Menú
Capítulo
Punto 523
La Iglesia · Punto 523

Canta la Iglesia
—se ha dicho—
porque hablar
no sería bastante
para su plegaria.

—Tú, cristiano —y cristiano escogido—, debes aprender a cantar litúrgicamente.

Comentario

 

Stabat Mater. Santuario de Torreciudad,
impulsado por San Josemaría en Aragón (España)

La Liturgia, desde los primeros años de su sacerdocio, era uno de los grandes centros de interés vital –espiritual y doctrinal– de San Josemaría.

En 1931 escribía en su Cuaderno:

«Esta mañana pedí a Jesús –no le pedí, digo mal– expuse a Jesús mis deseos de prepararme muy bien, durante el Adviento, para cuando el Niño venga.

Le dije muchas cosas, entre ellas que me enseñe a vivir la Liturgia sagrada. Pensé que mi alma es una tierra sedienta y me entusiasmó leer en la communio de la Santa Misa: Dominus dabit benignitatem, et terra nostra dabit fructum suum. Señor, Jesús: que el pobre erial de mi alma, henchido de tu gracia dé su fruto para la Vida eterna.

–Y me confundí, lleno de agradecimiento, cuando recité en prima el salmo Confitemini Domino (Ps. 117)..., expresión fiel de lo que podría cantar cada uno de los que hasta ahora has escogido para tu Obra» [1].

Entre los papeles del Archivo correspondientes a esta época encontré una cuartilla, escrita en vertical, que parecía ser la fuente literal de este punto [2]. Se trata de una nota manuscrita de San Josemaría junto con otras indicaciones bibliográficas sobre Liturgia y canto litúrgico, sin fecha. Allí se lee:

«L'Église chante parce que parler ne suffirait pas à l'élan de sa prière, et ce chant est sa prière».

Al margen está lo que parece ser la referencia bibliográfica de este texto:

«Bulletin Paroissial Liturgique, Abbaye de Saint-André par Lophem-lez-Bruges, Belgique».

No apuntó número y página. El texto da la impresión de ser una cita literal [3]. En todo caso, se mueve en la tradición agustiniana del «Cantare amantis est» [4] y del antiguo proverbio «Qui bene cantat bis orat» [5].



[1] Apuntes íntimos nº 431, 29-XI-1931. Hay diversos testimonios del interés que suscitaban entre los alumnos de la Academia DYA y de la Residencia de Ferraz el Curso de Liturgia y Canto litúrgico que promovía San Josemaría y que estaba a cargo del sacerdote don Blas Romero, adscrito, en esos años, a la parroquia de Santa Bárbara, de Madrid.

Blas Romero Cano (1882-1962), natural de Membrilla (Ciudad Real), ordenado sacerdote en 1907, se trasladó a Madrid en 1921, siendo, desde 1929, capellán coadjutor de la parroquia de Santa Bárbara. Allí conoció al Fundador, pues en el territorio de esta parroquia estaba el Patronato de Enfermos. Participó en los medios de formación para sacerdotes que San Josemaría impartía los lunes (la Conferencia sacerdotal). Al instalarse la Academia DYA (y más tarde la Residencia) se encargó de las clases de canto de los universitarios que frecuentaban aquel centro.

[2] AGP, sec A, leg 50-13, carp 2, exp 2. Se trata de una pequeño legajo titulado «Apuntes para pláticas y meditaciones».

[3] La cita literal no se encuentra en el «Bulletin Paroissial Liturgique» (periodo 1919-1938). Debo el dato al teólogo Dr. Pierre François, Leuven, que me transmite este texto del vol 7 (1925) pg 231: «Un sentiment puissant n'est jamais muet; il s'extériorise, et les moyens ordinaires ne suffisant pas, il se surprend à chanter. (...) l'élan pieux qui saisit chacun des membres de la famille chrétienne (...) Quand vous chantez, c'est la grande voix de l'Église universelle que vous empruntez. (...) votre prière chantée...».

Se trata de un discurso de Mons. Ladeuze, Rector de la Universidad de Lovaina, en una Jornada Gregoriana organizada en Lodelinsart (Bélgica) el lunes de Pascua del año 1925.

[4] «Cantar es propio del que ama»: San AgustIn, Sermón 336, 2; BAC 448, 1984, pg 758.

[5] Cfr Introductio Generalis Missalis Romani, n 19, Missale Romanum cum lectionibus, editio iuxta typicam alteram, Libreria Editrice Vaticana, 1977, I, pg 24.