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Capítulo
Punto 638
Pobreza · Punto 638

¡Cuántos
recursos santos
tiene la pobreza!

—¿Te acuerdas?
Tú le diste,
en horas
de agobio económico para aquella empresa apostólica,
hasta el último céntimo de que disponías.

—Y te dijo
—Sacerdote de Dios—: «yo te daré también todo lo que tengo».

—Tú, de rodillas. Y... «la bendición de Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ti y permanezca siempre», se oyó.

—Aún te dura
la persuasión
de que quedaste
bien pagado.

Comentario

San Josemaría dejó constancia de la escena que relata en este punto en su Cuaderno VIII de Apuntes íntimos, nº 1235, fechado el 23-II-1935:

«¡Dios mío, házmelo bueno!, pienso, al recordar el recogimiento con que la Sra. de Ruiz (Dª María Ballesteros) recibía mi bendición (como si fuera yo alguien), que le di para agradecer una generosa limosna» [1].

Durante un encuentro de catequesis en América, en 1974, San Josemaría contó más detalles de esta historia, refiriéndose a sí mismo con la expresión "había un sacerdote":

«Había un sacerdote que he conocido un poco; aunque no lo acabo de conocer nunca, por su latón. Pues ese sacerdote, hace muchos años, tenía que trabajar y carecía de medios; y fue a una persona muy rica, después de rezar mucho.

Aquella persona lo recibió con una amabilidad extraordinaria, porque además era muy atenta y educada. Pero cuando el sacerdote sacó el sable –no era militar, pero tenía que dar un sablazo– pensó: ésta se va a asustar. ¡No se asustó!

Aquella santa mujer le dijo: Padre, venga. Le llevó a un salón, movió un cuadro: detrás había una caja de caudales. Abrió, sacó lo que había, se lo dio al sacerdote.

Y el sacerdote –muy convencido; está tan convencido ahora de que hizo muy bien, de que salió ganando ella– le dijo: tú me has dado todo lo que tienes, en este momento. Yo te doy, ¡todo lo que tiene Dios! De rodillas.

Se arrodilló: la bendición de Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y permanezca para siempre. ¡Se quedó más contenta aquella criatura...! Y se ha encontrado su dinero en el Cielo, multiplicado por cien... y la vida eterna» [2] .



[1]San Josemaría había ido a pedir ayuda económica a esta señora, que le dio todo lo que tenía en casa en aquel momento. Eran los años en que el Fundador del Opus Dei había abierto la Residencia de Estudiantes de Ferraz y la Academia DYA en medio de graves penurias económicas y con deudas por todas partes.

Escribía Álvaro del Portillo en su nota 929 a los Apuntes íntimos que el Fundador había

«narrado a veces una escena análoga, cuando, en cambio de un generoso donativo, dio su bendición sacerdotal a la Condesa de Humanes».

Doña María Ballesteros Paredes era una señora mexicana, de buena posición económica, casada con el ingeniero don José Ruiz. De acendrada piedad y gran generosidad, protegió y acogió en sus casas de Carrión de los Condes y de Gijón a Francisca Javiera del Valle, la autora del Decenario al Espíritu Santo. El capellán de la familia era don Saturnino de Dios, sacerdote amigo y colaborador de San Josemaría.

[2] Notas de un coloquio en el Colegio de Escribanos, Buenos Aires 18-VI-1974; AGP, sec A, leg 51; también en sec P, leg 4, pg I-551; la cursiva es del original.