Texto redactado por San Josemaría en Burgos, durante el segundo periodo de su estancia en esa ciudad, escrito sobre una octavilla blanca.

Un punto que adelanta el tema «comunión de los santos» (vid el capítulo de este nombre) y saca conclusiones de la doctrina sobre la presencia del Espíritu Santo en el alma.

Este era un tema muy frecuente en las cartas que escribía San Josemaría a los que se encontraban aislados con motivo de la guerra civil española y de ese contexto brota sin duda este punto 273. Unos cuantos textos tomados de esas cartas:

«En fin: a última hora, verdad es que todos nosotros, estamos siempre muy unidos. ¡Nadie puede decir que está solo!» [1].

«Aquí me tenéis como en mi propia casa: sólo me faltáis vosotros, pero, ¡si supierais cuánta compañía os hago, a cada uno, durante el día y durante la noche!» [2].

«Cúmpleme las Normas. Desde aquí te hago más compañía de lo que piensas» [3].

En este punto se verifica lo mismo que en tantos otros. Su correspondencia epistolar era también su tema de oración y de su predicación. San Josemaría habla, ora, escribe y predica lo mismo: Jesús y su misterio, como acaba de decir en el punto 271:

«Comunión de los santos. –Eslabones de una misma cadena. –Nunca estás solo: oración, mortificación, estudio, apostolados» [4].

«Dios con nosotros: el Espíritu Santo. Alium Paraclitum dabo vobis, Spiritum veritatis. (Joann. XIV, 16-17). Ecce ego vobiscum sum omnibus diebus, usque ad consummationem saeculi (Math. XXVI, 28)» [5].