San Josemaría trata ya de este tema en el retiro que predicó en Salamanca, en el mes de enero de 1938:

«¿Cosas nuevas? No: confidencias, como en Betania» [1].

Más tarde desarrolló esre tema en los Ejercicios Espirituales para sacerdotes que dio en Vitoria:

«Aquellas estancias de Jesús en Betania!... María escoge la mejor parte... (Luc X, 38-42)...¡Qué buena, Marta!... 'Porro unum est necessarium!'... Extática: oración... –Resurrección de Lázaro (Joann XI, 1-45). Amorosamente se queja a Jesús, Marta: 'Domine si fuisses hic...' Envía a su hermana este recado: 'Magister adest et vocat te'...» [2].

Sin embargo, la concepción del Sagrario como Betania no se encuentra en estos precedentes, aunque es muy posible que lo desarrollara en la predicación oral de esos ejercicios.

En todo caso tenemos esta extensa nota de los Ejercicios Espirituales a los seminaristas de Valencia, un año después:

«Erat autem quidam languens Lazarus a Bethania, de castello Mariae et Marthae sororis eius. ¡Qué alegría al contemplar a Jesús en Betania! ¡Amigo de Lázaro, Marta y María! Allí va a reparar sus fuerzas cuando se ha cansado. Allí tenía Jesús su hogar. Allí hay almas que le aprecian. Hay almas que se acercan al Sagrario y, para ellas, aquello es Betania. ¡Ojalá lo sea para ti! Betania es confidencia, calor de hogar, intimidad. Amigos predilectos de Jesús. Lo es tuyo» [3].