Amor de Dios
Como en otras ocasiones, la Introd al presente cap y al siguiente debe ser hecha de manera conjunta. En Cec formaban un único cap, titulado «Caridad», uno de los más extensos del libro: tenía 38 consideraciones. La decisión de dividirlo surge en la última revisión del fondo textual acumulado. Nada, pues, que sea diverso de supuestos que hemos encontrado hasta ahora. Lo nuevo en este caso es la relación de todo este movimiento con la situación del texto en Cem32, es decir, con el primer esbozo de C. Porque estos dos caps que surgen en la Navidad de 1938 no sólo están ya perfectamente identificados en el fascículo, sino que ocupan allí lugares muy distantes en la secuencia textual. El bloque «caridad» (cd/96-102) tiene una posición paralela a la que ocupará en Cec y en C, es decir, abriendo la «Segunda Parte» de la secuencia textual; pero el que corresponde al cap de C «Amor de Dios» se encuentra en el seno de la «Tercera Parte» (cd/178-193). Lo que nos interesa es señalar que la distinción y el tratamiento autónomo es lo originario, y a ello retorna el Autor en la redacción definitiva de Burgos, ayudado sin duda por la gran cantidad de fichas acumulada.
Pero la anterior decisión –cuando preparaba Cec– de reunir los dos bloques del fascículo multicopiado bajo el título común «Caridad», testifica algo fundamental: que ambos bloques son una única realidad espiritual, son los dos «actos» de una única virtud –la caridad–, como afirma la tradición teológica.
El Autor concentró en el primer cap, que es el que ahora comentamos, todo el patrimonio (del antiguo cap) que se refería al amor del hombre a Dios (las 23 primeras consideraciones), entendido este amor como reflejo y consecuencia del Amor, que es Dios y que Dios nos tiene. De ahí el título: «Amor de Dios» (en el sentido de: a Dios). El segundo cap mantendrá el título originario y estará dedicado a la expresión en el prójimo de ese Amor de Dios: caridad en el sentido de 1 Co 13. La teología de la caridad en C tiene la triple secuencia del Nuevo Testamento: el amor que Dios nos tiene — el «amor de Dios» (del hombre a Dios) — el amor al prójimo (por Dios).
Los puntos del presente cap vienen masivamente del impreso de Cuenca: son los p/417-436. Al final de la serie se agregan tres redactados en Burgos (p/437-439). Los de Cuenca, como dije, proceden casi todos de Cem32 (cd/178-193), reordenados. Interesante notar que en Cem32 y en Cec se incluyen –dentro de esta serie «Amor de Dios»– dos puntos que el Autor saca de este cap en Burgos para ser cabecera en el futuro cap «Cosas pequeñas».
417* ¡No hay más amor que el Amor!
Ya desde Cec el cap se abría con este punto, que constituye un verdadero lema para el Autor, testificado en muchos lugares. La anotación más originaria que se conserva se encuentra en el nº 351 del Cuaderno IV, fecha 26-X-1931, donde sirve como colofón al que será p/426:
«En Cristo tenemos todos los ideales: porque es Rey, es Amor, es Dios. –¡No hay más amor que el Amor!».
Estas palabras reaparecen después en las más diversas ocasiones, tanto en castellano como en latín. Así acaba el Cuaderno de Honduras (nº 1394, 28-V-1937):
«Non est amor nisi Amor!».
Y así se lee en una meditación de unos días antes:
«Creamos y esperemos en El y amémosle, con un amor fuerte que haga verdadera en nosotros nuestra afirmación de siempre: non est amor, nisi Amor».
Especialmente interesantes son dos anotaciones en el ejemplar que usaba del
Decenario al Espíritu Santo, de Francisca Javiera del Valle, en las que escribe el texto de este punto en su tenor exacto. La primera, interlineada dentro de esta frase del libro:
«Esto es lo más grande que podemos pedir y desear; por ser El la única cosa digna de ser amada y apetecida».
La segunda, después de haber acotado estas palabras:
«Acuérdate, bondad suma, que el Criador nos dio un corazón para amar y ser amados, y no hallan sino amores falsos, fingidos y rastreros. Demuéstrales este tu amor, puro, casto, desinteresado, fuerte, dulce, afable, consolador, constante, duradero, que se dilata más y más cada día, que ni la muerte les separa...».
José Luis Múzquiz, uno de los tres primeros fieles laicos del Opus Dei que recibieron la ordenación sacerdotal, rememora su primer encuentro con San Josemaría en la Residencia de Ferraz, año 1935. Hablaron primero, brevemente, del horizonte de un apostolado de la profesión. «Inmediatamente después –escribe Múzquiz– el Padre me dijo: ‘No hay más amor que el Amor: los otros son amores pequeños’. Se veía que le salía del fondo del alma, de un alma enamorada de Dios. Los circuitos mentales que yo tenía terminaron entonces de fundirse».
En la Legación de Honduras, junio de 1937, hablaba en una meditación de ponerse «unas anteojeras, como las de los borricos, para no mirar más que el camino». Y continuaba:
«¡Un camino! Pero, en las lindes, ¡cuántos atractivos!, que, si muchas veces no llevan al descamino, por lo menos retardan y obstaculizan la marcha... Por eso, ¡qué seguro es tener esta idea madre: ¡no hay más amor que el Amor!».
Muchos años después, en un encuentro en España el año 1972, el Autor de C sería interrogado directamente por el sentido de esta expresión. «¿Querría explicarnos ese punto de C que dice: no hay más amor que el Amor?». Respuesta:
«Sí, hijo mío, ¡cómo no! Si tú amas a Dios, todos los amores tuyos en la tierra serán estupendos. Pero yo no sé qué quiere de ti Dios Nuestro Señor: a unos, les pide que formen un hogar; a otros, que no lo formen, sino que tengan por hogar el mundo entero, y se sacrifiquen gustosamente por los demás. De todas maneras, cualquiera que sea el camino tuyo, es un camino de Amor, con mayúscula.
Y así, los otros amores no pondrán tristeza en tu alma, sino que la llenarán de alegría».
Este punto guarda estrecha relación con p/171, vid com. También com/426 y 668. El fondo de la doctrina espiritual de este punto es agustiniano. Un texto de Agustín:
«¿Qué me dice el oro? Ámame. Pero ¿qué me dice Dios? Usaré de ti, y de tal modo te usaré que no me poseas y me separes de ti. Toda otra cosa que me dice: Ámame, ¡es criatura! Yo amo a mi Creador. Es bueno lo que hizo, pero ¡cuánto mejor es quien lo hizo! Aún no veo la belleza del Creador, sino la ínfima belleza de las criaturas. Pero creo lo que no veo, y creyendo amo, y amando... veo».
418* El secreto para dar relieve a lo más humilde, aun a lo más humillante, es amar.
Texto procedente del Cuaderno V, nº 804, fechado en 10-VIII-1932. El tenor literal es idéntico al de Camino, con la variante indicada en apcrít.
El texto viene precedido del futuro p/813 –que encabeza el cap «Cosas pequeñas»–, pero no como textos autónomos, sino formando una única unidad literaria, que el Autor después desglosó para la publicación. Léanse conjuntamente. Son como la aplicación, por el camino de las «cosas pequeñas», del consejo de Agustín en un sermón que leyó San Josemaría con gran detenimiento: «Hoc in te fodi fundamentum humilitatis, et pervenies ad fastigium caritatis».
419* —Niño. —Enfermo. —Al escribir estas palabras, ¿no sentís la tentación de ponerlas con mayúscula?
Es que, para un alma enamorada, los niños y los enfermos son Él.
Texto del Cuaderno V, nº 647, fechado en 11-III-1932. Ya desde el velógrafo el punto tiene la redacción actual, que reelabora la del Cuaderno, redactada en primera persona, que es ésta:
«Los niños y los enfermos: Cuando escribo estas palabras –Niño, Enfermo–, siento la tentación de ponerlas con mayúscula, porque, para un alma enamorada, son El».
En el Cuaderno reflexiona Escrivá sobre lo que acaba de anotar y saca esta conclusión, pensando en los fieles del Opus Dei:
«Los nuestros, a fin de convertirse en hombres de Dios, dedicarán al principio una buena parte de su actividad a la catequesis de niños y a la visita de enfermos. Para hacerse entender de los primeros, habrán de humillar su inteligencia: para comprender a los pobres enfermos, tendrán que humillar su corazón. Y así, de rodillas su entendimiento y su carne, les será fácil llegar a Jesús, por el camino seguro del conocimiento de la miseria humana, de la miseria propia, que les llevará a anonadarse, para dejar a Dios que construya sobre su nada».
Se conserva el guión de una meditación de 1938 sobre «cuatro palabras con mayúscula: Niño, Enfermo, Pobre, Pecador».
Es patente que el trasfondo del punto es el Evangelio mismo: la predilección de Jesús por los niños (Mt 18, 1-6) y los enfermos (passim; cfr Mt 4, 23), a la que hay que añadir la que siente por los pobres (a los que evangeliza: Mt 11, 5; cfr Mt 5, 3) y los pecadores (a los que busca y llama: Mt 9, 13).
420* ¡Qué poco es una vida para ofrecerla a Dios!...
Texto del Cuaderno III, nº 173, fechado en 14-III-1931. Una afirmación que en el texto del Cuaderno se prolonga con rasgos fuertemente autobiográficos.
«¡Qué poco es una vida, para ofrecerla a Dios!... ¡Y si esa vida es de borrico..., ¡y de borrico sarnoso!! Pero con la fortaleza de Dios, concediendo... A pesar de todo, espero grandes cosas, dentro de este año de 1931».
Josemaría Escrivá se consideraba a sí mismo un borrico, un borrico de Dios (vid p/606 y 998 con sus com), y por la vivencia de sus miserias se llama a sí mismo «borrico sarnoso» (vid también p/493). Llegó a firmar notas y papeles personales con las iniciales B. S. Vid también com/596.
421* Un amigo es un tesoro1. —Pues... ¡un Amigo!..., que donde está tu tesoro allí está tu corazón2.
Texto del Cuaderno VI, nº 875, fechado en 24-XI-1932. El tenor literal del texto, idéntico al de C, acaba con la sigla «O.c.P.a.I.p.M.».
Punto simétrico al 88 (vid com), que ha adelantado, en el clima del cap «Oración», lo que en el presente cap va a tratar en términos de «Amor».
El Autor tenía un sentido muy profundo de la amistad y era hombre de grandes amigos. La experiencia humana de la amistad se proyecta en la relación con Jesucristo y, a la vez, la experiencia de la amistad única e inefable con Cristo ilumina y purifica todas las amistades humanas. Vid com/366.
El punto tiene, como tantos otros, un entramado de meditación bíblica: comienza con Si 6, 14: «Quien halla un amigo fiel ha hallado un tesoro» (Si 25, 12 [Vulgata]: «¡Feliz el que ha encontrado un verdadero amigo!») y termina con la palabra de Jesús: «donde está tu tesoro allí está también tu corazón» (Mt 6, 21; Lc 12, 34), y en medio «el Amigo que nunca traiciona» (p/88), que introduce al punto siguiente: p/422. El juego de las mayúsculas hace inequívoco el mensaje.
422* Jesús es tu amigo. —El Amigo. —Con corazón de carne, como el tuyo. —Con ojos, de mirar amabilísimo, que lloraron por Lázaro...1 Y tanto como a Lázaro, te quiere a ti.
Texto del Cuaderno VI, nº 968, fechado en 25-III-1933. También el texto es idéntico, con la sigla final: «D.O.G.».
El tema del amor de amistad con Jesucristo está basado, en la experiencia del Autor, en el sentido de la paternidad de Dios y de la filiación divina –en Cristo– del cristiano. Vid p/299 y la cita del Crisóstomo incluida en el com. Este cap, y en realidad todo el libro es reflejo de esa experiencia. Así aparece con toda claridad desde los comienzos de aquel curso académico, cuando en el retiro tantas veces citado de Segovia, nada más empezar, escribe:
«Día primero. Dios es mi Padre. –Y no salgo de esta consideración. –Jesús es mi Amigo entrañable, (otro mediterráneo), que me quiere con toda la divina locura de su Corazón. Jesús..., mi Dios, ... que es hombre también».
Este punto hay que ponerlo en inmediata relación con el «Gran Amigo que nunca traiciona» y la vida de oración, que el Autor ya anticipó en el p/88. Vid com a este punto, que hace remontar el tema de la «amistad» y Jesús como «amigo» a sus años de Seminario en Zaragoza.
423* Dios mío, te amo, pero... ¡enséñame a amar!
Texto del Cuaderno V, nº 710, fechado en 28-IV-1932. El tenor literal del texto es idéntico al de C.
En el ritmo y estructura de la frase, parece resonar, desde la perspectiva del Amor, la exclamación de Fe del padre del niño endemoniado: «Creo, Señor; pero ayuda mi incredulidad» (Mc 9, 24), que predicó incansablemente el Autor.
424* Castigar por Amor: éste es el secreto para elevar a un plano sobrenatural la pena impuesta a quienes la merezcan.
Por amor de Dios, a quien se ofende, sirva la pena de expiación: por amor al prójimo por Dios, sirva la pena, jamás de venganza, sino de medicina saludable.
Texto del Cuaderno VI, nº 819, fechado en 2-IX-1932 (y seguido del p/915). El tenor literal es idéntico al de Camino con la variante señalada en apcrít.
Tal vez gravite aquí su experiencia de Superior en el Seminario de Zaragoza. En todo caso, el Autor expone, en términos de Amor de Dios, la teología clásica del castigo y de la pena.
425* ¿Saber que me quieres tanto, Dios mío, y... no me he vuelto loco?
Texto del Cuaderno V, nº 691. El tenor literal del texto es idéntico al de C (salvo «Dios mío» por «Jesús»), pero su contexto ayuda a la comprensión del sentido:
«Día 10 de abril, dominica II post Pascha, 1932: Ayer, en lugar donde se hablaba y se hacía música, me dio oración con un consuelo inexplicable. Terminé diciendo: Jesús, no quiero el consuelo, te quiero a Ti28b.
Estos días preparo a las niñas de primera Comunión del Colegio de Sta. Isabel.
¿Saber que me quieres tanto, Jesús, y... no me he vuelto loco? –A renglón seguido de la borrachera de Amor: ¡mis habituales tonterías!».
«Loco por Cristo». Un tema clásico en la vivencia de amor al Señor que han tenido los santos de todos los tiempos. Vid sobre el tema com/402. Vid también p/438, 790, 808, 910, 916.
426* En Cristo tenemos todos los ideales: porque es Rey, es Amor, es Dios.
Texto del Cuaderno IV, nº 351, fechado en 26-X-1931. En el Cuaderno este punto formaba una sola unidad con el p/417 (vid com), que era como su colofón. He aquí el texto del Cuaderno:
«En Cristo tenemos todos los ideales: porque es Rey, es Amor, es Dios. —¡No hay más amor que el Amor!».
Dos secuencias semejantes en Santo Rosario y en Via Crucis:
«y le llamo Rey, Amor, mi Dios, mi Unico, mi Todo!... ¡Qué hermoso es el Niño... y qué corta la decena!».
«El es todo: tu Padre, tu Hermano, tu Amigo, tu Dios, y el Amor de tus amores».
También en las Glosas al Decenario, 1932, pg 106:
«Padre y Hermano y Amigo... y Rey y Dios..., y Amor y... Unico... y Todo».
427* Señor: que tenga peso y medida en todo... menos en el Amor.
Texto del Cuaderno V, nº 457, fechado en 7-XII-1931. El original está dirigido a Jesús.
En su retiro espiritual de 1934 (julio) esta vieja aspiración de su alma salta de nuevo, impetuosa, a sus papeles:
«Sábado 21. El Amor de Dios: Non est amor nisi Amor! ¡Qué ansia, qué hambre, que ambición sin medida!».
El tema del Amor sin peso y medida, que era algo muy vivo para el Autor, se mueve en el contexto de la «vida de infancia» y se refleja también en el p/894 (escrito quince días después): «con peso y medida de risas y llantos, y sin peso y medida de Amor». Es un pensamiento y una vivencia que se prolonga hasta su época romana –en realidad durante toda su vida–, como se ve en esta homilía de 1967:
«La caridad con el prójimo es una manifestación del amor a Dios. Por eso, al esforzarnos por mejorar en esta virtud, no podemos fijarnos límite alguno. Con el Señor, la única medida es amar sin medida».
El tema tiene honda tradición en la cultura cristiana, con expresiones célebres en San Bernardo:
«Causa diligendi Deo, Deus est; modus, sine modo diligere».
«El fruto que esperamos de nuestro amor es exactamente el que Aquel que amamos prometió: una medida –decía– plena, colmada, rebosante será derramada en vuestro regazo (Lc 6, 38). Esta medida, así lo entiendo, será sin medida: mensura ista, ut audio, erit sine mensura».
Vid com/430.
428* Si el Amor, aun el amor humano, da tantos consuelos aquí, ¿qué será el Amor en el cielo?
Texto del Cuaderno V, nº 605, fechado en 15-II-1932. Tenor literal idéntico («Cielo» con mayúscula). Se ve que era un pensamiento que le embargaba. Nótese
que al día siguiente de transcribir este punto fue agraciado con la locución «obras son amores», que transcribió allí mismo (nº 606). Vid p/933 y com.
Leyendo unos meses después el Decenario al Espíritu Santo, de Francisca Javiera del Valle, al Autor se le vino casi a la letra el texto de este p/428:
«Si el amor, aquí, en la tierra, da tantos consuelos, ¿qué será el Amor en el cielo?...».
Y añadió al final de la página:
«...amor con Amor se paga».
El pasaje del Decenario que «provoca» a Escrivá habla del amor que nos espera en el Cielo: «...que no quieran, ni busquen, ni deseen otro amor que el tuyo y correspondan a tu amor! ¡Cielo de los mismos cielos! Tenga yo el consuelo de verte conocido y amado de todas tus criaturas...».
En C el Autor escribe siempre «cielo» con minúscula, no así en Apínt, donde alterna la grafía.
429* Todo lo que se hace por Amor adquiere hermosura y se engrandece.
Texto del Cuaderno VI, nº 824, fechado en 13-IX-1932.
«Todo lo que se hace por Amor adquiere relieve y se ennoblece».
«Todo lo que se hace por Amor», es decir, todo lo que se realiza desde Dios, que es Amor, presente en nosotros. Éste es el fundamento de la importancia de lo «pequeño» y de lo «material», que el Autor explicitará en el cap «Cosas pequeñas», que comienza así (p/813): «Hacedlo todo por Amor. –Así no hay cosas pequeñas: todo es grande».
430* Jesús, que sea yo el último en todo... y el primero en el Amor.
Es el último punto anotado en el Cuaderno IV, nº 447, fechado en 3-XII-1931. El tenor literal del texto es idéntico al de C. La contraposición y la paradoja, incluso el ritmo y la cadencia y, sobre todo, la temática, son los mismos que en el p/427 (vid), que escribió tres días después. Pero esas identidades que se repiten expresan, a mi parecer, la vivencia que dominaba su espíritu en aquella novena de la Inmaculada de 1931. Todo se había forjado en aquella «pleamar de afectos filiales» de septiembre y octubre: un sentido desbordante de la paternidad de Dios –de su filiación divina, por tanto– y de ser un niño en los brazos de su Padre. Vid com/267 y 435. El primer día de esa novena escribió en su Cuaderno lo que sería luego el p/853 de C: «Camino de infancia. Abandono. Niñez espiritual. Todo esto que Dios me pide y que yo trato de tener no es una bobería, sino una fuerte y sólida vida cristiana». Todo parece indicar que fue en uno de los días de esa novena cuando escribió la primera redacción del Santo Rosario, que explicita pausadamente y en contexto mariano esa vivencia de Dios como Padre.
Por lo demás, en C tiene importancia lo que podíamos llamar la dialéctica «el último - el primero», de raíz evangélica (cf Mt 19, 30; 20, 27). Vid en este sentido p/ 284, 365, 430, 635.
431* No temas a la Justicia de Dios. —Tan admirable y tan amable es en Dios la Justicia como la Misericordia: las dos son pruebas del Amor.
Texto en el Cuaderno VI, nº 889, fechado en 9-XII-1932 y relatado en primera persona.
«No temo a la Justicia de Dios. Tan admirable y tan amable me parece, en Dios, la Justicia como la Misericordia: las dos son pruebas del Amor».
En este punto y en el p/435 el Autor toca la cuestión del «temor de Dios» y lo resuelve en la clave del «Amor». Su vivencia es afín a la de Santa Teresa de Lisieux: «A mí Dios me ha dado su misericordia infinita, ¡y a través de ella contemplo y adoro las demás perfecciones divinas...! Entonces todas se me presentan radiantes de amor; incluso la justicia (y quizá ésta más aún que todas las demás) me parece revestida de amor...».
Nótese la fuerza teológica del cambio de «me parece» / «es» (vid apcrít ).
Sobre la relación entre Justicia y Misericordia, vid p/91, 309 y 747 en comparación con p/711 y 914.
432* Considera lo más hermoso y grande de la tierra..., lo que place al entendimiento y a las otras potencias..., y lo que es recreo de la carne y de los sentidos...
Y el mundo, y los otros mundos, que brillan en la noche: el Universo entero. —Y eso, junto con todas las locuras del corazón satisfechas..., nada vale, es nada y menos que nada, al lado de ¡este Dios mío! —¡tuyo!—, tesoro infinito, margarita preciosísima1, humillado, hecho esclavo, anonadado con forma de siervo2 en el portal donde quiso nacer, en el taller de José, en la Pasión y en la muerte ignominiosa... y en la locura de Amor de la Sagrada Eucaristía.
El Autor retorna a la locura de Amor por Cristo. El pasaje, de gran belleza literaria y de alto calado teológico, es un extenso apunte de la meditación que realizó en los EjEsp de Segovia el sábado 8-X-1932. Copio ampliamente para situar el texto en su contexto:
«El santo Evangelio de este día —respuesta de Jesús, vencido por María y por Juan... y porque me quiere— ha caído en mi alma, echando raíces. ¡Lo había leído tantas veces, sin coger su entraña, su sabor divino! Simile est regnum caelorum... Los versículos 44, 45 y 46 del capítulo 13 de San Mateo. Todo..., todo se ha de vender por el hombre discreto, para conseguir el tesoro, la margarita preciosa de la Gloria.
La Gloria, para mí, es el Amor, es Jesús, y, con El, el Padre —mi Padre— y el Espíritu Santo —mi Santificador—.
He considerado lo más hermoso y grande y atractivo del mundo..., lo que place a la inteligencia, y a las otras potencias, ... y lo que es recreo de la carne y de los sentidos... Y el mundo, y los otros mundos, que brillan en la noche: todo el Universo. Y eso junto, con todas las locuras del corazón satisfechas..., nada vale, es nada y menos que nada al lado de ¡este Dios mío, tesoro infinito, margarita preciosísima, humillado, hecho esclavo, anonadado con forma de Siervo en el portal donde quiso nacer, en el taller de José, en la Pasión y en la muerte ignominiosa... y en la locura de Amor de la Sagrada Eucaristía!
Con esta consideración, hecha en frío, por el raciocinio del entendimiento, que presenta verdades inconcusas a mi voluntad, que las quiere, las acepta, con
más frialdad de la que yo —por imperfección— quisiera […] ¿puede turbarme ninguna cosa creada?».
A través de este p/432 el Autor invita a los lectores de C a hacer la misma experiencia: considerar el universo (macrocosmos) y el hombre, el sujeto personal (microcosmos humano) y mirar después la kènosis de Cristo –«del Gran Amigo que nunca traiciona»–, recorrer sus etapas y detenerse en la «locura de Amor» que es –sacrificio y sacramento– la Sagrada Eucaristía. Esa kènosis, que culmina sacramentalmente en la Eucaristía, es el fundamento teológico del modo de estar y vivir los cristianos en la realidad secular. Así lo propondrá el Autor en p/843 (vid).
«Tesoro infinito, margarita preciosísima». Se está nombrando al Dios escondido en la Eucaristía con los términos de las dos parábolas del Reino que reciben ese nombre: Él, Jesús, en sus misterios, es el «tesoro» escondido y la «perla» preciosa (Mt 13, 44-46), que le han servido para su meditación de ese día.
«Humillado, hecho esclavo, anonadado con forma de siervo». Es la kènosis de Cristo. El Autor toma como punto de partida de su consideración el texto de Filipenses 2, agregándole elementos del Evangelio de la Infancia y, sobre todo, haciendo culminar el anonadamiento del Hijo de Dios, como hemos dicho, en la realidad del Misterio eucarístico. Vid también p/533, que tiene la misma secuencia (reaparecerá en Surco, 273) y fue escrito ese mismo día, antes del que comentamos. Y léase también el otro punto de esa jornada: el p/765, que enmarca el conjunto en el tema que meditaba: la Gloria de Dios.
433* Vive de Amor y vencerás siempre —aunque seas vencido— en las Navas y los Lepantos de tu lucha interior.
Texto del Cuaderno VI, nº 1044, fechado en 2-VIII-1933. Un texto que pasó directamente al impreso de Cuenca sin la mediación del velógrafo.
Reaparece el tema «éxitos y fracasos», agrupado en el cap «El plano de tu santidad» (p/404-406.415). El mensaje es exactamente el mismo, ahora bajo la clave propia de este cap: el Amor.
Literariamente es de interés la manera de referirse a los combates de la vida espiritual. El Autor utiliza, en efecto, nombrándolas en plural, dos célebres batallas de la Cristiandad frente al Islam: la decisiva batalla de las Navas de Tolosa (1212), que significa una importante derrota de los invasores musulmanes en la Península Ibérica, y la batalla de Lepanto (1571), entre la escuadra turca y otra de la Cristiandad, que frenó al Imperio otomano en su asalto a Europa. Los traductores francés, italiano, inglés y alemán explican esto en notas aclaratorias. La traducción catalana prescinde de esas batallas ya en el texto mismo y traduce así: «en les batalles de la teva lluita interior»50b.
434* Deja que se vierta tu corazón en efusiones de Amor y de agradecimiento al considerar cómo la gracia de Dios te saca libre cada día de los lazos que te tiende el enemigo.
Texto del Cuaderno VI, nº 1068, fechado en 21-X-1933, que también pasó directamente al impreso de Cuenca sin la mediación del velógrafo. El tenor literal es idéntico al de Cec.
«El enemigo»: la triple concupiscencia de que habla la Escritura (1 Jn 2, 16) o los «enemigos del alma» señalados en los viejos Catecismos: mundo, demonio y carne.
435* «Timor Domini sanctus»1. —Santo es el temor de Dios. —Temor que es veneración del hijo para su Padre, nunca temor servil, porque tu Padre-Dios no es un tirano.
Este punto y el siguiente fueron escritos en 1934: pasaron, pues, directamente a Cec. El p/435 está fechado el 5 de enero y se encuentra en el Cuaderno VII, nº 1099, con tenor literal idéntico.
Pero la vivencia espiritual aquí recogida se remonta al otoño de 1931, a aquellos meses en los que Dios privilegió a San Josemaría con un desbordante sentido de su filiación divina en Cristo. La definitiva experiencia del temor de Dios como dimensión del Amor y de la filiación, que se refleja en este punto, culmina de alguna manera aquella secuencia sobrenatural. Encontramos en su Cuaderno palabras relevantes en relación con la historia o prehistoria de este punto que comentamos.
Había tenido el 28 de octubre de aquel año 31 contradicción y sufrimiento. Escribe:
«Como una respuesta del Cielo al clamor mío de esta noche, anticipadamente y porque sí, esta mañana a las nueve, cuando iba a coger el tranvía para Chamartín, me encontré con que estaba yo recitando un versículo, que también porque sí o por costumbre (desde luego, creyendo que era de Dios) apunté en mi cuartilla: timor Domini sanctus, permanens in saeculum saeculi; iustitia Domini vera iustificata in semetipsa (Ps. 18, 10). Altos y justificados son tus juicios, Señor: santo es el temor del Señor, pero, acatando, con toda mi alma, tus juicios, Jesús mío, llévame por caminos de Amor».
En contra de lo que tenía sabido y experimentado –especialmente desde diez días antes (vid experiencia del 16 de octubre en com/267)– el Señor permitió que se le ofuscara el pensamiento y el timor del salmo 18 le apareciera, como vemos, contrapuesto al Amor, como temor que angustia y paraliza. Jornada durísima aquella del 28 de octubre. En la oración de la noche –escribe– encontró paz. Pudo dormir.
Al día siguiente, pasada la prueba, de nuevo la efusión del Espíritu. Escribía al anochecer:
«¡Qué alegría, qué gozo más grande y sobrenatural me ha dado hoy Jesús, después de las congojas de ayer! Porque ayer sufrí mucho. —Anoche, hasta las once, estuve un rato de oración y me acosté con paz. Pero, hoy, sin que haya ninguna razón humana, me encontré lleno, rebosante de satisfacción. ¿Qué te he hecho, Jesús, para que así me quieras? Ofenderte... y amarte: amarte: a esto va a reducirse mi vida. […] Cuántas veces han salido hoy estos afectos encendidos de mis labios y de mi corazón».
Había ido a su confesor, que le explicó lo que él ya tantas veces había gozado y meditado: que el timor Domini no es temor, miedo, sino respeto y veneración. Al día siguiente escribía:
«Hoy me encuentro algo cansado, indudablemente como consecuencia de la conmoción espiritual de estos dos días últimos, de ayer sobre todo. –No comprendo mi obcecación al traducir el timor, pues otras veces, p.e., en la frase ‘initium sapientiae timor Domini’, siempre por temor entendí reverencia, respeto. –Jesús, en tus brazos confiadamente me pongo, escondida mi cabeza en tu pecho amoroso, pegado mi corazón a tu Corazón: quiero, en todo, lo que tú quieras».
El tema se despertó de nuevo al año siguiente, cuando fue a hacer sus EjEsp a Segovia. Era el lunes 3 de octubre de 1932:
«Convento de Carmelitas Descalzos de Segovia, fiesta de Santa Teresita, 1932. —Estoy solo en mi celda, que lleva un hermoso número —el 33— y tiene en la puerta un cartelito que dice: “Gloriatio. Et in timore Dei sit tibi gloriatio”. Eccl. 9 v. 22»57b.
Todo lo pasado se le vuelve presente:
«“Et in timore Dei”. Sobre el “timor Domini” hablé bastante, en las Salesas, con el P. Sánchez, y luego con D. Norberto. ¡También es casualidad!»57c.
Era un último coletazo sobre el tema. Álvaro del Portillo anota este lugar de los Apínt: «Nuestro Padre me contó repetidas veces esta anécdota, diciendo que eran bromas de Nuestro Señor»57d. Había estado efectivamente hablando con su confesor sobre el plan de los EjEsp y comentaron la experiencia del «timor Domini» de 1931 arriba relatada. La «casualidad» de la celda, que parecía introducir un principio de desasosiego, no prosperó. La reacción de San Josemaría, al filo del guión para sus meditaciones, fue inmediata:
«Día primero. Dios es mi Padre. —Y no salgo de esta consideración. —Jesús es mi Amigo entrañable, (otro mediterráneo), que me quiere con toda la divina locura de su Corazón. Jesús..., mi Dios, ... que es hombre también»57e.
Fue como un resello divino: el temor del Señor es el Amor.
Este doble lance espiritual es el que está en la trastienda del punto que comentamos y del sentido del temor en clave del Amor a que nos referíamos comentando el p/431. Esta realidad, tan central en la vida interior, se remacha en este punto desde el don de la filiación divina del cristiano: «veneración del hijo para su Padre». El fondo, como siempre, es la tradición de los Padres:
«El temor de Dios repele el temor del infierno porque hace que el hombre huya del pecado y multiplique sus buenas obras. Tras lo cual llegará a aquel temor que se llama santo y permanece para siempre (Sal 18, 10), porque está fundado en el amor» (San Agustín).
Como vemos, Escrivá pone siempre el acento de ese amor en la conciencia de la paternidad de Dios y de la filiación divina del cristiano.
436* Dolor de Amor. —Porque Él es bueno. —Porque es tu Amigo, que dio por ti su Vida. —Porque todo lo bueno que tienes es suyo. —Porque le has ofendido tanto... Porque te ha perdonado... ¡Él!... ¡¡a ti!!
—Llora, hijo mío, de dolor de Amor.
Este punto fue escrito dos días después del anterior, 7-I-1934 (Cuaderno VII, nº 1108):
«Dolor de Amor. Porque El es bueno. Porque es tu Amigo, que por ti dio su Vida. Porque todo lo bueno que tienes es suyo. Porque le has ofendido tanto.... Porque te ha perdonado... ¡El!... ¡¡a ti!! Llora, hijo mío, de dolor de Amor».
Es el último de los nueve que transcribió ese día. Es como una nueva efusión de aquella vivencia del Amor misericordioso de Dios, que aleja todo temor, precisamente en el momento en que el alma toma conciencia de su pecado y, por tanto, podría intentar fundamentarse el temor-terror. Esa conciencia se expresa, por el contrario, no en el miedo, sino en la contrición, que es la forma más cristiana del Amor y que el Autor llama «dolor de Amor». En el dolor de Amor gravitan los grandes temas de este cap: la bondad de Dios, la filiación al Padre, la amistad con Jesús, el pecado, el perdón, la misericordia... El clima de este punto es claramente íntimo y autobiográfico. Esta vivencia del dolor y del Amor, tan característica de C, acompañó a Josemaría Escrivá hasta su muerte. De un coloquio en Guatemala en febrero de 1975 son estas palabras:
«Y si alguna vez coges una rabieta, porque no eres lo que debes ser, y a solas –no des espectáculo– se te salta una lágrima como un puño, acuérdate de aquellos versos, que son bastante malos pero que a mí me consuelan:
Mi vida es toda de amor
y, si en amor estoy ducho,
es por fuerza del dolor,
pues no hay amante mejor
que aquel que ha llorado mucho.
Tú y yo a llorar mucho a solas, en la presencia de Dios, porque no somos lo que querríamos ser para el amor de Dios...».
Poco después, en el mismo coloquio, decía:
«Tenemos la Cruz por todos lados. ¿Cómo la voy a rechazar? La tengo en mi corazón y la amo. Otros versos malos...:
Corazón de Jesús que me iluminas,
hoy digo que mi Amor y mi Bien eres,
hoy me has dado tu Cruz y tus espinas,
hoy digo que me quieres.
La Cruz, la Santa Cruz, ¡cuánto la hemos de amar!».
437* ¡Si un hombre hubiera muerto por librarme de la muerte!...1
—Murió Dios. Y me quedo indiferente.
Estamos ya en las tres octavillas que el Autor agregó en Burgos a este denso cap. Ésta, a pesar de la distancia en el tiempo, conecta con el punto anterior como su contrapunto. Frente al dolor de Amor, la lejanía, la indiferencia.
Es una ficha Bl, trazos enérgicos. Parece redactada a partir de la predicación de Vitoria, donde se encuentra este apunte:
«Jesús: por quién padece. Si un hombre hubiera muerto por librarme de la muerte!...».
El punto parece una reflexión –desde su núcleo cristológico y trinitario– sobre la palabra de Jesús: «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15, 13).
438* ¡Loco! —Ya te vi —te creías solo en la capilla episcopal— poner en cada cáliz y en cada patena, recién consagrados, un beso: para que se lo encuentre Él, cuando por primera vez «baje» a esos vasos eucarísticos.
Un texto que tiene un origen histórico muy determinado. La capilla episcopal de la que se habla es la del palacio arzobispal –entonces episcopal– de Pamplona, donde Escrivá, que acababa de «pasarse» por los Pirineos66b, hacía sus EjEsp. Eran los días precedentes a la Navidad. En su Cuaderno (nº 1441, 22-XII-1937) está escrito así:
«El Vicario General ha consagrado cálices y patenas. Me quedé un momento solo en la capilla, y puse, para que mi Señor se lo encuentre la primera vez que baje a esos vasos sagrados, un beso en cada cáliz y en cada patena: Eran veinticinco, que regala la Diócesis de Pamplona para el frente».
Como se ve, es el propio Autor el protagonista del lance. Al relatarlo en C lo desdobla, situándose ahora como secreto espectador de la escena. Algo parecido ya hizo en otro punto (p/242) procedente de las notas de aquellos EjEsp de Pamplona.
439* No olvides que el Dolor es la piedra de toque del Amor.
Un punto de la serie Lh. Pudo ser redactado en Honduras. En una de las meditaciones predicadas en la Legación dijo:
«Empeñémonos en ver la gloria y la dicha ocultas en el dolor. Si nos comportamos así, en todas nuestras acciones reinará la felicidad: esa felicidad en la Cruz, que es la que yo os deseo a todos. Dolor y amor: ése es nuestro camino. Al amor sólo se va por el dolor; y el que no padece, no conocerá nunca el verdadero amor de Jesucristo».
Hay también anotaciones en las meditaciones de Vitoria-Vergara:
«Los santos... el Amor y el Dolor: mi ciencia es toda de amor...».
«Coloquio: Dolor de Amor... vida de pureza».
Ya se aludió más arriba a la significación que de ordinario tienen los puntos que el Autor sitúa para abrir y cerrar los caps. Éste sin duda tiene un verdadero carácter de síntesis de toda su doctrina acerca del «Amor de Dios». El texto de Honduras que se acaba de transcribir plantea una teología del Amor y del Dolor –de la Cruz– que me parece insoslayable y que ya encontramos perfectamente formulada en un texto de 1931:
«El camino del Amor se llama sacrificio»71b.
El sintagma «piedra de toque» manifiesta con precisión icónica esa teología: y el Amor –que lo es de verdad– siempre supera la prueba del Dolor.
Cap 18 18 [Msb: 131]. Amor de Dios, p/417-439 [20 de Cec + 3 de Msb] C || 13. Caridad cd/173-195 [excepto cd/180.182.192] Cec
La carpeta originaria tenía escrito a máquina el título del cap. De ella sale el material correspondiente para crear la carpeta del nuevo cap (la cuartilla doblada que englobaba las octavillas correspondientes), que el Autor titula a mano con la sola palabra: «Amor», escrita con mayúsculas. El título actual («Amor de Dios») lo escribe el Autor al componer el texto mecanografiado.
La expresión «amor de Dios», con el sentido que tiene en este cap y en C en general, es habitual en la gran literatura mística del Siglo de Oro. Vid, especialmente, Fray Alonso de Madrid, Arte para servir a Dios, 1521, III, cap 1: «Del amor de Dios»; Neblí 25, 1960, pgs 191-195.
Las cd/180 y 193 de esta serie de Cem32 fueron asignadas, ya en Cec, a otros caps (ahora son los p/838 y 270 de C). El Autor incluyó en Cec una consideración de Cem33 y otras dos de Cem32: las cd/23 y 219. Esta última fue asignada como p/533 al cap de nueva creación «Santa Misa».
El Autor había colocado dentro de esta serie en Cec la cd/219 de Cem32.
417 Apínt Cem32/181 Cec/43.1-Ceb/173
Futuros puntos de C transcritos ese día: 659, 426, 417, 393.
En el Cuadernillo-agenda 1º de Burgos, hoja 2v escribió: «Non est amor nisi AMOR».
PredicHond, «Surge et ambula», 21-V-1937, Viernes de las Témporas de Pentecostés, pg 91; XIII.
Vid com/57.
Decenario al Espíritu Santo, 1932, pg 88; Patmos 35, pg 98; Logos 52, pg 146.
Ibidem, pg 102; Patmos 35, 112; Logos 52, pg 161.
José Luis Múzquiz, Relato testimonial cronológico, pg 9; AGP, sec A, leg 100-39, carp 1, exp 1. Ese mismo año San Josemaría escribía en una Instrucción a los fieles del Opus Dei: «¡qué ganas tengo de escribir un librico sobre el Amor!» (Instrucción, 9-I-1935, nº 135).
PredicHond, «Afán de almas», 28-VI-1937, pg 160; XXV.
Notas de una tertulia, Madrid 24-X-1972; AGP, sec A, leg 51; también en AGP, sec P, leg 4, 1972, pg 732s.
San Agustín, Sermón 65 A, 4; BAC 441, 1983, pg 251.
418 Apínt Cem32/178 Cec/43.2-Ceb/174 ||| aun] y aun Apínt Cem Cec || humillante, es] humillante es Apínt || amar] Amar Cem | amar Apínt
Futuros puntos de C transcritos ese día: 335, 815, 351, 813, 418.
Vid com/590. Vid también cap 39 (especialmente com/813).
San Agustín, Sermón 69, 2; BAC 441, 1983, pg 297.
419 Apínt Cem32/23 Cec/43.3-Ceb/175
Futuros puntos de C transcritos ese día: 419, 732, 279, 221.
Ya en 26-XI-1930 escribía: hagan «los socios visitas de Enfermos (así, con mayúscula, porque también son Xto)» (Cuaderno III, nº 116).
Este texto del Cuaderno V está en la base de Forja, 600. Vid Jesús Honorato, «La enfermedad y la vida en el pensamiento de Josemaría Escrivá de Balaguer», en Josemaría Escrivá y la Universidad, 1993, pgs 171-185, que sostiene (pg 173) que este punto de C es «la piedra angular» de su antropología de la enfermedad.
EjEsp, Plática «Espíritu de celo», Vitoria 23-VIII-1938; guión nº 104. Cuando escribe este punto tiene detrás la experiencia espiritual de su tarea como Capellán del Patronato de Enfermos, que comportaba un trato continuo con niños, pobres y enfermos. Una Dama Apostólica, que le trató durante ese periodo (1927-1931), «recuerda que se pasaba muchísimas horas de confesonario y allí estaba el tiempo que hiciera falta con los niños, con los pobres y con los enfermos» (Concepción Martínez, Testimonio, Palencia 1975; AGP, sec A, leg 100-34, carp 3, exp 17). Vid también Conversación con Mercedes Sagüés, Superiora de las Damas Apostólicas de Bilbao, realizada por Pilar Useros y Ana Sastre en agosto de 1975, escrita y firmada en Madrid, en 26-IX-1975; AGP, sec A, leg 100-50, carp 3, exp 4.
420 Apínt Cem32/123 Cec/43.4-Ceb/176 ||| vida] vida, Cec Txm || ofrecerla a Dios] ofrecérsela al Señor Cem
421 Apínt Cem32/179 Cec/43.5-Ceb/177 |||| 1 cfr Si 6, 14 | 2 Mt 6, 21
Futuros puntos de C transcritos ese día: 66, 74, 4, 735, 421, 837, 816, 474.
Iniciales de la expresión «omnes cum Petro ad Iesum per Mariam». Vid com/11.
Numerosos testimonios. Cfr S. Bernal, Apuntes sobre la vida del Fundador del Opus Dei, 6ª ed, 1980, cap IV: «Tiempo de amigos», pgs 159-181.
422 Apínt Cem33/274 Cec/43.6-Ceb/178 ||| Con ojos] seq que Apínt del || Y tanto como a Lázaro, te quiere a ti Cem add Cec ] Y tanto te quiere a ti como a Lázaro Apínt Cem del |||| 1 Jn 11, 33-36
Futuros puntos de C transcritos ese día: 601, 678, 422, 21, 910, 872.
«Con ojos,». Sigue, tachado, «que». El «de mirar amabilísimo» brotó de golpe.
Iniciales de «Deo omnis gloria». Vid com/11.
Apínt, nº 1637. El día primero del retiro fue el 4 de octubre del 32. Este texto de Segovia está en la base de Forja, nº 2.
423 Apínt Cem32/182 Cec/43.7-Ceb/179 ||| Dios mío] praec Di: Apínt || amar] Amar Cem
424 Apínt Cem32/183 Cec/44.2-Ceb/181 ||| secreto] secreto, Cem || amor al] amor del Apínt Cec
425 Apínt Cem32/186 Cec/44.3-Ceb/182
28b Esta frase dará lugar a Forja, 537.
En ese día transcribió el p/814.
426 Apínt Cem32/187 Cec/44.5-Ceb/184
Futuros puntos de C transcritos ese día: 659, 426, 417, 393.
Santo Rosario, misterios gozosos, 3º.
Via Crucis, 11ª Estación, n 5.
427 Apínt Cem32/188 Cec/44.6-Ceb/185 ||| Señor] Jesús Apínt
Va precedido del que sería p/28.
Apínt, nº 1775; la cursiva es del original.
Amigos de Dios, 232.
De diligendo Deo, 1, 1 (PL 182, 974); BAC 444, 1993, pg 300.
In Canticum, 11, 4; BAC 491, 1987, pg 174. «El único límite de la perfección es lo ilimitado ()» (San Gregorio de Nisa, De vita Moysis, I, 5 [PG 44, 300]; Sobre la vida de Moisés, I, 8; Biblioteca de Patrística 23, Madrid 1993, pg 124; citado en el Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2028).
428 Apínt Cem32/189 Cec/44.7-Ceb/186 ||| cielo] Cielo Apínt]
Ese mismo día transcribió después el futuro p/392.
Glosas marginales al Decenario 1932, pg 103; Patmos 35, pg 113; Logos 52, pg 162.
Ibidem. Los subrayados son de San Josemaría.
429 Apínt Cem32/190 Cec/44.8-Ceb/187 ||| Amor] Amor, Txm || hermosura] relieve Apínt || engrandece] ennoblece Apínt Cec
Futuros puntos de C transcritos ese día: 429, 599, 495.
430 Apínt Cem32/191 Cec/45.1-Ceb/188 ||| sea yo] yo sea Cem
Futuros puntos de C transcritos ese día: 864, 430, 857. Este último punto corresponde ya al Cuaderno V, que comenzó también el día de San Francisco Javier.
Vid com/435. Cfr Vázquez de Prada, I, pgs 379-94.
El texto de ese día 30-XI-1931 continúa así: «Por ahí voy, cuando, al rezar el rosario o hacer –como ahora en adviento– otras devociones, contemplo los misterios de la vida, pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, tomando parte activa en las acciones y sucesos, como testigo y criado y acompañante de Jesús, María y José». Ése es el clima de su comentario al Santo Rosario, que escribió en la acción de gracias después de la Misa, de «un tirón», solía explicar. Sabemos que el día 7 de diciembre ya estaba escrito y lo leyó a dos jóvenes en la sacristía de Santa Isabel (cfr Cuaderno V, nº 454).
431 Apínt Cem32/192 Cec/45.2-Ceb/189 ||| es en Dios] es, en Dios, Cec Txm | me parece, en Dios, Apínt
En ese día transcribió previamente el p/818.
Ms/A fol 83v; MEC 5, 1996, pg 245.
432 Apínt Cem32/220 Cec/45.3-Ceb/190 |||| 1 Cfr Mt 13, 44-46 | 2 Cfr Flp 2, 7-8
El misal romano de entonces celebraba el 8 de octubre a Santa Brígida, la actual Patrona de Europa, y se decía la Misa Cognovi, del común de santas mujeres. El evangelio era en efecto Mt 13, 44-52.
Apínt, nº 1653-1655. Futuros puntos de C transcritos ese día: 533, 432, 765.
Lo ha señalado oportunamente Andrew Byrne en Camino/The Way, pg 194 nt 4.
433 Apínt Cec/45.4-Ceb/191 ||| Amor] Amor, Apínt Cec Txm
Futuros puntos de C transcritos ese día: 433, 183, 280, 835.
50b Este lenguaje era muy propio del Autor –en las notas personales de la época– al describir su lucha cotidiana. A su confesor: «¡Cuánto me va a costar vencerme en la comida, cada día! ¡Qué Lepantos!» (Nota de los EjEsp de 1934; Apínt, nº 1781). Al año siguiente: «¡Señor, cuánto me cuesta el ayuno! Hoy, sábado; quiero, Madre mía, hacerte siempre este obsequio sabatino. Valiendo tan poco, ¿cómo me cuesta un Lepanto?» (Cuaderno VII, nº 1219; 16-II-1935). «Hasta la mortificación más insignificante me cuesta una batalla de Lepanto» (Cuaderno VIII, nº 1351; 31-V-1936).
434 Apínt Cec/46.1-Ceb/193 ||| agradecimiento] agradecimiento, Cec Txm
Futuros puntos de C transcritos ese día: 795, 271, 59, 470, 434.
435 Apínt Cec/46.2-Ceb/194 |||| 1 Sal 19 (18), 10
Futuros puntos de C transcritos ese día: 110, 718, 435, 983a, 386, 325, 65, 178, 174, 802, 173.
Vid com/267 y 430; Vázquez de Prada, I, pg 392.
Chamartín estaba entonces en la otra punta de Madrid. Tenía que bajar por la calle de Martínez Campos hasta el Paseo de la Castellana y allí tomar el 7, que venía de la Puerta del Sol. Otro tranvía «importante» en la vida de San Josemaría es el 48 (vid com/267 nt 14 y com/596 nt 26).
Apínt, nº 357; la cursiva es del original.
Apínt, nn 358-359, 29-X-1931.
Apínt, nº 364, 30-X-1931. La última frase pasará a Forja, 529.
57b Apínt, nº 1635.
57c Apínt, nº 1636. En efecto el 1 de octubre había estado con su confesor, como él mismo escribe: «Mañana voy a Segovia, a ejercicios, junto a S. Juan de la Cruz. He pedido, he pordioseado mucha oración. Veremos. Ayer mi P. Sánchez, en las Salesitas, me dio un guión. Monstra te esse Matrem! —D.O.G.» (Cuaderno VI, nº 838).
57d Nt 1209 a los Apínt.
57e Apínt, nº 1637.
Vid especialmente p/267 y 274.
436 Apínt Cec/46.3-Ceb/195 ||| dio por ti] por ti dio Apínt Cec
Esta frase es adición interlineal.
«de dolor de Amor». Primero había escrito: «de dolor y de Amor».
Son: 441, 954b, 693, 287, 131, 288, 440, 715, 436.
AGP, sec P, leg 4, III-1975, pg 285. Vid estos mismos versos en la homilía «Trabajo de Dios», del 6-II-1960, en Amigos de Dios, 68, donde dice que son «de escaso arte, pero muy gráficos». —Según me ha hecho saber, mientras preparaba esta 3ª edición, el físico Jesús
Acerete (Carta a Pedro Rodríguez, Valencia 17-II-2003)– la estrofa es de Ricardo León (1877-1943). Pertenece al poema titulado «Ciencia de Amor» y está incluido en el libro Alivio de Caminantes, versos escritos por Ricardo León, Prieto y Compañía editores («Biblioteca Renacimiento»), 1ª ed, Madrid 1911, pg 196. Escrivá debió leerlo en sus años juveniles: estos versos le tocaban el corazón, pero le parecían de poco valor poético. Vid Gerardo Diego, «La poesía de Ricardo León», en Cuadernos de Literatura Contemporánea 7 (1943) 377-386. León tuvo un «éxito superior a su valor real, pero explicable por las circunstancias en que escribió» (J. M. Roca Franquesa, «España. X.2. Literatura», en GER, IX [1981] pg 103). El Autor de C, que citó de memoria muchas veces esa estrofa –yo, personalmente, se la oí en una conversación en Roma, entre 1956 y 1959–, la modificaba un tanto al citarla. El texto de Ricardo León dice «Mi ciencia» y no «Mi vida», «fue por arte» y no «es por fuerza».
Después de este «hoy» agregó, como explicando el sentido: «cada día».
AGP, sec P, leg 4, III-1975, pg 286. No he podido identificar el autor de esta estrofa. No es de Ricardo León, aunque a los versos que la componen otorga el Autor de C la misma «calificación» que la del poeta malagueño. ¿Podría pensarse que es del propio Escrivá, en los años del Seminario, cuando firmaba poesías con el apelativo «El Clérigo Corazón»? Las rompió todas, según contó. Pero, como le salían del alma, es posible que alguna se le quedara para siempre en la memoria. De ser válida esta hipótesis, el tema «dolor de Amor» se remonta a la primera juventud del Autor. Interesante notar, en este sentido, que en el libro de Ricardo León citado en nt 62 hay otro poema titulado “Gozos del dolor de amor” (pgs 51-56).
437 Msb Srt ||| muerto] muerto, Msb Srt Txm |||| 1 Cfr Rm 5, 7s
Con motivo del Año Nuevo envió una copia autógrafa de esta «gaitica» a Pedro Casciaro, que le había tocado en el «sorteo» de que se habla en com/305. Se conserva en AGP, sec A, leg 54, carp 3, exp 2. Casciaro estaba entonces destinado en Calatayud.
EjEsp, Meditación «Pasión», Vitoria 24-VIII-1938; guión nº 109.
438 Apínt Msb ||| solo en] solo, en Msb || poner Msb add || un beso] praec poner Msb del || eucarísticos] praec sagrados Msb del
66b «Pasarse»: en el lenguaje que se acuña durante la guerra civil española designa la acción de salir a escondidas de una zona para entrar en la otra de las dos en que quedó dividida España.
De las notas anteriores de ese mismo día proceden también el p/ 250 y el p/932.
El Obispo de Pamplona era don Marcelino Olaechea. Vid com/401 y 242. El Vicario General de que habla era don Juan José Santander Piernavieja (1874-1942), originario de Valladolid, que llegó a Pamplona en 1935 con don Marcelino, el nuevo Obispo. —Lo del «frente» hay que entenderlo en sentido muy amplio. En realidad el donativo formaba parte de la gran campaña «pro Iglesias devastadas» que la Diócesis de Pamplona había puesto en marcha a lo largo del año 1937 para enviar ornamentos y vasos sagrados para los templos destruidos o profanados en la zona republicana que iban siendo recuperados para el culto, pero también se enviaban a los capellanes castrenses que estaban en el «frente». En el Archivo Diocesano de Pamplona (caja 308) se conserva una excelente documentación sobre la materia. La campaña comenzó donando el Obispo su propio cáliz (vid com/401 nt 40). La campaña comenzó donando el Obispo su propio cáliz, que era el que le había regalado San Josemaría Escrivá con ocasión de su ordenación episcopal (vid com/401 nt 40). Hubo dos grandes exposiciones del material recogido (vid Diario de Navarra, 20-VII-1937 y 6-X-1938). En el Archivo Diocesano de Pamplona (caja 308) se conserva una excelente documentación sobre la materia. —En el Centro del Opus Dei en el que vivo, en Pamplona, calle Benjamín de Tudela 21, el cáliz para celebrar la Eucaristía es un cáliz sencillo y esbelto, con base de plata repujada de finales del XVI (con la marca de la ciudad de Pamplona del periodo correspondiente) y astil periforme, plateado, del XVIII. La copa en
cambio es moderna, también plateada, y se le debió agregar al restaurarlo, a la vez que esta inscripción en la base: «Donó Diocs Pamplona 1937». Según la Prof. Concepción García Gainza, Directora del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Navarra y del monumental Catálogo artístico de Navarra, a la que mostré la pieza de que hablamos, esa restauración pudo hacerse en el taller que a estos efectos funcionaba entonces en el Seminario. Lo que más le sorprendía –dijo– es no haber encontrado nunca en sus investigaciones una inscripción semejante. La cosa tiene su explicación, pues esos cálices no quedaron en Navarra sino que fueron «donados» a otras iglesias de España. El cáliz pudo llegar a su actual destino por regalo de la familia de algún sacerdote, antiguo capellán «en el frente»; o pudo ser adquirido en los años setenta del pasado siglo, cuando tantos objetos sagrados fueron a parar a manos de anticuarios y revendedores; en todo caso, no se ha podido establecer el proceso de adquisición. Para la Prof. García Gainza, ese cáliz bien pudo ser uno de aquellos veinticinco que besó San Josemaría.
439 Msb
PredicHond, «La tribulación de la guerra», 9-IV-1937, pg 36; IV. Vid Lucas F. Mateo-Seco, «Sapientia Crucis. El misterio de la Cruz en los escritos de Josemaría Escrivá de Balaguer», en Scripta Theologica 24 (1992) 419-438; especialmente 436-438.
EjEsp, Plática «Espíritu de mortificación y penitencia», Vitoria 24-VIII-1938; guión nº 117.
EjEsp, Meditación «Pasión», Vitoria 24-VIII-1938; guión nº 109.
71b Cuaderno IV, nº 403, 20-XI-1931, que pasa a Forja, 768.
«Piedra de toque» es la piedra –de ordinario jaspe granoso– con que los joyeros hacían el «toque» del oro o la plata para asegurarse de su calidad. No he encontrado la expresión en otros textos del Autor anteriores al que comentamos. Dos veces en textos sin fecha pero casi simultáneos: «La abnegación, la inmolación de sí mismo es la piedra de toque de la verdadera virtud» (Meditación titulada «Espíritu de sacrificio»; guión nº 134). «Contigo, sin ti, a pesar de ti. ¿Apóstol de pata libre? La piedra de toque: obediencia al Ordinario» (meditación a sacerdotes; guión nº 147).