Estamos ante un punto claramente autobiográfico, procedente de las notas que tomó San Josemaría sobre su Cuaderno durante los Ejercicios Espirituales en Pamplona, en diciembre 1937:

«Precisamente, cuando estoy en la Capilla de Palacio intentando hacer oración, entra el Sr. Obispo y administra las Ordenes Menores a un clérigo. Salen, y quedo solo deshecho en lágrimas: ¡tan cerca de Cristo, tantos años, y... tan pecador! La intimidad de Jesús conmigo, su Sacerdote, me arranca sollozos» [1].

Al trasladar la experiencia al texto impreso, aparte del paso al «tú», San Josemaría radicaliza el panorama, que se hace más abarcante: el «sacerdote» es ahora el «alma de apóstol».

Palacio Episcopal de Pamplona, donde residió durante unas semanas San Josemaria en diciembre de 1937, invitado por el Obispo, Mons. Marcelino Olaechea, que era buen amigo suyo. Durante ese tiempo San Josemaría hizo unos Ejercicios Espirituales.