiento de la Sabiduría. Ruega por mí. –San José, mi Padre y Señor, ruega por mí. –Ángel de mi Guarda, ruega por mí. | =José María, abril, 934=».
El Gran Desconocido. Homilía pronunciada el 25-V-1969, fiesta de Pentecostés, incluida en Es Cristo que pasa, nn 127-138.
Me refiero al pasaje de los Hechos sobre el «desconocimiento» del Espíritu –«Ni siquiera hemos oído que exista el Espíritu Santo» (Hch 19, 2)–, que adquiere una sorprendente actualidad en la vida espiritual de muchos cristianos, y a la insistencia de San Pablo en que se «conozca» la presencia del Paráclito: «¿no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu Santo mora en vosotros?» (1 Co 3, 16). Vid Es Cristo que pasa, 134. Vid también LEÓN XIII, Enc Divinum illud munus, sobre el Espíritu Santo, 9-V-1897, en ASS 29 (1897) 644-658.
En la «Dedicatoria» escribe la autora: «Y así, Padre amantísimo, como habla y pide un hijo, así yo os comunico a Vos, Padre dulcísimo y amabilísimo, la grande pena de mi corazón y
el ardiente deseo que ya tantos años tiene mi alma, y mi pena es el que no es conocida la tercera Persona a quien todos llamamos Espíritu Santo, y mi deseo es que le conozcan todos los hombres, pues es desconocido aun de aquellos que te sirven y te están consagrados» (Decenario al Espíritu Santo, 1932, pg 9; Patmos 35, pg 22; Logos 52, pg 60s).
16b Vid com/311 nt 34.
16c Palabras citadas en Pedro RODRÍGUEZ, «Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás. Fundador y primer Gran Canciller de la Universidad de Navarra (1902-1975)», en AA. VV., La personalidad del Beato Josemaría Escrivá de Balaguer, Eunsa, Pamplona 1994, pgs 23-56. El original apareció como editorial de la revista Scripta Theologica en 1975, a raíz de la muerte de San Josemaría.
58 Pp Apínt Cem32/129 Cec/11.3-Ceb/30 ||| en el costado] por el costado Pp Apínt Cem || llagado] Sagrado Pp Apínt Cem
Son: 563, 571, 674, 890, 887, 58.
Dos variantes dentro de la «cuartilla»: escribió «únete a Jesús», que tachó en una segunda lectura y puso encima «únete a Cristo»; en esa segunda lectura después de «siente» agregó: «con Él».
Carta de Laureano Martínez de Muñecas a Josemaría Escrivá, Santander 20-XII-1932; AGP, sec E., carp 736, exp 79. La carta nada tiene que ver con el tema. Pienso que fue el papel que tenía más a mano cuando escribió esa consideración.
Apínt, nº 1650. Viernes, día cuarto de los EjEsp, 7-X-1932. El texto de ese apunte puede leerse en com/775.
A propósito de las llagas de Cristo vid p/288 y 555 con sus com.
«Dedicando a tantas devociones numerosos apartados –a los ángeles custodios desde el 562 al 570–, no existe para este libro el Sagrado Corazón de Jesús» (E. de Vera en Razón y Fe, sept-oct 1944, 130 [1944] 346).
«Con amplitud católica de criterio se ha dado cabida en el índice a temas variados de espiritualidad. Habrá preferencia quizá por algunos más de mejor adaptación al alma de la juventud. Pero no podemos compartir el juicio reciente de una revista al afirmar que ‘para este libro no existe el Sagrado Corazón’, cuando puede leerse en sus páginas esta frase: ‘Y métete en el costado abierto de Nuestro Señor Jesús hasta hallar cobijo seguro en su llagado Corazón’ (nº 58)» (M. de Aguilar en La Ciencia Tomista, nov-dic 1944, 62 [1944] 382).
59 Apínt Cec/12.1-Ceb/31 ||| Conviene que conozcas] No olvides Apínt || interior] espiritual Apínt
«Una nave que tiene un buen piloto navega hacia el puerto, con la ayuda de Dios, sin peligro alguno; así, el alma que tiene un buen pastor se encamina al Cielo fácilmente, aunque antes hubiera cometido graves pecados» (San Juan CLÍMACO, Scala Paradisi, 26; PG 88, 1089B).
Futuros puntos de C transcritos ese día: 795, 271, 59, 470, 434.
60 Apínt Cem33/268 Cec/12.2-Ceb/32 ||| casa Cem C] casa, Cec Txm || santificación] santificación, Cec Txm
Una proximidad de ritmo y de estructura literaria se encuentra en este pasaje del Quijote, obra que sabemos el Autor leyó abundantemente en su juventud: «Quiere hacer uno un viaje largo, y si es prudente, antes de ponerse en camino busca alguna compañía segura y apacible con quien acompañarse. Pues ¿por qué no hará lo mismo el que ha de caminar toda la vida, hasta el paradero de la muerte...?» (CERVANTES, Don Quijote de la Mancha, Parte II, cap 19; pg 784).
61 Apínt Cem32/231 Cec/12.3-Ceb/33 ||| moral] moral, Cec Txm || frecuentemente] siempre Cem
En el ejemplar de Cem32 que el Autor pasó al P. Sánchez casi dos años después (vid IntrodGen § 3, 4) anota al margen de este punto: «¿Se acuerda, Padre? ... se lo oí a V. R. en Chamartín».
62 Apínt Cem33/269 Cec/12.4-Ceb/34 ||| conozca tu apostolado] esté en nuestro apostolado Cec | que sea de la O. Cem || que sepa lo] conocedor de lo Cec
Cuaderno VI, nº 932, 14-II-1933.
Es, por otra parte, la doctrina de la gran tradición católica: vid por ej, Didachè, IV, 1-2 (Ench. Asc., 2) y la anotación 15ª del libro de los Ejercicios de San Ignacio (BAC 86, 2ª ed, 1965, pgs 9s).
63 Msb ||| —tus apellidos] seq , tus títulos— Msb del || eso] eso, Msb Txm
Nota tomada por Pedro Casciaro a partir de una meditación. Se encuentra en AGP, sec A, leg 14, carp 2. exp 2, doc 1. No dice el lugar –podría ser Madrid o Valencia– ni fecha exacta.
Vid IntrodGen § 11, 1, a. Vid com/400.
64 Msb
65 Apínt Cec/13.1-Ceb/35 ||| Director tal] Director, tal Cec Txm || batalla] batalla, Cec Txm
Son: 110, 718, 435, 983a, 386, 325, 65, 178, 174, 802, 173.
«a verte tú mismo y a hacerte». En el Cuaderno se lee en primera redacción: «a verte y hacerte».
Guión nº 12 de los preparados por el Autor en el curso 1933-34 para el plan de formación de los universitarios; AGP, sec A, leg 50-13, carp 4, exp 1, doc 12.
66 Apínt Cem32/216 Cec/13.2-Ceb/36 ||| Sacerdote] sacerdote Cem Cec
Pedro Casciaro, Declaración procesal, fol 715; Proceso Matritense de Josemaría Escrivá, testigo nº 31.
Futuros puntos de C transcritos ese día: 66, 74, 4, 735, 421, 837, 816, 474.
«Sacerdos enim, si alter Christus vocatur et est communicatione potestatis, nonne talis omnino et fieri et haberi debeat etiam imitatione factorum?» (San PÍO X, Exhortación Haerent animo, al clero católico en el 50º aniversario de su ordenación sacerdotal, 4-VIII-1908; ASS 41 [1908] 569). Vid ya antes la expresión en ASS 36 (1903) 135.
Désiré Joseph Cardinal MERCIER, La vie intérieure. Appel aux âmes sacerdotales. Retraite prêchée a ses prêtres, Beauchesne, Bruxelles-Paris 1919, pg 143.
«Quin immo ipse, quod iure meritoque dicere solemne habemus, ‘alter est Christus’, cum eius personam gerat secundum illud: ‘Sicut misit me Pater, et ego mitto vos’» (PIO XI, Enc Ad catholici sacerdotii, 20-XII-1935, en AAS 28 [1936] 10).
El Concilio Vaticano II ha preferido expresar este contenido «teológico-sacramental» hablando con otra expresión tradicional: que el sacerdote actúa in persona Christi. Const Lumen Gentium, 21-XI-1964, nº 10; Decr Presbyterorum Ordinis, 7-XII-1965, nº 2 c: «...ita ut in persona Christi Capitis agere valeant». El Autor de C utiliza en sus escritos las dos fórmulas.
«Que de fois je me suis laissé dire, que de fois j’ai redit moi-même, jadis: ‘Sacerdos, alter Christus’: Prêtre, je suis un autre Christ. Mais si tu es un autre Christ, me dis-je, aujourd’hui, avec frayeur, ta vie devrait ressembler à celle du Christ. Or, elle n’en a été, jusqu’à cette heure, que la caricature» (Card. MERCIER, La vie intérieure, 1919, pg 143; Mercier transcribe la carta de un sacerdote).
El Sacerdote «ita vivat ut alter Christus, qui virtutis suae fulgore hominum universitatem collustrabat atque collustrat» (Pío XI, Enc Ad catholici sacerdotii, 20-XII-1935, en AAS 28 [1936] pg 23).
La Exhortación Haerent animo, antes citada, tenía como objeto –escribió con su habitual franqueza San Pío X– «sobre todo llamar a los sacerdotes extraviados y tibios».
Apínt, nº 1691, 10-X-1932. Es claro, en este brevísimo apunte, el juego latente con los dos conceptos teológicos del sacerdos alter Christus: el Autor se propone aquí recordar lo que es en el plano teológico-sacramental para exigirse e implorar serlo en el plano existencial.
Apínt, nº 101, 25-X-1930. La veneración a los sacerdotes –sean seculares, sean religiosos– es una característica del Opus Dei, cuyo espíritu es eminentemente laical. «La realidad social, la espiritualidad y la acción del Opus Dei se insertan, pues, en un venero muy distinto [del de la vida religiosa] de la vida de la Iglesia: concretamente, en el proceso teológico y vital que está llevando el laicado a la plena asunción de sus responsabilidades eclesiales, a su modo propio de participar en la misión de Cristo y de su Iglesia» (Conversaciones, 20).
Apínt, nº 1707, 20-VI-1933.
Conversaciones, 58.
Es Cristo que pasa, 11.
«Sacerdote para la eternidad», Homilía pronunciada el 13-IV-73; Amar a la Iglesia, pg 68. El tema ha sido objeto de tres estudios monográficos: Mercedes OTERO, «El ‘alma sacerdotal’ del cristiano», en Mons. Escrivá de Balaguer y el Opus Dei, 1985, pgs 293-320; J. L. ILLANES, «El cristiano ‘alter Christus – ipse Christus’...», 1994, pgs 605-622; y A. ARANDA, ‘El bullir de la sangre de Cristo’, 2000, pgs 203-254.
«Sacerdote para la eternidad», Homilía pronunciada el 13-IV-73; Amar a la Iglesia, pg 74.
67 Msb ||| mis Cristos Msb add] mis cristos Msb del |||| 1 Sal 105 (104), 15
Situado a pocos kilómetros de Madrid, en él se construyó el «Monumento al Sagrado Corazón de Jesús», solemnemente inaugurado por el Rey Alfonso XIII en mayo de 1919. Pasó a ser uno de los símbolos del catolicismo en España. Cfr Melchor FERNÁNDEZ ALMAGRO, Historia del Reinado de don Alfonso XIII, Montaner y Simón, 2ª ed, Barcelona 1934, pgs 357-358.
Hora Santa, en el Cerro de los Ángeles, 17-II-1934; guión nº 50. El Autor, una vez más, expresaba una experiencia vivida día tras día por tantos sacerdotes en la España de aquellos años. Vid VÁZQUEZ DE PRADA, I, pgs 359s.
Sobre el tema vid com/75.
Meditación «La Sagrada Eucaristía», Madrid enero 1935; guión nº 44. Forma parte de una serie completa de guiones de unos EjEsp predicados en esa fecha a mujeres.
Sal 104, 15 (Vulgata): «nolite tangere christos meos et in prophetis meis nolite malignari».
Este modo de expresión –los sacerdotes, «mis Cristos»– lo hizo célebre Santa Catalina de Siena: «Son mis ungidos y los llamo mis Cristos porque los he puesto para que me administraran a vosotros» (El diálogo, cap 113; BAC 143, 1955, pg 399). El tema llena los caps 113-115, y concluye: «Éstos son mis ungidos; por esto dije en la Escritura: ‘No toquéis a mis Cristos’» (cap 115; pg 401s). —Interesante notar que Cervantes, en El Licenciado Vidriera, tiene una página en la que éste desautoriza la burla que hacen algunos de un
eclesiástico que pasa por la calle: “Enojóse Vidriera, y dijo: Nadie se olvide de lo que dice el Espíritu Santo: Nolite tangere christos meos”. (Cfr. Novelas Ejemplares, Editorial Ramón Sopena, S.A., Barcelona 1935, p. 296). Es la misma lectura que hace el Autor de C.
68 Msb
Está comentando Mt 8, 4, que cita así: «ve, muéstrate al sacerdote y ofrece la ofrenda que mandó Moisés para que les sirva a ellos de testimonio».
PredicHond, «Curación de un leproso», 12-VII-1937, pg 208; XXXIII. Es clásico, en el tema de la dignidad del sacerdote, el De Sacerdotio, de San Juan Crisóstomo, que Josemaría Escrivá había leído y meditado antes de su ordenación sacerdotal.
EjEsp, Meditación «La Cena», Vitoria 22-VIII-1938; guión nº 110.
69 Msb ||| sea—] sea—, Msb Txm
Apínt, nº 179, 22-III-1931. Es evidente que el Autor se está refiriendo, como dirá en el punto siguiente, a bromas pesadas, que en realidad son burlas y humillan al sacerdote ante los demás. Porque el trato fraternal y amigable entre sacerdotes y laicos, en el que no puede faltar el humor, fue una realidad que vivió y enseñó a vivir siempre Josemaría Escrivá.
70 Msb
71 Msb ||| esta corona] esa corona Msb
EjEsp, Plática «Santa Pureza», Vitoria VIII-1938; guión nº 126. Cursiva del Autor.
72 Msb ||| Es] —Es Msb Txm || ochenta Msb add] cien Msb del
Apínt, nº 409, 22-XI-1931. Vid VÁZQUEZ DE PRADA, I, pgs 554-556. En Navidad de ese año se dirigía al Señor con estas palabras: «Jesús: quiero ser un nene de dos años, con ochenta inviernos de gravedad y siete cerrojos en mi corazón» (Cuaderno V, nº 506). —Sobre los «ochenta años de gravedad» vid com/132 nt 40 y com/161 nt 42.
Comentando en nt 357 el citado texto de Apínt.
Siendo esto así, llama la atención que en la octavilla original escribiera primero «cien años», que luego corrigió por «ochenta».
«Le costaba, pero sonreía siempre», comenta Álvaro del Portillo (nt 1339 a este texto de Apínt).
Apínt, nº 1855s.
73 Msb
El p/69, a nuestro parecer (vid com a ese punto), no tiene ese origen.
El texto más sintetizado es el que pasó al cap VI de su testimonio, pgs 14-15. El borrador más extenso, que hemos transcrito, se encuentra ibidem como anexo. También se refiere al tema en el Relato del 77, pg 5.
74 Apínt Cem32/217 Cec/13.3-Ceb/37 ||| Sacerdote] sacerdoteCem32 Cec
Futuros puntos de C transcritos ese día: 66, 74, 4, 735, 421, 837, 816, 474.
75 Apínt Cem32/218 Cec/13.4-Ceb/38 ||| Sacerdote] sacerdoteCem32 Cec |||| 1 cfr Gn 9, 20-23
Transcribió ese día los p/364, 75, 57.
76 Apínt Cem33/289 Cec/13.5-Ceb/39
Ese día transcribió cuatro futuros puntos de C: 927, 888, 76, 358. El Autor hace constar que es el día de los Cuarenta Santos Mártires de Sebaste.
La expresión aparece después en los p/77, 78, 307, 899.
Apínt, nº 935.
Apínt, nº 15, 13-III-1930.
77 Msb
EjEsp, Plática «Perfección en las cosas pequeñas», Vitoria 22-VIII-1938; guión nº 107.
78 Msb ||| fija] fija, Msb Txm
EjEsp, Meditación «Aprovechamiento del tiempo», Madrid mayo 1936; guión nº 38.
79 Apínt Cem33/292 Cec/13.6-Ceb/40 ||| Virtud] Virtud, Cec
Son: 922, 522, 738, 258, 259, 941a, 949, 265, 80, 79, 189, 559, 90.
77b En este poema del siglo XVII se encuentra la misma idea: «Ordena aqueste amor, que assí te inflama, / dize el Esposo amado: / no ay sin orden virtud: y pues ansioso / hallarme quieres, sea renovado / con la virtud tu espíritu amoroso: / y para amarme, llama / la caridad, porque tu mente vea / como con orden regulada sea». (Antonio de PANES, Escala mística y
estímulo de amor divino, ed. de Francisco Pons Fuster, Fundación Universitaria Española y Universidad Pontificia de Salamanca, Madrid 1995, pg 169; a Fray Antonio se atribuye la célebre espinela «Bendita sea tu pureza»).
80 Apínt Cec/13.7-Ceb/41 ||| Cuando tengas] Si tienes Apínt Cec || orden] orden, Cec Txm
Sobre el tema del desorden vid VÁZQUEZ DE PRADA, I, pgs 500-502.
Apínt, nº 380, 4-XI-1931.
Apínt, nº 893, 23-XII-1932. Sobre el borrico vid p/606 y 998 con sus com.
Apínt, nº 906, 19-I-33. Como se ve, San Josemaría –cuyas actividades pastorales, apostólicas, familiares, académicas, tenían siempre como fin «hacer el Opus Dei»– anhela disponer de más tiempo para pensar con calma en los futuros planes apostólicos: ese año 1933 comenzaría en efecto la Academia DYA en la calle Luchana, el primer Centro del Opus Dei.
Apínt, nº 1010.