La Iglesia
Este cap –breve: once puntos, todos menos uno de nueva creación en Burgos– y los dos siguientes, como hemos dicho en la Introd a esta Segunda Parte, no estaban en Cec. Son fruto de la reelaboración del conjunto que el Autor realiza al preparar el texto definitivo del libro. De la Virgen Madre –que cierra la Parte Primera– pasamos a la consideración de la Iglesia en tres caps («La Iglesia», «Santa Misa», «Comunión de los Santos»), que tienen esta secuencia espiritual: la Iglesia Madre, la Iglesia Eucaristía, la Iglesia comunión y fraternidad.
El presente cap, –ya lo apuntamos– muestra cómo la Unam Sanctam confesada en el Símbolo de la Fe (p/517) es el entramado de la vivencia eclesiológica de C. Guarda a la vez este cap un cierto paralelismo con el precedente, dedicado a la Virgen María : la Iglesia, como María, es para los cristianos, ante todo, Madre. La Iglesia que confesamos y «saboreamos» (p/517) en el Símbolo es, en efecto, «mi Madre la Iglesia Santa» (p/518). El Autor ve esa maternidad ante todo en la Liturgia sacramental (p/521-524 y 527) y especialmente en la Eucaristía, que es ya el tema del siguiente cap («Santa Misa»).
517* «Et unam, sanctam, catholicam et apostolicam Ecclesiam!...» ―Me explico esa pausa tuya, cuando rezas, saboreando: creo en la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica...
Original sobre una octavilla en blanco, trazos fuertes y enérgicos. Podría ser de las escritas en los días finales de la redacción. Sin interrelación documental conocida.
La Iglesia es para el Autor como el «hábitat» de su relación con Dios y de su alegría, una realidad que se saborea en la confesión de fe. El lugar por excelencia de esa vivencia espiritual era para él la recitación del Credo –del Símbolo Niceno Constantinopolitano– en la celebración de la Eucaristía.
Testimonios muy variados hacen pensar en el carácter autobiográfico del punto. «Siempre iba deprisa... –testifica una Dama Apostólica – excepto al celebrar la Santa Misa. Al celebrar la Santa Misa lo hacía siempre con pausa; y recuerdo bien que se detenía en algunas palabras de determinadas partes del Sacrificio –el Credo, por ejemplo– como paladeándolas».
En sus notas de los EjEsp de Pamplona encontramos uno de los pocos apuntes explícitos que tenemos sobre lecturas suyas de tipo espiritual y teológico. En esta ocasión dice:
«Como lectura espiritual, he tomado uno de los libros que me preparó el Sr. Obispo: Ma Messe. Mon bréviaire. Mon oraison, publicado por ‘Archiconfrérie de l’Évangile dans la Vie. 18, Rue d’Armaillé, Paris-17’. Apunto detalladamente, porque quiero comprarlo más adelante. Es el libro que yo buscaba, hace años, para embeberme en la liturgia de la Santa Misa. Hago esta afirmación, que espero no rectificar, cuando sólo he leído los preliminares . Monseñor me dijo que se lo habían recomendado, pero que aún no lo había leído: me lo dio sin abrir. He de ponderárselo, para que también lo lea» .
No sabemos nada más de este libro en la vida de Josemaría Escrivá, qué impresión sacó de su lectura, si efectivamente lo compró. En todo caso no está entre los libros que quedaron de aquellos años. Es un libro altamente piadoso, de una teología sólida y contemplativa, escrito por un joven sacerdote francés , que tiene una vivencia semejante a la del Autor de C: «J’aime alors [al rezar el Credo en la Misa] à me renouveler dans mon esprit écclesiastique, catholique: Et unam, sanctam, catholicam, et apostolicam Ecclesiam» .
Con todo, nos parece que esta octavilla y la siguiente, de idénticas características grafológicas y de contenido –responden a un mismo «élan» espiritual– las redactó el Autor con ocasión de repasar sus guiones de predicación y encontrar este apunte:
«Devoción al Papa y amor a la Iglesia: et unam, sanctam...» .
518* ¡Qué alegría, poder decir con todas las veras de mi alma: amo a mi Madre la Iglesia santa!
Texto escrito sobre una octavilla en blanco, trazos fuertes y enérgicos. Vid com/517. En C, y en los escritos de esta época, la Iglesia es, para el Autor, ante todo, Madre . Por eso, el cristiano ama a la Iglesia. En una meditación predicada en 1935 a las alumnas de la Institución Teresiana, el Autor decía:
«Ecce Mater tua. ¡María Inmaculada, mi Madre! 3 madres: Ella, la Iglesia y la que me dio el ser. Si preguntáramos a un alma enamorada... Tres amores que son un amor purísimo» .
Resuena aquí, como en todo el cap, el sentido gozoso de la maternidad virginal de la Iglesia, tan característico de la teología de los Padres:
«A vosotros, a quienes estoy hablando, que sois miembros de Cristo, ¿quién os ha dado a luz? Oigo la voz de vuestro corazón: la Madre Iglesia. Esta Madre santa, honorable, semejante a María, da a luz y es virgen» .
519* Ese grito —«serviam!»— es voluntad de «servir» fidelísimamente, aun a costa de la hacienda, de la honra y de la vida, a la Iglesia de Dios.
Ficha Drv. Texto escrito sobre una media cuartilla, aprovechada de lo que empezó a ser un guión de meditación para los EjEsp de Vergara (septiembre de 1938), en cuyo dorso se lee: «Espíritu de carid[ad]».
A la Iglesia a la que se ama, se la sirve como un buen hijo. El Autor lo expresaba con lenguaje castizo en carta de la época a Casimiro Morcillo, sacerdote amigo suyo que moriría siendo Arzobispo de Madrid:
«No te olvides, Casimiro, de mi gente. Dile a nuestro Jesús que les dé un fuerte amor a la Santa Iglesia, para que siempre la sirvan –serviam!– ‘sin sardina interpuesta’ . Nunca tendremos sardina, a la que aplicar el ascua» .
Tanto en la carta a Morcillo como en el punto de C el trasfondo es el mismo: la costumbre de los fieles del Opus Dei, al levantarse del lecho por las mañanas, de besar el suelo de rodillas, en señal de humildad, mientras dicen al Señor: «Serviam!». El texto de C debe ser casi simultáneo a la carta citada. En ambos, el «serviam!» aparece no en clave teo-lógica, sino eclesiológica13b. Por lo demás, en el punto de C parece haber una resonancia literaria del Maestro Ávila, que en una carta conocida con el nombre de Doctrina admirable escribe:
«... entonces entenderéis que el sentimiento o llamamiento es de Dios, cuando le respondiéredes con el cumplimiento de su divino querer, aunque sea con riesgo de la hacienda, vida y honra» .
A mi entender, posterior a este punto de C es la carta circular que escribió San Josemaría a todos los fieles del Opus Dei el 9-I-1939, en la que les hablaba de una entrega total a este servicio y glosaba esos tres mismos conceptos, pero alterada la secuencia, que ahora es honra, hacienda, vida:
«la honra de vuestro apellido y de vuestro prestigio social y profesional, gustosamente puesta –sin salvedades– al servicio de Dios en su Obra: vuestra hacienda, entregada sin reservas: toda vuestra vida –entendimiento, corazón, actividad– metida en el único camino, que es el del cumplimiento de la Santa Voluntad de Dios, sintiéndoos felices de sacrificaros con tal de que la Obra sea un hecho en el mundo, para toda la gloria de Dios» .
520* Católico, Apostólico, ¡Romano! —Me gusta que seas muy romano. Y que tengas deseos de hacer tu «romería», «videre Petrum»1, para ver a Pedro.
Octavilla Drv. Texto escrito sobre una media cuartilla, trazos fuertes y enérgicos, en cuyo dorso se lee, de mano del Autor, lo que parece el encabezamiento de una carta: «llo Díaz de Sollano» . Es interesante notar que cuando escribe este punto no había estado todavía en Roma y no había visitado por tanto la sede de Pedro. El punto expresa la vivencia interior del Autor y, por supuesto, el mensaje que envía a los lectores.
En 1933 Isidoro Zorzano, con el ánimo y el apoyo del Autor, había peregrinado a Roma –desde Málaga, donde trabajaba– con ocasión del Jubileo. Zorzano escribe a San Josemaría durante el viaje, antes de llegar: «pasaremos a Roma, objetivo del viaje; nos agregaremos a alguna peregrinación para visitar al Santo Padre y ganar el Jubileo Santo; […] vivir los primeros tiempos de la vida del cristianismo; en el Coliseo, al mismo tiempo de rezar a los santos mártires, cuya sangre derramada ha sido la savia que ha desarrollado nuestra fe y cimentado la primera era cristiana» . Antes, recién llegado a Madrid, hojeando ejemplares del Boletín de la Diócesis, bien pudo encontrarse con este texto del Obispo Eijo y Garay:
«¡Videre Petrum!... ¡Ver al Vicario de Jesucristo en la tierra y con luz de fe en las pupilas y acentos de ternura y sinceridad filial en los labios, expresarle la inquebrantable adhesión, el fervoroso amor, la rendida obediencia, la firmeza intrépida, la docilidad más sumisa del Pastor y de toda la fidelísima grey matritense al Supremo Pastor de la Santa Iglesia Católica! ¡Felices instantes, que bastan ellos solos para endulzar todos los desvelos y amarguras del ministerio episcopal!» .
«Que seas muy romano». Cristo, dirá el Autor años más tarde, «nos convierte en familia, en Iglesia, una, santa, católica, apostólica y romana, que para nosotros es tanto como universal»18b. Romano, en el sentido que expresa poéticamente el Dante:
«Qui sarai tu poco tempo silvano;
e sarai meco sanza fine cive
di quella Roma onde Cristo e romano»18c.
521* ¡Qué bondad la de Cristo al dejar a su Iglesia los Sacramentos! —Son remedio para cada necesidad.
—Venéralos y queda, al Señor y a su Iglesia, muy agradecido.
Octavilla de la pequeña serie Ah, posterior por tanto al 20-XII-38.
La Iglesia, que es Madre (vid p/518), ejerce esa maternidad sobre todo, según el Autor, en los sacramentos. Ante esa realidad, el Autor tiene una actitud de agradecimiento a Cristo y derivadamente a su Iglesia. «Venéralos». Ya se entiende que la veneración a los sacramentos es veneración a la presencia del Señor de la Iglesia que actúa en ellos. En el punto siguiente se repite esta idea. La redacción de la octavilla pudo partir de este apunte:
«Motivos de Amor: El. –Su Madre (desde el árbol de la Cruz...).–La Santa Iglesia.–Los sacramentos (describir), remedio para cada necesidad» .
522* Ten veneración y respeto por la Santa Liturgia de la Iglesia y por sus ceremonias particulares. —Cúmplelas fielmente. —¿No ves que los pobrecitos hombres necesitamos que hasta lo más grande y noble entre por los sentidos?
Éste es el único punto de este cap que procede del impreso de Cuenca. Estaba situado casi al final del libro, en el cap «El Apostolado». Había sido escrito el 9-III-1933 y se encuentra en el Cuaderno VI, nº 941:
«Ten veneración y respeto por la santa Liturgia de la Iglesia y por nuestros ritos particulares. Cúmplelos fielmente. ¿No ves que los pobres hombres necesitamos que hasta lo más grande y noble entre por los sentidos?».
Como se ve, ya en la edición de Cuenca, el Autor cambió la expresión «nuestros ritos particulares» por «sus ceremonias particulares» (vid apcrít). Al pasar el punto al texto impreso y darlo a leer a todos hizo ese leve cambio redaccional para incluir todas las ceremonias (más exacto que ritos) particulares que hay en la Iglesia. Ante ellas, como ante la Liturgia, la actitud que recomienda el Autor a todos los cristianos es «veneración y respeto».
523* Canta la Iglesia —se ha dicho— porque hablar no sería bastante para su plegaria. —Tú, cristiano —y cristiano escogido—, debes aprender a cantar litúrgicamente.
Texto sobre octavilla Bl. La Liturgia, desde los primeros años de su sacerdocio, era uno de los grandes centros de interés vital –espiritual y doctrinal– del Autor de C. En 1931 escribía en su Cuaderno:
«Esta mañana pedí a Jesús –no le pedí, digo mal– expuse a Jesús mis deseos de prepararme muy bien, durante el Adviento, para cuando el Niño venga. Le dije muchas cosas, entre ellas que me enseñe a vivir la Liturgia sagrada. Pensé que mi alma es una tierra sedienta y me entusiasmó leer en la communio de la Santa Misa: Dominus dabit benignitatem, et terra nostra dabit fructum suum. Señor, Jesús: que el pobre erial de mi alma, henchido de tu gracia dé su fruto para la Vida eterna. –Y me confundí, lleno de agradecimiento, cuando recité en prima el salmo Confitemini Domino (Ps. 117)..., expresión fiel de lo que podría cantar cada uno de los que hasta ahora has escogido para tu Obra» .
Entre los papeles del Archivo correspondientes a esta época encontré una cuartilla, escrita en vertical, que parecía ser la fuente literal de este punto . Se trata de una nota manuscrita del Autor junto con otras indicaciones bibliográficas sobre Liturgia y canto litúrgico, sin fecha. Allí se lee:
«L’Église chante parce que parler ne suffirait pas à l’élan de sa prière, et ce chant est sa prière».
Al margen está lo que parece ser la referencia bibliográfica de este texto:
«Bulletin Paroissial Liturgique, Abbaye de Saint-André par Lophem-lez-Bruges, Belgique».
No apuntó número y página. El texto da la impresión de ser una cita literal . En todo caso, se mueve en la tradición agustiniana del «Cantare amantis est» y del antiguo proverbio «Qui bene cantat bis orat» .
524* ¡Hay que romper a cantar!, decía un alma enamorada, después de ver las maravillas que el Señor obraba por su ministerio.
—Y yo te repito el consejo: ¡canta! Que se desborde en armonías tu agradecido entusiasmo por tu Dios.
Texto escrito sobre una octavilla Re. Pienso que esa «alma enamorada» es el propio Autor en las primeras experiencias de su ministerio sacerdotal. En Perdiguera (Aragón), donde ejerció tareas de párroco en 1925, celebraba «Misa cantada» todos los días... Algunas notas de sus Cuadernos:
«Recibí la bendición con el Ssmo., en la iglesia de Jesús , y al comenzar inmediatamente la antífona y el primer salmo de Laudes, lo repetí tres veces porque era como un grito de mi alma: «Iubilate in conspectu regis Domini. Cantate Domino canticum novum» (ps. 97)...» .
«Hoy dije a D. Lino –y le pareció muy bien– que debe cantarse solemnemente la Salve a Nuestra Señora todos los sábados. Así se hará en las casas de la Obra de Dios sin excepción» .
El entusiasmo del Autor por la Liturgia y el canto litúrgico se traduce en una comprensión de la oración litúrgica como fuente de oración personal: vid p/86.
«Romper a cantar». La expresión ya apareció en p/298. ¿Arrancarán ambos puntos de una misma experiencia?
525* Ser «católico» es amar a la Patria, sin ceder a nadie mejora en ese amor. Y, a la vez, tener por míos los afanes nobles de todos los países. ¡Cuántas glorias de Francia son glorias mías! Y, lo mismo, muchos motivos de orgullo de alemanes, de italianos, de ingleses..., de americanos y asiáticos y africanos son también mi orgullo.
—¡Católico!: corazón grande, espíritu abierto.
Texto escrito sobre una octavilla Re. No he encontrado documentos interrelacionados con él. El contexto de este punto es el fuerte desarrollo de los nacionalismos en el escenario europeo de la época, especialmente el que se forjaba de manera creciente, durante la guerra civil española, en la llamada zona nacional, donde vivía mientras escribía C . «Católico», entre comillas. No está diciendo el Autor lo que es ser católico, en el sentido de miembro de la Iglesia Católica, sino nombrando algunas implicaciones sociales del estilo de vida propuesto en el Evangelio y predicado por la Iglesia. Se refiere concretamente al «espíritu universal» –«católico»– que es propio de los cristianos, que debe llevarles a superar todo nacionalismo: a amar, ciertamente, la propia Patria como el que más y, a la vez, sentir como propias tantas «glorias» y «motivos de orgullo» de todas las Patrias del mundo. La apertura de espíritu, para el Autor, es connatural al carácter «católico» de la Iglesia.
526* Si no tienes veneración suma por el estado sacerdotal y el religioso, no es cierto que ames a la Iglesia de Dios.
Texto escrito sobre una octavilla Re, también sin interrelación documental. La veneración a los sacerdotes fue objeto de varios puntos (vid especialmente p/74) en el cap «Dirección». El Autor se dirige en C, de manera directa, a laicos, ante los que ahora pone delante las otras dos «posiciones eclesiológicas» que se dan en la Iglesia y que distingue netamente: los sagrados ministros y los religiosos . El Autor ve en la «veneración» a ambos «estados» un signo del amor a la Iglesia. La eclesiología actual ha puesto especialmente de manifiesto cómo a la Iglesia no se la puede comprender (y amar) si no se comprenden (y aman) las distintas posiciones eclesiológicas y se capta su mutua complementariedad.
527* Aquella mujer que en casa de Simón el leproso, en Betania, unge con rico perfume la cabeza del Maestro, nos recuerda el deber de ser espléndidos en el culto de Dios.
—Todo el lujo, la majestad y la belleza me parecen poco.
—Y contra los que atacan la riqueza de vasos sagrados, ornamentos y retablos, se oye la alabanza de Jesús: «opus enim bonum operata est in me» —una buena obra ha hecho conmigo1.
Texto escrito sobre una octavilla Not: por tanto, en XII-38 ó I-39. El punto se forja redaccionalmente en el repaso de los guiones de predicación. Leemos:
«Matth. XXVI, 6-13. En Betania, en casa de Simón el Leproso, ‘accessit ad eum mulier (Maria, Joann XI, 2) habens alabastrum unguenti pretiosi et effudit super caput ipsius recumbentis’. ¡Otra vez el amor! ‘Ut quid perditio haec?’ –La riqueza del culto... Esa indignación de los discípulos... ‘Opus enim bonum operata est in me’» .
Esta convicción de la necesidad de ser espléndidos en el culto litúrgico fue una constante a lo largo de toda su vida. Su manera de argumentarla puede guardar relación con el libro del cartujo P. Antonio Molina llamado Instrucción de sacerdotes, un clásico de la espiritualidad sacerdotal, que manejó abundantemente, al menos, en Burgos. Vid sobre el tema y el libro com/530. El texto que cierra el cap sobre la Iglesia retorna, como vemos, al culto y a la Liturgia y da así entrada al cap sobre la Sagrada Eucaristía.
Cap 22 22 [Msb: 161]. La Iglesia, 517-527 [1 de Cec + 10 de Msb] C || Cap nuevo + cd/432 Cec
Vid lo que se dijo en IntrodGen § 11, 3, a sobre el cap 21 («La Virgen») y su relación con éste. —Dos estudios sobre el tema con ocasión del Centenario de Josemaría Escrivá: Fernando OCÁRIZ, «La universalidad de la Iglesia», en AA. VV., La grandezza della vita quotidiana. Vocazione e missione del cristiano in mezzo al mondo, vol I, Università della Santa Croce, Roma 2002, pgs 125-139; Pedro RODRÍGUEZ, La comprensión de la Iglesia en “Camino”, ibidem, vol IV, Roma 2003 (en prensa). Anterior a la edición crítica: Gonzalo ARANDA - José R. VILLAR, «El amor a la Iglesia y al Papa en ‘Camino’», en Estudios sobre ‘Camino’, 1988, pgs 213-237.
517 Msb
Conversación con Mercedes Sagüés, Superiora de las Damas Apostólicas de Bilbao, tenida por Pilar Useros y Ana Sastre en agosto de 1975, y transcrita y firmada en Madrid, en 26-IX-1975; AGP, sec A, leg 100-50, carp 3, exp 4. —Mercedes Sagüés Garjón (1904-1986), natural de Pamplona, conoció al Autor en 1927, cuando fue nombrado Capellán del Patronato de Enfermos. Mercedes trabajaba como Auxiliar de las Damas Apostólicas desde 1924. En 1929 se incorporó a la Comunidad. En agosto de 1975 era Superiora de las Damas Apostólicas de Bilbao. La religiosa participó en la Misa que celebraba el Autor en el Patronato entre los años 1927 y 1931.
«Préliminaires»: pgs 11-13. Allí, efectivamente y nada más empezar, se encuentra algo gratísimo al Autor de C: «La Messe est au centre de ma vie sacerdotale» (pg 11). El autor anónimo de Ma Messe escribirá más adelante comentando el Supplices: «J’ai là une preuve de cette vérité, que je peux ramener toute ma vie spirituelle à ma Messe, tout faire converger vers ce centre et y puiser tout ce qui fait l’union à Dieu et la sainteté» (pg 163; subrayado del original francés).
Marcelino Olaechea, Obispo de Pamplona.
Apínt, nº 1424. La lectura de San Josemaría de libros sobre la Santa Misa cada año se intensificaba con ocasión de sus EjEsp. En sus notas de los de 1934 se lee: «La Santa Misa: Llegué a la capilla, con un libro –que me parece estupendo– para meditar el Sto. Sacrificio. Encontré todo a oscuras, tan recogido y en condiciones para charlar con mi Jesús, que, como el orden de sumandos no altera la suma, en este plan mío, en vez de meditar con libro sobre la Sta. Misa, he hecho oración, a mi modo pueril, sobre la mortificación interior y exterior» (Apínt, nº 1761. Jueves, 19-VII-1934). No sé cuál sería ese libro que obtuvo ese calificativo tan claro: «estupendo».
Era sacerdote diocesano y escribió estas notas de reflexión personal durante la guerra del 14. Siempre se negó a publicarlas. Llegaron a manos de l'abée Fréderic Lamy, que después, siendo Obispo de Meaux y tras la muerte del sacerdote –que permanece anónimo–, las dio a la imprenta. Los datos del ejemplar que he usado son: Ma Messe. Mon bréviaire. Mon oraison, 2ª ed, Paris 1935, Lettre préface de S. Exc. Mgr Lamy, Évêque de Meaux, Col. A.M.D.A., Archiconfrérie de l’Évangile dans la Vie. 18, Rue d’Armaillé, Paris-17. La primera edición fue también de ese mismo año. El «Bulletin Paroissial Liturgique» (vid com/523), en su número de agosto y en una recensión de ocho páginas, dice del autor que tiene «une attitude d´âme digne de la plus antique tradition chrétienne», y del libro, que «prouve clairement combien les grands principes de la Liturgie sont les ‘sources du véritable esprit chrétien’».
Ma Messe. Mon bréviaire. Mon oraison, 1935, pg 85.
EjEsp, Plática «Espíritu apostólico», Vitoria 20-VIII-1938; guión nº 111.
518 Msb ||| amo a] seq la Santa Msb del || santa Msb add] de Dios Msb del
En C, el Autor contempla a la Iglesia, en su dimensión de fraternidad, sobre todo a través de la «communio sanctorum». Vid cap «Comunión de los santos».
EjEsp, Plática «La Santísima Virgen», Madrid enero-1935; guión nº 20.
San AGUSTÍN, Sermón 72 A, 8; BAC 441, 1983, pg 268.
519 Msb
«Sin sardina interpuesta». Alusión al proverbio español «arrimar el ascua a su sardina». El Autor deseaba que se sirviera a la Iglesia sin esperar satisfacción de intereses personales: «sin sardina interpuesta».
Carta de Josemaría Escrivá a Casimiro Morcillo, Burgos 4-X-1938; EF 381004-1.
13b Digo esto porque en San Josemaría los contextos más originarios del grito Serviam! –en íntima relación con el acontecimiento del 2 de octubre de 1928 («los mandatos sublimes que Cristo mismo ha puesto en mi corazón» (texto en com/493)– son radicalmente teo-lógicos: «¡Te serviré, oh Dios!» (texto en com/413 nt 60. Vid. también el importante pasaje citado en com/11 nt 31.
SAN JUAN DE ÁVILA, Epistolario: Carta 184; BAC 313, 1970, pg 646, lín 336-339. El subrayado es mío.
Carta circular de Josemaría Escrivá a los fieles del Opus Dei, Burgos 9-I-1939; EF 390109-1. La idea y las expresiones de este p/519 las encontraremos de nuevo en Forja, 584: la secuencia es, como en C, «hacienda - honra - vida».
520 Msb |||| 1 Ga 1, 8
La otra mitad, en la que se lee: «Álvaro del Porti», sirve de soporte al p/991. El error que llevó a desechar la cuartilla es, sin duda, el haber advertido que el segundo apellido es «Diez» y no «Díaz», como escribió erróneamente el Autor.
Carta de Isidoro Zorzano a Josemaría Escrivá, Málaga 22-VIII-1933; IZL, Epistolario, 41.
Boletín Oficial de la Diócesis de Madrid-Alcalá, 16 de mayo de 1925, suplemento al nº 1391, pgs 2-3. ―La expresión «videre Petrum» sigue siendo tradicional para expresar el sentido de la visita «ad limina Apostolorum» que hacen a Roma los Obispos de la Iglesia Católica. Así se expresaba un grupo de Obispos greco-católicos: «Ormai nella prossimità del grande Giubileo, veniamo ‘videre Petrum’» (Servizio Informazioni Chiese Orientali, anno 1998, pg 63).
18b Conversaciones, 123.
18c Divina Commedia, Purgatorio, cant 32, versos 106-108; Obras completas de Dante Alighieri, BAC 157, 2ª ed, Madrid 1965, pg 356.
521 Msb ||| Cristo] Cristo, Msb Txm
EjEsp, Meditación «Amor de Dios», Vitoria 25-VIII-1938; guión nº 113.
522 Apínt Cem33/262 Cec/101.1-Ceb/432 ||| sus ceremonias] nuestros ritos Cem || pobrecitos Txm C] pobres Cem Cec
Futuros puntos de C transcritos ese día: 922, 522, 738, 258, 259, 941a, 949, 265, 80, 79, 189, 559, 90.
523 Msb ||| Canta la Iglesia Msb add] La Iglesia canta Msb del || bastante] bastante, Msb Txm
Apínt, nº 431, 29-XI-1931. Hay diversos testimonios del interés que suscitaba entre los alumnos de la Academia DYA y de la Residencia de Ferraz el Curso de Liturgia y Canto litúrgico que promovía el Autor y que estaba a cargo del sacerdote don Blas Romero, adscrito, en esos años, a la parroquia de Santa Bárbara, de Madrid. ―Blas Romero Cano (1882-1962), natural de Membrilla (Ciudad Real), ordenado sacerdote en 1907, se trasladó en 1921 a Madrid, donde fue, desde 1929, capellán coadjutor de la parroquia de Santa Bárbara. Allí conoció al Fundador, pues en el territorio de esta parroquia estaba el Patronato de Enfermos. Participó en los medios de formación para sacerdotes que Josemaría Escrivá impartía los lunes (la Conferencia sacerdotal). Al instalarse la Academia DYA (y más tarde la Residencia) se encargó de las clases de canto de los universitarios que frecuentaban aquel centro.
AGP, sec A, leg 50-13, carp 2, exp 2. Se trata de un pequeño legajo titulado «Apuntes para pláticas y meditaciones».
La cita literal no se encuentra en el «Bulletin Paroissial Liturgique» (periodo 1919-1938). Debo el dato al teólogo Dr. Pierre François, Leuven, que me transmite este texto del vol 7 (1925) pg 231: «Un sentiment puissant n’est jamais muet; il s’extériorise, et les moyens ordinaires ne suffisant pas, il se surprend à chanter. (...) l’élan pieux qui saisit chacun des membres de la famille chrétienne (...) Quand vous chantez, c’est la grande voix de l’Église universelle que vous empruntez. (...) votre prière chantée...». Se trata de un discurso de Mons. Ladeuze, Rector de la Universidad de Lovaina, en una Jornada Gregoriana organizada en Lodelinsart (Bélgica) el lunes de Pascua del año 1925.
«Cantar es propio del que ama»: San AGUSTÍN, Sermón 336, 2; BAC 448, 1984, pg 758.
Cfr Introductio Generalis Missalis Romani, n 19, Missale Romanum cum lectionibus, editio iuxta typicam alteram, Libreria Editrice Vaticana, 1977, I, pg 24.
524 Msb
Jesús de Medinaceli, de los capuchinos, iglesia de Madrid ya aludida en com/86.
Apínt, nº 415, 26-XI-1931. El párrafo completo del Cuaderno puede leerse en com/850.
Apínt, nº 453, 4-XII-1931. Desde entonces –sin excepción, efectivamente– el cántico del Salve Regina (o de otra antífona mariana, según el tiempo litúrgico) es una realidad los sábados en todos los centros del Opus Dei en el mundo. ―Don Lino Vea-Murguía (1901-1936) conoció al Autor en 1931. Era uno de los sacerdotes que participaban en la «conferencia sacerdotal de los lunes» (vid com/386) que organizó el Autor en aquellos años. Murió fusilado durante la persecución religiosa, en agosto de 1936.
525 Msb
Durante toda su vida –no sólo en el contexto de C–, el Autor predicó la virtud del patriotismo, el amor a la patria, a la vez que señalaba el nacionalismo que discrimina y excluye como una actitud incompatible con el sentido humano y cristiano de la convivencia cívica.
526 Msb ||| y el religioso Msb add] y religioso Msb del
Los religiosos y, en un sentido más abarcante, lo que hoy se llama la «vida consagrada». Sobre los «estados», vid Juan FORNÉS, La noción de ‘status’ en Derecho Canónico, Eunsa, Pamplona 1975.
527 Msb ||| mujer] mujer, Msb Txm || Todo el lujo Msb add] Toda la riqueza Msb del || los que atacan] praec todos Msb del |||| 1 Mt 26, 6-13; cfr Mc 14, 3-9 y Jn 12, 1-8
EjEsp, Meditación «María de Magdala», Vitoria VIII-1938; guión nº 119.