Menú
|
Capítulo
|
Punto 788
La gloria de Dios · Punto 788
Pureza de intención. —Las sugestiones de la soberbia y los ímpetus de la carne los conoces pronto... y peleas y,
con la gracia, vences.
Pero los motivos
que te llevan a obrar, aun en las acciones más santas, no te parecen claros... y sientes una voz allá dentro
que te hace ver razones humanas..., con tal sutileza, que se infiltra en tu alma la intranquilidad
de pensar que
no trabajas como debes hacerlo —por puro Amor, sola y exclusivamente por dar a Dios toda su gloria.
Reacciona en seguida cada vez y di: «Señor, para mí nada quiero. —Todo para tu gloria
y por Amor».
|
Comentario
Un texto del Cuaderno VII (nº 1157, 13-III-1934) que pasó directamente al impreso de Cuenca. El tenor literal es idéntico al de Camino, con sólo variantes de puntuación.
Una nota escrita en sus Ejercicios Espirituales de 1934 ilustra bien su pensamiento:
«La rectitud de intención: La rectitud de intención está en buscar sólo y en todo la gloria de Dios. ¡Cuántas veces –ordinariamente, como un relámpago: pero también, en alguna ocasión, como una mosca sucia y pesada, que se la echa y vuelve– ha venido a desazonarme el pensamiento de mi falta de rectitud de intención! Ahora, en la presencia de mi Señor, vamos a examinarme, orando.
¡Mi falta de rectitud de intención tendría una malicia enorme! Su trascendencia procedería de que engañaría a muchos, que son, por su temple, verdaderos apóstoles. ¡A ver!: Siempre que me ocurre el pensamiento –la tentación– de que antes hablo, hago en seguida actos contrarios. Y, aunque no tenga gana, porque la sensibilidad pocas veces responde, digo con voluntad eficaz, no sólo con los labios: «Señor, para mí nada quiero. Todo para tu gloria y por Amor».
|