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Punto 474
Los medios · Punto 474
Que eres... nadie. |
Comentario
Texto del Cuaderno VI, nº 878, fechado en 24-XI-1932. Ese mismo día transcribió ocho futuros puntos de Camino [1]. El texto de Apuntes íntimos tiene pequeñas variantes respecto del de Camino. El contexto inmediato de este punto es la sazón en que el Opus Dei se encontraba en aquellos momentos. San Josemaría, que hasta entonces había conocido a los que le seguían en el Opus Dei a través de su apostolado de sacerdote –amistad personal, dirección espiritual–, veía ya necesario, para multiplicar la labor apostólica, iniciar unas «actividades» de formación que llegaran a más gente, lo que implicaba disponer de algún instrumento material –una Residencia de estudiantes, una Academia universitaria, etc.– y por tanto, disponer de unos medios económicos, de los que carecía por completo [2]. A la vez, comienzan a brotar las primeras manifestaciones de la contradicción de los «buenos» (leer el comentario al punto 695). Los círculos de San Rafael [3], que es el corazón del apostolado del Opus Dei con la juventud, comenzaron unos meses después en una habitación del Asilo Porta Coeli... [4]. En estas circunstancias San Josemaría escribió el punto que comentamos. El ejemplo histórico de Ignacio de Loyola fue siempre un gran consuelo para San Josemaría, especialmente en aquellos años primeros de la fundación del Opus Dei. Estando en la Legación de Honduras predicaba sobre el tema Non est abbreviata manus Domini y se preguntaba quién iba a ser el hombre que haría frente al oleaje del protestantismo. Y responde:
San Josemaría siempre tuvo como paradigma de sus propuestas el modelo de los santos, en los que ve «el Amor, la Fe y la Cruz», que constituyen el camino. En la meditación que dio sobre esté punto en la Legación de Honduras continuaba hablando de Teresa de Jesús, otra de «los grandes» a los que amaba y admiraba San Josemaríar:
Cobra especial interés esta frecuente referencia de Camino a estos santos, sobre todo si se tiene en cuenta que son exponentes eximios del «estado religioso» y que el «estilo de vida» que, ya desde entonces, proponía San Josemaríaa su alrededor, se inscribe en el horizonte secular de la santificación de la vida civil —profesional, familiar, social y política–, tan diverso de la vida religiosa y de convento. Esa devoción y comunión de San Josemaría con los grandes santos de la tradición ayuda a comprender la unidad de todos los cristianos, el tesoro común del Cristianismo –«el Amor, la Fe y la Cruz»–, cualquiera que sea el estado y el modo de seguir a Jesucristo, tan varios y diversos en la pluralidad de la Iglesia. [1] Son: 66, 74, 4, 735, 421, 837, 816, 474. [2] VAZquez de Prada, I, pgs 474-484. [3] «Círculos de San Rafael». Así llamaba San Josemaría a las clases de formación, sesiones familiares de formación cristiana –predominantemente de contenido espiritual y práctico– que daba a la gente joven. [4] Un estudiante de Odontología, asistente a esos círculos, escribía en el verano de 1934:
(Carta de Eloy González Obeso a San Josemaría Escrivá, Reinosa 16-VII-1934; AGP, sec E, carp 220). [5] Predicación de San Josemaría en la Legación de Honduras, «Non est abbreviata manus Domini», 26-VII-1937, pg 230; XXXVII; la cursiva es del original. Sobre Ignacio y su naciente Compañía vid Pedro de Ribadeneira, Vida de San Ignacio de Loyola, lib II, cap 4; Madrid 1942, pg 118; y Ricardo García-Villoslada, San Ignacio de Loyola: nueva biografía, BAC maior 28, Madrid 1986. [6] Los conventos que iba fundando: palomarcitos. Vid Fundaciones, cap 4, 5; BAC 212, 8ª ed, 1986, pg 687. [7] Predicación de San Josemaría en la Legación de Honduras, «Non est abbreviata manus Domini», 26-VII-1937, pg 230; XXXVII; la cursiva es del original. |