Santa Misa
En el corazón de la Iglesia y del «camino» está la Santa Misa, «Sacrificio Santísimo del Altar» (p/530). Éste es el tema del presente cap, redactado casi enteramente en Burgos (de los dieciséis puntos sólo tres proceden de Cec). De la lectura de los textos –como sucede en general en todos los caps– se deduce que el Autor presupone en el lector la catequesis fundamental sobre el tema. Siguiendo su estilo habitual –personalista, dialógico, incitante–, no dedicará estos breves puntos a «considerar» la doctrina sobre el sacrificio y el culto, sino su sentido espiritual. En todo caso, aquí aplica de manera muy clara el método que prometió al lector en el prólogo: «Voy a remover en tus recuerdos, para que se alce algún pensamiento que te hiera». Por eso salta inmediatamente al centro de la piedad y del misterio eucarístico, buscando «herir» al lector con la presencia de Cristo, que vive personalmente en su Iglesia. El tema del cap es, en efecto, la autodonación de Jesús en el Sacrificio, en la Comunión, en el Sagrario de nuestros templos: «Comunión, unión, comunicación, confidencia: Palabra, Pan, Amor» (p/535).
528* Una característica muy importante del varón apostólico es amar la Misa.
El Autor comienza el cap con uno de los tres puntos procedentes del impreso de Cuenca, en el que afirma la importancia de la Santa Misa –en concreto del amor a la Misa– en la vida ordinaria de un cristiano con vibración apostólica.
Ya en abril de 1932 había escrito en su Cuaderno la doctrina de este punto en forma de plegaria a Dios:
«Señor: que todos tus hijos, especialmente los sacerdotes, amen la Misa» .
Sin embargo no es esta oración la matriz inmediata del punto. De serlo, hubiera estado el punto en Cem32 y no, como de hecho está, en Cem33. Redaccionalmente parece claro que el Autor partió de esta otra anotación, que encontramos muy avanzado el Cuaderno VI (nº 913) y dice así:
«Día 25 de enero de 1933: La característica, una característica muy importante del socio Sac., es amar la Misa».
El origen redaccional del texto tiene su interés. La nueva nota está redactada pensando en los sacerdotes del Opus Dei, pero no es una «consideración» autónoma sino una reflexión que reafirma lo que escribió en el Cuaderno anterior, ahora aplicado a los sacerdotes con ocasión de narrar una hermosa anécdota, que es propiamente lo que quiere relatar. El texto, en efecto, continúa:
«Nada me extrañó [lo] que, hace unos días, me decía una religiosa: ¡qué santo era el Sr. Somoano! ¿Le trató Vd. mucho?, le pregunté. No –me dijo–, pero le oí una vez decir la Misa» .
Al releer su Cuaderno para preparar el segundo bloque de cuartillas a velógrafo, el Autor se encuentra con el texto transcrito y decide incorporarlo. Con la modificación que refleja el apcrít restituye la doctrina del texto a su origen redaccional . Finalmente, en el borrador del impreso de Cuenca hace una transformación semejante a otras muchas del libro, para que la «tesis» aparezca en toda su universalidad.
Como decíamos al introducir el cap, Escrivá parte de que su interlocutor ya conoce lo principal de la doctrina católica acerca de la Celebración eucarística. Ni una palabra en el texto sobre lo que es la Santa Misa. Esto, como digo, se presupone: la Misa se entiende en C como «el Sacrificio Santísimo del Altar», según se lee en el p/530 . Pero esto, «doctrinalmente», se da por sabido. El Autor va a que se haga vida la doctrina. Doctrina y vida eucarística en las que, por otra parte, profundizaba con el estudio y la oración, como hemos visto al comentar el p/517. Para mí lo notable de este cap es la fuerte conexión que Escrivá muestra tener, ya en los años 30, con importantes dimensiones del Movimiento litúrgico europeo5b. Pienso, sobre todo, en la convicción «mistagógica» del Autor, subyacente a todo el cap: es la celebración misma de la Eucaristía –los ritos de la Misa, celebrados y vividos con profundidad– la más elocuente catequesis del misterio eucarístico. También por esto la Misa es algo esencial ¡para los fieles! Hay dolor detrás de esta anotación de octubre del 38:
«¡Catedral de Burgos! Mucho clero: el arzobispo, el cabildo de canónigos, los beneficiados, cantores, sirvientes y monagos... Magníficos ornamentos: sedas, oro, plata, piedras preciosas, encajes y terciopelos... Música, voces, arte... Y... ¡sin pueblo! Cultos espléndidos, sin pueblo. Catedral de Burgos» .
Ese amor a la Misa de que se habla en este punto es efecto y causa a la vez de lo que el Autor, en una ficha contemporánea a estas «gaiticas», llama «asistencia consciente a la Santa Misa», que explica así:
«El cristiano que se aísla en una piedad privada, no participa como conviene de la corriente santificadora de la Iglesia (vid y sarmientos). El sacrificio es ofrecido a Dios juntamente por el sacerdote y los fieles […]. Los fieles son oferentes y ofrendas al mismo tiempo: ofrecen a Dios el sacrificio de Cristo, y se ofrecen con Cristo, de modo que es el sacrificio de Cristo y de todos» .
Todo esto arranca ya del punto de cierre del cap anterior y se prolonga especialmente en los p/529, 530 y 543.
529* La Misa es larga, dices, y añado yo: porque tu amor es corto.
Segundo de los puntos procedentes de la edición de Cuenca. No pasó por el velógrafo, pues es de 14-II-1934 . Tenor literal idéntico, con este colofón: «O.c.P.a.I.p.M.» .
Al año siguiente (enero de 1935) predicaba sobre la Eucaristía:
«La Santa Misa... Asisten los ángeles... ¿Y los hombres? fuera el libro de Misa, si no es un Misal litúrgico. Toda la vida cristiana: Introibo... Confiteor... Osculos. Introito y gloria... Kiries... Oraciones... Epístola... Munda cor meum: Evangelio (besarlo). Credo. Ofertorio, lavabo, Orate fratres... Sanctus (et ideo) Canon (Clementissime Pater... Per Jesum...) Memento vivos... Consagración. Memento ... Per Ipsum omnis. Pater noster... Comunión... Ultimas oraciones... Bendición... Ultimo Evangelio... Preces finales. ¿Misa corta? ¡Que es Hijo de buena Madre! No amáis a Jesús, si no amáis la Misa... larga! Mi caso ...» .
Como se ve, la manera de «hablar» a los fieles sobre la Misa no es discursiva, sino «mistagógica»: desde los ritos . Vid com/530.
530* ¿No es raro que muchos cristianos, pausados y hasta solemnes para la vida de relación (no tienen prisa), para sus poco activas actuaciones profesionales, para la mesa y para el descanso (tampoco tienen prisa), se sientan urgidos y urjan al Sacerdote, en su afán de recortar, de apresurar el tiempo dedicado al Sacrificio Santísimo del Altar?
Texto escrito sobre una octavilla Bl.
Estos p/529 y 530 recogen convicciones muy profundas de San Josemaría, fruto de experiencia y estudio: la pausa, la actitud orante y adorante de celebrante y fieles en la liturgia de la Misa fue un tema vivísimo, siempre, en la historia personal del Autor.
En la tarde del día 21-X-1938, estando en Burgos, fue con tres o cuatro miembros del Opus Dei a visitar la Cartuja de Miraflores. Al volver, hicieron juntos un rato de lección espiritual, dirigió después la meditación y finalmente tuvieron una prolongada tertulia. Lo que ahora nos interesa es aquella lectura, que hay que poner en relación con este p/530. Leyeron unas páginas de un libro que el Autor de C conocía muy bien y que estaba manejando aquellos días. Me refiero a la célebre Instrucción de sacerdotes del cartujo del siglo XVI Antonio de Molina . Eran los caps 12-15 del tratado III , dedicados a la pausa y gravedad con que se ha de celebrar la Santa Misa, sin apresuramiento.
«El libro y el tema –escribe Eduardo Alastrué en el Diario de ese día–, muy interesante: duración de la misa. El autor desmenuza admirablemente la cuestión y quedamos perfectamente enterados, mejor dicho, confirmados en nuestra opinión de que el barullo, la prisa, el decir y hacer todo a medias, si son en las cosas corrientes un gran defecto, en el Santo Sacrificio son intolerables» . Las páginas del monje cartujo son, en efecto, piadosas, rigurosas y profundas. Así comienza el cap 12: «Es tan extremado y universal el abuso que hay en este tiempo acerca de decir la Misa acelerada y atropelladamente, que a los que lo miran con ánimos píos y religiosos les lastima mucho y quebranta el corazón» .
Lo que el P. Molina veía como algo tan «universal» en el siglo XVII, era igualmente una cuestión pastoral en la época de San Josemaría y así lo reflejó en este p/530, escrito por aquellos días sin duda, prolongando la preocupación reflejada en el p/529, ya incluido en la edición de Cuenca .
El día 23 de octubre tuvieron en la habitación del Hotel Sabadell un día de retiro espiritual, al que asistieron los tres recién llegados de la zona republicana y los tres habituales. Predicaba Josemaría Escrivá. En el Diario del pequeño grupo se relata detenidamente la jornada, el plan y el contenido de las meditaciones y se nos dice –por eso se trae aquí a colación– que la lectura espiritual se hizo de nuevo con el libro del P. Molina . Es muy coherente que terminaran de leer el tratado III, continuando donde se quedaron el día anterior. Ese final del tratado (cap XVI-XVIII, pgs 271-291) es una vibrante crítica al estado de abandono de muchas iglesias y al deterioro y suciedad de ornamentos y vasos sagrados. Texto digno de releerse. En esta línea se mueve precisamente el p/527.
531* «¡Tratádmelo bien, tratádmelo bien!», decía, entre lágrimas, un anciano Prelado a los nuevos Sacerdotes que acababa de ordenar.
—¡Señor!: ¡Quién me diera voces y autoridad para clamar de este modo al oído y al corazón de muchos cristianos, de muchos!
Texto escrito sobre una octavilla Bl. Posiblemente partiendo de este apunte de una de las meditaciones a sacerdotes de 1938:
«¡Tratádmelo bien! ¡Que es hijo de buena Madre!» .
El Autor explicó muchas veces en conversaciones y pequeñas tertulias que este Prelado era don Manuel González, beatificado por Juan Pablo II en Roma, abril de 2001 . San Josemaría lo trataba con la actitud filial que siempre tenía ante los Obispos , pero además lo veneraba por su vida santa y muy especialmente por su intensa devoción a la Sagrada Eucaristía. De él y de sus escritos utilizaba en su predicación anécdotas y expresiones. San Josemaría visitó frecuentemente a don Manuel durante la residencia de éste en Madrid (1932-35) –por orden de la Santa Sede–, al hacerse imposible su labor pastoral en Málaga .
No consta la vía por la que llegó al Autor el conocimiento del lance que se refleja en este punto. Pudo ser a través del citado secretario del Obispo, Fernando Díaz de Gelo, o de otra persona. Pero el relato del p/531 tiene un algo de cosa vivida, de emoción de testigo presencial. La cuestión es: ¿cuándo pudo asistir el Autor a una ordenación celebrada por don Manuel? En principio, parecía excluido: no, evidentemente, en Málaga; y tampoco en Palencia, donde no hubo ordenaciones los años 1938 y 1939, que son los años de Escrivá en Burgos. Pero resulta que don Manuel administró también la Ordenación sacerdotal en Madrid: el 15 de junio de 1935 ordenó presbíteros a 14 diáconos, que habían pedido ser ordenados por el ya célebre Obispo de Málaga en el exilio23b. Don Leopoldo Eijo y Garay, el Obispo de Madrid, accedió encantado.
Muy bien pudo asistir San Josemaría a esa ordenación. Fue una ordenación emocionante, según cuenta uno de los biógrafos del Obispo González: «Cuando concluyó la ceremonia y los nuevos presbíteros, que le habían acompañado hasta la sacristía, estaban en dos filas ante don Manuel, éste, con sorpresa de todos, recorrió las dos filas, se fue arrodillando ante todos y cada uno de los nuevos sacerdotes y les fue besando las manos. El Obispo ordenante ponía con unción el ósculo de sus labios, expresión de su corazón eucarístico, en aquellas manos que en adelante iban a consagrar a diario el pan y el vino de la Misa»23c.
Allí, en aquella sacristía, pudo escuchar Escrivá las palabras paternales del santo Prelado que iba besando las manos a aquellos jóvenes sacerdotes, mientras les decía: «tratádmelo bien...».
No obstante, no hay prueba documental. Desde el Archivo en el que se custodian los papeles y documentos del Beato Manuel González dicen: «No hemos encontrado en ningún sitio que esas palabras: ‘tratádmelo bien...’ las dijera a sacerdotes; sí nos consta con toda seguridad que las dijo a las primeras hermanas de nuestra Congregación cuando les dejó a Jesús Sacramentado por primera vez en el Sagrario de la comunidad» . Esa primera comunidad era la de la Casa de Nazaret de Málaga y el día, el 20 de enero de 1924. En la biografía de Campos Giles se describe así la escena: «Y cuando después de haber cerrado el Sagrario, ya lleno con la presencia real del Maestro divino de Nazaret, se despedía el Fundador de sus hijas, recordando la frase del Beato Ávila, les repetía: ‘¡Que me lo tratéis bien, que es Hijo de buena Madre!’» .
En todo caso, es claro que el Obispo, en el contexto del p/531, tiene en la mente estas palabras de San Juan de Ávila, dirigidas precisamente a un sacerdote .
«Un anciano Prelado». En la ordenación de Madrid don Manuel González tenía 58 años, no era un anciano propiamente. Quizá el calificativo de «anciano» en la pluma de San Josemaría, que tenía entonces 33, expresa ante todo la veneración que tenía al santo Obispo.
532* ¡Cómo lloró, al pie del altar, aquel joven Sacerdote santo que mereció martirio, porque se acordaba de un alma que se acercó en pecado mortal a recibir a Cristo!
—¿Así le desagravias tú?
Texto escrito sobre una octavilla Re. En su guión sobre la Eucaristía que se acaba de citar, el Autor encontró este apunte telegráfico:
«La Sagrada Eucaristía: precede el lavatorio. –Somoano» .
Sobre esta base redactó este p/532. Es un recuerdo que Josemaría Escrivá tenía siempre vivo. Lo había escrito en su Cuaderno del año 32 –que entonces estaba en un baúl en casa de su madre en Madrid–, en el que se lee:
«Día 18 de julio de 1932: El Señor se ha llevado a uno de los nuestros: José María Somoano, sacerdote admirable. Murió, víctima de la caridad, en el Hospital del Rey (de donde ha sido Capellán hasta el fin, a pesar de todas las furias laicas) en la noche de la fiesta de N. Sra. del Carmen –de quien era devotísimo, vistiendo su santo escapulario–, y, como esta fiesta se celebró en sábado, es seguro que esa misma noche gozaría de Dios. Hermosa alma: solamente el pensamiento de que había sacerdotes que subían al altar menos dispuestos, le hacía derramar lágrimas de Amor, de Reparación» .
Por esta nota de Apínt sabemos que las lágrimas de Somoano eran en concreto por lo que sabía de algún sacerdote. Al redactar el texto de C, el Autor vela lo del sacerdote y va a lo radical de aquellas lágrimas: recibir el Cuerpo de Cristo sin las debidas disposiciones, sea quien sea el sujeto. Sobre Somoano y la Santa Misa vid supra com/528.
«Que mereció martirio». La reciente biografía sobre Somoano antes citada ha investigado el tema . Es evidente que el Autor de C, al velar el nombre del sacerdote, no vela en cambio su convicción de que murió asesinado.
533* Humildad de Jesús: en Belén, en Nazaret, en el Calvario... —Pero más humillación y más anonadamiento en la Hostia Santísima: más que en el establo, y que en Nazaret y que en la Cruz.
Por eso, ¡qué obligado estoy a amar la Misa! («Nuestra» Misa, Jesús...)
Texto tomado de sus notas del retiro espiritual de Segovia, sábado 8-X-1932 (5º día del retiro), Apínt, nº 1651, que es fundamental leer junto a los otros dos que escribió ese día, y por su orden . Tenor literal idéntico, pero la última frase es así:
«Por eso, ¡cómo debo yo amar la Misa!, nuestra Misa, Jesús...».
El tema de este p/533, escrito en clave de «humildad», da entrada al p/432, en que la humildad de Cristo (kènosis), con las mismas etapas, aparece como Gloria del Padre y camino del cristiano hacia la Gloria a través de la Eucaristía. Nótese la radicalidad eucarística de la concepción que Escrivá tiene de la kènosis de Cristo, que ya hemos visto en el p/432 y en su com. Ambos puntos los escribió el Autor el mismo día y por ese orden: el primero (p/533), en contemplación directamente cristológica; el segundo (p/432), arrancando de la hermosura de la Creación. En ambos casos la «culminación» de la «humillación» está en la Eucaristía. Nótese la radicalidad eucarística de la concepción que Escrivá tiene de la kènosis de Cristo. Ambos textos los escribió el Autor el mismo día y por ese orden: el primero (p/533), en contemplación directamente cristológica; el segundo (p/432), arrancando de la hermosura de la Creación. En ambos casos la «culminación» de la «humillación» está en la Eucaristía30b.
La expresión «nuestra Misa» (la cursiva es del original), en relación dialogal con Jesús, ya había aparecido antes en el Cuaderno IV:
«Dominica XX después de Pentecostés, 1931: El Salmo de la confianza: 22, Dominus regit me. –El Salmo del propio conocimiento: 126, Nisi Dominus. –El Salmo de la fortaleza: 81, Dominus illuminatio mea. La Santa Misa de hoy, en todas sus partes, introito, oración, epístola, gradual, evangelio, communio y postcommunio, respondía maravillosamente a mi estado de ánimo. Jesús, haz que viva nuestra Misa: que celebre el Santo Sacrificio con la pausa, gravedad y compostura de un sacerdote anciano: aunque llegue la noche oscura, que no me falte la luz cuando soy otro Cristo» .
Es ésta la única vez que Josemaría Escrivá alude en sus Apuntes a la noche oscura, que puede llegar, a la que pone en estrecha relación con la Santa Misa y su ser «otro Cristo» en el altar. Véanse a esta luz las «noches» de Honduras y Burgos, de que se habla en com/151 y otros allí citados.
«Nuestra Misa» es fórmula que emplea una vez y otra P. M. Sulamitis en su opúsculo A los sacerdotes .
534* ¡Cuántos años comulgando a diario! —Otro sería santo —me has dicho—, y yo ¡siempre igual!
—Hijo —te he respondido—, sigue con la diaria Comunión, y piensa: ¿qué sería yo, si no hubiera comulgado?
Texto escrito sobre una octavilla de la serie Lh. Podría estar escrita en Honduras. No hay interrelación documental conocida. En sus notas del retiro de 1933 se lee este apunte:
«Institución de la Sda. Eucaristía. Se quedó por Amor..., por mí. Se quedó, sabiendo cómo le recibiría yo... ¡veintidós años de comunión... y no sé comulgar!» .
535* Comunión, unión, comunicación, confidencia: Palabra, Pan, Amor.
Lo mismo que el punto anterior. Texto escrito sobre una octavilla de la serie Lh. Podría estar escrita en Honduras. El texto tiene también un precedente redaccional más antiguo:
«Comunión – Comunicación – Unión – Endiosamiento – Preparación».
El apunte está en el guión 11 de los que utilizó el Autor en el curso 1933-34 para los círculos de formación que daba a los universitarios de la Academia DYA . Un detenido análisis teológico-espiritual de este punto de C, al que calificaba de «especialmente impresionante», es el que hizo el Obispo Klaus Hemmerle, en una homilía predicada en Aquisgrán el 20-VI-1984 . «Con estas siete palabras –decía– se puede tocar de la manera más profunda el misterio de la Eucaristía» .
El Autor sostenía incansablemente la esencial interrelación de Palabra y Sacramento, que se unifican en la oración personal del sujeto. Así predicaba a los refugiados de Honduras:
«No se dan cuenta [muchas personas] de que los sacramentos no son un fin en sí mismos: son medios para unirse más y más a Dios. No sólo de pan vive el hombre, sino que es necesaria también la palabra, la oración, cuajada con las debidas condiciones» .
536* Comulga. —No es falta de respeto. —Comulga hoy precisamente, cuando acabas de salir de aquel lazo.
—¿Olvidas que dijo Jesús1: no es necesario el médico a los sanos, sino a los enfermos?
Texto escrito sobre una octavilla Bl, con rasgos fuertes y buena tinta. No hay interrelación documental conocida. Vid infra p/543 y com.
Quizá es el momento de decir que el Autor fue en aquellos años treinta un incansable defensor de la comunión «dentro» de la Misa y con formas consagradas en la misma Misa. Escribía por entonces el Autor:
«La comunión dentro de la Misa es la regla, no la excepción. Intra Missam, con hostias ofrecidas y consagradas en la Misa. ‘Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre’. Sacrificio unido al sacramento. ¿Por qué separarlo sin causa razonable?» .
Podría ser la ficha transcrita un texto de apoyo al guión sintético sobre «Eucaristía» (de la serie de círculos para estudiantes universitarios que dio el curso 1933-34), en el que se lee:
«Primeros Cristianos - Quejas de San Pablo - Enfriamiento - Pío X - Participación del Sacrificio (com[unión] después que el sac. intra missam)» .
El profundo sentido del Misterio eucarístico y de su celebración, que tuvo siempre, le llevó, cuando apenas había fieles del Opus Dei, a formular el criterio y su fundamento:
«Los socios y las asociadas ordinariamente recibirán la Sagrada Comunión dentro de la Misa, porque ése es el sentir de la Liturgia» .
Sin embargo, el Autor, que forma en este espíritu a los fieles del Opus Dei y a los estudiantes de DYA, no extiende esta doctrina a través de C, pues podría escandalizar por la abundancia de la praxis contraria.
«No es falta de respeto». Vid com/539. Aún había huellas de raíz «jansenista» en el ambiente.
537* Cuando te acercas al Sagrario piensa que ¡Él!... te espera desde hace veinte siglos.
Texto redactado sobre una octavilla Jef. Escrito sin duda a partir de esta nota de predicación:
«Mi atrevimiento... Pero: Haec quotiescumque... Hoc facite in meam commemorationem (Joann. XXII, 1). ¡El!... me espera desde hace 20 siglos» .
Otro texto próximo:
«Hermano mío: en el Calvario; allí te dejo. Extiende los brazos, y sube a la Cruz. Que baje Cristo, que ya lleva allí XX siglos» .
Las consideraciones cristológicas del Autor tienen siempre como base la «contemporaneidad» de los acontecimientos redentores en la realidad viva de Cristo resucitado presente en la Eucaristía: es el Iesus Christus heri et hodie del p/584.
Esta «espera» de Cristo en la Eucaristía se refleja bien en la carta de uno de los discípulos de Escrivá, escrita desde una guarnición militar. He aquí el texto:
«En la Misa dominical, de 350 hombres de que se compone el grupo, no comulga nadie más que yo. ¡Prueba terrible, para mi timidez, el adelantarme yo solo, delante de las tres baterías formadas, y arrodillarme junto al altar, para recibir la Comunión! Tengo que echar mano del recuerdo de toda mi familia sobrenatural, de todos los que esa mañana se adelantan para unirse a Cristo. Es una terrible sensación de aislamiento, y además de dolor de ver a Jesús que va a buscarnos hasta el campamento y que nadie quiere hablar con Él. Claro que una vez que viene a mí, la sensación de aislamiento desaparece, pero en cambio se hace más hondo el dolor de verle despreciado y hago propósitos de acción y apostolado; llega el momento de ponerlo en práctica... y no me atrevo»42b.
538* Ahí lo tienes: es Rey de Reyes y Señor de Señores1. —Está escondido en el Pan.
Se humilló hasta esos extremos por amor a ti.
Texto escrito sobre una octavilla Not. En Txm figura en una tirita de papel escrita a máquina y pegada en la pg 90. Fue insertado allí después de copiada –sin él– la entera secuencia del cap. Como consecuencia, el Autor borró y corrigió cuidadosamente la numeración posterior de los puntos. En la colección de «gaiticas», ésta figura al final de las otras de este cap y sin numerar. Se ve que no contaba con esa ficha al estructurar el cap: se le debió traspapelar, pero también es posible que sea una octavilla escrita mientras mecanografiaba el cap.«Rey de Reyes y Señor de Señores». El Autor se encontraba a diario con esta invocación en contexto eucarístico al recitar la oración de Santo Tomás de Aquino incluida en el Misal y en el Breviario entre las «preces ante Missam pro opportunitate sacerdotis facienda»42c. El p/538 responde a la misma teología del punto anterior.
539* Se quedó para ti. —No es reverencia dejar de comulgar, si estás bien dispuesto. —Irreverencia es sólo recibirlo indignamente.
Texto escrito sobre una octavilla Bl. No hay interrelación documental conocida. Es la misma doctrina del p/536, dicha de otra forma y presentada como consecuencia de los p/537 y 538. A pesar de que habían pasado décadas desde las exhortaciones de San Pío X, no era normal –ni siquiera entre cristianos piadosos y responsables– la comunión diaria. El que sería protagonista del p/145 escribió muchos años después, recordando aquella época, que la primera vez en su vida que comulgó tres días seguidos fue cuando San Josemaría le habló de su posible vocación al Opus Dei y le pidió que hiciera un triduo al Espíritu Santo .
540* ¡Qué fuente de gracias es la Comunión espiritual! —Practícala frecuentemente y tendrás más presencia de Dios y más unión con Él en las obras.
Texto escrito sobre una octavilla Re. De la comunión sacramental a la comunión espiritual. En la manera cristiana de vivir que proponía el Autor, ocupaba un lugar muy importante la relación con Jesús a través de «comuniones espirituales» esparcidas durante la jornada, es decir, impulsos del alma hacia la comunión eucarística, deseos de comulgar el Cuerpo y la Sangre del Señor, que actualizan y potencian lo que los teólogos llaman la «res» de la Eucaristía, su efecto último, que es la comunión vital con Cristo y con su Cuerpo Místico, la Iglesia .
Josemaría Escrivá, cuando se preparaba para la Primera Comunión, aprendió de un Padre Escolapio una fórmula para hacer la comunión espiritual, que incorporó inmediatamente a su vida diaria, introduciendo después algunas modificaciones y extendiéndola por todas partes: la recitan habitualmente los fieles del Opus Dei y muchas otras personas en el mundo entero. Dice así:
«Yo quisiera, Señor, recibiros
con aquella pureza, humildad y devoción
con que os recibió
vuestra Santísima Madre,
con el espíritu y fervor de los Santos».
541* Hay una urbanidad de la piedad. —Apréndela. —Dan pena esos hombres «piadosos», que no saben asistir a Misa —aunque la oigan a diario—, ni santiguarse —hacen unos raros garabatos, llenos de precipitación—, ni hincar la rodilla ante el Sagrario —sus genuflexiones ridículas parecen una burla—, ni inclinar reverentemente la cabeza ante una imagen de la Señora.
Texto escrito sobre una octavilla Re. Era éste un tema, como tantos otros relacionados con la seriedad de la vida litúrgica, que el Autor tenía a cuore desde los comienzos de su ministerio sacerdotal. En el Cuaderno V, con fecha 14 de marzo de 1932, hablaba de la necesidad de esta formación litúrgica en los fieles del Opus Dei:
«Ha de comenzar a instruírseles –decía– por lo que pudiéramos llamar «Urbanidad de la Casa de Dios», que realmente será nociones de Liturgia. Da pena ¡y risa! el comportamiento de muchísimos hombres piadosos en la Iglesia» .
542* No me pongáis al culto imágenes «de serie»: prefiero un Santo Cristo de hierro tosco a esos Crucifijos de pasta repintada que parecen hechos de azúcar.
Texto escrito sobre una octavilla Re. No hay interrelación documental conocida. Vid com a punto siguiente. El dativo posesivo (no me pongáis) expresa en este caso cómo la acción que desaconseja le afecta personalmente.
543* Me viste celebrar la Santa Misa sobre un altar desnudo —mesa y ara—, sin retablo. El Crucifijo, grande. Los candeleros recios, con hachones de cera, que se escalonan: más altos, junto a la cruz. Frontal del color del día. Casulla amplia. Severo de líneas, ancha la copa y rico el cáliz. Ausente la luz eléctrica, que no echamos en falta.
—Y te costó trabajo salir del oratorio: se estaba bien allí. ¿Ves cómo lleva a Dios, cómo acerca a Dios el rigor de la liturgia?
Original sobre una octavilla Re en 1938. Este punto es prototípico del sentido –también estético– de la «celebración» que el Autor tenía en aquella época, muy en la línea del Movimiento litúrgico. Era un gran defensor de la «casulla amplia», a la que se refiere en este punto . Debió hablar sobre el tema con el P. Germán Prado, ilustre liturgista de Silos, al que le unía una gran amistad, que en carta del año 1941, le comunica su posición concorde sobre el tema . La manera de «imaginar» en 1932 los oratorios de los futuros centros del Opus Dei (no había entonces ninguno: el Opus Dei era Josemaría Escrivá y 4 ó 5 personas) apunta a desarrollos celebrativos que se abrirán paso en la Iglesia en décadas posteriores:
«Los nuestros deberán comulgar dentro de la Misa y con Hostias Consagradas en la Misa . Para esto, muy bien podría haber al fondo del presbiterio y bajo un arcosolio, p.e., un altar con Sagrario, a fin de tener allí al Señor reservado, diciéndose en este altar la Sta. Misa una vez a la semana, para renovar las Formas. Y, en medio del presbiterio, una mesa de altar aislada –verdadera mesa, riquísima, como todo–, en la que se celebre a diario la Misa de comunidad, consagrando un Copón, que se purifique a diario también» .
El Autor sufría con la praxis frecuente en diversos templos y celebraciones. A veces, cuando escribía para sí mismo –como es el caso de Apínt–, sus descripciones tratan de ocultar este desasosiego con un punto de humor:
«Día de la Inmaculada, 1931: Mucho he pedido a la Señora. Digo mal: mucho he expuesto a la Señora. Estos detalles ya no los anotaré, ordinariamente, en lo sucesivo. Da pena ver cómo preparan los altares y presbiterios, para la celebración de las fiestas. Hoy, en un colegio rico, estaba el retablo lleno de floripondios ridículos, colocados sobre unas graderías de tabla de cajón a medio pintar. El Sagrario habitualmente está de tal modo dispuesto, que es preciso siempre al sacerdote, aunque sea de buena estatura, subirse a un banquillo para abrir, cerrar y tomar al Señor. Las sacras, en equilibrio inestable... Y los sacerdotes, en equilibrio inestable también, porque han de hacer verdaderas piruetas de charlestón para no dar con la cabeza en una lámpara de latón dorado feísima, que pende muy baja sobre el presbiterio, o para no dar de narices en el suelo, tropezando con los pliegues y repliegues de la alfombra, adaptada a las gradas del altar […]
Y menos mal, si, detrás del retablo, además de una escalera de mala madera sin pintar, por donde a diario pasa Cristo en manos del sacerdote para quedar en Exposición, menos mal si no hay también un montón de cachivaches llenos de polvo, que hacen del lugar santo la trastera del rastro madrileño. Todo esto lo he visto.
[…] Lo he descrito con detalle, porque en todos los oratorios de la Obra de Dios, que darán siempre la impresión de lo definitivo, se huirá de caer en semejantes desatenciones con nuestro Rey-Cristo» .
La Instrucción de enero de 1935 fue escrita cuando ya funcionaba la Academia DYA y la Residencia de Ferraz, que tenía un oratorio diseñado por el Autor . Se trata de un documento para la formación de los fieles del Opus Dei en orden al apostolado con la juventud. En un determinado momento hace esta consideración sobre la realidad del culto litúrgico:
«... lo han hecho dulzón y suave. –Hablo en la presencia del Señor, y creo que mi Angel Custodio me mueve a escribir: quiero hacerlo con caridad y claridad. Permitidme, pues, esta digresión.
Mucha luz eléctrica, en el retablo y hasta en el tabernáculo de la Exposición. Bambalinas y teloncillos de teatro provinciano. Floripondios de papel y trapo. Imágenes relamidas, de pastaflora. Puntillas y primores mujeriles, en las albas y en los manteles. Cacharros feísimos –la última moda: los vi hasta en una famosa catedral– sobre el altar, y aun sobre la misma ara. ¿Dónde está la cruz? Apenas se ve, entre la baraúnda de nubes de algodón y docenas de velas de procedencia química. Cánticos de opereta.
Esto, en lo material. No quiero hablar –no debo: faltaría a la caridad– del ambiente piadoso ordinario en esas funciones (no, cultos) que llevan semejantes preparativos.
Hijos, volvamos a la sencillez de los primeros cristianos : riqueza, cuanta podáis, pero jamás a costa de la liturgia. Arte serio, lleno de grave majestad. Nunca floripondios, ni luz eléctrica. El retablo, retro tabulam: a su sitio, detrás del altar, como algo accidental. La Santa Cruz y el ara –completamente aislada la mesa de altar– ocupen el lugar sobresaliente.
Que el canto gregoriano, pausado y solemne, sea expresión de vuestra piedad varonil.
Pero... ¿dónde voy? Perdonadme: acabo la digresión, para volver al tema primitivo» .
El P. Germán Prado, en la carta citada más arriba, comentaba extensamente el impacto que le había causado la lectura de C. Al final escribe: «He leído con gusto lo que sobre la liturgia dice: es muy serio y formativo; veo una alusión directa a su cáliz, cruz y candeleros, que admiré en las teresianas de Burgos» . Todo parece indicar que Germán Prado se refiere a este p/543. Si su observación es exacta, el oratorio aquí descrito sería el de las teresianas, donde celebraba con frecuencia San Josemaría. Le acompañaban, de ordinario, Pedro Casciaro o Francisco Botella, que le ayudaban. Alguno de los que estaba de paso en Burgos, que asistió a la celebración, debió hacer el comentario que da lugar a esta «gaitica».
Cap 23 23 [Msb: 162]. Santa Misa, p/528-543 [3 de Cec + 13 de Msb] C || Cap nuevo + cd/192.433-434 Cec
528 Apínt Cem33/255 Cec/101.2-Ceb/433. ||| varón apostólico] socio Sac., Apínt | C.B. Cem
Cuaderno V, nº 705, 22-IV-1932.
José María Somoano, muerto seis meses antes en olor de santidad, sacerdote del que ya se ha hablado en com/387. Vid José Miguel CEJAS, José María Somoano. En los comienzos del Opus Dei, Rialp, Madrid 1995.
Vid Forja, 645, que recoge este texto de los Cuadernos.
Vid com/19 nt 76.
Por esas fechas, su esquema de predicación a sacerdotes sobre la Misa era éste: «Hoc facite in meam commemorationem (Luc. XXII, 19). El más propio oficio del Sacerdote es ofrecer el sacrificio: omnis namque pontifex ex hominibus assumptus, pro hominibus constituitur in his, quae sunt ad Deum, ut offerat dona et sacrificia pro peccatis (Heb. V, 1). —Ordenación: accipe potestatem offerendi sacrificia Missasque celebrandi pro vivis et mortuis, in nomine Domini. —La Misa, sacrificio del N. T.: Representación de todos los misterios de Xto., tan viva y perfecta, que se renuevan y vuelven a efectuar misteriosamente en ella: Sólo Xto. es Sumo y principal Sacerdote del N. T.: los demás, que tenemos ese nombre y oficio, no somos sucesores de Xto., ni ejercitamos el sacerdocio en nuestro nombre, sino como instrumentos y ministros suyos» (EjEsp, Meditación «Nuestra Misa», Vergara 9-IX-1938; guión sin numerar, subrayados del Autor).
5b Vid sobre el tema José Luis GUTIÉRREZ-MARTÍN, «La vida litúrgica en ‘Camino’ (1932-1939). San Josemaría Escrivá y el movimiento litúrgico», en José R. VILLAR (ed.), Communio et sacramentum. En el 70 cumpleaños del Prof. Dr. Pedro Rodríguez, Universidad de Navarra (“Biblioteca de Teología”, 28), Pamplona 2003, pgs 417-434.
Apínt, nº 1590, 26-X-1938.
AGP, sec A, leg 50-4, carp 5, exp 4, ficha 35.
529 Apínt Cec/101.3-Ceb/434
Cuaderno VII, Apínt, nº 1138. Ese mismo día había ya escrito el futuro p/869.
Sobre esta sigla vid com/11.
EjEsp, meditación «La Sagrada Eucaristía», Madrid enero 1935; guión nº 44. «el libro de Misa»: devocionarios y libros equivalentes muy frecuentes en la época y que de hecho eran como una alternativa piadosa a la celebración litúrgica. «¡Que es Hijo de buena Madre!»: vid sobre el tema com/531.
Es el mismo procedimiento que sigue en la homilía «La Eucaristía, misterio de fe y de amor», del 14-IV-1960 (Es Cristo que pasa, 85-91).
530 Msb
Formaba parte de la bibliografía que utilizaba para preparar un «Devocionario litúrgico» en el que entonces trabajaba a la vez que en C. Nombre exacto del libro: Instrucción de sacerdotes en que se les da doctrina muy importante para conocer la alteza del Sagrado Oficio Sacerdotal, y para exercitarle debidamente, sacada toda de los Santos Padres, y Doctores de la Iglesia, por el Padre Don Antonio de MOLINA, indigno Monge de la Cartuxa de Miraflores […] Barcelona, Por Antonio Arroque Impressor, y a su costa. Año 1744. Libro altamente prestigioso durante siglos, del que se hicieron muchas ediciones en todas las lenguas. Escribe Pierre POURRAT, La spiritualité chrétienne. IV. Les temps modernes. II. Du Jansénisme à nos jours, Lecoffre – Gabalda, Paris 1947, pg 505s: «C’est d’Espagne surtout et un peu de l’Italie qu’est venue cette riche doctrine sur le sacerdoce qu’ont tant exploitée les réformateurs
français du clergé. […] Antoine de Molina fut, en quelque sorte, le docteur de la réforme des clercs par son célèbre ouvrage sur L’Instruction des prêtres. Tous ceux qui ont écrit sur le sacerdoce, au XVIIe siècle et après, se sont inspirés de lui». La Instrucción promovía la comunión frecuente y fue muy atacada por el jansenismo. San Vicente de Paúl –dice Pourrat– combatía las «désolantes doctrines d’Arnauld sur la communion» con «les maximes du Père Molina» (ibidem, pg 507).
Páginas 256-271 de la citada edición.
Diario de Burgos, 21-X-1938; Eduardo Alastrué.
El cap 15 se titula: «Si deben los sacerdotes abreviar o apresurar la Misa por conformarse con el gusto de los oyentes y no serles molestos». En pg 265 se lee: «Verdaderamente es cosa intolerable, y tentación clarísima del demonio, ver muchas personas desocupadas, y que se están muchas horas muy de espacio parlando, y jugando, murmurando, o en otras ocupaciones, o peores, y llegados a oír Misa, miden el tiempo no por horas o cuartos, sino por instantes y minutos, que parece testifican con esto, que no la van a oír sino por cumplir con el mundo».
A Eduardo Alastrué, que participaba esos días en la Santa Misa que celebraba San Josemaría, le impresionó, sin duda, esta lectura por lo que vivía a diario en aquellas celebraciones. Al día siguiente, al anotar la actividad tempranera del pequeño grupo en el Diario, escribe: «Una meditación paseando, la Misa –de las que hubieran satisfecho al P. Molina– y el desayuno en las Teresianas...» (Diario de Burgos, 22-X-1938; Eduardo Alastrué).
Álvaro del Portillo, Eduardo Alastrué y Vicente Rodríguez Casado. Vid com/39 nt 116.
Diario de Burgos, 23-X-1938; Eduardo Alastrué.
531 Msb ||| autoridad] autoridad, Msb Txm || muchos cristianos Txm add] muchos... Msb
EjEsp, Meditación «La Cena», Vitoria 22-VIII-1938; guión nº 110.
Vid por ejemplo José Miguel CEJAS, Amigos del Fundador del Opus Dei, Palabra, Madrid 1992, pg 40. —Manuel González García (1877-1940) nació en Sevilla y se ordenó de sacerdote en 1901. Fue Obispo en Málaga desde 1916 y de Palencia desde 1935. En mayo de 1931 tuvo que salir de Málaga a causa de la agitación revolucionaria. Residió en Ronda y en Madrid, donde, en su casa de la calle Blanca de Navarra, le conoció y trató San Josemaría, que ya sabía de él por sus escritos y su fama de santidad. Más tarde, en 1938, desde Burgos, reanudaron el contacto. Publicó numerosos escritos sobre la Eucaristía; promovió el culto y la devoción al Santísimo Sacramento a través de las Marías de los Sagrarios, los Discípulos de San Juan, los Niños Reparadores..., y fundó una congregación religiosa: las Misioneras eucarísticas de Nazaret. Recientemente han sido editadas sus obras completas (Monte Carmelo, MEC 13-15, Burgos 1998). Vid José CAMPOS GILES, El Obispo del sagrario abandonado: Manuel González García, El Granito de Arena, 4ª ed, Palencia 1950; José Luis GUTIÉRREZ GARCÍA, Una vida para la Eucaristía, EGDA, Madrid 1989.
Anotaba en el Cuaderno VI el 26-V-1933 (Apínt, nº 1014): «El día 16 de este mes, con la excusa de cierto encargo de la M. Priora de Sta. Isabel, visité al Sr. Obispo de Málaga. El Santo Prelado fue cordialísimo. Puesta su mano sobre mi cabeza, por dos veces me dijo: ‘ad robur, ad robur!’... Me prometió orar por mí y me dio, al marcharme, un abrazo muy apretado. Además, que vuelva, me advirtió, que vuelva cuando quiera a verle».
Dos años antes, con motivo de una grave contradicción que tenía en Málaga Isidoro Zorzano, el Autor le aconseja: «que, cuanto antes, vayas a visitar al Sr. Obispo y no hagas nada en este asunto sin su aprobación. A ese bendito Prelado debes hablarle con claridad de todo: te entenderá bien, porque está más loco que nosotros. No dejes de ir, en cuanto puedas» (Carta de Josemaría Escrivá a Isidoro Zorzano, Madrid 3-III-1931; EF 310303-1).
«Ayer, no sé bien por qué razón, me vino al pensamiento el cordial recuerdo de Vd.; y hoy me decido a ponerle estas líneas, para que suplan aquellas frecuentes visitas que a mi Sr. Obispo y a Vd. hacía este pecador, en la casita de Blanca de Navarra» (Carta de Josemaría Escrivá a Fernando Díaz de Gelo, Burgos 12-IV-1938; EF 380412-1). Don Fernando era el Secretario de Mons. González. Residían en Madrid en la casa de la familia Calonge y Page, en la calle Blanca de Navarra. Se conserva en el AGP (sec A, leg 50-4, carp 1, exp 13) un folleto de 8 cuartillas a multicopista, escrito por don Manuel González y titulado «Para el mes del Sagrado Corazón de Jesús», sobre el que el Autor de C escribió estas palabras: «Me lo ha regalado el Ilmo. Sr. Obispo de Málaga, y en su misma casa, con la pluma de don Fernando (su secretario), escribo esta nota. Madrid - miércoles 20 - junio - 934». En 1940, a raíz de la muerte del santo Obispo, escribía a su secretario: «Puede suponer la alegría que, para mí, representaría tener algún recuerdo de D. Manuel, q.d.D.g. ¿Me atreveré a pedirle a Vd. este nuevo favor?» (Carta de Josemaría Escrivá a Fernando Díaz de Gelo, Madrid 22-IV-1940; EF 400422-1).
23b Debo al Prof. Geraldo Morujâo (Braga) y al Dr. Jesús Azparren (Madrid) el haberme hecho notar, a raíz de la 1ª edición de este libro, la existencia de esta ordenación sacerdotal de 1935.
23c José Luis GUTIÉRREZ GARCÍA, Una vida para la Eucaristía, EGDA, Madrid 1989, pgs 320-321.
Carta de la Hª Ana María Palacios a Pedro Rodríguez, Madrid 27-VII-1999.
José CAMPOS GILES, El Obispo del sagrario abandonado: Manuel González García, «El Granito de Arena», 4ª ed, Palencia 1950, pg 317.
De tenor algo diferente, posiblemente «evolucionada» en la tradición oral. La fuente es el proceso informativo de Montilla para la beatificación del Maestro Ávila y, allí, la declaración de Pedro Luis de León, «monaguillo de aquel sacerdote a quien se acercó Ávila, mientras celebraba, para reprenderle cariñosamente por la ligereza con que trataba «a Hijo de tan buen Padre» (ASV, Congr. de Ritos, lib 3173; Proc. de Montilla, ff. 945v-946r; vid BAC 302, 1970, pg 10 y 53). El paso del Padre celestial a la Madre del Hijo Eterno según la carne es muy natural. La frase «¡Que es hijo de buena Madre!», es la del guión de predicación de 1938 y la usó, como hemos visto, D. Manuel González. El Autor de C la empleaba, como ya sabemos, en un guión de meditación sobre la Eucaristía del año 1935 (de fecha anterior, por cierto, a la ordenación sacerdotal que comentamos). Vid com/529.
532 Msb
EjEsp, Meditación «La Cena», Vitoria 22-VIII-1938; guión nº 110.
Cuaderno V, nº 785. A continuación escribió el p/281.
Vid José Miguel CEJAS, José María Somoano. En los comienzos del Opus Dei, Rialp, Madrid 1995, pg 182, que trabaja sobre el dictamen del médico forense.
533 Apínt Cem32/219 Cec/45.5-Ceb/192 ||| estoy Txm add autogr] estás Cem Cec Txm del || («Nuestra» Misa, Jesús...) CemS add] «nuestra» Misa, Jesús... Cem
Son: p/533, 432, 765.
30b De este pensamiento de C decía Cornelio Fabro «che ci sembra il più originale e che non abbiamo letto in nessun autore, teologo o edificante che sia». Cornelio FABRO, «El temple de un Padre de la Iglesia», en Cornelio FABRO – Salvatore GAROFALO – Maria A. RASCHINI, Santos en el mundo, Rialp, Madrid 1993, pg 92 (orig. italiano: Santi nel mondo, Ares, Milán 1992, pg 103). Pienso que lo que conmueve a Fabro es esta radicalidad eucarística de San Josemaría; que, por otra parte, sintoniza con Santa Teresa de Lisieux en la vivencia de la Eucaristía como humildad: «Quiero abajarme con humildad –así rezaba Teresita– y someter mi voluntad a la de mis hermanas, sin contradecirlas en nada, y sin andar averiguando si tienen derecho o no a mandarme. Nadie, Amor mío, tenía este derecho sobre ti; y sin embargo, obedeciste, no sólo a la Virgen Santísima y a San José, sino hasta a tus mismos verdugos. Y ahora te veo colmar en la Hostia la medida de tu anonadamiento. […]. ¡Qué manso y humilde de corazón me pareces, Amor mío, bajo el velo de la blanca Hostia! No podías abajarte más para enseñarme la humildad» (SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS, Historia de un alma, escrita por ella misma. 1873-1897, PP. Carmelitas Descalzos - Rafael Casulleras, Tarragona - Barcelona 1925, pgs 313s; sigo no obstante casi a la letra la moderna traducción de MEC 5, 1996, pg 748).
Apínt, nº 317, 11-X-1931.
Publicado primero en «La Vida Sobrenatural», año VII, tomo 14, nº 81 (septiembre 1927), pgs 171-172. Desde aquellos años el Autor de C hacía en la Misa, antes de la «elevación» de la Sagrada Forma –interiormente, in mente–, la ofrenda al Amor Misericordioso, con esta fórmula: «Padre Santo, por el Corazón Inmaculado de María, os ofrezco a Jesús, vuestro Hijo muy amado, y me ofrezco a mí mismo en Él, por Él y con Él a todas sus intenciones y en nombre de todas las criaturas» (AGP, sec P, leg 3, 1976, pg 401). Sobre P. M. Sulamitis y la «Obra del Amor Misericordioso», vid com/316.
534 Msb
Apínt, nº 1720, 26-VI-1933.
535 Msb
AGP, sec A, leg 50-13, carp 4, exp 1.
Klaus HEMMERLE, «Predigt, 20-VI-1984», en Joseph HÖFFNER / Franz HENGSBACH / Klaus HEMMERLE, Der Welt Leben geben, Predigten in Zentren des Opus Dei, Köln 1984, pgs 12-16.
«Heute möchte ich nicht die Predigt zum Fest halten, sondern ich möchte mich anschliessen an eine –wie ich glaube– besonders eindrucksvolle Predigt, die ganze sieben Worte umfasst und die wie wenige andere Texte einen Abgrund dessen aufschliesst, was in der Tat Eucharistie ist. Die sieben Worte lauten: ‘Kommunion, Begegnung, Verbindung, Vertrauen, Wort, Brot, Liebe’. Es ist der Saz 535 aus dem ‘Weg’, und ich glaube, dass wir in diesem Text ein tiefes Geheimnis von Eucharistie anrühren können» (ibidem, pg 12).
PredicHond, «La Comunión de los Santos», 8-IV-1937, pg 33; III.
536 Msb |||| 1 Mt 9, 12; Mc 2, 17; Lc 5, 31
AGP, sec A, leg 50-4, carp 5, exp 4, doc 29. Esta doctrina, revalorizada por el Movimiento litúrgico, fue recogida por Pío XII en la Encíclica Mediator Dei, 20-XI-1947, en AAS 39 (1947) 563s y DS 3854.
AGP, sec A, leg 50-13, carp 4, exp 1, guión nº 11, sin fecha. «Para los primeros cristianos comulgar y asistir a la sinaxis eucarística constituía un solo acto religioso» (Manuel GARRIDO, «La comunión dentro de la Misa», en Liturgia (Silos) 7 (1950) 341-346; cita en pg 342). ―Sobre el tema «primeros cristianos» en C vid com/971 y lugares allí señalados.
Cuaderno V, nº 496, 23-XII-1931. Vid com/933 nt 10. Ya antes, anotando el plan de vida espiritual de los fieles del Opus Dei, se refería a la participación en la «Santa Misa, comulgando después de la Comunión del sacerdote y dando gracias hasta un cuarto de hora después de terminada la Misa» (Cuaderno IV, nº 346, 26-X-1931). Ya se ve, por esta insistencia, que comulgar «dentro» de la Misa no era entonces lo habitual y había configurado en buena parte la praxis (vid com/933 nt 10). Para muchos, ir a Misa e ir a comulgar eran cosas distintas, con tiempos también distintos. Esta situación pastoral y litúrgica está perfectamente descrita por el P. Manuel Garrido Bonaño OSB en el artículo citado en nota anterior, en el que dice: «La causa no es otra a nuestro juicio que haber convertido en regla general lo que en realidad sólo era una excepción a la regla y haber disgregado lo que no debía constituir sino un solo acto litúrgico: Misa y Comunión» (pg 343).
537 Msb ||| Sagrario] Sagrario, Msb Txm
EjEsp, Meditación «La Cena», Vitoria 22-VIII-1938; guión nº 110.
EjEsp, Meditación «Pasión», Vitoria 24-VIII-1938; guión nº 109.
42b El comentario de San Josemaría en su carta circular era éste: «Continuad adelantándoos a recibirle... y os atreveréis». —Por cierto, qué diversa esta frialdad eucarística que se describe en la carta, del «fervor» que tópicamente se supone siempre en la llamada «zona nacional».
538 Msb ||| —Está escondido en el Pan. Txm add || extremos] extremos, Msb Txm |||| 1 1 Tm 6, 15; Ap 19, 16
42c Hoy se encuentra en el Misal. Vid Missale Romanum, editio typica altera, 1975, pg 931.
539 Msb ||| Irreverencia] praec La Msb del
Testimonio escrito de Ricardo Fernández Vallespín, Madrid 7-VII-1975, pgs 3-4; AGP, sec A, leg 100-20, carp 2, exp 6.
540 Msb ||| frecuentemente] frecuentemente, Msb Txm || Él] Él, Msb Txm
El Catecismo del Concilio de Trento (II, 4, 55) había dicho quiénes son los que comulgan espiritualmente: «ii sunt, qui desiderio propositum coelestem illum panem comedunt, fide viva incensi, quae per dilectionem operatur (Ga 5, 6); ex quo, si non omnes, maximos certe utilitatis fructus consequuntur».
El P. Manuel Laborda de la Virgen del Carmen, llamado cariñosamente por los alumnos «Padre Manolé».
541 Msb ||| ridículas] praec parec Msb del
Apínt, nº 660.
542 Msb ||| imágenes] praec esas Msb del || Crucifijos] seq relamid[os] Msb del || hechos de azúcar] praec de dulce Msb del
543 Msb ||| y rico] , y rico, Msb Txm ||¿Ves] ¿Ves, Msb Txm
He encontrado entre los papeles del Autor (AGP, sec A, leg 50-4, carp 5) varias notas bibliográficas y argumentaciones históricas y teológicas para mostrar la coherencia litúrgica de celebrar con casulla de estilo «gótico» en aquella época de casullas llamadas (por su forma) de «guitarra».
«Respecto a las casullas amplias tengo preparado un estudio teórico histórico, pero sobre todo práctico con vistas a la confección artística de los ss. ornamentos. En él sostengo que si respecto a las muy anchas –que lleguen hasta las manos– cabe discutir con eminentes liturgistas el alcance del famoso decreto, respecto a las que llegan casi al codo no cabe discusión» (Carta de Germán Prado OSB a Josemaría Escrivá, Monasterio de Silos 25-V-1941; AGP, sec A, leg 55, carp 3, exp 1). Vid IntrodGen § 10 nt 14 y com/703.
Vid supra com/536 e infra com/933 nt 10.
Apínt, nº 814, 23-VIII-1932.
Cuaderno V, nº 458s, 8-XII-1931.
No había todavía reserva del Santísimo. Quedó reservado el 31-III-1935.
Sobre el tema «primeros cristianos» en C vid com/971 y lugares allí señalados.
Instrucción, 9-I-1935, nn 251-255. Vid sobre el tema, Antonio LIVI, «L’Opus Dei e il rinnovamento liturgico», en AA. VV., Uno stile cristiano di vita, Ares, Milano 1972, pgs 78-95.
Carta de Germán Prado OSB a Josemaría Escrivá, Monasterio de Silos 25-V-1941; AGP, sec A, leg 55, carp 3, exp 1.