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Capítulo
Punto 295
Vida sobrenatural · Punto 295

 Si no eres señor de ti mismo, aunque seas poderoso, me causa pena y risa tu señorío.

Comentario

Resuena en esta sentencia no sólo la tradición de la ascética cristiana, sino la antigua sabiduría estoica. Séneca escribía en De beneficiis:

«¿A quién admirarás en mayor medida que al que se gobierna a sí mismo, al que se tiene bajo su propio señorío? Es más fácil regir naciones bárbaras e indóciles a cualquier yugo ajeno, que contener la propia alma y entregarla a uno mismo» [1].



[1]

«Quem magis admiraberis, quam qui imperat sibi, quam qui se habet in potestate? Gentes facilius est barbaras impatientesque arbitrii alieni regere, quam animum suum continere et tradere sibi»

(Lucius Annaeus Seneca, De beneficiis, v, vii, 5; François PREchac (ed.), vol II, Les Belles Lettres, París 1961, pgs 9-10).

Séneca ponía como ejemplo de esta degradación a Alejandro Magno:

«Alejandro devastaba y ponía en fuga a los persas, a los hircanos, a los indios y a todos los pueblos que se extendían por el Oriente hasta el océano, pero él mismo, unas veces por haber matado a un amigo, otras por haberlo perdido, yacía en las tinieblas, lamentando ya su crimen, ya su soledad, y el vencedor de tantos reinos y pueblos sucumbía a la ira y a la tristeza. Porque se había comportado de modo que tenía en su potestad todas las cosas, pero no sus pasiones.

En qué gran error están los hombres que desean llevar su dominio más allá de los mares y se consideran muy felices si obtienen guerreando muchas provincias y añaden otras nuevas a las antiguas, sin saber cuál es el reino más grande e igual al de los dioses. Dominarse a sí mismo es el mayor de los imperios»

(Ad Lucilium Epistulae Morales, cxiii, 29-30; François Préchac (ed.), vol V, Les Belles Lettres, París 1964, pgs 25-26).