Menú
Capítulo
Punto 711
Lucha interior · Punto 711

 Otra caída...
y ¡qué caída!...

¿Desesperarte?... No: humillarte y acudir,
por María, tu Madre, al Amor Misericordioso de Jesús.

—Un «miserere»
y ¡arriba ese corazón!

—A comenzar de nuevo.

SALMO 50 (Miserere)

3 Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
4 lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

5 Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
6 contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
7 Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.

8 Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
9 Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

10 Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
11 Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

12 Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
13 no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

14 Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
15 enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
17Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

18 Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
19 Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.

20 Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
21 entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

 

 

Comentario

Zurbarán, Cristo Crucificado

Texto del Cuaderno VI, nº 1063, fechado por San Josemaría el 17-X-1933 [1]. Pasó directamente al impreso de Consideraciones Espirituales de Cuenca.

«Otra caída y ¡qué caída!... ¿Desesperarte?... No: humillarte y acudir, por María tu Madre, al Amor Misericordioso de Jesús. Un «miserere» y ¡arriba ese corazón! Nunc coepi! A comenzar de nuevo».

Este punto debe ponerse en estrecha relación con el punto 404, redactado un par de meses después: ambos abordan, de un modo o de otro, el mismo tema y acaban con el mismo grito: «¡a comenzar de nuevo!».

Nótese que el Nunc coepi del Cuaderno no pasó al texto impreso [2]. Es una expresión de la Vulgata [3] que estaba frecuentemente en los labios de San Josemaría para animarse y animar a otros a recomenzar, a reestrenar la vida nueva en Cristo, o, como también solía decir, a «hacer de hijo pródigo» [4].

Transcribo un apunte de San Josemaría que hizo Burgos sobre el Nunc coepi, escrito en las vísperas de Pentecostés de 1938:

«Esta noche me quedaré en los Carmelitas, en la vigilia organizada por la Juventud Católica. No sé. Espero mucho, para mi alma, de esa vela.

¡Oh, Jesús, Jesús! ¿Cuándo diré el nunc coepi definitivo?

Volvamos a la tierra: me he dado un buen tute de coser: creo que he echado yo en la sotana más puntadas que el sastre» [5].

Este punto 711, junto con el punto 914, son los dos únicos lugares de Camino en los que se alude expresamente al «Amor Misericordioso», devoción que –como se ha dicho en el comentario al punto 316– se extendía en aquellos años veinte y treinta en España, impulsada por el P. Arintero OP (1860-1928), y con la que San Josemaría conectó muy vivamente en su piedad personal.

Leer a este propósito los comentarios a los puntos 533, 754 y 813. En sus Cuadernos de Apuntes íntimos hay numerosas anotaciones sobre el tema, de las que copiamos estas dos:

«Acerca del Amor Misericordioso diré que es una devoción que me roba el alma» [6].

«¡Oh, Jesús! Si, siendo ¡como he sido! –pobre de mí–, has hecho lo que has hecho, si yo correspondiera, ¿qué harías? Da pasmo y congoja de Amor y Dolor, ver hasta dónde ha llegado conmigo tu Amor Misericordioso» [7].

Por otra parte,e n San Josemaría esta experiencia espiritual guardaba una relación íntima con su camino de infancia espiritual. Vid. en Teresita MEC 5, pp. 213-15 (A83v-84r) la descripción de su entrega al Amor misericordioso en 9-6-1895 domingo de la TrinidadAtención: toda la dinámica de la ofrenda al Amor Misericordioso está en hacer “víctimas!”



[1] Futuros puntos de Camino transcritos ese día: 105, 711, 954ª.

[2] Es, en cambio, el tema de sendos puntos de Surco y Forja:

«'Nunc coepi!' — ¡ahora comienzo!: es el grito del alma enamorada que, en cada instante, tanto si ha sido fiel como si le ha faltado generosidad, renueva su deseo de servir –¡de amar!– con lealtad enteriza a nuestro Dios» (Surco, 161).

«Di despacio, con ánimo sincero: «nunc coepi!» — ¡ahora comienzo! —No te desanimes si, desgraciadamente, no ves en ti la mudanza, efecto de la diestra del Señor...: desde la bajeza tuya, puedes gritar: ¡ayúdame, Jesús mío, porque quiero cumplir tu Voluntad..., tu amabilísima Voluntad!» (Forja, 398).

[3] Sal 77 (76), 11: «et dixi: Nunc coepi, haec mutatio dexterae Excelsi». La Vulgata sigue a la traducción de los LXX. De ambas depende Torres Amat. San Jerónimo y la Neovulgata hacen una lectura diferente, que ha inspirado las traducciones modernas: «et dixi: Hoc vulnus meum, mutatio dexterae Excelsi». La cuestión depende de que la palabra hebrea correspondiente sea leída como hâlal, «comenzar», o hâlâh, «debilitarse, sufrir» (Louis Pirot - Albert Clamer, La Sainte Bible, Paris 1950, V, pg 421).

[4] «El que hizo el cielo y la tierra es ese Padre entrañable que espera que volvamos a Él continuamente, cada uno como un nuevo y constante hijo pródigo» (Es Cristo que pasa, 91). «Considera que Dios no pierde batallas. Si te alejas de Él por cualquier motivo, reacciona con la humildad de comenzar y recomenzar; de hacer de hijo pródigo todas las jornadas, incluso repetidamente en las veinticuatro horas del día» (Amigos de Dios, 214).

[5] Cuaderno VIII dpdo, nº 1574, 4-VI-1938.

[6] Cuaderno V, nº 510, 25-XII-1931. Era una devoción suya particular. Unas líneas más abajo escribe:

«sé que Dios no quiere en la Obra –y acabo de decirlo– devociones o imágenes privativas […] En esto, como en todo, tengan autonomía los socios, sin detrimento de la unidad de formación».


[7] Notas de Ejercicios Espirituales, Madrid 1935; Apuntes íntimos, nº 1828.