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Punto 531
Santa Misa · Punto 531
«¡Tratádmelo bien, tratádmelo bien!», decía, entre lágrimas, un anciano Prelado |
Comentario
Texto escrito por San Josemaría sobre una octavilla blanca, posiblemente partiendo de este apunte de una de las meditaciones a sacerdotes de 1938: «¡Tratádmelo bien! ¡Que es hijo de buena Madre!» [1]. Beato Manuel González San Josemaría explicó muchas veces que este Prelado era don Manuel González, beatificado por Juan Pablo II en Roma, en abril de 2001 [2]. San Josemaría lo trataba con la actitud filial que siempre tenía ante los Obispos [3], pero además lo veneraba por su vida santa y muy especialmente por su intensa devoción a la Sagrada Eucaristía [4]. De él y de sus escritos utilizaba en su predicación anécdotas y expresiones. San Josemaría visitó frecuentemente a don Manuel durante las estancias de éste en Madrid a partir de 1931, en que fue expulsado de Málaga al instaurarse la República [5]. No he podido situar la fuente de San Josemaría a la hora de escribir este punto –¿uno de los ordenandos?–, ni la fecha de aquella ordenación. En Palencia no hubo ordenaciones durante los años 1938 y 1939 (a las que hubiera podido asistir el Autor). Por otra parte, desde el Archivo en el que se custodian los papeles y documentos del Beato Manuel González dicen: «No hemos encontrado en ningún sitio que esas palabras: 'tratádmelo bien...' las dijera a sacerdotes; sí nos consta con toda seguridad que las dijo a las primeras hermanas de nuestra Congregación cuando les dejó a Jesús Sacramentado por primera vez en el Sagrario de la comunidad» [6]. Esa primera comunidad era la de la Casa de Nazaret de Málaga y el día, el 20 de enero de 1924. En la biografía de don Manuel antes citada se describe así la escena: «Y cuando después de haber cerrado el Sagrario, ya lleno con la presencia real del Maestro divino de Nazaret, se despedía el Fundador de sus hijas, recordando la frase del Beato Ávila, les repetía: '¡Que me lo tratéis bien, que es Hijo de buena Madre!'» [7]. Como se ve, el Obispo tiene en la mente una anécdota de San Juan de Ávila, en la que la frase se dirige a un sacerdote [8]. Es, pues, muy coherente que la dijera el santo Obispo también con ocasión de las ordenaciones sacerdotales. Mi impresión es que la anécdota del Beato Manuel González que se narra en este punto la conocía San Josemaría ya en los primeros años treinta, contada por tercera persona. [1] Ejercicios Espirituales, Meditación «La Cena», Vitoria 22-VIII-1938; guión nº 110. [2] Manuel González García (1877-1940), nació en Sevilla y se ordenó de sacerdote en 1901. Fue Obispo en Málaga desde 1916 y de Palencia desde 1935. En mayo de 1931 tuvo que salir de Málaga a causa de la agitación revolucionaria, residiendo en Ronda y en Madrid, donde, en su casa de la calle Blanca de Navarra, le conoció y trató San Josemaría, que ya sabía de él por sus escritos y su fama de santidad. Más tarde, en 1938, desde Burgos, reanudaron el contacto. Publicó numerosos escritos sobre la Eucaristía; promovió el culto y la devoción al Santísimo Sacramento a través de las Marías de los Sagrarios, los Discípulos de San Juan, los Niños Reparadores..., y fundó una congregación religiosa: las Misioneras eucarísticas de Nazaret. Recientemente han sido editadas sus obras completas (Monte Carmelo, MEC 13-15, Burgos 1998). Vid José Campos Giles, El Obispo del sagrario abandonado: Manuel González García, El Granito de Arena, 4ª ed, Palencia 1950; José Luis GutiÉrrez GarcÍa, Una vida para la Eucaristía, EGDA, Madrid 1989. [3] Anotaba San Josemaría en el Cuaderno VI el 26-V-1933 (Apuntes íntimos, nº 1014): «El día 16 de este mes, con la excusa de cierto encargo de la M. Priora de Sta. Isabel, visité al Sr. Obispo de Málaga. El Santo Prelado fue cordialísimo. Puesta su mano sobre mi cabeza, por dos veces me dijo: 'ad robur, ad robur!'... Me prometió orar por mí y me dio, al marcharme, un abrazo muy apretado. Además, que vuelva, me advirtió, que vuelva cuando quiera a verle». [4] Dos años antes, con motivo de una grave contradicción que tenía en Málaga Isidoro Zorzano, San Josemaría le aconseja: «que, cuanto antes, vayas a visitar al Sr. Obispo y no hagas nada en este asunto sin su aprobación. A ese bendito Prelado debes hablarle con claridad de todo: te entenderá bien, porque está más loco que nosotros. No dejes de ir, en cuanto puedas» (Carta de Josemaría Escrivá a Isidoro Zorzano, Madrid 3-III-1931; EF 310303-1). [5] «Ayer, no sé bien por qué razón, me vino al pensamiento el cordial recuerdo de Vd.; y hoy me decido a ponerle estas líneas, para que suplan aquellas frecuentes visitas que a mi Sr. Obispo y a Vd. hacía este pecador, en la casita de Blanca de Navarra» (Carta de San Josemaría Escrivá a Fernando Díaz de Gelo, Burgos 12-IV-1938; EF 380412-1). Don Fernando era el Secretario de Mons. González. Residían en Madrid en la casa de la familia Calonge y Page, en la calle Blanca de Navarra. Se conserva en el Archivo General de la Postulación (sec A, legajo 50-4, carpetap 1, expediente 13) un folleto de 8 cuartillas a multicopista, escrito por don Manuel González y titulado «Para el mes del Sagrado Corazón de Jesús», sobre el que el Autor de Camino escribió estas palabras: «Me lo ha regalado el Ilmo. Sr. Obispo de Málaga, y en su misma casa, con la pluma de don Fernando (su secretario), escribo esta nota. Madrid - miércoles 20 - junio - 934». En 1940, a raíz de la muerte del santo Obispo, escribía a su secretario: «Puede suponer la alegría que, para mí, representaría tener algún recuerdo de D. Manuel, q.d.D.g. ¿Me atreveré a pedirle a Vd. este nuevo favor?» (Carta de Josemaría Escrivá a Fernando Díaz de Gelo, Madrid 22-IV-1940; EF 400422). [6] Carta de la Hª Ana María Palacios a Pedro Rodríguez, Madrid 27-VII-1999. [7] José Campos Giles, El Obispo del sagrario abandonado: Manuel González García, «El Granito de Arena» 4ª ed, Palencia 1950, pg 317. [8] De tenor algo diferente, posiblemente «evolucionada» en la tradición oral. La fuente es el proceso informativo de Montilla para la beatificación del Maestro Ávila y, allí, la declaración de Pedro Luis de León, «monaguillo de aquel sacerdote a quien se acercó Ávila, mientras celebraba, para reprenderle cariñosamente por la ligereza con que trataba «a Hijo de tan buen Padre» (ASV, Congr. de Ritos, lib 3173; Proc. de Montilla, ff. 945v-946r; vid BAC 302, 1970, pg 10 y 53). El paso del Padre celestial a la Madre del Hijo Eterno según la carne es muy natural. La frase «¡Que es hijo de buena Madre!», la usó, como hemos visto, D. Manuel González. El Autor de Camino la empleaba ya en un guión de meditación sobre la Eucaristía del año 1935. Vid com/529. |