Formación
Vid Introd al cap anterior, «Estudio», que lo es también a éste. El cap «Formación» tiene veintisiete números: sólo cinco proceden del cap de Cec y están repartidos acá y allá en el conjunto. Estamos, pues, ante la experiencia –espiritual, pastoral, humana– del Autor en los años 1934-38.
No es fácil situar de manera unitaria el contenido de este cap en relación con el título. «Formación», entendida a la luz de los puntos que se agrupan aquí, no es lo que a primera vista podría pensarse: método o medios de formación humana o cristiana, sea intelectual o espiritual, o bien metas u objetivos de esa formación. Los puntos de este cap, a mi parecer, no se sitúan en esta perspectiva: no es formación, podría decirse, in fieri sino in facto esse. Quiero decir que se describe a la persona «formada» por una convergencia de criterios y de experiencias humanas, espirituales, apostólicas, profesionales, que van señalando qué sea la formación. Así aparece la «formación» como «madurez», como el poso humano y cristiano de esa vida de oración, mortificación y trabajo profesional que el Autor ha ido presentando hasta ahora.
Tiene algo este cap en común con el primero, «Carácter»: también aquí hay un conjunto de pinceladas que apuntan a la madurez personal y vivida, ahora desde las coordenadas explícitas de fe y de oración que el lector ya conoce por los caps precedentes. Por otra parte, se adelantan temas que serán monográficos en caps posteriores: amor de Dios, caridad, naturalidad y discreción, llamamiento, apostolado. Dimensión importante de una persona «formada» es la fortaleza en el sentido de persistencia en el bien cuando acecha el cansancio en la lucha (vid p/362): «trabajar sin descanso» (p/373). Hay por eso un acento muy fuerte en la ejemplaridad y en el testimonio cristiano que una persona «formada» debe dar en la vida profesional y social ordinaria. En este sentido, el cap se abre claramente a lo que el Autor señala al lector en «El plano de tu santidad», que es el cap siguiente.
360* ¡Cómo te reías, noblemente, cuando te aconsejé que pusieras tus años mozos bajo la protección de San Rafael!:para que te lleve a un
matrimonio santo, como al joven Tobías, con una mujer buena y guapa y rica —te dije, bromista.
Y luego, ¡qué pensativo te quedaste!, cuando seguí aconsejándote que te pusieras también bajo el patrocinio de aquel apóstol adolescente, Juan: por si el Señor te pedía más.
Comienza así este nuevo cap, que es casi de nueva creación en Burgos. Este punto primero está escrito sobre una ficha Re. La ocasión pudo ser, en la fase final del trabajo, este apunte de un guión de meditación:
«Matrimonio. San Rafael y Tobías. Celibato: San Juan... Fecundidad de la pureza».
El tema (San Rafael y San Juan, matrimonio y celibato apostólico) era sin embargo más antiguo, al menos desde los EjEsp de octubre de 1932 en Segovia, donde Josemaría Escrivá vio que el Arcángel y el Apóstol tenían que ser los patronos de la labor del Opus Dei con la juventud. Incluso la formulación literaria de las ideas está ya en un documento de 1935, llamado precisamente así, la Instrucción para la Obra de San Rafael (que no se puede descartar que lo tuviera en Burgos, por lo que pudo tomar el texto de allí). Allí se lee:
«Y se mueven a invocar a Santa María, Esperanza nuestra, Sedes Sapientiae: y a San Rafael y a San Juan, Patronos suyos.
San Rafael –decidles– para que os lleve, como a Tobías hijo, hasta un matrimonio feliz –si es Voluntad de Dios– con una mujer buena y guapa y rica... ¡Cómo se ríen los pobres muchachos! Y San Juan, el Apóstol virgen, amadísimo de Cristo, para que os enseñe el camino de un celibato apostólico fecundo..., si es ésta la particular vocación que el Señor se digna daros. –Ahora suelen quedarse muy serios, con gravedad impropia de los años mozos; y los Ángeles de la Guarda ponen, en más de un corazón, la semilla de un ideal nuevo».
Me parece que es claro el sentido de este punto en la secuencia y tránsito del cap «Estudio» a éste que llama «Formación». El Autor tiene delante a esa juventud a la que ha invitado, en el cap precedente, a asumir con plena seriedad las responsabilidades académicas y profesionales «para que Cristo reine» (p/347), y esto como llamada de Dios, como voluntad de Dios, como «vida de trabajo de Cristo» (p/356). Pues bien, a esa juventud el Autor le explica ahora que esa responsabilidad secular del trabajo se puede vivir en el matrimonio o en el celibato. Es una cuestión que se abre ante cada uno.
«... por si el Señor te pedía más». Más de lo que tú piensas, me parece que es el sentido. Ahora no es la cuestión «doctrinal» de matrimonio o celibato (p/28), sino la cuestión «existencial» del celibato apostólico como algo no «previsto» por el sujeto.
Es de notar el clima de «vocación cristiana» con que el Autor planteaba a los jóvenes ambas posibilidades (vid p/27), a la vez que el buen humor con que hablaba del noviazgo y del matrimonio, y la «sorpresa» que provocaba presentar el celibato apostólico como una posibilidad cristiana normal, comprometedora para un estudiante y un profesional con deseo de santificar el trabajo. En este contexto de humor y de seriedad se inscribe también el tema «clase de tropa» y «estado mayor» del p/28 (vid com).
«Una mujer buena y guapa y rica». San Juan de Ávila tiene una expresión semejante en el Audi, filia: «buscan los hombres las esposas que sean buenas, hermosas y ricas». San Josemaría leyó mucho ese libro.
361* Para ti, que te quejas interiormente, porque te tratan con dureza, y sientes el contraste de ese rigor con la conducta de los de tu sangre, copio estos párrafos de la carta de un alférez médico: «Ante el enfermo, cabe la actitud fría y calculadora, pero objetiva y útil para el paciente, del profesional honrado. Y la ñoñería llorona de la familia. —¿Qué sería de un puesto de socorro, durante un combate, cuando va llegando el chorreo de heridos que se acumulan porque la evacuación no es lo suficientemente rápida, si junto a cada camilla hubiese una familia? Como para pasarse al enemigo».
De nuevo una octavilla Re y de nuevo el contexto de la guerra civil. Son muy diversas, sin duda, las situaciones personales que pueden provocar esa «añoranza» o esa «búsqueda de lo dulce y suave» a las que el Autor se refiere. Le sirve para dar su mensaje un texto que Jiménez Vargas le envía desde el frente de Teruel: unas cuartillas llenas de reflexiones, a veces duras:
«Ante el enfermo, cabe la actitud fría y calculadora, pero objetiva y útil para el paciente, del profesional honrado. Y la ñoñería llorona de la familia.
Lo más odioso que he encontrado en las clínicas es la conducta merengue de las familias.
¿Qué sería de un puesto de socorro, durante un combate, cuando va llegando el chorreo de heridos que se acumulan porque la evacuación no es lo suficientemente rápida, si junto a cada camilla hubiese una familia? Como para pasarse al enemigo».
Interesante la información del apcrít para ver cómo el Autor «discernía» el texto del joven doctor. El Autor empezó a copiar en la octavilla la frase que comienza: «Lo más odioso»; pero, conforme escribe, la tacha y prescinde de ella. Se ve claro que su dureza no le parece apropiada. No es, ni puede ser «odiosa», sino perfectamente comprensible la preocupación de una familia. El Autor, al suprimir la frase, pone en relación directa los lloros de una familia con el puesto de socorro durante el combate, que se ven claramente incompatibles...
Jiménez Vargas, en su escrito sobre C, se reconoce como el corresponsal del Autor en este punto y aporta contextos interesantes para situar «el chorreo de heridos»: «El motivo inmediato fue la ofensiva que había habido unos días antes –el ataque que se hizo por los altos de Celadas, en Teruel– que me quedó muy en la memoria por una serie de cosas que nos ocurrieron. Lo más fuerte fue que dos proyectiles de artillería seguidos explotaron en la misma habitación de una casa del pueblo, donde yo tenía el botiquín. Habíamos salido de la habitación de un salto al oír una primera explosión en la calle. Las dos siguientes, unos segundos después, explotaron en la casa.
Era un hecho como para recordarlo, aunque sin que me extrañara demasiado, por esa impresión que teníamos [los de la Obra] entonces de que todo saldría bien por cosas extraordinarias dentro de la Providencia ordinaria. Pero, claro está, lo que ocurrió –dos explosiones de la misma descarga casi en el mismo sitio– se salía un poco de la estadística».
362* No necesito milagros: me sobra con los que hay en la Escritura. —En cambio, me hace falta tu cumplimiento del deber, tu correspondencia a la gracia.
De nuevo una ficha Re, sin inmediata relación documental. El Autor, como en tantos otros puntos, se distancia de toda actitud milagrera y de todo «sobrenaturalismo» para venir una vez y otra a lo ordinario, a lo corriente, a lo pequeño: al deber cotidiano, a la «correspondencia a la gracia»: a la santificación de la vida ordinaria. El texto de C no hacía sino recoger la más antigua tradición cristiana, que San Juan Crisóstomo resumía así: «en las Bienaventuranzas no se habla para nada de los que hacen milagros, sino únicamente de los que llevan vida recta», para concluir con fuerza:
«Basta ya, carísimos, de engañarnos a nosotros mismos, diciendo que es imposible ser como Pablo. Por lo que atañe a la gracia y a los milagros, ciertamente que no habrá en lo sucesivo otro Pablo; mas en cuanto a la perfección de la vida, puede serlo el que quiera. Y si no lo somos, ello depende exclusivamente de que no queremos».
Este p/362 ha de ponerse en estrecha relación con p/583, escrito también en ficha Re, donde vuelve a la idea de que le sobra con los milagros de la Escritura, pero enfocando la consecuencia en otra dirección muy diversa.
363* Desilusionado. —Vienes alicaído. ¡Los hombres te acaban de dar una lección! —Creían que no los necesitabas, y rezumaban ofrecimientos. La posibilidad de que tuvieran que ayudarte económicamente —unas pesetillas miserables— convirtió la amistad en indiferencia.
—Confía sólo en Dios y en quienes, por Él, están unidos a ti.
Otra ficha Re, fase final de la redacción. Con fecha 9-I-1939 Josemaría Escrivá –era su cumpleaños– enviaba una «carta circular» a todos los miembros de la Obra disponiéndoles, ante el próximo fin del conflicto bélico, para la nueva etapa de la labor apostólica. Allí da el siguiente criterio:
«¿’Ayuda de fuera’? Sólo en casos contadísimos convendrá. Tenemos tristes experiencias. ¡Nosotros! Nosotros solos –con El– hemos de resolver todas las dificultades económicas. Pensadlo despacio, y veréis que no cabe otra solución. […] Todo lo demás (escasez, deudas, pobreza, desprecio, calumnia, mentira, desagradecimiento, contradicción de los ‘buenos’, incomprensión y aun persecución de parte de la autoridad), todo, no tiene importancia, cuando se cuenta con Padre y hermanos, unidos plenamente por Cristo, con Cristo y en Cristo. No habrá amarguras, que puedan quitarnos la dulcedumbre de nuestra bendita Caridad».
Una vez más, no un criterio abstracto o aprendido en los libros, sino la experiencia que San Josemaría había sufrido –y sufriría– en su propia carne.
364* ¡Ah, si te propusieras servir a Dios «seriamente», con el mismo empeño que pones en servir tu ambición, tus vanidades, tu sensualidad!...
Procede del Cuaderno VI, nº 873, 22-XI-1932. El autor pasa del «nosotros» al «tú», cambio que ya hizo en las cuartillas a velógrafo:
«¡Ah, si nos propusiéramos servir a Dios seriamente, con el mismo empeño que ponemos en servir nuestras ambiciones, nuestras vanidades, nuestra sensualidad!...».
Vid p/316 y 317 con sus com.
365* Si sientes impulsos de ser caudillo, tu aspiración será: con tus hermanos, el último; con los demás, el primero.
El texto procede de una anotación tomada en el cuadernillo 1º de Burgos, comenzado ya en Pamplona, diciembre de 1937. No tiene fecha, pero hay razones para pensar que pudo ser escrito antes del 3-I-1938. El apunte dice así:
«La aspiración de los nuestros debe ser: dentro de casa, el último; fuera de casa, el primero».
Como se ve, Escrivá, al apuntar en la agenda, está pensando de manera directa en los fieles del Opus Dei y lo mismo al redactar la octavilla, que es simultánea a la nota de agenda y no es primariamente para C, sino una ficha para su uso personal en la dirección espiritual. Cuando vuelve sobre la ficha para redactar el punto de C, transforma su texto de manera que el lenguaje sea transparente para todos. Vid apcrít.
En realidad el tema es una glosa a la expresión de San Marcos 9, 34: «si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos». En el texto de C el Autor aplica el pasaje, a la letra, en el interior de la comunidad cristiana.
La octavilla de este punto no estaba usada por el otro lado. Interesante notar que empezó a escribir la ficha por ese otro lado y comenzó así: «Si tienes vocación» y no siguió, dio la vuelta y comenzó el texto como está ahora: «Si tienes impulsos...». Sobre el tema «caudillo» vid com/16.
366* Vamos a ver, ¿qué injuria se te hace a ti porque aquél o el otro tengan más confianza con determinadas personas, a quienes conocieron antes o por quienes sienten más afinidades de simpatía, de profesión, de carácter?
—Sin embargo, entre los tuyos, evita cuidadosamente aun la apariencia de una amistad particular.
Octavilla de la serie Lh, escrita probablemente en Honduras. El texto parece escrito en diálogo con este otro de la Instrucción de 1935:
«Nunca manifestéis predilecciones. Que jamás haya amistades particulares, como hasta aquí no las hubo. En cuanto sintáis que aparece un afecto que se sale de la común fraternidad, comunicadlo sencilla y confiadamente al Director de la casa»10b.
Josemaría Escrivá tenía un hondo sentido de la amistad y concebía la fraternidad que es propia de la vida cristiana en la perspectiva de la amistad con Cristo y en Cristo: el «vos autem dixi amicos» de San Juan (15, 15) era propuesto una vez y otra a toda aquella juventud que le rodeaba y cuya convivencia y preocupación apostólica era cada vez más intensa. La realidad de la fraternidad cristiana, de la comunión en el seguimiento de Cristo, crea unos vínculos de amistad, también humana, que la experiencia testifica. El contexto del que brota este punto es evidentemente esa naciente «vida de familia cristiana» en torno a San Josemaría, que plantea una cuestión antropológica y de vida que el Autor propone a la consideración de los lectores: la lógica de una afinidad mayor, por mil razones, entre unas personas y otras dentro de un mismo ideal de vida, y a la vez el cuidado de que esto no aparezca como discriminación de los demás. El criterio, como ya apuntábamos, es que la amistad con Cristo (vid p/421-422) funda y purifica todas las legítimas amistades humanas.
367* El manjar más delicado y selecto, si lo come un cerdo (que así se llama, sin perdón) se convierte, a lo más, ¡en carne de cerdo!
Seamos ángeles, para dignificar las ideas, al asimilarlas. —Cuando menos, seamos hombres: para convertir los alimentos, siquiera, en
músculos nobles y bellos, o quizá en cerebro potente... capaz de entender y adorar a Dios.
Pero... ¡no seamos bestias, como tantos y tantos!
Procede del Cuaderno IV, nº 233, 19-VIII-1931:
«Margaritas ad porcos! El manjar más delicado y selecto, si lo come un cerdo (que así se llaman, sin perdón), o sale del inmundo animal convertido en excremento repugnante o se convierte, a lo más, ¡en carne de cerdo! Seamos ángeles, para dignificar las ideas, al asimilarlas. Cuando menos, seamos hombres: para convertir los alimentos, siquiera, en músculos nobles y bellos o quizá en cerebro potente… capaz de entender y adorar a Dios. Pero… ¡no seamos bestias, como tantos y tantos!».
«Que así se llama, sin perdón». Alusión implícita a un conocido pasaje del Quijote: «En esto sucedió acaso que un porquero que andaba recogiendo de unos rastrojos una manada de puercos –que, sin perdón, así se llaman– tocó un cuerno, a cuya señal...».
Sobre el tema «ser ángeles», vid supra p/22 y 122.
368* ¿Te aburres? —Es que tienes los sentidos despiertos y el alma dormida.
De una anotación de 3-XI-1932 inserta en el Cuaderno VI, nº 857. Tenor literal idéntico. El Autor señala, con profundidad antropológica, la raíz del «aburrimiento»: esa distorsión de la relación del alma con el cuerpo que es una de las formas de dominio del cuerpo sobre el alma. El texto hay que ponerlo en diálogo con los p/354 a 358 del anterior cap, relativos a la ociosidad; vid también com/375.
369* La caridad de Jesucristo te llevará a muchas concesiones... nobilísimas. —Y la caridad de Jesucristo te llevará a muchas intransigencias..., nobilísimas también.
Otra octavilla de la serie Lh. La idea se encuentra ya en la predicación de Honduras:
«No: con las formas sociales convenientes, con cortesía, con caridad, hemos de adquirir, por dentro, el temple del acero, con intransigencia y desvergüenza implacables, informadas siempre por la caridad de Cristo».
Pero, desde el punto de vista teológico, se expresa de manera más nítida en el texto de C. Aquí, la caridad de Cristo es la raíz y la fuente tanto de las concesiones como de las intransigencias; en consecuencia a ambas las califica de «nobilísimas». La conclusión es clara: el discernimiento del cristiano, apoyado en la formación doctrinal e informado por la caridad –por la vida de la gracia–, será el que le lleve a una u otra posición en las diversas circunstancias de la vida: social, profesional, política, familiar. Este punto es una especie de hermenéutica anticipada de la doctrina de la «santa intransigencia» que expondrá en el cap siguiente.
370* Si no eres malo, y lo pareces, eres tonto. —Y esa tontería —piedra de escándalo— es peor que la maldad.
Octavilla Bl, sin interrelación documental.
El mismo juego de palabras en p/713: «habré de tenerte por malo y por tonto».
«Scandalum», en su sentido originario, tanto en griego como en latín, es la piedra o el obstáculo que se pone en el camino de alguien para que tropiece y caiga. Del sentido físico se pasa al moral o espiritual. «Piedra de escándalo» es por tanto una expresión reduplicativa que se utiliza en el lenguaje corriente para designar el «suceso o persona que da lugar a que la gente se escandalice o murmure».
371* Cuando bullen, «haciendo cabeza» de manifestaciones exteriores de religiosidad, gentes profesionalmente mal conceptuadas, de seguro que sentís ganas de decirles al oído: ¡Por favor, tengan la bondad de ser menos católicos!
Octavilla Bl, sin interrelación documental. El Prof. González Barredo, rememorando su relación con San Josemaría en los años anteriores a la guerra civil, alude a «algún conocido nuestro, que usaba las actividades religiosas para hacer política y profesionalmente no estaba muy bien considerado. Probablemente –continúa– de esto procede el punto 371 de Camino». Sin embargo, el tenor literal del punto no hace referencia a la instrumentación de la religión para la política. Se refiere simplemente a un «bullir» de actividad religiosa en medio de una ausencia de valores humanos: es una crítica radical de la contradicción existente entre la «capitanía» exterior en las manifestaciones de fe cristiana y el escaso rigor con que se abordan las responsabilidades humanas y, en concreto, profesionales. Este p/371 parece una aplicación concreta del principio asentado en el p/342 (vid). Vid también p/411 y com.
Sobre la expresión «hacer cabeza» vid com/951.
372* Si tienes un puesto oficial, tienes también unos derechos, que nacen del ejercicio de ese cargo, y unos deberes.
—Te apartas de tu camino de apóstol, si, con ocasión —o con excusa— de una obra de celo, dejas incumplidos los deberes del cargo. Porque me perderás el prestigio profesional, que es precisamente tu «anzuelo de pescador de hombres»1.
Texto escrito sobre una octavilla Bl. Insiste el Autor en el tema del prestigio profesional de los cristianos en relación con el testimonio apostólico. El prestigio profesional de que se habla en C «es el resultado, reconocido socialmente, de la tarea profesional de un hombre que se la toma en serio y le dedica lo mejor de su esfuerzo». Un cristiano que quiera santificar su trabajo –cualquiera que sea– tiene que aspirar a eso. Por lo demás, la doctrina ética de este punto es de una gran vigencia.
Escrivá la predicaba y explicaba con frecuencia, como se refleja en este apunte de meditación, que pudo ser el «recordatorio» para el punto de C:
«Falsa humildad. Virtud de la fortaleza. Derechos personales. Derechos del cargo».
«Anzuelo de pescador de hombres». El Autor inserta en la economía de la salvación esa dimensión de la vida profesional –el prestigio, en el sentido arriba dicho– sirviéndose de la pesca milagrosa según San Lucas y aludiendo a la total dedicación de Pedro a la misión: «ex hoc iam homines eris capiens» (Lc 5, 10). El prestigio profesional no es para servir al orgullo del trabajador, sino para servir a Jesucristo. Vid com/978, que es otra reflexión sobre «los pescadores de hombres». Vid en general, p/372, 808, 792 y 799, que presentan el significado de la pesca milagrosa en el horizonte de la vida secular y profesional.
En esta perspectiva aparece bajo nueva luz por qué una hora de estudio (una hora de trabajo) es «una hora de apostolado» y «una hora de oración». Vid com/335.
373* Me gusta tu lema de apóstol: «Trabajar sin descanso».
Octavilla Bl, posiblemente inspirada en esta nota de sus EjEsp de Pamplona, 1937, la última que pasa a C:
«Meditación: oración, penitencia, trabajo sin descanso».
Sobre trabajo y descanso, vid p/357 y 358.
374* ¿Por qué esa precipitación? —No me digas que es actividad: es atolondramiento.
Punto redactado en Burgos. Octavilla Re. La «precipitación»: temática de formación humana, en la que insistía con frecuencia el Autor en su tarea formativa. El tema estuvo presente en la predicación de Honduras:
«¡Cuánta insensatez! Que cada uno se examine sobre este punto con toda diligencia y saque el propósito consiguiente: no tomar nunca una resolución precipitada, no tomar ninguna decisión de alguna importancia sin considerarla ante Dios en la oración y en la Comunión, y sin el consejo de una persona prudente y discreta que pueda, por su autoridad y sus condiciones, orientarnos eficazmente. Que cada uno se examine a sí mismo y, si no descubre este atolondramiento en su proceder, que no dé gracias a Jesucristo, sino que se humille y pida la luz de Dios, y siga buscando con verdadero cuidado».
375* Disipación. —Dejas que se abreven tus sentidos y potencias en cualquier charca. —Así andas tú luego: sin fijeza, esparcida la atención, dormida la voluntad y despierta la concupiscencia.
—Vuelve con seriedad a sujetarte a un plan, que te haga llevar vida de cristiano, o nunca harás nada de provecho.
Otra octavilla Re. Sin interrelación documental. Escrivá va pasando revista a los obstáculos para adquirir una seria formación. De la «precipitación» pasa a la «disipación». El Autor describe en cuatro pinceladas el proceso de la «disipación», afín en buena parte a lo que Pascal llamaba «divertissement» y del que decía, con su habitual agudeza, que es «la única cosa que nos consuela de nuestras miserias y a la vez nuestra miseria más grande». Reaparece en este punto el término «plan», pero en un sentido más abarcante que «plan de vida» (vid p/76, 77, 78 y 307): «un plan –dice–, que te haga llevar vida de cristiano», es decir, una rectificación coherente con la fe de la vida «disipada», que implica una exigente distribución del tiempo y, por supuesto, un «plan de vida» espiritual.
El punto en realidad es prolongación y desarrollo de la antropología cristiana del p/368. Paralelismos: el alma dormida / dormida la voluntad; los sentidos despiertos / despierta la concupiscencia; aburrimiento / disipación.
376* «¡Influye tanto el ambiente!», me has dicho. —Y hube de contestar: sin duda. Por eso es menester que sea tal vuestra formación, que llevéis, con naturalidad, vuestro propio ambiente, para dar «vuestro tono» a la sociedad con la que conviváis.
—Y, entonces, si has cogido ese espíritu, estoy seguro de que me dirás con el pasmo de los primeros discípulos al contemplar las primicias de los milagros que se obraban por sus manos en nombre de Cristo1: «¡Influimos tanto en el ambiente!».
Estamos ante la ficha 15 de la serie Lhz, redactada en Honduras. Otro obstáculo, esta vez externo: el «ambiente». De una meditación predicada allí:
«No prestes oídos al sembrador de la mentira. ¡Dejarse llevar por el ambiente, permitir que el ambiente te sofoque! Los hijos de Dios hemos de llevar con nosotros nuestro propio ambiente. Ese ambiente se ha de imponer, con la gracia de Dios, a pesar de los pesares. Sí, hay que proclamar, sin miedo, la fecundidad de la virtud, de la conducta recta, del apostolado perseverante. ¿Que no ha de producir frutos mi ejemplo, mi modo de obrar y de comportarme? No
es verdad: basta acudir a la experiencia. Contemplaré entonces cómo los que están en contacto conmigo mejoran, gracias a la influencia de la salud que yo despido. Esto es lo que he de poner por obra: estar en medio del mundo para limpiarlo, para vivificarlo».
«El pasmo de los primeros discípulos». Se refiere a Lc 10, 17: «Regresaron los setenta y dos llenos de alegría, diciendo: Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre».
«Vuestro tono». Tal vez sea una buena síntesis lo que el Autor propone en plena guerra a uno de aquellos de la Academia DYA:
«¡Enrique!: vamos a ver cuántas cosas grandes hacemos tú y yo por El. Es menester no perder el tono: para esto, oración y sacrificio y estudio: y naturalidad y sencillez. Pide todo esto para mí. Yo no he de dejar de pedirlo para ti»27b.
377* Y ¿cómo adquiriré «nuestra formación», y cómo conservaré «nuestro espíritu«? —Cumpliéndome las normas concretas que tu Director te entregó y te explicó y te hizo amar: cúmplelas y serás apóstol.
Esta octavilla es la ficha 17 de la serie Lhz, y tiene clara relación, también redaccional, con la ficha anterior. Un apunte de un círculo que dio en 1935 expresa la idea de manera concentrada:
«Medios: el cumplimiento de las Normas».
El Autor, tanto en este apunte como en el texto de C, se está refiriendo a los concretos ejercicios de piedad cristiana que, recibidos de la tradición católica, inculcaba a las personas que acudían a las actividades formativas que él promovía. De una manera o de otra todos los va describiendo y glosando a lo largo del libro: la oración, el ofrecimiento de obras, la celebración eucarística, la presencia de Dios en el trabajo, la consideración de la filiación divina, el orden, el santo rosario, etc. El conjunto del libro va poniendo de manifiesto cómo esas «normas» no son un código, sino una guía segura que señala el camino; y cómo ese «cumplimiento» no es mecánica obediencia a un reglamento, sino expresión concreta y tangible del «amor de Dios que se ha difundido en nuestros corazones» (Rm 5, 5) y nos ha convertido en hijos suyos.
378* No seas pesimista. —¿No sabes que todo cuanto sucede o puede suceder es para bien?1
—Tu optimismo será necesaria consecuencia de tu Fe.
Llegado aquí, el Autor sitúa un texto procedente de la edición de Cuenca. El original se encontraba en el Cuaderno VI, nº 916, 5-II-1933. Pasó al velógrafo y luego al texto impreso, donde Escrivá, al organizar sus fichas, por error lo incluyó dos veces: una en este cap y otra en el siguiente (Ceb/140 y Ceb/163). Vid apcrít. El error fue detectado al estructurar C en Burgos.
En su Cuaderno, a continuación del texto que es la matriz de este punto, San Josemaría escribió algo que parece como el clima existencial en que se forja el futuro punto de C:
«Me veo como soy y he dicho muchas veces que no tengo formación —es la verdad— para formar a los otros»29b.
Y sigue anotando cómo un santo sacerdote, al que comunicó esta convicción de su alma, «me aconsejó, hace pocos días, que esto solamente se lo diga a mi Director. Así lo haré, en lo sucesivo. Por otra parte, si Dios me da la carga, Dios me dará la fuerza»29c.
Se veía sin cualidades («Me veo como soy»; vid p/473: «un cero») para la empresa a que Dios le llamaba, y venía la tentación del pesimismo, superada desde la fe («si Dios me da la carga, Dios me dará la fuerza»), que le devolvía al optimismo cristiano: omnia in bonum29d.
Pero es la doctrina bíblica del p/472, que había escrito un mes antes que este p/378, la que está detrás de ese planteamiento de fe: «si buscas el reino de Dios y su justicia, Él te dará lo demás —lo material, los medios— por añadidura» (cfr Mt 6, 33). Por eso, verse «un cero» no le hace retroceder, sino que le impulsa a la oración. Sentirá crecer dentro de sí, junto a la carga, la fuerza; la fuerza de la fe, que está en la base del optimismo al que exhorta a los lectores:
«Señor: tiene gracia: es para ti, y te lo hemos de pedir... ¿te harás el sordo? ¿Va a ser la oración impotente, siendo omnipotente?... Siento en mí una fe gigante (así se lo he dicho hoy al P. Sánchez): tú me das la fe, tú me darás los hechos»29e.
La carga, la fuerza; la fe, los hechos; el Reino, la añadidura… Vid p/40 y más adelante los p/473 y 476, que junto a este p/378 contienen la «teología del optimismo cristiano» que propone el Autor. Está basada en la meditación del texto de Rm 8, 28 –«diligentibus Deum omnia cooperantur in bonum»–, que configura a este punto de C y del que procede una de las grandes fórmulas de San Josemaría, una de sus jaculatorias preferidas: omnia in bonum. Vid p/268.
Al pasar al texto impreso, buscó una más estricta fidelidad a la palabra paulina, como manifiesta el apcrít. Vid com/311 nt 34.
379* Naturalidad. —Que vuestra vida de caballeros cristianos, de mujeres cristianas —vuestra sal y vuestra luz1— fluya espontáneamente, sin rarezas, ni ñoñerías: llevad siempre con vosotros nuestro espíritu de sencillez.
Tras los obstáculos a la formación, ahora algunas de sus características. Primera, una de la máxima importancia: «naturalidad». La octavilla pertenece a la serie Lh, y podría por tanto estar ya redactada en Honduras, donde predicó abundantemente esta doctrina. He aquí un par de textos:
«La Epístola y el Evangelio de la Misa de hoy nos traían una lección que hemos de aplicar cuidadosamente en todas las circunstancias de nuestra vida diaria: la recomendación de la sencillez, de la naturalidad. Todo lo que sea singularizarnos, chocar con el medio ambiente por hacer las cosas de un modo distinto al usual, hay que evitarlo siempre. En la vida pública y en la vida profesional, lo mismo que en los detalles de la vida ordinaria, hemos de proceder con absoluta naturalidad. Llamar la atención, adoptar actitudes raras es contrario a nuestro espíritu».
«Jesús obra con naturalidad. Que nuestros arranques de hombres piadosos se produzcan con tal oportunidad y sencillez que –sin chocar de ningún modo– consigan remover a las almas».
«Vuestra sal y vuestra luz». Todo el punto está construido, como se ve, sobre esta concentración de la palabra de Jesús: «Vosotros sois la sal de la tierra […] Vosotros sois la luz del mundo» (Mt 5, 13s). La «naturalidad» sería el «método secular» –si es que es lícita aquí esta expresión– de afluencia al mundo de la sal y de la luz de Cristo: afluyen ab intra, desde dentro.
«Caballeros cristianos». La expresión vuelve a aparecer en los p/390, 683 y 925. No es característica de C. Aunque el Auyot tenía sobrados motivos para tenerla en gran estima, la advierte ya en su época un tanto formalizada31b.
380* «Y ¿en un ambiente paganizado o pagano, al chocar este ambiente con mi vida, no parecerá postiza mi naturalidad?», me preguntas.
—Y te contesto: Chocará, sin duda, la vida tuya con la de ellos, y ese contraste, por confirmar con tus obras tu fe, es precisamente la naturalidad que yo te pido.
Octavilla también perteneciente a la serie Lh, redactada muy probablemente a la vez que la anterior y en estilo dialéctico con ella, cosa frecuente en parejas de puntos de C. Un texto de Honduras:
«Repetimos, ahora, en estas circunstancias, nuestra recomendación de siempre: singularizarse, no; sencillez, naturalidad en todo momento, que no significa comodidad ni ser mundanos».
381* No te importe si dicen que tienes espíritu de cuerpo. ¿Qué quieren? ¿Un instrumento delicuescente, que se haga pedazos a la hora de empuñarlo?
En las ediciones anteriores, desde la primera, se leía (vid apcrít) bajo este número el siguiente texto:
«No olvidemos que la unidad es síntoma de vida: desunirse es putrefacción, señal cierta de ser un cadáver».
Procedía del Cuaderno V, nº 460, fechado en 8-XII-1931 y de allí pasó a Cem y, repetido, a Cec y a C (p/381 y p/940). La repetición, que como vemos estaba ya en
el impreso de Cuenca, no fue advertida tampoco en Burgos, cuando el Autor preparaba la edición definitiva. Vid com/940.
Mons. Cormac Burke –Prelado de la Rota Romana, autor de la primera traducción de C al inglés, actualmente residente en Nairobi–, con ocasión de los trabajos de la traducción, fue el primero que hizo notar la repetición. Era en Dublín, año 1949. Lo comunicaron a la editora española de C. En España tenían una edición a punto de imprimir. Florentino Pérez Embid, que era el Presidente de Ediciones Rialp, viajó a Roma en enero de 1950 y se lo comentó al Autor. Solía contar el Prof. Pérez Embid que San Josemaría, al oírlo, le dijo con toda naturalidad: «Bueno, pues escribe tú mismo algo que lo sustituya». La broma no impidió el embarazo de Pérez Embid –a pesar de que su buen humor era proverbial y tenía una excelente pluma–, que resolvió el propio Autor pidiendo que le trajeran sus textos recientes publicados en la «Hoja Informativa» para elegir uno adecuado. El texto que seleccionó fue el de la Hoja de dos meses antes:
«Amad a la ‘Madre guapa’, aunque, a pesar de vuestra discreción, haya quien diga que tenéis espíritu de cuerpo.
¿Qué quieren, un instrumento delicuescente, que se haga pedazos a la hora de empuñarlo?».
La ‘Madre guapa’. Expresión familiar de Josemaría Escrivá para referirse a la Obra que el Señor le había encomendado. El Autor hizo una sencilla readaptación del texto para incluirlo ya en la siguiente edición de C, que, como dije, fue la de 1950.
El tema del nuevo texto, escrito diez años después de los demás, se inscribe lógicamente en una experiencia más prolongada del Autor. El colofón de esa sexta edición tiene fecha de 24-II-1950, unos meses antes de la aprobación definitiva del Opus Dei —que ya estaba extendido por muchos países de Europa y América— por la Santa Sede (16 de junio de ese año). A mi entender este nuevo punto guarda relación con la temática del punto repetido, que ahora queda dentro del cap «El Apóstol», y se mueve teológicamente en el espacio espiritual del cap «Comunión de los Santos». La unidad y comunión de los que trabajan en una misma empresa apostólica –en la experiencia histórica concreta que está en el origen de este punto se trata del amor que sus fieles tienen al Opus Dei–, siendo tan esencial, puede no ser comprendida e, incluso, censurada y calificada de «espíritu de cuerpo». Ahí incide el nuevo texto del Autor.
«Espíritu de cuerpo». La expresión es de origen francés: «esprit de corps», y alude, en la vida civil, al sentimiento común a los individuos de una corporación o grupo social, en fuerza del cual todos se interesan en su prosperidad y buen nombre y lo defienden frente a los extraños. El Autor estima –parece implícito en el tenor del punto– que la expresión, aplicada a una empresa apostólica, es inadecuada, pero le dice al lector que no hay que darle importancia: es un «diagnóstico» meramente humano, que no va a la raíz de las realidades sobrenaturales; no va, en este caso, a la fraternidad bien sentida de que habla en el p/545:
«Vivid una particular Comunión de los Santos: y cada uno sentirá, a la hora de la lucha interior, lo mismo que a la hora del trabajo profesional, la alegría y la fuerza de no estar solo».
Este ámbito de comunión, que es «síntoma de vida», es netamente distinto de un «cuerpo» cuyo espíritu es defender intereses comunes y organizar apoyos mutuos.
382* Al regalarte aquella Historia de Jesús, puse como dedicatoria: «Que busques a Cristo: Que encuentres a Cristo: Que ames a Cristo».
—Son tres etapas clarísimas. ¿Has intentado, por lo menos, vivir la primera?
Texto escrito sobre una octavilla con dorso en blanco, que podría situarse en la serie Lh. Es una hermosa historia ésta que apenas asoma en el brevísimo relato del Autor. La
cuenta Ricardo Fernández Vallespín, de quien ya se ha hablado con ocasión de anotar otros puntos de C. El futuro Director de DYA había ido a visitar por primera vez a Josemaría Escrivá, que vivía entonces en la calle Martínez Campos, 4. Era el 29-V-1933:
«El Padre me habló de las cosas del alma, no de los problemas políticos42b; me aconsejó, me animó a ser mejor; pienso que también recibió mi confesión en el sacramento de la Penitencia. Recuerdo perfectamente, con una memoria visual, que antes de despedirme, el Padre se levantó, fue a una librería, cogió un libro que estaba usado por él y en la primera página puso, a modo de dedicatoria, estas tres frases:
+ Madrid – 29-V-33.
Que busques a Cristo
Que encuentres a Cristo
Que ames a Cristo.
El libro era ‘La Historia de la Pasión’ del Padre Luis de la Palma».
El Autor de C escribió esta «gaitica» en la Legación de Honduras, probablemente cuando Vallespín ya había logrado pasarse a la otra zona. Recuerda en ella el comienzo de la historia que llevó al joven arquitecto (vid com/145) a la entrega total a Jesucristo. Pero no es sólo relato, sino propuesta al lector, invitación a recorrer esas «tres etapas clarísimas».
El Autor, personalmente, las recorría, desde años atrás, en clave mariana. En el Cuaderno III, en diálogo con la Santísima Virgen, dejó escrito el día de la Inmaculada Concepción, año 1930:
«No me dejes, ¡Madre!: haz que busque a tu Hijo: haz que encuentre a tu Hijo: haz que ame a tu Hijo... ¡con todo mi ser! Acuérdate, Señora, acuérdate».
En 1967, en una homilía titulada «Hacia la santidad», San Josemaría se expresaba sobre el tema hablando de cuatro escalones:
«En este esfuerzo por identificarse con Cristo, he distinguido como cuatro escalones: buscarle, encontrarle, tratarle, amarle. Quizá comprendéis que estáis como en la primera etapa. Buscadlo con hambre, buscadlo en vosotros mismos con todas vuestras fuerzas. Si obráis con este empeño, me atrevo a garantizar que ya lo habéis encontrado, y que habéis comenzado a tratarlo y a amarlo, y a tener vuestra conversación en los cielos (Cfr Phil III, 20)».
El Autor, a treinta años de la redacción del punto de C, hace una concentración de la relación con Cristo en la primera etapa: buscarle con sinceridad es ya, de alguna manera, encuentro, trato y amor. Por otra parte, las tres etapas de que habla el punto de C o los cuatro escalones de Amigos de Dios, como en general las etapas de la vida interior que señalan los autores de teología espiritual, no son propiamente etapas cronológicas sino dimensiones del progresivo encuentro del alma con el Señor.
Pero siempre estamos dentro de la gran tradición de la piedad y de la vida cristiana. El Autor había meditado muchas veces, como todos los buenos sacerdotes de su época, la oración de San Buenaventura incluida en el Misal Romano y en el Breviario para la acción de gracias después de la Misa. En ella había recorrido las etapas que el Santo formula con estas palabras:
«Te semper ambiat, te quaerat, te inveniat, ad te tendat, ad te perveniat, te meditetur, te loquatur, et omnia operetur in laudem et gloriam nominis tui».
383* Si te ven flaquear... y eres jefe, no es extraño que se quebrante la obediencia.
Octavilla Bl, trazo finísimo, el tipo de pluma con el que escribía desde Vitoria durante los EjEsp que predicó en agosto de 1938. De allí es este apunte:
«¡El [Cristo], a la cabeza!... Guerra europea: rey de Bélgica. Ahora: ¡qué alegría los soldados, si los jefes van en vanguardia! –El general –¡santo varón!– que daba decretos, para su ejército... y se le olvidaba cumplirlos».
San Josemaría se refiere al Rey de los Belgas, Alberto I (nacido en 1875; 1909-1934), que, efectivamente, cuando Bélgica fue invadida tomó el mando inmediato de sus tropas y estaba en los lugares de mayor peligro.
384* Confusionismo. —Supe que vacilaba la rectitud de tu criterio. Y, para que me entendieras, te escribí: el diablo tiene la cara muy fea, y, como sabe tanto, no se expone a que le veamos los cuernos. No va de frente.
—Por eso, ¡cuántas veces viene con disfraz de nobleza y hasta de espiritualidad!
Octavilla Bl. Punto interesante no sólo por su doctrina sino por su origen redaccional. Pudo estar ya redactado en la primera mitad del 38. La ocasión para este punto bien pudo ser una carta de un residente de Ferraz, que le cuenta sus dificultades y cómo se da cuenta de dónde viene el peligro. El párrafo que nos interesa dice así:
«Más que nunca he estado rodeado de enemigos que, sin yo quererlo, en mi interior han ido enfriándome. ¡Verdaderas luchas que a mí me han parecido de titán! Y es que el enemigo no se atrevió a atacar de frente mostrándose como es. Sino que por el contrario se ha valido de elementos y personas de lo mejor que puede existir como buenas y, casi me atrevo a decir... santas. No sé si mi caso les habrá ocurrido a otros de mis hermanos. Pediré mucho para que así no sea...».
El Autor, que ha explicado eso de manera rotunda tantas veces, escribe el punto de C invirtiendo los términos: es él el que escribe la carta y deja en la sombra, por caridad, a la persona que vacila.
385* Dice el Señor: «Un mandato nuevo os doy: que os améis los unos a los otros. En esto conocerán que sois mis discípulos»1.
—Y San Pablo: «Llevad unos la carga de los otros, y así cumpliréis la ley de Cristo»2.
—Yo no te digo nada.
Octavilla Bl, trazo grueso. Pura predicación del Evangelio. Pablo es el exégeta de Jesús. El Autor enmudece y hace resonar la palabra divina ante los lectores. Los dos
textos ocupan un lugar verdaderamente central en la comprensión que tiene de la vida cristiana que discurre por las actividades profesionales y sociales. Hay un guión de meditación que tiene un apunte casi idéntico:
«Mandatum novum do vobis: ut diligatis invicem sicut dilexi vos (Joann. XIII, 34), ut et vos diligatis invicem. In hoc cognoscent omnes quia discipuli mei estis, si dilectionem habueritis ad invicem» (Joann. XIII, 34 y 35) [...] Alter alterius onera portate (Gal. VI, 2)».
En 1933 había anotado en su Cuaderno:
«Alter alterius onera portate et sic adimplebitur... (Ayer interrumpí la escritura. Sigo, hoy, 20 de febrero)... legem Christi. Estas palabras de S. Pablo también deberán campear en los oratorios de la Obra de Dios».
Lo que hizo –comenta Álvaro del Portillo– «fue predicar con mucha perseverancia, y con mucha fuerza, este texto de S. Pablo».
En 1934, al poner la Residencia universitaria de Ferraz, San Josemaría hizo que «campeara» esta doctrina en la sala de estudio de la Residencia: un cuadro con un pergamino y la inscripción: «Mandatum novum do vobis: ut diligatis invicem, sicut dilexi vos, ut et vos diligatis invicem. In hoc cognoscent omnes quia discipuli mei estis, si dilectionem habueritis ad invicem (Joann. XIII, 34-36)».
En esa palabra de Jesús veía la síntesis del espíritu que quería inculcar a los estudiantes: amor, fraternidad, servir a los demás, llevar la carga de los otros. El «mandatum novum», en su doble forma joánica y paulina, era algo que tenía en el alma.
La predicación de esta doctrina por parte de San Josemaría refleja a veces, con fuertes expresiones, la vida española de la época, como en este texto, casi simultáneo en el tiempo al pergamino:
«¡Aún es nuevo este precepto dominical! No quiero detenerme en detalles. Bien sabéis que no exagero. Se ha hecho corriente oír –y ver cómo desgraciadamente se practica, aun por gentes de una piedad llamativa– se ha hecho corriente oír esta pregunta: ¿Quién es tu enemigo? Y esta contestación: el de tu oficio. No hace mucho, con frase brutal, pero sincera, me decía un joven, activo militante de XX, a propósito de la falta de caridad entre sus compañeros de estudio: Mire, Padre: muchas cruces en la solapa, pero, si pueden, te patean los hígados. Y esto, ¡cuántas veces lo habéis experimentado y lo habéis lamentado, al comenzar el ejercicio de vuestras respectivas profesiones!
Pues, bien: inculcad en nuestros chicos de San Rafael la necesidad de vivir el mandato de la caridad, con todas sus consecuencias: ayuda mutua en lo espiritual, en el terreno científico, en lo económico, y en la vida de relación social. De tal manera, que se hagan realidad las palabras del Apóstol, que en el lugar patente de nuestro oratorio se leen: alter alterius onera portate, et sic adimplebitis legem Christi; llevad unos las cargas de los otros, y así cumpliréis la ley de Cristo (Galat. VI, 2)».
Recién llegado a Burgos, escribió una Carta circular a todos los miembros de la Obra dispersos, recordándoles unas cuantas actitudes fundamentales. Allí se lee:
«“Con respecto a mis hermanos”: poner en práctica la doctrina, tantas veces inculcada: alter alterius onera portate, et sic adimplebitis legem Christi».
386* No olvides, hijo, que para ti en la tierra sólo hay un mal, que habrás de temer, y evitar con la gracia divina: el pecado.
Es éste uno de los numerosos textos que pasó a su Cuaderno (el VII, nº 1100) el 5-I-1934. Tenor literal idéntico, con esta diferencia: «gracia de Dios» en vez de «gracia divina».
Como se ve, el Autor reserva para el cierre del cap «Formación», en el que ha tratado aspectos tan diversos de la fisonomía del hombre cristiano inmerso en la vida secular, el mismo punto con que se cerraba en la edición de Cuenca, que contiene una radical afirmación del mensaje evangélico: el mal es el pecado. Es afirmación constante en los Santos. Concretamente, San Alfonso María de Ligorio lo decía casi con las mismas palabras: «Un solo mal hemos de temer: el pecado». El Autor recibe la tradición y la transmite, subrayando –en el momento mismo de formular esa tradición– el ámbito de la libertad y de la gracia, que es llamada a la responsabilidad personal: no sólo temer el pecado, sino luchar para evitarlo (libertad), confiando en la ayuda de Dios (gracia). Sobre gracia-libertad, vid también com/324.
Cap 16 16 [Msb: 112]. Formación, p/360-386 [5 de Cec + 22 de Msb] C || 11. Formación y estudio, cd/135.138-140.144 Cec
360 Msb ||| buena] praec guapa Msb del || cfr Tb 5-8
EjEsp, Plática «Santa Pureza», Vergara IX-1938; guión nº 112.
Instrucción, 9-I-1935, nº 123-124.
Audi, filia, cap 69; BAC 302, 1970, pg 731, lín 7103s.
361 Msb ||| de ese rigor Msb add || de la familia] seq lo más odioso que he encontrado Msb del
El título que puso a ese texto manuscrito ya es revelador de su estilo: «Poema de la ñoñería o estudio clínico del pringosismo», autógrafo, sin fecha, pero posterior a mayo de 1938; el texto citado a continuación está en pgs 5v-6. Se conserva en AGP, sec A, leg 4, carp 4. Jiménez Vargas fustiga la blandenguería.
Relato del 77, pgs 12-13. Dice allí que eso lo escribía en una carta de enero de 1938, que no se encuentra en el AGP. Lo que es indudable es que Jiménez Vargas tiene esa experiencia a la que se refiere asociada a la ofensiva republicana de enero del 38, recién incorporado él al frente de Teruel. En todo caso, lo redactaba en el citado «poema», escrito después de mayo de ese año.
362 Msb ||| sobra C27 C40ss] sobran, Msb Txm | sobran C rel
Al construirse el Santuario de Nuestra Señora de Torreciudad (Barbastro, España), San Josemaría indicó que en las fuentes de la gran explanada y los alrededores se pusiera este letrero: «Agua natural potable».
San Juan Crisóstomo, Sobre la compunción, Discurso I, 8; BAC 169, 1958, pg 570.
Ibidem I, 9; pg 573.
363 Msb ||| miserables—] miserables—, Msb Txm
364 Apínt Cem32/16 Cec/34.7-Ceb/135
Futuros puntos de C transcritos ese día: 364, 75, 57.
365 Pp Msb ||| Si sientes impulsos] Si tienes vocación Msb dorso del || Si sientes ... será] La aspiración de los nuestros debe ser Pp || con tus hermanos Msb add] dentro de casa Pp Msb del | dentro de Casa Msb add del || con los demás Msb add] fuera de casa Pp Msb del | fuera de Casa Msb add del
Cuadernillo-agenda 1º de Burgos, hoja 2v. En la misma hoja se encuentra esta dirección: «Rdo. P. don Celestino Gusi. Balneario de Belascoain (Navarra)». En su Cuaderno de Apínt, el 3 de enero escribió: «Por la tarde, después de comer, el Sr. Obispo me invitó a ir a Belascoain. En el balneario viven, con el P. Abad, varios benedictinos de Montserrat. Muy agradable aquel ambiente monacal. Vino también el Sr. Obispo de Gerona. Al volver, me dijo don Marcelino que no quiere que me vaya sin ir a Javier. Se lo agradecí» (Apínt, nº 1464).
366 Msb ||| aquél C] aquel Msb Txm C1 et aliae
10b Instrucción, 1-I-1935, nº 38. Es la Instrucción para la Obra de San Rafael, citada en com/360, en la que San Josemaría se dirige a los «formadores», es decir, a los que tenían que cuidar de manera muy especial la formación de la gente más joven en la Academia DYA y en las futuras Residencias de estudiantes. Vid IntrodGen, § 4.
La tradición en el Opus Dei de este texto evangélico termina llegando a los Estatutos de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei: «Omnes nos amici sumus –’vos autem dixi amicos’ (Ioann. XV, 15)–, immo eiusdem Patris filii ac proinde in Christo et Christi una simul fratres: peculiare igitur Praelaturae fidelium apostolatus medium est amicitia et assidua cum collaboratoribus consuetudo» (Estatutos, 117; texto en Apd a P. Rodríguez – F. Ocáriz – J. L. Illanes, El Opus Dei en la Iglesia, 2000, pg 331).
«Amistad particular», en la terminología de ciertas tradiciones ascéticas; vid Edmond Vansteenberghe, «Amitiés particulières», en DSp, I (1936), col. 521-525.
367 Apínt Cem32/21 Cec/35.3-Ceb/138 ||| bellos,] bellos Cem
Futuros puntos de C transcritos ese día: 367, 332, 946, 398.
Cuaderno IV, nº 233; glosa en Vázquez de Prada, I, pg 572.
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, Parte I, cap 2; pg 49.
368 Apínt Cem32/73 Cec/35.4-Ceb/139
Futuros puntos de C transcritos ese día: 368, 283, 218, 782, 902.
369 Msb
PredicHond, «Zaqueo», 12-IV-1937, pg 49; VI. En estos párrafos de la meditación de Honduras San Josemaría estaba explicando los conceptos de «santa desvergüenza» y «santa intransigencia». Vid cap «El plano de tu santidad».
370 Msb
Moliner, II, pg 672; voz «piedra».
371 Msb ||| de seguro que Msb add] praec ¿no sentís Msb del
José María González Barredo, Testimonio, Nueva York 25-V-1976; AGP, sec A, leg 100-26, carp 1, exp 13.
«La punzante ironía del ruego que pone fin a estas palabras vale más que toda una larga y abstracta peroración sobre la necesidad, para el cristiano, de esforzarse por adquirir y practicar las virtudes humanas» (Antonio Millán Puelles, «El humanismo cristiano de ‘Camino’», en Estudios sobre ‘Camino’, 1988, pg 244).
372 Msb ||| los deberes Msb add] tus deberes Msb del || Porque me perderás Msb add] Perderás Msb del |||| 1 cfr Mt 4, 19; Mc 1, 17; Lc 5, 10
P. Rodríguez, Vocación, trabajo, contemplación, 1986, pg 97.
EjEsp, Plática «Espíritu de humildad», Vitoria VIII-1938; guión nº 118.
373 Apínt Msb
Cuaderno VIII dpdo, nº 1446, 23-XII-1937; cursiva del original.
374 Msb ||| ¿Por qué esa precipitación?] No me gusta tu precipitación Msb || actividad: es] actividad. Es Msb
PredicHond, «Atolondramiento», 11-V-1937, pg 54; VII.
375 Msb ||| potencias] potencias, Msb Txm
«La seule chose qui nous console de nos misères est le divertissement, et cependant c’est la plus grande de nos misères» (Blaise Pascal, Pensées, 171; Léon Brunschvicg (ed.), Librairie Générale Française, Paris 1972, pg 82).
376 Msb ||| que llevéis] seq vosotros Msb del || vuestro tono Txm add autogr] nuestro tono Msb Txm del || ese espíritu Txm add autogr] nuestro espíritu Msb Txm del |||| 1 Cfr Lc 10, 17
Sobre el ambiente en la Legación de Honduras vid com/44.
PredicHond, «El trigo y la cizaña», 20-VII-1937, pgs 217-218; XXXV.
27b Carta de Josemaría Escrivá a Enrique Alonso-Martínez, Vitoria 13-II-1939; EF 390213-1.
377 Msb ||| Y ¿cómo] Padre, ¿cómo Msb del || Cumpliéndome] praec Hijo, Msb del || normas] normas Msb || que tu Director ... amar] que te entregué y te expliqué y te hice amar Msb del || cúmplelas] cúmplelas, Msb Txm
Guión de un círculo a los estudiantes de Ferraz, 16-IV-1935; AGP, sec A, leg 50-13, carp 4, exp 1.
378 Apínt Cem33/256 Cec/36.1-Ceb/140 y Cec/40.4-Ceb/163 ||| puede Cem Cec/36.1-Ceb/140 C] pueda Apínt Cec/40.4-Ceb/163 || es para bien] es bueno Apínt Cem |||| 1 Rm 8, 28
Futuros puntos de C transcritos ese día: 378, 893, 285.
29b Cuaderno VI, nº 916, 5-II-1933.
29c Ibidem.
29d Esta otra «fórmula» del optimismo basado en la fe («si Dios me da la carga, Dios me dará la fuerza») parece una concentración aforística de la doctrina de San Pedro: «el Dios de toda gracia, que os ha llamado en Cristo a su eterna gloria, os hará idóneos y os consolidará, os dará fortaleza y estabilidad» (1 P 5, 10).
29e Cuaderno VII, nº 1129, 3-II-1934. Vid. p/577.
379 Msb |||| 1 cfr Mt 5, 13-14
PredicHond, «Sencillez y naturalidad», 23-VI-1937, pgs 125-126; XXI. No consta qué textos bíblicos leyó en la Misa de ese día.
PredicHond, «Las bodas de Caná», 11-VII-1937, pg 200; XXXII.
31b Sobre el tema vid los com a los citados puntos y, publicado ya después de la 1ª ed de esta edición crítica, José Morales, «El 'caballero cristiano' de 'Camino'», en J. L. Illanes, J. R. Villar y otros (dir), El cristiano en el mundo, Actas del XXIII Simposio Internacional de Teología de la Universidad de Navarra, Eunsa («Simposios Internacionales de Teología», 23), Pamplona 2003, pgs 319-330.
380 Msb ||| Y ¿en] Y, ¿en Msb Txm || Chocará,] Chocará C40ss
PredicHond, «Sencillez y naturalidad», 23-VI-1937, pg 126; XXI.
381 C6ss ||| [Txm C1-C5 incluían bajo este número el contenido de Cem/227 y Cec/36.3 (= Cec/97.2 = C p/940), sin modificación alguna (vid nt a p/940). El Autor, al advertir la repetición en C5, lo sustituyó en C6 por el texto que aparece desde entonces]
Los dos puntos de Cec son idénticos. No así los de C, pues el Autor en el 940 pasó al estilo dialógico y cambió «No olvidemos» por «No olvides».
Carta de Cormac Burke a Pedro Rodríguez, Nairobi 13-III-2000: «Incluso antes de incorporarme a la Obra, en Dublín (a principios de 1948) me puse a traducir ‘Camino’ al inglés. Lo había leído en castellano –que ya cursaba en la Universidad– y me había causado una profunda impresión. Estuve trabajando en la traducción a lo largo de todo aquel curso, hasta octubre de 1949. En esa operación es cuando saltó el número repetido. De esto me di cuenta al llegar al p/940, que es como sabes, el que reproducía el texto por segunda vez: al leerlo para traducirlo tuve la impresión de que ya lo había traducido y buscando encontré enseguida el nº 381, que es donde el texto figura por primera vez. La cosa no ofrecía duda». La traducción fue publicada en Cork en 1953, ya con el nuevo punto.
Estuvo en Roma del 11 al 19 de enero de 1950. Diario di Villa Tevere, 19-I-1950 (AGP, sec N, 3, leg 0436-16).
La «Hoja Informativa» era una modesta publicación mensual a multicopista (1949-1953), que se enviaba desde la sede del Consejo General del Opus Dei a todos los Centros de la Obra con noticias y comentarios de la labor apostólica en el mundo. Comenzaba la «Hoja» con una sección titulada «Del Padre» que consistía en una frase breve y sustanciosa del Fundador –una «gaitica»– que se ofrecía a la consideración de todos. Se conservan ejemplares en AGP, sec A, leg 5, carp 7, exp 1.
«Hoja Informativa», nº 9, noviembre de 1949, pg 1; AGP, sec A, leg 5, carp 7, exp 1.
Tomo esta información de conversaciones y cartas del Rvdo. Dr. Peter Haverty (Manchester) y del Coronel médico peruano Dr. Hugo Calienes (Chiclayo), que escucharon el relato de estas cosas al Prof. Pérez Embid. Vid carta de Hugo Calienes a Pedro Rodríguez, Chiclayo 4-III-2000; carta de Peter Haverty a Pedro Rodríguez, Manchester 5-III-2000.
No deja de ser interesante que las ediciones en lengua inglesa traduzcan la expresión española por la francesa, en cursiva: esprit de corps.
Vid Enciclopedia Espasa, ed 1924, vol 22, voz «Espíritu», pg 266. En este sentido ha sido habitual en España hablar del «espíritu de cuerpo» que tienen, por ej, los artilleros en la vida militar, los ingenieros de caminos entre las profesiones técnicas o el notariado en las actividades jurídicas.
382 Msb
Vid p/94, 145, 311, 314.
Habían sido presentados unos días antes en casa de un amigo común. Ese día (14 de mayo) Vallespín apuntó en su agenda: «Hoy he conocido a un sacerdote, joven y entusiasta, que no sé por qué pienso que va a tener una influencia grande en mi vida».
42b Poco antes, en su testimonio, Vallespín alude a la preocupación suya y de tantos otros por la situación política de España.
Testimonio escrito de Ricardo Fernández Vallespín, Madrid 7-VII-1975, pgs 3-4; AGP, sec A, leg 100-20, carp 2, exp 6. El P. La Palma es un clásico de espiritualidad del siglo XVII y Escrivá era un lector asiduo de este libro, que recomendaba vivamente en los medios de formación que impartía. Había numerosas ediciones. Regaló a Vallespín la que él usaba, que es ésta: Historia de la Sagrada Pasión sacada de los cuatro Evangelios por el P. Luis de la Palma, Provincial de la Compañía de Jesús en la Provincia de Toledo y natural de la misma ciudad. IHS. Madrid, Apostolado de la Prensa, San Bernardo 7, 1929, 592 páginas. — Fernández Vallespín, que perdió el libro durante la guerra, lo encontró al cabo de los años en la biblioteca familiar y hoy puede verse en una vitrina de la «Galleria di sotto», junto a la Iglesia Prelaticia de Santa María de la Paz, en la Sede de la Prelatura en Roma.
A principios de junio de 1937. Vid Diario de Isidoro, 4-VI-1937. Debió ser unos días antes.
Apínt, nº 122. En Forja, 157 se reproduce a la letra este texto.
Amigos de Dios, 300.
Entre las «Orationes pro opportunitate sacerdotis dicendae» (por ej, Breviarium Romanum, Ratisbonae 1927, Pars aestiva, pg 15).
383 Msb
EjEsp, Meditación «Rey temporal», Vitoria 20-VIII-1938; guión nº 105.
Vid Enciclopedia Espasa, art «Alberto I», Apd, I, pg 287.
384 Msb
Carta a Josemaría Escrivá, Guasa 17-II-1938; AGP, sec N-2, leg 148, carp A, exp 4.
385 Msb |||| 1 Jn 13, 34-35 | 2 Ga 6, 2
EjEsp, Plática «Espíritu de caridad», Vitoria 21-VIII-1938; guión nº 88.
Cuaderno VI, nº 937, 19-II-1933. «adimplebitur»: así en el Cuaderno por «adimplebitis»; se ve que con el cambio brusco no detectó el lapsus latino. Por supuesto, cuando escribía estas palabras no había ni centros ni oratorios de la Obra.
Nota al número citado del Cuaderno VI.
«Siento la necesidad de recordar constantemente esas palabras del Señor. San Pablo añade: llevad los unos las cargas de los otros, y así cumpliréis la ley de Cristo. Ratos perdidos, quizá con la falsa excusa de que te sobra tiempo... ¡Si hay tantos hermanos, amigos tuyos, sobrecargados de trabajo! Con delicadeza, con cortesía, con la sonrisa en los labios, ayúdales de tal manera que resulte casi imposible que lo noten; y que ni se puedan mostrar agradecidos, porque la discreta finura de tu caridad ha hecho que pasara inadvertida» (Homilía «El tesoro del tiempo», predicada en 1956, en Amigos de Dios, 44). Vid Forja, 557.
La Residencia de Ferraz fue destruida durante la guerra civil. Tenía que comenzar de cero. Entre los escombros, después de la guerra, apareció el pergamino. Lo cuenta Jiménez Vargas, que fue testigo presencial, recién llegado a Madrid: «Al día siguiente -21 de abril- el Padre me llevó con Santiago [Escrivá] a Ferraz, sin demasiado interés, porque estaban seguros de que ya habían encontrado todo lo poco que quedaba. Pero hubo sorpresa: en el suelo, cubierto por los escombros, estaba el cuadro del «Mandatum Novum» bastante bien conservado» (Juan Jiménez Vargas, Relatos testimoniales, VI, pgs 14-15). El Autor de C siempre entendió el hallazgo como una manera de señalarle el Señor dónde está lo permanente cuando todo se derrumba: en el mandamiento del Amor. Vid Forja, 454 y 889.
Instrucción, 1-I-1935, nn 108-109. El texto de San Pablo estaba grabado en el oratorio. El «mandatum novum», en pergamino enmarcado, estaba en la sala de estudio de la Residencia. Ambos textos indicaban el horizonte del nuevo estilo de vida profesional y civil que el Autor proponía desde el Evangelio y la Eucaristía a aquellos estudiantes.
Carta circular de Josemaría Escrivá a los fieles del Opus Dei, Burgos 9-I-1938; EF 380901-1.
386 Apínt Cec/36.5-Ceb/144
Son: 110, 718, 435, 983a, 386, 325, 65, 178, 174, 802, 173.
En su obra El gran medio de la oración (edición castellana de Brepols, Turnhout, Bélgica, 1927) se contienen (pgs 122-125) 47 «máximas espirituales que han de ser familiares a todos los cristianos». El texto que hemos citado corresponde a la nº 9 (pg 123).