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Capítulo
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Punto 436
Amor de Dios · Punto 436
Dolor de Amor. |
Comentario
Este punto fue escrito por San Josemaría dos días después del anterior, el 7-I-1934 (Cuaderno VII, nº 1108):
Es el último de los nueve puntos que San Josemaría transcribió ese día [3]. Es como una nueva efusión de aquella vivencia del Amor misericordioso de Dios, que aleja todo temor, precisamente en el momento en que el alma toma conciencia de su pecado y, por tanto, podría intentar fundamentarse el temor-terror. Esa conciencia se expresa, por el contrario, no en el miedo, sino en la contrición, que es la forma más cristiana del Amor y que San Josemaría llama «dolor de Amor». En el dolor de Amor gravitan los grandes temas de este capítulo: la bondad de Dios, la filiación al Padre, la amistad con Jesús, el pecado, el perdón, la misericordia... El clima de este punto es claramente íntimo y autobiográfico. Esta vivencia del dolor y del Amor, tan característica de Camino, acompañó a San Josemaría hasta su muerte. De un coloquio en Guatemala en febrero de 1975 son estas palabras:
Mi vida es toda de amor
Poco después, en el mismo coloquio, decía:
[1] Esta frase es adición interlineal. [2] «de dolor de Amor». Primero había escrito: «de dolor y de Amon: 441, 954b, 693, 287, 131, 288, 440, 715, 436.
[4] AGP, sec P, leg 4, III-1975, pg 285. Vid estos mismos versos en la homilía «Trabajo de Dios», del 6-II-1960, en Amigos de Dios, 68. [5] Después de este «hoy» agregó, como explicando el sentido: «cada día». [6] AGP, sec P, leg 4, III-1975, pg 286. No he podido identificar el autor de esas estrofas. Por la manera que tiene de referirse a ellas, podría pensarse que son del propio San Josemaría, escritas en los años del Seminario, cuando firmaba poesías con el apelativo «El Clérigo Corazón». Las rompió todas, según contó. Pero, como le salían del alma, es posible que alguna se le quedara para siempre en la memoria. Yo, personalmente, le oí recitar –entre 1956 y 1959– la primera de las dos estrofas citadas. De ser válida esta hipótesis, el tema «dolor de Amor» se remonta a la primera juventud de San Josemaría. |