Menú
Capítulo
Punto 780
La gloria de Dios · Punto 780

 «Deo omnis gloria». —Para Dios
toda la gloria.
—Es una confesión categórica
de nuestra nada.
Él, Jesús, lo es todo. Nosotros, sin Él,
nada valemos: nada.
Nuestra vanagloria sería eso: gloria vana; sería un robo sacrílego; el «yo»
no debe aparecer
en ninguna parte.
 

Comentario

Lirios, de Vicent van Gogh (detalle)

Texto del Cuaderno IV, nº 391, fechado en 14-XI-1931 [1].

El tenor literal del texto es idéntico al de Camino, excepto la puntuación y la última frase que en el Cuaderno dice así:

«el yo del socio no aparecerá en ninguna parte».

Es una modificación, que ya hizo San Josemaría para las cuartillas a velógrafo, para trascender la ocasión inmediata del texto del Cuaderno.

El «Deo omnis gloria», como ya se dijo, es una de las palabras más antiguas y habituales en los labios y en la pluma de San Josemaría Escrivá para expresar la radicalidad de la vida cristiana, y en concreto de la vida cristiana en el mundo [2].

Es una síntesis «teo-lógica» de la doxología final del Canon romano [3]. La escribía con frecuencia en abreviatura: D.O.G. (sobre el sentido de esta abreviatura hablamos en el comentario al punto 11). Los puntos del capítulo que ahora comienza son de alguna manera variantes sobre el mismo tema. La formación espiritual que San Josemaría transmitía a su alrededor tenía en este punto un eje fundamental, que testimonia en esta anécdota de los comienzos de la Academia DYA:

«De todo el apostolado externo de la Obra de Dios ordinariamente no tomaré notas. Ya se encargan los chicos [4]. Sin embargo, ¡hay detalles tan hermosos!, ayer mismo, en cuanto colocaron el encerado que se ha puesto en una clase, los cuatro artistas (dos ingenieros y dos medio arquitectos) lo primero que escribieron fue: Deo omnis gloria! Ya sé que te encantó, Jesús» [5].

La anécdota muestra cómo los jóvenes universitarios que le rodeaban percibían el carácter central del «Deo omnis gloria» [6].

En este mismo sentido discurre esta anotación del año 1938 –hecha por San Josemaría mientras escribía los puntos de Camino– que está tomada de una catequesis sobre la Santa Misa. Escribe el Autor de Camino:

«Va a terminar el Canon con una alabanza a la Santísima Trinidad, en la que tanto por las palabras como por las ceremonias, se indica que sólo podemos hacerla por medio de Jesucristo. Omnis honor et gloria. Del misterio de la Cruz dimana todo el honor y la gloria al Padre y al Espíritu Santo» [7].

El «yo». Estamos en las mismas coordenadas antropológicas que hemos comentado en el punto 777. Ese «yo» entrecomillado es la autoafirmación egoísta del hombre frente a Dios (leer el punto /784).

«Nuestra nada»: es el lenguaje de la tradición espiritual. San Josemaría quiere poner de relieve la total soberanía de Dios. La desaparición del «yo» y el reconocimiento de «nuestra nada» son, paradójicamente, los que hacen aparecer la riqueza de la persona humana, de «cada» persona, redimida en su singularidad por Cristo.



[1] En ese día San Josemaría transcribió tres futuros puntos de Camino: 442, 780, 961.

[2] Nótese –cosa excepcional en el libro– que en el impreso de Cuenca el lema está escrito en mayúsculas. En Consideraciones Espirituales, sucede lo mismo con la palabra «nada».

[3] La fórmula cristológica de la doxología es la base de punto 786 y del punto 916.

[4] Se refiere al «Diario» que llevaban en la Academia DYA. Se conserva en AGP, sec A, leg 1, carp 1.

[5] Cuaderno VII, nº 1097, 30-XII-1933; la cursiva es del original.

[6] Lo que venía enseñando sobre el tema está concisamente expresado en un importante documento de 1934, dirigido a todos los fieles del Opus Dei (Instrucción, 19-III-1934, nº 36), reproducido en el comentario al punto 11.

[7] AGP, sec A, leg 50-04, carp 5, exp 3, ficha 25.