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Capítulos de Camino
Estudio

 

Estudio

Este cap y el siguiente («Formación») deben ser abordados, desde el punto de vista redaccional, de manera conjunta. Son la resultante de una intensa redistribución de la materia que el Autor realiza en la última fase de la redacción en Burgos. En cierto sentido, estamos ante una operación semejante a la que hemos visto en la división en dos del cap «Vida sobrenatural». Pero muy distinta: aquélla era casi sólo una práctica material; ahora, en cambio, la división implica un discernimiento de dos temas relacionados pero diversos, una cierta reordenación de la materia precedente y una integración más compleja –sobre todo en el cap «Formación»– de ese material con el nuevo elaborado en Burgos (y en Honduras), que, además, es mucho más numeroso: ambos caps suman cincuenta y cinco puntos, de los que sólo catorce son de Cec, los otros cuarenta y uno de nueva creación. Como consecuencia, encontramos al Autor, por primera vez, alterando la secuencia del texto de Cec, que hasta ahora le ha sido prácticamente normativa. No olvidemos, por otra parte, que estos caps, ya al final de la que hemos dado en llamar, convencionalmente, «Parte primera» de C, tienen una extraordinaria importancia en el pensamiento del Autor: todo lo hasta ahora adquirido se proyecta aquí sobre la realidad básica del trabajo profesional, del trabajo humano, que es, según San Josemaría, el quicio de la santidad en medio del mundo y del que aquí habla, por razón de los más inmediatos destinatarios del libro –estudiantes y profesores universitarios–, como «Estudio».


El cap de Cec se llamaba «Formación y estudio» y, como tal, no tenía nada correspondiente en los fascículos de Cem, donde las consideraciones relativas al tema están dispersas: el Autor las agrupa al preparar el texto de Cuenca y les da ese título abarcante. Seis de ellas proceden de Cem32, tres de Cem33 y cinco directamente de los Cuadernos VI y VII de sus Apínt. Como vemos, el gran desarrollo temático está en las «gaiticas» de Burgos.


El examen de los materiales de archivo permite, también aquí, llegar a la conclusión de que el Autor –hasta la reordenación definitiva del texto en Navidades de aquel curso 1938-39– mantenía la idea de un único cap y tenía todo el material agrupado en una única carpeta con el título –escrito a máquina– del cap de Cec. La idea de la división sale al volver a estudiar ese extenso patrimonio para mecanografiar el texto definitivo y ver la necesidad de distinguir. Esta decisión se expresa en dos nuevas carpetas, en cuyas portadillas el Autor apunta el número de las consideraciones de Cec que corresponden a cada uno de los nuevos caps (las octavillas de Burgos estaban ya ordenadas en el interior de la carpeta).
Aunque el título de Cuenca era «Formación y estudio», el Autor seguía, dentro del propio cap de Cec, un orden inverso, e inverso será el orden de los dos caps en que se divide en Burgos. El cap «Estudio» de C (veintiocho puntos: p/332-359) toma nueve de Cec, de los cuales sitúa ocho en cabeza del cap (aunque con alteración del orden); a continuación dieciocho procedentes de Burgos, para acabar con el que quedaba de Cec y, finalmente, con un punto de Burgos que sitúa la santificación del trabajo en el horizonte de la «vida teologal» (p/359: «Pon un motivo sobrenatural a tu ordinaria labor profesional, y habrás santificado el trabajo»).


Desde el punto de vista de la teología espiritual, todo el libro, pero de forma muy especial este cap, está empapado de una categoría muy propia del pensamiento del Autor: el concepto de «unidad de vida», que, terminológicamente, pone en circulación más tarde. Se puede acudir, como lugar emblemático, a este párrafo de la homilía «Vocación cristiana» (año 1951), que es la primera del volumen Es Cristo que pasa:
«El cristiano ha de tener hambre de saber. Desde el cultivo de los saberes más abstractos hasta las habilidades artesanas, todo puede y debe conducir a Dios. Porque no hay tarea humana que no sea santificable, motivo para la propia santificación y ocasión para colaborar con Dios en la santificación de los que nos rodean. La luz de los seguidores de Jesucristo no ha de estar en el fondo del valle, sino en la cumbre de la montaña, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en el cielo (Mt V, 16).
Trabajar así es oración. Estudiar así es oración. Investigar así es oración. No salimos nunca de lo mismo: todo es oración, todo puede y debe llevarnos a Dios, alimentar ese trato continuo con El, de la mañana a la noche. Todo trabajo honrado puede ser oración; y todo trabajo, que es oración, es apostolado. De este modo el alma se enrecia en una unidad de vida sencilla y fuerte».
Estas líneas son la mejor exégesis de numerosos puntos del presente cap, como el lector irá comprobando.


332* Al que pueda ser sabio no le perdonamos que no lo sea.


Punto procedente del Cuaderno IV, nº 234, 19-VIII-1931:
«Una frase, muy hermosa, del P. Sánchez, para los miembros de la Obra de Dios: Al que pueda ser lumbrera, no se le perdona que no lo sea».
Bien clara queda, pues, la paternidad del punto en cuestión. La conversación fue en «Chamartín», como el propio Josemaría Escrivá anotó al margen de la cd/243 de Cem32 en el ejemplar que entregó al P. Sánchez. Al pasar al velógrafo y al impreso, aparte de convertir en criterio general lo que el P. Sánchez decía de los miembros de la Obra, el Autor rebaja la «lumbrera» a «sabio». El espíritu con que todo esto fue vivido y predicado por San Josemaría se expresa bien en este documento de 1933:
«Aquí sí que harán un gran papel los sabios; sin embargo, se harán indispensables, en mayor número, los hombres modestos, que se sacrifiquen pasando oscuros. ¿Desprecio de la ciencia? De ningún modo. ¡Ojalá todos fueran talentos extraordinarios! Pero, afirmando que ‘al que pueda ser sabio, no le perdonamos que no lo sea’, quiero estar en la realidad de las cosas y digo: ‘no queremos tontos: todos han de ser cultos en su profesión: y los que puedan, sabios’».

El tema reaparece, más detenidamente, en la segunda Instrucción de 1934:
«Indudablemente son necesarios hombres cumbres. Siempre la ciencia, el estudio, será indispensable para formar a los nuestros y para desarrollar el apostolado que Jesús nos pide.
Pero, con lumbreras sólo, no hacemos nada. Tanto o más necesarios son los talentos medios, para ocupar muchos cargos de nuestra organización interna, y muchos otros puestos de actividades profesionales que hemos de desarrollar.
No quiero detenerme –no sería discreto–, detallando la labor maravillosa de estos hombres modestos. Pero tampoco paso de aquí sin levantar mi corazón a Dios y a Santa María, invocando a los Santos Ángeles Custodios nuestros, en petición de almas apostólicas, de hombres y mujeres, ¡no sabios!, cultos, santos, discretos, obedientes y enérgicos, que son quienes sacarán adelante la Obra, como premio de su humildad».
En el Cuaderno de Apínt el texto que da origen a este p/332 va seguido del que da lugar al p/946; vid com. Leídos conjuntamente, se comprende el sentido del «para ellos», que figuraba en Cem32, del que prescindió el Autor ya en Cec.


333* Estudio. —Obediencia: «non multa, sed multum».


Texto escrito en el Cuaderno VI, nº 1015, 26-V-1933, que pasa al segundo cuadernillo a velógrafo:
«Para nuestros jóvenes: estudio, obediencia: non multa, sed multum».
«Non multa, sed multum». Es ésta la forma recepta de un lema muy difundido en la antigüedad griega y latina. El mensaje de la tradición es claro: una verdadera cultura debe basarse más sobre la calidad y la profundidad que sobre la cantidad y la dispersa pluralidad de los temas. El lema se encuentra ya testimoniado en Plinio el Joven: «Multum legendum esse non multa» (Ep. 7, 9), hay que leer mucho, no muchas cosas, y en Quintiliano (Inst., X, 1, 59). El lema mantiene su vigencia hasta los tiempos modernos: Schopenhauer quiso que se pusiera en la cabecera de sus obras.
En síntesis: hay que tener un plan de estudio –esto es lo que propone el Autor– bien contrastado, no disperso –’non multa’– sino concentrado y vivido con intensidad: ‘sed multum’. Seguir ese plan personal de estudio, sin dispersión, es para un cristiano auténtica obediencia a la voluntad de Dios.

A propósito de este punto el catedrático de Física Prof. González Barredo, que empezaba a tratar a San Josemaría en aquel año 1933, cuenta una anécdota de entonces, que –escribe– le parece estar en el origen redaccional de este punto. Se refiere a un periodista católico que promovía círculos de formación. «Me invitó una vez a hablar sobre Campoamor, poeta asturiano. La razón de invitarme a mí era simplemente ésa: que yo era asturiano, aunque no fuese hombre de letras sino de ciencias. Lo comenté con el Padre y me dijo que era un disparate. ¿Cómo iba a dar un estudiante de ciencias una conferencia sobre Campoamor? Entonces comentó –en esta ocasión y en muchas otras– el ‘non multa, sed multum’: que es necesario concentrarse en lo que se está haciendo y no dedicarse a otros campos, mucho menos dedicarse a dar conferencias sobre temas en los que no se tiene suficiente base».


334* Oras, te mortificas, trabajas en mil cosas de apostolado..., pero no estudias. —No sirves entonces si no cambias.
El estudio, la formación profesional que sea, es obligación grave entre nosotros.


Texto del mismo año 1933, 19 de diciembre, en el Cuaderno VII, nº 1088, que está redactado como un diálogo del Autor con un miembro del Opus Dei:
«Oras, te mortificas, trabajas en mil cosas de apostolado..., pero no estudias. Hijo, no sirves para la Obra de Dios. El estudio, la formación profesional que sea, es obligación grave entre nosotros».
Vid com/337 y poner ambos puntos en relación con Surco, 739, que es como el «contrapunto» de ambos.


335* Una hora de estudio, para un apóstol moderno, es una hora de oración.


Texto muy en relación con el anterior y cuya historia redaccional tiene significado espiritual y teológico. Como se lee en el apcrít, los ejemplares a velógrafo y el impreso de Cuenca decían «una hora de apostolado», que es lo que se lee en el texto del Cuaderno V, 10-VIII-1932, nº 801, que le sirve de base:
«Una hora de estudio es ahora –y para los nuestros siempre– una hora de apostolado».
Dos meses después se encuentra Escrivá en Segovia, en aquel Retiro espiritual que tanto impacto tuvo en su vida. El día 4 de octubre anota:
«El tiempo que emplee en el estudio no es estéril. Nada perderá, con ello, la formación de nuestros laicos. Cada hora de estudio –por la Obra, por Amor– será delante de Dios una hora de oración. Y la oración es siempre fecunda».
La «hora de apostolado» se ha hecho una «hora de oración». En realidad, en la espiritualidad de San Josemaría, ambas expresiones se reclaman y se complementan –incluso se identifican– desde el concepto de «unidad de vida». Vid Introd al presente cap. Ahora se contempla el trabajo desde lo profundo, desde la doctrina de los p/81 y 82, o si se prefiere desde «la superabundancia de tu vida ‘para adentro’» (nº 961).
Cuando en Burgos el Autor revisa el impreso de Cuenca, una de las pocas correcciones de contenido que hizo fue precisamente ésta, y ya en el último momento: no sobre el ejemplar de «Consideraciones Espirituales» sino al mecanografiar el texto.


336* Si has de servir a Dios con tu inteligencia, para ti estudiar es una obligación grave.


Otra perspectiva para decir de nuevo lo que acaba de escribir en el segundo párrafo del p/334. Este volver sobre el tema subraya el carácter central del estudio (para la actividad científica), y del trabajo en general, en la doctrina espiritual de C. El texto procede del Cuaderno VII, nº 1110, 9-I-1934. Allí se lee con las mismas palabras.

Éste, y todos los puntos que preceden, ponen de manifiesto esa «centralidad» teológica, espiritual y apostólica del estudio para los universitarios, y del cotidiano quehacer profesional para todos. Una doctrina que aparecía en contraste con ciertas dimensiones de la mentalidad católica de la época, atravesada por las fuertes tensiones sociales y religiosas a las que hemos aludido en el com al punto anterior; numerosos estudiantes y profesionales católicos veían su contribución como católicos a la Iglesia sobre todo en la «acción» social y política. La propuesta de Josemaría Escrivá miraba a la preparación de fondo y al futuro e implicaba una serenidad y una «distancia» sobre los problemas políticos –jamás hablaba de política– que a muchos llamaba la atención y a algunos les parecía «poco práctica».


337* Frecuentas los Sacramentos, haces oración, eres casto... y no estudias... —No me digas que eres bueno: eres solamente bondadoso.


Es el último texto de los Cuadernos que pasó al texto impreso de Cuenca. Se encuentra en el Cuaderno VII, nº 1171, 24-III-1934. Las variantes, en el apcrít. De nuevo una buscada reiteración: estamos ante una enumeración semejante a la del párrafo primero del p/334. La idea es clave en el mensaje de C.

La contraposición entre bueno y bondadoso es muy característica del lenguaje de Escrivá, que lo explica con trazos enérgicos en una antigua Instrucción en la que hace una cierta «tipología» de los jóvenes que encuentra en su labor apostólica, con sus virtudes y defectos. El «bondadoso» queda muy mal situado:
«Al tratar a los muchachos, no olvidéis que los peores no son los malos, sino los bondadosos, necios, qui nesciunt quid faciunt mali, que no se dan cuenta del mal que hacen (Eccles. IV, 17)».
Hombres, pues, que parecen buenos, pero que no cumplen con sus obligaciones: que quizá no pequen por acción, pero sí por omisión. Esta contraposición entre «bueno» y «bondadoso» es, evidentemente, creación del lenguaje del Autor, no del lenguaje «oficial» (DRAE).

Interesante también la contraposición implícita entre este «hacer oración» (y también la oración del p/334: una piedad un tanto rutinaria, que no lleva al estudio, a la santificación del trabajo) y el «convertir el estudio en oración» del p/335. Esto último sólo es posible cuando el sujeto «hace oración» de verdad, a solas con el Señor, sin rutina, con Amor; y a su vez, este «estudiar-oración» se constituye en el «test» de la autenticidad de la oración personal, «a solas».


338* Antes, como los conocimientos humanos —la ciencia— eran muy limitados, parecía muy posible que un solo individuo sabio pudiera hacer la defensa y apología de nuestra Santa Fe.
Hoy, con la extensión y la intensidad de la ciencia moderna, es preciso que los apologistas se dividan el trabajo para defender en todos los terrenos científicamente a la Iglesia.
—Tú... no te puedes desentender de esta obligación.


Texto de 23-VI-1932. Escrito en el Cuaderno V, nº 759.
Era ésta, desde los primeros tiempos de su labor apostólica en el campo universitario, una constante preocupación de Josemaría Escrivá, que advierte cómo desde el campo de la investigación científica –ayer como hoy– se busca dejar sin base racional y humana las verdades de la fe y la misma concepción cristiana de la vida. De ahí su exhortación a plantear la propia actividad científica en el horizonte del amor a la verdad, que comporta la «apología de la fe». Desde el principio comprendió el Autor que esa tarea apologética sólo podía realizarse desde la seria formación teológica de científicos e investigadores. Lo cual permitía, por otra parte, no una apologética polémica, sino una verdadera «explicatio fidei», que es la mejor apología de la fe. Por lo demás esa obligación de no «desentenderse» es una exigencia de la «unidad de vida» del cristiano, a la que antes nos hemos referido (vid supra nt 4).


339* Libros: no los compres sin aconsejarte de personas cristianas, doctas y discretas. —Podrías comprar una cosa inútil o perjudicial.
¡Cuántas veces creen llevar debajo del brazo un libro... y llevan una carga de basura!


Texto del Cuaderno VI, nº 971, que pasó al fascículo de 1933 antes de ir al texto impreso:
«Día 1 de Abril de 1933: año santo: Libros. No compres libros sin informarte, con personas cristianas y discretas. (Día 3 de abril: el día primero solamente me dejaron escribir las dos líneas anteriores. Continúo.) Mejor: no compres libros sin aconsejarte de personas cristianas, doctas y discretas. Podrías comprar una cosa inútil o perjudicial. ¡Cuántas veces creen llevar debajo del brazo un libro... y llevan una carga de basura!».


340* Estudia. —Estudia con empeño. —Si has de ser sal y luz, necesitas ciencia, idoneidad.
¿O crees que por vago y comodón vas a recibir ciencia infusa?


Comienzan los puntos agregados en Burgos. Este primero está escrito sobre una octavilla Re y posiblemente redactado a partir de la meditación de Vergara sobre «Espíritu sacerdotal»:
«Sal terrae: dar sabor, evitar corrupción. –Lux mundi: illuminare, errores disipare, animas movere.– ¿Sal y luz? idoneidad: ¿ciencia infusa? Fray Gerundio».
Josemaría Escrivá exhortaba continuamente al estudio y, cuando predicaba a sacerdotes, como es el caso del texto que sirve de matriz a este punto, traía a colación la pintoresca figura de Fray Gerundio de Campazas, «que –decía– cerró los libros y se puso a predicar».


341* Está bien que pongas ese empeño en el estudio, siempre que pongas el mismo empeño en adquirir la vida interior.


También octavilla Re, sin interrelación documental. Texto que brinda la correcta hermenéutica de lo afirmado en el punto anterior y en los p/334 y 337. En C son frecuentes estas «parejas de puntos» que explican la doctrina por el balanceo dialéctico de las afirmaciones. El Autor busca la síntesis, la «unidad de vida» en el lector. Con sus propias palabras:
«También aquí se manifiesta esa unidad de vida que –no me cansaré de repetirlo– es una condición esencial, para los que intentan santificarse en medio de las circunstancias ordinarias de su trabajo, de sus relaciones familiares y sociales».
Vid Introd al presente cap.


342* No olvides que antes de enseñar hay que hacer. —«Coepit facere et docere», dice de Jesucristo la Escritura Santa: comenzó a hacer y a enseñar1.
—Primero, hacer. Para que tú y yo aprendamos.


Octavilla Bl. Aquí el interlocutor «histórico» del Autor es una persona bien concreta, que ya estaba en el trasfondo de otros puntos: el Director de la Residencia de Ferraz. La referencia al ejemplo de Cristo va a aparecer con ocasión de escribirle sobre responsabilidades inmediatas y cotidianas. La carta es de marzo de 1938 y en ella escribe San Josemaría
«Bien: sigue tratando aquellos asuntos –no sólo el económico– con tus hermanos. Este espíritu en nuestra familia es indispensable. No olvides que, antes de enseñar, hay que hacer. Coepit facere et docere, dice de Cristo el Santo Evangelio: comenzó a «hacer» y a enseñar. Primero, hacer. Para que tú y yo aprendamos».

Al tomar el texto para C y situarlo en el contexto general del cap sobre estudio y trabajo, el Autor muestra el radical alcance de la doctrina que deduce del modo de proceder de Cristo: al «facere» de Cristo según los Hechos (es decir, los «signos» portentosos que daban «autoridad» a sus palabras) debe corresponder el trabajo cotidiano de los cristianos, que, realizado en Cristo, es ya una predicación del Evangelio anterior a las palabras, quasi verba visibilia, en expresión de San Agustín (citada en com/796).

En Forja, 694 San Josemaría volverá sobre el «coepit facere et docere», presentando el «facere» como «el testimonio del ejemplo».
La expresión «el Santo Evangelio», escrita a vuelapluma en la carta a Fernández Vallespín, pasó de allí a la «gaitica», al texto mecanografiado y a las primeras ediciones sin que nadie cayera en la cuenta de que llamar al texto de Hechos «el Santo Evangelio» podría entenderse como si se refiriera a uno de los cuatro Evangelios. A partir de la 18ª edición (1960) figura la expresión actual: «la Escritura Santa».


343* Trabaja. —Cuando tengas la preocupación de una labor profesional, mejorará la vida de tu alma: y serás más varonil, porque abandonarás ese «espíritu de chinchorrería» que te consume.


Octavilla de la serie Lh, por tanto, muy probablemente redactada en Honduras y surgiendo de las dificultades de la convivencia en aquel encierro. Allí en efecto, en el mes de julio, Josemaría Escrivá predicó una meditación de la que es este párrafo:
«El espíritu de chinchorrería, en nuestro ambiente, no se queda sólo en algo poco recio, supone un pecado horrendo. Murmurar, quitar la paz a los demás, menoscabar la unión entre los hermanos, significa traición».

Escrivá exhortaba vivamente al grupo que le acompañaba a trabajar, en medio de aquella anormalidad, como si todo fuera normal. Plan de trabajo, estudio, normas de piedad, etc., que contrastaba con el clima muy generalizado –no saber qué hacer con el tiempo– que se vivía de ordinario en aquellas circunstancias, envueltas en el drama de la guerra civil. El Autor piensa en los que le acompañan, que son varones, como se refleja en la redacción del punto. Los puntos de C son jirones de historia concreta.
«Espíritu de chinchorrería». Dice el Drae que es propio del «que se emplea en chismes y enredos con impertinencia y pesadez». Según el Corde, sólo Juan Valera y Pío Baroja testifican, antes de C, el uso literario del término «chinchorrería».


344* Educador: el empeño innegable que pones en conocer y practicar el mejor método para que tus alumnos adquieran la ciencia terrena ponlo también en conocer y practicar la ascética cristiana, que es el único método para que ellos y tú seáis mejores.


Octavilla Bl, sin interrelación documental. Temática de máxima preocupación para el Autor, que trataba en los años de Burgos a bastantes catedráticos de Universidad y de Instituto, a los que planteaba el horizonte apostólico de la santificación de la tarea académica y educadora. Como se ve por el apcrít, el Autor iba a continuar desarrollando la idea y desistió.
Este punto, y otros muchos de C, han dado mucho que pensar a educadores y pedagogos que buscan el sentido cristiano de su tarea.


345* ¡Cultura, cultura! —Bueno: que nadie nos gane a ambicionarla y poseerla.
—Pero, la cultura es medio y no fin.


Octavilla con dorso usado (cuentas: sumas y restas), sin interrelación documental. Este punto reinterpreta, con la máxima condensación, cuanto se lleva dicho en el cap. Después de haber exaltado en los números precedentes la trascendencia del empeño cultural desde una perspectiva cristiana, ahora el Autor «pone las cosas en su sitio»: la cultura es medio y no fin.
Ya se ve de qué «cultura» está hablando: de una cultura «objetivada», que se puede «ambicionar» y se puede «poseer» como fruto personal de la lectura, del estudio, de la investigación, de la asimilación de los conocimientos científicos, etc. Todo eso es medio, dice el Autor.
El fin es siempre lo primero: «Regnare Christum volumus». La presencia operativa del «fin» en el trabajo cultural y científico es, pues, para el Autor, condición inmanente a la santificación de la tarea científica y profesional y, en este sentido, sólo desde el fin, bien inserto en el trabajo cultural, se genera la verdadera «cultura», que es más que un medio: es un medio vitalizado por el fin. Siempre la búsqueda de la
síntesis en la unidad de vida del cristiano. Lo aquí incoado se prolonga en los dos puntos siguientes. Vid también com/341.


346* Estudiante: fórmate en una piedad sólida y activa, destaca en el estudio, siente anhelos firmes de apostolado profesional. —Y yo te prometo, con ese vigor de tu formación religiosa y científica, prontas y dilatadas expansiones.


Texto sobre ficha Re. El Autor, como he dicho, continúa insistiendo en la presencia operativa del «fin». Tal vez la redacción de este p/346 vino sugerida por la relectura de una meditación, no fechada, del año 1938:
«El apóstol de profesión. Su diferencia del apostolado de carácter profesional. Táctica de Pedro, de Pablo, de Juan».
Hay aquí conceptos del Autor de C, muy centrales en su manera de entender la «estrategia» divina de la Redención. El concepto clave es «apostolado profesional», expresión que emplea en este punto, o «apostolado de carácter profesional», que usará en el siguiente. Se trata de la acción apostólica realizada a través del ejercicio de la propia profesión y con ocasión de ella. El Autor, en el guión citado, la contrapone al apostolado que realiza el «apóstol de profesión». El primero –«apostolado profesional»– es el que él fomenta y difunde por todas partes, el que el Señor le ha hecho entender con claridad desde el 2 de octubre de 1928, fecha de la fundación del Opus Dei. Es su manera de concebir el apostolado de los cristianos laicos, de los hombres y las mujeres corrientes que viven en medio del mundo, insertos en las actividades profesionales (en su más amplio sentido: culturales, artísticas, políticas, cívicas, asistenciales, etc.) y en las realidades familiares. Su apostolado «propio», secular, debe fluir de la santificación de esas tareas, realizadas de manera ejemplar y con verdadero espíritu de servicio, y de las interrelaciones humanas que comportan. El «apóstol de profesión», en cambio, viene concebido por el Autor como aquel que tiene su acción apostólica yuxtapuesta o al margen de su «actividad profesional», que corre en otra dirección.
El «apostolado profesional» presupone una dedicación seria y prestigiosa al trabajo humano. Ya lo había escrito en una Instrucción de 1935:
«Da pena ver cómo algunos, al querer ejercitarse en un apostolado profesional, siempre más práctico que un apostolado sin tono determinado, se encuentran con que los hombres de prestigio de su clase social pertenecen al campo de enfrente».
Del «apostolado de carácter profesional» dirá años después que es verdadera tarea «eclesial» –en el cristiano está siempre presente la Iglesia–, pero no «eclesiástica»: no es actividad oficial, institucional, de la Iglesia. Pienso que el clima de este punto estaba ya reflejado in scriptis en la carta que dirigía Escrivá, pocos meses antes de estallar la guerra civil, a Mons. Javier Lauzurica, Obispo Auxiliar de Valencia, con ocasión del proyecto de montar otra Residencia de Estudiantes en aquella ciudad:
«Quiero agradecer, con estas líneas, la acogida que hizo a uno de mis Benjamines, al visitar a V. E. hace unos días. Y también hablarle de esta Obra de Dios, que El ha puesto en mis manos pecadoras […] El apostolado, de tono profesional, que desarrollan es verdaderamente eficaz. Más eficaz, si tenemos en cuenta que trabajan con los mejores alumnos de todas las Facultades y Escuelas Especiales, y de todos los Colegios universitarios y Residencias. Y esto, sin sacarlos de su sitio, sin ninguna asociación estudiantil, sin capillitas: influyendo, como sal y luz de Cristo, en la conducta y en la inteligencia de los mejores y, por tanto, en la vida de todos».


347* Sólo te preocupas de edificar tu cultura. —Y es preciso edificar tu alma. —Así trabajarás como debes, por Cristo: para que Él reine en el mundo hace falta que haya quienes, con la vista en el cielo, se dediquen prestigiosamente a todas las actividades humanas, y, desde ellas, ejerciten calladamente —y eficazmente— un apostolado de carácter profesional.


Texto en ficha Re, sin interrelación documental. A partir de los com a los dos puntos anteriores se comprende la trascendencia de lo dicho en este punto. El pensamiento aquí tan sintéticamente expresado representa a mi parecer uno de los momentos culminantes del libro: edificar la cultura y edificar el alma, en unidad, «para que Él reine», es decir, para referirlo todo al plano de la Redención. Ahora se describe algo imprescindible para ese «reinado efectivo de Nuestro Señor» (p/832): que haya hombres y mujeres insertos en todas las actividades humanas, llenos de Dios y ejercitando ese «apostolado de carácter profesional» que glosábamos en com/346.

La doctrina de este punto en su frase final («para que Él reine... ») es una prolongación de lo afirmado en p/301. Es como un desglose operativo de la misión de aquel «puñado de hombres ‘suyos’», de «los hombres y las mujeres de Dios», que San Josemaría percibió de manera sobrenatural en el episodio del «si exaltatus fuero a terra», que allí hemos descrito (vid com/301 nt 7). La «tractio» divina de Cristo exaltado en la Cruz, es decir el Reinado efectivo de Cristo, se ejerce de manera «secular» en la historia humana –nos dice C– cuando los cristianos corrientes viven y trabajan con estas tres características: la vista en el cielo (vida interior, visión sobrenatural); seria dedicación –por tanto, prestigiosa– a todas las actividades humanas; apostolado –testimonio apostólico, hablar de Cristo– no superpuesto sino fundido con (o brotando de) la misma tarea profesional.

El Autor tuvo, por gracia de Dios, una singular penetración en la implicación eclesiológica y misionera de la expresión de Cristo en San Juan 12, 32, de la cual es un eco, como digo, la propuesta que hace en este número. Vid com/301 y bibliografía allí citada. Vid también más adelante com/359.


348* Tu desidia, tu dejadez, tu gandulería son cobardía y comodidad —te lo arguye de continuo la conciencia—, pero «no son camino».


El punto está en una ficha Re sin interrelación documental. Es interesante notar que el texto de este punto fue elegido por su Autor, ya acabada la guerra y con el libro en la imprenta, para dar noticia de su próxima publicación. La pequeña hoja «Noticias» (que enviaba a todos los que estaban relacionados con su labor apostólica) correspondiente a junio de 1939 iba acompañada de una carta manuscrita del Autor que tenía esta postdata:
«P.D. “Tu desidia, tu dejadez, tu gandulería son cobardía y comodidad –te lo arguye de continuo la conciencia–, pero no son camino” (Del libro “Camino”, en prensa, con prólogo del Excmo. y Revmo. Sr. Obispo de Vitoria)».

Es significativa la elección. Sabía bien Escrivá la tremenda dificultad que, después de la desmovilización, acabada la guerra, iba a tener la juventud para afrontar de nuevo lo que era esencial según su espíritu: «coger los libros». Por lo demás, el Autor, al seleccionar ese punto, orientaba a aquellos jóvenes en la «hermenéutica» del título del libro.


349* Queda tranquilo si asentaste una opinión ortodoxa, aunque la malicia del que te escuchó le lleve a escandalizarse. —Porque su escándalo es farisaico.


El punto está en una ficha Re sin interrelación documental.
«Escándalo farisaico». Concepto clásico en teología moral para designar el escándalo que proviene no de una acción mala de otra persona, sino buena, pero que ex
malitia –por la malicia del sujeto que la contempla– se toma como ocasión de pecado. Era la actitud de los «fariseos» ante las palabras y las acciones de Jesús.


350* No es suficiente que seas sabio, además de buen cristiano. —Si no corriges las maneras bruscas de tu carácter, si haces incompatibles tu celo y tu ciencia con la buena educación, no entiendo que puedas ser santo. —Y, si eres sabio, aunque lo seas, deberías estar amarrado a un pesebre, como un mulo.


Octavilla de la serie Lh, redactada en principio en Honduras. Abundante información acerca de su contexto redaccional. El punto es fruto de una pequeña historia llena de humor, que se percibe de algún modo en el texto mismo del punto de C. Se trata de una de tantas anécdotas que contaban los del pequeño grupo que acompañaba a San Josemaría en el encierro de la Legación. Pero quien realmente la describe es el Prof. González Barredo, que conocía muy bien al protagonista, como se verá. He aquí la narración de Barredo: «Era realmente difícil la convivencia tan continuada con personas de toda condición y cuyos nervios estaban siempre a punto de saltar. El Padre nos daba ejemplo de mirar a aquellas personas como seres destinados a la santificación; su deseo de la salvación de todos era cada vez más intenso, y esta visión sobrenatural del Padre nos ayudaba a nosotros a llevar todo muy bien. Además de los modos y razones sobrenaturales, el Padre nos enseñaba que en un ambiente tan difícil tenían aún más importancia las formas de buena educación. Ésta fue probablemente la ocasión por la que el Padre escribió, refiriéndose a alguna persona que vivía allí el número 350 de Camino. Quizá hiciese referencia a un amigo mío que era muy sabio y buen católico, pero era muy brusco».

Ilustran la peripecia las cartas del Autor a los que estaban fuera de la Legación, sobre todo a Francisco Botella y Pedro Casciaro, que se divertían especialmente con estas cosas. Las cartas no tienen precio como narraciones costumbristas, en las que el Autor demuestra notable capacidad de observación:
«¡Ay, qué peluca le está echando el profesor XX. a su alumno de alemán, mi nieto José Mª Barredo! Es divertidísimo oír y ver (casi suelta tacos, y, sin casi, puñetazos en la mesa) la escenita: hay otro alumno desconocido, que acierta más que mi pequeño, y, ¡claro!, éste paga».
Pocos días después «el abuelo» toma de nuevo la pluma y les escribe una carta que comienza así:
«¡Otra vez el abuelo! Sí, peques: otra vez el abuelo..., que está harto de oír la voz desapacible, llena de gritos, del profesor de alemán, que dice: ‘su niño de usted está gordo, pero su sombrero de él es verde’».

La carta de primero de mayo tiene este tenor:
«Están dando clases de alemán, y dice el profesor con sus malos modos de costumbre: ‘Para corregir, estoy yo. ¿Oyes, Sagrario?’. Y la chica se calla. Lo malo es que me queda una hora de escuchar frases tan enjundiosas como ésta: ‘yo tenía dinero, y tú tenías un paraguas verde’».
Las clases de alemán siguieron con perseverancia –era Escrivá quien les exhortaba al trabajo y al aprovechamiento del tiempo– y a finales de agosto, poco antes de salir el Autor de la Legación para disponerse al paso a la otra zona, volvía sobre el tema. Les cuenta, con el humor de siempre, lo que hace cada uno:
«Y, medio tronchado sobre dos colchones, que hay en un rincón, está José Mª B., mi otro nieto: debe estar pensando en alemán, en ese alemán que le enseña, con modos brutales, su ‘institutriz’».
Digamos finalmente que Jiménez Vargas, refiriéndose a este punto, escribe: «El comentario lo leímos, escrito en un Cuaderno, antes de aparecer en Camino, y no nos venía nada mal».


351* Con ese aire de suficiencia resultas un tipo molesto y antipático, te pones en ridículo, y, lo que es peor, quitas eficacia a tu trabajo de apóstol.
No olvides que hasta las «medianías» pueden pecar por demasiado sabias.


Este punto es fruto de la síntesis de dos textos de origen diverso. Vid lo que ya se dijo en com/200. El primer párrafo fue escrito en Burgos sobre una octavilla Re, en principio sin interrelación documental, que describe el riesgo de pedantería y
presunción tan frecuente entre los académicos y los buenos estudiantes. Ya en los retiros en la Residencia de Ferraz fustigaba estos defectos:
«–presunción (¿más que S. Tomás, Suárez, Bossuet, Balmes?)
–petulancia (es otra clase de presunción, más afeminada: borlas de ...?).
–pedantería (términos técnicos – H2O – Médicos –ía –itis)».
La octavilla de Burgos, como he dicho, comprendía sólo el primer párrafo. El segundo párrafo tiene otro origen. Era una consideración procedente del cap «Virtudes» de la edición de Cuenca (vid apcrít). El original está en el Cuaderno V, nº 803, 10-VIII-1932, y había pasado por el velógrafo. Dice así:
«No olvidemos que hasta las medianías pueden pecar por demasiado sabias».

Este texto se había quedado descolgado, sin advertirlo, con ocasión de la profunda reelaboración del cap «Virtudes» en Burgos. Estando ya preparado el manuscrito para la imprenta, el Autor lo descubrió y buscó el punto con el que podría conectar. Fue el p/351, a cuyo lado incluyó una tirita de papel con el texto mecanografiado (vid hoja 59 de Txm). El cambio que se anota en el apcrít («no olvides» en vez de «no olvidemos») es consecuencia de este trasiego redaccional.


352* Tu misma inexperiencia te lleva a esa presunción, a esa vanidad, a eso que tú crees que te da aire de importancia.
—Corrígete, por favor. Necio y todo, puedes llegar a ocupar cargos de dirección (más de un caso se ha visto), y, si no te persuades de tu falta de dotes, te negarás a escuchar a quienes tengan don de consejo. Y causa miedo pensar el daño que hará tu desgobierno.


Ficha Re, sin interrelación documental, muy próxima en fechas de redacción a la anterior.
Parece que el Autor sitúa este punto a continuación del p/351 porque ambos tienen el mismo «clima»: aire de suficiencia, presunción, vanidad, proyectándose en la relación humana y en el trabajo profesional. Escrivá califica todo eso con palabra fuerte. En realidad, estamos ante dos casos prácticos de ausencia de ese «propio conocimiento» del que se hablará en el p/609. Vid com.


353* Aconfesionalismo. Neutralidad. —Viejos mitos que intentan siempre remozarse.
¿Te has molestado en meditar lo absurdo que es dejar de ser católico, al entrar en la Universidad o en la Asociación profesional o en la Asamblea sabia o en el Parlamento, como quien deja el sombrero en la puerta?


Texto sobre ficha Jef, sin interrelación documental. Jiménez Vargas escribió en su Relato ya citado: «Esto se lo he oído comentar a nuestro Padre mucho antes de que apareciese publicado en Camino. Lo interesante de esto es que lo decía en la línea de ‘poner a Cristo en la cumbre de todas las actividades humanas’, es decir, dentro de lo que más claramente podía representar el espíritu del Opus Dei».
En efecto, el Autor no defiende aquí el «confesionalismo católico» (tampoco descalifica la confesionalidad, pues es legítima; además, eran bastantes los miembros de la «Confederación de Estudiantes Católicos» que frecuentaban la dirección espiritual del Autor). Lo que hace es señalar dos situaciones graves.
Por una parte, señala con agudeza la situación que el Concilio Vaticano II formulará con estas palabras:
«El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos cristianos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestro tiempo».
El Autor pide, en efecto, a los lectores que mediten en la contradicción que hay en ese divorcio, que, en la medida en que se da, es una ruina para el apostolado que los cristianos laicos han de desarrollar en medio del mundo.
Por otra parte, Escrivá quiere señalar la incoherencia de algunos católicos que, ya entonces, renunciaban a dar testimonio de Cristo –con la palabra y con las actitudes prácticas– en medio del pluralismo académico, profesional o político y, so capa de respeto a ese mismo pluralismo, se justificaban: «En estas circunstancias no podemos ser ‘confesionales’...». El tema es de una patente actualidad.


354* Aprovéchame el tiempo. —No te olvides de la higuera maldecida. Ya hacía algo: echar hojas. Como tú...
—No me digas que tienes excusas. —No le valió a la higuera —narra el Evangelista1— no ser tiempo de higos, cuando el Señor los fue a buscar en ella.
—Y estéril quedó para siempre.


Texto sobre ficha Jef. Ya en la predicación de Honduras hay un texto en esta línea:
«¿Qué podía haber hecho y qué he hecho? Pienso en la maldición de Jesús a la higuera estéril: ¡y no era tiempo de que produjese fruto!».
La redacción material de la octavilla en Burgos bien pudo venir sugerida en la fase final al toparse con este apunte de una meditación:
«(Matth. XXI,18-21) esuriit... videns fici arborem unam secus viam, venit ad eam et nihil invenit in eam nisi folia tantum et ait illi: numquam ex te fructus nascatur in sempiternum. Et arefacta est continuo ficulnea... Discipuli mirati sunt, dicentes: quomodo continuo aruit?... Amen dico vobis, si habueritis fidem... no sólo a la higuera, sino monti huic..., tolle, et jacta te in mare, fiet».
Este pasaje bíblico fue objeto frecuente de predicación por parte de San Josemaría.


355* Los que andan en negocios humanos dicen que el tiempo es oro. —Me parece poco: para los que andamos en negocios de almas el tiempo es ¡gloria!


Otra ficha Jef. Sin interrelación documental. Pudo haber salido la idea en aquellas conversaciones llenas de intimidad sacerdotal que el Autor de C tenía con San Pedro Poveda, que en un antiguo escrito suyo tenía un pensamiento semejante: «Suele decirse que el tiempo es oro; para los cristianos es más: más que todas las cosas de la tierra». San Juan de la Cruz se expresaba así:

«Pues que en la hora de la cuenta te ha de pesar de no haber empleado este tiempo en el servicio de Dios, ¿por qué no le empleas y ordenas ahora como lo querrías haber hecho cuando te estés muriendo?». Escrivá, con su concepción optimista –profundamente teológica– de la gracia, salta del tiempo a la eternidad: el tiempo –el tiempo «aprovechado», es decir, «redimido» (cfr Ef 5, 16)– es gloria. Late en la formulación el tema de San Juan 6, 55: «ya tiene la vida eterna...». Teológicamente, la gloria, como señalaba Tomás de Aquino, no es sino la gracia plenamente desplegada y la gracia, el anticipo de la gloria.
Vid p/325 y com: «el negocio de la vida eterna».


356* No me explico que te llames cristiano y tengas esa vida de vago inútil. —¿Olvidas la vida de trabajo de Cristo?


Texto sobre ficha Re, sin interrelación documental. Con la expresión «vida de trabajo» el Autor se está refiriendo a la tradicionalmente llamada «vida oculta» de Cristo, a la que considera fundamento y modelo de la doctrina de la «santificación del trabajo», que llena todo el libro.


357* Todos los pecados —me has dicho— parece que están esperando el primer rato de ocio. ¡El ocio mismo ya debe ser un pecado!
—El que se entrega a trabajar por Cristo no ha de tener un momento libre, porque el descanso no es no hacer nada: es distraernos en actividades que exigen menos esfuerzo.


Texto también redactado sobre una ficha Re. El «interlocutor», según Jiménez Vargas, sería él mismo: «Me parece que esto es de una carta que escribí al Padre durante la guerra. Recuerdo las circunstancias en que escribí esto, o una cosa muy parecida», circunstancias que describe detenidamente. Era en Cella, provincia de Teruel, donde acababa de llegar en las operaciones que siguieron a la pérdida de aquella ciudad. No he encontrado esta carta de Jiménez Vargas.

En el trozo de la carta que cita, el Autor usa la acepción negativa de «ocio», que era sin duda la más popular y extendida entonces («inacción o total omisión de la actividad», «estado de la persona que no trabaja»); es decir, ocio en el sentido de «ociosidad», que el «Diccionario de la Real Academia Española» define como «vicio de no trabajar; perder el tiempo o gastarlo inútilmente». La
tradición espiritual lo ha expresado con claridad: «la ociosidad es la madre de todos los vicios».
La «respuesta» o comentario del Autor a la expansión del joven médico –que está en el segundo párrafo– es muy puntualizadora. Escrivá no habla negativamente –ocio, como hemos visto–, sino positivamente: descanso, un descanso que no es arbitrariedad perezosa (ociosidad), sino otra forma, relajada y amigable, de recuperar fuerzas físicas y mentales y, a la vez, de «descansar en el Señor». Este sentido noble, clásico, del ocio es el que se refleja en esta inscripción que San Josemaría hizo poner en la casa de retiros de Molinoviejo, cerca de Segovia: «Deus nobis haec otia fecit. Erit ille nobis semper Deus».

La doctrina de la «santificación del trabajo» incluye una antropología del descanso, que es «santificación del ocio y de la fiesta» –«Urge recristianizar las fiestas» (p/975)–, de profundas raíces bíblicas.


358* Estar ocioso es algo que no se comprende en un varón con alma de apóstol.


Continúa el Autor con la doctrina del punto anterior. Ocioso, en acepción que mantiene el DRAE en su última edición, es igual a «inútil, sin fruto, provecho ni sustancia». Este texto estaba situado como tercer punto de este cap en la edición de Cuenca y el Autor, al reestructurar el libro en Burgos, lo trasladó a esta parte final,
en la que trata, como estamos viendo, aspectos del «aprovechamiento del tiempo». El texto, claro está, procede de los Cuadernos de Apínt, concretamente del VI, nº 946, escrito en 10-III-1933, con tenor literal idéntico. Como se ve, la anotación del Cuaderno estaba escrita desde la experiencia de la labor que realizaba con estudiantes universitarios (varones). Su preocupación era mostrarles que el hábito de «perder el tiempo», tan frecuente entre los estudiantes, es incompatible con la decisión de santificar la vida profesional (alma de apóstol).


359* Pon un motivo sobrenatural a tu ordinaria labor profesional, y habrás santificado el trabajo.


Octavilla Bl, sin relación interdocumental. Como sucede con los puntos que cierran cap, la ubicación del p/359 está muy pensada. El Autor parte del trabajo realizado como se describe en los puntos precedentes: con rigor, con esfuerzo, con la calidad que le viene exigida –de manera inmanente, podríamos decir– por la naturaleza «humana» y profesional de esa actividad. Pero eso no basta, toda esa realidad debe ser «vivida» desde la interna condición «cristiana» del sujeto que trabaja, y por tanto, debe aflorar en la motivación «sobrenatural» de esas actividades. Bien entendido que no se trata de «agregar» o «yuxtaponer» al trabajo una «intención» o «motivo» que permanecerían externos al trabajo mismo. El motivo sobrenatural de que habla el Autor de C se sitúa en el nivel de la autoconciencia del cristiano de ser «nueva criatura» en Cristo75b.
La expresión «santificar el trabajo», que en la formulación del espíritu del Opus Dei hecha por San Josemaría adquirirá un verdadero carácter emblemático, aparece aquí por primera y única vez en C. Me refiero a la expresión –cuyo «uso técnico», podríamos decir, lo establecerá el Autor con posterioridad–, no a la doctrina de la «santificación del trabajo», que está por todas partes en el libro: es, en concreto, el alma del cap que termina con estas palabras. Póngase en relación este p/359 con p/347 y las otras referencias que allí se ofrecen. En el planteamiento del Autor, el trabajo profesional ordinario, hecho con calidad humana y sentido sobrenatural, es –para la gente corriente que creía «no tener vocación» (vid com/27)– «parte integrante» de la «vocación divina».

 

 

Cap 15 15 [Msb: 111]. Estudio, p/332-359 [9’5 de Cec + 18’5 de Msb] C || 11. Formación y estudio cd/129-134.136-137.143 + cd/238 Cec
Cfr Amigos de Dios, 61. Sobre el tema vid J. L. Illanes, La santificación del trabajo, 2001; y Pedro Rodríguez, «Reflexión teológica sobre el trabajo», en Scripta Theologica 15 (1983) 185-204 (= Vocación, trabajo, contemplación, 1986, cap III).
En el cap de Cec hay otras dos consideraciones que el Autor desplaza a la parte final del libro (son los actuales p/940 y 983).
Vid, sobre el tema de las «carpetas», IntrodGen § 8, 2.
Vid sobre el tema, en Pedro Rodríguez, «’Camino’ y la espiritualidad del Opus Dei», Teología Espiritual 9 (1965) 212-245, el apartado «La ‘imagen del cristiano’ propuesta en ‘Camino’: el concepto de ‘unidad de vida’»; y el estudio de Celaya en F. Ocáriz – I. de Celaya, Vivir como hijos de Dios, 1993, pgs 93-128. Vid también Antonio Aranda, La lógica de la unidad de vida. Identidad cristiana en una sociedad pluralista, Eunsa («Colección teológica», 99), Pamplona 2000, pgs 121-146.
Es Cristo que pasa, 10.
Otros textos del Autor: Es Cristo que pasa, 11 y 126: Amigos de Dios, 165.
332 Apínt Cem32/243 Cec/34.1-Ceb/129 ||| Al que pueda] Para ellos: al que pueda Cem || sabio] sabio, Cec Txm
Futuros puntos de C transcritos ese día: 367, 332, 946, 398.
Es el «Colegio de Chamartín», de la Compañía de Jesús –en las afueras del Madrid de entonces–, que sigue existiendo, aunque con nuevo edificio. Su nombre oficial: «Colegio de Nuestra Señora del Recuerdo».
Y que éste le devolvió. Se conserva en AGP, sec A, leg 54, carp 1, exp 2.
Carta Circular de 30-X-1933; AGP, sec A, leg 50-2, carp 7, exp 7.
Talento medio no significa medianía. Para saber lo que el Autor entiende con esta expresión, vid lo que sigue.
Instrucción, 1-IV-1934, nn 66-68.
333 Apínt Cem33/288 Cec/34.2-Ceb/130
Vid Renzo Tosi, Dizionario delle Sentenze latine e greche, Biblioteca Universale Rizzoli, 13ª ed, Milano 2000, nº 386.
«En todos los volúmenes de las obras completas de Arthur Schopenhauer figura en la primera página la inscripción: ‘Non multa’ por expreso deseo del autor. Creía fundamental decir sólo aquello que era necesario. En un manuscrito de 1853, dice: “Si yo conociera en vida una edición de mis obras completas, la divisa del título principal debería ser: Non multa”. La primera edición se publicó, sin embargo, tras su muerte, y apareció completamente en 1877 (hecha por Julius Frauenstädt). Las ediciones hoy al uso, que perfeccionan aquélla, que sin embargo había tenido la aprobación del autor, son las de Arthur Hübscher (Arthur Schopenhauer, Sämtliche Werke, Wiesbaden, Brokhaus, 1966, Anastatischer Neudruck der 2. Aufl.) y la llamada Zürcher Ausgabe, Zürich: Diogenes, 1977, que sigue esencialmente a la anterior» (Carta de Rafael Alvira a Pedro Rodríguez, Pamplona 18-VI-2001). Parece que lo entendía como crítica a Hegel, que había escrito: multa, non multum... (También en España Eugenio d’Ors propone el axioma a la inversa: «Non multum, multa» es el título de una glosa de El nuevo glosario, VI, Caro Raggio Editor, Madrid 1923, pg 66).
Sobre el modo de proceder en la lectura espiritual A. Petit, Sacerdos rite institutus, IV, 1938, pg 79, propone a los sacerdotes estas preguntas: «8: An est mihi familiare adagium non multa, sed multum? 9: An mihi mos est non multos libros perfunctorie legere, sed paucos accurate, ut divinae illustrationi et inspirationi aditus pateat?».
Don Ramón de Campoamor (1817-1901), nacido en Navia (Asturias), muy famoso en vida, en realidad poeta mediocre y desaliñado.
José María González Barredo, Testimonio, Nueva York 25-V-1976; AGP, sec A, leg 100-26, carp 1, exp 13. —José María González Barredo (1906-1993) nació en Colunga (Asturias). Catedrático de Físicoquímica, conoció al Autor en el Patronato de Enfermos, hacia 1930, cuando ya ejercía de catedrático en Linares (Jaén). El 11 de febrero de 1933 se incorporó al Opus Dei. Durante la guerra coincidió con el Fundador del Opus Dei en los refugios de la Clínica del Dr. Suils y de la Legación de Honduras. Catedrático de Universidad, vivió muchos años en los Estados Unidos.
334 Apínt Cec/34.4-Ceb/132 ||| sirves entonces] sirves, entonces, Cec Txm
Futuros puntos de C transcritos ese día: 919, 334, 602.
335 Apínt Cem32/108 Cec/34.5-Ceb/133 ||| oración] apostolado Cem Cec
Futuros puntos de C transcritos ese día: 335, 815, 351, 813, 418.
Nótese en el texto de Apínt el «ahora», que indica urgencia y alude indudablemente a la coyuntura histórica española –el laicismo creciente en el terreno académico y científico, agudizado por la situación política provocada por la Segunda República–; y junto a ese «ahora», el «siempre» de la doctrina que propone el Autor.
Es ésta la primera de las 15 notas de ese Retiro espiritual que pasarían de un modo u otro a ser puntos de C. Son: 335, 730, 533, 432, 765, 183, 184, 118, 213, 734, 186, 182, 904, 214.
Apínt, nº 1677.
El fondo de la doctrina, a pesar de su «novedad», es tradicional. Santa Catalina de Siena escribe (el que habla es el Señor): «Fuera de esta oración para sí mismo a la que está obligado [se refiere a los tiempos de oración incluidos en el plan de vida personal], todo lo que hiciere para el bien del prójimo o cualquier otro ejercicio de caridad que practicare con buena voluntad puede llamarse oración» (El Diálogo, cap 66; BAC 143, 1955, pg 310). Los subrayados del Autor de C, en consonancia con su comprensión de la santificación del cristiano a través de las ocupaciones ordinarias, van hacia el valor de oración que tiene el trabajo mismo, en este caso, el estudio.
336 Apínt Cec/34.6-Ceb/134
Ese mismo día transcribió a continuación el futuro p/116.
337 Apínt Cec/35.1-Ceb/136 ||| oración,] oración Cec || No me digas] No digas Apínt Cec
Terminada de transcribir la consideración, agrega: «¡Qué tinta más mala! Pero no tengo otra». Efectivamente, «se corre» y emborrona.
Instrucción, 9-I-1935, nº 176.
338 Apínt Cem32/8 Cec/35.2-Ceb/137 ||| trabajo] trabajo, Apínt Cec Txm || Tú... obligación] A eso van los socios Apínt
339 Apínt Cem32/285 Cec/36.4-Ceb/143
Futuros puntos de C transcritos ese día: 339, 454, 839.
Nótese el sentido del «mejor» que el Autor hace al retomar el Cuaderno: no basta «informarse», sino que hay que «aconsejarse»; por eso la persona ha de ser, además, «docta».
340 Msb
Las palabras latinas son de A. Petit, Sacerdos rite institutus, IV, 1938, pg 197.
EjEsp, Plática «Vida sobrenatural y espíritu sacerdotal», Vergara 6-IX-1938; guión nº 82.
Fray Gerundio de Campazas es el célebre personaje creado por el P. José Francisco de Isla, S.J. (1703-1781) en la novela del mismo nombre (Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, Madrid 1758; Russell P. Sebold (ed.), Espasa-Calpe, («Clásicos españoles», 148-151), 2ª ed, Madrid 1969).
341 Msb ||| estudio] seq de la ciencia, Msb
Amigos de Dios, 165.
342 Msb ||| que antes de enseñar hay] que, antes de enseñar, hay Msb Txm || la Escritura Santa C18 ss] el Santo Evangelio Msb Txm C1-C17 |||| 1 Hch 1, 1
Los medios para reconstruir la Residencia de Ferraz, gravemente dañada por la guerra.
Los demás de la Obra.
No quedarse en ideas vagas, sino llevar a la práctica, con sentido sobrenatural, los objetivos apostólicos.
Carta de Josemaría Escrivá a Ricardo Fernández Vallespín, Burgos 27-III-1938; EF 380327-2.
El Papa San Pío X, no evidentemente para fundamentar una «cristología» del trabajo, sino para presentar el modelo de Cristo a los sacerdotes, había ya hecho notar la «secuencia» del pasaje de Hechos: «Quam ob rem ipse Christus, factus sacerdotum forma, re primum mox verbis docuit: ‘Coepit Iesus facere, et docere’» (Exhortación Haerent animo; Escritos de San Pío X a los sacerdotes, ASS 41 [1908] 557).
Fue Mons. José Luis Gutiérrez, Profesor de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma, el que, al darse cuenta, se lo hizo notar al Autor: «Pasé una octavilla al Padre que, en el mismo papel, escribió a mano la corrección que debía hacerse en el texto, substituyendo ‘dice el Santo Evangelio’ por ‘dice la Escritura Santa’. Fue poco después de mi ordenación sacerdotal (9-VIII-59)» (Carta de José Luis Gutiérrez a Pedro Rodríguez, Roma 5-IV-2000). En AGP, sec A, leg 55, carp 2, exp 4, se encuentra el original de la comunicación a España incluyendo esta modificación del texto; lleva fecha de 17-XII-1959. La primera edición española en la que se recoge la nueva expresión es la decimoctava, que se terminó de imprimir, dice el colofón, el 14-II-1960. En la tercera edición USA (Scepter, Chicago, 1960) se lee ya «the holy Scripture».
343 Msb ||| chinchorrería»] chinchorrería», Msb Txm
PredicHond, «Sillares», 27-VII-1937, pg 236; XXXVIII.
Sobre el tema vid Javier Rubio García-Mina, Asilos y canjes durante la Guerra Civil española. Aspectos humanitarios de una contienda fratricida, Planeta, Barcelona 1979.
344 Msb ||| innegable Msb add || terrena Txm add autogr] humana Txm del Msb || también Msb add || mejores.] seq Y me Msb del
Es significativa en este sentido la ilustre figura de Víctor García Hoz, considerado como el padre de la moderna pedagogía española, que consideraba C y la enseñanza de su Autor como etapas fundamentales en la formación de su pensamiento. Vid Víctor García Hoz, «Sobre la pedagogía de la lucha ascética», en Estudios sobre ‘Camino’, 1988, pgs 181-211.
345 Msb ||| Pero] seq —hay un pero— Msb del
346 Msb
Meditación titulada «Juventud», sin fecha; guión nº 133.
En sus escritos posteriores estos contenidos, idénticos, constantes en su predicación, los expresa con términos diversos y variados.
Instrucción, 9-I-1935, nº 105. «Nadie en España habló de modo tan tajante y tan claro sobre este tema» (Álvaro del Portillo, nt 76 a la citada Instrucción).
Se trata –me lo explicaba precisamente a mí, como Director entonces (1967) de la revista Palabra–, de «la comprensión de la peculiar tarea eclesial –no eclesiástica u oficial– propia del laico» (Conversaciones, 21; cursiva del original).
Se refiere a los fieles del Opus Dei.
Carta de Josemaría Escrivá a Javier Lauzurica, Obispo Auxiliar de Valencia, Madrid 3-III-1936; EF 360303-2.
347 Msb ||| Así] praec Sólo Msb del || trabajarás] trabajarás, Msb Txm || de carácter Msb add
348 Msb ||| cobardía y comodidad Msb add] comodidad y cobardía Msb del
«Noticias», Madrid, junio 1939; AGP, sec A, leg 3, carp 4. Vid el texto de la carta en IntrodGen § 6, nt 17.
349 Msb ||| tranquilo] tranquilo, Msb Txm
350 Msb
José María González Barredo, Testimonio, Nueva York 25-V-1976; AGP, sec A, leg 100-26, carp 1, exp 13.
Carta de Josemaría Escrivá a los fieles del Opus Dei en Valencia, Madrid 21-IV-1937; EF 370421-1.
Idem, Madrid 26-IV-1937; EF 370426-1. Es claro que todo acontecía en la misma habitación, en la que había que convivir.
Idem, Madrid 1-V-1937; EF 370501-1.
Idem, Madrid 22-VIII-1937; EF 370822-2.
Relato del 77, pg 10 (la cursiva es mía). La observación de Jiménez Vargas, si es exacta, abona la hipótesis que hemos mantenido (vid IntrodGen § 4) de que el Cuadernito del Autor en Honduras contenía más puntos de C de los que hoy están escritos en las hojas que han quedado (este p/350), que no figura en ellas, podría estar en una de las 22 primeras, que no se conservan).
351 Msb Apínt Cem32/109 Cec/57.1-Ceb/238 ||| Con ese aire ... apóstol Msb Txm || No olvides ... sabias Cec Txm add || y antipático Msb add || olvides Txm add autogr] olvidemos Cec Txm del
Plática «El estudio», 20/27-X-1935; guión nº 12.
Futuros puntos de C transcritos ese día: 335, 815, 351, 813, 418.
352 Msb ||| que te da Msb add || causa Msb add] da Msb del
353 Msb ||| mitos que] mitos, que Msb Txm || que es] de Msb del
Relato del 77, pg 11.
Vid com/658.
Conc Vaticano II, Const Gaudium et Spes, nº 43.
Vid Álvaro del Portillo, «Significado teológico-espiritual de ‘Camino’», en Estudios sobre ‘Camino’, 1988, pg 55. Vid también, Jean-Luc Chabot, «Responsabilidad frente al mundo y libertad», en Santidad y mundo, 1996, pgs 249-276.
354 Msb ||| narra Msb add] nos dice Msb del |||| 1 Mt 21, 18-19; Mc 11, 13-14.20-21
PredicHond, «Deberes», 27-VI-1937, pg 135; XXII.
EjEsp, Plática «Espíritu de fe», Vitoria 18-VIII-1938; guión nº 101.
Vid por ej en la homilía «El tesoro del tiempo» la sección que lleva precisamente el título «La higuera estéril» y en la homilía «Vida de fe» la sección «Vida ordinaria y contemplación» (Amigos de Dios, 50-52 y 201-203). San Antonio de Padua ya aludía a la higuera maldita en una línea semejante: «Verbis sumus pleni, sed operibus vacui, et ideo a Domino maledicti, quia ipse ‘maledixit ficulneae, in qua non invenit fructum sed folia tantum’». El texto, que se lee en el actual Oficio de lectura de la fiesta del santo, 13 de junio, no estaba incluido en el Breviario que usaba San Josemaría. (San Antonio de Padua, Sermones dominicales y festivos, I, Domingo de Pentecostés, Victorino Terradillos Ortega (ed.), Espiga, Murcia 1995, pg 594.
355 Msb
Pedro Poveda, En provecho del alma, pg 20.
Dichos de Luz y Amor, nº 76; BAC 15, 13ª ed, 1991, pgs 158 y 166.
Summa Theologiae, IIª-IIae q. 24. a. 3 ad 2: «similiter etiam gratia et gloria ad idem genus referuntur, quia gratia nihil est aliud quam quaedam inchoatio gloriae in nobis».
356 Msb
357 Msb ||| ha de Msb add] debe Msb del
Relato del 77, pg 11.
DRAE, 15ª ed (1925) y 19ª ed (1970), 1ª acepción.
Moliner, II, pg 483; voz «ocio».
DRAE, 15ª ed (1925) y 19ª ed (1970), 1ª acepción.
Moliner, II, pg 484; voz «ociosidad». «Yo quiero muy de veras que todo el mundo trabaje, pues la ociosidad es maestra de todos los vicios», decía ya San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de San Mateo, 35, 4; BAC 141, 1955, pg 708.
Cfr Mt 11, 28.
«El episodio es sencillo y familiar y en él nada hay particularmente notable, salvo la rapidez de reflejos del Padre, llevando una cita literaria a una interpretación cuajada de más alto sentido» (Carta de Antonio Fontán a Pedro Rodríguez, Madrid 15-II-2001). El Autor de C había pedido al Prof. Fontán un texto clásico para una viga de madera oscura que quedaba al descubierto en el acceso a la sala de estar. Era en julio de 1948. Fontán tenía entre manos las Églogas de Virgilio y encontró en la primera de ellas un texto que le parecía que podía servir. Es el verso 6: «O Melibœe, deus nobis haec otia fecit: namque erit ille mihi semper deus». Propuso Fontán a San Josemaría suprimir el Melibeo y el namque y, en vez de mihi, poner nobis. El Padre –continúa el ilustre latinista– aceptó y «lo traducía con estas palabras: ‘Dios nos ha dado este lugar de descanso’, añadiendo, más o menos, que habíamos hecho hablar a Virgilio como a un Padre de la Iglesia» (ibidem).
Vid los libros de Josef Pieper, Musse und Kult, Kössel, München 1961 (traducido al castellano como cap I de El ocio y la vida intelectual, Rialp, 3ª ed, Madrid 1974) y Una teoría de la fiesta, Rialp, Madrid 1974. El tema aquí apuntado ha sido tratado con profundidad por Juan Pablo II en la Carta Apost Dies Domini, 31-V-1998, sobre la santificación del domingo.
358 Apínt Cem33/291 Cec/34.3-Ceb/131
Futuros puntos de C transcritos ese día: 927, 888, 76, 358.
359 Msb
75b Algo, pues, que se da –como dice Ocáriz– en el plano de la “causa final”, desde el que se va asumiendo la concatenación de las otras causas a la vez que vierte sentido “sobrenatural” en su dinámica concreta. Vid. Fernando Ocáriz, Naturaleza, Gracia y Gloria, Eunsa [Biblioteca de Teología, 24], Pamplona 2000, pgs 263- 272 (cap XII: “El concepto de santificación del trabajo”), especialmente, para la idea que señalo, 266-270.
La expresión había aparecido ya en un texto de 1933, de verdadero carácter configurador del espíritu del Opus Dei, que hemos citado en com/175 nt 21. En 1966 explicaba a un periodista de «Le Figaro» cómo «el quicio de la espiritualidad específica del Opus Dei es la santificación del trabajo ordinario» (Conversaciones, 34). El pensamiento del Fundador del Opus Dei sobre el tema, expuesto de manera práctica y profunda, puede verse en numerosos lugares de sus obras ya publicadas, por ej en la homilía titulada «Trabajo de Dios», de 1960, incluida en el volumen Amigos de Dios, 55-72. Un estudio monográfico sobre el tema, repetidamente editado en varios idiomas, es el citado de J. L. Illanes, La santificación del trabajo, 2001. Ver especialmente, en relación con p/359, pgs 132s.
«Si queremos de veras santificar el trabajo, hay que cumplir ineludiblemente la primera condición: trabajar, ¡y trabajar bien!, con seriedad humana y sobrenatural» (Forja, 698).
Todavía en 1962 podía escribirse: «Constituye verdaderamente una novedad que la palabra trabajo se inserte en un diccionario de conceptos fundamentales de teología: una novedad extraordinariamente significativa tanto en relación con la conciencia cristiana como respecto a la reflexión teológica. Con ello se da entrada en la estructura tradicional de la teología cristiana a los progresos de la visión recientemente alcanzada sobre la posición del hombre en la creación y en la historia». Son palabras del P. Marie-Dominique Chenu OP, que se preocupó tanto por el sentido cristiano del trabajo, al comenzar la voz «Trabajo» en Heinrich Fries [dir.], Conceptos Fundamentales de Teología, IV, Cristiandad, Madrid 1967, pg 368; paradójicamente en esta obra no hay un artículo para ese «concepto fundamental de teología» que es «Vocación», que sigue confinado al ámbito de la «espiritualidad»; Chenu en cambio ve perfectamente (pg 380) la inserción del trabajo humano en la vocación cristiana. Vid también José Luis Illanes, «Vocación», en GER, xxiii (1975) pgs 661ss y Santino Bisignano, «Vocazione», en DESp, III, pg 2672.
Cap 15 15 [Msb: 111]. Estudio, p/332-359 [9’5 de Cec + 18’5 de Msb] C || 11. Formación y estudio cd/129-134.136-137.143 + cd/238 Cec
Cfr Amigos de Dios, 61. Sobre el tema vid J. L. Illanes, La santificación del trabajo, 2001; y Pedro Rodríguez, «Reflexión teológica sobre el trabajo», en Scripta Theologica 15 (1983) 185-204 (= Vocación, trabajo, contemplación, 1986, cap III).
En el cap de Cec hay otras dos consideraciones que el Autor desplaza a la parte final del libro (son los actuales p/940 y 983).
Vid, sobre el tema de las «carpetas», IntrodGen § 8, 2.
Vid sobre el tema, en Pedro Rodríguez, «’Camino’ y la espiritualidad del Opus Dei», Teología Espiritual 9 (1965) 212-245, el apartado «La ‘imagen del cristiano’ propuesta en ‘Camino’: el concepto de ‘unidad de vida’»; y el estudio de Celaya en F. Ocáriz – I. de Celaya, Vivir como hijos de Dios, 1993, pgs 93-128. Vid también Antonio Aranda, La lógica de la unidad de vida. Identidad cristiana en una sociedad pluralista, Eunsa («Colección teológica», 99), Pamplona 2000, pgs 121-146.
Es Cristo que pasa, 10.
Otros textos del Autor: Es Cristo que pasa, 11 y 126: Amigos de Dios, 165.
332 Apínt Cem32/243 Cec/34.1-Ceb/129 ||| Al que pueda] Para ellos: al que pueda Cem || sabio] sabio, Cec Txm
Futuros puntos de C transcritos ese día: 367, 332, 946, 398.
Es el «Colegio de Chamartín», de la Compañía de Jesús –en las afueras del Madrid de entonces–, que sigue existiendo, aunque con nuevo edificio. Su nombre oficial: «Colegio de Nuestra Señora del Recuerdo».
Y que éste le devolvió. Se conserva en AGP, sec A, leg 54, carp 1, exp 2.
Carta Circular de 30-X-1933; AGP, sec A, leg 50-2, carp 7, exp 7.
Talento medio no significa medianía. Para saber lo que el Autor entiende con esta expresión, vid lo que sigue.
Instrucción, 1-IV-1934, nn 66-68.
333 Apínt Cem33/288 Cec/34.2-Ceb/130
Vid Renzo Tosi, Dizionario delle Sentenze latine e greche, Biblioteca Universale Rizzoli, 13ª ed, Milano 2000, nº 386.
«En todos los volúmenes de las obras completas de Arthur Schopenhauer figura en la primera página la inscripción: ‘Non multa’ por expreso deseo del autor. Creía fundamental decir sólo aquello que era necesario. En un manuscrito de 1853, dice: “Si yo conociera en vida una edición de mis obras completas, la divisa del título principal debería ser: Non multa”. La primera edición se publicó, sin embargo, tras su muerte, y apareció completamente en 1877 (hecha por Julius Frauenstädt). Las ediciones hoy al uso, que perfeccionan aquélla, que sin embargo había tenido la aprobación del autor, son las de Arthur Hübscher (Arthur Schopenhauer, Sämtliche Werke, Wiesbaden, Brokhaus, 1966, Anastatischer Neudruck der 2. Aufl.) y la llamada Zürcher Ausgabe, Zürich: Diogenes, 1977, que sigue esencialmente a la anterior» (Carta de Rafael Alvira a Pedro Rodríguez, Pamplona 18-VI-2001). Parece que lo entendía como crítica a Hegel, que había escrito: multa, non multum... (También en España Eugenio d’Ors propone el axioma a la inversa: «Non multum, multa» es el título de una glosa de El nuevo glosario, VI, Caro Raggio Editor, Madrid 1923, pg 66).
Sobre el modo de proceder en la lectura espiritual A. Petit, Sacerdos rite institutus, IV, 1938, pg 79, propone a los sacerdotes estas preguntas: «8: An est mihi familiare adagium non multa, sed multum? 9: An mihi mos est non multos libros perfunctorie legere, sed paucos accurate, ut divinae illustrationi et inspirationi aditus pateat?».
Don Ramón de Campoamor (1817-1901), nacido en Navia (Asturias), muy famoso en vida, en realidad poeta mediocre y desaliñado.
José María González Barredo, Testimonio, Nueva York 25-V-1976; AGP, sec A, leg 100-26, carp 1, exp 13. —José María González Barredo (1906-1993) nació en Colunga (Asturias). Catedrático de Físicoquímica, conoció al Autor en el Patronato de Enfermos, hacia 1930, cuando ya ejercía de catedrático en Linares (Jaén). El 11 de febrero de 1933 se incorporó al Opus Dei. Durante la guerra coincidió con el Fundador del Opus Dei en los refugios de la Clínica del Dr. Suils y de la Legación de Honduras. Catedrático de Universidad, vivió muchos años en los Estados Unidos.
334 Apínt Cec/34.4-Ceb/132 ||| sirves entonces] sirves, entonces, Cec Txm
Futuros puntos de C transcritos ese día: 919, 334, 602.
335 Apínt Cem32/108 Cec/34.5-Ceb/133 ||| oración] apostolado Cem Cec
Futuros puntos de C transcritos ese día: 335, 815, 351, 813, 418.
Nótese en el texto de Apínt el «ahora», que indica urgencia y alude indudablemente a la coyuntura histórica española –el laicismo creciente en el terreno académico y científico, agudizado por la situación política provocada por la Segunda República–; y junto a ese «ahora», el «siempre» de la doctrina que propone el Autor.
Es ésta la primera de las 15 notas de ese Retiro espiritual que pasarían de un modo u otro a ser puntos de C. Son: 335, 730, 533, 432, 765, 183, 184, 118, 213, 734, 186, 182, 904, 214.
Apínt, nº 1677.
El fondo de la doctrina, a pesar de su «novedad», es tradicional. Santa Catalina de Siena escribe (el que habla es el Señor): «Fuera de esta oración para sí mismo a la que está obligado [se refiere a los tiempos de oración incluidos en el plan de vida personal], todo lo que hiciere para el bien del prójimo o cualquier otro ejercicio de caridad que practicare con buena voluntad puede llamarse oración» (El Diálogo, cap 66; BAC 143, 1955, pg 310). Los subrayados del Autor de C, en consonancia con su comprensión de la santificación del cristiano a través de las ocupaciones ordinarias, van hacia el valor de oración que tiene el trabajo mismo, en este caso, el estudio.
336 Apínt Cec/34.6-Ceb/134
Ese mismo día transcribió a continuación el futuro p/116.
337 Apínt Cec/35.1-Ceb/136 ||| oración,] oración Cec || No me digas] No digas Apínt Cec
Terminada de transcribir la consideración, agrega: «¡Qué tinta más mala! Pero no tengo otra». Efectivamente, «se corre» y emborrona.
Instrucción, 9-I-1935, nº 176.
338 Apínt Cem32/8 Cec/35.2-Ceb/137 ||| trabajo] trabajo, Apínt Cec Txm || Tú... obligación] A eso van los socios Apínt
339 Apínt Cem32/285 Cec/36.4-Ceb/143
Futuros puntos de C transcritos ese día: 339, 454, 839.
Nótese el sentido del «mejor» que el Autor hace al retomar el Cuaderno: no basta «informarse», sino que hay que «aconsejarse»; por eso la persona ha de ser, además, «docta».
340 Msb
Las palabras latinas son de A. Petit, Sacerdos rite institutus, IV, 1938, pg 197.
EjEsp, Plática «Vida sobrenatural y espíritu sacerdotal», Vergara 6-IX-1938; guión nº 82.
Fray Gerundio de Campazas es el célebre personaje creado por el P. José Francisco de Isla, S.J. (1703-1781) en la novela del mismo nombre (Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, Madrid 1758; Russell P. Sebold (ed.), Espasa-Calpe, («Clásicos españoles», 148-151), 2ª ed, Madrid 1969).
341 Msb ||| estudio] seq de la ciencia, Msb
Amigos de Dios, 165.
342 Msb ||| que antes de enseñar hay] que, antes de enseñar, hay Msb Txm || la Escritura Santa C18 ss] el Santo Evangelio Msb Txm C1-C17 |||| 1 Hch 1, 1
Los medios para reconstruir la Residencia de Ferraz, gravemente dañada por la guerra.
Los demás de la Obra.
No quedarse en ideas vagas, sino llevar a la práctica, con sentido sobrenatural, los objetivos apostólicos.
Carta de Josemaría Escrivá a Ricardo Fernández Vallespín, Burgos 27-III-1938; EF 380327-2.
El Papa San Pío X, no evidentemente para fundamentar una «cristología» del trabajo, sino para presentar el modelo de Cristo a los sacerdotes, había ya hecho notar la «secuencia» del pasaje de Hechos: «Quam ob rem ipse Christus, factus sacerdotum forma, re primum mox verbis docuit: ‘Coepit Iesus facere, et docere’» (Exhortación Haerent animo; Escritos de San Pío X a los sacerdotes, ASS 41 [1908] 557).
Fue Mons. José Luis Gutiérrez, Profesor de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma, el que, al darse cuenta, se lo hizo notar al Autor: «Pasé una octavilla al Padre que, en el mismo papel, escribió a mano la corrección que debía hacerse en el texto, substituyendo ‘dice el Santo Evangelio’ por ‘dice la Escritura Santa’. Fue poco después de mi ordenación sacerdotal (9-VIII-59)» (Carta de José Luis Gutiérrez a Pedro Rodríguez, Roma 5-IV-2000). En AGP, sec A, leg 55, carp 2, exp 4, se encuentra el original de la comunicación a España incluyendo esta modificación del texto; lleva fecha de 17-XII-1959. La primera edición española en la que se recoge la nueva expresión es la decimoctava, que se terminó de imprimir, dice el colofón, el 14-II-1960. En la tercera edición USA (Scepter, Chicago, 1960) se lee ya «the holy Scripture».
343 Msb ||| chinchorrería»] chinchorrería», Msb Txm
PredicHond, «Sillares», 27-VII-1937, pg 236; XXXVIII.
Sobre el tema vid Javier Rubio García-Mina, Asilos y canjes durante la Guerra Civil española. Aspectos humanitarios de una contienda fratricida, Planeta, Barcelona 1979.
344 Msb ||| innegable Msb add || terrena Txm add autogr] humana Txm del Msb || también Msb add || mejores.] seq Y me Msb del
Es significativa en este sentido la ilustre figura de Víctor García Hoz, considerado como el padre de la moderna pedagogía española, que consideraba C y la enseñanza de su Autor como etapas fundamentales en la formación de su pensamiento. Vid Víctor García Hoz, «Sobre la pedagogía de la lucha ascética», en Estudios sobre ‘Camino’, 1988, pgs 181-211.
345 Msb ||| Pero] seq —hay un pero— Msb del
346 Msb
Meditación titulada «Juventud», sin fecha; guión nº 133.
En sus escritos posteriores estos contenidos, idénticos, constantes en su predicación, los expresa con términos diversos y variados.
Instrucción, 9-I-1935, nº 105. «Nadie en España habló de modo tan tajante y tan claro sobre este tema» (Álvaro del Portillo, nt 76 a la citada Instrucción).
Se trata –me lo explicaba precisamente a mí, como Director entonces (1967) de la revista Palabra–, de «la comprensión de la peculiar tarea eclesial –no eclesiástica u oficial– propia del laico» (Conversaciones, 21; cursiva del original).
Se refiere a los fieles del Opus Dei.
Carta de Josemaría Escrivá a Javier Lauzurica, Obispo Auxiliar de Valencia, Madrid 3-III-1936; EF 360303-2.
347 Msb ||| Así] praec Sólo Msb del || trabajarás] trabajarás, Msb Txm || de carácter Msb add
348 Msb ||| cobardía y comodidad Msb add] comodidad y cobardía Msb del
«Noticias», Madrid, junio 1939; AGP, sec A, leg 3, carp 4. Vid el texto de la carta en IntrodGen § 6, nt 17.
349 Msb ||| tranquilo] tranquilo, Msb Txm
350 Msb
José María González Barredo, Testimonio, Nueva York 25-V-1976; AGP, sec A, leg 100-26, carp 1, exp 13.
Carta de Josemaría Escrivá a los fieles del Opus Dei en Valencia, Madrid 21-IV-1937; EF 370421-1.
Idem, Madrid 26-IV-1937; EF 370426-1. Es claro que todo acontecía en la misma habitación, en la que había que convivir.
Idem, Madrid 1-V-1937; EF 370501-1.
Idem, Madrid 22-VIII-1937; EF 370822-2.
Relato del 77, pg 10 (la cursiva es mía). La observación de Jiménez Vargas, si es exacta, abona la hipótesis que hemos mantenido (vid IntrodGen § 4) de que el Cuadernito del Autor en Honduras contenía más puntos de C de los que hoy están escritos en las hojas que han quedado (este p/350), que no figura en ellas, podría estar en una de las 22 primeras, que no se conservan).
351 Msb Apínt Cem32/109 Cec/57.1-Ceb/238 ||| Con ese aire ... apóstol Msb Txm || No olvides ... sabias Cec Txm add || y antipático Msb add || olvides Txm add autogr] olvidemos Cec Txm del
Plática «El estudio», 20/27-X-1935; guión nº 12.
Futuros puntos de C transcritos ese día: 335, 815, 351, 813, 418.
352 Msb ||| que te da Msb add || causa Msb add] da Msb del
353 Msb ||| mitos que] mitos, que Msb Txm || que es] de Msb del
Relato del 77, pg 11.
Vid com/658.
Conc Vaticano II, Const Gaudium et Spes, nº 43.
Vid Álvaro del Portillo, «Significado teológico-espiritual de ‘Camino’», en Estudios sobre ‘Camino’, 1988, pg 55. Vid también, Jean-Luc Chabot, «Responsabilidad frente al mundo y libertad», en Santidad y mundo, 1996, pgs 249-276.
354 Msb ||| narra Msb add] nos dice Msb del |||| 1 Mt 21, 18-19; Mc 11, 13-14.20-21
PredicHond, «Deberes», 27-VI-1937, pg 135; XXII.
EjEsp, Plática «Espíritu de fe», Vitoria 18-VIII-1938; guión nº 101.
Vid por ej en la homilía «El tesoro del tiempo» la sección que lleva precisamente el título «La higuera estéril» y en la homilía «Vida de fe» la sección «Vida ordinaria y contemplación» (Amigos de Dios, 50-52 y 201-203). San Antonio de Padua ya aludía a la higuera maldita en una línea semejante: «Verbis sumus pleni, sed operibus vacui, et ideo a Domino maledicti, quia ipse ‘maledixit ficulneae, in qua non invenit fructum sed folia tantum’». El texto, que se lee en el actual Oficio de lectura de la fiesta del santo, 13 de junio, no estaba incluido en el Breviario que usaba San Josemaría. (San Antonio de Padua, Sermones dominicales y festivos, I, Domingo de Pentecostés, Victorino Terradillos Ortega (ed.), Espiga, Murcia 1995, pg 594.
355 Msb
Pedro Poveda, En provecho del alma, pg 20.
Dichos de Luz y Amor, nº 76; BAC 15, 13ª ed, 1991, pgs 158 y 166.
Summa Theologiae, IIª-IIae q. 24. a. 3 ad 2: «similiter etiam gratia et gloria ad idem genus referuntur, quia gratia nihil est aliud quam quaedam inchoatio gloriae in nobis».
356 Msb
357 Msb ||| ha de Msb add] debe Msb del
Relato del 77, pg 11.
DRAE, 15ª ed (1925) y 19ª ed (1970), 1ª acepción.
Moliner, II, pg 483; voz «ocio».
DRAE, 15ª ed (1925) y 19ª ed (1970), 1ª acepción.
Moliner, II, pg 484; voz «ociosidad». «Yo quiero muy de veras que todo el mundo trabaje, pues la ociosidad es maestra de todos los vicios», decía ya San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de San Mateo, 35, 4; BAC 141, 1955, pg 708.
Cfr Mt 11, 28.
«El episodio es sencillo y familiar y en él nada hay particularmente notable, salvo la rapidez de reflejos del Padre, llevando una cita literaria a una interpretación cuajada de más alto sentido» (Carta de Antonio Fontán a Pedro Rodríguez, Madrid 15-II-2001). El Autor de C había pedido al Prof. Fontán un texto clásico para una viga de madera oscura que quedaba al descubierto en el acceso a la sala de estar. Era en julio de 1948. Fontán tenía entre manos las Églogas de Virgilio y encontró en la primera de ellas un texto que le parecía que podía servir. Es el verso 6: «O Melibœe, deus nobis haec otia fecit: namque erit ille mihi semper deus». Propuso Fontán a San Josemaría suprimir el Melibeo y el namque y, en vez de mihi, poner nobis. El Padre –continúa el ilustre latinista– aceptó y «lo traducía con estas palabras: ‘Dios nos ha dado este lugar de descanso’, añadiendo, más o menos, que habíamos hecho hablar a Virgilio como a un Padre de la Iglesia» (ibidem).
Vid los libros de Josef Pieper, Musse und Kult, Kössel, München 1961 (traducido al castellano como cap I de El ocio y la vida intelectual, Rialp, 3ª ed, Madrid 1974) y Una teoría de la fiesta, Rialp, Madrid 1974. El tema aquí apuntado ha sido tratado con profundidad por Juan Pablo II en la Carta Apost Dies Domini, 31-V-1998, sobre la santificación del domingo.
358 Apínt Cem33/291 Cec/34.3-Ceb/131
Futuros puntos de C transcritos ese día: 927, 888, 76, 358.
359 Msb
75b Algo, pues, que se da –como dice Ocáriz– en el plano de la “causa final”, desde el que se va asumiendo la concatenación de las otras causas a la vez que vierte sentido “sobrenatural” en su dinámica concreta. Vid. Fernando Ocáriz, Naturaleza, Gracia y Gloria, Eunsa [Biblioteca de Teología, 24], Pamplona 2000, pgs 263- 272 (cap XII: “El concepto de santificación del trabajo”), especialmente, para la idea que señalo, 266-270.
La expresión había aparecido ya en un texto de 1933, de verdadero carácter configurador del espíritu del Opus Dei, que hemos citado en com/175 nt 21. En 1966 explicaba a un periodista de «Le Figaro» cómo «el quicio de la espiritualidad específica del Opus Dei es la santificación del trabajo ordinario» (Conversaciones, 34). El pensamiento del Fundador del Opus Dei sobre el tema, expuesto de manera práctica y profunda, puede verse en numerosos lugares de sus obras ya publicadas, por ej en la homilía titulada «Trabajo de Dios», de 1960, incluida en el volumen Amigos de Dios, 55-72. Un estudio monográfico sobre el tema, repetidamente editado en varios idiomas, es el citado de J. L. Illanes, La santificación del trabajo, 2001. Ver especialmente, en relación con p/359, pgs 132s.
«Si queremos de veras santificar el trabajo, hay que cumplir ineludiblemente la primera condición: trabajar, ¡y trabajar bien!, con seriedad humana y sobrenatural» (Forja, 698).
Todavía en 1962 podía escribirse: «Constituye verdaderamente una novedad que la palabra trabajo se inserte en un diccionario de conceptos fundamentales de teología: una novedad extraordinariamente significativa tanto en relación con la conciencia cristiana como respecto a la reflexión teológica. Con ello se da entrada en la estructura tradicional de la teología cristiana a los progresos de la visión recientemente alcanzada sobre la posición del hombre en la creación y en la historia». Son palabras del P. Marie-Dominique Chenu OP, que se preocupó tanto por el sentido cristiano del trabajo, al comenzar la voz «Trabajo» en Heinrich Fries [dir.], Conceptos Fundamentales de Teología, IV, Cristiandad, Madrid 1967, pg 368; paradójicamente en esta obra no hay un artículo para ese «concepto fundamental de teología» que es «Vocación», que sigue confinado al ámbito de la «espiritualidad»; Chenu en cambio ve perfectamente (pg 380) la inserción del trabajo humano en la vocación cristiana. Vid también José Luis Illanes, «Vocación», en GER, xxiii (1975) pgs 661ss y Santino Bisignano, «Vocazione», en DESp, III, pg 2672.