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Capítulo
Punto 566
Devociones · Punto 566

¿Que hay en ese ambiente muchas ocasiones de torcerse?

—Bueno. Pero, ¿acaso no hay también Custodios?

Comentario

Texto escrito en Burgos, en la fase última de la redacción de Camino. San Josemaría contempla las dificultades, las «tentaciones» contra el propio camino, que provienen muchas veces del ambiente –especialmente complicado durante la guerra civil– en que la vida sitúa de hecho a los cristianos.

Ante esas dificultades del ambiente, San Josemaría se llena de fe y confianza que transmite a los demás: y recuerda que en el «ambiente» están también los Ángeles Custodios, a los que invocamos y nos protegen.

Como siempre, este punto 566 de Camino parece tener un origen muy concreto. Se sitúa en el contexto de la operación en la que San Josemaría, con unos cuantos miembros del Opus Dei y amigos, se pasó de la zona republicana a la zona nacional.

Juan Jiménez Vargas y San Josemaría fueron a Valencia camino de Barcelona, donde se organizaba el «paso» a través de los Pirineos. El médico pudo darse cuenta de que Pedro Casciaro vivía en una pensión –a la que acudía también Francisco Botella para verse– que tenía un «ambiente» de bajos fondos. Tenía «un vecindario peligroso», explica Francisco Botella, que agrega: «era casi imposible elegir lugar apropiado en aquellos tiempos»

Jiménez Vargas habló con San Josemaría –que no fue a la pensión– y le explicó el panorama. Volvió y les transmitió el mensaje: «Nos puso en claro, con realismo exento de eufemismo, el peligro que había allí, pero nos infundió fortaleza, que se apoyaba firme en la seguridad de que los Custodios estaban empeñados en que saliéramos indemnes».

Francisco Botella concluye:

«El punto 566 de Camino, que el Padre escribió luego en Burgos, se refiere a estas circunstancias
» [1].

Pero hay otra fuente literaria –mucho más pegada a los hechos– de aquella peripecia. Me refiero al «Diario del paso de los Pirineos», que reconstruyeron cuidadosamente en los bosques de Rialp, turnándose, los miembros de la «expedición».

El día en cuestión redacta el propio Jiménez Vargas, que describe su visita de contacto a Casciaro y a Botella, para que se incorporaran al grupo de fugitivos.


«En esta casa –escribe con su estilo característico–, como es natural, hay su correspondiente rebaño de 'vulpes levantinas'. No me llama mucho la atención porque ya estamos bastante acostumbrados a este ambiente. Pero, además: ¿acaso no hay Custodios?» [2].

Esta última expresión es la que late en el punto de Camino, escrito, ya en Burgos, unos meses después.

Esta anécdota me lleva a copiar aquí un trozo de una carta de 1934, en la que San Josemaría narra a los miembros del Opus Dei que quedaron en Madrid el viaje que hacía a Aragón por asuntos familiares. Aparece como fondo el tren desvencijado –tema endémico en la España de entonces (leer el punto 565)– en que viaja:

«... esta mañana he rezado el Breviario con más solemnidad que en el coro de una Catedral: invité a cantar, conmigo, las alabanzas del Señor a todos los Custodios que venían en mi departamento. ¡Nunca me perdáis de vista a los Angeles, hijos míos!» [3].

San Josemaría siempre explicó que los Ángeles forman parte de los Hechos de los Apóstoles... Leer en este sentido el punto 570.



[1] Francisco Botella, Relatos testimoniales, Madrid 1975-78, cap III, pgs 9-10.

[2] Camino de Liberación: Año de 1937, Diario del Paso de los Pirineos, días 6 y 7 de octubre de 1937 (Juan Jiménez Vargas), pg 2. San Josemaría, estando en Burgos, pasó a máquina este relato. Original y mecanografía en AGP, sec A, leg 2, carp 2, exp 1 y 2.

[3] Carta de San Josemaría a los fieles del Opus Dei en Madrid, 17-IX-1934; EF 340917-2.